El sonido de las hojas del árbol siendo agitados por una suave brisa, misma que le acarició el rostro en una gentil caricia le hicieron abrir los ojos con pereza.
Para luego sentarse y tallar sus ojos al mismo tiempo que un bostezo escapaba de sus labios.
Cuando se hubo estirado y despertado por completo, fue que miró a su alrededor con confusión. Pues, ¿No estaba ella durmiendo plácidamente en la cama con Ray abrazado a ella?
De sólo recordar ese pequeño detalle, sus mejillas enrojecieron. Y con tal de apartar ese hecho de su mente, se golpeó ligeramente ambas mejillas mientras se repetía como una mantra « Calma Emma, ya eres una adulta. Compórtate como tal».
Tras haberse calmado, volvió a enfocarse en su entorno. Observando el árbol en el cual había dormido bajo su sombra y a lo lejos, una casa grande que... Era bastante similar al orfanato de la granja donde vivió.
Curiosa, observó sus manos las cuales eran del tamaño correspondiente al de su edad actual. Incluso llevaba la vestimenta que una "Mamá" o "Hermana" llevaría cuando se supone que estaba vistiendo algo más cómodo como un pantalón y una blusa de manga larga.
Definitivamente, esto era un sueño. A pesar de que se sentía tan real la sensación de la brisa en sus cabellos y los cálidos rayos del sol en su piel además del pasto bajo sus pies.
— Hacía tiempo que no tenía está clase de sueños — comentó para sí, sonriendo de medio lado con nostalgia.
¿Cuántos años pasaron desde que soñó algo que no fuesen recuerdos de una infancia lejana o arrepentimientos?
¿Será que su Mamá también dejó de soñar como ella?
También, ¿Qué habrá sido de ella?
En cualquier lugar donde ella estuviera, deseaba que pudiese estar bien. Porque rencor no podría tenerle nunca, ella la crío y la quiso —o eso Emma quiere creer— como a una hija; y no podía culparla al igual que a las demás Mamás y Hermanas.
Después de todo, todos querían vivir. Tanto los Mamás y Hermanas como los niños, y también, como los demonios y cualquier ser vivo.
Y si no fuera porque se abolió el sistema de las granjas, y porque Ray la encontró, entonces... Lo más probable es que ella hubiese sido una Mamá al cuidado de una de las granjas disfrazada de orfanato y a sus hijos, tal vez nunca los hubiera vuelto a ver.
Ya sea porque fuesen cosechados o porque dirigiría una granja distinta.
O tal vez... Pudo haber muerto igualmente, como todos los niños con los que se crío que fueron sus hermanos y amigos.
Sus ojos se opacaron, es verdad…
– ¿…Puedo ser feliz con mis hijos y Ray?
¿Aun sabiendo que sus hermanos posiblemente estén muertos ya?
Si bien es cierto que no pudo hacer nada porque no supo la verdad demasiado tarde cuando fue cosechada bajo la excusa de ser adoptada, si tan sólo se hubiera dado cuenta antes y aunque fuese complicado tal vez, tal vez los hubiera podido…
Tal vez ella pudo…
– De nada sirve pensar en el pasado ni en los hubiera – fue lo que le dijo su versión más joven, mirándola con tristeza. Emma no se había dado cuenta que estaba de rodillas en el suelo mientras sujetaba con histeria sus cabellos, al menos hasta que vio a su joven yo frente a ella quien la abrazó. Permitiéndole ocultar su rostro con lágrimas en su pecho –. Está bien no querer olvidarlos, está bien llorar y también, está bien que quieras ser feliz – tomó su rostro entre sus manos, mirándola a los ojos mientras le sonreía comprensiva y limpiaba sus lágrimas –. No dudes, Emma. No ahora que tienes una nueva familia y una nueva vida… Hazlo por nosotras, ¿Sí?
Cuando abrió los ojos, esta vez fuera del sueño, notó que seguía siendo de noche y que permanecía entre los brazos del pelinegro en un abrazo y que los demás seguían durmiendo.
Al parpadear supo que había estado llorando entre sueños o al menos la sensación de tener los ojos hinchados y los rastros salinos en sus mejillas se lo decían. Suspiró ligeramente.
Ya no podía dormir, lo cual era un problema si mañana volverían al refugio junto a los demás.
Bajó la mirada a la mata de cabellos azabaches, bufando.
Qué envidia que Ray si estuviese durmiendo tan plácidamente. Aunque… No es que le molestase demasiado si eso significaba estar juntos en una misma cama y, abrazaditos.
Reprimió una risita.
Definitivamente, pensar eso era descarado de su parte. Pero estaba bien porque eran esposos, ¿Cierto?
–… No tengo remedio, ¿Cuándo me volví una pervertida?
(Esa sería una pregunta sin respuesta por el momento, tal vez).
