Harry estaba verdaderamente feliz. Sólo lo habían dejado en la casa de los Dursley una semana más luego del final de su quinto curso, dándole el tiempo suficiente para celebrar su cumpleaños en La Madriguera.
Los Weasley y Hermione, quien había llegado un día antes del cumpleaños de Harry, se desvivieron para que pasara una velada espléndida, y, para su alivio, nadie había mencionado nada acerca de Sirius. Aún era muy difícil para él aceptar la pérdida de su padrino, y el hecho de que el Ministerio aceptara públicamente el "error" que habían cometido con Sirius Black sólo había servido para entristecerlo y enfurecerlo aún más.
Un día antes de partir a Hogwarts los tres amigos charlaban en el cuarto que Ron compartía con Harry; éste tumbado en su cama, Hermione sentada a los pies de la misma, y el pelirrojo sentado sobre las figuras de los Chudley Cannons de su colcha naranja.
- No queríamos que volvieras a pensar que te habíamos olvidado – dijo Hermione -. ¿La pasaste bien?
- Sí, en verdad les agradezco el que siempre estén ahí – respondió Harry -, no sé que haría sin ustedes.
- En realidad nada – dijo Ron -; pero no te angusties, comeríamos cien grageas con sabor a Troll antes que alejarnos de ti¿verdad, 'Mione?
- Ehm… sí – dijo, y puso cara de asco al sopesar la idea -. De todas formas, Harry, no hay nada que agradecer.
- ¿Preparados para su segundo año como prefectos? – preguntó Harry entre risas.
- Por supuesto; los beneficios de ser prefecto me agradan, y el baño es estupendo – dijo Ron.
- ¡Ron! – Hermione lo miró reprobadoramente, a lo que Ron se sonrojó y bajó la mirada. Hermione añadió:
- Tenemos muchos deberes como prefectos, y más ahora con el inicio de la preparación para los EXTASIS. Nos mantendrá muy ocupados.
- Sí, sobre todo cuando debemos soportar al imbécil de Malfoy – dijo el pelirrojo apretando los puños.
- Es mejor no pensar en eso ahora – dijo Harry, con la mirada clavada en la ventana y el rostro pensativo -. Mejor nos vamos ahora a dormir.
- Harry¿estás bien? – inquirió Hermione con cara de preocupación.
- Sí, 'Mione, tranquila – respondió sonriendo -. Mañana volvemos a Hogwarts, debemos descansar bien.
Hermione se fue hasta su habitación, aunque no muy convencida, mientras Ron miraba a Harry con algo de miedo y con ganas de decirle algo.
- Harry…
- Es en serio, Ron, estoy bien; no tienes por qué preocuparte – dijo Harry mientras ordenaba sus libros en su baúl.
- Harry, después de todos estos años siendo amigos creo que te conozco, y sé cuando mientes – dijo Ron calmadamente, a lo que Harry volteó a mirarlo a los ojos, con la boca abierta. El pelirrojo se sonrojó, pero prosiguió -: De todas formas no puedo obligarte a que me cuentes, pero quiero que sepas que siempre voy a estar ahí cuando me necesites, compañero. No lo olvides. Buenas noches, Harry.
El pelinegro se quedó atónito. Ese no había sido un comportamiento típico de su mejor amigo, ni su actitud, ni esa muestra de cariño tan abierta. Algo pasaba, lo sentía, pero no podía precisar qué era.
Aún atribulado, se fue a su cama, y no le quitó los ojos de encima a la nuca de Ron, tratando de ver en los pensamientos de su amigo, hasta que el sueño lo venció y se hundió en los brazos de un Morfeo no tan dulce.
Flashback
Una mujer rubia estaba arrodillada frente a él, mirándolo aterrada.
- Es muy joven todavía, milord – le dijo la mujer, mientras intentaba controlar los temblores de su cuerpo.
- ¿Me contradices? – amenazó él con una voz que no era la suya; una voz aguda y sibilante.
- No, milord, eso nunca, pero le pido piedad. Póngame a mí en su lugar, se lo ruego.
- ¡No! – gritó él -. Él lo traerá ante mí, Narcisa, y lo hará solo. Él es el más indicado. Mientras tanto, tengo que hacer que repares la ofensa de tu esposo, y la tuya propia.
- Milord…
- ¡Crucio! – gritó, y al ver a la mujer retorciéndose en el piso, rió con una risa que jamás habría salido de su propia garganta.
Entonces Harry despertó de la pesadilla que seguiría teniendo desde su cumpleaños hasta mucho tiempo después; su cicatriz, ardiendo sin misericordia.
Fin del Flashback
