Debía apresurarse. La había visto por la ventana cuando ya era demasiado tarde y le había declarado su amor a la falsa Odette. Derek montó a su caballo y galopó lo más rápido que pudo hacia el lago.

—Mi voto de amor fue para ella —gritó en el camino, inclinando el cuerpo hacia delante para agilizar el movimiento del caballo. Ya no le importaba la etiqueta ni el palacio ni tampoco los gritos de su madre cuando salió corriendo del salón: lo único que le importaba era Odette.

Dereck hacía rato había dejado de ver a Odette. Ni siquiera podía sentir su aleteo o ver a los animales que estaban con ella, esperaba algo al menos, pero no había señales de nada. El cielo incluso, estaba oscuro y demasiado tranquilo y eso le daba un pésimo augurio.

Cuando llegó al lago, se bajó del caballo sin pensar mucho en sujetarlo para que no se fuera ni nada. Estaba preocupado, ansioso de ver a Odette. Corrió entre la espesura de las hierbas y la encontró tirada en el piso de piedras. Su cabello rubio estaba esparcido en el suelo y parte de él ocultaba su rostro. Puffin, Veloz y Jean Bob miraban desde lejos la escena: no había llegado a tiempo.

Se detuvo y se la quedó viendo un momento, como si el tiempo se detuviera frente a él y al reaccionar, salió corriendo a tomarla en brazos. Corrió su cabello dejando su rostro al descubierto: la expresión de dolor en Odette lo hizo sentir más culpable todavía.

—Era por ella —dijo apretando los dientes— ¡El voto que hice fue por ella! ¡Fue por Odette! —gritó como si el alma se le fuera del cuerpo— fue por ella —dijo ya sin fuerzas, con la voz ronca como el asfalto, las lágrimas cayeron por su rostro mientras abrazaba el cuerpo de ella.

Su voz no la alcanzaba, sus lágrimas tampoco, ni siquiera el amor que tenía por ella había sido suficiente para retenerla con él.

—Te amo —dijo levantando la vista y acariciando la mejilla de Odette. Acomodó su cabello detrás de la oreja, sintiendo como su piel iba perdiendo poco a poco el calor— te amo, Odette —repitió y cerró los ojos, apretando sus sentimientos y todo el dolor que se había vuelto insoportable en su cuerpo.

Las lagrimas rodaron por el rostro de Dereck y cayeron sobre su mano brillando sobre su piel. Un destello oscuro que quedó plasmado en su mano dejándole una marca imborrable en él: un tatuaje de un cisne negro.

—Será el recuerdo que tendrás siempre por no haber podido salvarla —se escuchó la voz de Rothbart seguida de su risa estrepitosa resonando en todo el lugar, como si fuera una caja con una excelente acústica.

Dereck se levantó buscándolo, gritándole que apareciera y revirtiera el hechizo, pero no sucedió nada. Odette seguía tan fría, tan sola, tan muerta como cuando él le había hablado.

Con todo el pesar del mundo, volvió sobre sus pasos y la levantó, notando que en su cuerpo también se había dibujado la figura de un cisne negro, justo en su cuello, justo donde caía su medallón. El dolor hizo que fuera más difícil para Dereck caminar: ella también llevaría la marca de un futuro que no había podido ser.

Buscó al caballo y subió con ella, cargándola hasta el palacio, donde la dejaría descansar en paz… hasta que encontrara la venganza de Rothbart y pudiera traerla a la vida. Él no perdería a Odette. Si ella no lograra volver a la vida, él, decidido, iría a su encuentro en la muerte... para siempre.


¡Hola, gente linda! ¿Cómo están? A mi me agarró el viejazo y me vi esta película de nuevo ayer. Voy un día atrasada con esto, pero aquí está completito el día de dos y en nada, estará el día tres publicado también ¡nada de atrasos está vez!

Día dos: tatuajes.

¡Un abrazo!