Mis ojos recorrieron toda la clase. Como ya era habitual, nadie prestaba atención a lo que el profesor escribía en la pizarra. En mi cabeza, sus palabras se convertían en susurros interrumpidos por las conversaciones a mi alrededor. Detuve mi mirada en una monstruita en particular. ¿He dicho que nadie prestaba atención al profesor? Me equivocaba, tú sí lo hacías. No me extrañó, tras casi dieciséis siglos de vida sin apenas contacto con el mundo exterior yo también estaría entusiasmada.

Suspiré. Desde hacía tiempo no podía dejar de pensar en ti. Sabía lo que me pasaba, me había enamorado, pero no podía ser, tú estabas con mi hermano. No me iba a entrometer entre vosotros; al fin y al cabo, la primera ley de un lobo es su lealtad con su manada, pero no podía evitar querer que tú estuvieras conmigo. Aunque, siendo sinceros ¿Quién no querría estar con una vampiresa como tú? inteligente, guapa, divertida y un largo etcétera que podría estar nombrando hasta el día que me muera.

Me preguntaba qué pasaría por tu cabeza. ¿Tú también pensarías en mí aunque fuéramos solo amigas? ¿Alguna vez te habrías preguntado si seríamos felices juntas? Yo no podía evitar dejarme llevar por esa clase de pensamientos. Me imaginaba una vida contigo, recorriendo el mundo, yo como diseñadora de éxito y tú como mi musa

Algo paró mi tren de pensamiento. Te acababas de levantar y te dirigías a la puerta ¿Por qué? ¿A dónde ibas? Antes de salir, me dirigiste una mirada y pude ver un pequeño brillo en tus ojos, como si de una invitación se tratase, ¿Querías que te siguiera? Sopesé mis opciones y decidí salir yo también después de poner la excusa de ir al baño. El profesor me miró molesto y me hizo un gesto con la mano sin ganas, dándome a entender de que tenía su permiso

Los pasillos estaban vacíos a estas horas. Todo el mundo se encontraba en clase… todo el mundo menos nosotras. No sabía a dónde te dirigías, por lo que utilicé mi olfato para rastrearte. Encontré un débil rastro de tu perfume y lo seguí, como si fuéramos un cazador y su presa. Quizá lo fuéramos. Se perdía dentro de uno de los baños, por lo que me desilusioné. Quizá me había hecho ilusiones. A pesar de ello, un impulso me hizo abrir la puerta. Debía comprobar si de verdad querías que te siguiera o no

-Pensaba que no ibas a venir- dijiste sin dejar de mirar el espejo en el que no te reflejabas mientras seguías aplicándote el pintalabios

No contesté. Me acerqué a ti y tú te giraste. Podía sentir tu aliento sobre mis labios debido a la cercanía. La anticipación me recorría el cuerpo y mi pelaje se erizó. Enganchaste tus dedos en mi collar y tiraste de mí haciendo que nuestros labios se encontraran. No esperaba que hicieras eso por lo que me quedé en shock unas milésimas de segundo hasta que pude corresponderte. Escuché un "clack" mientras el beso se intensificaba. Intuí que habrías dejado caer tu pintalabios al suelo porque ahora podía sentir tus manos en mis mejillas.

Te levanté del suelo y te coloqué sobre el lavabo. Sabía que estarías más cómoda estando cara a cara y no teniendo que estar de puntillas.

Un beso entre una mujer lobo y una vampiresa puede ser complicado por los colmillos, pero para nosotras era como si lleváramos toda la vida haciéndolo. Encajábamos perfectamente. Me sentía como si la luna llena acabara de salir, sintiendo la energía salvaje que me recorría el cuerpo y todo pensamiento racional se escapaba de mi cabeza.

De pronto, sentí tus manos en mi pecho apartándome. Me separé y te miré sin saber realmente qué pasaba, intentando descifrar tu mirada ¿Te había hecho daño? ¿Había hecho algo mal? Estaba segura de que había agachado las orejas, como cada vez que estaba triste. Lo notaste y me intentaste reconfortar como siempre hacías. ¿He dicho ya que eres perfecta?

-No has hecho nada malo- me alegré un poco, pero sabía que ahora venía el "pero" de la frase. Lo noté cuando vi que agachabas la mirada para no encontrarte con la mía- pero no podemos. Yo estoy con Clawd y…

No te dejé acabar la frase. No podía escuchar su nombre en tus labios así que hice lo primero que se me ocurrió para callarte. Te besé otra vez. Quizá tenías razón. Quizá esto estaba mal y no deberíamos de estar haciéndolo, pero si era tan malo ¿por qué se sentía tan bien? Te dejaste llevar por tus instintos y volviste a corresponderme. Esperaba que así lograras ver que estábamos hechas la una para la otra.

En mitad del beso escuché unos chasquidos ¿Qué demonios pasaba? Todo se volvió negro y las sensaciones que tenía a mi alrededor se disiparon. Volvía a estar en mi pupitre sentada y tú ya no estabas entre mis brazos. El resto de mis amigas se encontraban a mi alrededor y toda la clase estaba vacía. Frankie agitaba su mano delante de mis ojos

-Clawdeen- me llamó Frankie. Pestañeé un par de veces para volver a la realidad- Te preguntábamos que si vienes a la cafeterroría con nosotras.- una risa escapó de sus labios- ¿Estabas dormida?

O sea que eso era lo que había sido todo: un sueño. Mi mirada se dirigió hacia ti por un segundo. Tus ojitos brillaban expectantes de saber mi respuesta por lo que asentí y me dispuse a recoger mis cosas.

Mientras recorríamos los pasillos no podía dejar de mirarte. Cleo me estaba contando algo sobre las últimas compras que había hecho pero, por mucho que lo intentara, mi cerebro solo se podía concentrar en ti. En nuestro beso. Frankie te hizo reír con algo que había dicho. Arrugaste la nariz como hacías siempre que algo te hacía mucha gracia y lograbas que mi corazón se acelerase. Inconscientemente, llevé mi mano a mi boca y palpé mis labios con el dedo. Todavía podía sentir tu pintalabios sobre ellos. Una sonrisa se me dibujó en la cara. Quizá lo nuestro sea un amor imposible pero una loba puede soñar, ¿no?

Es un poco corto en comparación con otras historias, pero hace poco me he vuelto a ver esta serie y tenía que escribir sobre esta pareja. Muchas gracias por leer y espero que os haya gustado