Capitulo 7
No dijeron palabras durante el trayecto de regreso a la casa. Tomoyo iba a lomos de Myst, sentada delante de Eriol, que la rodeaba con sus fuertes brazos y la envolvía con el calor que despedía su cuerpo.
¿Estaré enamorándome de él?
Se mente rechazó inmediatamente esa posibilidad. No. Amar a ese hombre acabaría rompiéndole el corazón. Aunque obviamente él la encontraba lo bastante atractiva como para besarla, no se fiaba de ella ni creía en sus visiones.
Y aunque no fuera así, ese amor no tenía futuro. Él no era un hombre cualquiera. Era un duque, y sería muy tonta si imaginaba que pudiese albergar un sentimiento profundo hacia una mujer tan poco refinada como ella. No le cabía la menor duda de que a él le bastaba con levantar un dedo para que decenas de mujeres hermosas y ricas acudiesen corriendo a su lado, ansiosas por ponerse a su disposición. Su rango le exigía que se casara con una mujer de posición social elevada…, y Tomoyo no era una de ellas.
Se le hizo un nudo en la garganta y la invadió un gran pesar. Intentó convencerse desesperadamente de que sólo se sentía atraída hacia él, que estaba encaprichada, pero su corazón, obstinado, se negaba a escucharla. No importaba que él no correspondiese a sus sentimientos. Tampoco importaba que se conociesen desde hacía poco tiempo. Después de todo, ¿cuánto tiempo hacía falta para enamorarse? ¿Un día? ¿Un año? Sus padres se habían enamorado perdidamente a primera vista, y el autor de sus días le había propuesto matrimonio a su madre antes de que transcurriesen dos semanas. Ésta siempre decía: De algún modo, el corazón sabe cuándo llega el momento . Ahora Tomoyo entendía a qué se refería.
Pero el descubrimiento era agridulce.
Exhalando un suspiro, se reclinó contra Eriol y, una vez más, su soledad el vació que lo acosaba, aparecieron de golpe en la mente de Tomoyo. Ella percibía claramente que guardaba un secreto que lo atormentaba, pero no alcanzaba a discernir en qué consistía. Sentía una pena muy honda por él. Tenía que ayudarlo. Curarle las heridas.
Y si para ello era necesario exponerse a que le rompiese el corazón, ella estaba dispuesta a pagar ese precio.
Llegaron a las cuadras varios minutos después. Eriol se apeó y ayudo a Tomoyo a desmontar mientras Mortlin se acercaba a toda prisa.
¡Madre mía! ¿Se ha hecho daño, señorita Tomoyo? Rosamunde acaba de regresar a la caballeriza justo ahora sin usted. Me ha dado un susto de muerte, si quiere que le diga la verdad.
Estoy bien, Mortlin. Sólo un poco sucia.
Mortlin la miro de arriba abajo.
¿Un poco? Pero si parecéis… -Su voz se extinguió cuando se fijó en Eriol. El mozo de cuadra quedó boquiabierto-. ¡Dios nos asista! ¿Qué ha pasado, excelencia? ¡Estáis hecho un desastre!
Los dos estamos bien, Mortlin. Hemos sufrido un ligero resbalón en el lago, nada más.
¿Os habéis caído de Myst? –Mortlin no atinaba a imaginar que tal cosa fuese posible.
No. –Clavando una mirada reprensora en el mozo, que tenía los ojos desorbitados, Eriol le entregó en silencio las riendas de Myst. Mortlin reconoció de inmediato la expresión de no más preguntas y cerro la boca tan bruscamente que le castañetearon los dientes.
Eriol enlazó su mugriento brazo con el de Tomoyo y la acompañó hasta la casa. La joven estaba singularmente callada, por lo que él se preguntó en qué estaba pensando. Se obligó a mantener su propia mente en blanco…, por si acaso. Por supuesto, toda esa historia sobre su clarividencia le parecía ridícula, pero lo cierto era que ella estaba dotada de una perspicacia excepcional.
Tomoyo señaló la terraza con un movimiento de cabeza.
Cielo santo, allí esta Sakura. Acaba de vernos y nos está mirando de forma muy parecido a como nos miró Mortlin. ¡Rápido! Fulmínala con una mirada glacial como la que le echaste a él. –le sugirió en voz baja y risueña.
Por desgracia, Sakura es inmune incluso a la más glacial de mis miradas –le susurró él al oído.
Que pena –musitó ella.
En efecto. De pronto me veo rodeado de mujeres que no me encuentran demasiado amedrentador. Debo de estar perdiendo facultades.
En absoluto. Tus facultades están… -Su voz se apagó y él hizo una pausa, obligándola a detenerse a su lado. Un sonrojo que la favorecía mucho le teñía las mejillas.
Mis facultades están ¿qué?
Ella arqueó una ceja.
¿Buscáis siempre el elogio de una manera tan desvergonzada, excelencia?
Sólo cuando parezco un andrajo sacado del lago.
En la terraza, Sakura no acababa de decidir qué le asombraba más, si el aspecto inusitadamente mugriento que presentaba su hermano o verlo sonreír y cuchichearle a Tomoyo en el oído. Advirtió con interés que iban del brazo y que el rostro de la joven resplandecía con un rubor muy atractivo mientras se reía de algo que decía.
La pareja dejó de caminar, y Sakura observó con emocionado interés la larga e intensa mirada que intercambiaban. Nunca había visto a Eriol mirar a nadie de esa manera.
El corazón le brincaba dentro del pecho. ¡Qué maravilloso era ver a su hermano sonreír y divertirse! Era una imagen a la que no estaba acostumbrada desde hacía demasiado tiempo.
¿Un accidente? –preguntó Sakura cuando los dos llegaron a la terraza.
Pues sí, en efecto, hemos sufrido uno –replicó Eriol en un tono inexpresivo y siguió caminando, acompañando a Tomoyo al interior de la casa, como si nada hubiese pasado.
Sakura los observó entrar y una sonrisa le curvó los labios.
Esa reunión social de varios días empezaba a resultar de lo más interesante.
Después de dejar a Tomoyo a la puerta de su alcoba, Eriol entró en la suya y contuvo una carcajada cuando su ayuda de cámara, normalmente imperturbable, se quedó mirando su sucio atuendo con expresión atónita.
Empiezo a acostumbrarme a esa mirada, Kingsbury –comentó, quitándose la camisa estropeada.
Os prepararé un baño de inmediato, excelencia –dijo Kingsbury, sosteniendo con extremo cuidado las prendas fangosas de Eriol lo más lejos posible de sí.
Unos minutos más tarde, Eriol se acomodó en una enorme tina de agua humeante y cerró los ojos con un suspiro de satisfacción. De pronto le vino a la mente una imagen de Tomoyo, que sin duda debía estar tomando a su vez un baño aromático, con su magnífica cabellera cayéndole por la espalda en una cascada de gloriosos rizos.
Imaginó que se metía con ella en la tina, que deslizaba sus manos mojadas sobre sus pechos turgentes, que jugueteaba con sus pezones hasta ponérselos duros. Eriol… , jadearía ella con esa voz excitada y ronca. Se vio a sí mismo inclinándose hacia delante, rodeando uno de esos pezones erectos con los labios y chupándolos hasta que ella gemía de placer.
¿Estáis bien, excelencia? –preguntó Kingsbury desde el otro lado de la puerta.
Arrancado de su fantasía sexual, Eriol se percató con no poca desazón de que era él quien había estado gimiendo, una molesta costumbre que por lo visto estaba adquiriendo.
Sí, Kingsbury estoy bien –respondió con sequedad.
Maldición.
Esa reunión social de varios días empezaba a resultar de lo más irritante.
Más tarde, a la hora de la cena. Eriol, sentado a la cabecera de la mesa, observaba a Tomoyo subrepticiamente. Ella estaba situada en el otro extremo, junto a un joven vizconde que la miraba con admiración creciente conforme transcurría la cena. Eriol no sabía si aplaudir a Sakura o maldecirla por desplegar sus conocimientos de la moda en beneficio de Tomoyo. Para el quinto plato, el maldito vizconde no le quitaba los ojos de encima.
¿Y quién podría culparlo por ello? Ella estaba impresionante con el vestido escotado de color lila que resaltaba sus redondos pechos y su nívea piel. Eriol notó, cada vez más malhumorado, que la mirada admirativa del vizconde se desviaba a menudo hacia la tentadora carne que asomaba sobre el corpiño.
Y ese cabello… ¡Dios! Un solo prendedor sujetaba la masa de pelo desordenado que apenas llevaba recogido sobre la cabeza. Unos mechones sueltos le acariciaban el rostro y los hombros, y el resto de la cabellera le caía por la espalda como una brillante cortina de tirabuzones satinados. Sin duda el seductor peinado también era obra de la doncella de Sakura. Eriol no sabía si despedirla o triplicarle el salario.
Se había propuesto evitar a Tomoyo en el salón antes de la cena, pero no había sido capaz de evitar seguir cada uno de sus movimientos, lo cual le había crispado los nervios. Tenía que acabar con ese…, con lo que estuviera que estuviese haciendo con ella. Besarla y tocarla eran errores garrafales que su buen sentido normalmente no le habría permitido cometer. Y eran errores que no podía darse el lujo de repetir.
Después de pasar buena parte de la tarde meditando, había decidido no tomar otra medida que esperar. Esperar a que Shaoran regresara de Londres, a recibir informes del alguacil de Bow Street y nuevas instrucciones del chantajista. Le irritaba la inevitabilidad de todo ello, pero no tenía alternativa.
Después de aquel rato que pasaron juntos en el lago, le resultaba casi imposible creer que ella estuviese confabulada con el chantajista o incluso supiese algo sobre la carta que éste le había mandado. De hecho, cuanto más pensaba sobre ello más claro le parecía que ella sencillamente poseía una intuición asombrosa a la que concedía demasiado crédito. Tomoyo creía que sus visiones eran reales y le había hablado de ellas con la intención de ayudarlo. No albergaba malas intenciones ni el deseo de hacerle daño. Sólo estaba confundida.
Estaba confundida… y era insoportablemente atractiva. Le hacía hervir la sangre y él no conseguía apartarla de su mente. Y ahora, ese condenado vizconde sentado junto a ella se la estaba comiendo con los ojos descaradamente.
Con cada nuevo plato que le servían, el humor de Eriol se volvía más lúgubre, y cada vez le costaba más concentrarse en las conversaciones inanes que se mantenían alrededor de él.
Parecéis ensimismado, excelencia. –comentó una voz femenina en un susurro incitante.
Una mano enguantada se deslizó sobre la suya y él se esforzó por volver a prestar atención a su entorno inmediato. La mujer que estaba sentada a su izquierda, la condesa de Millham, le dedicó una sonrisa coquetona. Desde la oportuna muerte de su marido, acaecida hacía dos años, la condesa había tenido varias aventuras, pero aún no había conseguido llevarse a Eriol a la cama. A Eriol le dio la clara impresión de que ella pretendía remediar esa situación esa misma noche.
La viuda se inclinó hacia él, ofreciéndole una visión ostentosa de sus pechos, que sobresalían de su corpiño en un espectacular escote que, por lo que Eriol sabía, aturdía a la mayoría de los hombres. Ella le escrutó el rostro con sus ojos color cobrizo, que despedían un brillo lujurioso. Eran exactamente el tipo de mirada y el tipo de mujer en que él debía concentrarse.
Sin despegar la vista de él, ella deslizó discretamente la mano por debajo de la mesa y le acarició el muslo.
Debe de haber algo que una mujer pueda hacer para llamar vuestra atención, excelencia –murmuró con un susurro sugerente que sólo él alcanzó a oír.
Él no hizo nada para detenerla ni para animarla a seguir adelante; se limitó a mirarla y a esperar que su cuerpo reaccionara a su contacto. Ella sacó ligeramente la lengua y se humedeció el labio superior, mientras sus ojos le daban a entender el uso que en realidad deseaba dar a su lengua. Sus dedos continuaron explorando, subiendo por su pierna.
Pero en lugar de excitarse, Eriol no sintió nada. Absolutamente nada. Esa hermosa mujer, con su cuerpo voluptuoso y su promesa de deleites sexuales, no le provocaba el menos deseo. Llevó la mano debajo de la mesa para atajar sus caricias. En ese preciso instante, su madre se puso de pie en señal de que la cena había terminado.
La condesa de Millham, interpretando erróneamente la razón por la que él había puesto la mano debajo de la mesa, desplegó una sonrisa pícara, mientras se levantaba como todos los demás.
Hasta después –le susurró al oído mientras las damas se marchaban en dirección al salón, dejando a los caballeros con sus cigarros.
Eriol se reclinó en su silla, encendió un puro y exhaló una larga voluta de humo aromático. La condesa de Millham le había proporcionado una oportunidad perfecta y muy necesaria para aliviar el dolor incesante que le atormentaba las partes bajas. Entonces ¿por qué demonios no estaba contento?
Porque ella no era la mujer que deseaba. Profundamente disgustado consigo mismo, le pidió a un criado con un gesto que le sirviese un brandy, y apuró de un trago la copa del fuerte licor.
Sospechaba que sería una noche espantosamente larga.
Tomoyo entró a su alcoba y apoyó la espalda en la puerta cerrada, aliviada por haber logrado escapar del salón y el parloteo de las mujeres. Tanto su tía Johanna como Sakura se habían mostrado preocupadas cuando ella, alegando dolor de cabeza, se había excusado para retirarse temprano, pero no se veía capaz de permanecer más tiempo en compañía de los invitados. Había demasiada gente, demasiadas imágenes inconexas que se agolpaban en su mente. Sentía como si tuviese un cuerpo de tambores martilleándole la cabeza.
Además, estaba él. Resultaba dolorosamente evidente que Eriol hacía lo posible para evitarla. Apenas había dado muestras de reparar en su presencia antes de la cena, y durante el banquete, cada vez que ella miraba en su dirección desde su extremo de la mesa parecía absorto en la hermosa mujer de pechos grandes que estaba sentada a su lado.
Ella había dispensado entonces su atención al vizconde Kinomoto y descubierto que compartía su afición por el dibujo. Para su sorpresa, él le dirigió varios elogios floridos y le manifestó su deseo de retratarla. Sin embargo, por más que ella intentara estar pendiente de él, las imágenes vagas e inquietantes que acudían a su mente, así como la presencia del hombre sentado a la cabecera de la mesa, la distraían constantemente.
Después de ponerse el camisón, preparó un remedio para la jaqueca y se metió en la cama. Figuras indistintas se arremolinaban en su cerebro, sin que pudiera reconocerlas. Cerró los ojos, esforzándose por ahuyentar esos fantasmas., pero se negaban a marcharse. De pronto le vino a la mente la imagen del rostro de Eriol, curvando muy despacio las comisuras de la boca hasta desplegar una sonrisa devastadora. También intentó apartarlo de su mente sin ningún éxito.
¿Qué estaría haciendo él en esos momentos? ¿Estaría con la mujer que había acaparado su atención durante toda la cena? ¿Estaría tocándola? ¿Besándola?
Un gemido escapó de sus labios. La imagen de Eriol acariciando a otra mujer le produjo tal dolor que le cortó la respiración, un dolor agravado por el hecho de que no podía hacer nada para remediarlo. Lo que sentía por el era irremediable.
Del todo irremediable.
A su pesar, Eriol echó en falta a Tomoyo en el momento en que entró en el salón. Aunque unas dos docenas de personas pululaban por ahí, era fácil localizarla por su elevada estatura. Repasó la estancia con la mirada y confirmó que ella no estaba presente. Debía de haberse retirado para ocuparse de necesidades personales. Eriol se dirigió hacia la mesa con las licoreras y logró persuadirse de que su ausencia lo alegraba.
Sin embargo, cuando veinte minutos más tarde ella seguía sin aparecer, empezó a preocuparse. Se acercó a Sakura y le preguntó como de pasada por el paradero de Tomoyo.
No se sentía bien, así que se ha recogido justo después de la cena –le respondió Sakura, estudiándolo con los esmeraldas ojos, llena de interés-. ¿Por qué lo preguntas?
Por curiosidad, nada más. ¿Está enferma?
Le dolía la cabeza. Estoy segura de que se encontrará mejor por la mañana, aunque el vizconde Kinomoto está destrozado por su ausencia.
Los dedos de Eriol apretaron la copa con fuerza.
¿Ah, sí?
Sí. Está totalmente abatido. Tengo entendido que le ha pedido permiso a lady Penbroke para venir a visitar a Tomoyo.
Un músculo de la mandíbula de Eriol se contrajo, y tuvo que reprimir un deseo repentino e irrefrenable de infligir daño corporal al vizconde Kinomoto.
La curiosidad centelleó en los ojos vivarachos de Sakura.
Espero que el dolor de cabeza de Tomoyo no sea consecuencia de la aventura que habéis vivido juntos esta mañana, fuera cual fuese. No me habéis contado qué ocurrió.
Por nada del mundo querría aburrirte con los detalles.
Tonterías. Me encantan los detalles.
Me hizo reír. La estreché entre mis brazos. La toqué. La besé. Quiero hacerlo otra vez. Ahora mismo .
No hay nada que contar, Sakura.
Me habría gustado que Robert estuviese aquí para verte cubierto de barro.
Eriol se alegraba enormemente de que su hermano menor no hubiese estado presente. Sin duda Robert se habría descoyuntado de risa y después lo habría acribillado a preguntas burlonas.
¿Cuándo tiene previsto regresar de sus viajes?
Dentro de unos días –respondió Sakura.
Un criado se acercó con una bandeja de plata sobre la que descansaba una nota lacrada.
Un mensaje para vos, excelencia.
Agradecido por la interrupción, Eriol tomó la nota. Cuando vio la marca distintiva en la cera, se quedó petrificado.
¿Ocurre algo malo, Eriol? –le preguntó Sakura.
Toda va bien –le aseguro él con una sonrisa forzada-. Se trata sólo de una minucia de la que debo ocuparme. Te ruego me disculpes.
Salió del salón y se dirigió a su estudio. Una vez allí, cerró la puerta. Las manos le temblaban mientras deslizaba los dedos debajo del sello fácilmente reconocible del agente de Bow Street cuyos servicios había contratado. ¿Habría localizado a Gaspard?
Echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos por unos instantes. Lo que estaba a punto de leer quizá le proporcionaría las respuestas que había estado buscando durante tanto tiempo. Con los dientes tan apretados que le dolían, desplegó la nota y le echó un vistazo, ansioso.
Excelencia:
Tengo información para vos. Con arreglo a nuestro acuerdo, os esperaré junto a las ruinas situadas en el límite norte de vuestra finca.
James Kinney.
Eriol releyó la breve misiva, sujetando el papel de vitela con tanta fuerza que le extrañó que no se arrugara. Kinney era el mejor profesional de Bow Street. No habría viajado Hiraguizawa hall de noche si no tuviese algo importante que comunicarle.
Eriol guardó la nota en el cajón bajo llave, salió de su estudio y descendió a toda prisa la escalera trasera. Se escabulló de la casa y se encaminó a las cuadras, ocultándose en todo momento en las sombras. Cuando le indicó a Mortlin que ensillase a Myst, el mozo alzó la vista al cielo y se rascó la cabeza.
¿Estáis seguro de que queréis montar a caballo, excelencia? Se avecina una tormenta. El dolor de las articulaciones nunca me engaña.
Eriol miró hacia arriba y no vio más que la luna brillante. Si se estuviese fraguando una tormenta tardaría horas en desatarse. Pero daba igual. Nada impediría que se encontrase con Kinney.
Deseo dar un paseo a caballo. No hace falta que esperes a que regrese. Yo mismo desensillaré a Myst cuando vuelva.
Sí, excelencia.
Poco después, Eriol montó de un salto. Hincó los talones en los ijares de Myst y el corcel echó a andar en dirección a las tuinas.
Mortlin lo miró alejarse, frotándose distraídamente los codos doloridos. La rigidez de sus articulaciones había empeorado a lo largo de la tarde, lo que le indicaba que la tormenta en ciernes no tardaría en llegar, probablemente en menos de una hora. Seguro que el duque se había citado con una de sus enamoradas en las ruinas para un achuchón nocturno, aunque Mortlin no acertaba a comprender por qué habrían elegido un escenario tan incómodo para sus escarceos cuando tenía a su disposición todo el lujo de Hiraguizawa hall. Sin duda a la dama en cuestión le gustaban las emociones fuertes. Uno nunca podía predecir las acciones de la gente de alcurnia. Se le escapó una risita mientras le deseaba mentalmente a su patrón un feliz revolcón.
Tomoyo despertó sobresaltada, con el corazón golpeándole el pecho.
Estaba empapada en sudor, y sus ruidosos jadeos resonaban en la silenciosa habitación.
Peligro. Él está en peligro.
Pataleó para liberar las sudadas piernas del amasijo de sábanas húmedas. Notaba en su interior una sensación de apremió, y el terror le aguijoneaba la piel como mil abejas.
Eriol. Herido. Sangrando.
El pánico se apoderó de ella y tuvo que obligarse a respirar hondo para tranquilizarse. Se sentó al borde de la cama, cerró los ojos y se concentró, intentando sacar algo en claro de las vagas imágenes que se arremolinaban en su cabeza.
Una torre de piedra, rodeada por muros en ruinas. Un tiro. Un caballo negro encabritado. Eriol cayendo, herido. Sangrando.
Muerte.
Un relámpago, seguido de un trueno ensordecedor, la arrancó de sus pensamientos. Tenía que encontrarlo. Intuía que no se hallaba demasiado lejos… pero ¿dónde? Se quitó el camisón con manos temblorosas y se vistió lo más deprisa posible. Agarró su bolsa de medicamentos, bajó rápidamente las escaleras posteriores y echó a correr hacia las cuadras.
James Kinney iba y venía entre las sombras, cerca de las ruinas, esperando la llegada del duque, ansioso por revelarle sus increíbles y sensacionales descubrimientos. Oyó unas pisadas sobre las piedras que tenía justo detrás y se volvió.
Excelencia, yo… -Se quedó petrificado, mirando con ceño al hombre que emergía de las sombras-. ¿Quién eres?
Por toda respuesta el desconocido apuntó con una pistola a la sien de James.
Se le da bien lo de hacer preguntas, especialmente sobre mí, monsieur –dijo el desconocido con un inconfundible acento francés-. Ha estado haciéndolas por todo Londres. Ahora quiero que me responda a una: ¿qué información le trae al duque Hiraguizawa?
Usted es Gaspard.
El francés dio otro paso al frente.
El duque es un insensato. Debería habérselo pensado dos veces antes de contratar a un alguacil para dar conmigo. Vuelvo a preguntarle, monsieur: ¿de qué información dispone? O me lo dice, o lo mato. –Sonrió y James vio la locura en sus ojos.
Y James supo que, incluso si hablaba, había llegado su hora.
Continuara…
Notas de la autora:
Tengo que hacer algunas aclaraciones en este fic Sakura no es hermana de Touya, y él es el vizconde que va a intentar conquistar a Tomoyo, para que no hayan confusiones. Muchas gracias por su paciencia con este fic ya que por motivos de estudio no he podido avanzar tan rápido como quisiera, y también como lo prometido es deuda a las tres semanas he actualizado así que no se enojen, sin más que decir vamos con los agradecimientos:
Pau: hola, que bueno que te haya gustado este fic, y con respecto al T&E no te preocupes que habrá muchos momentos románticos, muchas gracias por tu comentario, nos vemos.
Kerube-Chan: hola, que bueno que te haya parecido entretenido e interesante, espero que te guste este capitulo que contiene un poco de todas las emociones. Muchas gracias por tu comentario. Nos vemos.
Naoko L-K: hola que bueno que te haya gustado esta historia, y que la sigas leyendo, y muchas gracias por tu comentario, nos vemos.
Jeanne-Herblay: hola, muchas gracias por tu comentario. Creo que tienes razón con respecto a Eriol, siempre parece muy sensual y creo que concuerda perfectamente con el personaje de anime, muchas gracias por tu comentario, nos vemos.
Tomoyo: hola, que bueno verte por acá de nuevo, solo quiero pedirte un favor, ¡¡no me mates! Aunque en todo caso si lo haces solo pierdes tú porque no vas a saber de esta historia, pero bueno en fin muchas gracias por tu comentario, nos vemos.
Afroditacoral: hola muchas gracias por tu review y que bueno que te siga gustando, nos vemos.
Ayin; hola que bueno que te haya gustado este capitulo, y tienes razón hay mucha tensión entre ellos, pero pienso que eso lo hace más interesante, muchas gracias por tu comentario, nos vemos.
La niña del jerez; hola, muchas gracias por tu comentario, nos vemos.
Aleirbagpotter: hola, que bueno que te haya gustado la parte del beso, con respecto al titulo del fic, ya falta poco para saber porque se llama así, muchas gracias por tu comentario, nos vemos.
Sora angel: hola, muchas gracias por tu comentario, nos vemos.
saku315: hola, con respecto a tu pregunta no estoy transcribiendo el libro, solo la idea es del libro, y si tienes razón quieren hacer el amor, eh el precio del libro no te lo puedo decir ya que es un libro muy antiguo y como te dije no es lo mismo que aparece en este fic, muchas gracias por tu comentario, nos vemos.
Selene Kiev: hola muchas gracias por tu review, y claro que me gustan ¿a quien no? Que bueno que te siga gustando y que bueno que sepas esperar por el S&S, nos vemos.
Liz-350: hola, que bueno que te haya gustado este capitulo, y respecto a tu pregunta era un lago, espero que tu también estés muy bien, gracias por tu review, nos vemos.
Yuuna Ushiha: hola, muchas gracias por tu comentario, siento mucho haberte hecho esperar pero como tu has dicho es culpa de los malditos exámenes, pero bueno en fin, que bueno que te haya gustado el capitulo, nos vemos.
KaAn: hola, que bueno verte por aquí de nuevo muchas gracias por tu comentario, nos vemos.
Hillary: hola, muchas gracias por tu comentario, las cosas se pondrán cada vez más emocionantes, no te preocupes, nos vemos.
Marinnechan: hola, que bueno que te siga gustando mi fic, muchas gracias por tu comentario, nos vemos.
Melissa-yueirishu: hola, que bueno que te haya gustado mi fic, con respecto al lemon tienes razón si va a haber, solo que mas adelante, lo del hermano de Eriol, también, muchas gracias por tu comentario. Nos vemos.
Yuzu: hola, muchas gracias por tu comentario, que bueno que te haya gustado y siento la demora, nos vemos.
nena05000: hola amiga, muchas gracias por tu comentario, tienes razón ojala yo me llevara así con mis amigos también, con respecto a los amigos y el beso, no te preocupes que esté fic esta lleno de sorpresas, más de las que te imaginas, bueno espero que estés bien, nos vemos.
crystal23: hola, muchas gracias por leer mi historia de verdad, espero que te siga gustando el fic, nos vemos.
Daulaci: hola, como dije tres semanas y aquí estoy, que bueno que te siga gustando mi fic, las escenas de besos, la manera de besar de Eriol, las imágenes que vio Tomoyo, y todo, la chica se esta enamorando y esto le va a traer algunos problemas. Tienes razón el titulo de esta historia tiene un porque que se sabrá tal vez en un par de capítulos más. No te preocupes que seguiré tu próximo fic de T&E, porque adoro esa pareja. Lo olvidaba, muchas gracias por recomendarles mi fic a otras personas, de verdad. Nos vemos.
Bien creo que eso es todo, muchas gracias a todas.
Nos vemos en el próximo capitulo de "Una Boda Imprevista".
TenshiTomoyo4-ever
