Al entrar a la casa de Grace Field House, Ray pudo jurar que había manos invisibles que se aferraban a su capa y llamaban a su nombre. Que sólo pronunciaban su nombre o que también, le reclamaban por no haberlos salvado.

Diciendo: Ray, ¿Por qué no nos salvaste? Ray, ¿Por qué nos dejaste morir? Ray, ¿Por qué nos olvidaste? Ray. Ray. Ray.

Haciéndole pesar el corazón, provocándole un dolor de cabeza. La culpa y el arrepentimiento se estaban volviendo difíciles de contener; pues comenzaba a sentir que lo estaban invadiendo.

La culpa, el sufrimiento, el dolor, el arrepentimiento, las manos de sus hermanos muertos y de recuerdos fatídicos. Tuvo que sostenerse de una de las paredes, porque si no, caería al piso y realmente, no quería descubrir lo que pasaría si eso llegara a suceder.

Una mano en su hombro, lo hizo mirar sobre este, encontrándose con una mirada preocupada. No era Emma, eso lo supo al ver que la mirada era rosada cual cuarzo y no esmeralda; sin contar con que su cabello era albino y no pelirrojo.

— ¿Se encuentra bien?

— Sí — se incorporó, suspirando profundamente. Para luego mirarla de frente, sin expresión —. ¿Usted es la cuidadora a cargo de Grace Field?

La expresión de la joven se tornó triste, incluso la sonrisa que le dio —. Sí… Como verá, sólo quedamos Leo y Edward como los únicos residentes desde la abolición de las granjas — rió ligeramente, mirándolo a los ojos —. ¿Sabe? Los niños no paraban de decir que William Minerva vendría a rescatarnos. Sobre todo Leo.

Leo era en sí, una viva imagen de su madre. De eso no había duda; aquello lo hizo sonreír de medio lado.

Lidia sintió un pequeño rubor en sus mejillas al verlo sonreír. Nunca imaginó que William Minerva, fuese inesperadamente atractivo; pues a pesar de su porte majestuoso y su mirada amatista opaca, así como su semblante serio, él, era realmente guapo.

No obstante, salió de su ensoñación cuando el sonido de unos pasos apresurados se escuchó en su dirección. Presenciando así, como el azabache era abrazado por detrás, sorprendiéndola, como al él.

— ¿Emma?

Emma hacía unos minutos entró a la casa, junto a sus hijos, en busca de Ray al no tenerlo más a su lado. Y cuando subió las escaleras, y vio a la cuidadora con Ray a solas, una punzada de celos había surcado en su corazón; haciéndola hacer lo que hizo, abrazarlo por detrás.

Y cuando cayó en cuenta de sus acciones, ocultó su rostro ruborizado en su espalda, avergonzada de haber sido presa de los celos; Leo y Edward miraba escondidos en las escaleras la escena, curiosos e intrigados por las acciones de su mamá.

— ¿Emma? — volvió a llamar Ray, haciendo amago de voltearse a su dirección, haciendo que Emma afianzara más sus brazos alrededor de su torso mientras negaba una y otra vez con la cabeza que no voltease.

No me mires Ray, por favor.

Lidia sintió curiosidad, por lo que no pudo evitar preguntar: — ¿Ustedes son pareja?

— Somos esposos — comentó como si nada Ray, avergonzando más a Emma. Quien casi parecía habérsele pegado como una garrapata, lo que estaba comenzando a desesperarlo —. Como podrá ver.

Lidia parpadeó un par de veces, antes de sonreír, nerviosa —. Oh, ya veo… Felicidades.

Y Leo y Edward únicamente veían como sus padres "peleaban", haciéndolos reír por lo bajo.

Pues Emma no quería soltarlo y que la viera ruborizada, y Ray quien nunca fue amante del contacto físico, trataba de separarla de él. Además de querer saber el porqué estaba así.


Nota: Oficialmente, nos quedamos sin capítulos (._.)

Hasta la próxima actualización xD