«¿Cómo, mon señer, en dos anos petid corder non se fazer carner? Vós veniéssedes tenplano e trobariades corder."
(Juan Ruiz "Arcipreste de Hita", Libro de buen amor: "Enxiemplo de lo que conteçió a Don Pitas Payas, pintor de Bretañia.)
¡Bienvenidos a la vigésimo sexta entrega de MDUL! Que poco queda para revelar la real trama de este relato... ¡Qué ganas!Respondo "reviews":
–Queridísima Paula Yemeroly: ¡Hola! Me estoy quedando prendado de ti. ¡Qué puntualidad!, ¡qué constancia! Eres un sol. No hay de qué por haberte dedicado el capítulo, te lo merecías; sólo espero que no sea el último y que la mayor dedicatoria posible, es decir, que te convierta en personaje del relato, pueda ser algún día factible. Todavía no sé en qué ponerte, pero me temo que tarde o temprano acabaremos dilucidando juntos un personaje que te satisfaga. Y tranquila, que tengo algunos reservas por si no se nos ocurre nada; de esa forma, seguro saldrías. Siempre cumplo mis promesas. Y veo que tú las tuyas: prometiste que me ibas a leer, ¡y lo estás cumpliendo maravillosamente! Dijiste que ibas a dejar un "review" por capítulo y lo estás haciendo. Eres un encanto de persona. Por cierto, me haces gracia cuando al final del "review" me dices: «creo que me ha quedado un poco corto». ¿Corto? ¡Te quedó genial! Pues sí, ya se ha revelado la profecía y se ha cumplido, aunque sólo lo sabe Dumbledore, y Harry sintió envidia de Neville y se adelantó un mes. Poco queda ya... ¡Ah, sí! Matar a los Potter... Qué asunto más trágico, pero no tengo más remedio que hacerlo. Dentro de poco se verá. Dijiste que te habías pasado por REMUS LUPIN AMA A HELEN NICKED. ¿Te gustó? (Pues hay nuevo capi.) Que si tienes alguna consideración, sea lo que sea, dímela. Te prometo que lo escribiré. Hasta el momento sólo me deja sugerencias Helen Nicked Lupin, pero yo creo que tú no lo haces por temor o vergüenza... ¡Si te veo muy simpática! Que pronto he colgado esta vez, ¿no? A mí se me ha antojado poquísimo tiempo...: cinco días. Para el capítulo 27 habrá que esperar un poquito más, aunque te digo solamente de que, de entre los últimos que he colgado últimamente, es uno de mis favoritos. ¡Besazos, Paula! Espero ansioso noticias tuyas, que me hacen sonreír tontamente. Tus "reviews" son un agrado para un aprendiz como yo. ¡Muchas gracias! Y cuídate.
–Queridísima AYA K: ¡Ay, mi pobriña! Que hoy también se te han adelantado. (Risas.) ¿Qué tal? Espero que bien. ¿Hace mucho frío por allí en el norte? Aquí un poco. Por las mañanas rayamos los cinco grados y por la tarde, si hace bueno, los veinte. Supongo que allí será peor, ¿o me equivoco? Y también me he resfriado. A punto he estado de no colgar el capítulo. Pero me he liado como un bellaco a tomar sobres y aspirinas (tampoco tanto, con moderación, que no soy ningún adicto) y me he puesto buenecito para dejaros un nuevo capítulo, que yo también me pongo impaciente, no creáis. Es que me encanta leer vuestros "reviews", saber vuestras opiniones... Pero esto lo he dicho ya tantas veces que me repito. Por cierto, menos mal que dices en el encabezado del "review" que lo vas a escribir cortito... ¡Sí, sí!... Pero ha sido encantador. Estuve a punto de poner que era chico en el resumen, pero me dio corte. ¿Tú lo leerías si hubieses leído eso? No sé, a lo mejor me atrevo. ¡Hay que arriesgarse! ¡Ah!, y gracias por los halagos, por otra parte inmerecidos, que me ofreces. Me haces sonrojar. Últimamente no hago más que pensar en vosotros, los lectores, por otro lado amigos, que es parte fundamental. Por ejemplo, esta mañana, yendo para la facultad, voy y me encuentro con un coche con matrícula AK, y me acordé de ti. ¿Adivina por qué? No sé, me hacéis la vida más entrañable. Por eso te agradezco los ánimos: sí, en efecto, fue una mala racha de la que, por cierto, ya me he recuperado. El capítulo que acabo de terminar, el 51, "El profesor de Defensa contra las Artes Oscuras", tiene ¡cerca de 100 páginas! No sé si a la semana siguiente de colgarlo pondría otro, porque aún estaríais colapsados. Y ya mismo acabo la primera parte. No sé si te lo dije, pero MDUL iba a constar de dos partes. Bueno, ya cuando me vaya acercando os lo explico más detenidamente. Gracias por no revelar el final del Código Da Vinci. Cierto, aún no lo he acabado porque no me ha enganchado y he empezado con otras cosas, pero como lo tengo en casa, algún día seguramente lo coja y le doy el finiquito. Pero, sobre todo, gracias por hacerle extensible el relato a Nayra (cuyo correo electrónico no tiene desperdicio), que se nota a la legua es una chica encantadora. ¿En serio habláis de mi relato por ahí? Justo esta mañana estaba pensando si eso era posible. Yo también lo hago con mis amigos a menudo y me imagino si la gente también soñará con mis historias y las contemplará y comentará... ¡Qué vida! Muchas gracias, AYA K. Muchísimas gracias. Por eso te rompo la tan larga espera. Te presento a Eva, personaje de MDUL. He pensado que, por qué no, mantengamos los nombres tradicionales. Eva es uno de los personajes que más me gustan de MDUL, un papel conciso pero muy especial que estaba aguardando dárselo a alguien especial. Te lo mereces. Un beso.
–Queridísima Nayra: ¡Hola! Antes que nada, tu correo es buenísimo. ¡Búscate la vida! Al principio me quedé pillada. Y tienes que tener 17 años o 18, no sé, depende del mes. Nayra, ¡bienvenida a MEMORIAS DE UN LICÁNTROPO! Te abro las puertas del relato que, según estoy preparando, va a tener más capítulos que ningún otro en todo "fanfiction". Por eso me reí mucho cuando leí en tu "review" que te daba igual, que al contrario, si llegaba a los cien capítulos. Espero superarlos. Así que eres amiga de Eva, o AYA K como la solemos conocer más por aquí. Pues yo me llamo Quique; podrías llamarme Kaicu o Kaicudumb, pero me sonaría superficial. Espero que te acostumbres pronto a mis largas respuestas, porque me encanta charlar con vosotros, conocernos y hacernos amigos. Por eso, da igual lo que pongas en tu "review", yo los leeré de buen agrado. Si no sabes qué poner, da igual: hay gente que me empieza a contar episodios de su vida y yo me río mucho. Seguro que se te ocurre algo, se te ve cara de simpática y locuaz. Antes de pasar a otros asuntos, como supongo te habrá dicho AYA K, a partir del capítulo 40 comenzarán a aparecer los lectores convertidos en personajes. ¿Te gustaría participar? Me alegro de que digas que te está encantando. Me haces sonrojar. Pienso currármelo mucho para no decepcionarte; sólo te adelanto que lo hasta aquí visto no es nada en comparación con lo que queda por aparecer. Querida Nayra (espero un nombre real, por cierto, aunque sólo sea por conocerlo, me parece más íntimo), te voy a dedicar este capítulo. Un beso y espero vernos pronto.
–Queridísima Leonita: ¡Hola! Aquí el peligro... Cada día con un vocativo diferente. ¡A cada cual más ocurrente y original! ¿Peligro? Bueno, sí, soy un peligro... ¡Qué fuerte! Me has dejado anonadado. Tal y como lo dices, parece un argumento de novela de intriga. Así que hay alguien más en la Facultad de Derecho de Sevilla leyendo... ¡Habrá que investigar! Pero ¿qué aparecía: la página de "fanfiction" o mi página de autor? Sea como fuere, ¡qué fuerte! No me extraña; quiero decir, que me imagino que habrá personas que lean y no dejen "reviews". Son los que yo llamo "fantasmas" (sin ningún sentido peyorativo), porque pasan desapercibidos; aunque también los denomino "piratas", porque entran al abordaje y enmascarados. Sea como fuere, lo cierto es que hace mucho tiempo yo también hacía como ellos, entraba, leía y nada comentaba: lo reconozco, era un error, pero sufría de pocas horas de Internet. Ahora, sin embargo, es diferente. Pero me has dejado pillado. No sé, hasta ahora no me lo había planteado, y es como si de pronto me alcanzara la magnitud: figúrate por un momento que cuelgas un capítulo; ¡no sabes en qué momento te están leyendo! Personas tan dispares, tan lejanas unas de otras se acercan a tu corazón más que nadie. ¡Es genial! Lo pienso tan sólo y se me pone el vello de escarpia. Pero bueno... ¿Elficida? Pobre Ñobo, la verdad es que estaba el pobre muy esmirriado ya. Cuando viniste a Córdoba, a Elena estuvo a punto de escapársele que Ñobo ya no vivía. Le tuve que dar un codazo, pero por fin ya lo sabes. Y debo decir que no van a aparecer muchos más elfos domésticos; no me gustan. Ése estuvo gracioso para la escena del flamenqueo y demás. Espero que me perdones su muerte. Sí, Neville el 25 de julio. ¿Tú naciste un día antes? También es casualidad. Comentas que te gustó mucho una frase de Helen, pero es que ahora no caigo cuál puede ser. Capítulo apoteósico: desmesurado... pero si tú lo dices... Me alegro de que te guste, y que digas que está bien estructurado, pero creo que está aún mejor el de esta semana no, el siguiente. Lo leí el otro día y me quedé asombrado de mí mismo (recuerda que estos capítulos los escribí hace ya meses; la mitad se me han olvidado). Debo (o por lo menos quiero) explicarte que ya he acabado el capítulo 51. Pronto empezaré el capítulo 52, cuando haga algunos retoques en uno anterior... Sigo planeando una laboriosa trama. Y tengo la impresión de que éste va a ser el "fic" más largo que se haya visto por "fanfiction". Espero que siempre estés ahí. Un beso y saludos para Pepe. Por cierto, gracias por pasarle el relato a Miaka; se la vio una chica muy simpática.
–Queridísima Lorien Lupin: ¡Hola! Estás liada, ¿verdad? Suele pasar, las vacaciones a veces son peores que la propia rutina. Tienes tanto tiempo que no sabes cómo emplearlo y se escapa. O al menos eso me sucede a mí. No pasa nada. También estoy yo un poco estancado con El secreto, aunque te aseguro que lo seguiré pronto. A ver si puedo meterle el diente en este fin de semana. Y tú no te preocupes por no poder leer tan rápido. Aunque me preocupa no saber de ti... ¡snif! ¿Te dije que ya te había encontrado personaje? Es que no me acuerdo. ¿Qué libro estás leyendo de Alejandro Dumas? Bueno, nada, chica, un beso muy grande para Perú y tómate tu tiempo, que yo seguiré aquí todo el tiempo que haga falta.
–Queridísima Idril Isil: ¡Hola! Perdón. Con lo bien que empezamos... Perdón. Si te parecí mordaz, lo siento. Tal no fue mi intención, aunque mis palabras fueron tal vez agrias. Es el problema de refugiarse en ellas cuando se pueden revelar las cosas a viva voz. Me sentó mal que copiaras mis frases literales en tu "review"; al releerlas pensé lo malsonantes que resultaban. Lo siento. Comprendo que estés de vacaciones, pero me remito al comentario que me hiciste, simplemente, de que estabas apática y de que el relato ya no te estaba interesando. Si me excedí, lo siento, no fue mi intención. En cuanto a lo de hablarte de mí, ya te dije que no tengo ningún inconveniente; pero aunque parezca que hablo como una cacatúa, no sabría qué decirte sobre mí mismo. Pregunta y te responderé. Y si sigues leyendo, estupendo. Pensaba seguirme llevando bien contigo lo hicieras o no. Espero que no estés enfadada. Lafken, no te pongas seria que te pones fea, ¡sonríe! Y ¿qué es eso de Wilwarin? Un beso.
(DEDICATORIA: Este capítulo se lo dedico a Nayra, lectora recién incorporada que parece que viene con fuerzas arrolladoras. Te lo dedico, Nayra, por lo que espero que sea el génesis de una amistad.)
CAPÍTULO XXVI (VERANO DE 1980)
–¿Quieres dejar de salpicarme agua, Canuto? –se enfadó Peter.
–Si no quieres que te eche agua... –Se abalanzó sobre él hoscamente y lo sumergió bajo su enorme peso.
Peter salió escupiendo agua y con los ojos todo rojos, porque le había entrado agua hasta en el carné de identidad mágico.
–¡Joder, Sirius! Eres más pesado... –se quejó el joven mago.
–¿Qué has dicho? –dijo el otro, ofendido.
Y volvió a hacerle una ahogadilla.
Las tres chicas estaban sentadas en sendas tumbonas y tomaban el sol tranquilamente, charlando, mientras contemplaban a los hombres y veían cómo hacían el canelo. Lily se incorporó y le puso un poquito de crema en la nariz a Harry, que estaba echado sobre una cómoda cestilla mágica y tenía unas grotescas gafas de sol puestas para protegerle los ojos.
–Se me va a achicharrar –comentó.
Agitó su varita y apareció una sombrilla lo suficientemente grande como para ofrecerle una confortable sombra. Alice, al verla, cogió también el cestillo en que había metido a su hijo, Neville, y lo puso al lado de Harry.
–La verdad es que sí que quema un poco –comentó Helen, que estaba tumbada boca abajo bronceándose la espalda. Agitó su varita en dirección al sol, obró una gran floritura e irradió una menor intensidad–. Así está mejor.
Lo cierto es que, aunque no lo parezca, no estaban sino en la Orden del Fénix, en una extraña habitación que alguien, previsor, había creado en la puerta mágica; una habitación como era aquella, con piscina y un sol mágico que se podía graduar a voluntad, que no conocieron hasta el verano de 1980.
Sirius salió todo chorreando y se puso encima de Harry, sacudiéndose como un perro, y al pobre niño lo puso perdido de agua. El pequeño se echó a llorar y Lily corrió a ayudarlo, dándole un empujón a Sirius.
–¡Oye! –la espetó Canuto–. Que yo voy a ser su padrino...
–¡Cállate, que aún no lo eres! –exclamó Helen de mal humor.
–Pero mételo en la piscina, Lily –insistió Sirius–. Dicen que para los pequeños eso está muy bien, que aprenden no sé qué... y que les sirve para algo. ¡Tú ya me entiendes!, ¿no? Y si no, a ver si así hace un poquito de magia, ¿no te parece? Yo quiero estar presente cuando haga su primera magia –dijo tan feliz como un niño con piruleta nueva.
–¡No, Sirius! –Apretó a Harry contra su pecho y el niño casi se ahoga–. Sólo tiene tres semanas. No lo voy a meter en la piscina. ¿Queda claro? –dijo tajante.
–Eres una aguafiestas, Lily –dijo en tono de reprimenda–. ¿Puedes convocarme la toalla, por favor? –le pidió tornando su voz en angelical.
Lo hizo y Sirius se sentó en el suelo mientras se secaba la cabeza y el torso. Después sacó su varita de una mochila y también de ésta una pelota de plástico desinflada. Le dio un par de toques con la varita y la pelota se infló tanto que parecía que iba a explotar. La lanzó a la piscina y Frank, Remus y James se pusieron a jugar con ella de inmediato. Sirius sintió envidia y se lanzó de cabeza, salpicando a Peter, que se aferraba intranquilo al borde. Helen le dijo que probase a nadar, que era bastante sencillo, y Peter, sonriéndole tímidamente, se soltó del borde y nadó unas pulgadas usándose del celebérrimo y deprimente estilo del perrito.
–¿Nos metemos, chicas? –propuso Alice.
Se zambulleron como una sola y a punto estuvieron de ahogar a Peter, porque le habían salpicado un par de gotas y se había desconcentrado. Se quedaron próximas al borde con el fin de poder lanzar de vez en cuando imperiosas miradas a sus recién nacidos hijos, que dormitaban tranquilamente bajo la sombrilla en sus cestillos de mimbre mágicos.
–Son una preciosidad, ¿no pensáis lo mismo? –dijo de pronto Lily mirándolos embobada.
Alice asintió enérgica. Helen, que quería mucho a los pequeños pero que a veces se aburría un poco de lo pesadas que se ponían sus madres, se sumergió en el agua y estuvo buceando un buen rato. Siempre le había encantado pasearse por debajo del agua, porque tenía una gran capacidad de aguantar el aire y veía con mucha nitidez en el fondo del mar o de una piscina.
Remus se salió y, cogiendo su toalla y acercándola al filo de la piscina, se tumbó sobre ella y se puso, boca abajo, a tomar el sol, próximo a donde charlaban las dos madres, para participar de su conversación.
–Remus, menos mal que te has salido –comentó desenvuelta Alice–. ¿Has mirado si estaba bien Neville? –preguntó.
–¡Oh, sí! –respondió diligente–. Cuando he ido a coger la toalla les he echado un vistazo y estaban durmiendo la mar de tranquilos. Son tan monos a esa edad.
–¡Pues yo me voy a salir! –soltó de pronto Lily–, porque si se pone mi Harry a llorar yo tendré que escucharlo, ¿no os parece? Además, ya mismo es la hora de que lo amamante. Pero me iré a mi antiguo dormitorio –comentó–, porque antes me di cuenta de que Sirius no hacía más que echarme miraditas, ¡el muy guarro!
–Creo que está un poco necesitado –sugirió Remus.
Lily convocó a un golpe de varita su toalla y ésta vino volando hasta su mano. Le preguntó a Remus si le importaba que se pusiese a su lado, pero como a éste le era indiferente consintió de buena gana. Se tumbó boca abajo. Sirius los vio y se salió del agua silencioso, agazapándose para que no se diesen cuenta.
–¡Necesitado ni porras! –exclamó Lily–. No os voy a negar que es evidente que lo que le hace falta al chaval es una muchacha en condiciones que le haga madurar.
–Pero el amor no se compra –dijo Alice desde el agua–, y Sirius no va a encontrar a una chica decente entre esas guarras pelandruscas que busca siempre.
–Le gusta la carne al chaval. –Sonrió Remus.
–Tú no lo entiendes, Remus –dijo Lily–. Tú eres normal. Vamos, quiero decir que estás con Helen desde hace mucho tiempo y eres un chico completamente normal. ¡Mira, que comparado con él eres un chaval corriente e inigualable! Yo no entiendo cómo a James puede caerle tan bien.
–Gracias –dijo Remus ruborizado, no sabiendo muy bien si tendría que darlas.
–No, Remus –dijo Lily–. Te lo digo en serio. No es por faltar, pero a mí hay veces en que me parece que Sirius no está muy bien de la cabeza, ¿no os parece?
Pero ninguno contestó, porque enseguida les llamó la atención a todos un ensordecedor grito de Sirius, que les hizo volver la cabeza. Vieron que sostenía en sus brazos por encima de su cabeza al pequeño Harry, que sonreía porque su padrino le hacía cosquillas sin pretenderlo, y que se disponía a tirarlo a la piscina. Lily gritó horrorizada. Harry cayó en el agua y se sumergió hasta el fondo.
Lily se levantó de un salto, blandiendo su varita, y por obra de encantamiento vació toda la piscina de un golpe, yendo a parar toda el agua encima de Peter, que se secaba tranquilamente en un rincón con una diminuta toalla la venda que recubría su antebrazo derecho, que según decía tenía un ungüento mágico para que le dejase de salir pus de una herida.
–Lo siento, Peter –dijo Lily guardando la compostura. Después se volvió hacia Sirius–. Pero ¿estás loco o qué te pasa, so cacho de animal, energúmeno sin cerebro? ¿Qué pretendías, sabandija? –James se acercó con su hijo en brazos y se lo puso a la madre encima para que se tranquilizase–. ¡Ay, mi Harry! Harry querido. ¡Energúmeno!
–Sólo pretendía... –se excusó Sirius–. ¡Bah! Da igual. Oíd, ¿por qué no nos vamos de aquí? –propuso–. Ya me estoy aburriendo un poco de tanto piscina. Además, el sol es dañino o algo, porque me están saliendo unas cosas muy raras en la piel. –Señaló un par de puntos rojos que le habían salido inexplicablemente en el hombro izquierdo–. Sé un lugar mucho más interesante. ¡Seguidme! –Recogieron rápidamente sus cosas y todos lo acompañaron, hasta Lily, aunque ésta a regañadientes. Salió por la puerta mágica, esperó a que todos hubiesen salido, la cerró y volvió a asir el pomo–. Sala de entrenamiento.
–¿Contraseña, por favor?
–Voldemort es una rapiña que come piña.
La puerta se abrió y entraron todos detrás de Sirius, aunque pocos intuían cuál era el estupendo plan de Sirius Black.
–¿Estás loco? –saltó hecha una furia Lily–. Seguro que estás pensando que te vas a poner ya entrenar a Harry y a Neville, ¡pero no! ¿Me has oído? ¡¡¡No!!!
–No es eso –se limitó a decir.
Cerró los ojos, con la varita alzada, y se concentró en una imagen que planeaba lentamente en su mente. Seguidamente movió la varita lentamente y con el mismo estruendo que el de un petardo la sala de entrenamiento se esfumó y ante su vista se alzaba una playa de fina arena y aguas cristalinas que la vista no alcanzaba a ver su final. Lily reprimió un grito de sorpresa, pero la mandíbula inferior se desprendió levemente en un instante, puesto que aquello no había sio todo: de una casita que había próxima, erigida en una roca, salieron decenas de chicas rubias y macizorras, bailando y moviendo las caderas, con sus exuberantes pechos pegando saltos en el aire, pues los llevaban desnudos. Lily sí que no pudo ahora reprimir un gritito de indignación.
–¿Qué te había dicho, Remus? –le dijo por lo bajo–. Sirius tiene las neuronas en el pito.
No obstante, la playa era tan formidable que se dispusieron a obviar el hecho de la preocupante presencia de aquellas chicas –Lily, Alice y Helen se pasaron todo el rato vigilando a sus respectivas parejas para que no las mirasen ociosos–, se tumbaron sobre la arena y disfrutaron de la suave brisa del mar.
–¡Qué tranquilidad! –dijo Helen–. ¿No quieres meterte en el agua, Remus?
–No –dijo tranquilamente, tumbado sobre otra toalla y con los ojos cerrados para que no le molestase el sol, que lentamente declinaba hasta el horizonte–. Prefiero estar un rato aquí contigo.
–¡Qué vergüenza! –exclamó Lily–. Sirius está dándole un masaje a una de esas... ¡Ah! –gritó–. ¡¡¡Que le está magreando los...!!! ¡¡¡Y está obligando a Peter para que haga lo mismo!!! Esto ya se pasa de rosca –dijo enfadada–. ¿Qué puedo hacer para borrar a esas estúpidas desvergonzadas?
–No puedes hacer nada –repuso sereno James, que jugaba sentado sobre la arena con las piernas cruzadas con Frank a los naipes mágicos–. Ha sido Canuto el que se ha concentrado en esta visión.
–¿Así que sólo hay que concentrarse? –preguntó Lily.
Sacó su varita y la apuntó hacia el mar. Cerró los ojos y arrugó mucho la frente. Un nuevo estallido y la playa seguía igual como siempre, pero Sirius se había quedado paralizado, con las manos en forma de cuenco, acariciando dos agradables senos que habían desaparecido de pronto.
El resto de la tarde no fue muy agradable, porque Sirius y Lily discutieron varias veces. Sirius sacaba la varita y hacía aparecer aquellas rubias macizorras, mientras que Lily, escandalizada, las volaba con otro movimiento de varita. Finalmente, asqueada, recogió sus cosas y se fue.
–Sirius, pareces tonto, perdona que te lo diga –decía mientras metía todas las cosas en su bolso de playa–. ¡Vamos, James! Recoge también tú tus cosas y coge a Harry.
–Pero... –intentó decir, pero Lily no estaba de humor como para llevarle la contraria.
Avanzó por la arena sin rumbo. Después se volvió y miró a Sirius con enfado, con las manos en la cintura. Éste chasqueó los dedos y apareció de la nada, en una nube de polvo, la pálida puerta de salida de la sala de entrenamiento. Lily la abrió y la franqueó. Se quedó paralizada en la puerta. Dijo:
–¡Severus Snape!
Remus, que la había oído y que estaba cerca, salió corriendo, levantando estelas de arena tras su paso, y se plantó al lado de su amiga pelirroja. Miró por encima de su hombro y vio a Dumbledore sentado despreocupadamente con Severus Snape en la sala común de la orden y tomando una taza de té con él.
–¡Ah! Severus, se me ha olvidado presentarte a estos tus compañeros –dijo Dumbledore con una radiante sonrisa.
Severus se volvió con su habitual pelo graso y sus muecas de desagrado. Se quedó mirando a Remus y a Lily de arriba abajo, y vio sus atuendos de baño sin poder creerlo. Le pareció ridículo.
–¡Dumbledore! –chilló Remus con los ojos muy abiertos por la sorpresa–. ¡Es un mortífago!
Severus se volvió rápidamente hacia Dumbledore, y después otra vez hacia Remus y lo taladró con una mirada.
–No, Remus –dijo muy sereno el director–. Era. Ahora es un espía de la orden. Os presento al nuevo Severus Snape.
–¡Ése no cambiará nunca! –gritó Sirius y Severus se volvió con los ojos abiertos de tal forma que parecía que iban a salirse de sus cuencas–. ¿Qué, Quejicus? ¿Te acuerdas de mí? –preguntó con sorna.
–¿No le creerás, verdad, Dumbledore? –saltó Remus imperioso.
–Casualmente sí –contestó echándose un largo sorbo de su taza, como si aquello pusiese punto y final a la conversación.
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La lechuza surcó el cielo, planeando sobre los tenues tejados. Se posó sobre el alféizar de la ventana y dio varios golpes con su pico en el cristal. La mujer, de pelo negro y muy delgada, salió corriendo hacia ella, pero al ver lo que era se quedó paralizada, a punto de volverse y dejarla allí. La lechuza golpeó el cristal con más fuerza. La mujer abrió y el ave entró planeando en la cocina. Dejó una carta sobre la mesa y salió de nuevo por la ventana.
La mujer se puso a leer la epístola cuando su marido, gordo y bigotudo, entró con su pequeño hijo en brazos.
–¡No iremos! –gritó Petunia estrujando el pergamino–. No sé cómo se atreven a molestarnos.
–¿Qué pasa, querida? –preguntó Vernon.
–Mi hermana y el tarado de su marido –explicó–. Ya han tenido el hijo: ¡un demonio llamado Harry Potter! Mira tú que nombre más vulgar...
–De lo más vulgar –corroboró Vernon.
–Nos invitan a su bautizo –prosiguió Petunia–. Pero no iremos, Vernon, ¡no iremos! Ella ya sabe lo que pienso sobre ella y su marido. Nosotros somos personas respetables, Vernon.
–Sí, Petunia. Muy respetables –repitió su marido.
–Estamos muy ocupados con Dudley, ¡sí, eso! –dijo excitada–. No iremos. No hay más que decir.
El bautizo de Harry Potter y Neville Longbottom se produjo el mismo día: el treinta y uno de agosto de mil novecientos ochenta. Se realizó en la misma iglesia en que sellaron su matrimonio Frank y Alice, y la ceremonia del sacramento del bautismo la dirigió el mismo sacerdote que efectuase la boda.
Se colocaron todos alrededor de la pila de los bautizados. Era una enorme fuente en la que el agua, clara como la nieve derretida, se movía constantemente en un único sentido, como formando un remolino. Era de blanco mármol, con inscripciones grabadas y dibujos de niños bailando graciosamente.
El sacerdote cogió primero a Neville, que estaba completamente desnudo, lo levantó sobre su cabeza y se lo mostró a todos. Después lo sumergió por completo en la pila y el niño salió sollozando, con la piel toda brillante y reluciente y las gotas de cristalina agua resbalando por sus diminutos pies.
Después se acercó a Lily Potter y le cogió el niño. Hizo el mismo ritual que con Neville. Pronunció su nombre en voz baja y sumergió al niño en la palangana. Harry levantó la cabeza y desde el fondo del agua un par de ojos verdes brillaron más que el agua misma. El sacerdote, sin demorarse, sacó al bebé y éste salió sin llorar. Se lo entregó a su madre.
–Ya están bautizados –dijo apremiante el sacerdote.
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El treinta y uno de agosto se cumplió un mes del nacimiento de Harry Potter y sus padres, muy felices, invitaron a todo el mundo a una suculenta cena para brindar por ello. También hubo muchos regalos para el pequeño, que se pasó toda la fiesta a su honor durmiendo a pierna suelta. Lo más que le compraron fue ropita de mago: patucos mágicos que cambian de color constantemente, gorritos del sueño que puestos sobre la cabeza hacen que el niño se derrumbre sobre el colchón y no se despierte hasta que se lo quites, y un largo etcétera que no es cuestión que describa minuciosamente ahora.
–Mirad qué dormidito está –dijo Lily sonriendo.
–¡Qué ricura! –aprobó Arabella Figg–. Si se despierta, ¿puedo cogerlo? –propuso.
–Por supuesto, Arabella.
–¿Qué te pasa, Dumbledore? –preguntó Remus en voz baja. Dumbledore, que se había quedado con la vista fija en Neville pareció salir de una ensoñación cuando Remus lo llamó–. ¿Te aburres?
–En absoluto, Remus –contestó con una amplia sonrisa–. Sólo estaba pensando.
–¿En qué? –preguntó con impaciencia.
–En cosas de mucho peso –mencionó Dumbledore con gravedad–. ¿A ti qué te pasa? Tampoco te veo muy alegre. –Le echó la pelota ahora sobre su tejado.
–Mañana nos iremos a Hogwarts –dijo Remus en un susurro–. No creas que no me apetece, pero...
–Te comprendo, Remus –lo interrumpió.
–No, pero si yo...
–Te comprendo, Remus –volvió a decir.
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(NUEVO CAPÍTULO DE...: REMUS LUPIN AMA A HELEN NICKED: ¿QUÉ HUBIERA PASADO SI...? Pasaos a leerlo, porque hay nuevas y apasionadas locuras del señor Nicked.)
Sí, ya sé, cortito. Lo siento, el siguiente será un poco más extenso, al menos que éste seguro. Pronto llegarán capítulos más largos, lo prometo.
El siguiente capítulo será para la semana que viene, como venimos acostumbrando a hacer. Espero que vuestros "reviews" aparezcan, si no pronto, al menos algún día: mi sonrisa los recibirá igualmente, da igual el día que sea. Eso sí, podréis hacerlo a partir del viernes, 28 de enero, día en que lo colgaré.
Avance del capítulo 27 (AÚN HABRÁ MUCHA VIDA PARA TI): Remus será confinado en la oscuridad de Hogwarts, oculto de Dumbledore, pero también de sus amigos y conocidos. Tendrá que lidiar con sus propios pensamientos, con sus recuerdos... Pero conocerá a alguien que le hará sentirse acompañado, a alguien que le hará vivir un sentimiento jamás antes experimentado.
El 27 es uno de mis capítulos favoritos. Espero que lo disfrutéis. ¡Besos! Nos vemos pronto. Yo estaré ahí el viernes, ¿y tú?
KaicuDumb (mejor conocido, o "nomnado", como Quique Castillo).
