Ochako

Era algo que pasó hace mucho tiempo.

Uno, dos, tres...

— Deja de pinchar tus manos.

La voz de su padre llegó a ella, con su habitual enojo. Mordió sus labios evitando chasquear su lengua, eso sería otro factor más para hacerlo enojar, escondió sus manos detrás de su espalda y allí pinchó una de sus manos una cuarta vez. Observó a su padre a su costado, a diferencia de ella, él estaba escuchando atentamente lo que le decía el profesor.

— Ya es la segunda vez desde que empezó su primer año — Aizawa ordenaba papeles como si nada en su escritorio, a diferencia de otros días, su cabello estaba ordenado en una coleta detrás de su cabeza hoy, pero su rostro era igual de pálido, supuso que mostraba una faceta diferente frente a los padres —. Entendería que faltara a clases por asuntos personales, pero no esperaba encontrarla fuera de la escuela jugando con... Delincuentes.

— Cielos — exclamó su padre llevando una mano a su sien.

— El punto no es ese con exactitud, podemos tolerar este tipo de escapes — Aizawa dió una pausa —. Hoy agredió a una de sus compañeras.

Mordió su labio con más fuerza.

— Sus notas son muy buenas en las áreas científicas, no queremos tener que medir riendas tan fuertes como la expulsión contra una de nuestros mejores estudiantes, pero si sucede algo como esto una vez más yo no podré hacer nada más por ella.

Al salir de la oficina, sólo quería escapar.

— Espera, Ochako — Su padre sujetó el hombro de la chica de mejillas rosadas —. ¿No tienes algo que decir?

¿Que puedo decir si de todos modos no me escucharás?

— Nada.

Caminó lejos de él ignorando todo lo demás que le decía. Pinchó su mano una, dos, tres veces más. Era una forma de auto castigarse, tal vez, o quizá una forma de dejar de sentirse culpable. Ella era más que consciente de que solo lograba preocupar a su padre con su nueva actitud, y que no arreglaba nada con sus acciones. Pero no tenía intención de parar, ni tampoco de escuchar a su padre.

Un año antes de iniciar secundaria, su madre había muerto.

Su padre intentaba seguir siendo el mismo de siempre, ella en cambio quería encontrar una forma de no sentir dolor. Una distracción, algo que hiciera que se olvidara de todo por al menos un día antes de volver a llorar. Fue entonces cuando probó, hacía algo en clase que hacía que la castigaran y por lo tanto, tendría que quedarse hasta tarde copiando las clases y no tendría que ir a casa, saltaba las clases junto al grupo de Himiko Toga, con las suspensiones, iba a cualquier lugar menos a casa, dónde su madre ya no estaba.

Era un círculo vicioso. Uno que sabía que estaba mal, pero era lo único que podía ver. Que quería ver.

Desde la luz de las ventanas de la escuela el sol mostraba ocultarse, en el salón de clases ya no habría nadie, eso suponía, por lo que fue en busca de sus cosas. Pero... con lo frustrada que se sentía, descargó un poco de las emociones con los asientos de sus compañeros en cuanto entró

— ¡Idiota...!— Dijo, quizá para sí misma, quizá para su padre, o el profesor Aizawa, mientras pateaba un asiento del frente, empujándolo junto a otro —. Idiota...

Pateó una vez más uno de los asientos de el frente, acto siguiente los asientos que le seguían atrás chocaron unos con otros.

— ¡Ouch! — El quejido de una persona hizo que su cuerpo diera un respingo y retrocediera

— Eh, ups... ¿Hola? — Arrugó la expresión, confundida —. ¿Hay alguien allí?

— Nop — Respondió la voz desconocida, observo el último escritorio de la fila moverse inquietamente, luego un golpe vino de este junto a un segundo quejido —. ¡Ouch!

Bueno, eso claramente era una mentira.

— Hm, interesante, supongo que yo entonces estoy... — Caminó acercándose al escritorio algo dudosa, no esperaba que alguien estuviera escuchando su reciente rabieta, era vergonzoso — ...Loca, y estoy escuchando como algo inexistente se golpea con el escritorio.

Cuando llegó allí, lo encontró.

Sus ojos grandes y verdes la miraban expectante, sus cejas se fruncian sobre ellos un poco temblorosas, por primera vez en mucho tiempo, el corazón de Ochako dió un vuelco, estaba fascinada.

Dios, eran los ojos más hermosos que había visto en su vida. No sabía exactamente qué la hacía pensar de esa forma, no es como que ella tuviera alguna obsesión por los ojos de las personas, pero los ojos del chico frente a ella la hacían sentir de una forma extraña que no sabía describir.

Solo podía describir que eran fascinantes.

Ochako luego se fijó en su rostro, pálido y cubierto de rasguños, sus manos estaban igual. Su cabello negro verdoso estaba bastante alborotado cubriendo partes de su rostro. Supo al instante que algo no andaba bien.

— ¿Estás bien? — Se agachó, la respuesta era obvia, pero no le impidió preguntar antes.

— Yo... — Él volteo la mirada — Si, por favor vete.

— Eso claramente es una mentira, una muy mala — Bufó la castaña.

El chico dejo de mirarla.

— Lo siento ¿Podrías ignorar esto, por favor?

Su voz estaba quebrada, o a punto de quebrarse, y asumiendo su aspecto, era obvio que alguien le había hecho algo, no estaba consciente de que le habían hecho, su aspecto era de alguien que había sido de cierta manera agredido, no obstante las marcas en su cuello no parecían exactamente moretones de golpes.

No estaba segura de que impulso la hizo hacer lo siguiente, se vio sentándose en el piso, justo a su lado. Mirando la ventana que mostraba la oscuridad del anochecer asomándose.

— Dije que estoy bien — Lo escuchó decir, su voz era temblorosa, aún no volteaba a mirarla.

— Tu mentira es interesante pero no la acepto, gracias — Ochako apoyó su cabeza en sus rodillas —. Es tarde ¿No deberías estar en casa?

— Yo me pregunto lo mismo.

— Pues, lo haría, si tan solo no odiara estar allá.

Un pequeño silencio se formó, ella no sabría decir si incómodo, ya que se sentía relajada. Observaba la ventana como si fuera lo más interesante de ver, la luz del sol finalmente estaba en su punto final, en realidad, Ochako estaba más interesaba en ver otra vez esos ojos esmeralda. Y también en saber que le había pasado a este chico a su lado, aunque supongo que lo segundo no lo sabría.

Sintió como el peliverde se movía a su lado desde el tacto de su hombro, el cual chocó con el suyo. Giró su cabeza sin dejar de apoyarla en sus rodillas para mirarlo, y para su gusto propio, él, también apoyado en sus rodillas, la estaba mirando, sus ojos esmeralda conectaron con los café de ella, esta vez sus ojos y la definición de ellos mostraban una expresión más... serena.

Dulce.

— Entonces, para ti es más interesante quedarte en el salón de clases — Dijo, más como una afirmación que como una pregunta.

Divisó unas cuantas pecas en sus mejillas.

— Güao... — Expresó en voz alta, de inmediato se dió cuenta —. ¡Es decir, güao! Sorprendente, no me esperaba las pecas. Son como... Chispas de chocolate.

Después de una pausa y una mirada confusa, el chico de cabellos alborotados rió en voz alta, su carcajada contagiosa llegó a ella quien también no pudo evitar reírse. Ochako sintió su risa como algo melifluo, en realidad su voz era meliflua, sonaba dulce y tranquilizante, era una voz muy especial.

— Perdón... — El peliverde habló entre carcajadas —. No sé que tendría de sorprendentes unas pecas. Fue muy extraño.

— Hm, bueno... Simplemente es sorprendente — Ochako sonrió —. Si pusiera una galleta de chispas de chocolate en esas mejillas no habría mucha diferencia.

El siguió riendo suavemente. Cuando por fin se calmó su diversión, limpió las lágrimas que salían de sus ojos debido a las carcajadas.

— Soy Midoriya Izuku — Pasó su mano por sus ojos, Ochako se dió cuenta que algunos botones de su camisa estaban rotos — Y tú... Chica enemiga de los escritorios, eres Uraraka Ochako.

— ¿Cómo sabes qué...?

— Estamos en la misma clase — la interrumpió —. Y tambien eres... Algo conocida, entre nuestro profesores

— Oh... No recuerdo bien los nombres de mis compañeros — Rascó su nuca, por alguna extraña razón se sentía nerviosa —. Pero no olvidaré el tuyo a partir de ahora. Chico de chispas de chocolate.

— Es simplemente Izuku.

Ella rió.

— Mucho gusto, Izuku Midoriya.

Si, ella definitivamente nunca olvidó su nombre, ni su aspecto de ese entonces en qué se conocieron a los siguientes años, no olvidó lo hermoso que eran sus ojos y lo dulce que era su expresión, lo meliflua que sonaba su voz, y fuera de ello todo lo demás, Izuku Midoriya, tiempo después Deku, una de las personas más importantes en su vida, alguien especial en sus recuerdos, alguien que nunca querría olvidar, lo bien que se sintió tenerlo cerca durante ese tiempo, la forma en la que hizo feliz sus días de secundaria, su amistad fue un tesoro que encontró entre el dolor de una perdida.

Tampoco olvidaba la forma en que todo eso terminó, y los buenos días que siempre se regalaban se convirtieron en miradas que se evitaban, las risas que compartían se limitaron a verse reír con otras personas, la distancia entre ellos creció hasta que ya nada podía arreglarse. El Deku de sus recuerdos ya casi parecía un sueño.

Cuando lo vio esa noche sintió que deliraba y su mente le jugaba una broma, o bien podría ser la fiebre, pero luego el volvió a aparecer ante ella, y Ochako ya no le estaba gustando este juego de su mente, era injusto mostrarle esa persona justo en ese momento.

Hasta que lo pudo sentir.

— Todo estará bien Uraraka-san.

Cuando despertó, se sentía más cálido.

Un olor reconocido inundó sus fosas nasales, por supuesto, algo que tampoco olvidó fue su aroma, después de un día soleado y uno frío, seguía siendo el mismo aroma de siempre. Ochako divisó la fuente del olor, un abrigo, que estaba siendo usado para arroparla.

Ochako se dió cuenta que ya no estaba en la banca fría del parque, ahora su cuerpo reposaba en el asiento trasero de un auto.

Izuku

¿Qué estoy haciendo?

Justo después de estacionarse, Izuku chocó su frente con el volante. Bien, ya era tarde para buscar otras opciones. Había traído a Uraraka en su auto hasta su apartamento. Izuku ya no tenía como retroceder ante la situación.

Decidido se quitó el cinturón y salió del auto, había aparcado el equipaje de la castaña en su maletero, se ocuparía de buscarlo después. Ahora tenía como prioridad llevar a Uraraka arriba y tratar su resfriado. Abrió los asientos traseros y la miró, ella aún yacía dormida cubierta por su abrigo, hecha bolita. Con cuidado la tomó en sus brazos aún envuelta con su abrigo, cerró la puerta con su pie.

Pudo sentir su temperatura desde el tacto de su hombro, además, divisó una mueca dolorosa en su expresión. El peli verde apresuró su paso usando el ascensor hasta el piso donde estaba su apartamento. Esperaba no encontrarse a nadie en el camino que le hiciera preguntas sobre su extraña situación, por más extraña que fuera tenía explicación simple, pero a simple vista verlo con una chica en sus brazos directo a su apartamento era fácil de mal interpretar para ciertas personas.

Personas como las que aparecen al abrirse las puertas de un ascensor, mirándote dubitativamente.

— ¿Traes una amiga? — Sin saludar, un chico de cabello morado, Shinsou, despegaba la mirada de su teléfono mirando a Izuku desde afuera del ascensor.

Deku no pudo más que resoplar, la vida era irónica, bastante irónica para su gusto.

— No es lo que crees — Izuku dió paso al frente, ignorando a Shinsou, antes de seguir una imagen desalentadora se formó en su cabeza —. Y ni una palabra de esto a los chicos — Explicaba sin detenerse, con los nervios de punta.

No imaginaba que Iida o Todoroki tuvieran una explicación retorcida de porque esa noche no quiso regresar con ellos. Iida lo llenaría de sermones sobre la inmoralidad de la juventud y Todoroki estaría dudando sobre su amistad incondicional que podía ser fácilmente reemplazada por una noche de pasión. Lo que obviamente no era.

— Como tú digas casanova — Escuchó a Shinsou decir entre risas detrás de él. Izuku pensó en detenerse y explicarle la situación, pero tenía un asunto pendiente con Uraraka de urgencia.

Si, no le sorprendería si mañana despierta con mensajes de Iida y Todoroki dudando de su persona gracias a su querido vecino Shinsou.

Después de dejar a Uraraka en su cama, la acobijó con sus mantas y tomó su temperatura, la forma literal en la que estaba ardiendo le preocupaba, si no conseguía bajar su fiebre tendría que llevarla al hospital, colocó compresas tibias en su frente y la hizo tomarse un medicamento. Tal y como pensaba, iba a ser una noche muy larga.

Pero estaba dispuesto a cuidarla toda la noche.

Ochako

La segunda vez que la castaña despertó, ya no estaba en el asiento trasero de un auto, y se sentía mucho más cómodo. Una almohada bajo su cabeza, mantas gruesas cubriéndola, una... ¿Cama?

Oh no, oh no, oh no...

Ochako se incorporó tan rápido sobre la cama que se sintió mareada al instante, llevó su mano a su sien quejándose del dolor repentino de su cabeza, como sea, nada de eso importaba más que ¿Dónde estaba? ¿Y como había llegado aquí? Mientras observaba el armario de aquella habitación como si quisiera desintegrarla con algún rayo láser que saliera de sus ojos, Ochako imaginaba las posibles situaciones que la pudieron llevar a la cama de un desconocido.

Mierda, mierda .. me han secuestrado, y ahora me van a matar, o me van a usar para experimentos inhumanos, o llamarán a mi padre para que pague por mi libertad, me usarán de esclava para cumplirle a un señor malévolo y caprichoso y luego me entrenarán para ser una asesina a sueldo.

oh no, oh no... O EN EL PEOR DE LOS CASOS, me volví loca anoche y en busca de dónde quedarme le ofrecí mi cuerpo a un desconocido, ay no soy una ramera sin memoria ¿Que pensaría mamá de mí?

— Hmm...

¿Eh?

Ochako detuvo sus pensamientos alocados al escuchar el murmuro de alguien. A su lado, con su cabeza y brazos reposados sobre la orilla de la cama estaba Deku, al parecer dormido aún en esa posición incómoda,

Ochako estaba atónita, era Deku, realmente lo era , sus hebras verdes se esparcían desordenadamente sobre su rostro, sus pecas estaban igual de oscuras y marcadas, sus manos grandes y gruesas, su tez blanca, todo era tal y como lo recordaba.

El Deku de sus recuerdos que casi parecía un agradable sueño.

Pero eso no explicaba porque estaba en lo que aparentemente era su casa, su cama...

— ¡¿D-DEKU?! — Exclamó con fuerza, su intención en realidad no era gritar, pero sus nervios le ganaron.

— ¡AH! ¿QUE? ¿QUE? ¡AUCH! — Despertando de forma agitada, el peli verde retrocedió exaltado hasta chocar con la pared.

Bien, eso era nostálgico.

— ¡Buenos días! — Por alguna razón seguía gritando —. ¡¿Me puedes explicar que estoy haciendo aquí?! ¿¡Que haces tú aquí?! ¿QUE PASÓ ANOCHE?

— Ouch, Buenos dias, Uraraka-san, ya veo que te sientes mejor — Deku rascó su nuca y bostezó esta vez más tranquilo —. Este es mi apartamento, te traje aqui anoche porque dijiste que no tenías a dónde ir, tenías fiebre y no podía dejarte sola en aquel parque.

— ¿AQUEL... Parque? — Su voz bajó repentinamente.

Entonces, los recuerdos llegaron a su mente, todos. Bakugou terminando con ella, ella guardando sus cosas y yéndose, los mensajes y llamadas de Bakugou, no tenía a dónde ir, el parque, las agujetas sueltas, la fiebre, Deku...

Entonces era real.

— Ya recuerdo — Lo volvió a mirar, Deku ciertamente lucía cansado —. ¿Tu me cuidaste toda la noche?

Tardó un momento en responder, a lo que finalmente asintió.

— Tenía cuidado de que no te subiera la fiebre — Él se incorporó sobre sus pies para acercarse a ella, acto seguido, para su sorpresa, tocó su frente con sus manos, su tacto repentino la hizo sonrojar —. Finalmente tu temperatura normal está de vuelta, no te recomiendo que vuelvas a salir sin ropa abrigadora en un día tan frío.

— Realmente hacía mucho frío ayer — rió nerviosamente —. ¿Dónde están mis cosas?

— Oh, en mi maletero. Las buscaré en seguida.

Quitó su mano de su frente y caminó hasta la puerta, fue cuando vio que vestía un suéter beige y unos pantalones deportivos. Ochako mordió su labio, no sabía porque pero estaba extrañamente nerviosa, más de lo normal, pero sentía un ligero toque de emoción y felicidad en esos nervios, quien sabía porqué.

Era Deku... Aún no lo podía creer.

— Y Deku...

— ¿Si? — se detuvo antes de salir, mirándola.

— Gracias — Dió una enorme sonrisa.

Izuku

Había sido tan... Extraño.

Anoche cuando la cargó en su espalda hasta su auto, recibiendo miradas curiosas y emocionadas por ideas equivocadas, se sintió extraño. No era como si no quisiera tener a Ochako tan cerca de él, de hecho, varias veces en el pasado quiso tenerla así de cerca, tocarla, pero no con una Ochako a punto de morir de un sobrecalentamiento de su temperatura corporal.

Y esta mañana cuando lo despertó con sus gritos, se sintió feliz. No solo de que estuviera bien, era más bien como el alivio, alivio de que siguiera siendo la misma y lo que la había hecho llorar anoche no fue nada que afectara a la Ochako que conocía. Cuando le sonrió, todo valió la pena.

Pero luego estaba esto, eran dos personas, un chico y una chica, solos en un apartamento. Después de buscar las cosas de Ochako le dijo que sería bueno que tomara un baño, no era que tuviera malas intenciones con eso. Anoche había sudado mucho la fiebre y para evitar que regresara era bueno tomar un baño para regular su temperatura. Todo estaba bien.

Pero desde que le mostró dónde estaba el baño, dónde podía cambiarse y dónde poner su ropa todo estaba mal.

Demonios ¿Por qué estaba tan estúpidamente nervioso?

Ya no era un adolescente de quince años, trató de decirse. Pero desde donde estaba, la sala de estar, sentado en el sofá, se podía escuchar la regadera, para agregar, ella estaba cantando suavemente una canción. Izuku movió una de sus piernas inquietamente, la imagen de la chica de mejillas rosadas y cabello castaño bañándose cruzó su mente como un flash. Lo trató de reemplazar instantáneamente con pensamientos aleatorios, pero la melodiosa voz de Ochako resonando en sus oídos no ayudaba.

— Ah, esto es el infierno... — Izuku pasó su mano por su cara.

— Eh... ¿Deku?

— NO ESTABA PENSANDO EN NADA

— ¿De que hablas? — Ochako se escuchaba confundida, cayó en cuenta de que seguía en el baño, la regadera todavía se escuchaba —. No tengo una toalla conmigo ¿Tienes una que pueda usar?

Lo que faltaba.

— Oh, claro. En seguida la busco... — Rió de forma nerviosa, esto no era bueno.

Nada bueno.

Ochako.

El sonido de algo de vidrio romperse la sacó de su zona de confort, Ochako comenzó a sentirse nerviosa de nuevo, que estuviera sola con un chico no era lo único que le preocupaba, respecto a eso ya estaba más calmada, Deku había sido tan amable. Lo que le comenzaba a preocupar era si se estaba aprovechando de dicha amabilidad ¿Podría ser que él la encontrara molesta? De cualquier forma, ellos ya no eran amigos, era fácil pensar de esa forma ahora.

Tenía que encontrar un lugar a dónde ir, no podía quedarse aquí.

Después de vestirse con un suéter blanco con detalles de estrellas y unos jeans casuales, fue a la cocina, vio a Deku cocinando lo que al parecer sería el desayuno. Sonriente, se acercó.

— Gracias por prestarme tu baño — Musitó sonriendo —. Y por todo lo demás.

— Ah, no es nada... — Deku buscaba algo en la despensa —. No todos los días te encuentras a alguien mal vestido para el invierno con un inminente resfriado, es imposible no ayudarlo.

— Ja. Ja. Muy gracioso — respondió sarcásticamente, pero aún así su sonrisa no salía de su cara. En verdad estaba agradecida de que fuera Deku quien la encontrara.

Se formó un silencio entre ambos, Ochako si bien estaba feliz, aún recordaba la distancia que los separaba a ambos, aunque lo tuviera al frente en ese mismo instante. Deku seguía siendo el mismo, suponía, pero ellos dos juntos ya no lo eran.

— Entonces... — Deku fue quien rompió el silencio —. ¿Está todo bien?

— ¿Eh? — La castaña frunció el ceno —. Digo ¿Por qué lo preguntas?

— Ayer lloraste cuando te encontré.

Su tono de voz serio la sorprendió, Ochako recordaba bien eso, haber llorado en el hombro de Deku desconsoladamente. Supongo que podía contarle, la había literalmente salvado anoche. No había porque no hacerlo.

— Bakugou terminó conmigo ayer — respondió antes de suspirar —. No me preguntes porque, ni lo quise escuchar. Pero supongo que ya no le gusto.

Después de un pequeño silencio entre ambos, solo lleno del sonido que hacía Deku buscando alguna cosa en la despensa, finalmente contestó.

— Bien... — Deku volteó a mirarla con dos tazas en sus manos —. Creo que no me lo esperaba.

— Si, yo tampoco — Que tonta soy... — me dijo que me quedara hasta que me consiguiera un lugar dónde quedarme ¿Puedes creerlo? Después de terminar conmigo — chasqueó la lengua.

— ¿Preferirías que lo hubiera hecho con anticipación para terminar contigo? — Indagó el peliverde arqueando una ceja.

— Bueno, eso hubiera sido más caballeroso que seguir unos días bajo el mismo techo que alguien que termina contigo de repente, gracias — Hizo un mohín, la situación le enojaba —. Pero, la razón por la que lloré anoche era más porque me sentía... Sola.

— Entiendo... — Pasando una mano por su cabello, Deku apagó la cocina con la otra, sirviendo un líquido en las dos tazas —. Y ahora ¿A dónde irás?

Respiró profundamente, era una pregunta que ella misma se hacía, y no sabía cómo responder. No le diría a Deku ahora que no tenía a dónde ir, probablemente, si este Deku se preocupó ayer toda la noche por ella y hasta la trajo hasta aquí aún sin ser amigos como antes, seguro lo que lograría seria preocuparlo más.

— Iré con Tsu-chan — Mintió —. Hasta que encuentre un lugar propio donde vivir.

Un sonriente Deku se acercó a ella con las dos tazas, le entregó una para luego sentarse sobre la barra. Después de sorber el líquido de la taza, entrecerró sus ojos mirándola.

— mentirosa.

— ¿E-eh? — fue lo único que pudo musitar la castaña.

— Anoche dijiste que no tenías a dónde ir, no sé si lo recuerdes — Seguía con sus ojos entrecerrados, parecía examinarla —. Además Asui-san vive con su familia, sería difícil que fueras allá.

Ante el análisis de el peliverde, sus mejillas se pusieron rojas, más de lo que ya eran, de la vergüenza. Bien, la había atrapado.

— Bien, me tienes — Suspiró pesadamente —. No tengo a dónde ir — Vio que Deku estaba a punto de decir algo —. No, la casa de mis padres no es una opción.

Ante su interrupción, Deku solo rio suavemente, cielos, su risa no ha cambiado en nada, era una risita viciosa —. Una vez que me comparo contigo siento que no me va tan mal en la vida.

— Payaso — Murmuró Ochako, solo consiguió que el se riera de nuevo.

— En conclusión Uraraka-san — escucharlo decir su apellido tal y como siempre lo hacía la hizo sentir bien —. No tienes a dónde ir, tus padres no son una opción, eso no es una novedad. Y yo vivo solo en este apartamento con una habitación extra.

Arrugó las cejas ¿A qué venía lo último?

— ¿Que quieres decir? — Preguntó confundida. No era lo que pensaba ¿O sí?

— Quiero decir, puedes quedarte aquí, conmigo — Explicó mirando su propia taza, como si fuera lo más interesante allí, después de su arrebato de palabras, su expresión se volvió nerviosa y la miró — Digo, no aquí, conmigo. Bueno si aquí, digo allá, en la otra habitación... O más bien...

Ochako quería reírse de él, pero lo que le proponía captó más su atención.

— Dices que puedo quedarme aquí hasta conseguir otro lugar — Ella terminó por él —. No puedo aprovecharme de tu amabilidad, fue bastante con lo de anoche.

— ¿Que? No, no te estás aprovechando de nada, es mi propia propuesta — Esta vez su expresión era más seria —. ¿Sabes que? se lo terca que eres, así que seré igual de terco y no aceptaré un no por respuesta.

— Oye, en serio no...

— Dije que ningún "no" por respuesta — La interrumpió seriamente.

Por unos segundos tuvieron lo que pareció una batalla de miradas, en la cabeza de Ochako se formó su propia batalla, esta era justo la situación a la que no quería llegar, pero Deku tenía que ser el que lo propusiera. Después pensó en su situación mejor, ciertamente como estaba ahora terminaría durmiendo bajo un puente hoy en la noche, le daría otro resfriado y se repetiría el ciclo.

No estaba segura si iba a arrepentirse de esto.

— Está bien — Aceptó, terminando la batalla de miradas, Deku de inmediato sonrió —. Pero yo pagaré una parte de la renta.

— Si te hace sentir cómoda.

— Será un placer — Ochako bebió de su taza por fin, era chocolate caliente.

Sus ojos divisaron vidrios rotos en una esquina de la cocina, confundida miró a Deku buscando una respuesta — ¿Se te cayó?

Las mejillas pecosas del peliverde se volvieron levemente rojas de repente.

— Estaba distraído.