Em… lo de siempre… Camus es mío, Milo es de Camus… Chik (se escucha una pistola quitar la seguridad) ejem… como decía, todo pertenece a Kurumara, nada es mío y… eso, yo… no intentaba agenciarme nada… de verdad, sin ánimo de lucro ni nada de nada… j-e-j-e
Advertencia: Yaoi, nombre utilizado en el manga para denominar relaciones homosexuales entre hombres.
Siempre frío
Era cerca de las dos, cuando Milo, Aioría y Kanon dejaron tranquilo al pobre Shura. Se despidieron a la entrada del Templo del Español. Kanon y Aioría tomaron dirección a sus respectivos templos; pero Milo, sin pensarlo, se dirigió a las escaleras de subida.
— ¡Milo¿Ya empieza a afectarte el alcohol? Pensaba que tu organismo lo depuraba en minutos… que era inmune a él… —le dijo con sorna el gemelo.
—Tu Templo queda abajo, alimaña.
— ¡Eh! Cuidadito con las "palabras dulces", Simba. Y ya sé que mi templo está abajo…
— ¿Y para qué subes?
Milo se quedó un instante sopesando su posible respuesta. Cuando una lucecita en su cabeza se encendió.
—A ver a Athena; ayer me dijo que fuera a primera hora.
— ¿De la tarde? Milo, eres un irresponsable, Shión te echará la peta… supongo que te estarán esperando desde las ocho —dijo Shura con sorna, mientras volvía a adentrarse en su Templo.
— ¡Qué va! Si ella ya debe saber que a las ocho yo todavía no estoy en el Santuario…
Las risas de Kanon resonaron por el pasillo y las de Milo se le unieron rápidamente. Aioría parecía incluso un poco indignado.
—Mira, Milo, ve lo antes posible. No la hagas enfadar… y sobretodo no hagas enfadar a Shión.
—Vale, vale, Simba. Ahora voy.
Sonrió a sus amigos como despedida y se giró para llegar a su destino con paso veloz…
Lo único, que su destino no era visitar a Athena… o bueno, sí. Pero eso lo haría después de visitar a… otra persona.
Milo se demandaba constantemente, porque iba a visitarlo. No tenía motivo ni razón para hacerlo, pero si una gran necesidad.
Mientras se acercaba al undécimo Templo se inventaba mil y una excusas para su visita… incluso llegó a plantearse pedirle un poco de sal…
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Camus había dedicado la mañana a intentar distraerse. Después de su fracaso con la lectura, había decidido probar a leer un par de ensayos que, sin duda, necesitaban de toda su atención, no obstante… cuándo iba por la página cuarenta se dio cuenta de que no solo no sabía de que iba el libro, sino que lo había estado leyendo al revés.
Comió cerca de la una. Debía acostumbrarse al horario griego (N/A: más o menos comen sobre la una, una y media como muy tarde) y lavó los platos.
Había hecho una bonita tarta de manzana (N/A: de Lyon bha) y la dejó sobre la mesa de la cocina. Se quedó un momento en el umbral de la puerta mirando hacia la tarta, con su expresión fría un tanto apesadumbrada.
"Camus, eres un caso imposible… ¿a partir de ahora te dedicarás a cocinar para evitar pensar en él? Si que nos pegó fuerte el amor ¿cierto?"
Suspiró lentamente y se dirigió de nuevo al salón.
Durante casi una hora se dedicó a perder el tiempo…
"¡Por la Diosa, Camus! Esto ya supera todo… ¡estás haciendo las ecuaciones químicas que ponías a tus pupilos!
En ese momento sintió un cosmo acercándose al onceavo Templo. Sin más que hacer, se levantó y se dirigió a interceptar al posible intruso.
Cuando salió, divisó una coqueta cabellera rizada y azul. Probablemente sería uno de los momentos en los que Camus se hablaba y reprendía, pero… digamos que en ese momento estaba completamente en blanco. Sin embargo su semblante era tan frío como siempre y sus ojos tan inescrutables como acostumbraban.
—Buenas, Camus —exclamó el Caballero de Escorpio todavía a mitad de la escalinata entre Capricornio y Acuario— ¿cómo andas?
"Tenías que enamorarte del Caballero más indecente de todos, Camus" "Habrá que enseñarle un poco de modales, es un burdo…"
Camus, junto a su fría mirada, esperó a que Milo llegara a su altura para saludarlo con corrección y por supuesto (aunque no era su intención) con frialdad.
—Buenas tardes, Caballero de Escorpio.
Ya fueran la voz y el tono, u otra cosa, Milo pareció amedrentarse un poco y se colocó una sonrisa nerviosa. No comprendía como ese hombre era capaz de ponerlo nervioso…
—E… y ¿y que tal, Camus¿Todo bien por Santuario?
—Sí
"¡CAMUS, POR LO QUE MÁS QUIERAS EN EL MUNDO DILE ALGO MÁS, habíamos quedado en ser más expresivos con el pobre muchacho!"
—… Un poco aburrido.
"Bueno, por algo se empieza…"
A Milo se le dibujó una inmensa sonrisa (sip, la nº 21 otra ve, sonrisa de deseo cumplido) el Escorpio no esperaba una contestación mayor a una sílaba y había conseguido la friolera de OCHO, sin duda había empezado con buen pie.
—El Santuario no es muy divertido. Además los Domingos está muerto hasta eso de las tres o así, ya sabes, pocos se levantan antes de las doce y la mayoría tiene resaca (N/A: detalle, él no se incluye a si mismo ¬¬) pero ¿sabes? Puedes...
Camus lo miraba con su eterna frialdad.
"Me gusta su sonrisa…"
—… y es normal, ha habido muchos cambios… oye, si quieres puedo enseñarte un día el Santuario; bueno, no entero, eso ya lo conoces, pero está cambiado, ya te dije y…
"Me gusta su forma de hablar…"
—…las compras, Saori nos presta un coche; sólo tendrás que decírselo.
"Me gusta su forma de mirar…"
A Milo se le acababan los temas, sobretodo porque no estaba seguro de que a su interlocutor (inserte sarcasmo) no le molestara su charla.
Un silencio se apoderó de ellos. Camus no cambió su semblante frío, ni su mirada escrutadora y helada. Milo, por su parte, se disponía despedirse, un tanto nervioso.
—Y ¿A dónde se dirige, Caballero de Escorpio?
—Pues… a ver a la oh-Diosa, pero…
— ¿A la qué? —le preguntó el francés entrecerrando los ojos de manera peligrosa.
— ¡Ah! Pues a Athena, nuestra Diosa —Milo puso la sonrisa 33, sonrisa deslumbrante de chico bueno.
Camus resopló con fastidio "Esto sólo me puede pasar a mi… tenía que ser el más déspota del Santuario"
— ¿Y lleva prisa Caballero? Porque en ese caso no debería haber perdido su tiempo charlando conmigo.
La boca de Milo se entreabrió ligeramente ¡Nuca le había oído pronunciar tantas palabras seguidas! Además, su suave entonación francesa; esa costumbre de unir todas las palabras al hablar; convertían sus oraciones en dulces estrofas semi-melódicas.
Milo se propuso robarle más palabras al incauto y frío Acuario.
— ¡Oh! No, no llevo prisa…
—En ese caso… si desea, pasar —la indiferencia física de Camus al realizar esa proposición fue equivalente a un pared blanca; muy al contrario, por dentro se moría.
— ¡Gracias! —Le dijo Milo-sonrisa-anuncio-de-dentífrico-y-mirada-coqueta.
Entraron a los aposentos del Templo de Acuario. Camus iba unos pasos por delante, cuando Milo lo cogió del brazo y tiró de él para que se diera la vuelta. Tenía los ojos muy abiertos.
—Caballero ¿qué pas…?
— ¿Huele a tarta de Manzana? —Preguntó en un susurro, como si temiera que el olor se desvaneciera.
Camus estaba tan sorprendido que no pudo articular nada; sólo permaneció mirándolo muy próximo a él, que aún lo mantenía cogido del brazo, con su imperturbable frialdad.
— ¡Dime! —El Escorpio lo miraba mal— ¿Lo es? —un puchero apareció en el rostro del de ojos turquesa.
Ahora Camus si que estaba sorprendido, al punto de que levantó, levemente, una ceja y tras pensarlo un poco, asintió con a cabeza.
Y, en contra de lo que Camus esperaba, el Escorpio lo acercó más a él.
— ¿Dónde?— siseó apretando con más fuerza el brazo.
"Además de déspota y burdo, loco" "Muy bien, Camus, muy bien"
El Acuario se soltó del agarre de un tirón y lo miró con su acostumbrada frialdad. Se giró sin contestarle y se encaminó a la cocina.
Milo sin pensarlo lo siguió, contento de que lo guiara hasta la tarta.
Al llegar, Camus sacó un par de platos de postre y sus correspondientes cucharas. También sacó dos tacitas.
— ¿Café? —preguntó estoicamente.
Milo, que miraba embelesado la tarta lo escuchó lejanamente.
—Si tuvieras chocolate o Cola Cao…
Si Camus hubiera sido un poco más expresivo, hubiera sonreído un poco. Mira que era infantil ese Milo.
Se puso a preparar el café mientras Milo babeaba la mesa de la cocina.
Cuando el café estuvo listo lo sirvió en su taza, en la otra sirvió leche y el café justo para colorearla. Cogió también el azucarero y lo puso sobre la mesa.
Partió y sirvió la tarta.
En cuanto el plato de Milo volvió a tocar la mesa, Escorpio se abalanzó sobre él, pero apenas la primera cucharada tocó su paladar, los ojos de Milo se abrieron dejando a sus resplandecientes pupilas brillar con todo su poder. Soltó la cuchara que hizo mucho ruido al caer en el plato.
Camus lo miró fijamente.
"No le gustó, genial…" "Adiós a conquistarlo por el estómago…"
Camus se sintió muy abrumado.
—¡ES LO MÁS RICO QUE HE PROBADO NUNCA! —exclamó con su sonrisa nº 4 Felicidad Absoluta, junto con los ojos levemente llorosos.
Si Camus hubiera sido un poco más expresivo se hubiese sonrojado hasta en los dedos de los pies, pero, tan sólo soltó:
—Gracias, es una alegría.
"¡Camus¡Eres un torpe! Si llegas a sonar más frío habría bajado la temperatura un par de grados.
Sin embargo, Milo no se sintió molesto. En primer lugar, el Acuario había vuelto a deleitar sus oídos con su preciosa voz; y en segundo lugar, acababa de cerciorarse de que Camus era una excelente opción como amigo… ¡podría comer sin recurrir a sopa quemada! Y probablemente la oh-Diosa también estaría satisfecha; el templo de Escorpio no volvería a incendiarse…
La oh-Diosa, chst, Milo recordó que tenía una cita con ella… no es que le preocupara la bronca, pero ahora que lo pensaba, no había visto a Dohko besuqueándose con Shión en el Templo de Libra… ojala no estuviera de mal humor…
Centrándose nuevamente en la exquisita tarta, se olvidó del mundo. Excepto cuando, por razones de obstrucción, tubo que detenerse a beber se sorprendió de que el café estuviera tan dulce y llevara tan poco… café.
Camus, por su parte, seguía reprendiéndose por la contestación. Sabía que amaba al Escorpio (eso o había desarrollado alguna obsesión psicológica, capaz de sobrevivir a tres años aislada en Siberia, por él) entonces se preguntaba cómo era tan frío y cortante con él. Pero se respondía con facilidad… demasiada facilidad:
"Porque te fuiste a enamorar del más burdo y déspota de los caballeros. Además, aunque se agradecen sus atenciones su interminable charla-monólogo puede llegar a cansar. Por eso eres tan frío, chocáis demasiado y eso hace que saques tu personalidad más extrema"
Notas de la Autora:
¡Lo acabé! Este no sabía si lo terminaría, pero… lo hice, aunque en realidad no es muy "capitulo" parece sólo la mitad de otro… pero prefería dejarlo en el aire.
¡MUCHAS GRACIAS POR LOS REVIEWS!
Aquellas personas que dejan reviews anónimos podéis ver la contestación en mi perfil, pero, por favor, si estáis "logueádas" dejadme el review así, para más agilidad n.n
ATENCIÓN
Tengo otro MiloxCamus que se llama "Lo que viene con e frío" y…
me encantaría llegar a los 30 reviws, pero sólo llevo 27…
si algún alma caritativa me dejara alguno aunque dijera:
"Chica, dedícate a otra cosa¬¬"
Me alegraría mucho… SOLO FALTAN TRES
¡Qué morro tengo! Pero… me haría MUCHA ilusión (Arual chivi con lágrimas en unos grandes ojos de perrito apaleado en una fría noche de Navidad)
Aquellas personas que dejan reviews anónimos podéis ver la contestación en mi perfil, pero, por favor, si estáis "logueádas" dejadme el review así, para más agilidad n.n
Después, lo de siempre, faltas, expresiones raras, fallos, errores, cosas que no hay quien las pille y demás me dejáis un precioso review y así me lo decís, jeje
También quiero darle las gracias a mi cara amiga Elena por la información: Milo no es ninfómano, porque no es una mujer, es sátiro. La verdad que no sabía que hubiera diferencia según el sexo, muchas gracias por la información; n.n
¡aL rIcO rEvIeW! sIp, SeD bUeNaS y PuLsAd El BoToNcItO dE aHí AbAjO
Bss!
