Izuku

Ciertamente había llegado demasiado lejos.

En lo que cepillaba sus dientes, la mente del pecoso viajaba a su propuesta con Uraraka. Era solo un gesto de amabilidad, intentaba decirse, él había escuchado cuando ella dijo que no tenía donde ir mientras lloraba, y él no era alguien insensible para no considerar una solución a su problema.

El problema era que la primera solución que se le ocurrió fue la única que quería evitar.

En primer lugar, era cierto que nadie vivía con él, pero sus amigos sabían donde vivía, y con toda confianza se aparecían cuando querían. Sería casi imposible no causar un mal entendido, y en segundo, se trataba de una chica, y no de cualquier chica, sino de una con quién compartía cierta historia.

No supo que, pero algo lo impulsó a tenerla aquí con él un tiempo, ignorando todos los hechos del pasado, y al parecer ella también lo estaba haciendo. Ninguno había mencionado el tema durante el día transcurrido, Izuku agradeció eso, no estaba listo para hablar de ello. Y su presencia no ayudaba, lo ponía bastante ansioso de distintas formas.

No estaba listo para hablar del tema pero si para tenerla aquí cerca de él, era ilógico.

Dejando el cepillo de dientes en su lugar, cerró la puerta del baño.

Con el rabillo de su ojo encontró a Uraraka dirigiéndose a su ahora habitación, esta vez llevaba una tierna pijama adornada con dibujos de planetas. Izuku tomó aire, era la primera vez que compartía el apartamento con alguien, tendría que acostumbrarse a su presencia.

Puedo hacer esto.

— ¡B-buenas noches, Uraraka-San! — Exclamó, su intención era sonar calmado, pero toda su voz salió temblorosa.

Uraraka se detuvo frente a su puerta y se giró para verlo, con una sonrisa.

— Buenas noches, Deku.

Y con ello, entró a su habitación. Izuku se recargó contra la puerta del baño, mierda, tan solo unas palabras lo dejaron con su corazón a millón. Y ella lo hacía ver tan fácil.

No era justo.

Y decir "buenas noches" no fue lo único que se le hizo difícil.

Rayos.

No podía dormir.

Ningún lado de su cama, y ninguna posición lo mantenía tranquilo. Era ridículo, lo único que podía pensar era en que justo al otro lado de la pared al lado de su cama, estaba la cama donde dormía Uraraka justo ahora.

Intranquilo, intentó despejar su mente revisando sus redes sociales. Iida comentando sobre un libro nuevo que leyó, Tenko escribiendo cuanto odiaba la nueva versión de un videojuego, Aoyama publicando cuánto se ama a sí mismo. Siguió bajando en su inicio hasta que se encontró con una publicación acerca de la composición de los anillos de Saturno, su mente viajó hasta recordar a Uraraka hablarle sobre ello cuando apenas se estaban conociendo. Ella era tan risueña mientras hablaba de lo que gustaba.

Golpeó su rostro con su almohada, esto no ayudaba.

Se movió, y se movió, buscando conciliar el sueño. Nada. Se golpeó con la pared de su cama, soltó un quejido, y se movió de nuevo en su cama, ahora se encontraba mirando el techo, con las sábanas esparcidas a su alrededor desordenadas y una almohada en el piso.

Escuchó un golpe al otro lado de la habitación, seguido de otro, el segundo fue en la pared que aislaba su habitación de la de Uraraka. Se sorprendió por ello, tal vez...

— ¿Uraraka-San? — Intentó llamarla —. ¿Estás despierta?

— Si que lo estoy.

Su voz sonaba distanciada debido a la separación de las habitaciones, Izuku suspiró, cerrando sus ojos y rascando su nuca. No sabía de dónde vino la calma repentina, pero se sentía relajado de saber que no era el único que estaba contando ovejitas allí.

— Es una noche larga — Enunció el peliverde, no dejaba de mirar al techo.

— Y qué lo digas — Uraraka, al otro lado, se rió —. ¿En qué piensas, Deku?

El corazón del chico dió un vuelco, nuevamente. Ella estaba usando un tono de voz que descontrolaba sus nervios. En realidad eso no era nada nuevo, desde que la conocía ella tenía esa habilidad en él. Ahora que la volvía a ver después de años, ya podía saber con certeza que esa habilidad nunca la perdió.

— No mucho... Sólo en el pasado — Mordió su labio inferior, no sabía si debería decirlo de esa manera —. Nuestro pasado.

— Eso si que es mucho.

Está vez él fue el que rió.

— Pero yo lo entiendo — Ella volvió a hablar —. Digo, es difícil conmigo aquí no pensar en eso, te debes decir.

No tienes idea.

Respiró profundamente y miró a la pared que los dividía a ambos, aunque no pudiera verla en ese momento, se preguntó cómo estaba ella del otro lado, viendo al techo al igual que él, o reposando su cabeza contra la almohada con su cuerpo pequeño de lado.

Ella no tenía idea de lo difícil que era, no solo no pensar en el pasado que ambos compartían y como terminó, bien, más que nada lo segundo. Ella no tenía idea de lo difícil que era tenerla cerca en ese mismo instante y no pensar en cada parte de ella, durmiendo allí, tan cerca suyo pero tan aislada. Izuku por unos momentos odió esa estúpida pared sólo por distanciarlo más de la castaña chica, luego se odió a sí mismo por pensar en ella de esa forma, no podía hacerlo, no debía. Aunque fuera un chico y de cierta manera algo inevitable.

Distancia, se preguntó cuanto de ese término habría entre ellos después de todo este tiempo, aunque estuvieran allí, tan cerca uno del otro.

— ¿Estás bien, Uraraka-san?

La verdad era que desde esa conversación que tuvieron en el desayuno quería preguntarle, pero no sabía si debía o como hacerlo, y era que ella claramente no se veía... Excelente, y con lo que le contó, era algo peor de lo que imaginaba ¿Había un protocolo para preguntarle a alguien si estaba bien? ¿Existía un derecho o algo así?

— Es curioso que preguntas porque, no, no estoy bien - Dijo, con un tono alegre, claramente sarcástica.

— ¿Es por lo de Kacchan?

— JA — Exclamó —. No tengo porque sentirme mal por él.

— ¿Segura? Un rompimiento es bastante duro muchas veces, no hay nada de malo en sentirse mal por ello — Hablaba Deku de la forma más comprensiva posible, no quería tocar un tema que ella no querría.

— Dime, cuál es tu número de rompimiento señor rompecorazones — La escuchó juguetona.

— ¿Contando todos?

— Ajà.

— Cero. El número de la suerte — Rió el oji-verde.

Había tenido algunas citas con chicas después de la preparatoria, mayor parte de ellas eran arregladas por sus amigos en un intento de hacerlo conocer a alguien especial. Ninguna lo hizo sentir especial. Por lo que nunca tuvo algo formal, se sentía un poco caprichoso.

— ¿En serio?

— Si.

— Vaya — Rió suavemente —. ¿Puedo hacerte una pregunta, Deku?

— Claro — Contestó, interesado.

— ¿Piensas en el futuro?

— ¿Eh?

— Futuro. Cómo que harás mañana, o que planeas hacer el próximo año, Cómo quieres sentirte...

Ah... Con que es algo así.

Le tomó un tiempo pensar claramente en la pregunta que ella acababa de hacerle, porque había ella llegado a ese tema, se preguntó. Aquella apacible y dulce voz que ella poseía sonaba no solo distante, la acompañaba un tono triste... Preocupado. Entonces él se dió cuenta.

Era algo que a ella le preocupaba.

Se incorporó en su cama y con cuidado se acercó a aquella pared que los separaba, se recostó sobre esta, su mejilla se deslizó por la fría pared. Izuku no entendía con claridad, pero podía percibirla, a una chica de cabello y ojos castaños, con mejillas rosas, agobiada, preocupada porque haría mañana, el próximo año, o como se sentiría ¿Feliz? ¿Triste? ¿O seguiría preocupada de aquí a un año?

— Claro que lo hago — Dió su respuesta, intentando sonar tranquilo —. ¿Es algo inevitable, no? A veces bastante molesto, pensar en que tendremos que hacer y que podemos o no.

— Y cuando despiertas cada mañana... — Ella habló nuevamente —. Te das cuenta de que en realidad, hay más de lo que no puedes hacer, que lo que si — Esta vez, ella habló algo enojada —. De que has perdido mucho tiempo valioso.

Cuando ella usaba ese tono, mayormente era para castigarse a sí misma. Lo recordaba, a una Ochako pinchando sus manos con agresividad mientras se reclamaba a si misma por lo que ella no tenía lo culpa, de lo que sí y de lo que ella quería culparse. "Una forma de auto castigarse" ella le dijo en ese entonces cuando él le preguntó.

Lo siento, Uraraka-san.

Entonces la escuchó quejarse al otro lado de la pared, un quejido reprimido.

— No pinches tus manos.

— ¿¡C-como tú...!?

¿Cómo él podía ayudar a esta chica?

¿Por qué quería seguir haciéndolo?

Ochako.

— ¿Vas a salir?

Ochako ajustó su gorra deportiva al mismo tiempo que guardaba unas cosas en su bolso. Vistiendo esta vez una linda ropa abrigada, Ochako estaba lista para salir.

— Muchas de mis cosas quedaron en el apartamento que compartía con Bakugou — acomodó su cabello un poco con sus dedos —. Regresaré más tarde.

— ¿Estarás bien? — preguntó Deku nuevamente, esta vez con un eje de preocupación y duda en su voz. Lo volteó a ver y lo vio tomando una taza de té, mirándola con el ceño fruncido.

— Estaré perfectamente, no te preocupes. Es mejor enfrentarlo temprano que tarde — Sonrió cálidamente, entonces se dirigió a la puerta.

Después de estar afuera se detuvo por un momento. Iba a volver, eso era seguro, pero sentía un leve toque de ansiedad en sus emociones al salir de ese apartamento. Era extraño, y nada placentero. Sacudió sus pensamientos y se concentró en lo que vendría, la conversación de anoche con Deku había calmado un poco sus nervios y su ansiedad reciente, si es que eso era una conversación, pero él la había escuchado. Y eso la hizo sentir bien.

— Muy bien, Ochako. Puedes hacer esto.

Estar frente a aquella puerta le trajo recuerdos, si la tocaba, iba a marcar el fin de aquella historia que compartió con Bakugou. No había sido romántica en su totalidad, en realidad tal vez ni siquiera era romántica, pero eso era algo que solo Bakugou y ella sabían mientras aparentaban frente a sus amigos. Ella lo había encontrado en un momento muy extraño de su vida, y sus emociones mezcladas y confundidas la llevaron a hacer un acuerdo con él. Dicho acuerdo marcó el inicio de aquella peculiar relación, pensó que si estaba con él algo cambiaría en ese entonces, muchas cosas cambiaron, pero no para su propio gusto.

Así que, de cierta manera no se sentía molesta porque terminara con ella, ese acuerdo no iba a ser para siempre.

Tocó la puerta. Después de unos cuantos segundos, él ya estaba frente a ella.

— Hola — Musitó Ochako con voz apenas audible, sus nervios la llevaron a tope en el último momento, al final no estaba completamente preparada para enfrentarlo después de todo.

— ¡Tu estás...! ¡Estuve llamando todo el tiempo! ¿¡Por qué mierda no respondías?! ¿¡Dónde tú...?! — Él exclamaba, como siempre lo hacía, vió como su cara tensa de repente empezó a suavizarse para después suspirar y pasar la mano por su cabello —. Hola.

Lo observó mejor, lucía tal y como antes de irse. El cabello desordenado y el ceño fruncido. Ochako ajustó su bolso a su hombro, una de sus manos sostenía fuertemente el mango de su maleta.

— Vengo a buscar las demás cosas que dejé aquí — Llevó su mano a un pliegue de su abrigo, buscando algo que sostener, sus nervios estaban a tope —. Y a despedirme.

Trató de sonar lo más seria posible, no estuvo tan mal.

El rubio suspiró de nuevo, examinándola con la mirada.

— Entra.

Adentro divisó la cocina, había un plato de comida a la mitad. No pudo evitar recordar su mañana, antes de venir había desayunado panqueques con Deku, panqueques que él mismo hizo. Se sintió avergonzada de pensar que se levantó después que él y que además, él había hecho desayuno también para ella.

Bakugou no dijo otra palabra y la dejó en la libertad de entrar y buscar sus cosas, entró a su habitación y buscó rápidamente el resto de su ropa, zapatos y algunas otras cosas que ella tenía. Examinando lo que había guardado, buscó algo primordial entre su closet. Estaba resguardado en una caja pequeña y verde, lo sustuvo en sus manos y lo abrió. Bien, como lo había dejado, ese llavero de aquel super héroe rubio, sonriente y poderoso de ese programa. Ochako sonrió.

Terminando de guardar sus cosas volvió a la sala, Bakugou estaba mirando su teléfono hasta que divisó su presencia.

— Debo suponer que ya tienes donde quedarte — Fue lo que dijo, guardando su teléfono.

— Si. Yo encontré a alguien, bueno más bien me encontró a mí, es un amigo de hace tiempo, bueno ya no sé si somos amigos, amigos. Aunque... — La castaña se sentía ansiosa, sonreía tontamente y rascaba su nuca. Si seguía así haría un desajuste rápido de la paciencia de Bakugou.

— Oh por favor... ¡Solo di quien es! — Tal como pensó, Bakugou puso una cara de fastidio.

Ochako mordió sus labios y trató de calmarse.

— Es Deku...

La cara de Bakugou pasó de fastidio a sorpresa por unos cuantos segundos, giró su vista hacia otro lado, mirando fijamente la ventana grande del apartamento que daba la vista de la ciudad.

Ochako miró el suelo ansiosa. Pensó entonces en cuando se fue después de que él terminara con ella, si, estaba enojada en ese momento. Pero aún más que eso estaba asustada, se había acostumbrado a la rutina, a no correr riesgos de algún cambio en su vida. En otras palabras, aunque estuviera con él, se había acostumbrado a no seguir un rumbo.

Tal vez Bakugou se había sentido de la misma manera, pero él fue el primero en darse cuenta de que no podían seguir así, que había que cortar esa costumbre. Ochako aún tenía miedo, entre ellos dos, Bakugou era un chico que sabía que haría mañana, ella era una chica que tenía miedo de hacer algo riesgoso mañana que alterara las cosas.

Podía ser el momento de escuchar lo que tenía que decir ese día, estaba dispuesta a entender esta vez.

— Bakugou-kun — Se acercó a él lentamente con las manos metidas en sus bolsillos, lo miró con una sonrisa —. Si estás dispuesto, me gustaría escuchar lo que tenías que decir.

Izuku

¿Debería ir a buscarla?

Izuku no tenía idea de cuántas veces había volteado a ver la puerta, esperando.

Caminó de un lado a otro, inquieto. Estaba nevando afuera, ya casi estaba anocheciendo ¿Que tal si hubo una tranca por la nieve en su camino? O podía estar de nuevo perdida, sola y a punto de resfriarse otra vez.

Detuvo sus pensamientos negando con la cabeza, últimamente se sentía un poco paranoico.

— Cálmate, Izuku — Murmuró para sí mismo, llevó una mano a su barbilla —. Seguro en este momento está en la estación.

Llevó su vista nuevamente a la puerta. Nada.

— ¡Ahg! — Dejó un quejido al aire y se lanzó de cara abajo sobre el sofá —. ¿Por qué estoy tan preocupado de todos modos? ¿Qué me pasa?

¿Por qué quiero seguir ayudándola?

Tirado desde el sofá, observó su teléfono en la mesa de café que estaba en el centro, vibrando, para luego dar paso al tono de notificaciones. Con pocos ánimos estiró su brazo para alcanzar su teléfono, lo que fue mala idea después, cuando terminó arrastrando parte de su cuerpo y cayó en el piso.

— Ouch... — Se quejó, desde el piso, alcanzó su teléfono.

Era un mensaje de Tenko en el grupo. Una foto de él y su mascota juntos con una rebanada de pizza en la mano. Igual que siempre, a Tenko le encantaba subir fotos de él y su mascota. Respondió con un sticker de perrito hambriento.

De repente sintió hambre, probablemente haber visto la rebanada de pizza le hizo recordar que ya era hora de la cena. No sabía si podría comer tan tranquilo con ella sin regresar todavía.

Cena... Pizza.

Está vez con entusiasmo, se incorporó en el suelo y marcó de prisa en su teléfono. Escuchó el tono con impaciencia.

— ¿Hola? Quisiera pedir una pizza grande — Habló dando los detalles —. No se preocupe por el número de piso, esperaré en la entrada.

Esperaba que esto pudiera calmarlo un poco.

Y no hablaba de la pizza.

Metió las manos en los bolsillos de su abrigo buscando calor, moviéndose de un lado a otro en la entrada inquietamente, si. Su inquietud lo había llevado hasta aquí, a esperarla en la entrada del edificio, se sentía un poco estúpido pero Izuku dudaba que pudiera permanecer un segundo más en el apartamento a la espera. Y no podía decirse a si mismo que estaba aquí por la pizza, porque había venido hasta abajo usando esa excusa.

— Deku-san — Oyó una voz tierna y conocida al lado de él.

Miró hacia abajo y se encontró con la mirada curiosa de una bastante abrigada Eri, y bastante era poco, la pequeña parecía más una bola de ropa y apenas se podía ver su tierna cara.

— ¡Eri-chan, buenas noches! — Respondió sonriente y se agachó a su altura —. ¿Que haces aquí abajo sola?

— Estamos jugando a los héroes mientras esperamos a papá — La sonriente Eri señaló a las escaleras — Debe estar bajando.

— Que divertido, yo solía jugar mucho de pequeño. Pero no deberías estar afuera, hace mucho frío.

— Pero Deku-San, tu también estás afuera — Eri lo miró esta vez con una mirada acusadora.

— No, es que yo... — No sabía que decir.

— Déjalo Eri, seguramente está esperando a su novia — Habló Shinsou acercándose a la puerta de entrada —. Buenas noches.

— Shinsou-kun, ya dije que no es lo que parecía — El peliverde se incorporó cubriendo su cara con una mano, avergonzado.

Ciertamente no era lo que parecía, pero ahora ¿Cómo explicaba lo que pasó después? Desde aquí por un tiempo, Shinsou, Ochako, y él, iban a ser vecinos. Además, estaba el tema de sus amigos.

— ¿¡Deku-san tiene novia!? — Eri parecía más sorprendida que cualquiera —. ¿Es la linda chica de mejillas rosas? La vi salir de su apartamento esta mañana ¿Se casarán? ¿Ustedes tendrán hijos como mis padres?

Izuku comenzó a toser.

— Ella no va a parar de preguntarte hasta que respondas todas sus preguntas — El peli morado agregó con una sonrisa burlona.

— No es mi novia Eri-chan, si, es esa chica, pero no es mi novia — Tragó saliva, entre todas las personas, tenía que ponerse nervioso por las preguntas de una niña pequeña —. No nos vamos a casar, tampoco tendremos... Tendremos hijos.

— Buuu... Ustedes deberían casarse, así si tienen hijos, yo tendría con quien jugar — Señaló a Shinsou —. Shinsou siempre juega a que es una estatua durmiente y no es divertido.

— Bien, entonces deberías dejarle esa responsabilidad a Shinsou-kun — Sugirió Deku, sonriendo divertido.

— Ni de chiste.

— Algún día tendrás que darle sobrinos — Siguió.

— Preferiría ser padrastro.

Shinsou y Eri eran hermanos, no biológicos, ambos adoptados por la misma familia. Cuando Izuku había llegado a vivir a este edificio Eri apenas tenía cuatro años, pero ella era realmente inteligente y una niña muy virtuosa. Shinsou tenía su edad, pero cuando lo conoció era introvertido y callado, un poco arisco algunas veces. Tomando confianza con los años se volvió un burlón y bromista con él.

Mientras escuchaba a Eri y Shinsou decir una cosa tras la otra, observó de nuevo afuera en busca de verla llegar. Aún nada ¿Era momento de ir a buscarla por sí mismo? Y para completar, ni siquiera le había pedido su número telefónico aún.

Quizá se habría visto en la necesidad de buscarla llamando a Kacchan, si no fuera por la silueta femenina que dió su aparición afuera al mismo lugar donde el estaba mirando. Ochako, con una maleta en la mano y sosteniendo su teléfono en la otra mientras caminaba hacia donde él estaba. Un golpe de alivio lo invadió y toda su inquietud se desvaneció, aún sin saber porque se sentía tan intranquilo hace tan solo unos segundos, tan solo verla llegar lo hizo sentir en paz.

— ¿Deku? — Al parecer ella se había dado cuenta de su presencia también, en cuanto lo vio, corrió hacia él un poco torpe, este acto lo hizo reír suavemente, su corazón dió un vuelco —. ¿Por qué no estás en el apartamento?

Sintió la mirada curiosa de Eri y la burlona de Shinsou tan solo detrás de él.

— Yo estaba... — Izuku se pausó a sí mismo, trató de pensar con claridad.

No debía soltar su lengua en ese momento ¿Decirle que estaba esperándola? No podía hacerlo. Tampoco debía sentirse emocionado porque ella regresara pero eso era lo que más sentía ahora mismo.

Se escuchó el rugido suave de una motoneta cerca, fue cuando Izuku recordó su pobre excusa.

— Esperando una pizza, para cenar — Trató de dar la cara más sincera del mundo pero la risa de Shinsou a su lado no ayudaba — Él es Shinsou Hitoshi mi... Ahora nuestro vecino, y su hermanita Eri-Chan — Los señaló a cada uno —. Ya regreso, voy por la entrega.

Era una retirada estratégica.

Ochako.

— Es un placer conocerlos, soy Ochako Uraraka — La castaña sonrió cálidamente presentándose, el rosado de sus mejillas hizo un círculo en estas —. Estaré viviendo aquí un tiempo.

— Es un placer — El chico de cabello gris azulado carraspeó su garganta, a primera vista para Ochako parecía un chico cansado debido a las ojeras bajo sus ojos —. ¿Con aquí te refieres en el apartamento de Midoriya? Nosotros vivimos al frente.

— Que genial, es bueno tenerlos tan cerca, aunque... — Ochako rascó su nuca —. No me quedaré mucho tiempo, solo estaré aquí hasta que busque otro lugar donde vivir.

— Vaya, espero que podamos...

— ¿¡No te quedarás?! — Eri interrumpió a su hermano, usando un tono decepcionado —. Pero ¿No te casarás con Deku-san? ¿No es por eso que vivirás con él?

— ¿¡Ca-sa-sarme?! — Ochako comenzó a toser de repente.

Deku llegó con una caja grande de pizza, después de ambos despedirse de los ahora conocidos vecinos tomaron el ascensor. Adentro, Ochako pudo sentir el olor de la pizza y se sintió hambrienta, la charla con Bakugou había resultado un poco larga, para cuando terminó ya era de noche y ella había perdido un tren en la estación.

La charla, había sido bueno hablar. Bueno, en realidad se trató más de escuchar lo que Bakugou tenía que decir, ella solamente estuvo como receptora. El tema abarcó mucho del pasado, y tal y como ella había pensado, Bakugou quería avanzar adelante esta vez, sin escapar. Y eso no era lo único, él quería hacerlo con alguien más.

Alguien que ella conocía muy bien.

La castaña se vio pensativa respecto a mucho después, Bakugou estaba siendo valiente esta vez y quería saltar, recuperar el tiempo perdido que pudo haber gastado tratando de lidiar con el rechazo o intentando nuevamente conseguir el corazón de esa persona. Ella se sentía una cobarde.

— ¿Estás bien?

La voz de Deku la retiró de sus pensamientos, lo miró, él la miraba también, con ojos preocupados. Sus cejas hacían un arco doblado encima de sus ojos esmeralda. Por unos momentos Ochako se perdió en ellos.

Seguían siendo los ojos más hermosos que había visto en su vida. Probablemente lo serían siempre.

— Lo estaré — Fue lo que respondió, encogiéndose de hombros.

— No sé si me gusta esa respuesta — Deku dejó la caja de pizza encima de el comedor y se acercó a ella nuevamente, sus manos estaban guardadas en los bolsillos de su abrigo —. Algo pasó cuando fuiste a ver a Kacchan — Él concluyó.

— Bueno, no diría que algo realmente pasó, solo hablamos — Trataba de sonreír, pero era imposible.

— Uraraka-san, está bien, puedes hablar, decir cómo te sientes, y si no quieres hacerlo también está bien — Deku sonrió, gentilmente.

Se sintió débil.

Débil frente a Deku.

Su voz, su trato, su forma de mirarla y sonreírle diciendo que estaba bien. Era algo que la hacía sentir con ganas de contarle cada cosa que quisiera decir hasta cansarse, sin temer a qué él se ahogara con sus sentimientos.

Pero ella no podía hacer eso, ya era suficiente, él estaba siendo tan amable, tan dulce con ella desde que se volvieron a encontrar, y ella no quería agobiarlo más con sus problemas. Se sintió entonces arrepentida por contarle anoche sus preocupaciones.

— ¿Comemos algo de pizza? Realmente quería hacer una cena normal aunque...

Pero al menos... Quería sentir su amabilidad un poco más.

— ¿Puedo abrazarte? — Ella preguntó, lo miró fijamente.

La pregunta, que sonaba más como una petición, vino sin más.

Ochako observó a Deku quedarse atónito y paralizado por unos segundos, sus ojos estaban algo ensanchados probablemente por la repentina pregunta. Ochako quiso arrepentirse de su arrebato, pero no pudo. En verdad quería que dijera que sí.

Finalmente, Deku le sonrió nuevamente, dulce y reconfortante, sacó las manos de sus bolsillos.

— Si realmente lo necesitas.

Joder, que si que lo necesito.

Ella se acercó con calma a él, Deku permaneció en el mismo lugar en la misma posición, se dió cuenta de cuánto había crecido, solían ser casi del mismo tamaño, ahora él era más alto que ella por lo que al hundir su cabeza en su pecho esta le llegaba a sus hombros. Ochako aferró sus manos a su abrigo haciendo con ellas un puño y hundió su nariz en su pecho.

Ella sabía lo bien que olía Deku, su camiseta olía como él, un aroma tan agradable. Apartó el abrigo para aferrarse más a su camiseta y dirigió sus manos a su espalda para atraerlo más hacia ella.

Sintió los brazos de Deku pasar debajo de los hombros de ella para reposar en su espalda, dejando apoyar su mejilla contra su cabeza. Ochako podía sentir su respiración haciendo aire sobre su cabello. Se sentía tan bien, tan reconfortante, la castaña sintió que todas sus preocupaciones y la causa de ellas se iban allí mismo, podía sentirlo a él y su amabilidad en este. Y ella quería dar su agradecimiento y descargarse de sus emociones mientras se hundía en él, y eso con solo un abrazo.

Ella podía quedarse en sus brazos para siempre.

Sentía ganas de decir mucho, recordó entonces que Deku no había hablado al respecto sobre nada de lo que pasó desde antes de no volverse a ver ¿Tal vez no quería hablarlo? ¿Estaba ignorando el tema?

El motivo por el que se distanciaron. Estúpido motivo, quería que desapareciera de la historia. Tan solo quería quedarse allí y soltar mucho de lo que había guardado todo este tiempo en lo profundo de sus emociones. Quería decir mucho desde que se despertó ayer en su cama y lo encontró durmiendo en la orilla.

Ella no podría decirlo todo...

— Te eché de menos, Deku-kun.

Pero al menos podía decir una verdad.


Muchas gracias por su apoyo y sus lindos comentarios, lamento tardar mucho publicando y también el no poder responder a sus reviews. No cuento con internet en mi casa en este momento y pues los datos no son muy buenos xD

Aún así he leído sus reviews y me animan mucho a escribir cada capítulo, espero puedan seguir esta historia y que les esté gustando.