ADV.Ningún personaje me pertenece y solo los uso con fines de diversión.
Universo Alterno
Yaoi, relación chico chcho
Trataré de no alargarlo tarme mucho en los episdios.
Comentarios, dudas quejas, aqui mismo.
Las crónicas de la Casa de Madame Sahori.
Crónica primera -Loki-
Fugitivos
Comenzare mi relato, no por el principio porque entonces me tomaría la mitad de la historia, comenzaré en la parte mas interesante, pero no por ello prometo que será feliz. Dejaré que ustedes mismos lo averigüen.
Mi nombre es Loki D'Garm y deje el hermoso pueblo que me vio nacer y crecer hace ya dos décadas, para unirme a las filas de cientos de jóvenes que como yo viajaban a la gran urbe de París en busca de fama y fortuna. Aunque en mi caso, por algo de dinero para ayudar a mis ancianos padres.
Era el verano de 1887 cuando llegue a la enorme urbe, estaba atardeciendo y los colores rojizos pintaban la ciudad gris de tonos mas amargos, como rechazando a los recién llegados, una vista en verdad agobiante y a veces agresiva. El carruaje me dejo en una plaza aledaña a "les inocents", un hermoso jardín debía ser con plena luz del día, con sus árboles cargados de flores y verdes hojas, rodeados de un perfume veraniego sin par. Desafortunadamente, no era el momento apropiado para quedarme y admirar el jardín, no. Debía buscar un alojamiento para esa noche, que aunque eran tibias las noches en esa época, los ladrones abundan en demasía.
Eche a andar hacia el este, siguiendo mi buen criterio, andando entre calles de todo tipo de estilos, en una deliciosa mezcla de clases, en las calles se veían señores ricamente ataviados caminando entre gente humilde. Mi natural asombro ante lo nuevo y lo hermoso, me sumergió en un mundo de glamur insospechado para mi inocencia.
Bien, la buena suerte me llevó a una casa de huéspedes que encajaba a la perfección de mi economía, la señora que lo atendía en ciertos gestos me recordaba a mi abuela fallecida, por cierto de una enfermedad crónica que mi madre trató desesperadamente de aliviar y la arrastró inevitablemente al hoyo en el que nos encontrábamos.
Los primeros dos días fueron un verdadero infierno, los pocos trabajos estaban muy peleados, una vez tuve que madrugar y llegar a una fabrica donde otros cientos de trabajadores como yo, luchando por una oportunidad para trabajar, en la entrada de dicha fabrica esperábamos pacientemente al capataz y cuando este se digno en salir, todos los hombres se arremolinaron estallando en gritos sordos "eligame a mi", "mi madre esta enferma", "tengo dos niños pequeños". En medio de ese caos no me resistí a imitarlos, dos personas mas salieron poco después y se pararon al lado del capataz, con un par de llaves de mecánica hicieron un estentóreo sonido lo cual nos calló al instante, el capataz comenzó " tu, tu , tu", escogió unos 10 hombres de muy enfrente, los dejo entrar y al resto nos miró con ojos compasivo, "lo siento ya no hay más" dijo como diciendo que nos largásemos del lugar.
Todos mis esfuerzos el día tercero de mi estadía en París se vieron diezmados en cuanto cruce la entrada del pequeño lugar. La dueña del lugar comprendió en el lapso de esos dos días que gente como yo éramos inevitablemente un negocio, una fuente de ingresos y nos subió el alquiler a varios inquilinos, a mas del triple a mi saber.
Un chico rubio, al mi parecer extranjero por sus palabras, peleaba acaloradamente con la dueña justo en el momento en que entraba, creo que nunca olvidare aquella inflamada discusión en muchos años más. En particular la forma del hombre por gritarle palabrotas en lengua extranjera, la señora no tenia idea de cómo regresárselas y solo se enrojecía de coraje. Años después me entere por boca de amigos, que aquel vistoso personaje era de origen ruso..
Creo que solo dure unos minutos viendo esa discusión cuando esta llegó al final y el chico ruso se giró y caminó hacia donde yo estaba, es decir la única entrada del edificio. Me vio unos minutos aun enfadado y me tomo del brazo sacándome del lugar sin decir una sola palabra.
A pesar de que según yo, el chico era un poco más bajo que yo y ligeramente mas delgado logró sin ningún esfuerzo alguno arrastrarme media docenas de cuadras sin decir una sola palabra y aunque pase cierta vergüenza, él siguió conmigo tratando de escaparme.
Se paró de improviso frente a una reja con gariboleados en los adornos de la punta y en la parte de la cerradura, atrás de la terrorífica reja se extendía un corto patio con rosas y arbustos custodios de un único camino de adoquines hacia la entrada de lo que era una casa antigua. Algo austera en ciertas parte de la fachada pero exagerada de adornos en otros. El ruso abrió la puerta antes de que lo notara y para variar me arrastró dentro, note que su rostro se ponía duro a cada paso que nos acercaba a la entrada.
El sol del ocaso le dio a la fachada un aire sombrío, casi aterrador, solo había una puerta bajo un pórtico y un par de ventanas discretamente dispuestas a los lados, en las esquinas de la casa sobre las cornisas distinguí un par de figuras espléndidamente logradas y a la vez que me llenaban de asombro hacían temblar todo mi cuerpo, eran gárgolas con cara de dragón, garras enormes y un cuerpo atrapado dentro del edificio tratando de escapar. Me pareció ver que había otras ventanas en la planta alta, pero, solo era el recuerdo de ellas, estaban tapiadas y decoradas frugalmente como el resto del edificio.
-me han dicho que aquí podemos trabajar y ganar dinero suficiente – me dijo parándose en la puerta, su voz me sonó fría y muy resuelta, en un principio no entendía lo que él trataba conmigo, pero al oír la palabra "ganar" me detuvo de hacer muchas preguntas, que la verdad no me arrepiento de no haberlas echas en su momento, todas me fueron respondido en los días consecuentes.
Llamó a la puerta de un modo pausado tantas veces como le fue posible hasta que contestaron, una figura obscura abrió y nos invito a adentrarnos. El primer pasillo conducía a tres lugares, a la derecha a una estancia cubierta por una cortina de terciopelo color vino, enfrente unas escaleras decoradas con rojo y oro, el pasamanos tenia hermosas figuras de flores y a mi izquierda a una sala de la cual salía un humo denso en tonos grises y blancos, el aroma era demasiado tóxico para mi, y no pude evitar toser, así mirando el suelo, tapiado de una alfombra igualmente color vino adornos plateados junto a las paredes, tapizadas de bandas rosadas y crema.
Aquella figura nos invito a pasar a la estancia de la izquierda, el ruso avanzó primero y le seguí vacilante. La sala tenia al menos tres juegos de muebles de sala, sofás, sillones, mesitas de té, todos idénticos y hermosos, con un exquisito terciopelo adornando cada pieza. Los dos primeros juegos de muebles estaban ocupados por señoritas muy bellas que conversaban animosamente con caballeros de alta sociedad, una segunda mirada también me permitió ver que había hermosos jóvenes, de menor edad a los caballeros, tomaban té y comían galletas, fumaban opio e intercambian puros. El aroma del opio es lo que más recuerdo de casa de mis abuelos y me dieron terribles nauseas. El rubio me jaló hacia el tercer juego de sala donde esperaba una doncella de cabellos lavandas, un tocado demasiado exagerado para mi gusto, aunque hacia juego con sus ojos lavanda.
-Sabia que te volvería a ver – sonrío la chica haciendo un gesto para que nos sentáramos, su sonrisa me puso aun mas nervioso. Hasta ese entonces no me había podido escapar del rubio, y en ese instante al dejar de sentir su mano apretando los músculos de mi brazo pude hacerlo. Pero no lo hice, tenia curiosidad supongo.
-y veo que trajiste un amigo Hyoga – añadió con voz tranquila la joven, ahora sabia el nombre de mi ruso amigo. El asintió en silencio, su rostro seguía frío y severo.
-¿esta en pie el acuerdo? – pronunció rápidamente con su acento el rubio, ella alzó una copa de te recién traída por unas mozitas de cabello negro en trajes negros, dio un par de sorbos y sonrío.
-Solo para ti – contestó, sentí la mirada de la chica posarse en mi –y tu amigo claro – de pronto me sentí incomodo por su forma de mirarme, era, como si disfrutase viéndome, y no precisamente a la cara.
Ella dejo la taza de te mirándonos, se puso de pie con un gesto elegante, nos invito a seguirla, claramente el ruso le tomo del brazo haciéndola que girarse, el suave rumor que reinaba en la estancia paró de momento. Entendí que ella era una persona importante en esa "casa"
-¿qué hay de Shun? – fue lo que él preguntó, ella se liberó fácilmente, esbozando una enorme sonrisa, su entallado y elaborado vestido blanco flotó cuando ella siguió avanzando, eso enfadó al rubio, y no pude evitar seguirlos. Salimos de esa sala y llegamos al pasillo, allí nuevamente Hyoga la tomó del brazo pronunciado su nombre en una voz muy suave pero exigente.
-Sahori... – ella volvió a sonreír, pero su gesto se volvió severo y molesto, abrió la cortina de terciopelo introduciéndose en esa estancia, el ruso me tomó del brazo nuevamente jalándome dentro, como pensando que me iba a escapar o algo así. La estancia era a mi parecer grande pero jamás lo sabré con certeza, estaba a obscuro y se olía un delicioso aroma a jazmín, creí oír gemidos o algo por el estilo, era bajo y además había un sonido de violines muy suave que difícilmente se percibía desde el pasillo. Aquella joven nos llevo al otro lado de la estancia hasta otra pequeña habitación. Un cuarto pequeño que mas bien parecía un guardarropa.
Los ojos violetas se posaron nuevamente en el ruso y hecho a reír. –A partir de aquí, ya no hay vuelta atrás¿están seguros? – Yo quede extrañado, iba decir algo pero Hyoga se me adelanto callándome y sin tiempo a protestas.
-Solo cumple con tu parte de trato y trabajaremos – fue lo que dijo y él abrió la otra puerta. Esta conducía a otro pasillo mas largo rodeado de diversas puertas. Solo había una lámpara de aceite irradiando todo el pasillo.
-Siempre lo hago – dijo ella en voz de susurro y se apresuro a andar por el pasillo, el ruso me jaló del brazo nuevamente, cerrando la puerta tras de nosotros. Sentí que en ese momento ya no había vuelta atrás, los escalofríos recorrieron mi espalda uno tras otro conforme pasábamos las puerta en extraño sentido.
Las puertas estaban numeradas de forma aleatoria, no entendía el porque de ese arreglo, pero no tarde en hacerlo. Esa dama cuyo nombre era Sahori se detuvo en una puerta marcada con el número 6, ella sacó de sus ropas un manojo de llaves, revolviéndolas hasta encontrar la adecuada. Abrió la puerta y me jaló dentro metiéndome por la fuerza.
-será tu compañero, enséñale todo para esta noche – habló de una manera muy soberbia antes de cerrar la puerta, y bien clarito oí cuando ponía cerrojo con la llave del otro lado. Me quede mirando la puerta de aquella habitación, por la sorpresa de aquella chica no distinguí la intensa iluminación que había dentro.
Era una habitación sin mas decoración que el papel tapiz de las paredes, flores de lis blancas en fondo crema tenían bandas rosadas en el techo, a la altura de mi cintura y a mis pies. Era una habitación de dimensiones medianas iluminada por un par lámparas en cada esquina, había también un ropero de la misma altura que la habitación, adornado por tallas de flores que no pude reconocer, pero sin duda, hermosas.
-¿Quien eres?- una voz tímida habló quedamente tras de mi, me gire intrigado, había algo en esa voz que despertó mi curiosidad.
La voz pertenecía a un chico mucho más joven que yo, casi unos cuatro o cinco años, su cara parecía casi la de un niño, aunque sus ojos azul acuamarina reflejaban mucho mas experiencia. Sus cabellos de un color dorado casi platinado le daban un aire casi angelical.
No lo supe con seguridad pero en ese momento, no pude apartar mis ojos del muchacho logrando confundir mis sentidos.
Un sonido curioso comenzó, era el abrir de la cerradura en la puerta con una llave, aunque con cierto trabajo pero rápido no me dio tiempo de reaccionar. Alguien abrió la puerta detrás de mi, empujándome hacia adelante.
-Su majestad, a prisa- una voz jovial acompañó una bellisicima chica rubia recién aparecida por el umbral de la puerta, estaba ansiosa y preocupada por su amigo, según entendí. Ella tenia los ojos azules muy vivos, un cabello dorado tan largo que casi podría jurar que se arrastraba en el piso, usaba un vestido blanco sin mangas y un escote medio atrevido, en la cintura traía algo amarrado, unas telas de colores sin forma que destacaban poco su figura. Cerró la puerta detrás, parecía una rutina de varios años perfeccionada meticulosamente. La hermosa joven rubia volvió a poner llave a la puerta y caminó hasta donde se encontraba el joven.
-Ay - exclamó ella desconcertada, el chico estaba en pijama. La chica rubio miró al otro chico con ternura y él desvío la mirada, como si sintiera vergüenza de que les estuviese viendo alguien mas, un completo desconocido. Ella entendió el gesto y se volvió a buscar que era lo que causaba aquella actitud en el joven. Me vio, sus ojos celestes se clavaron en mi con furia, estaba seguro que ella me sacaría de la habitación, pero no fue así, al contrario su mirada se suavizó y me tomó de las manos.
-Tu debes ser el nuevo compañero de Frey. -comenzó su charla rápidamente -Dime¿cual es u nombre? y ¿que te dijo la "bruja"? - su tono dulce de voz pronto me empalago los oídos, estaba decidido a contestar sus preguntas a cambio de que respondiera algunas de mis propias dudas, como por ejemplo que era este lugar, quien era la bruja. Pero ella tenia mas prisa y tuve que dejar mis dudas para otro momento.
Ella me jaló y me llevó hasta el ropero -has llegado en muy buen momento - no pude responder ella abrió el mueble mostrando la ropa que había dentro. Debo confesar que nunca había visto ropa más elegantes en mi vida, ni ropas de chillones colores, tampoco había visto unos ganchos de los cuales colgaban tiras de telas y otros donde colgaban finos y hermosos abrigos. Me quede callado, atontado mientras la joven rubia sacaba aquellos trocitos de tela y me los ponía enfrente como si estuviese midiéndolos.
-Esto es lo único que hay para ti, por ser nuevo tendrás que esperar a que el sastre haga tu ropa – sencillamente concluyo entregándome un trocito de tela negra, parecía brillar mientras me lo ponía en mi mano, al terminar jaló al joven, obligándolo a bajar de la cama, a dejar las sabanas que con cierta timidez cubrían su cuerpo, por un instante creí que estaba desnudo e instintivamente me di la vuelta, aunque mi curiosidad me gritaba que viese, porque, si él estaba desnudo¿cómo es que ella podía hacerle todo eso con tanta familiaridad? Bueno la respuesta vino a mi mente, quizá son hermanos o quizá son pareja. Como fuese cualquiera de las dos no explicaba porque tenían bajo llave la habitación.
Al poco rato sentí las manos de la rubia, jalando mi abrigo y después mi camisa, me escandalice tratando de alejarme de ella y buscar una respuesta, ella volvió a hablar rápido con su melosa voz. –No puedes comenzar a trabajar así, tienes que desvestirte, y mientras lo haces, yo te voy untando liquido de esta botellita –
No creí que mis ojos se abriesen tanto en ese momento, estaba convencido que la botellita que tenia esa muchacha era aceite, de esos que a veces se compraban... las señoras de noche, esas damas que se ponían hermosos vestidos y seducían caballeros para pasar una buena noche. Retrocedí un poco más, por la idea que cruzaba en mi mente aunado con sus palabras.
-Yo no soy de esos – alegue abriendo la boca por primera vez desde que estaba en esa extraña casa, pero ella pareció importarle nada mis palabras, sujetó mi brazo izquierdo, el primero que había logrado desnudar de mi atuendo, dejo la botella en uno de sus bolsillos, o eso parecía, y comenzó a tallarme el brazo. No me defendí de eso esta vez, por que la visión del joven con la mirada gacha, al parecer su resignación y un sonrojo en las mejillas cautivadoras me hechizo de una forma que nunca pude reconocer en ese momento, su piel blanquecina parecía desprender un hermoso brillo en esa habitación de opacos colores e iluminación mediocre. Su cuerpo era delgado y se notaba claramente los huesos de las costillas, me recordó aquellos niños de mi pueblo que tenían poco para comer y pasaban muchos días de hambre. ¿Acaso en este lugar lo dejaban padecer hambre? No sabría la respuesta en ese momento, como todo lo demás.
-Verdad que es hermoso - Su voz rompió el encanto de ese momento, la observe detenidamente tratando de explicarme el porque de sus palabras. -me alegro que alguien hermoso como tu, sea el compañero de Frey-
-¿compañero? - escapó de mis labios un susurro llevando tanto mi sorpresa como duda.
-creo que estarás bien así - concluyó dirigiéndose a una pequeña gaveta. Vi entonces que la rubia me había despojados de mis prendas de mi torso y ahora portaba un ridículo moño en el cuello, mi piel brilla por el aceite. Diosas debí haber estado demasiado perdido en la belleza tímida que tenia delante mío, y aunque era un hombre era innegable que era demasiado hermoso.
Sentí en mi muñeca izquierda el frío del acero rodearla, la muchacha me había puesto un aro metálico a modo de pulsera, con un par de figurillas en cada extremo, cada figurilla remataba en un par de garras a modo de pequeños aros uno desprendía una fina cadena plateada rematada en otra pulsera igual a la mía y el otro aro en un complejo candado que cerraba la pulsera cómoda y perfectamente.
¡Estaba encadenado a ese hermoso joven!.
En un primer pensamiento me incomode demasiado, jamás había pasado por algo semejante, me sentí algo incomodo y molesto. Y proteste casi de inmediato.
-¿Que crees que estas haciendo?- fue lo único que pude formular y ella parecía de lo mas tranquila.
-Como compañero de Frey debes usar estas pulseras de plata- me dijo asegurándose que la pulsera del chico estuviese en su lugar y bien cerrada. -Ya están listos, debemos irnos-
La chica rubia paso por en medio de nosotros, evitando mi molesta mirada a la par que alzaba la cadenilla que me unía al chico. Rebuscó en sus bolsas y sacó una llave dorada, una pequeña y hermosa llave decorada muy barrocamente, una doncella desnuda con sus brazos abiertos sosteniendo un ojal mientras su caderas tomaban una forma curiosa y lo que deberían ser sus piernas son los dientes de la llave.
A partir de ese día llame a esa llave como "la llave de la doncella."
La puerta en silencio se abrió, la joven rubia la abrió con sumo cuidado, siempre mirando al joven Frey, como si estuviese evitando algo.
El corredor se extendía delante mío una ves mas, solo unas lámparas apartando levemente la oscuridad, mi mente jugo conmigo cruelmente pues me parecía que en el ambiente había un aroma intenso a incienso y otros fragantes perfumes, agradables si, pero hacían que mi cuerpo se relatara y mi mente comenzara a divagar entre lo irreal y lo real.
-Por aquí- susurró la rubia al salir ultimo de la habitación cerrando la puerta tras ella. Se adelantó a nosotros con paso rápido, Frey camino delante mío con semblante triste, jalando suavemente de la cadena que nos unía.
-¿A donde nos llevas?- inquirí a los primeros pasos.
-Pues a trabajar- respondió sin dirigirnos una sola mirada.
No articule sonido alguno, quizá por el tono que uso en su voz o fueron las palabras llenas de lógica. Después de todo, el ruso que me trajo y aquella señora habían dicho lo mismo.
En el ultimo doble de una esquina, apareció una diminuta puerta custodiada dos leones, uno a cada lado, sentados viendo al frente, vigilando al que llegara. Unas cortinas hacían de puerta, obscuras de un azul intenso y satín.
Un joven de cabellos grises apareció por un pasillo al costado de la puerta, estaba usando un corbatin parecido al mío, pero además lo que me dejo perplejo fue que usaba una especie de trusa diminuta de color negro y se veía muy cómodo... Desnudo!
Entonces nos miro con cara de sorpresa arreglándose el corbatin, sus ojos verdes contrastaban con su piel tostada y unas patillas como las mías.
-¿Es el nuevo?- preguntó, tenia un acento cantado, algo que nunca había oído antes.
-Claro que es el nuevo lindo- ronroneó otra voz, alguien que apareció del otro lado –Míralo, esta atado a su majestad.
Sin duda hice un mohín por el comentario, era la segunda vez que le llamaban así y el joven parecía resignarse más y más. Aquel Joven, por cierto tenia un curioso lunar bajo su ojo izquierdo enmarcado bellamente por su bucles azulinos.
Aquellos dos de frente se sonrieron, hicieron una tota caravana como una ceremonia compleja, se tomaron de la mano y cruzaron el umbral, me imaginé que sin duda debieron llevar una sonrisa amplia.
-Es su turno-oí la voz de la doncella rubia detrás de nosotros- déjate llevar por su majestad, él te ayudara. Hoy es un día magnifico, Monsieur Enfers trajo a gente importante.
Continuara…..
