Ray siempre se culpó de nunca haber podido salvar a Norman.
Pese a su plan que pensaba, podía ser infalible, las cosas al final no salieron a su favor.
Su plan se vino abajo cuando su Mamá le dijo que mañana, en su "cumpleaños", sería cosechado. Que por ende, ya no le era útil.
Lo peor es que él no iba a ser precisamente cosechado para ser devorado, no. Tuvo la desgracia de ser llevado a Lambda, de la cual más tarde, conocería lo que significaba estar ahí.
Ser vigilado constantemente y a cada segundo, tener pruebas para verificar que tan inteligente y apto era para seguir ahí... Y sobre todo, ingerir pastillas dadas por los doctores de ahí.
Cada una peor que la anterior.
Y cuando había optado por rendirse, aquel hombre bajo el nombre de Smee, decidió que debía sacarlo a él y a cada niño que había en Lambda. Algo que sencillamente, no le interesaba, pues al único que quiso salvar fue a Norman.
¿Por qué debería salvar a los otros?
Y aun así, ignorando el hecho de que él no quería, Smee logró su cometido. Teniendo que pagar el precio a costa de su vida; Ray no podía creer que aquel hombre, en serio, dio su vida por salvarlo a él y a los demás. En verdad, no lo podía creer.
Miró a todos los niños que estaban ahí, detrás de él, a la espera de algo. Posiblemente, de un líder.
Tenía la opción de simplemente irse. Pero luego pensó que aquello no sería más una opción, e incluso si lo hiciera, no duraría ni un día afuera; debía quedarse con ellos, y de ser así, liderarlos.
Tal vez no tenía el mismo carisma que Norman, pero, si se esforzaba... Podía ser mejor que eso.
Tuvo sus tropiezos, pero, ahí estaban ellos, su equipo, para ayudarlo a levantarse. Y él también estuvo ahí, cuando ellos necesitaban levantarse.
Pudo desarrollar en ese momento, medicamentos que contrarrestaban los efectos secundarios de las drogas ingeridas o inyectadas en Lambda. No obstante, ellos y él, necesitaban de una cura definitiva.
Ahí fue donde conoció a Yuugo, y de paso, a los sobrevivientes de Goldy Pond. Los últimos, escondidos en lo que parecía una cueva subterránea.
Los llevó sin dudar a su refugio, curando las heridas de Yuugo y revisando que ningún otro estuviera herido; con ayuda de Yuugo, afinó unos detalles extras de su plan.
Pasaron muchas más cosas en el proceso, como buscar a Mujika y Sonju. El hacer que Ayshe trabajase para él —bajo la amenaza de matarlo, lo cual no ocurrió—, y formar una alianza temporal con el Clan Geelan.
Y entre más cosas pasaban, más se dio cuenta de que sus manos se manchaban.
Y eso, le generaba un asco y repudio a su ser. Uno bastante grande.
A pesar de que no todo lo que hizo, fue malo.
La puerta se abrió, y con ello, Ray supo que debía volver a encarar los fantasmas del pasado.
Emma le dio un ligero apretón, haciendo que la volteara a ver, al mismo tiempo que ella hacía lo mismo. Le sonrió.
— Estás aquí conmigo, todo estará bien.
Ray suspiró profundamente, para luego mirar al frente y avanzar, con Emma a su lado.
Edward, quién ahora dibujaba con un palo en el suelo, levantó la mirada, al igual que su Leo, quién estaba sentado en el suelo, viendo los dibujos de su hermano.
Y cuando sus ojos se cruzaron con los de Emma, el tiempo pareció detenerse.
Y las caer lágrimas comenzaron a caer.
