Hola!
Esta era la idea para el día 23 del flufftober, Moving House.
La chief dijo que seguía contando mientras sea en este año :v así que le tomare la palabra.
Además, esta sería la cuarta parte para la serie de One-Shots Korvira de la Korviraweek2020 que hice el año pasado. "Nostalgia", "Perdóname" y "Sorpresa" son los previos. Sin embargo, se puede leer como un OS.
Enjoy!
Parte 4
"Amanecer"
Kuvira se retorcía entre sueños. Tenía un poco de frío. Empezó a soñar con el mar. Aún le sentaba extraña la humedad fría de Ciudad República, pero le gustaba ir al mirador o los muelles para ver las olas. Además ver a Korra jugar junto a Naga en el agua helada como si nada en invierno era toda una delicia. Moría por verla en su hábitat natural entre la tundra, la nieve y el hielo. Pero ahora debía conformarse con las frías playas o laderas de Ciudad República.
En su sueño, el mar se movía calmo, levantando espuma en las olas en un ir y venir eterno, las estrellas y las luces de la ciudad se reflejaban en las negras y heladas aguas. Y Kuvira podía sentir la comunión con el ritmo de las olas… hasta que se despertó en medio de un gemido. Sus caderas eran la comunión con el vaivén de las olas, y una lengua aventurera era la que le producía escalofríos en toda su piel erizada. El mundo era negro y no sabía si había despertado o entrado en otro sueño deleitable. Sus ojos se abrieron y pudo ver sombras unos segundos después. Sus manos viajaron hasta su vientre donde se encontraron con una cabellera revuelta, metida entre sus piernas.
Gimió más fuerte para deleite de la persona entre sus manos. Sus muslos abiertos eran una invitación a la entrada del paraíso, mientras las estrellas se derramaban entre sus labios expuestos. El universo condensado en una sola partícula… que explotaba al contacto húmedo y ávido de una lengua familiar.
Una de las manos que sostenía los muslos abiertos de Kuvira, buscó su mano y la encontró. Los dedos se enredaron y entre sombras, entre sueño y despertar, Kuvira podía sentir su vientre contrayéndose para estallar entre los labios ávidos que la hacían su prisionera. Subía y bajaba en la marea del placer, como las olas de la bahía que se empezaba a colorear a través de la ventana, estando cada vez más cerca el amanecer, así como ella del borde.
Sus muslos apretaron la cabeza bajo su mano y sus pezones se endurecieron ante el placer y el frío. Apoyó los pies para poder mover mejor su cadera y la boca ajena dejó de ser la guía para ser la herramienta, y un gemido le dijo a Kuvira que era la herramienta más agradecida del mundo. Llevando su botón al encuentro fortuito con la lengua a su propio ritmo, no tardó mucho más en venirse, mientras el sol salía de entre el mar.
─¡K-korra~!─ Y el avatar bebió de las estrellas que se seguían derramando en su centro, hasta que no quedo ni una sola.
Cuando Korra emergió de entre sus profundidades para subir directo al otro par de labios y besarla, aún entre gemidos y jadeos, Kuvira la recibió. No se imaginaba mejor modo de iniciar el día, que un orgasmo directo de los labios del mismísimo avatar y un beso de la mujer que amaba, que para su asombrosa suerte (una que a veces no terminaba de creerse) eran la misma persona.
Y no solo eran la misma persona, el avatar y la mujer que Kuvira amaba, si no la mujer que la amaba de vuelta.
Korra le había dado todo lo que para ella hacía que despertar fuera una promesa llena de luz y aventura. Razones sobradas para querer comenzar el día solo el sol se levantara. No el maravilloso y celestial sexo con su novia, ahora prometida, recordó al sentir la fría piedra azul del collar de compromiso de las Tribu Agua que pendía de su cuello, si no razones que de verdad le daban sentido a su existencia.
Hace un año, un año maravilloso, había sido la fiesta de la apertura de la primer oficina de Industrias Futuro en Zaofu, durante la cual los celos la habían atacado despiadadamente al ver como Korra compartía con Asami, cuando ya llevaban "saliendo" unos meses. Estuvo a punto de hacer algo de lo cual arrepentirse, y después de un acalorado intercambio de palabras entre la CEO, el avatar y ella misma, las cosas se habían aclarado con una gran sorpresa para Kuvira.
Si le preguntaras ahora, no sabría decidir cuál fue la mejor noticia, si recibir la propuesta de Korra de ser novias y por fin formalizar o la noticia que le dio Asami, de un programa de rehabilitación social, en el cual Kuvira iba a participar activamente.
Mientras que formalizar con Korra le había traído paz mental, formar parte del plan de trabajo para reducir las pandillas y el crimen en general en Ciudad República, le había traído propósito y paz espiritual. Esa que se había en sí misma cuando se dio cuenta que casi dejaba al mundo sin avatar. Cuando descubrió que el tesoro del mundo espiritual, era el mundo en sí, y no la energía que podría proveer.
Ser la novia del avatar era grandioso, pero ganarse poco a poco la confianza de la gente, y ver a las personas del programa descubriendo un mundo nuevo, ayudada por sus palabras y actividades, era lo que de verdad le daba sentido ahora.
Korra le había regalado una nueva vida, y Kuvira ahora solo podía retribuirla viviendola de la mejor manera posible. Había luchado contra sus inseguridades, estaba trabajando en sus retos personales y en el camino recuperó, o construyó la relación de hermana que siempre debió tener con Opal, una rara e inesperada amistad con Bolin, miradas suspicaces con Mako y lo más sorprendente de todo, una estrecha amistad con Asami. La madurez y serenidad de Asami le daban un punto de referencia.
Todavía podía notar a veces miradas anhelantes o dolorosas de la CEO hacia el avatar, pero Kuvira no podía culparla realmente. De estar en situaciones opuestas, Kuvira ni siquiera soportaría ver a la pareja, siendo felices enfrente de ella. Al fin había comprendido que en el universo de cada persona, había mucho más que un sol, el firmamento podía y debía estar plagado de entes estelares que destellaran con su propia luz.
El universo del avatar tenía muchas estrellas, y sólo ahora, después de mucho trabajo, Kuvira podía vivir plena con el hecho de que ella no era el sol en el firmamento de Korra, pero sí un gran orbe resplandeciente entre muchos otros que reflejaban y enriquecen su brillo, multiplicandolo, entre los cuales estaban por supuesto, Asami, Mako, Bolin, sus padres, toda la familia del avatar Aang y muchas más personas.
Korra se la siguió comiendo a besos unos minutos y antes de que Kuvira le pudiera devolver el favor, la morena saltó de la cama y se metió a la ducha. Kuvira la siguió así desnuda al baño mientras Korra se deshacía de su pantalón y su playera para dormir.
─¡Korra!
─¡Apresúrate! Tenemos que estar temprano con Asami para la apertura.
─Eres una maldita tramposa. No puedes despertarme así y después salir huyendo.
─Vamos a estar ocupadas todo el día, era ahora o nunca─ Le respondía a su novia con una sonrisa destellante desde la pequeña lluvia de la ducha ─Pero… si entras conmigo, podríamos ahorrar tiempo y agua─ No tuvo que decir más para convencer a Kuvira.
Se metió bajo el agua tibia y empezó a besar de nuevo a Korra.
Cuando terminaron de bañarse y alistarse, Korra fue a preparar el desayuno mientras Kuvira retocaba su atuendo y un ligero maquillaje que últimamente le gustaba usar para este tipo de eventos.
La muy esperada apertura del primer Centro de Formación Integral de Industrias Futuro. No solo brindaría servicios a la población en general que estuviera interesada, si no que instruirá a Maestros y No Maestros en artes y oficios diversos y daría especial atención a ex pandilleros y personas de sectores vulnerables. Financiado entre Industrias Futuro y el Estado, era la verdadera visión de Kuvira acerca de los Centros de Reeducación.
Bolin estaba más que feliz de participar activamente, haciendo al fin el bien que había creído estar haciendo durante el Imperio Tierra.
La antigua Gran Unificadora, estaba muy orgullosa de sí misma, una sensación de la que había huido durante años, porque las últimas veces que había estado orgullosa de algo que había hecho, incluía coaccionar a gobiernos enteros por su ayuda, y sentir ese tipo de satisfacción era algo de lo que había procurado privarse para alejarse de la sed de poder y lo que en ella podía provocar. Así que era agradable que por una vez, su orgullo se viera generado por algo de verdad bueno, no solo para ella.
Korra había exagerado. Por mucho que a Kuvira le gustara el amanecer, no era necesario que la despertaran antes de que el sol despuntara. Todavía tenían tiempo como para desayunar con calma en la pequeña terraza del departamento que compartía con Korra en el centro de Ciudad República. Apenas dos meses de vivir juntas y solas. Porque Kuvira había tenido que quedarse durante meses en el Templo de la Isla al fin de que Tenzin y el Loto Blanco la pudieran vigilar. Y por tanto, Korra junto con ella.
No estaba mal la vida en comunidad, era casi lo mismo que cuando había vivido en los cuarteles de la Guardia de Metal y ciertamente, casi el mismo régimen, excepto por la comida. Pero ahora con casi treinta años, y el futuro extendiéndose ante ellas, Kuvira soñaba con algo más simple y hermoso.
Su vida en pareja recién empezaba.
Después de sufrir amar en silencio durante dos largos años, después descubrir que Korra le correspondía, pero tener que ver cómo la dejaba atrás para seguir con su misión de ayudar al mundo, acompañada de sus amigos, y en especial de Asami y sollozar entre celos e impotencia, e incluso después de comenzar su nueva vida y todo otro año, las cosas al fin parecían estarse asentando para las dos.
Todavía había algunas cajas sin terminar de vaciar, a pesar de que ninguna de las dos tenía muchas cosas. Sus amigos y familias se habían dejado llevar por la emoción y la generosidad.
Fueron al evento y todo salió a pedir de boca. Asami dio su discurso, Kuvira, Korra y Zhu Li los suyos. Varrick grabó para tener el documental sobre la transformación de la República Unida listo. Kuvira estaba feliz y Korra destellaba. Asami se veía satisfecha.
Hoy, hoy comenzaba una nueva etapa.
Korra esta vez se despertó sola en la cama, tardó unos segundos en desperezarse, se estiró y al fin abrió los ojos. Pudo ver un burrito de mantas en la ventana de la terraza. Kuvira estaba envuelta y con una taza humeante en las manos, sentada en un puff pachoncito viendo hacia el mar.
─Buenos días, Kuv─ Korra le besó la cabeza sobre las mantas.
─Buenos días, cariño─ Abrazó el brazo que Korra le pasó por el pecho mientras se recargaba en la curva de su espalda y sentía cómo apoyaba su barbilla morena en su cabeza.
─Ayer me reclamaste por despertarte tan temprano─ Comentó mientras veía el amanecer terminar de ser.
─Pero hoy me desperté yo solita.
─¿Entonces el problema es con el avatar?
─El avatar tiene preocupaciones más importantes que mi hora de despertar.
─¿Sí? Seguramente podría pensar en algunas… Pero es muy temprano y no veo una taza para mí.
─Está sobre la mesa… quizá el avatar deba de calentarla con sus grandes habilidades.
─Es un abuso a los poderes del avatar...─ Dijo Korra mientras iba por su taza y la acunaba entre sus manos para calentar la bebida.
─Mucho avatar para tan temprano… ¿Qué tal si mi novia consigue el desayuno?
─Esa parece una tarea digna de mis habilidades─ Sonrió Korra en medio de los besos.
Se miraron dulcemente un momento para voltear después a ver el amanecer y mientras Korra admiraba la naturaleza, Kuvira admiraba al avatar, a la mujer junto a ella, feliz de que ahora cada amanecer fuera a su lado.
N. A.
Es algo muy sencillo pero me encantó el sentimiento suave que describe. uwu
Carpe Diem
