"Yo estaré siempre junto a ti, mientras me des esa oportunidad" (Paula Yemeroly).

Es que no sabía qué cita poner... . Disculpadme.

¡Bienvenidos a la trigésimo séptima entrega de MDUL! Me parece SORPRENDENTE que nadie me haya preguntado de qué se trata la visión que Helen tuvo sobre TIM WATHELPUN. No importa, como saldrá tantas veces..., imagino que ya os entrará la curiosidad. ¿No?

Respondo "reviews":

PIKI. Hola. Mejor Laura. Hola, Laura. Bienvenida a Memorias de un licántropo. Yo me llamo Quique, aunque ya creo que debes saberlo. Qué extraño se me hace presentarme cada vez, pues vosotros me conocéis a mí mucho más que yo a vosotros, pero eso cambiará pronto. Te he visto tan resuelta que no me extraña pensar que te veré muy puntual cuando cuelgue cada nuevo capítulo. Me alegro. Lo que no entiendo, realmente que no, es cómo tenéis estómago para leeros la historia en tan poco días. ¿Cinco nada más? Mira que es mi relato y a mí me resultaría imposible. No obstante, gracias por todos. Tus halagos me han hecho enrojecer y casi se me saltan las lágrimas. Pero no me los voy a tomar muy en serio porque, si no, se me van a subir a la cabeza; aún estoy aprendiendo, es lo que digo siempre. Y, aunque esto también lo digo siempre, cuanto ha pasado todavía en el "fic" no está ni la mitad de la mitad logrado de lo que queda todavía por ocurrir. Es que me quedo sin palabras de sólo pensar las caritas que vais a poner. Como verás, en éste también he puesto fecha para colgarlo. Creo que es lo más útil, porque, si no, la gente se aburre del "fic" y lo acaba dejando, y, además, hay que ser constante¿no te parece? Leo que te has reído mucho y que también has llorado; me imagino que lo primero con el señor Nicked, con Ñobo... Pero ¿llorar¿Qué es tan "no hay palabras" para hacer que llores en MDUL? Me gustaría que me lo dijeras, por curiosidad, más que nada. Aunque discrepo en una cosa contigo: quizá alguien hubiera podido concebir también esta historia y, desde su punto de vista, su enfoque, haberle conferido un valor que yo no hubiera podido ser capaz de aportarle; hay "fics" muy también por ahí fuera, eso es innegable. No obstante, muchas gracias (si fuese amigo de los emoticonos pondría uno muy sonriente –del tipo XD– u otro con las lágrimas saltadas de agradecimiento –de la clase ;.;–). Espero que vuelvas a pasarte pronto por MDUL, aunque, no sé por qué, me temo que lo harás. Por cierto¿de dónde eres¡Ah! Y ¿has leído por ahí que incluyo a los lectores más activos como personajes de MDUL? Dime qué te parece la idea y ya hablamos. ¿Vale? Un beso desde Córdoba (España) para donde quiera que te encuentres, Laura. REVIEWS A OTROS FICS: He apuntado tu solicitud en "Remus Lupin ama a Helen Nicked". ¡Me parece muy interesante! Voy a tener que estudiarlo en profundidad. Ya sabes, este "fic" ha nacido para que cualquiera decida qué quiere saber; si se te ocurre algo más, no dudes en dirigirte hacia mí.

NAYRA. Hola, Sarita. ¿Qué tal? Es cierto, viajas más que una azafata de Iberia o de cualquier otra empresa de ésas. ¿Qué haces? Sevilla, las Canarias... Y todavía tendrás moral de decirme que no... Sí, ya veo que te gusta viajar. Eva me contó que os queríais ir juntas a Inglaterra, ejem ejem, acompañaditas, que os gustaba viajar y toda esa parafernalia. Ahora bien, no has dicho países muy normalitos: Japón, Escocia, Nueva Zelanda... No tengo ningún problema porque me gustan, pero tienes que reconocer que no son lugares turísticos de primer orden; quizá Japón, pero no sé. Por cierto, si alguna vez consigues ver el rostro por webcam de vuestro guía inglés me avisas¿vale, que me gustaría enterarme. Normalmente conecto poco el messenger (dos veces este mes¡récord!), pero no he podido todavía coincidir con él. ¡Qué lástima, y yo que estaba probando a expresar mi mejor inglés... Es que se me da mejor el francés, ya sabes. Cierto, el capítulo fue bastante largo. Éste no lo es tanto, ni creo que tan gracioso (bueno, eso es evidente) ni tan apetecible de leer. Eres la primera persona que me dice que le "gusta" (reafirmo: entre comillas) la señora Carney, aunque, hay que decirlo, las escenas se ponen hilarantes cuando ella aparece. Aún no ha leído Elena tu "review" pero seguro que cuando lo haga le entrará la curiosidad de saber qué es lo que dice Eva de ella. No obstante, le daré los recuerdos de tu parte y yo te remito anticipadamente los que, de buen seguro, ella me enviará para ti. Un beso, Sara. Sara D.

JOANNE DISTTE. Hola, madrileña. ¿Cómo te va? Espero que tu hermano te deje más rato con el ordenata, que, si no, voy yo para allá (en AVE, claro está) y le meto un codazo que lo tiro del escritorio (contando con que sea más pequeño que tú, porque como sea dos metros y medio de alto y otro tanto de espalda..., el Quique se asusta). Bueno, comencemos desde la premisa de que sólo has leído el capi 35 (pues en caso de que dejes este fin de semana –el último día que me conecté fue el viernes– el del 36 no te lo podré responder ya sino en el otro). ¡Ah, por cierto, y cambiando de tema de una manera que nada tiene que ver con lo anterior¡no sé cómo resolver el final 2 de Salvando a Sirius Black! Técnicamente los finales 2 y 3 están empatados, pero creo que es el 2 el que tiene más aceptación, aunque los escribiré todos. ¿Cómo puedo salvar a Sirius en ese final, que los otros los tengo preparados pero de ése no se me ocurre nada. Si lo haces, ejem ejem, no mato a Bellatrix (es broma, no me mates, Joanne. ¡Joanne¡Nooooooooooo!). ¡Ah! Dile a Mina que se ha currado el "banner" muchísimo. Y ya, habiendo dicho todo esto, respondo el "review" propiamente: Al principio yo también temí que "fanfiction" no me fuese a dejar poner la frase en griego¡pero sí! Se portaron, porque ésa es una de las partes del capítulo que más me gusta. Tienes razón (Andrea B. también lo apuntó): quedó muy mal que Sorensen y Remus se abrazasen, pero ya es tarde para enmendarlo. Sí, lo mejor hubiera sido que se hubiesen quedado como pasmarotes, sentados, mirándose el uno al otro con el asombro propio de una escena de esta magnitud. No obstante, se agradece el comentario para no hacer las escenas tan rígidas en lo próximo. Oye¡un besazo enorme! ¡VIVA STORY-WEAVERS Y SU MÁS DE UN CENTENAR DE PARTICIPANTES! (pena que, a pesar del alto número que hay, nadie se pase por "miembros" para leer. Uf!). REVIEWS A OTROS FICS: Al final sí me he pasado por Internet y he constatado tu "review" en el "fic" de escenas adicionales. Es que tengo una drogodependencia a la Red... Bueno, a la Red no¡a "fanfiction"! Hija mía¿cómo que te ha gustado sobre todo la descripción de los sentimientos del malvado padre? No me extraña que Bellatrix te guste tanto... "Mucho en pocas palabras". Quizá tengas razón. ¡ESTOY ESPERANDO NUEVO CAPI DE "AMNESIA"! Te concedo una semana: si no¡huelga de hambre!

PAULA YEMEROLY. ¡Hola, guapa! Cerca de tres páginas me ha ocupado tu "review" al ocuparlo: simplemente fascinante. Aunque suene ya repetitivo, estoy seguro de que te echaría muchísimo de menos si algún día me faltarán esos diez minutos de lectura que empleo en leer tus divertidísimos "reviews". Lo siento si en anteriores ocasiones mi exceso de euforia te ha podido hacer pensar que te trataba como a una hermanita o a una hija (¿hija?; que aún soy muy joven...), pero, bueno, intentaré emplear menos diminutivos, conque me contendré decirte "chiquita" en esta ocasión. Pero, que conste, te lo decía desde la base del cariño (ésta es una frase que le repito mucho a Elena cuando le digo algo, algún insulto o algo así; pero que conste que se lo digo "desde la base del cariño"). Casi se me saltan las lágrimas al reanudar la lectura del "review". He apuntado la cita al comienzo del capítulo, arriba del todo. Es que dices a veces unas cosas que me pones sonrosadote. Yo también querría conocerte, pero a ti te pilla España tan lejos como a mí México, y, digámoslo claramente, nuestras actividades económicas actualmente no nos dan para tales viajecitos. Comentas sobre tu personaje que imaginas cosas; ¿puedo saberlas? En caso contrario, bueno, me quedaré con la intriga igual que yo suelo dejaros... ¡Qué rabia! Me estoy asustando... Como empieces a poner en práctica teorías psicológicas en lo que escribo¡quién sabe si acabas descubriendo todos mis secretos! Jaja. Claro, que mis secretos no son tan emocionantes como los que Remus oculta en este relato. Otra vez, releyéndote, me has vuelto a sacar los colores¿por qué quieres piropearme tanto en cada "review"? Al final se me sube todo a la cabeza, ya lo verás. Lo dices porque eres muy buena persona y tú eres el doble del doble de todo lo que me has dicho, la mejor persona de México. Sólo una pregunta¿acaso has visto la foto que tengo colgada en Story-Weavers? Sabrías por qué lo digo. Y luego tú no me dejas tampoco verte en una foto porque dices que me voy a asustar¡eso sí que es irrisorio! Yo no me asusto nada más que cuando me miro en el espejo. De un ser tan bello como tú difícilmente podré asustarme. Sobre el capítulo¿Que si voy a cambiar la historia de HP en adelante? En absoluto. Lo que sale en los libros va a ocurrir tal cual, conque Sirius saldrá de Azkaban y demás, pero como JK no hablaba de ningún hermano (ni si sí ni si no) pues me he tomado la molestia de inventarme eso, como me la he tomado en muchos otros puntos... No, Sorensen no es del tipo de "amo las aventuras", te lo digo yo. ¿Te gustó lo de Gran Mago? Mmm... Habrá más Gran Mago en adelante. ¿De dónde le vino la locura al señor Nicked? No lo sé, aún lo siguen estudiando en la NASA. Me has recordado a Elena diciéndome que todos ven a Remus de muy buen ver; hay veces que me monta unas discusiones por la calle al respecto. ¡Ni que yo lo hubiera tenido que ver! Tranquila, insulta todo lo que quieras a la abuela Carney; aunque sea mi personaje yo opino lo mismo que tú. Lo mismo con Julius Lupin, el padre de Remus. Y... ¡FELIZ CUMPLEAÑOS¿Cómo se te ocurre no decírmelo antes? Snif... Snif... Te hubiera dedicado el capítulo. O te hubiera preparado una sorpresa. O... Oh, vaya. ¡FELICIDADES! Y, para cerrar, me encantaría ver una foto tuya, en serio; además de que, para imaginarme a tu personaje físicamente, la necesito, pero todo cuenta de tu parte. Un beso. Saludos de Elena. REVIEWS A OTROS FICS¿Por qué te sorprendes de que vaya a escribir sobre una idea tuya¿Acaso no me la sugeriste con ese fin? Y debo decirte que ya tienes fanes incondicionales, que, además de Elena, Ana (Leonita) está deseosa de saber qué ocurrirá en esa escena. Y es que tuviste una idea muy muy muy muy buena. Digna de muchos elogios. Por cierto, ni en el otro "fic" dejas de hacer "reviews" largos: eres sorprendente. En España también hay machismo, es un cáncer extendido a lo largo de todo el mundo de difícil curación. Pero ¿qué hay de malo en demostrar sus sentimientos? Más cuando es su hijo. ¿No te parece¿Sabes? Yo pienso, o pensaba, igual que tus padres, a pesar de que tengo varios "fics" aquí que la gente lee con libre albedrío. Pero tengo unos principios: estoy rodeado de gente que tiende casi hacia el analfabetismo por no querer rozarse ni con un libro; Elena y otro amigo no leen más que "fanfics" y mi postura hacia ellos no es del todo positiva porque muchos carecen de un valor literario e incluso lingüístico. Reconozcámoslo: muchos "fanfics" son para abrirle a los autores las cabezas y llenárselos de la misma basura que han escrito (creo que me he excedido, pero, como no he escrito nombres, lo mantengo). Y esto también lo digo por mí, porque mi relato, por mucho que a mí me gusta, deja mucho (que digo mucho¡muchísimo!) que desear a las grandes obras de los célebres literatos, a los que admiro, leo, releo y de los que aprendo constantemente. Con esa mentalidad¿cómo no voy a pensar igual que tus padres? Pero los argumentos que me has dado son válidos para considerar que unas lecturas tampoco son malas, que, de ser cierto que asimilas cuanto dices, es provechoso en la medida de que aproveche; y si tus padres piensan eso, hazlos cambiar de opinión: muéstrales esa frase y, como yo, te verán con otros ojos. Has hecho incluso que vea mi labor con otros ojos, que pase de ser el mero trovador para convertirme en el clérigo que se sienta tras su escritorio para escribir con meditación sus obras. ¡Ah! Genial tu "review" en "Salvando a Sirius Black". Anda que no me he reído nada... ¡Coaccionando a la gente y todo para que elijan ese final! Qué cachondeo.

AYA K (paciente en fase de recuperación mental XD. Hola. ¿Psicólogo particular? No es la primera vez que me llaman así... Quizá me equivoqué de carrera... No, es cierto, esta vez no me has hecho ninguna "consulta", pero ¡casi que mejor, porque eso debe ser que esta semana te has encontrando mejor. ¿Me equivoco? Al final, veo, le hiciste chantaje a Sara... ejem ejem, mala persona, en fin... Si fui yo quien te animé a hacerlo... Pero no sé por qué dices que tienes ganas de ver su personaje, sólo el suyo, sin mencionar el tuyo, cuando pronto lo escribiré. Sólo que el suyo se me ocurrió después y salió antes, pero eso suele pasar. Bueno, ejem ejem, tanto como copiarme de los vampiros y los licántropos de "Underworld"¡tampoco es eso! Me influyó exclusivamente para el enfrentamiento entre ambas especies. En la película ponen a los vampiros sedientos de sangre (evidentemente), de justicias, guerreros, soldadescos, con pistolas en la mano todo el rato, matando, destruyendo... ¡Qué salvajismo! Queda genial para exprimir los efectos especiales de una película, pero no de un libro, la verdad. No sé, te diría algo si tuviese más pensado, pero ciertamente no es mucho lo que tengo planeado pues aún queda mucho para que lo escriba. Los vampiros, por ejemplos, serán seres inteligentísimos, pues sus largas vidas, siglos de largas, les habrán proporcionado muchísima sabiduría. No sé... Realmente lo único que sé es que va a pasar con ellos y su participación en el argumento de MDUL, pero eso, como comprenderás, no te lo puedo contar. (Quique puso cara de sorpresa al leer cierto comentario de tu "review"). ¿Cómo es eso de que las mujeres leéis de un modo distinto? Increíble, ahora me entero. No sé qué nuevo significado puede tener para una chica que un chico haya sido incapaz de comprender. Me gustaría que me lo aclarases, en serio. Espero que bordases el examen de mates. Un beso de mi parte y de la parte de Elena.

PADFOOT HIMURA. Hola. ¿Cuánto hacía que no recibía un correo electrónico tuyo? Me imagino que mucho, aunque yo tampoco te he mandado muchos en este tiempo; qué malo es tener poco tiempo, pero lo saco a colación aquí para agradecerte el detalle de que me comentases cómo te había ido con el examen del Lazarillo de Tormes. Me ha sorprendido bastante lo de "jardín de infantes", porque aquí decimos "jardín de infancia", pero me ha parecido tan original y ocurrente (suena novedoso aunque allá lo tengáis desgastado de tanto usarlo) que lo he grabado en la memoria. Cierto, Sorensen, es un cacho de pan. Aunque oculta algunos secretillos... Sobre tu personaje sólo puedo pedirte paciencia (la misma que nosotros estamos empleando con la "Tarta de Zapallo"), ya que aún queda bastante para que lo leas, aunque no tanto para que yo lo escriba... (Quique pone cara de malo.) ¡Qué ganas! Me divierto mucho escribiendo vuestros personajes. Son algunos de los pasajes que más me gustan. Aparecerás poco después del comienzo de la segunda parte. Extenderé a Elena tus halagos, descuida; te envío por adelantado los saludos que, de seguro, te remitirá. ¡Ah! Y ya sabía que la jota del segundo nombre de Remus era John y no Julius (no obstante, gracias por la advertencia), pero se me antojaba John un nombre tan vulgar que decidí poner otro. Espero que no os importe. Un beso, Karina, tan grande como un sol.

KALA. Hola. Sigues insistiendo en que la gente no te cree que seas mamá y tenga treinta años, pero yo no soy como el resto de la "gente" (los cuadros del despacho de Dumbledore tienen razón cuando en el quinto libro le dicen al director que a los jóvenes nos gusta sentirnos diferentes). Sí te creo. Suena raro (no disparatado) porque, como te dije, me pensé que dieciocho años aquí serían muuuchos, pero me he dado cuenta que casi todas las personas que me leen son mayores que yo, y eso, créeme, asusta un poco, porque tenéis más experiencia que yo y tengo que medir más mis capítulos para no defraudaros: ahora no se nota tanto, pero en los nuevos que estoy escribiendo no hay página a la que no le dé el visto bueno sin haberla repasado un centenar de veces por lo menos. Gracias por los halagos, inmerecidos todos, pero gracias... Tampoco es que me haya pasado mucho por toda la inmensidad de "fics" que hay, pero, si dices que MDUL es interesante, te creo. Gracias por el nombre; me ayudará. Sobre el msn, mi dirección es quiquecastilloaguilera arroba hotmail punto com; agrégame, pero no confíes que aparezca, porque últimamente lo he hecho dos veces y nunca he encontrado a los del otro continente activos. Imagino que el desfase horario os tiene de mañana cuando aquí es tarde y, así, es difícil coincidir. No obstante, quién sabe. Cierto que fue un capítulo hilarante, y la señora Carney no podía faltar, cómo no. Se va a convertir en un personaje más o menos asiduo. Qué bueno. Realmente necesitaría la foto para imaginar físicamente tu personaje, pero, de no querer hacerlo, me conformo con una descripción más o menos detallada; aunque nada mejor que una foto para captar vuestra alma, que, en viéndoos los ojos, os he conocido. Un beso, Kala. Y no te preocupes por el personaje, que el perfil psicológico se lo pongo yo. Saludos de Elena.

MARCE. Hola, chiquitilla. Perdona que no te haya enviado todavía los capítulos para tu hermano. A ver si los cojo ahora y consigo mandártelos. Estoy de una inercia... Es que me pongo delante del ordenador y se me va el santo al cielo preparando los apuntes de Literatura Medieval... No te disculpes por emplear tu léxico coloquial, pues, como bien apuntas, nosotros también usamos el nuestro y, si te lo dije, sólo fue por mero comentario, porque me resulta ameno y aprendo contigo. ¡Dios mío, qué metafísica te has puesto! Me has recordado a AYA K. Yo en Dios no creo, porque, en caso de que existiera, no me sería muy grato pensar que pudiese existir una persona (o en mayúscula) cuyos caminos son inexorables, conque, a pesar de su infinito amor, crea y reparte todos los males posibles. ¡Son pruebas, son pruebas...! Yo sólo creo en el Hombre y en sus posibilidades, me he hartado de tener que esperar una respuesta que caiga del cielo que no se produce nunca. Si existe algo más allá, realmente no lo sé: me abruma la sola idea en sí; quizá sea triste pensar que, en muriéndonos, llegó el acabose. ¿No? (Qué literario me ha quedado eso del "acabose"). Pero quizá sea cierto. O tal vez nos convirtamos en meros espíritus que vaguemos por el inframundo creando destrucción, mal... Qué pesimista. Debo de estar aburriéndote, lo siento, pero has abierto una senda un tanto... No sabría calificarla. Quizá mi punto de vista no se modifique hasta que lo experimente, y quizá entonces sea tarde para el arrepentimiento y no pueda entrar en el cielo (o con mayúscula), pero no sé si me importa, porque a veces pienso que es una falacia, un producto de la publicidad angelical. No creas que por ello me falta bondad o buenas intenciones: intento ser buena persona porque mi catecismo es la Ética, pero creo que Dios y yo estamos irreconciliablemente en cisma. Su silencio sepultó mi infancia. ¡Bueno, he dicho que lo dejaba ya!..., que me pongo estupendo. Espero no haber hecho que hayas cambiado el punto de vista que sobre mí tenías hecho, pero como te conozco y sé que eres una persona muy tolerante y crítica descubrirás que mis palabras no están exentas de meditación. Incapaz de escribir un libro de filosofía, sí soy de arrastrar sobre mi espalda el peso de mi Vida. Hecho este largo parlamento, me sorprende que sigas pensando que Sorensen oculta algo. Indicios ahí, como afirmas, pero también ha estado muy solo toda su vida; te digo tan sólo que, cuando le dije a Elena tus cábalas, ésta se echó a reír. No se lo esperaba. Un beso, Marce (Sam). Saludos de Elena. REVIEWS A OTROS FICS: En "Remus Lupin ama a Helen Nicked" leí tu "review" y te lo agradezco mucho. Me recuerdas a Elena diciendo que Remus había de ser divino. Una ricura, al menos. No obstante, creo que quedó corto, porque esos cuatro años bien podrían haber ocupado en "fic" entero, pero quizá me decida a escribirlo cuando haya acabado el proyecto de MDUL.

LEONITA. Hola. Sorprendente que, últimamente, siempre dejas al encabezado de tus "reviews" una extraña frase. Esta vez ha sido mucho más poética que la anterior, aquella de rodar y rodar... Me ha gustado eso de la mar. Sí (snif snif...), recuperé el ordenador, pero UNO NUEVO, el otro ya no sé ni dónde está. Pobrecillo, con lo bien que se portó. Jeje..., yo también le estoy dando ya vueltas a la idea de Paula porque tiene que quedar de lo más hilarante. Lo malo es que, al contrario que en estos capítulos, ahora escribo hilvanando mucho narración, encadenando escenas con relato continuado y no sé si va a quedar tan divertido como anteriores escenas, como por ejemplo la apoteósica aparición de Ñobo. Se hará lo que se pueda, lo prometo. Antes de pasar a comentarte lo que has dicho sobre el capítulo¡me ha extrañado muchísimo que no hayas dicho nada sobre Tim Wathelpun! Para una vez que sale ya, al fin, el chiquillo... Vale, no es más que una visión, pero yo ya te había hablado de él y sabes la de estragos que va a producir... Sí, el capítulo anterior quedó divertido. ¿Ángela caricaturesca? Si la vieras ahora... Elena dice que la he pervertido. Y no te intrigues tanto con el pasado de Helen, que luego descubrirás que es una "patochada" si vas pensando encontrar algo grandioso. No es de las cosas por descubrir más emotivas, te lo digo yo. No te preocupes por tu "viaje fallido"; ya se producirán otros. Y ¡enhorabuena por tu trabajo, que si tu profesor te ha felicitado es porque se le ha debido caer la baba al leerlo (recuerda que los profes no dicen ni la mitad de la mitad de lo que realmente piensan). Bueno, "Arnita", aprovecha la feria si todavía está allí dando vueltecillas y, si no, confórmate con un buen libro, que es el mejor entretenimiento posible. Un beso de mi parte y de la de Elena, saludo que también hacemos extensible a Pepe.

VALITA JACKSON LUPIN. Hola, amiga mía (me ha hecho realmente ilusión que me interpelaras así, pero, en pago a ese gran honor, yo hago más de lo mismo). Qué grato que te haya gustado tanto y que tanto hayas aplaudido el capítulo. ¿Realmente te ha parecido el mejor de cuantos van escritos? No lo sé, yo no sería capaz de decantarme por ninguno, pero no sé, es tu elección. Pobrecilla, si le llegan a lanzar más de un hechizo a la señora Carney ya es cuando se muere. El capítulo comienza, si mal no recuerdo, siendo ésta hospitalizada. Ya lo descubrirás. ¿Viste mi foto? (Quique se sonroja de rubor; luego recuerda que aún tiene allí su retrato de carnaval y se sonroja de vergüenza. Se dice para sus adentros: "Ojalá Valen no la haya visto".) Yo espero con muchas ansias tu fotografía para poder dirigirte a ti similares cumplidos, además de que llevo varios días preparando el comportamiento psicológico de tu personaje y su aspecto físico es lo único que me falta. El argumento, o la parte de argumento en que Valentina Carvajal aparece ya está más que configurado. "Realmente necesitaba un poco de MDUL para alegrarme el día. Ya que después de una semana de colegio no hay nada mejor que sentarse a leer¿no?" He copiado esta frase tuya porque es muy sabia: claro que no hay nada mejor que sentarse a leer, pero no sólo MDUL, también libros de verdad. Ahora bien, agradezco tu constancia. Por cierto¿cómo te va con el ordenador? Si ibas a un ciber es porque sigue escacharrado... Espero que se recupere pronto. Un beso, Valen. Saludos de Elena.

(DEDICATORIA. A Ana (Leonita), que está más liada que la pata de un romano –que conste: la hipérbole humorística es suya– con su proyecto. ¡Tranquila, que, conociéndote como te conozco, seguro que sacas Matrícula de Honor! Yo, si fuera tu profesor, te la daría; te la mereces; también a Piki, a quien desde aquí doy la bienvenida a MDUL; también, por supuesto, a Joanne Distte y, aunque no me lea, a Mina, cuyo proyecto en común, Story-Weavers, va viento en popa.)

CAPÍTULO XXXVII (CAMBIO MINISTERIAL O EL NACIMIENTO DE UNA AVERSIÓN)

Todo había vuelto más o menos a la vida cotidiana. Después de aquella fatídica noche, la señora Carney estuvo en San Mungo, atendida personalmente por la señora Nicked, que, según explicaba, se sentía culpable, pero que reconocía que sentía un profundo desprecio por su madre. Tía Ángela, recientemente reconciliada con su marido, Ryan, el del Consejo Regulador de Escobas, había vuelto a su casa, con lo que la tele volvería al despacho del señor Nicked (tampoco era cosa de que se empicaran a Gran Mago¿no?). Los familiares muggles se marcharon. El abuelo Nicked comentó que aquellas varitas le hubieran sido de inestimable valor en la batalla del 43, mientras que Marggaret tuvo que hacerse cargo de una ingente suma para costearle a su marido un psiquiatra, ya que no estaba dispuesta a que lo desmemorizasen.

Remus se divertía recordando todo lo pasado, sin poderse concentrar en la lectura del libro que tenía entre manos. Se comenzó a reír como un tonto. Helen lo chistó.

–Pero si no hay nadie –se quejó él mirando en derredor.

–¿Y qué? –le saltó–. Pero estoy yo. Y estoy estudiando. Haz el favor...

Remus intentó concentrarse. Era un libro aburridísimo de Historia de la Magia que, ahora mismo, no sabía por qué lo estaba leyendo. Bueno, sí sabía por qué: Sorensen se lo había recomendado y no había tenido el valor suficiente para decirle que no.

–He encontrado un libro mejor –comentó Sorensen al rato–. Creo que ése no te va a gustar.

–No podías venir en mejor momento –dijo Remus con sorna–. ¿Qué libro es?

–Supongo que te será de alguna ayuda. Es de autor anónimo. Lo he encontrado en la sección de Magizoología y pensé que te gustaría.

–¿Cómo se titula? –le preguntó Remus.

Sorensen se lo tendió. Pudo leer en la tapa «Hocico peludo, corazón humano». ¿Qué diantre era aquello?

–Lo escribió un hombre lobo anónimo –explicó Sorensen–. Quizá te sientas identificado. –Remus se dispuso a abrirlo, pero Sorensen lo interrumpió–. Pero antes de leerlo¿te importaría hacerme un favor? Es que tengo que ir a ordenar la sección de Encantamientos.

–¿Cuál? –le inquirió Remus.

–Ve a mi escritorio y apunta con la varita el pergamino que hay encima –le explicó–. Debes decir el conjuro «retardatio»¿vale¿Te importará hacerlo? –Remus negó con la cabeza–. Es que se me ha olvidado hacerlo esta mañana y...

–No tienes que darme más explicaciones –le dijo Remus comprensivo–. ¿Retardatio has dicho? –Sorensen asintió–. Pues lo hago ahora mismo.

Se levantó, dejando Hocico peludo, corazón humano encima de la mesa. Anduvo por el corredor entre las estanterías, tan oscuro como acostumbraba. Llegó finalmente al escritorio del bibliotecario y lo rodeó. Encendió la lámpara de pie y se sentó. Vio el pergamino y sacó su varita mágica. Apuntó con ella al papel y pronunció el hechizo.

Al principio creyó que era un borrón de tinta, una mancha, pero después las formas se fueron definiendo y comenzaron a surgir palabras, nombres... Como aún no se leía bien acercó mucho la cara al papel. Estaba casi oculto detrás del bajo mostrador.

–¿Primo? –dijo una voz.

Remus se levantó en seguida. Se llevó una gran sorpresa. Allí, ante él, estaba el chico que había conocido durante su "cautiverio" en Hogwarts, Ken. Había crecido unas pulgadas y estaba más corpulento. El chico también parecía alegrarse de haberse encontrado con Remus y se abrazaron largamente y estuvieron charlando un buen rato, hasta que llegó Sorensen.

–Oh, lo siento, Remus –dijo–. Te he pedido que me hicieras eso, pero no hacía falta que hicieses de bibliotecario. –Volviéndose hacia el pequeño–. ¿Ya te has leído el libro, eh, Ken? –Asintió–. ¿Te ha gustado?

Pero Ken no estaba dispuesto a hablar del libro.

–¿Sabes que yo conocía a esta persona, a Remus? –preguntó con el descaro propio de los adolescentes que no adolecen de timidez.

–¿Ah, sí? –preguntó Sorensen con curiosidad–. No lo sabía.

–Nos conocimos en Hogwarts –le explicó Remus–. Pasé una temporada allí con Dumbledore y lo conocí. –Remus sonrió–. Nos llevábamos muy bien.

–¡Sorensen es mi primo! –chilló Ken–. Es mi primo. ¿Remus es tu amigo, Sorensen? –preguntó.

–No, Ken –le respondió.

–¿Te cae mal? –le inquirió.

–No, no es eso. –Rió Sorensen–. Remus es mi hermano.

Tardaron unos minutos hasta que el chico lo entendió. En un principio pensaba que le estaban gastando una broma, después empezó a inquirir si Remus también era su primo, pero Ken no quedó satisfecho con la respuesta y dijo:

–¡Ah, vale! Sí puede ser tu hermano, pero mi primo no...

Y se cruzó de brazos, enfadado.

–No es tu primo porque no mantienes lazos de sangre con él –explicó Sorensen con naturalidad, como si uno le andase explicando a otro cada dos por tres que se había producido una notable modificación en su árbol genealógico–, pero puede ser tu primo si tú quieres. Podemos ser los dos tus primos.

Ken sonrió.

–¿Puede? –inquirió.

Sorensen asintió con gravedad.

–Sólo si tú quieres –le dijo–. ¿Y por qué no vas ahora a buscar otro libro, eh, Ken?

Ken salió corriendo.

–¿Es tu primo? –preguntó Remus de inmediato–. No lo sabía. ¡Oh, claro! Debería haber caído en la cuenta. Ken Fosworth... Nos conocimos en Hogwarts cuando Dumbledore me retuvo allí para evitar ser atrapado por lord Voldemort. Nos llevábamos muy bien. Es un chico encantador.

–Demasiado jovial –apuntó Sorensen–. Le encanta vagar por el castillo, me ha dicho Dumbledore.

Remus se sonrió.

–Bueno, eso creo que es culpa mía. –Sonrió Remus–. Y no me hagas preguntas, que es una larga historia.

Sorensen se sentó en el escritorio. Tomó el pergamino y lo consultó.

–¡Por fin! –exclamó.

–¿Qué pasa? –preguntó Remus.

–Acabo de pillar a Lucius Malfoy –dijo–. ¿Ves esto? –Le enseñó el pergamino–. Muestra las personas que tienen un libro que deberían haber entregado ayer. Ésta es la tercera vez que Malfoy lo hace. –Señaló un diminuto número tres. Se sacó la varita y apuntó con ella el nombre del mago–. ¡Sinelectio! –El nombre de Lucius Malfoy se borró, como si alguien hubiese echado agua encima y se hubiese borrado.

–¿Qué ha pasado? –preguntó Remus.

–Acabo de romperle su carné de lectura –explicó Sorensen muy alegre–. Tenía ganas de hacerlo. Detesto a Lucius. Simpre va por ahí pavoneándose¡cuando debería estar escondido en su madriguera! Lo conocí bien en Hogwarts, y no me creo las patrañas que anda contando de que fue inducido por Quien–Tú–Sabes para estar a su lado. No haría falta que le lanzara el imperius. Lucius es del tipo de personas que lo haría por el puro placer de ver a la gente sufrir... Era un asqueroso Slytherin.

Una lechuza entró volando en la biblioteca. Pasó rozando con la punta de las alas las estanterías y se posó encima del escritorio de Sorensen. Tenía un periódico El Profeta enrollado entre las piernas.

–El suministro de prensa de la biblioteca –explicó Sorensen–. Hoy llega más tarde de lo acostumbrado, aunque no me extrañaría que un día cualquiera no llegase: el Ministerio no está dispuesto a seguir manteniendo un gasto insulso aquí.

Abrió el diario y la lechuza reemprendió el vuelo.

Ken Fosworth llegó corriendo con un libro debajo del brazo. Remus le salió al paso.

–¿Cuándo empiezas? –le preguntó.

–¿El qué? –le inquirió el chico, sin comprender.

–Hogwarts, me refería –explicó.

–¡Ah! Mañana... –dijo–. Soren me deja que saque el libro y que luego se lo devuelva vía lechuza.

–Qué bien –dijo Remus.

–¡Ah¿Sabías una cosa? –Remus se encogió de hombros–. He perdido el Mapa del Merodeador.

–¿Cómo¿Lo has perdido? –le inquirió Remus–. Pero ¿cómo has podido perderlo¿Sin más?

–No. Argus Filch me pilló con él. No sabe utilizarlo. Lo cerré a tiempo, pero me lo requisó. Ahora está en su cajón. ¡Yo ya no puedo hacer nada! –Ken se hizo el remolón–. ¿No podrías embrujar otro?

Remus negó inmediatamente con la cabeza.

–Entonces no lo entendía –dijo Remus–, pero ahora sí. No lo conseguimos porque fuéramos buenos magos o porque tuviésemos un gran empeño. No... Lo hicimos porque utilizamos una magia muy fuerte y sólida: la amistad. Nada es tan poderoso como eso, Ken. –Ken lo miró sin rechistar–. En cuanto al mapa, lo mejor es que se quede donde está. He oído decir a Dumbledore que te has vuelto muy revoltoso.

Ken sonrió.

–¡Eh, leed esto! –los increpó Sorensen.

Remus se volvió, avanzó hasta el escritorio y cogió el diario El Profeta que le tendía su hermano. Estaba señalando un amplio titular de la primera plana: «Millicent Bagnold abandona el puesto de ministra. Se presagia una guerra en el Ministerio de Magia entre funcionarios.» Y como subtítulo: «Declaraciones de Perkins, del Departamento Contra el Uso Incorrecto de los Objetos Muggles, que postula que puede llegar a Ministro de Magia.»

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La noticia del cambio de ministro fue una bomba mediática. Todos los días aparecían noticias y entrevistas en El Profeta. El periódico hablaba casi exclusivamente de esta información y apenas si daba cabida a otro asunto que no fuera la lucha por el ascenso en el poder en el Ministerio de Magia.

A mediados de enero apareció una entrevista concedida por Lucius Malfoy en la que comentaba que la persona más capacitada para el cargo era él mismo; artículo que supuso un nuevo torrente de insultos y culebras por parte de Sorensen Fosworth. Muchos eran los nombres que se barajaban, y entre ellos, claro está, se encontraba Cornelius Oswald Fudge, con una bonita carrera a sus espaldas: había entrado en el Ministerio en uno de sus departamentos más aburridos: la Oficina de Patentes Descabelladas; no era su sitio, como pronto se dieron cuenta, y se convirtió en un excelente funcionario del Departamento de Catástrofes en el Mundo de la Magia, del que inmediatamente se hizo subsecretario; pronto lo ascendieron, encontrándose justamente por debajo de Dumbledore en el escalafón de los Servicios Administrativos del Wizengamot, puesto que ocupaba hasta el momento. Entre todos los candidatos era el más aclamado.

Pero el más aclamado de todos no era uno de lo candidatos. Ni siquiera se había presentado...

–Tranquilo, señor Fudge –le dijo su ayudante.

–¿Que me tranquilice? –le escupió en la cara–. ¿Cómo narices quieres que me tranquilice? Estamos a catorce de octubre y los magos de a pie siguen pidiendo a gritos a Albus Dumbledore que se presente, que nos engrandezca con su candidatura –pronunció con cierto deje de ironía.

–Pero también está la encuesta, señor Fudge –le comunicó su ayudante–. ¿No la ha leído?

–¡No me interrumpas! –le gritó. Se paseaba por su despacho como un león enjaulado–. Sólo porque Quien–Tú–Sabes lo temía... ¡Por eso quieren que llegue a Ministro! Pero no tiene madera de Ministro¿verdad?

–No, señor –respondió su ayudante en tono marcial.

–No dudo de sus aptitudes como director de Hogwarts, pero sería mejor que dejase el cargo de Ministro a un hombre que hubiese pasado por los distintos departamentos –explicó–. Como yo... –Se sentó en su confortable sillón, como si aquella técnica de psicología interna le hubiera dado resultado–. ¿Qué decías de la encuesta?

–Señor Fudge, El Profeta ha realizado una encuesta y usted está a la cabeza –le explicó alegremente su ayudante–. Diez puntos sobre Dolores.

–Muy ambiciosa esa mujer –dijo Fudge con las yemas de los dedos unidas a las de la mano contraria–. Pero no es una rival. Dumbledore sí. –Se volvió a poner nervioso–. Hay que hacer todo lo que esté en nuestras manos para evitarlo.

–¡Pero si no es uno de los candidatos al cargo, señor!... –repuso el ayudante.

–¿Y qué? –le espetó–. Puede darse cuenta de que lo conseguiría si se presenta, y entonces sí que no tendría posibilidades...

–Albus Dumbledore parece buena persona, señor Fudge –comentó el ayudante con miedo.

–¡Pero es mi rival! –le gritó–. ¡Fuera de mi vista! Y haz algo de provecho¿quieres?

Dumbledore, cuando fue invitado a una de las tantas cenas a las que le invitaban los Nicked, se expresó en los siguientes términos:

–No quiero ser Ministro de Magia, mi querida señora. –Dirigiéndose hacia Helen Nicked madre–. Ésa nunca ha sido mi intención ni lo será.

–Pero el mundo mágico lo aclama –intentó convencerlo la señora Nicked–. Sería insensato no aprovechar esta oportunidad. Podría hacer tantas cosas por la comunidad...

–Las cosas que quería hacer –se explicó Dumbledore– ya las he hecho. Me enfrenté a lord Voldemort y lo paramos. No quiero poder, Helen, quiero estar en mi escuela.

–Bien dicho, Dumbledore –le aplaudió Sorensen, que también se había convertido en un acostumbrado a las cenas de los Nicked–. Eso es vocación, como yo con la biblioteca. Poca gente lo entendería... A mí ya podrían darme el cargo de ministro del mundo entero, que no dejaba mi biblioteca.

La señora Nicked sonrió. Su tarea tampoco era convencer a nadie. No le gustaba Fudge, sólo era eso. Arthur Weasley lo conocía bien y decía que era un poco maniático en ocasiones, y que cuando se le llevaba la contraria y no lo aceptaba era un energúmeno con todas las letras y que le daban a uno ganas de estrangularlo. No obstante, no podía criticarlo: no sabía si sería un buen ministro o no.

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A finales de febrero Remus se despertó una mañana de extraño mal humor. Había dormido mal y poco, a intervalos de una hora, y se había estado todo el rato moviendo de un lado para otro, inquieto.

Se preparó una taza de té bien caliente. Se arrellanó en el sillón, mientras la tomaba, y se puso a leer el periódico mágico. Helen bajó corriendo y le dijo que no lo hiciera.

–¿Por qué¿Qué pasa? –le preguntó Remus extrañado.

–Oh, no, nada –contestó sonriendo débilmente–. Sólo que no es día para ponerse a leer. Podríamos charlar¿no te parece?

Y se sentó en el brazo del sillón que ocupaba Remus. El chico plegó el periódico a regañadientes y lo dejó encima de la mesa.

–¿Y de qué quieres que hablemos? –le preguntó.

–No sé.

Remus bufó. Recogió el periódico y lo abrió por donde lo había dejado hacía solo un minuto. Pasó unas cuantas hojas que no le interesaban y se detuvo en una noticia a doble página que llamó su atención.

–¡Es una entrevista a Dolores Umbridge! –exclamó.

Helen forcejeó con él para quitarle el periódico, pero Remus se resistió. La mitad del café se derramó sobre Remus y le abrasó la piel. Soltó el periódico en un acto reflejo y Helen lo cogió y se alejó unos pasos.

–Pero ¿qué demonios te pasa? –le inquirió Remus con enojo–. ¿Por qué tienes tanto interés en leer El Profeta esta mañana¿No tienes que estudiar? Mira que ya mismo son los exámenes finales... –Helen sonrió con una mueca–. Devuélveme el diario –le pidió.

–No quiero –dijo Helen con obstinación.

–¡Accio! –gritó Remus extendiendo la mano y el periódico salió de las manos de Helen para ir a parar a las de Remus. El chico sonrió.

–Detesto que hagas magia sin varita –protestó la chica.

Sacó su varita y la agitó para realizar también ella el encantamiento convocador, pero Remus también había cogido la suya y se desapareció sin más, sin soltar el pergamino arrugado.

Helen no supo adónde había ido, en calzoncillos, pero lo cierto es que no volvió en todo el día. Sólo cuando cayó el ocaso regresó para cenar, triste y melancólico. La chica había intentado evitar que su novio leyera la entrevista a Dolores Umbridge, en la que programaba nuevos y alarmantes proyectos si era elegida para el cargo tales como la limitación de los híbridos, como en una respuesta los había llamado. «Híbridos...», pensó Remus. «¿No somos personas, al fin y al cabo?»

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Dumbledore tuvo una excelente idea: combinar sus deseos de dar una explicación con la de conseguir un notable éxito para los intereses de los demás. Había programado una sesión de debate en la biblioteca en la que él sería el protagonista; se trataría de una rueda de prensa con entrada libre para preguntarle a Dumbledore cualquier cosa que a cualquier mago se le antojase sobre el cambio ministerial.

–Bienvenidos a todos –dijo Dumbledore expresivo–. En primer lugar, deseo dar las gracias a Sorensen Fosworth por brindarme la Biblioteca Pública de la Comunidad Mágica para dar esta conferencia. Con ello quiero ayudar a recordar a todos los magos de a pie que la biblioteca debería ser un objeto de culto para cualquier persona y un lugar que frecuentemos para crecer como personas.

–¿Ése es el inquietante motivo por el que ha concedido esta rueda de prensa, Dumbledore? –preguntó una insolente periodista rubia de la primera fila que blandía una sonrisa misteriosa.

–No, señorita Skeeter –dijo Dumbledore tranquilamente–. Desearía que volcasen hoy todas las especulaciones de las últimas semanas para que pudiera responderlas en persona¿no le parece? Así que pueden empezar a preguntar cuando quieran.

Un mago de la segunda fila, con túnica amarilla, levantó la mano rápidamente. Tenía una cámara de fotos colgada al cuello. Dumbledore, con una rápida e inquisitiva mirada, le indicó que soltase su pregunta.

–Buenos días. Quería saber cómo se tomó el apoyo recibido por parte de la comunidad mágica.

Dumbledore meditó un minuto la respuesta.

–Bien –dijo lacónicamente–. Es bueno saber que la gente te apoya y te aprecia. Pero yo no inscribí en ningún momento mi candidatura. Lo único que he hecho es empeorar el clima de las elecciones a Ministro de Magia al no volcarse la información mediática sobre los candidatos en sí –sonrió–, sino en personas como yo, que aparecen por deseo expreso de la opinión pública pero que no pintan aquí nada.

Rita Skeeter levantó la mano.

–Profesor Dumbledore¿quiere decir con eso que, nada más lejos de la realidad, su única intención es soslayar esta importante oportunidad que se le ha presentado? –preguntó.

Dumbledore asintió con gravedad.

–Me encuentro bien como director del colegio Hogwarts –explicó–, y no tengo intención de convertirme en el líder de los magos británicos.

–Pero entiende los argumentos de la opinión pública¿no? –le espetó un mago bajito y de túnica verde escarlata–. Opinan que usted sería un Ministro excepcional al ser la única persona a la que Quien–Usted–Sabe temía.

–Sí, eso he oído –dijo Dumbledore en voz queda–. Voldemort –hubo un murmullo de desaprobación y miedo, pero Dumbledore no le prestó atención– sólo está desprovisto de poder, como ya he dicho en más de una ocasión, y hay que evitar que reinstaure su monarquía de terror. Considero que se puede luchar contra él tanto dentro como fuera del ministerio, pero siempre y cuando se sepan los hilos que mueven el asunto; y una vez se conozcan, sólo hay que acariciarlos.

–¿Quiere decir con eso –preguntó rápidamente Rita Skeeter sin levantar siquiera la mano, adelantándose a unos cuantos periodistas que tenían las manos levantadas desde hacía rato– que piensa seguir la lucha contra Quien–Usted–Sabe desde fuera del Ministerio de Magia?

–Sí y no –dijo Dumbledore confusamente–. Estaré fuera del Ministerio de Magia pues, como he dicho, no voy a presentarme al puesto de ministro, pero la lucha contra Volemort no surge sólo del ministerio, sino del corazón de todas las personas que desean hacerle frente. Sé cómo actuar en términos de magia tenebrosa, pues he luchado contra ella desde 1938.

–Y... –volvió a hablar Rita, levantando la ira entre sus compañeros de profesión– una última pregunta, por favor, profesor Dumbedore¿podría decirme cuál es su candidato preferido?

El anciano mago soltó una risita ahogada.

–No voy a responder a eso, mi querida bruja –dijo–. No quiero interferir más en las mentes de la opinión pública. Llegado el momento de votar, que cada cual lo haga a aquél que considere más apto para el importante cargo que habrá de desempeñar en adelante.

–Dumbledore¡Dumbledore! –comenzaron a gritar todos los periodistas para recabar su atención.

–¿Me permiten? –dijo un mago con voz potente. Su potencial sonoro se debía, sin duda alguna, al empleo del encantamiento sonorus–. Soy...

–Lo siento. Aquí no puede utilizarse el encantamiento amplificador de la voz –le dijo Sorensen en tono censurador.

–Soy Cornelius Fudge –dijo el mago hoscamente–, candidato a Ministro de Magia. –Algunos periodistas se volvieron a él interesados–. Quería hacerle algunas preguntas a Dumbledore sobre los comentarios que acaba de ofrecernos. –Dumbledore lo miraba hostilmente, sin sonreír–. Tengo entendido que todo mago o bruja que lo desee puede participar en esta sesión para dar a conocer su opinión. ¿Me equivoco?

–En absoluto –dijo Dumbledore mirándolo por encima de sus gafas de media luna.

–Oh, estupendo. –Sonrió Fudge–. Quería hacer hincapié en ese último comentario que acaba de ofrecernos, acerca de que se enfrentará al Mal sin la cooperación del Ministerio de Magia. ¿Podría decirme con qué autoridad?

Dumbledore también sonrió.

–Con la del mago de a pie, como bien ha dicho usted que se presenta a este coloquio. Nadie podrá negarme el deseo de enfrentarme a un mago tenebroso, si es mi deseo frenarlo y tengo capacidad para conseguirlo.

Fudge lo miró con asco.

–No podría si el Ministerio de Magia se opone, por bien de su seguridad, claro está –le escupió.

–No hay leyes que se opongan a lo que acabo de decir –dijo Dumbledore sereno.

–Las leyes pueden cambiarse –dijo Fudge–. Porque, claro está, todo esto lo estoy diciendo desde las bases del mago que quiere lo mejor para su comunidad. Nadie debe arriesgarse a fin de atrapar a un mago tenebroso, a excepción de los cualificados aurores que trabajan a instancias del ministerio.

–Hay magos fuera del ministerio que saben tanto¡o más, que los que están trabajando en él –dijo Dumbledore–. Hay aurores que se han enfrentado a Voldemort en persona, han salido ilesos y se consideran incapaces para el Ministerio de Magia por otras razones que no vienen al caso.

Fudge rió en voz baja.

–No estoy enterado del asunto –dijo–. Desde aquí puedo decir que, en adelante, si soy elegido Ministro de Magia, haré todo lo que esté en mi mano para que los miembros y funcionarios que velen por nuestra seguridad sean los más capacitados y cualificados.

Hubo algunos periodistas que aplaudieron.

–Me parece una postura acertadísima –dijo Dumbledore con acritud–. Pero lo siento, esta sesión debe acabar. Se me olvidó que tenía comprisos importantes que hacer esta mañana. –Fudge sonrió abiertamente–. Aunque tal vez Cornelius Fudge no se oponga a dirigir él el coloquio y responder gustoso a las preguntas que ustedes le hagan.

–En absoluto, Dumbledore. –Sonrió Fudge–. Si usted es tan amable...

–Tanto y más –dijo Dumbledore a un centímetro de su cara.

Se apuntó con la varita y el anciano mago de cabellos plateados se desapareció ante sus narices.

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Las elecciones se celebraron el mismo día en que Helen Nicked terminó la carrera de sanadora. Un mes más tarde, el veinte de julio, próximos los segundos cumpleaños de Neville y Harry, le llegó una lechuza de la academia en que le comunicaban que su nota global era Sobresaliente. Estuvo dos días muy orgullosa, tanto que apenas si se podía hablar con ella; lo que se dice un día pedante... Pero eso, las elecciones se celebraron el día en que Helen Nicked terminó su carrera.

Como bruja adulta, pudo ir a votar. Se habían dispuesto las urnas mágicas, embrujadas especialmente para evitar el fraude, en el vestíbulo del Ministerio de Magia. Los candidatos, Perkins, Fudge, Dolores..., acudieron muy temprano para echar su trozo de pergamino. Sonrieron a las cámaras fotográficas de los periodistas y dieron sus últimas entrevistas como candidatos a la presidencia del Ministerio. Era su última posibilidad...

–No pienso votar a Dolores Umbridge –dijo Remus con solemnidad.

–Yo he votado a Perkins –comentó Helen en voz queda.

–¡Pero si no va a salir!... –le reprochó Remus.

–Por eso mismo –se defendió–. Fudge es un cretino, y Dolores... ¡Dolores es una arpía!

Remus estaba de acuerdo.

–Ojalá no salga elegida –dijo–. No me extrañaría que sacase una ley por la que nos viéramos obligados a sacrificarnos. ¡Maldita Umbridge...!

Pero salió elegido Cornelius Fudge. Caída la tarde, con el sol teñido de un vivo tono naranja, dio su primera rueda de prensa como Ministro de Magia. Hizo muchas promesas y todos parecían contentos. Había nacido una nueva época en el Ministerio de Magia, ni mejor ni peor; de momento, distinta...

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¡Ya! Ya se acabó. Espero que os haya gustado, aunque es algo más corto y menos entretenido que el anterior. No importa, como bien me habéis hecho aprender, unos serán mejores y otros peores: es un círculo vicioso. Lo importante es que esto continuará y, en continuando, aún podremos ser partícipes de nuevas aventuras, de nuevos secretos y descubrimientos... Pero recordad todo lo que pasa en cada capítulo, porque no os imagináis la importancia que puede tener una cosa que ahora os parece sin importancia dentro de muchos capítulos. Ahora, por ejemplo (en los capítulos que estoy escribiendo, quiero decir), estoy despejando una incógnita sobre el primer capítulo de todos. Pero para llegar hasta ahí hay que seguir leyendo. Por cierto, creo no haberos agradecido suficiente todo el cariño, aprecio y dedicación que me ofrecéis cuando yo sólo puedo regalaros más que palabras y vanas palabras que en vuestras manos cobran un significado que se ensancha con cada nueva lectura. ¡Gracias! Pero, a lo que íbamos, capítulo 37...¿cuándo, cuándo?... Vaya, con las Cruces de Mayo por medio... Veamos... El viernes, 6 de mayo me viene fenomenal. Pido disculpas por adelantado a todos aquellos (como Paula Yemeroly) que tendrán que volver a vivir un viernes sin nuevo capítulo, pero después de éste intentaré colgar uno cada semana pese a riesgo de irme quedando sin capítulos de reserva. Ahora sí, avanzo ya, llegado el capítulo cuarenta y tantos, colgaré de quincena en quincena porque son capítulos muuuuy largos. Quien avisa no es traidor.

Avance del capítulo 38 (SOY REMUS LUPIN. ¡TE QUEREMOS, REMUS!)¿A qué viene ese título: acaso Remus va a ir a una sesión de alcohólicos anónimos? No, no creo que le haga falta. ¿Entonces? A partir de ese capítulo se comenzará a programar el destino del licántropo, una rueda finita que gira con una velocidad vertiginosa... Porque... "¿quién dice que el destino no está escrito?" Maldición y bendición a un tiempo. Líder de un clan milenario que lejos dista de ser lo que libros y películas muestran... ¡Un licántropo!

Espero que éste os guste. Yo os estaré esperando. ¿Vendréis a leer¿Y a ti: te conoceré al fin, te atreverás al fin a dejarme el "review" que tu mano tímida no se atreve a escribir?

Saludos a todos. Besos. Abrazos. ¡PON UN LICÁNTROPO EN TU VIDA!