El camino era silencioso, ambos parecían estar ciertamente metidos en sus pensamientos y no parecían querer compartirlos en voz alta.
Hasta que Caitlyn no pudo más con la incertidumbre que se revoloteaba en su mente.
— ¿Por qué fuiste justamente a ese hospital?
— Me ofende que olvidas que también fui herido en aquella pelea — Respondió con un semblante feliz. Algo inusual en el inventor.
— Sabes a lo que me refiero
— No. No lo sé
Caitlyn detuvo su andar y le miró con una ceja levanta. Habito que, a sorpresa de nadie, había adquirido después de pasar unos meses con una mujer de cabello rosa
— El hospital al que vas, ridículamente caro, está del otro lado de la ciudad
— Oh. Eso — Soltó unas pequeñas risas al tiempo que negaba con la cabeza — Se llama cuidar mis intereses, Cait.
— ¿Tus intereses?
— Te lo explico cuando seas más grande
Y sin decir nada más reanudo la marcha hacía la comisaría.
Si Caitlyn hubiera tenido un objeto contundente en las manos este habría terminado en la cabeza de su amigo.
— Deja de tratarme como a una niña
— Cuando dejes de ser la pequeña niña que jugaba a ser detective, Cait, solo hasta entonces — De nueva cuenta rio por lo que fue golpeado por Caitlyn en el brazo — Oye, ese es el brazo bueno
— Y ni siquiera me pienso disculpar — Le dedico una mirada soberbia y comenzó a caminar más rápidamente, puesto que aquella insinuación realmente le había molestado aún sin que ella supiera el por qué.
[…]
— ¡Ya llegaron! — Escucharon la voz de una de las aprendices que se encontraban en la comisaría, se escuchaba feliz y aliviada.
De pronto todas las miradas estaban sobre ellos y algunos comenzaron a rodearlos.
— ¡Qué afortunado!
— ¡Sabíamos que los engranes jugarían en su favor en esta ocasión!
—Gracias por sus palabras — Mencionó Caitlyn — Ambos estamos bien, un poco magullados
— ¿Han tenido avances con la investigación? — Habló el hombre del martillo.
— No — respondió uno de los vigilantes de la zona cercana al lugar donde se habían dado los incidentes — Y dos de los sujetos escaparon
Caitlyn y Jayce se dedicaron una mirada significativa ese era el peor de los escenarios que se podían plantear.
— ¿Qué hay con el sujeto que atacó a Cait?
— Uy, ese pobre sujeto… — Negó un poco con la cabeza
— ¿Murió? — La voz de Jayce estaba bañada en asombro
— ¡No! No, supongo que en este momento desearía estarlo, pero está vivo — Un escalofrío le recorrió, ni siquiera podía imaginarse el dolor que se debía sentir con tantos huesos rotos.
— ¿Ha dicho algo?
— Se niega a hablar con basura Piltóveriana…— Se unió a la conversación uno de los hombres encargado de las celdas y los cuartos de interrogación — Hemos estado esperando a Vi, quizá ella logre hacerlo hablar
— Ella… — Comenzó Jayce
— Está ocupada con otros asuntos — Interrumpió Caitlyn, lanzándole una mirada a su compañero "No digas nada"
— ¿Misión especial? — Inquirió otro de los presentes
— Eso es confidencial
— Es una lástima, ciertamente con su ayuda tendríamos más información…
— Yo hablaré con él
— ¿Estás segura, Cait?
— Sí, pero después… Tengo que hablar unos asuntos con Jayce. En privado.
— De acuerdo.
Ambos entraron en la oficina de Caitlyn, y en cuanto cerraron la puerta, la sheriff accionó un extraño mecanismo que emitía un leve zumbido
— ¿Qué es eso? — Preguntó el inventor
— Es un anulador de sonido
— ¿Anulador?
— Fue idea de Vi, ella siempre pensó que podrían haber… Personas con lealtades dudosas en este lugar
— ¿Un traidor? ¿En nuestra comisaría?
— El ataque de ayer… No fue fortuito
— ¿Qué? ¿fue una trampa?
— El hombre que intentó… — Se llevó la mano al cuello, un espasmo recorrió su cuerpo, el recuerdo de los momentos en los que pensó que iba a morir volvió con fuerza — Él, me lo confirmo.
— Y una vez más… El sentido de Vi acertó — Su rostro relajado desapareció y en cambió apareció una mueca de frustración — Por esa razón no dijiste que estaba en el hospital, ¿verdad?
Asintió y su vista se movió al suelo ante aquello.
— No te preocupes, yo tampoco diré nada.
— Cuento con ello
— ¿No vas a decirme que ocurrió con ella? — ella solo negó en respuesta — Escucha… tú no eres la única persona en Piltóver qué se preocupa por Vi
La mirada de Caitlyn se volvió hostil en ese momento.
— Pero si la única en la que ella confía
El ambiente se tensó al momento ante aquellas palabras.
Esta vez eran ambos quienes se miraban con el desafío escrito en los ojos.
Pero antes de que alguno de los dos pudiera decir algo, escucharon como alguien tocaba la puerta de la pequeña oficina.
Caitlyn se aproximó, pero antes de abrir, apagó el anulador de sonido
— ¿Qué pasa?
— Oh, señorita Caitlyn, qué bueno verla bien después del atentado de ayer
— Hemos pasado cosas más difíciles — Mencionó tratando de quitarle toda la importancia que le fuera posible
La chica sonrío de manera nerviosa, para luego dedicar una mirada a Jayce.
— ¡Jayce!
— Kate
— El profesor Heimerdinger me pidió que te recordara de tu participación…
— ¡El día del progreso! — Dijo colocando la palma de su mano en su frente. ¿Cómo había podido olvidar aquello tan fácilmente?
Le lanzó una mirada a Caitlyn
— Lo entiendo. Ve
Ella sabía lo que esa mirada significaba, una disculpa adelantada por no poder estar presente en lo que seguía de ese día.
— Te lo voy a compensar
— Me aseguraré de que lo hagas
Ambos se dieron una sonrisa de complicidad y acto seguido se precipito a salir por la puerta en compañía de la mujer que había ido a compartir el mensaje.
De nueva cuenta.
Caitlyn estaba sola.
Y no es que fuera algo nuevo para ella. Al ser hija de personas medianamente importantes en la comunidad del progreso había crecido en un núcleo muy cerrado e íntimo.
Después de todo, ella no podía juntarse con cualquier persona.
Con el tiempo conoció a Jayce, un prodigio de la academia de Piltover que, por curiosidades del destino, terminó por convertirse en su amigo; Pero nunca fueron dependientes uno del otro.
Cada uno tenía su vida.
Y ambos estaban bien ello.
Por lo tanto, ella estaría bien.
[…]
— Juro que si tengo que estar un minuto más en esta cama voy a perder la cabeza — Exclamó Vi cuando Orianna ingresó de nuevo en el cuarto para revisar sus vitales
— Puedes tomarlo como unas vacaciones — Respondió tranquilamente
— La justicia no toma vacaciones — Dijo tratando de imitar el acento de Caitlyn.
— "Justicia" la palabra favorita en Demacia
— ¿Has estado en Demacia? — El interés se despertó al momento
— Demacia, Aguas Turbias, Jonia… Evite a toda cosa ir a Noxus
— Todo RunaTerra, ¿Y elegiste Piltóver para residir?
— Este fue mi hogar hace mucho tiempo
— Oh… — Aunque no hubo ningún cambio en la voz de Orianna se dio cuenta de que aquello podía ser un tema sensible para aquella entidad.
— ¿Nunca consideraste ir a otro lugar…?
— No… — Suspiro para acomodarse de nueva cuenta, cuan larga era, en la cama — De hecho, jamás me plantee salir de Zaun
— ¿Y cómo terminaste en Piltóver?
— Conocí a Caitlyn
No pudo decir nada más.
Puesto que ahí estaba la tos de nueva cuenta, un poco más violenta que antes.
Quemaba.
Era asfixiante.
Escalofríos recorrían su cuerpo mientras aquel espasmo generaba que nuevos pétalos azules escaparan de su boca sin que ella pudiera hacer nada para detenerlos.
Orianna puso su mano sobre la espalda de Vi, dando leves palmadas.
Ese había sido un claro recordatorio de su condición.
Los pétalos estaban ahí.
Ella no se había curado
Su amor no era correspondido.
Respiraba por la boca, tratando desesperadamente de llenar sus cansados pulmones de oxígeno.
— ¿Estás bien?
— No hay sangre — Dijo para tomar otra bocanada de aire — Yo diría que es un progreso
— Vi…
— Dime, cariño
— Recuerda lo que te dije… Mientras más intensos sean tus sentimientos, con mayor intensidad querrán salir, hablar de ella provocará estragos en ti
Los ojos de la Vigilante se abrieron grandes cuales eran y un sudor frío se apoderó de ella. ¿Hablar de "ella"? ¿Sería posible que aquella maravilla mecánica la hubiese descubierto tan fácilmente?
— ¿De qué estás…?
Antes de que pudiera terminar de hacer la pregunta, los fríos dedos de la mujer robot la silenciaron al posicionarse sobre sus labios
— Hablar de ella, confesar tus sentimientos… Podría ser realmente peligroso.
La única respuesta que recibió fue el movimiento que Vi hizo para asentir.
[…]
Caitlyn se sentía cansada, emocional y físicamente, el hecho de que hubiera tanto trabajo en la comisaria no ayudaba a su ya de por si quebrado espíritu.
Es sus manos reposaban reportes que debía llenar. Ni siquiera recordaba cuando era la última vez que ella misma tomó el tiempo de llevarlos, Vi siempre se encargaba de dejarlos en la oficina antes de irse a su casa para que Caitlyn pudiera revisarlos como prioridad en la mañana.
Negó con la cabeza mientras seguía avanzando, no dejaría que su tren de pensamientos fuera por ese lado. No mientras estaba en oficina, no frente a nadie.
La gente en la comisaría se detenía para hablar con ella, otros se alegraban de verla bien y una cantidad mucho menor se encargaba de preguntarle sí la vigilante se encontraba en alguna misión importante. Estos últimos eran los más problemáticos, puesto que le pillaban con la guardia baja.
Le recordaban que quizá no disponía de mucho tiempo.
Que su compañera estaba sentenciada a muerte.
Y que ella no podía hacer nada.
Ponía la mejor sonrisa falsa al tiempo que susurraba un no puedo afirmar ni negar nada mientras esperaba que sus ojos no se cristalizaran.
Una de las becarias le había informado que su madre le había mandado un mensaje y un regalo que se habían tomado la libertad de poner en su oficina.
Resistió el impulso de poner los ojos en blanco, por supuesto, sus padres se habían enterado.
Mataría a Jayce y a su boca indiscreta.
Los reportes cayeron de sus manos en cuánto entró en su oficina y la puerta se cerró con fuerza en su espalda.
En su escritorio había un enorme arreglo de flores.
De narcisos azules.
Caminó lentamente hacía ellos, sintiendo como su corazón se contraía de manera violenta dentro de su caja torácica, como si quisiera huir. Tomó en sus manos la pequeña tarjeta que sobresalía del arreglo y la dejó con cuidado sobre la mesa sin leerla.
Recuerdos aparecieron en su mente.
Aquellos pétalos manchados de la sangre de Vi.
Caitlyn solía amar esas flores, recordaba que cada cumpleaños sus padres buscaban por todo el continente por ellas (siendo esa tonalidad tan difícil de hallar) para sorprenderla.
Pero en ese momento su mirada realmente reflejaba lo que sentía, las veía como si ellas fueran su peor enemigo, incluso un enemigo mayor que "C", porque ellos le arrebatarían a Vi.
Ese pensamiento la segó por completo y sin pensarlo realmente, tomó el arreglo para estrellarlo con fuerza contra el suelo. Sus sentimientos se desbordaron, al igual que sus lágrimas, una vez más. Se tiró al piso, sin importarle el daño que los cristales del fino, ahora roto, jarrón lastimaran sus rodillas y, aunque sus manos estaban resultando levemente lesionadas por la acción, destruía las flores.
¡Si tan solo pudiera hacer lo mismo con aquellos egoístas narcisos que crecían en Vi!
Odiaba esas flores, odiaba esos pétalos, odiaba que precisamente fuera la vigilante quien tuviera que pasar por ello.
Y lo que más odiaba, era saber que ella no podía hacer nada al respecto. Puesto que el afecto de Vi no estaba destinado a ella.
"Es mi orgullo con falta de dignidad
Mis lágrimas las que se van a derramar
Es mi problema no el tuyo".
By:
Expansive void
