— Existe la probabilidad de que tus hijos se encuentren en la plantación 3, Grace Field House — comentó Ray, sentado en su escritorio, mirándola con seriedad.
A Emma le tembló levemente la mano que sostenía su taza de té, siendo que disimuladamente la tomase con ambas manos y le sonriera.
— ¿Grace Field House...?
— Es una probabilidad, no un hecho — dijo, mientras soltaba un suspiro cansado —. Ayer lo estuve hablando con la reina, y eso fue lo que dijo. Esas plantaciones todavía tienen niños, por lo que es una probabilidad.
— Ya veo... — tomó del té, tratando de calmarse.
Aunque para él, era notorio lo que causó en ella esa probabilidad. Miedo.
— Conozco cómo es Grace Field House, después de todo, yo me crie ahí — comentó él, desviando su mirada a uno de los papeles que tenía en el escritorio.
— Oh... Entonces, ¿Éramos como vecinos?
— ¿De qué plantación eras?
— De la 2... Siempre me pregunté porque Mamá nos decía sobre no cruzar cierto límite y por qué nuestros hermanos mayores nunca nos escribían luego de irse... No fue hasta que me tocó ser cosechada — tomó un sorbo del té, sintiendo el trago amargo, pese a que ese no era el sabor de la bebida —. Me preguntaron si yo quería ser una Mamá o cosecha... Realmente, estaba asustada. Pero sabía que ahí, no tenía escapatoria.
Y que todos mis hermanos morirían. Y que yo, no pude hacer nada para evitarlo.
— Pero las dos son igual de dolorosas, ¿O no? — la miró directamente a los ojos, su mirada muerta siendo seria —. Si hubieras sabido que todo era una dulce mentira desde un principio, ¿Aun así lo habrías hecho?
No mentía que se sentía intimidada, su mirada opaca, sin vida y la forma en la que le miraba cuál juez. Tragó saliva.
— Por supuesto que no — dejó la taza ya vacía en la mesa, mirándolo con firmeza —. Yo amaba a mi familia con todo mi corazón, y de haberlo sabido antes, hubiera buscado la forma de salvarlos a todos.
— Pero no lo sabías, y aún si lo supieran, ¿Ellos te hubieran ayudado realmente?
Una punzada a su corazón fue lo que sintió, mientras su determinación flaqueaba.
— Claramente tú nunca lo hubieras podido hacer sola, porque sin ayuda, no llegarías muy lejos. En absoluto — se levantó de su escritorio, yendo hasta ella, alzando su mentón para que le mirase a los ojos, al mismo tiempo que una sonrisa de medio lado aparecía en sus labios —. Si hubiéramos sido familia, Emma, ten la certeza de que te habría ayudado.
Y también, Norman, seguramente.
Acarició un momento su mentón con su pulgar, para luego irse a su escritorio a terminar el papeleo. Emma aún sentía la calidez de su gesto, que no hacía más que sonrojarla y dejarle intranquilo el pulso.
Ray era una persona muy extraña y enigmática, pensó Emma, mientras lo veía trabajar arduamente en su escritorio.
Aunque en un momento le chocó que le dijera sobre no haber podido salvar a su familia, se sintió realmente extraña cuando acarició su mentón suavemente. De hecho, todavía seguía teniendo la sensación de sus dedos ásperos pero delicados cuando le sostuvo del mentón, y le acarició.
Era tonto pero, era la primera vez que tenía una interacción de ese tipo con un hombre. Pues nunca tuvo interés en ello cuando era niña, y menos cuando era una jovencita.
Todavía se sonrojaba de vez en cuando, avergonzada, al recordar lo que le ofreció a Ray a cambio de su ayuda.
Cubrió su rostro con ambas manos. Había actuado de forma impulsiva, sin pensar en las consecuencias... O tal vez sí lo pensó pero... ¿Lo ignoró?
Todo era demasiado extraño para ella, pero, al mismo tiempo, interesante. O tal vez, ¿Agradable?
Únicamente sabía y admitía, que le gustaba cuando Ray le trataba diferente de los demás... Cómo si en verdad fuesen esposos. Cómo si aquello, no hubiese sido tan repentino y... Se hubiera dado natural.
— ¡Dios, Emma! ¿En qué estás pensando! ¡Pareces una niña imaginando que se casa y...! — abrió sus ojos a más no poder, sintiendo su sonrojo irse, al mismo tiempo que quitaba sus manos de su rostro. Con gesto asombrado —. No es posible...
— ¿Qué no es posible?
— Que tal vez me gustes... — se cubrió de inmediato la boca, mirando horrorizada a Ray. Quién la miraba con asombro, por no decir, estupefacto.
¿Cómo fue que se le olvidó que ella aún seguía en su oficina!
Ninguno supo que decir o responder ante tal confesión.
Nota: Lo que dijo Ray de ayudarla lo puse porque, pues es un Ray distinto al canónico. Entiéndanme (?).
