SUMMARY: Remus ha descubierto sus sentimientos por Sirius, pero ahora él está saliendo con una chica. ¿Conseguirá decirle lo que siente? (Slash S/R)
DISCLAIMER: Todos los personajes (excepto Violet) son de Rowling. Yo he aprovechado que existen para narrar su historia y ayudar a buscarles un pasado.
ADVERTENCIAS: Esta historia es slash. Contiene relación chico-chico. Si no te agrada el tema no sigas leyendo, ok? Si decides seguir adelante… espero que te guste
EL MEJOR REGALO
2.
A la mañana siguiente se marchaban los que iban a pasar la navidad en casa de sus familiares y Remus se alegró cuando supo que Violet sería una de los que cogerían el tren. Aunque no le hizo tanta gracia ver cómo Sirius se despedía de ella, ayudándole a colocar su equipaje en el carruaje que los llevaría a la estación. El muchacho parecía nervioso y hablaba con ella, repitiéndole algo una y otra vez. Ella asentía paciente, hasta que finalmente le reprendió entre risas y él agachó la cabeza dándose por vencido. Remus contemplaba la escena desde una ventana.
-¿Qué miras?
Se sobresaltó al ver a Lily a su lado.
-N-nada.
Pero la chica no le hizo caso. Se asomó y una mirada de comprensión asomó a sus claros ojos.
-¿Está ahí?
Él asintió avergonzado.
-Sí.
Los dos se quedaron contemplando en silencio mientras los carruajes desaparecían entre la niebla. Los que habían salido a despedirse volvieron al castillo, quejándose del frío y agradeciendo no tener que hacer un viaje en aquellas condiciones.
-Remus, si quieres hablar...
-Gracias, pero estoy bien.
-Deberías decírselo a Sirius.
Remus se sobresaltó y el color acudió a sus mejillas.
-¡¿Qué!
Lo sabía, ¡Lily lo sabía! Maldita sea, aquello empezaba a írsele de las manos.
-Es Violet, ¿verdad?
Él no contestó, pero aquello no hizo sino confirmar las sospechas de la pelirroja, que le pasó un brazo por los hombros en actitud comprensiva. Fue así como los encontró Sirius.
-¡Eh, Evans! James anda buscándote.
-Pues que espere.
Aquella respuesta no agradó mucho al moreno, que le dirigió una mirada de pocos amigos.
-Creí que te ibas a casa por Navidad.
-Pues ya ves. Este año me quedo.
-Genial.
-¿Decías?
-Nada.
Lily se separó de Remus con una sonrisa.
-Bueno, Lupin, si quieres, luego seguimos hablando.
-Sí, gracias, Lily.
La chica se marchó, sacudiendo la cabeza mientras pasaba al lado de Black.
-Deberías preocuparte más por tus amigos -susurró.
-Métete en tus asuntos, Evans.
Luego se giró hacia Remus.
-Vamos, James y Peter nos esperan.
Y por fin llegó el día de Navidad.
Remus despertó al sentir un fuerte peso en su estómago; era como si un enorme animal lo tuviera atrapado contra el suelo. Abrió los ojos asustado para descubrir cuál era la causa de aquella sensación.
-¡Black!
Sirius, que se había sentado sobre él, se bajó enseguida ante su mirada enfadada.
-¡¡¡Feliz Navidad, Moony!
El chico de ojos dorados se sacudió el sueño como mejor pudo. Sus amigos daban vueltas por la habitación, abriendo regalos, excitados.
-¡Oh, vaya, chicos es fantástico! -dijo James enseñándoles el contenido de un paquete-. Llevaba tiempo queriendo uno de estos.
Era un juego de ajedrez. Las piezas, de ébano y marfil, roncaban suavemente dentro de una caja de madera. James la zarandeó y la reina blanca alzó un puño hacia él, enfadada.
-¿Te gusta?
-¡Me encanta!
-Oh.
La expresión desilusionada de Peter los hizo volver la cabeza hacia él. Acababa de abrir un paquete que se suponía era el regalo de sus amigos. Era un álbum de fotos.
-Gracias, chicos... -por su expresión no parecía que aquel regalo le gustase mucho. Remus miró a sus otros amigos y los tres sonrieron-. Y una caja de grageas... -la sacudió-. Medio vacía. Un detalle.
-Vamos, Peter. Es un álbum precioso -dijo Sirius pasando una mano por sus hombros.
-Sí, pero no tengo muchas fotos, ya lo sabes.
-Sí, lo sé. ¿Me das una gragea?
-Claro, coge las que quieras... -se detuvo al abrir la caja. Había un papel dentro.
-Vaya, ¿qué es eso? -preguntó James intentando contener la risa.
Peter parecía asombrado. Cogió el papel y lo abrió. Al hacerlo estalló una nube de colores y unas letras se formaron en el aire: "Tu regalo está debajo de tu cama"
Con un gritito, Peter se precipitó bajo el colchón mientras los demás estallaban en carcajadas. Cuando salió de nuevo llevaba con él una caja envuelta en papel de colores.
-¿Qué es? ¿Qué es? -preguntaba nervioso dando saltitos.
-¿Por qué no lo abres y nos lo dices? -preguntó Sirius cogiendo una de las grageas y lanzándola al aire para atraparla con la boca.
Peter empezó a arrancar el papel, nervioso.
-¡AHHH!
-Creo que le gusta -dijo Remus sonriendo.
-Sí, eso parece.
-¡Oh, chicos, es precioso! ¡Gracias!
Era una cámara de fotos. A Peter se le saltaban las lágrimas de emoción.
-Vamos, ¿por qué no nos echas una? -preguntó Sirius acercándose a James.
-Vale, poneros ahí.
Peter apretó el botón.
"Click"
-Ha quedado perfecta.
-Ahora con Moony.
-No, Sirius, todavía estoy en pijama.
No le sirvieron de nada sus protestas. Sirius lo agarró y esperó a que Peter hiciera la foto con una sonrisa.
"Click"
Pasaron un buen rato haciendo fotos y desenvolviendo regalos. A Sirius le habían comprado un casco para la moto de color rojo sangre con una franja dorada y unas gafas de sol que no se quitó en todo el día. A Remus le regalaron un reloj de pulsera (el suyo se caía ya a pedazos) y una preciosa pluma negra con una filigrana plateada.
-Es una pluma autocorrectora -explicó Peter-. Corrige automáticamente las faltas de ortografía. Aunque a ti eso no es que te haga mucha falta.
-Es preciosa -dijo el joven acariciando la suave pluma entre los dedos.
"Click"
También había un par de calcetines para cada uno de parte de la madre de Peter y una montaña de galeones de chocolate que les había mandado la madre de James y que hizo que a Remus se le iluminaran los ojos de felicidad.
-¿Y esto?
James había cogido un pequeño paquetito que había sobre la mesa de Sirius.
-¡Suéltalo!
-¿Para quién es? -preguntó James con una sonrisa maliciosa.
"Click"
-Vamos, James...
-¿Qué? ¿Es que no nos lo piensas decir?
Sirius suspiró.
-Es una tontería..., le he comprado a Violet unos pendientes.
-¿Unos pendientes? -preguntó Peter con genuina curiosidad-. ¿Y por qué? ¿Es que estás saliendo con ella?
Pero Sirius no pareció escucharle.
-Espero que le gusten -añadió pensativo sopesando el paquete en su mano.
Pero lo volvió a dejar en su sitio y pronto se olvidaron de él. Todos menos Remus, quien de pronto se sentía muy mal.
Después de desayunar salieron al jardín y pasaron toda la mañana enfrentados en una batalla de bolas de nieve. Peter se bajó su cámara y no paró de hacer fotos.
Por la tarde se quedaron dentro del castillo, James estrenó su regalo jugando al ajedrez contra Sirius mientras Peter se entretenía ordenando y colocando sus fotos y Remus leía tranquilamente un libro, pendiente de la jugada de sus amigos.
-Si mueves esa te comerá el alfil -dijo mirando el tablero.
-Vamos, Moony, no le ayudes -protestó Sirius-. Si gana se pondrá insoportable.
-¿Y tú no? -rió él.
-No es justo, si le ayudas a él tendrás que ayudarme también a mí.
-No seas crío -Remus volvió a concentrarse en su lectura, aunque una pequeña sonrisa curvaba sus labios.
"Click"
-Ey, mirad -exclamó Peter señalando hacia arriba.
Todos alzaron la cabeza. Una lechuza blanca volaba hacia ellos llevando una carta en el pico.
-¡Es para mí! -dijo Sirius poniéndose en pie.
Antes de que los demás pudieran reaccionar la carta ya estaba en sus manos.
-¿Es de Violet? -preguntó Peter con curiosidad.
Sirius apretó los labios enfadado.
-No te interesa.
Y se marchó, para leer la carta tranquilo. Cuando regresó parecía un poco desilusionado, pero no dijo nada referente a la nota que acababa de leer.
-Vamos, James. Pienso ganarte esta partida.
Por la noche decidieron bajar a las cocinas a tomar un chocolate caliente. James pidió permiso para invitar a Lily y como los demás dieron su consentimiento poco después estaban sentados frente a la chimenea, mientras un elfo doméstico colocaba ante ellos cinco tazas humeantes de espeso chocolate negro.
-Hmm -Remus dio un sorbo y se recostó en la silla-. Esto está de muerte.
Sirius lo observaba con una sonrisa en los labios, pero ésta desapareció al ver la mirada tensa que Lily le dedicaba. Decidió ignorarla y se llevó la taza a los labios.
Estuvieron un rato charlando. Remus pidió otra taza cuando acabó la primera y Sirius le advirtió que se pondría enfermo si seguía tomando tanto chocolate.
-Vamos, Remus, no hay dementores cerca.
Los demás rieron, pero él decidió ignorarlo. El chocolate era lo único que podía reconfortarlo en ese momento.
Aquella semana transcurrió tranquila. Acabaron los deberes que les habían mandado para las vacaciones y pasaron momentos muy agradables jugando al ajedrez o charlando animadamente junto a la chimenea. Normalmente Lily se quedaba con ellos. Estaban empezando a apreciar de verdad a la pelirroja, a pesar de que al principio parecía que aquella amistad nunca cuajaría. Pero Evans era una chica agradable y muy pronto descubrieron que era una de esas personas a las que merece la pena tener como amiga.
Y las vacaciones terminaron y por fin, el 1 de enero las puertas del castillo se abrieron y los alumnos que se habían marchado regresaron.
Remus estaba de mal humor aquella mañana. Incluso llegó a alzarle la voz a Peter cuando abrió la puerta del baño sin llamar. No le apetecía estar con nadie, así que salió de la habitación, pensando en vagar un rato por los pasillos. No tenía pensado ir a ningún sitio y caminó sin rumbo, bajo la mirada curiosa de los retratos que, de vez en cuando, intentaban llamar su atención. Tal vez Lily tenía razón. Tal vez debería hablar con Sirius...
¿Y decirle qué? Sirius, por favor, no salgas con Violet, estoy enamorado de ti. Remus sacudió la cabeza furioso. Aquello no podía seguir así, o se olvidaba de Sirius o acabaría confesándoselo todo.
¿Pero cómo iba a olvidarlo si vivían en la misma habitación y lo veía todos los días?
-¡Aghhh, maldita sea!
De pronto una voz conocida le hizo detenerse. ¿Sirius? Las voces salían del interior de un aula que estaba a apenas unos pasos de distancia. Remus dudó si acercarse o no. No pretendía espiar a su amigo, pero... Asomó un poco la cabeza por la puerta entreabierta. Sirius estaba recostado en la mesa del profesor y le daba las gracias a Violet mientras ésta le entregaba un paquete envuelto en papel rojo con una cinta dorada.
-Gracias, Violet... Me preocupé un poco cuando recibí tu carta.
-Quería mandártelo antes, pero me resultó imposible -dijo ella-. Nuestra lechuza se puso enferma y tuve que enviarte la de mi hermano. Ya la viste, estaba escuálida y no habría soportado tanto peso en un viaje desde tan lejos.
-Comprendo.
-Espero que no haya llegado demasiado tarde.
Sirius sonrió.
-No importa, en serio. Pero mira, tengo algo para ti.
-¿Para mí? ¿Qué es?
La chica se emocionó cuando él le entregó el paquete que James había descubierto en su mesita el día de navidad.
-¡Pero, Black, no tenías por qué haberte molestado! -dijo ilusionada mientras abría el regalo-. ¡Oh, son preciosos!
-¿Te gustan? No entiendo mucho de estas cosas.
-Me encantan. Muchas gracias.
-No, gracias a ti.
Remus ya había oído bastante. Salió de allí sonrojado, con unas fuertes ganas de echarse a llorar. Sirius... Al final parecía que sí que lo había perdido. No volvió a la torre en toda la tarde. Cogió el pasadizo hasta la casa de los gritos y se quedó allí, acostado sobre la cama, intentando calmarse para no demostrar sus sentimientos cuando volviera junto a los demás.
A la hora de la cena saludó a los demás con un seco "hola" y fue el primero en marcharse a la habitación, argumentando un fuerte dolor de cabeza y esquivando las preguntas preocupadas de sus amigos.
Quería estar solo.
Continuará…
Es todo por ahora, ya sabéis, si os gusta, mandadme un review, me haréis la persona más feliz
DAIA BLACK
