«Quiero fer una prosa en romanz paladino / en qual suele el pueblo fablar con su vezino / ca non so tan letrado por fer otro latino.» (Gonzalo de Berceo, Vida de Santo Domingo de Silos).

¡Bienvenidos a la vigésimo primera entrega de MDUL! Cuánto poco queda ya para que alcancéis mis capítulos favoritos, aquellos en los que la savia de los libros de HP se entremezcla con mi propia aportación. Ken, Sorensen, Ángela, Ashley Carney... ¡Cuántas ganas tengo de que los lectores os conozcan! ¡Cuántas! Y a ti también, Wathelpun, a ti, por quien profeso una adoración que casi ralla el idilio. Y me dejo muchos otros personajes más, ¡oh, tantos!, algunos a los que amaréis, a otros los odiaréis; y veréis vuestras propias caras reflejadas en mis palabras: Joanne Distte aparecerá por las noches, sedienta de pasión; Leonor B. le Fay se pondrá en contacto con Remus; Ann Thorny pronto tendrá un papel relevante, en el último trabajo de Remus; Lafken entrará a formar parte de la familia de Remus; Karina devolverá el amor a aquél que lo ha perdido; Ileana cubrirá la noche con su manto oscuro, y sonará su cuerno cuando sea preciso. ¡Os necesito a los demás! Requiero vuestra ayuda. Quisiera incluiros a todos, pero no siempre es sencillo encontraros un personaje, así que, para ello, necesito previamente haber tenido muchas conversaciones con cada uno de vosotros para saber amoldaros.

Respondo "reviews":

Paula Yemeroly: ¡Hola! ¿Es ése tu verdadero nombre? Me llamo Quique Castillo y te doy la bienvenida a esta gran familia de lectores de MDUL. Ya tenía ganas de ver a alguien nuevo, porque esto lleva ya un tiempo estancado. Tienes razón, y con ese propósito lo escribí; pero hay poca gente a la que le guste Remus que no lo vea junto con Sirius sino con una chica. ¡Yo no sé por qué a la gente le ha dado últimamente por el "slash"! Con todo, estos relatos, como tú llamaste, y me hiciste reír, "normales", pasan desapercibidos. Aunque no importa, pues desde que empecé a escribir MDUL sabía que iba a ser un autor minoritario, como mis queridos Lorca y Valle-Inclán en el teatro del siglo XX. Si ves que me pongo estupendo, sáltate parte de la respuesta y sigue leyendo por dónde te interese. Es que me enrollo... He anotado que has dicho que te extrañas de que publique cada semana. Pues sí, hasta ahora lo vengo haciendo puntualmente. Y te preguntarás: «¿Cómo?» Ha habido gente que me ha preguntado si me como dedos o algo. (Risas). Lo cierto es que, pese a que soy de naturaleza impaciente, con MDUL tuve un arranque de paciencia. Pude escribir más de 30 capítulos sin atreverme a colgar ni uno, puliendo siempre desde el primer al último capítulo, creando un todo. Una vez pensé que ya tenía un argumento sólido, colgué unos cuantos capítulos, y me propuse en adelante colgar un capítulo por semana, uno cada sábado. Es comprensible que el resto de autores no cuelguen sino cuando escriben, y eso puede llevarles mucho tiempo, pero normalmente sueles olvidar la historia o su argumento. Ahora voy por el capítulo 51, así que te quedan, querida Paula, muchos capítulos por leer. ¡Y muchos por disfrutar! Luego bien, te pregunto como he hecho con el resto: ¿te gustaría figurar entre los personajes de MDUL? Claro que puedes, porque me estoy tomando la molestia de integrar a los lectores convirtiéndolos en personajes. ¿He dicho molestia? Molestia ninguna, para mí es un placer. Si te apetece, sólo tienes que decírmelo y ya hablaremos sobre cómo podrías aparecer. Gracias por decir que la historia te gusta. ¡Es muy halagador! Aunque debo decir que aún no has visto nada; esto es sólo un preámbulo. Créeme, ya te he dicho que voy por el capítulo 51 y soy consciente de que la historia más adelante mejora. Te recomiendo también que te pases por mi otro "fanfic" REMUS LUPIN AMA A HELEN NICKED: ¿QUÉ HUBIERA PASADO SI...? En él podrás encontrar todas las respuestas a tus preguntas sobre MDUL. Sólo tienes que leer las instrucciones del capítulo uno y ya está. También te recomiendo esta página, en la que casi estoy nombrado como el Relaciones Públicas (cosa que es un orgullo). Ahí va: hhtp (dos puntos) (barra)(barra) groups(punto)msn(punto)com(barra)Story-Weavers Aquí podrás encontrar los mejores fanfics y fanarts en castellano. Si vas a Miembros me encontrarás, y en Mensajes puedes contestar lo que te parezca en el foro "Sobre MDUL"; ¡ah! En Imágenes encontrarás una foto mía. ¡Es horrible!, no sé para qué digo que la miréis, pero para que te hagas una idea de con quién hablas. Un beso muy grande, espero verte pronto de nuevo por los "reviews", pues me ha hecho mucha ilusión saber de ti. ¡Ah! Y enhorabuena; si debió de gustarte si fuiste capaz de leértelo todo en dos días... Me he quedado sin palabras al saberlo.

Lorien Lupin: ¡Hola! Ya vi que te habías registrado en "Story-Weavers", pero no has dejado foto. Creo que soy el único que ha puesto una... ¡21! La verdad es que no me había parado a mirar tu edad, pero no sé... ¿Y quién dice que HP es una colección de libros para niños? Yo tengo 18 y aquí estoy mamando de ellos, y aprendo muchas cosas, he de decir. Leí en tu presentación en "Story-Weavers" que estabas estudiando la tela de cosas: me quedé con no sé qué de Comunicaciones e Inglés. Enhorabuena, te felicito. Ese carácter emprendedor es de los que mueven el mundo. ¿Y luego dices que no quieres que te diga famosa? ¡Pero si de aquí a dos días vas a estar de presidenta del gobierno en Perú! Hombre, a todos nos satisface saber que alguien nos conoce tan lejos, nos lee y disfruta con historias que, de otro modo, tendrían una divulgación casi nula. Bien, felicidades por tus vacaciones. No me das envidia, creo..., pero yo en vacaciones también suelo aprovechar el tiempo. Este verano (aquí, en este hemisferio, como ya sabes, las cosas van al revés) me voy a poner a leer libros de Lingüística (Coseriu, Saussure, Hjelmslev, Katz, etc.). Te los recomiendo, ya que si estudias inglés pueden serte útiles. ¡A cualquiera pueden serle útiles! Y para los escritores, y nosotros lo somos, pues también, son fundamentales. Bien, dices que te gustan el drama y la angustia. A mí personalmente la aventura y emoción contenida, pero, dentro de mis posibilidades, he intentado darle siempre una visión psicológica a MDUL. El drama aparecerá poco a poco, te lo prometo; y ya he escrito escenas que, de seguro, te harán llorar. Lo sé de antemano. Decías que te morías de ganas por leer el viaje a París, pues ¡aquí está!, aunque no es de lo mejor que tengo, puedo decir. ¡Ah!, y no odies a Sirius, pobre. Él no tiene la culpa de sospechar de Remus (sí la tiene, pero yo no soy quién para criticarlo; ¡sí soy!: ¡¡¡Sirius malo!!! No, hombre; me controlo, que tengo que seguir tratándolo como un personaje normal, sin ningún tipo de aliciente peyorativo). Espero que te reconcilies pronto con Canuto. ¡Ah! Y enhorabuena por lo que tú y yo sabemos, que para mí que va para delante. ¡Famosa! Verás cómo de aquí a nada estás firmando libros en la puerta del Corte Inglés (que creo que a todo escritor le haría ilusión, esté en contra o no del capitalismo o los largos edificios feísimos de esta empresa): es una empresa de España de enorme prestigio. A ver si me dices cómo quieres que sea tu personaje en MDUL, o su nombre (Charo, Rosario, Lorien...), puesto que sólo sé que la última vez me dijiste que te hacía ilusión, pero no dijiste nada más, y no es fácil concebir a todos los personajes sin ayuda de las personas que los inspiran, créeme. Sin nada más que decir me despido, deseándote unas felices vacaciones, y prometiéndote que, poco a poco (cuenta con que mis exámenes se acercan a pasos agigantados para febrero), intentaré leer algún otro de tus "fics". ¡Y te dejaré "reviews"! Aunque sea, los escribo en mi caso y los grabó en Internet cuando me conecte. ¿Te parece? Pues claro, qué vas a decir si no. Un saludo de tu colega Quique.

Cafeme Phoby: ¡Hola! Bueno, ya me he pasado por vuestro "fic", aunque el "review" dejó realmente que desear, porque me lo había leído en casa, y para cuando me propuse a dejarlo ya no lo recordaba demasiado para hacer una buena crítica. Bueno, tampoco dices tú (ya no sé si hablar en plural o singular al referirme a vosotras, o a ti...) mucho sobre MDUL, sobre su argumento, las cosas que pasan, no sé... ¿Y de verdad me leéis las cinco? No sé, podríais decir lo que opináis cada una, porque englobaros en una crítica común no es muy conveniente, bajo mi punto de vista, pues cada uno pensará algo diferente que otra, ¿no? ¿Y os llegó la invitación que os hice a "Story-Weavers"? Pensé que os interesaría, pero no ha sido así..., porque no os he visto por allí, y realmente os digo que puedo beneficiaros. Hay veces que dudo hasta que realmente leáis estas respuestas que dejó a vuestros "reviews", pero es que no sé qué me pasa. Bueno, me despido afectuosamente.

Leguyela: ¡Hola! Antes de nada, dale saludos de mi parte a Pepe, dile que estoy perfilando su perfil derecho para la historia, y de parte de Helen muchos recuerdos para ti. Como habrás visto, el ex virus ha decidido ponerte hoy otro apelativo; por variar. Y me alegro que la página haya decidido reconciliarse contigo, porque como no dejes "reviews" realmente te echo de menos. Se agradece el largo correo que me mandaste, pero yo, por razones ya bien conocidas, sólo puedo hacer amagos... ¡Qué envidia! Me alegro de que hayas empezado a leer a Joanne. Sus "fics" de Bellatrix son de lo mejor que he visto sobre ella. Siendo francos, el monopolio de Bellatrix lo tiene ella, así como el de James lo tiene Pekenyita, y el de Sirius... ¿Quién tiene el de Sirius? ¿Y el de Remus? Huy, se podrían hacer unas interesantes encuestas sobre estos puntos, ¿no crees? Vamos, para mí, que a veces desvarío, pues lo sería. Bueno, dejémoslo. Bien, más adelante te dejo una sorpresita, justo sobre el título del capítulo. (Risas). Y ¿has leído sobre tu personaje, justo a la cabecera del capítulo? El 21 ya, no me lo creo... Si parece que fue ayer cuando empecé a colgar... ¡Y 159 "reviews"! La verdad es que estoy muy contento... Aunque haya personas que te exploten la pompa. Bien, volviendo al "review", pues sí, un viaje a París, un romántico viaje a París. Sinceramente, a mí este capítulo me parece que tiene partes buenas y otras terriblemente horrendas. ¡Otras que son un desastre! Pero bueno... Ahí lo dejo, que para gustos los colores. Aunque, no sé por qué, creo que a ti te satisfacerá. ¡Ah! Elena se rió mucho cuando leyó en tu "review" que estabas en un momento muy sensible del mes... Mujeres. ¡Me hizo gracia a mí también! Qué ocurrencias. Es gracioso también ver la evolución de los "reviews" con el paso del tiempo; he leído de algunos "fics" que son fríos por más veces que lo dejan, con lo que me alegra ser tan risueño a la hora de contestaros, aunque pueda estar depre o esté amargado (cosa que hoy no me pasa). Te aviso, pues creo que te gusta estar al tanto, de que el capítulo 50 ya lo acabé y que he empezado el capítulo 51. Aunque faltan muchas semanas para que aparezca, la paciencia es la mejor arma para combatir los aspectos nocivos de la sociedad de hoy en día. Así que te pido que aflore. ¿Sigues esperando los sábados con ansias como antes? Yo no, sinceramente, porque es el día de gastarse el dinero en una academia de informática... Con lo sencillo que sería, aunque costoso, tener línea en casa. Bueno, lo dejo, que me enrollo como yo solo; y, aparte, mañana hablaremos, ¿no? Espero encontrarte por el messenger. Un beso del cordobés para la sevillana con más salero.

AYA K: ¡Hola! Después de insistir tan fervientemente que ese chico se parece a mí y que decís que es guapo no me ha quedado más remedio que creérmelo. ¡Es broma! Ya estoy con los pegos... Nada, chica, que espero que sí, que hayas venido con las pilas recargadas después del puente. Yo he intentado hacer lo mismo, pero mi puente (o mejor dicho, acueducto) me ha obligado a consumirlas. Lo de coincidir en el "messenger", me extraña; si me puse el otro día un domingo por la tarde fue de casualidad. No tengo Internet en casa. Sólo puedo ponerme los sábados por la mañana, cuando cuelgo el capítulo nuevo, ¡aunque a las diez y media tampoco es que sea muy temprano! Algún día te podrías levantar y darme la sorpresa, ¿no te parece? Estaría muy bien, porque me lo pasé genial hablando contigo, ya que no habíamos coincidido hasta entonces. Nada, chica, que espero que te siga gustando la historia y que todo eso... Por cierto, ¿me dijiste si querías figurar como personaje en MDUL? ¡Ah!, y que no te dé pena lo de Remus y Sirius, ni digas que te vas a poner a llorar; te adelanto que esa situación insostenible hasta para el más descorazonado de los escritores, es decir, yo. Después de matar a la señora Lupin no me queda otro término, aunque tampoco la señora Lupin va a ser la última... Un besazo, asturiana, y a ver si me enseñas bable, ya que dices que el de Sandra es muy apretado.

Joanne Distte: ¡Hola! La última vez que me he metido en "Story-Weavers" había 31 personas. Sí, esto marcha. En un mensaje le propuse a Mina que se crearan distintas categorías dentro de los concursos (del tipo "más divertido", "mejor escrito", "más coherente", etc.), pero para ello me dijo que había que haber un número considerable de personas. Poco a poco, se lo prometí, convertiría a "Story-Weavers" en una página de referencia, porque si las Lupinas, la Orden Siriusiana, etc., han llegado a serlo, ésta también. Bueno, yo es que con los proyectos propios y ajenos, da igual, con los que me encariño, me entrego. Sólo espero que haya mucho éxito, y que la gente lea. ¡Buah! ¿Mi página personal es que no la abre nadie? ¡Con lo gracioso que he quedado con la luna y el lobo aullando! Pero me alegro por ti, porque te leen personas a las que yo aprecio muchísimo. Tengo apuntado que pones que te gustó todo lo del señor Nicked... ¡Cómo no! Ya os dije que ese hombre era la máquina. ¡Qué hombre más gracioso! Y lo mejor es que está basado en un personaje real. Le he insistido a Helen para que le haga una foto, pero no consiente, claro está. Luego te quejas de Fenwick espachurrado y dices si me los quiero cargar a todos, como al pobre otro, del que eras viuda. ¿Te acuerdas? No es que quiera matarlos, pero en Harry Potter y la Orden del Fénix, Moody, al enseñarle la foto a Harry, le muestra ciertos miembros de la misma que están muertos. Sólo estoy haciendo lo que se explica allí; es la vida misma: luchar, vencer, perder. Adoras el abrazo... ¡No te lo tomes como nada "slash"!... A tu otra pregunta, Remus no odia a Sirius, ni Sirius a Remus, pero desconfían el uno del otro. No sé quién me dijo que aquella no parecía una buena época para fiarse de nadie, ni siquiera de las personas en que creías estar en lo cierto. ¡Mira la patada en el estómago que les dio Peter! ¿A que te han gustado los anillos? Y si supieras la de personas que me han dicho que les hubiera gustado que Remus las invitara al viaje... En fin... Bueno, me despido por este capítulo. ¡Que si cuelgas nuevos capítulos de Hac. Just. me avises, que no llegan las alertas a mi correo electrónico! Un besazo del Relaciones Públicas. P.D.: Estoy convenciendo a Helen para que deje una foto y veáis cómo es, pero me parece que os vais a quedar con las ganas.

Isabelle Black: ¡Hola! ¡Qué bueno verte de nuevo por aquí! Espero que te pongas pronto al día, ya que has entrado en vacaciones. Afortunada... Bueno, parece ser que te has esforzado, así que las merecerás; aunque también sería ideal que te pudieras poner al día con MDUL. Me hizo muchísima gracia tu comentario en el que decías que no trato a los merodeadores como divinidades (realmente no lo son), y que no estoy hablando de si sus ojos son tales o cuales; pero luego saltas con que tienes que revisar tu historia porque te has pasado un párrafo entero hablando de los ojos de Sirius. No sé de dónde has sacado tanto para escribir de unos simples ojos. Fue hilarante. ¡Ah! Con respecto a lo de que te parezcas a Hermione, enhorabuena, yo también soy de ese tipo de personas. Pero reconozcámoslo, es un poco engorroso, pedante e insufrible. Ni nosotros mismos nos aguantamos, siempre queriendo superarnos, siempre esforzándonos por la mejor calificación posible. Simplemente, carpe diem. Lo digo porque yo, particularmente, me he tirado muchísimo tiempo estudiando y no sé si lo he hecho por mí mismo o por competir. ¡Lo reconozco! Pero ahora he cambiado, gracias a santa Rowling, y ya no compito, sino que sigo estudiando, pero porque sé que es importante. Muy importante. ¡Ah! Tu primera frase del "review" también fue hilarante. Dios mío, fue original. Te dio cosa lo de Phoebe... (No sé dónde mirar). Tranquila, no has sido la única; no sé en qué pensaba ciertamente cuando lo escribí. Por último, respondiendo a tu pregunta, soy de Córdoba (España). Tengo una maravillosa biografía en la página a la que te invité. Si gustas de pasarte... ¡Y una foto! No te rías, por favor. Un enorme beso para aquellos lares en los que ahora brilla el sol con fuerza. ¡Qué envidia!, con el frío que hace aquí.

Idril Isil: ¡Hola! ¿Vas por el 14? Es que aún no has llegado a lo mejor, querida Lafken. No sé, te noto apática después de los exámenes. ¿Me equivoco? No sé, espero que pronto estés tan animada como siempre. Mira que en los siguientes capítulos vas a encontrar muchas sorpresas. Aunque si no te está gustando ahora, tampoco es cuestión de que yo te insista, que no soy ni un dictador ni un comecocos. En cuanto a lo de que te diga cosas sobre tu personaje, realmente, me parecería injusto. Ciertamente aparece un poco más que otros, meramente figurativos, pero realmente no he podido daros papeles protagonistas porque éstos los tienen Remus, Helen y sus familiares. Si quieres insistirme, ciertamente, todos podrían hacerlo, y entonces no guardaría para nada la intriga. Si queréis también os hablo de Sorensen, Ken, Wathelpun, Ángela, la señora Carney, etc., y os ahogo la sorpresa. No, así no son las cosas, ¿no te parece? Y en cuanto a lo de que no respondo a tus preguntas, no es exactamente eso: velo por los intereses de MDUL; y sus intereses ahora mismo son el secreto o la privacidad (que puedo un poco mostrar) para salvaguardarlos. En cuanto a Lafken, espero que te guste el personaje. Realmente yo no os conozco, no sé cómo sois; he cogido una persona, un nombre, unos rasgos físicos y se los he apropiado como el barro en la mano de Dios a un personaje. El aliento de vida que tenga es mío, y puede parecerse en más o menos, pero sólo si me habláis de cómo sois, qué cosas os gustan, y ese tipo de cosas, ¿no te parece? Espero que lo comprendas; si no, tampoco quiero crear aquí una mesa de debate. Ya te he dicho unas cuantas cosas, tampoco puedo más. Un beso para allá.

Bien. ¿Todos satisfechos? Antes de presentar este capítulo, me gustaría dedicárselo a Ana de Sevilla, para que recuerde los buenos momentos de una vida de amor, como Remus y Helen; y que recuerde también que por un viaje me conoció a mí. ¡Un beso, leguyela!

CAPÍTULO XXI (BIENVENUS!)

(Nota del Autor: Hay ciertas expresiones y frases completas en lengua francesa que, para mejor comprensión, aparecen completamente traducidas en un glosario de frases que he escrito abajo del todo de este capítulo. Recurrid a él siempre que tengáis una duda.)

Aduana francesa. Por la mañana. Remus arrastraba su baúl hasta el mostrador de recepción, pisando las flores de lis que envolvían todo el suelo pero que no se aplastaban bajo sus pies. Aquella aduana era mucho más grande que la española y no había colas por ningún lado. Había tantas chimeneas, incluso en un segundo piso que había, que todo estaba muy bien controlado.

–Buenos días. –Se aproximó Remus al mostrador.

–Bonjour, monsieur –le contestó con educación uno de los recepcionistas, vestidos de azul celeste–. Qu'est–ce que vous voulez?

–Perdone, pero no hablo su lengua –dijo Remus remarcando las palabras.

–Pardon. Anglais?

–Anglais? –repitió Remus–. ¿Inglés? Sí, sí. ¡Anglais! Oui.

–Un moment, s'il vous plaît –solicitó el hombre y salió en busca de otro recepcionista que sí sabía hablar su lengua.

Arreglaron los papeles y les dejaron pasar, después de indicarles la chimenea por la que tenían que viajar: una con destino directo a París, la número cuatro, piso segundo.

Pasaron ante un buen número de puestos ambulantes en los que se exhibían, sobre todos, pequeñas torres Eiffels. Algunas cambiaban de color constantemente y otras parecían de caramelo. Pero no sólo había torres u otros monumentos en miniatura. Un hombre gordo y bigotudo anunciaba a voz pelada:

–Messieurs, messieurs! Ici! Par ici, s'il vous plaît! Voulez–vous des croissants, des baguettes, des pains au chocolat ou de brioches? Est–ce que vous voulez un fromage? Nous avons beacoup de fromage! Par ici, par ici, s'il vous plaît!

Los chicos pasaron ante todos aquellos puestos sin hacerle caso a ninguno. Sí cambiaron, no obstante, algunos galeones por francos en el puesto de cambio. Desaparecieron por la chimenea y aparecieron en la estación de metro de París, aunque ellos no conocían aquel detalle. Un brujo los hacía entrar lentamente y por parejas, para no llamar la atención de los transeúntes o de los viajeron que se apearan en la estación.

–Attendez ici, s'il vous plaît! Ces touristes idiots!...

Subieron las escaleras del metro y salieron al aire de París, mirando a todos lados con emoción. Pararon un taxi y se montaron.

–Où, monsieur? –preguntó.

Y el auto arrancó con los dos brujos en el asiento trasero charlando tranquilamente mientras el conductor ponía rumbo a la plaza Vendôme, donde los apeó, justo en la entrada del magnífico y regio hotel.

–¡Esto debe de haberte costado una millonada! –silbó Helen.

–Digamos que Dumbledore también me echó una manilla –explicó Remus–. Tenía algunos contactos en el Ministerio de Magia francés y nos han posibilitado unas habitaciones a un precio más que asequible.

Dejaron los baúles en su habitación y se decidieron a dar un paseo por los alrededores. No vieron a ningún gabacho con boina y un ridículo e hirsuto bigote sobre el labio superior, pero no por ello cambiaron su concepto sobre ellos: seguían pensando que iban a atragantarse de un momento a otro con aquellas guturales erres que se les escapaban por la boca, que parecían una tortura pronunciar.

Se detuvieron en un café y tuvieron que dedicar muchos aspavientos para explicarle al "garçon" que querían un zumo de calabaza cada uno.

–Non, nous n'avons pas!

–¿Que no tienen? –comprendió Remus–. ¡Vaya por Rowling! Qué fastidio. ¡Café! ¿Tiene café?

–Oh, mais oui! Bien sûr! Un ou deux?

–¿Cómo que "anudé"? –preguntó alterado Remus–. Tráeme dos y ya está.

–Idiot! –Se fue musitando el pobre camarero.

A la mañana siguiente cogieron un autobús para dirigirse al celebérrimo museo Louvre, con lo que la noche anterior tuvieron que hacer muchas indagaciones con el hombre de recepción para comprender cómo tomar el autobús adecuado, pues su inglés era bien torpe.

El espléndido edificio renacentista apareció a sus ojos. Caminaron un trecho y entraron en el edificio. Se dirigieron por dónde iba todo el mundo hasta que encontraron la magnificiosa pirámide de cristal que servía de entrada al museo.

Pagaron la entrada y accedieron al interior.

–No vamos a poder ver todo –dijo Remus–. Tiene que haber un centenar de obras.

–Sí –aceptó Helen–, tendremos que ir a las más importantes. ¡Vamos, corre! –Y echó a correr por la galería–. ¡No me pierdo a Da Vinci!

Llegaron a una sala en la que se exponían los cuadros del impresionante pintor renacentista. Remus consultaba el manual que le había regalado a Helen.

–¿Sabías que Leonardo da Vinci era un mago? –comentó–. Pintaba sus cuadros a golpe de varita, con lo que tardaba menos y el resultado era increíble. Los muggles, no obstante, siguen pensando que los pintaba a mano. –Remus rió.

–¡Ilusos! –dijo Helen–. Mi padre también lo diría una y otra vez sin que se consiguiese que dijera lo contrario. Son tan obstinados...

–Leonardo da Vinci –continuó leyendo Remus en la guía– fue un maestro para los pintores de su tiempo, muggles o brujos. Dedicado a todas las artes y a la experimentación, Da Vinci siempre estaba programándose nuevos retos: uno de sus hallazgos más sonados es la técnica del "difuminado" o "sfumato", utilizada en la pintura, con la que conseguía mediante el claroscuro que el paisaje quedase inmerso en una niebla nítida pero misteriosa.

–Qué interesante –se mofó Helen–. ¿Quieres pasar a los detalles curiosos?

–¡Espera, espera! –la tranquilizó Remus–. Una de sus obras más conocidas, incluso por la comunidad no–mágica, en la que emplea la susodicha técnica es "Mona Lisa", en la que el espléndido pintor retrata sentada en su balcón a una bruja florentina llamada Lisa Gherardini que, al casarse, pasó a conocerse como «La Gioconda». Según relata la leyenda, la bruja tenía el poder de cautivar a los hombres con su enigmática sonrisa, y así hizo con Leonardo, a quien enamoró y obligó a que le pintase un retrato para su villa en la periferia florentina. Sin embargo, al acabarlo, el pintor, que había superado ya el hechizo de la bruja Doña Lisa, se llevó el magnífico óleo a Francia.

–Es precioso, ¿verdad? –comentó Helen–. La boca parece de verdad, ¿no te da la impresión?

Un grupo de turistas japoneses, que hicieron un montón de ruido flaseando el cuadro con sus diminutas y sofisticadas cámaras, se movilizaron hacia otro cuadro, al que también bombardearon a fotos, y la Mona Lisa se quedó desierta, sólo observada por Remus y Helen.

Lisa descruzó los brazos y se quedó un momento bizca a causa de la luz de las cámaras japonesas.

–¡Malditos turistas! –madijo con voz queda–. ¿Es que no podían llevarme a algún sitio como Beauxbatons, donde pudiera estarme moviendo todo el rato? –dijo con voz amarga–. ¿Queriáis algo, brujos? –preguntó.

–No, sólo mirarla –comentó Helen asombrada.

–Claro. ¡No creas que me asombro! Me pasa todos los días. Todo el mundo quiere verme. ¡Maldita la hora en que se me ocurrió que me pintase ese Leonardo!

Un par de turistas españoles, vestidos con pantalones cortos y camisas remangadas, se aproximaron hasta el cuadro y Mona Lisa volvió a sonreír enigmáticamente, con los brazos cruzados.

Recorrieron otro buen trecho hasta que llegaron a otra de las obras que habían marcado en su itinerario: la Venus de Milo.

–¿Qué pone, Remus? –se interesó Helen de inmediato–. Bueno, déjame que lo lea yo ahora, que para eso es mi libro, ¿no? –Y se lo arrebató. Leyó–: Hallada en 1820 en la isla de Milo, que le da su nombre, la magnífica estatua fue realizada en torno al siglo segundo antes de Rowling por una escuela ateniense de escultores muggles, anónimos, pero que se sabe eran hereditarios de los consejos del gran maestro Fidias. La mencionada estatua representa el cuerpo semidesnudo de Helena de Olimpo... ¡Se llama como yo, Remus! –gritó Helen–. Helena vivía con otros brujos despóticos en una elevada montaña de la península balcánica, Olimpo, de la que bajó un día para exigirle a aquellos escultores muggles la realización de una estatua de ella en la que fuese reflejada sin asomo de defecto alguno, tal y como tenían acostumbrado aquellos muggles hacer por aquel entonces. Para asegurarse de que la obra era realizada con el pago que les había dado y que no huían con él, la malvada bruja Helena de Olimpo realizó sendas maldiciones sobre las familias de los escultores, prometiendo que una vez viese sus facciones y su cuerpo esculpidos en la piedra levantaría los hechizos y volverían a ser libres. Nunca llegó a cumplir su promesa. Los muggles, enojadísimos, le partieron los dos brazos que ellos mismos le habían conferido y la enterraron.

Anduvieron otro buen rato, pasando ante numerosas piezas de la Historia del Arte de los tres últimos milenios sin detenerse. Esto se debía a que la noche anterior habían programado una exhaustiva ruta a realizar para ver las mejores obras. Se detuvieron finalmente ante...

–¡La Victoria de Samotracia! –exclamó Helen, al verla y comprobar que era idéntica al dibujo en carboncillo que había en el libro.

–Lee lo que pone, Helen –le instó Remus.

–Claro. –Posó la mirada en la guía mágica–. La Victoria de Samotracia es una de las tres obras de arte más importante del museo muggle del Louvre. De 2,45 metros de altura y realizada, aproximadamente, en torno al año 190 antes de Rowling, la Victoria de Samotracia fue el mascarón de proa de un barco muggle de la antigua Grecia esculpido en mármol por la escuela rodia. La Victoria, o Niké, como también se acostumbraba a llamarla, desciende sobre la proa de un navío, con el viento en contra, para conmemorar un triunfo naval muggle. Como no consta de un pasado mágico –leyó–, no le daremos más importancia.

–Qué elitismo. –Sonrió Remus–. ¿Qué más hay para ver?

Y así pasaron toda la mañana.

Al día siguiente anduvieron a pie hasta los Campos Elíseos para poder subir a la regia torre Eiffel, símbolo de París, y de Francia entera.

–¡Vaya! –Silbó Remus–. Nunca me la había imaginado así...

–¿Ah, no? –preguntó desinteresada Helen–. Es muy bonita, ¿no te parece?

–Oh, sí... –contestó–. ¿Te apetece si leo lo que pone?

Helen no puso pegas y Remus sacó de su mochila de viaje la guía turística de Francia para magos.

–Construida en 1889 –leyó– con motivo de una exposición muggle en París, la torre está realizada completamente en hierro (material que, según los entendidos, comenzó a utilizarse para la edificación no–mágica a partir de esta época) y mide 274 metros, lo que la convirtió en una pesada labor para los muggles que la construyeron, cuando especialistas magos hubieran podido levantarla en un par de horas. Se cuentan numerosas anécdotas sobre este símbolo francés, pero sin duda la más curiosa es la del mago francés Reisfeldt, un eminente sastre de la primera mitad del siglo XX. Se confeccionó una túnica especial y la encantó para que volase, lanzándose al vacío ante el asombro de una gran multitud muggle en el año 1911. Sin embargo, algo debió de salir mal porque no pudo volar y, ante una segura colisión contra el suelo, hubo de desaparecerse ante el asombro de la comunidad no–mágica. El Departamento Contra el Uso Indebido de la Magia francés hubo de arreglar el asunto desmemorizando a muchos muggles y variando la información de la prensa por la de que se estrelló estrepitosamente contra el suelo, pero que le había dado un infarto al corazón en tanto descendía; no menos estrepitosa fue la multa que se le impuso a Reisfeldt, quien hubo de huir de Francia negándose a pagarla.

»Sí, muy interesante... –ironizó–. ¿Subimos?

–Hay mucha cola –contestó Helen con amargura.

–Sí, en la cola de los muggles –le dijo Remus con segundas–. ¡Vamos, Helen! Somos magos, ¿te acuerdas?

–¿Y qué quieres, que saque mi varita y se la ponga al guardia de la entrada delante de la cara para que nos cuele?

–No. –Rió Remus ante las ocurrencias de su novia–. Hay un seto –señaló–, y aquí un par de magos. Nos desaparecemos y nos aparecemos en lo más alto de la torre –sugirió.

–Remus, no podemos hacer magia delante de los muggles, o nos expulsarán del país... –dijo muy seria.

–Ya –asintió–. Pero nadie ha dicho que nos tenga que ver ningún muggle. Hay unos setos. –Volvió a señalarlos.

Helen, refunfuñando, se escondió detrás de ellos y se apareció junto a la elevada antena de la torre, junto a Remus.

–¿Qué te parece? –gritaba Remus, pues el viento les azotaba en la cara y tuvieron que agarrarse fuerte para no salir despedidos.

–¡Precioso! –clamó–. Éste es el mejor regalo que me han hecho nunca, Rem.

Remus sonrió.

A la tarde, entrelazados, paseaban tranquilamente por una avenida camino del hotel y el reposo. Un par de jóvenes gabachos y destartalados, con las manos en los bolsillos y arrastrando los pies, pasaron rápidamente a su lado y golpearon a Remus en el hombro con bastante fuerza.

–¡Ten cuidado, chico! –gritó Remus enfadado.

El que le había dado se volvió de manera violenta con una pequeña navaja en su mano, con una hoja especialmente brillante a la luz de las farolas. Helen gritó y Remus se quedó mirando a los dos gabachos sin saber qué hacer.

–Donne-moi l'argent! –gritó–. Est–ce que tu m'as ecouté? Donne–nous tout!

–¿Qué quieres? –gritó Remus poniendo cara de buscar pelea.

–¡No, Remus, no te enzarces! –Lloriqueaba Helen–. ¡Cuidado, Remus!

–Pero ¿qué quieren, Helen? ¿Tú los entiendes? Porque yo no.

–Silence!!! –gritó colérico el que no empuñaba el arma–. Donne–nous ton argent, nous avons dit. Tu as compris? –Y junto las yemas de los dedos índice y pulgar y se los acarició suavemente.

Remus comprendió al fin.

–¡Helen, que me están mangando! –exclamó como si no lo creyera posible.

–No hagas nada, cariño –sollozaba–. Hazles todo lo que te digan. –Estaba muy asustada.

–¿Que les dé nuestro dinero? ¡Nunca!

Los dos chorizos se estaban impacientando.

–Silence! –dijo el que empuñaba la navaja–. Nous n'allons pas faire aucun mal à ton petite amie. Mais si tu ne nous donnes pas tout ton argent, nous allons te tuer.

–Pero ¿qué coño me estás diciendo? –gritaba imperioso Remus que no entendía ni jota de lo que le estaban contando. Miraba todo el rato a Helen, que lloriqueaba sonoramente–. Pero ¿qué hago, Helen? ¡Que nos están robando!

–No hagas nada –murmuraba–, que no son más que muggles.

–¿Muggles? –le gritaba–. Pues no parecen muy indefensos como los pintan. ¡Eso es un cuchillo y lo demás son tonterías!

–No hagas magia, Remus, por favor. –Se achicaba Helen entre las lágrimas.

Los dos ladrones franceses estaban desesperados. El que no portaba la navaja dio dos grandes zancadas y cogió a Helen fuertemente del brazo. Remus no pudo consentir aquello y se metió rápidamente la mano en la chaqueta sacando su varita, que blandió enseñando los dientes con rabia.

–¡Suéltala! –gritó.

–Qu'est–ce que c'est? –No dejó de amenazarlo con su navaja–. Une petite branche? Un stylo, peut–être? Ou une baguette magique? –Rió de lo que acababa de decir, de su propio chiste.

Remus blandió la varita como un látigo y la navaja salió volando de su mano cayendo al suelo, al contacto con el cual la hoja se partió en pedazos de brillante metal.

–Comment? Qu'est–ce...? –tartamudeaba mirándose la mano en que ya no estaba su navaja.

Remus volvió a blandir la varita y el otro sujeto sintió que todo su cuerpo se engarrotaba y Helen, consecuentemente, pudo zafarse de su garra aprisionadora.

–Allons–y! –gritaron al mismo tiempo y salieron corriendo con tanta fuerza que se escurrieron y a punto estuvieron de besar el suelo–. C'est chose de la magie!

Helen abrazó a Remus y le acarició el pelo sudoroso. Después le dijo que había sido muy tonto por usar la magia, aunque estaban en una situación de peligro, no obstante.

–Yo mismo los hubiera desmemorizado –comentó Remus–, pero han salido corriendo. ¿No querrás que me ponga a correr detrás de ellos? A ese paso ya deberían estar en Marsella, por lo menos. Lo mejor será que vayamos a acostarnos.

A la mañana siguiente una lechuza penetró por la ventana abierta de su habitación y Helen contuvo la respiración. La lechuza se detuvo en la mesa, cerca de ella, y la chica corrió a desprenderle el pergamino.

–¿Quién es? ¿Quién es? –inquiría ansioso Remus saltando de la cama, donde estaba aún tumbado.

–¡Oh, Lily! –Respiró aliviada–. Dice que... ¡Joder!

–¿Qué pasa? –Volvió a saltar de la cama Remus.

–¡Que está embarazada! –explicó con los ojos completamente abiertos por la impresión–. Me cuenta también que deberíamos haber visto cómo reaccionó James, que al parecer, dice, se desmayó igual que Frank. –Helen se echó a reír–. Espero que tú no seas igual de delicado –comentó en broma a Remus, quien se limitó a hacer una mueca de desagrado–. Explica también, mira, que... «Por todo, estamos preparando ¡nuestra boda!, figúrate. Alice está muy decepcionada, porque pensaba que los primeros en casarse serías Remus y tú. (Sí, yo también lo pensaba –dijo con tristeza Helen–). Será al modo muggle, porque toda mi familia lo es y sólo mis padres y mi hermana saben que soy bruja. Hemos pedido ya fecha en el pueblecito en que viven mis padres y, aunque estaban muy apretados, me dijeron que siempre encontraban hueco para casos desesperados como aquél, ya que un niño no debe nacer nunca en estado de pecado, me dijeron. Todo parece estar previsto para el nueve de febrero, así que vete buscando el traje, niña, que tienes que venir muy guapa. Ya que estás en París, que, por cierto, ojalá lo estéis pasando estupendamente, de todo corazón, podrías aprovechar para comprarte allí un modelito todo a la moda en esas "boutiques" tan interesantes que dicen que hay en esa ciudad. –Helen estuvo leyendo un rato moviendo los ojos de un lado a otro, sin decir nada–. Aquí te manda recuerdos, Remus.

–Bien –comentó con desgana.

Alguien llamó a la puerta de la habitación con los nudillos y la lechuza, en ese instante, batió las alas y emprendió el vuelo. Remus y Helen se miraron instintivamente un momento.

–Abre tú mientras me pongo la camisa –rogó Remus y saltó de la cama.

Al otro lado de la puerta había un hombre rubio y de piel blancuzca, de penetrante mirada, embutido en una larga gabardina de color marrón.

–Buenos días –saludó con una enigmática sonrisa–. ¿Se encuentra aquí el señor Remus Lupin?

Helen fue a contestar algo cuando Remus asomó la cabeza por encima del hombro de ella.

–Soy yo. –El hombre le tendió la mano y se la estrechó.

–¿Puedo pasar? –preguntó el recién llegado.

–Sí, sí, ¿cómo no? –Se hicieron a un lado Remus y Helen.

–Bien, soy Pierre Avignon, funcionario del Departamento Contra el Uso Indebido de la Magia. –Remus asintió sereno, como si hubiese estado esperando aquello todo el rato–. Tengo constancia de que una varita registrada en la aduana ha practicado magia en presencia de miembros de la comunidad no–mágica francesa: la suya.

–¡Lo atacaron! –exclamó indignada Helen–. Nos intentaron atracar, señor. Sacaron una navaja.

–¿Ah, sí? –preguntó el mago con escepticismo–. Eso da igual. Las normas son las normas y ustedes las han incumplido –explicó sereno–. Un par de desmemorizadores del Equipo de Reversión de Accidentes Mágicos...

–¿Accidente? –volvió a gritar Helen y Remus quiso tranquilizarla–. ¿De qué nos está hablando? ¡Él sí que podría haber causado un accidente con esa navaja!

–Como iba diciendo –repuso el hombre sin inmutarse, un par de desmemorizadores del Equipo de Reversión de Accidentes Mágicos han tenido que encontrar al par de muggles y hacerles olvidar todo lo ocurrido. Ha causado bastantes problemas, señor Lupin –dijo el hombre sonriendo levemente.

–¿Cómo hay que decírselo? –gritó Helen–. ¡Nos atacaron!

–Lo siento mucho –dijo Pierre Avignon–, pero tengo que rogarles encarecidamente que abandonen el país por esta vez, y decirles también de todo corazón que no vuelvan hasta que no hayan madurado. –Sonrió–. Suficientes problemas tenemos ya aquí como para que se les suman los actos de sabotaje de un par de irracionales ingleses.

–¿Cómo? –Se escandalizó Helen.

–Aquí traigo la orden de expatriación cedida amablemente por nuestro Ministerio de Magia. Si son tan amables les esperaré aquí mientras recogen todas sus cosas y les acompañaré de buen talante a su aduana, donde los despediré gustoso. Ça va?

(Nota del Autor: ¡Ah! Antes de cerrar el capítulo, he dejado ya el tercer capítulo de REMUS LUPIN AMA A HELEN NICKED: ¿QUÉ HUBIERA PASADO SI...?, en el que se sabe más cosas sobre las visiones que tuvo Helen y en las que conoció a Remus.)

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C'est fini. ¿A que ha quedado un poco corto? Espero que os haya gustado, aunque ha quedado pedante para reventar. Bueno, quería poner un poco también de ese estilo, parecer una obra del "mester de clerecía". Por eso puse la cita en el encabezado; esas geniales palabras de Berceo.

Os prometo que el siguiente capítulo es un poco más largo, ¡e interesante! Vuelven los temas, vuelve la emoción. ¡Vuelven! ¿Cuándo? Como siempre, dentro de una semana, el día sábado, 18 de diciembre. ¡Y no sé qué va a pasar! Los dos sábados siguientes son fiesta (Navidad y Año Nuevo), con lo que no sé si designar otro día o qué. Ya lo pensaré para la semana que viene. ¡O a lo mejor me doy unas vacaciones! Para estudiar, menudas vacaciones... Ya os lo comunicaré la semana que entra, la misma semana en que colgaré el capítulo XXII.

Avance del capítulo 22 (HASTA QUE LA MUERTE LOS UNA MÁS TODAVÍA): ¡Hay boda! Pongámonos los trajes de gala, vayamos al enlace de Lily Evans y James Potter. Y prometo que habrá reconciliaciones (¿de quién?) y luchas entre el bien y el mal. No ha llegado el día en que Remus y los suyos pasen un día en paz; ni siquiera la boda de unos seres queridos...

Me despido por esta semana, deseándoos lo mejor. Muchas gracias a todos por los "reviews", los ánimos y los halagos. Ahora me pondré un poco a estudiar, que ahora mismo no estoy como para ganarme la vida con los "fanfictions".

Quique (KaicuDumb), autor de MDUL, "Weaver" y poco más, que no tengo mucho tiempo, la verdad.

GLOSARIO DE FRASES.

Bonjour, monsieur. Qu'est–ce que vous voulez? Buenos días, señor. ¿Qué es lo que desea?

Pardon. Anglais? Disculpe. ¿Inglés?

Un moment, s'il vous plaît. Aguarde un momento, por favor.

Messieurs, messieurs! Ici! Par ici, s'il vous plaît! Voulez–vous des croissants, des baguettes, des pains au chocolat ou de brioches? Est–ce que vous voulez un fromage? Nous avons beacoup de fromage! Par ici, par ici, s'il vous plaît! ¡Señores, señores! ¡Aquí! ¡Por aquí, por favor! ¿Desean cruasanes, baguettes, napolitanas o brioches (producto típico)? ¿Tal vez quieren un queso? ¡Tenemos muchísimo queso! ¡Por aquí, por aquí, si gustan!

Attendez ici, s'il vous plaît! Ces touristes idiots!... ¡Aguarden aquí, por favor! ¡Estos turistas idiotas!...

Où, monsieur? ¿Dónde, señor? («Monsieur» es una fórmula de cortesía muy habitual).

Non, nous n'avons pas! No, ¡nosotros no tenemos!

Oh, mais oui! Bien sûr! Un ou deux? ¡Oh, claro que sí! ¡Por supuesto! ¿Uno o dos?

Donne-moi l'argent! Est–ce que tu m'as ecouté? Donne–nous tout! ¡Dame el dinero! ¿Me has oído? ¡Dánoslo todo!

Silence!!! Donne–nous ton argent, nous avons dit. Tu as compris? ¡¡¡Silencio!!! Te hemos dicho que nos des tu dinero. ¿Lo has entendido?

Silence! Nous n'allons pas faire aucun mal à ton petite amie. Mais si tu ne nous donnes pas tout ton argent, nous allons te tuer. ¡Silencio! No vamos a hacerle ningún daño a tu novia. Pero si no nos das todo tu dinero, vamos a matarte.

Qu'est–ce que c'est? Une petite branche? Un stylo, peut–être? Ou une baguette magique? ¿Qué es eso? ¿Una ramita? ¿Un bolígrafo quizá? ¿O una varita mágica?

–Comment? Qu'est–ce...? ¿Cómo? ¿Qué...?

Allons–y! C'est chose de la magie! ¡Vayámonos de aquí! ¡Parece cosa de magia!

Ça va? ¿Les parece?