Emma en verdad, en verdad, era única. Era una forma también de decir que era extraña, fuera de lo común, extraordinaria... Y más.
Después de todo, no era tímida... Más bien, era bastante extrovertida. Pues parecía que se amistó con casi todos en el refugio, incluso con Ayshe.
Y hablando de Ayshe…
Le seguía pareciendo curioso el que ella siguiera trabajando bajo su mando, después de todo, la tuvo amenazada con matar a su padre a quien capturó.
¿Qué? ¿Acaso creyeron que lo mataría indiscriminadamente? Claro que no.
Si bien admitía que haberla amenazado no fue lo mejor, realmente había sido de ayuda que ella trabajara para él. Y por ello, luego de matar a la realeza, las casas regentes, liberó a su padre, a quién le fue concedido una copa con la sangre de Mujika; siendo al final ella, coronada como la reina de todos los demonios.
Que también en un principio estuvo tentado a matarla, pero, si ella tenía la "sangre maldita" en la que no requerirían comer carne de niños ganado para mantener su forma. Entonces, únicamente, ella debía dar su sangre a los demás, al igual que su acompañante y protector, Sonju.
Igual y, Mujika no era alguien desagradable. Todo lo contrario.
— Gracias por la ayuda, Mujika. Disculpa por las molestias causadas, sabiendo que estás ocupada en estos momentos — le agradeció Ray, con una breve reverencia. Ella le sonrió.
— No te preocupes, no es molestia en absoluto. De hecho, me alegra poder ser de ayuda.
— Bien... Tengo entendido que las plantaciones cerraron luego de que fueses coronada reina por el archiduque Lewis. Además de que, muchos tomaron de tu sangre para ya no depender de la carne humana — adoptó una postura pensativa, mirándola de vez en cuando —. ¿Todavía quedan niños en las antiguas plantaciones?
— Mmm... Pienso que sí, después de todo, en este mundo no podrían valerse por sí mismos.
— Aunque también está el asunto de que muchas de las Mamás poseen esos chips implantados... ¿Has sabido de Mamás muriendo así de la nada?
— Nada de eso me ha sido notificado... Creo que se debe a que ya nadie controla las centrales. Pero, no es nada seguro.
— Supongo que deberé revisar más tarde... Pero, volviendo al tema de los niños ganado... ¿Sabes cuáles plantaciones aún tienen niños?
—... Grace Field, y las demás plantaciones de al lado.
Ah, Grace Field...
— ¿Son las únicas?
— Que yo conozca, sí. Disculpa por no saber más para ayudar.
— Descuide, realmente ha sido de ayuda lo que me mencionó.
Mujika sonrió.
— Me alegro... Perdone mi curiosidad, pero, ¿A qué se debe su pregunta respecto a las plantaciones? ¿Planea seguir rescatando a más niños para el refugio?
— Algo así... Lo hago por — le resultaba fácil decirlo con Yuugo o cuando se burlaba de ella, pero, frente a la reina —… Por mi... Esposa.
Mujika lo miró con sorpresa.
— ¿Se casó?
— Digamos que sí.
— Mis felicitaciones, Ray.
— Gracias — peinó su fleco hacia atrás, pensando en que tendría que volver al lugar donde fue criado... Y dónde perdió a Norman y su familia. Era un tema, complicado, hasta el día de hoy —… Le dije a ella que buscaría a sus hijos, aunque no sabemos si ellos sigan con vida.
—... ¿Qué haría si no los encuentra?
Él suspiró.
— Eso he estado pensando desde que regresé con ella... Y la verdad es que reponerle los hijos, comienza a ser una opción.
— Rezaré por su bienestar y porque puedan hallarlos.
— Gracias, Mujika.
Luego de la reunión con la reina, Ray suspiró, acostándose en el sillón de la oficina, masajeándose el puente de su nariz. Realmente resultaba problemático el ir a las plantaciones y de paso, averiguar si los hijos de Emma estaban con vida o no.
Y la verdad es que, una pequeña parte de él, no quería verla sumida en la miseria. Él ya había pasado por ello cuando fue cosechado, dejando atrás a Norman.
A quién no pudo salvar.
Y sin evitarlo, termina por dormirse.
Al cabo de unos minutos, Emma toca la puerta, pero al no recibir respuesta, decide entrar, hallándolo dormido en uno de los sillones de ahí; por un momento se pregunta si debe o no despertarlo.
Quería preguntarle respecto a aquella chica, o demonio, que había visto salir. La verdad era que no se miraba desagradable o prepotente, sino amable y delicada; le daba curiosidad lo que había pasado y de lo que habían hablado. Pero Ray estaba dormido, y no le quedaba otra más que esperar.
Se sentó en el suelo tapizado, cerca de donde Ray dormía. Se veía tan apacible mientras dormía, no inocente pero, sí vulnerable; y guiada por la curiosidad y tentación, alzó un poco de su flequillo, aunque lo bajó de inmediato al pensar que sería mejor si él estuviese despierto.
Así podría mirar la opaca amatista... Que comenzaba a gustarle en secreto.
Puso ambos brazos para su comodidad por dónde Ray dormía, y recostó su cabeza, sonriendo ligeramente.
Y así, cayó rendida al sueño.
Siendo que más al rato, Yuugo entrase y arropase a ambos, refunfuñando en voz baja lo irresponsable que eran ambos.
Pero, no pudiendo evitar sentir algo de ternura por ambos.
Y en silencio, Yuugo le pidió a Emma que cuidase de su hijo, para después retirarse y decirle a los que pasaban, que no se molestasen en ir a ver a William Minerva, pues este yacía descansando con su esposa.
