Disclaimer: Juro solemnemente que es mi cumpleaños. Y que Harry todavía no es de mi propiedad. De modo que me lo pueden regalar. ¿No? ¿Rowlings no anda por aquí? Lástima.

9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾

Besos a Montei, Marinaaaa, Paty, Alone, Andrea, Olga, Morgan2021 (¡!), y AlenDarkStar que siempre me da el singular placer de comentar en cada capítulo, aunque se haya perdido la salida de varios, y abrazos de osito a Cris,

ang567lui (¿favoritas, en serio? ¡Gracias!),

HyH (¿qué te hace pensar que fue Harry? ¿Y "bebé de Luna"?),

Alondra (totalmente de acuerdo respecto al nuevo ser, pero ¿por qué están tan seguras de que Luna…?)

Harmony Abadejo (¿lo que entendiste fue lo que me estabas preguntando?),

Sam (tienes razón en ambos sentidos, gracias por leer ¡y releer! Ey, ¡somos de la misma casa!),

Iris (nah, te guardamos una cuña con mucho merengue )

Guest (muy buena idea, lo que me dices al principio, créate una cuenta para que podamos hablar sobre esas lagunas).

Funny (no tengo Twitter ;( cosas del país, ya veremos cómo comunicarnos),

Yoselin: cuando leí el principio de tu review me quedé de lo más alarmad porque no me acordaba de esa actitud de la señora Weasley, y con lo que odio estar fuera de personaje; como no te podía preguntar directamente (hazte una cuenta), estuve buceando en el sexto libro. Cierto que Ginny cree que su madre espera distraer a Bill con Tonks, porque todos odian a Fleur, esta también esta celosa, y por el resto del libro Harry opera bajo esa idea, creyendo incluso que Tonks estaba enamorada de Sirius. Pero por interacciones de la misma señora Weasley, creo que Ginny era la que estaba equivocada. 1) La matrona invita a Tonks a comer comentando que va a estar Remus, ahora eso puede ser manipulación porque va y está Bill también, pero 2) luego le pregunta a Remus si ha hablado con Tonks últimamente y le dice que iba a pasar Navidad sola, por el contexto retrospectivamente me parece que lo está forzando a enfrentar lo que su rechazo le está haciendo a la mujer; y 3) cuando Tonks finalmente enfrenta a Remus en el tema de su relación (en la enfermería), la señora Weasley dice todo el tiempo le ha dicho que está siendo ridículo en este tema, nadie la corrige, Arthur completa la idea. O sea que para mí que no estaba manipulando a Tonks para estar con Bill, aunque tampoco estaba muy de acuerdo con la relación de este con Fleur. Claro que no tenemos mucho con lo que operar porque esa intriga estaba a nivel de la Orden y los muchachos se pasan el año en la escuela, interactúan con ella bien poco, Molly no se iba a sentar a explicárselo a Harry que es virtualmente el único punto de vista del canon porque además no era su secreto; de ahí la ridícula idea de que era Sirius quien tenía a Tonks de cabeza, corregida al final cuando le planta cara a Remus delante de todo el mundo. Pero igual soy yo la equivocada. Por favor coméntame más sobre tu visión del tema.

9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾

Si fuera por número de veces mencionado, la encuesta la habría ganado "romance" gracias a Suni Potter Malfoy Snape. Estuve tentada a darle tres votos por la cantidad de personajes citados en su nom de plume. Pero no habría sido justo. Ganó Intrig (gracias al guest de última hora). Igual, en honor a él(la) y a Sam, voy a tratar de incluir algún romance, estilo mix. En el capítulo siguiente, porque aquí "me quedé sin palabras".

9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾

El mejor de los mejores amigos

9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾

Harry tiró la puerta de la habitación y lanzó Empacar con más energía de la necesaria. Los calcetines salieron disparados al baúl, dos pociones se voltearon y tres libros se dieron unos con otros y cayeron en el suelo, las páginas desparramadas, si Hermione estuviera aquí le daría un ataque.

Se forzó a respirar hondo.

Se recordó –como lo había hecho desde que recibiera la noticia− que no tenía razón para molestarse. Los Granger podían escoger a quien quisieran para padrino de su hija. Ni a los Granger los conocía tan bien; qué más daba a quien escogieran. Pero una pequeña voz en su cabeza le recordó que su elección tenía mucho que ver con Hermione. Y por Hermione, habían escogido como padrino a Ron. Lo que significaba que ellos también intuían que esos dos iban a terminar juntos. Como él, por demás. Desde Hogwarts.

Esta idea lo ponía peor, lo que lo confundía e irritaba aún más, un círculo vicioso.

Se dejó caer en la cama, desolado, su mente atascada en la escena de Ron y Hermione, como los había visto esta mañana: en sus mejores galas muggles (Hermione había escogido por Ron), solemnes bajo la luz coloreada por los vitrales, ante la pila bautismal, la niña riendo sobre el agua. Y la presión en su estómago le recordó que la próxima vez bien podría ser un matrimonio. El de ellos.

Y ¿por qué le iba a importar?

Harry…

El chico dio un respingo y se apresuró a levantar los libros, una mano en su cabello mientras chequeaba el resto del desastre. Uno de los libros había caído en la poción derramada, ni modo, lo secó antes de cerrarlo mientras llamaba:

Aquí…

La mata de cabello castaño en la rendija de la puerta, dio paso a la chica. Sus ojos inteligentes no perdieron nada del desastre, hasta la vio fruncir el ceño al libro mojado. Se apresuró a guardarlo bajo algunos sweaters Weasley.

Te vi dejar la fiesta…

Estoy un poco fuera de lugar allí, entre los amigos de tus padres…

No más que Ron…

Pero él es el padrino…

Algo en su tono de voz le dijo a Hermione todo lo que necesitaba saber, y Harry lo leyó perfectamente en su expresión, en su postura. A veces Harry tenía la impresión de que se conocían demasiado bien. Sentándose a su lado, la chica le agarró ambas manos, la cabeza inclinada hacia ellas.

Hermione, no me debes ninguna explicación… −la interrumpió antes de que empezara; ciertamente no necesitaba su lástima− Soy yo… Soy un estúpido envidioso y arrogante como Malfoy…

Nunca digas eso –ladró la chica, frunciendo el ceño.

Como en quinto año, cuando los hicieron prefectos... Creyéndome mejor que nadie…

Harry, ya está bueno de autocastigo… Tú sabes que a mí también me sorprendió aquello, y a Fred… Hasta a Ron, fíjate… Con lo que te costó asimilarlo, fue grande de tu parte que nunca se lo hicieras notar.

¿Lo sabías?

Hermione resopló:

Vamos, Harry, era yo…

Pero no dijiste nada…

Eras tú. Me pareció mejor darte espacio. Esto es diferente −Harry evitó su mirada. La verdad, que fuera diferente no era tranquilizador−. Creí que con Teddy tenías bastante.

Fue el turno de Harry de resoplar.

Y eso es más o menos lo que dijo Dumbledore sobre su elección de prefectos… salvando distancias.

Sí, y en aquello como en esto te libraste de un problema de los grandes. Ser padrino es una gran responsabilidad, y ya tú tienes un ahijado.

Ya sé –suspiró Harry.

Su amiga lo escrutó. Que seguía contrariado era obvio, pero qué hacer con esto. La verdad, ni siquiera había contemplado a Harry como posible padrino, y la principal razón no se la podía contar porque ella misma no se la explicaba: el deseo de verlo con la niña, tan intenso que le cortaba la respiración, y tan en conflicto con la certeza profunda de que debía mantenerlos aparte. Esta, al menos, era parcialmente explicable:

Además… Harry, a Ginny no le hubiera gustado…

Verde y marrón se encontraron. No hacía falta que dijera más.

9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾

El primer recuerdo de Duham –pero es imposible que sea un recuerdo, en realidad, y sin embargo…- es de Sorv sobre su cuna, una mano pálida sobre los barrotes. Entonces no sabía quién era, o que existían los nombres, siquiera; es solo en retrospectiva que puede interpretar su sonrisa: arrogante, amargada, triunfante.

9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾

–¿Sabes quiénes son?

Estaban donde el psiquiatra infantil. Duham era tan joven que sus piernas colgaban libremente del sofá. Mientras los Grangers hablaban con el profesional en su oficina, tras puertas cerradas, una secretaria debía vigilar a la niña, pero aparte de darle un libro que la niña todavía no podía leer, la adulta solo le echaba una ojeada de cuando en cuando. Con las dos manos sobre el asiento, la niña pateaba para pasar el tiempo.

–Mis papás de verdad –aclaró, aunque sabía que Sorv no necesitaba aclaración alguna: si se requería confirmación, la niña la tenía en su mirada intensa. El silencio era terquedad.

Nadie le había dado la noticia. Duham siempre había sabido que no había crecido en la barriga de aquella a quien llamaba "mamá". Y era afortunado, porque habría sido imposible ocultarlo, con la existencia de Sorv, las preocupaciones crecientes de la señora Granger por la posibilidad de enfermedad mental hereditaria, y las preguntas cada vez más ansiosas a Mia respecto a la biología de la niña.

Incluso si hubieran tratado de ocultárselo, Duham tenía a Sorv. Desde que podía recordar, este le había dejado clara su superioridad respecto a quienes la estaban criando, de los que hablaba como de elfos domésticos. Ella no era muggle, ni nacida de muggles. Se lo había repetido una y otra vez, de manera explícita y explícita. Aunque la niña tenía prohibido hablar de nada de esto a su hermana, hasta que hubiera otra fuente a la que atribuir el conocimiento mágico que estaba adquiriendo. La niña no sabía nada de herencia, pero escuchaba y absorbía el conocimiento como una esponja, como absorbía todo el entrenamiento que le estaba dando su mejor amigo imaginario.

–Vamos, ¿por qué no me lo vas a decir?

–Tú eres mía, Duham –le dijo al fin–. Tu padre y tu madre, soy yo. ¿Quién más se ha quedado contigo? Solo yo.

Por mucho tiempo, la niña no tuvo más que la vaga incertidumbre, la impresión visceral de que eso no podía ser cierto.

9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾

EEUU, hace un mes:

–Sí que tiene importancia para mí, el quién me dio a luz –susurró la aprendiz, la mirada pensativa en su cuña de pizza.

Con el queso llenándole la boca y restos de la expresión de deleite absoluto que lo llenara antes, Harry la miró, inquisitivo. Una gota le cayó en la manga y el auror siseó (estaba caliente) y se apresuró a desvanecerlo.

Acababan de ver el juego por TV, que seguía encendida y largamente ignorada. Cada centímetro de la mesita de café estaba cubierto por pizza y cerveza, específicamente solicitadas a los elfos. "Donde estuvieres…"

–Tienes toda la razón en que yo no soy mi sangre, pero igual… también tienes que haberlo sentido: la ansiedad por saber más de tus padres…

Harry asintió una vez, comprensivo. Desde su entrada a Hogwarts, no habían parado de decirle cuánto se parecía a su padre, y cómo tenía los ojos de su madre, el talento en quidditch de él, la amabilidad de ella… y esto solía hacerlo brillar de orgullo (hasta el accidente con los recuerdos de Snape en quinto año). Parte de la importancia que le daba a su tiempo con Lupin como con Sirius, tenía que ver con la posibilidad de escuchar anécdotas de sus padres cuando estaban vivos.

No saber ni siquiera el nombre de su madre…

La comprendía.

–¿Le has preguntado a tus papás? –preguntó el auror– Me refiero a los Grangers.

–No saben nada –replicó la aprendiz, resoplando–. Mia sirvió de enlace, pero la información ha sido sellada o eliminada de su mente, ni siquiera por razones de salud puede acceder a ella. Hasta el más inocente retazo de información, como encontrarse con una embarazada, se ha desvanecido. Sí que lo intentó. Me sorprende que no te dijera.

Harry sacudió la cabeza.

–Siempre fue muy firme en mantenerte lejos de la sociedad mágica…

–¿Hasta de ti?

Sobre todo de mí pensó el auror antes de filtrarlo.

–En cualquier caso… ella es la fuente menos probable de información. Peor quizás…

Lo miró especulativamente. La idea de preguntar había estado cruzando por su mente por semanas, y esta era una ocasión hecha a medida, pero la había tomado desprevenida, el momento, siempre había pensado que tendría que trabajar más duro. Al final decidió la cerveza.

–Entraste al mundo mágico al mismo tiempo que ella, lucharon juntos en la guerra, han estado juntos desde entonces. Incluso tienen los mismos amigos y contactos…

–Quieres saber si sé algo.

Le costó tragar. Su mentor estaba dejando la cuña sobre la mesa, pensativo.

–No sé, Duham –respondió con honestidad–. Debe haber una razón para que no te dijeran…

–Pero tengo derecho a saber –replicó la aprendiz con vehemencia, los ojos brillantes–. Es parte de mi identidad.

Tenía razón. Tendría que preguntarle a Hermione pensó el auror antes de recordar cómo andaban las cosas entre ellos. Qué si su compañera se preguntaba a qué venía esto, qué si de alguna manera adivinaba lo de los sueños. Aunque no fueran la razón por la que quería ayudar su aprendiz, estaban ahí. La miró especulativamente. Tan joven y tan perdida. Le sorprende que Hermione haya siquiera aceptado ocultar esta información la chica, y a tal costo.

De todas maneras, no era como si él supiera mucho.

–Vale –dijo, sacudiéndose las manos, una contra otra, para desvanecer de ellas las migajas.

La expresión de la chica se llenó de esperanza, lo que lo desanimó. No era como si fueran buenas noticias, ¿realmente tenía que dárselas, él? Le echó una ojeada a las manos de su aprendiz, con las suyas sudando frío, más de lo que habían estado jamás en una misión de algo peligro; pero algún grado de confort iba a ser necesario. Esto era altamente irregular, pero ¿no lo había sido toda esta tarde? Al final sostuvo las manos de la chica con las suyas –tan diferentes en tamaño– y la miró a los ojos.

–¿Qué sabes exactamente?

–¿Es así de malo? –rió ella, nerviosa.

El mentor hizo una mueca.

–Hermione normalmente se encarga de estas cosas.

Duham asintió con prudencia.

–En algún momento le pregunté si tus padres habían muerto en la guerra.

–Dijo que sí –completó la chica.

–Dijo que más o menos. Pueden estar incapacitados de manera permanente…

–Como los Longbottom.

El auror asintió, sorprendido de que ella supiera. Francamente, no es la opción favorita de nadie. Bueno, pensó la chica, abatida, eso sostiene los temores de enfermedad mental de mi madre adoptiva.

–Esto es una pérdida de tiempo –hizo saber Sorv desde la esquina.

Porque toda la atención de su mentor estaba en ella, Duham no pudo fulminar al chico con la mirada.

–También dijo que la mayoría de tus bisabuelos son muggles. Supongo que puedes excluir a los purasangres.

Al menos algo que lanzarle a la cara a Sorv. Duham sonrió con arrogancia, sabiendo que los ojos del chico le estaban disparando. Harry respondió con una sonrisa débil, primera vez en su experiencia que no tener un purasangre en la genealogía se consideraba un halago (a los no puristas, simplemente no le importaba), no sabía qué pensar al respecto.

La chica observó las manos de su mentor, rugosas y con callos. Pero cálidas. Desde su punto de vista, cicatrices plateadas cruzan en todas direcciones. Le gustaban sus manos.

–¿Algo más?

–Bueno, parecía pensar que podrías ser reconocida… lo que sea que eso signifique… se ha asegurado que estés tan lejos de las miradas de la gente como fuera posible… pero eras muy pequeña entonces, quizás al crecer saliste diferente de lo que ella esperaba…

La aprendiz asintió sin mirarlo.

–Gracias.

De modo que era tan huérfana ahora como siempre. Padres muertos o incapacitados. Quizás Hermione había tomado la decisión correcta al no contarle.

Harry, vulnerable ante esta expresión de Hermione, incluso cuando no era ella quien la portaba, ofreció.

–Todavía podríamos chequear los archivos de Hogwarts cuando regresemos… Y, sabes, todos los magos están relacionados de alguna manera, es una comunidad pequeña, quizás somos primos segundos o algo…

La chica le ofreció una sonrisa desvaída pero honesta.

–Eres el mejor mentor del universo –concluyó con vehemencia.

Harry tenía una hermosa risa, grave como la de un hombre pero con tan pocas preocupaciones como la del chico que nunca había sido. Duham se sorprendió a sí misma sonriendo, ausente.

9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾

–¿Y esta? –Duham señaló la foto de una bruja sonriente, y levantó la mirada hacia su mentor.

Harry negó con la cabeza.

–No da la matemática. Murió durante la guerra.

–Ah.

Llevaban rato hojeando "Tocados por el rayo: una relación de magos y brujas en contacto con Harry Potter" en una de las mesas de la enorme biblioteca del Departamento de Aurores americano. El brujo se había mostrado horrorizado al descubrir que el tomo existía –la exposición mediática de su vida, y que existieran copias de la misma del otro lado del mar, lo ponía cerca de la histeria- pero servía a sus propósitos. Era difícil saber si faltaba alguno de sus amigos, pero ciertamente incluía a mucha gente de la que ni siquiera se acordaba. En prolija letra, la aprendiz iba escribiendo aquellos de los que Harry no podía darle razón. Era una lista larga.

–¿De verdad te gustaba esta?

Porque sí, el autor pretendía saber lo que Harry pensaba sobre cada una de las figuras. Qué clase de descaro. El mago observó la foto con detenimiento –una chica de belleza clásica y cabello aparentemente claro, aunque el color era difícil de definir en blanco y negro- y aunque podía ver el encanto, no pudo evocar el menor asomo de atracción. Negó con la cabeza.

–Recuérdame demandar al autor –le dijo, tomando el libro de sus manos para echar un vistazo a la portada antes de devolvérselo.

Para entonces, Duham se había cubierto la cara con las manos.

–Creíste que sería más fácil –adivinó el adulto.

–Es frustrante –gruñó Duham, volteando la página para encontrar una foto de su hermana (porque estaban en orden alfabético), a la que apenas echó un vistazo antes de proseguir a la siguiente imagen–. La verdad, me pregunto si tiene un punto, esto. Alguien puso mucho empeño en borrar a mis padres de mis memorias. Si fueron ellos, ¿a qué encontrarlos?

9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾

Inglaterra, hoy.

–También me preocupa Duham –dice Harry al fin.

Hermione, que se había llevado el té a los labios, levantó la vista hacia él antes de dejarlo lentamente en el plato, su expresión cerrada.

–No así, Hermione –responde empáticamente; esto va a llevar una conversación incómoda, pero no sabe cómo empezarla; cambia de pie en lo que busca las palabras–. Es que… ¿sabías que me preguntó sobre sus padres…? Hasta estuvimos revisando antiguos registros, cuando volviste a tus turnos… Y teniendo en cuenta lo demás… Creo que se siente perdida.

Pálida y un poco verdosa, pero pensativa, su compañera lo observa de hito en hito.

–¿Qué?

Regresa el té a la mesa con un tintineo de porcelana.

–Yo también… creo eso –elabora la mujer–. Desde siempre.

9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾

Duham resbala pared abajo, hasta quedar acuclillada en la esquina, el archivo abierto frente a ella, junto a su mano, las proyecciones de sus huellas flotando como en un programa informático. Coincidencia completa. Ni siquiera nota las lágrimas corriendo mejilla abajo. Éxito… y rabia.

Sorv, impávido, se apoya en la pared de enfrente, cruzando los brazos.

–Lo sabías.

–Yo lo sé todo sobre ti, Duham.

–Por años, me has tenido reuniendo información. Años, Sorv. Y mientras tanto, me dejabas vagar de un hospital a otro, sin jamás, JAMÁS, decirme siquiera que estaba en el PAÍS equivocado. Hijo de puta…

–Culpable de todos los cargos –dice el chico serenamente, con una sonrisa de medio lado altanera.

Por un momento parece como si Duham se fuera a lanzar contra él, a golpes, pero elige cerrar los ojos y respirar hondo. Incluso cuando se deja tocar, Sorv no siente dolor. Lo último que necesita es sus carcajadas.

–Desaparece.

–Tú sabes que yo siempre estaré aquí, Duham…

–¡DESAPARECE!

Sin esperar a ver el efecto de su orden, Duham se levanta resuelta. Un segundo después está en la sección prohibida de la biblioteca de Hogwarts (1), arrancando libros como si las estanterías la hubieran ofendido profundamente. La enormidad de la mentira en la que está metida, la sobrepasa. Mejor no pensar. Sabe que es muy tarde para corregir el rumbo.

El ambiente familiar acaba por relajarla. Este es su hogar. Puede que nunca haya pertenecido a los Granger, pero a Hogwarts, sí. Puede no tener la sangre correcta, pero con toda seguridad tiene un centro de magia.

Un jadeo a su derecha la hace mirar.

No es una amenaza, vino de muy abajo. Además, Duham está bajo el encantamiento desilusionador. Solo han visto el movimiento de los libros. Basta alejarse de él. Y por lo visto, la otra persona no tiene mayor interés en ser atrapada aquí, que la misma Duham, a juzgar por la velocidad a la que se aleja de las estanterías. Apenas ve un resto de pelo rojizo.

Igual, incluyendo los libros en su encantamiento, Duham se desliza hacia fuera de la sección, mirando a uno y a otro lado en busca del estudiante infractor. Pura curiosidad. O quizás un resto de su entrenamiento. Ciertamente, no tiene anda que temer.

El resplandor del sol sobre la madera pulida, la calienta por dentro. La visión de la biblioteca, que estuvo siempre entre sus lugares preferidos de Hogwarts, junto con el campo de quidditch. Su mesa preferida junto a la ventana.

Es entonces que el susurro atrae su atención. Tiene que caminar un poco, puesto que proviene de uno de los sitios parcialmente ocultos por estanterías. Pero es una verdadera multitud lo que hay ahí. Rose, la nariz metida en un libro. James, con un codo en la mesa y la mano opuesta en el espaldar de su prima. Hugo deslizándose tímidamente en su asiento como un ratón.

De pronto Rose cierra su libro de golpe, la mirada fija en su hermano, que deglute y niega con la cabeza, a lo cual la mayor responde con una exhalación exasperada.

–¿Albus?

–No quiso venir –responde Lily con voz aguda.

–Es parte del nido de serpientes –James se encoge de hombros.

–Scorpius es su amigo –explica Rose–. Es natural que no sepa qué pensar.

–Se ha estado carteando con papá –informa Hugo.

Rose lo observa, pero Duham no puede ver su expresión, cuando la estudiante mira a su hermano está directamente de espaldas a la aprendiz. Esta empieza a dar la vuelta en torno al círculo, pero no ha avanzado mucho cuando Albus entra a la carrera con un periódico en la mano.

–¡No se corre en la biblioteca! –se escucha la voz de Madam Pince y el recién llegado frena sin mirarla, con una disculpa obligada.

Con un movimiento seco estampa el periódico contra la mesa.

Una batalla de miradas se desencadena. Todos contra Albus. Solo James está mirando a otra parte, aunque ha perdido la sonrisa.

–¿Vieron El Profeta? –pregunta el menor de los Potter al fin, en un susurro hostil.

–Yo no leo esa mierda.

–Lenguaje, Lily –responde Rose automáticamente, y la chica asiente de inmediato, intimidada–. ¿A quién mataron?

–¿Matar? ¿Sabes lo que anda haciendo tu madre…?

–Me rehúso a escucharte hablar de mi madre de ninguna de las maneras –responde enfáticamente Rose, al tiempo que se pone en pie.

–¡Pero…!

–Tú eres mi hermano de leche, Albus, pero ten mucho cuidado con tus próximas palabras.

Pálido, el estudiante todavía encuentra fuerzas para lanzarle una mirada desafiante. Y nada más. Establecida su superioridad, la pelirroja recomienza.

–Tú mejor que nadie deberías saber que nada que publique El Profeta en las páginas de sociedad tiene el menor asomo de verdad. Todos los que trabajan ahí son hoklonotes. Ahora, ¿podemos pasar al punto?

–No hay punto al que pasar, Rose.

–¿Intentaste siquiera infiltrarte en el club?

–Más que eso, Rose. Estoy dentro.

Hay un silencio tal que Madam Pince levanta la vista. Duham, por su parte, estrecha los ojos, su cerebro rotando ya en otra dinámica.

–Y ¿sabes qué? No enseñan maldiciones, ni hechizos prohibidos, ni de sangre. Historia, Rose. Es todo lo que hacemos. Historia.

–Pero serás idiota, hermanito –interviene James desde la silla, una sonrisa irónica en la comisura de los labios–. No están más que presentándote una fachada y te la has tragado sin rechistar.

–Ellos no son la clase de… de monstruos… que…

Un silencio escéptico recibe su balbuceo.

Duham ha escuchado suficiente. Hay un sitio en que debe estar.

Coloca su mano sobre el muro, dejando que su sangre y magia circulen por él, y sin ser vista se desliza en su interior.

9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾

(1) Sí, apareció en el medio de Hogwarts a pesar de todas las guardas habidas y por haber. No es un gazapo.

9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾9¾

Pequeño capítulo de cumpleaños, especial para aquellos que se preguntaban sobre los hermanos. No planeaba escribir precisamente hoy (solo publicar) así que no está revisado del todo, cualquier error lo corrijo luego.

¿Qué les parece Duham? ¿Y Sorv? ¿Qué creen que está pasando en ese club?