Ella se miró fijamente en el espejo.
Sus cabellos antes negros ahora eran de un tono rojo oscuro similar al de la sangre , gracias al tinte.
Sus ojos castaños que permanecían ocultos bajo los pupilentes color mercurio se aseguraron de que las hebras de sus cabellos estuvieran suaves y brillantes.
Era el momento.
Había pasado años entrenando su cuerpo y mente, se había obligado a aprender cosas diferentes aún encontrá de los deseos de su familia.
Lo cual la había obligado a huir de casa abandonando todo, y establecerse en una ciudad lejana.
Ellos no la entendían.
Nadie lo hacía.
Por eso había renunciado a todo por él.
Debía hacerlo por él, ella debía ser lo suficientemente buena para estar a su lado.
Cerro los ojos y respiro profundamente, era ahora o nunca.
Sus ojos escanearon la habitación vacía y si más demora se dirigió a la que había sido la sala de su pequeño departamento, se dejó caer en el suelo en la posición de meditación mientras mentalmente repasaba la lista de cosas, cerciorándose de que cada punto y regla se cumpliera.
Debía ser la hora exacta en la que ella había nacido, miró el reloj de la pared y se aseguró de que estuviera a menos de díez minutos antes de la hora.
Debía estar total y completamente sóla, algo sumamente fácil pues nadie quería compartir casa con la chica rara.
Además ella debía estar purificada tanto mental como físicamente, llevó su mano a su cabeza y sintió sus cabellos aún húmedos, miró su cuerpo y notó la bata delgada de lino blanco sobre su cuerpo desnudo.
Aquel largo baño de burbujas con sales aromáticas la había relajado y aquellas dos horas de yoga casi la habían hecho dormir.
Se incorporó lentamente del suelo de la habitación, y su figura fue brevemente iluminada por las 100 velas negras que formaban un círculo a su alrededor.
Miró a sus pies y se aseguró de no deshacer el símbolo bajo ella, hecho de sal, sangre y más cosas.
Sus manos se cerraron sobre una daga de plata, y mientras la sujetaba firmemente comenzó un cántico en una antigua lengua muerta.
Alzó el arma en alto, y mientras casi terminaba el cántico está fue lentamente enterrada en su corazón.
Ignorando el escozor y dolor se obligó a continuar, finos hilos de sangre descendieron de sus labios, pero su fuerza de voluntad evitó que sus rodillas temblorosas cedieran
—Sólo un poco más...
Fueron sus pensamientos mientras su visión comenzaba a desaparecer rápidamente.
—Sólo un poco más, esto no puede ser en vano, sólo hay una oportunidad.
Con la daga totalmente clavada en su pecho, ella alzó sus brazos y la última frase del cántico fue gritada a los cuatro vientos.
No sucedió nada por un instante pero ella se negó a morir.
Y entonces así de repente las velas se apagaron, los cristales de ventanas puertas y vidrios explotaron en un lluvia de fragmentos luminosos y un ligero aroma a putrefacción inundó el lugar.
Aún cuando sentía que la vida se le escapaba, una sonrisa adorno su rostro al ver una figura oscura parada frente a ella.
Este ser extendió una mano hacia ella y de un sólo movimiento sacó la daga de su pecho.
La sangre cayó libremente al suelo y finalmente sus rodillas cedieron y ella cayó al suelo, la criatura avanzó dos pasos hasta estar frente a ella y con la sangre que caía, trazo extraños símbolos que corrian a lo largo de sus brazos, para que finalmente con la misma daga cortara sus venas.
Su sonrisa creció aún más ante esto.
— ¿Cuál es tu deseo mortal?
Ella no se movió un sólo centímetro y simplemente lo miró.
—Sabes cuál es.
El líquido vital continuaba resbalando de ella, rápidamentesus ojos escanearon su alrededor y estos se clavaron en la pared izquierda.
Inconscientemente sonrió al ver su fotografía.
—Luffy-sama...
Fue su último pensamiento.
La figura soltó una oscura carcajada y sin decir más sus dedos sujetaron firmemente su cabeza y de un golpe su cuello dio un desagradable chasquido y ella cayó hacia el frente con su sangre inundando el símbolo.
—Lo verás.
Un tronar de sus dedos y un resplandor inundó el cuerpo de la muchacha, algo salió de su cuerpo y atravesó las ventanas internándose en el cielo y corriendo más allá de todo lo conocido en el mundo, atravesando inclusive las estrellas y galaxias perdiéndose en el espacio infinito y hundiéndose en la oscuridad eterna.
La figura desapareció junto con el símbolo y las velas sólo un cadáver detrás en una habitación vacía.
