«Sí, ya sé que uno de esos caudillos de la que llaman la revolución social ha dicho que la religión es el opio del pueblo. Opio..., opio... Opio, sí. Démosle opio, y que duerma y que sueñe.»
(Unamuno, San Manuel Bueno, mártir)
«Para poderme encontrar, búscame en algún rincón del mundo» (Piki).
¡Bienvenidos a la trigésimo octava entrega de MDUL!
Respondo "reviews":
–NAYRA. Hola, querida asturianita. Por cierto¿debéis estar por allí más que orgullosos de Fernando Alonso? Hombre, los demás también, porque es español y está dándole de patadas a la "mancha roja", pero como es asturiano me refiero. No sé por qué te cuento esto, ciertamente creo que porque acabo de ver un anuncio de Fórmula uno; qué bien, ya viene a Cataluña. No sé qué os pasa a Eva y a ti, no sé si es el agua o la comida que suministran en tu comunidad: qué es eso de que no eres muy normal que digamos... A ver si tengo que entrar ya a actuar de psicólogo contigo también. (Risas.) Y ¡también te has puesto a hablar del tiempo! Esto es Increíble (como diría nuestro amiguito Bisbal). Sí, creo que he puesto demasiado repelente a Dolores Umbridge, con lo bien que me cae a mí... (espero que se haya captado la ironía porque, si no, afirmo categóricamente que Umbridge es un... "bicho malo" e igual que Remus se enfrentará a Voldemort... jeje... no me hagas hablar..., también tendrá que enfrentarse a la chupasangre esa que por poco nos deja a Harry más delgado de lo que es; con la de sangre que le extrajo bien que le pudo haber dado un bocadillo para aumentar fuerzas, como en las donaciones de barrio. ¡Qué pocas ideas tiene esa Umbridge! Menos mal que Remus le dará un día un par de guantadas (hablando figuradamente, claro está; Remus es no-violento). Gracias por los halagos. Extiendo los saludos a Elena y te los devuelvo multiplicados. Estoy presionándola para que te dibuje a ti también, pero dice que te he puesto en una situación un tanto... "extraña". Lo peor es que ella no sabe aún que las intrigas no han acabado. Ya llegarás a ese capítulo; ya... Un besote enorme, nos vemos.
–AYA K. Hola, Eva. Mejor de aquí en adelante no volvamos a hablar del tiempo¿te parece, porque ¡estoy que me aso! Creo que me ponen unos huevos en las palmas de las manos y se me fríen. ¡Qué calor, josú, qué calor! Y como de aquí en adelante no cambiará mucho la cosa (si a caso empeorará, que los cuarenta grados no me los quita nadie en agosto), mejor dejamos el tema del tiempo para otro momento. Espero que en el momento que leas esto te encuentres bien (anímicamente, me refiero), que tanto me llevas diciendo que estás mal y mal que no sé si empezarme a preocupar. Cada día me recuerdas más a Elena, que últimamente está de un pesimismo que trepa por las paredes. ¡Y es contagioso! Salimos a dar una vuelta para despejarnos y ¡hala, me empieza a contar sus penas y me amarga, pero yo la escucho y, en la medida en que puedo, intento ayudarla (cosa harto complicada). Me gustó la comparación de Fudge con un hongo con patas; aquel sombrero, definitivamente, creó su muletilla... ¿No, AYA K? Por cierto, ahora que vuelvo a poner tu nombre, pensarás que estoy tonto o que tengo unas tonterías de párvulo, pero el otro día me puse a ver por... dejémoslo en enésima vez... la película de "Troya" y, cuando salió el maltratado (en el filme) personaje Áyax, me empecé a descojonar yo solo porque me recordó a ti. AYA K... Áyax... El parecido es razonable. Ya sé que es una tontería, pero uno también tiene sus días en que es mejor que no lo vea la gente, en que es mejor que lo pongan a comer aparte. Estaré encantado de recibir tu correo sobre los vampiros y discutiré muy atentamente tu conversación porque ése (el de los vampiros) es un tema que me preocupa mucho. Hoy (viernes) me conectaré un ratuelo; si nos vemos, podríamos hablar sobre ello. Sobre lo del Código Da Vinci... Debería felicitarte, no lo había planteado bajo ese punto de vista. Sí, quizá tengas razón. Yo es que con la iglesia no quiero que me asocien¡jajaja! No sé, últimamente podría abrirse un poquito más, que se está quedando desfasada. Le vuelve a pasar como en la época de la Inquisición: entonces era el asunto sobre el geocentrismo; ahora, el papel de la mujer en el mundo, los anticonceptivos y los matrimonios homosexuales, o no sé qué de hecho, como quiere llamarlos el PP. ¡Ay, aquí cada loco con su tema! Un besote, Eva, y cuídate. Y anímate, que entramos en un mes muy... chungo.
–PIKI (o Laura mejor): Hola, guapa. Malagueña, guau¡qué cerca! Si es que te meto un grito desde mi balcón y a lo mejor (poniéndole un poquito de imaginación) me escuchas y todo. Debo agradecerte solemnemente tu segundo "review"; hay mucha gente que lee hasta donde llevas escrito, te deja un "review" y después... ¡paf, se esfuma. No le interesa continuar o va en busca de nuevas presas literarias. Pero tú has mostrado tu fidelidad y eso es de muy agradecer. Tanto es así que... Bueno, las sorpresitas me las reservo para el final. ¡Qué malo soy!... Sigo pensando que cinco días son muy pocos. Mira que es mi propio "fic" y yo creo que me daba algo si tuviera que hacer eso. Y eso de que has llorado con lo que le pasa a Remus... ¡Tampoco ha sido para tanto! Bueno, el pobre ha sufrido un poco, pero ya le vendrán cosas buenas. Además, tiene a Helen y a Dumbledore a su lado. Y a Sorensen ahora también. Las cosas se pondrán más tristes, pero también más alegres. Espero que si derramas alguna lágrima más por este relato se vea acompañada por una grácil sonrisa. Y, como siempre digo, espero que sean muchas las lágrimas y las sonrisas, porque me encanta ver cómo disfrutáis con lo que hago, cosa que me anima a coger cada día el cuaderno donde escribo y ponerme con más ganas (contando con que ahora escribo mucho mejor que antes, y no es por dármelas de nada, pero es que me releo estos capítulos a la hora de colgarlos y me da pena la simpleza lírica que tienen). Me alegra que digas que me has podido conocer mediante los "reviews" que dejaba a los otros lectores. Me ha gustado también la frase tuya: para poderme encontrar, búscame en algún rincón del mundo; tal es así que la voy a incluir en el encabezado. Es muy original. ¿Es tuya? Yo también espero que este capítulo te guste más, aunque, la verdad, no tiene tanto humor, pero sí puede resultar más ameno. Y esclarecedor. No sé, de un tiempo a esta parte me estoy dando cuenta de que quiero relacionarlo todo, ponerlo todo en cohesión con el principio, esclarecer lo que en los primeros capítulos no quedó claro. Creo que estar estudiando Filología me está trastornando... Estaré pendiente de cualquier novedad que incluyas en RLAAHN (mi otro "fic"), pero sabe de antemano que en ese cuelgo con más distensión. ¡Ah! He anotado tu correo. Esta tarde te agregaré al messenger, antes no he podido, y, si te encuentro allí, charlaré contigo con sumo agrado. Si no, espero que en otra ocasión coincidamos, aunque te aviso que, como no tengo Internet en casa, mis escapadas por la Red son escasísimas. Y ahora, antes de despedirme, la "sorpresita"... Laura, en serio, me has hecho muchísima gracia con eso de que tú no podías ser todavía un personaje porque no llevabas el tiempo suficiente, porque en el resumen había puesto "los lectores más activos"... Bueno, digamos que eso es sólo una llamada publicitaria, por llamarlo de alguna manera. No soy tan cruel. Y, a la par, me has caído tan simpática. ¡Y andaluza! No sé, veo que me vas a leer asiduamente, lo leo en tus palabras, lo siento, y no me preguntes por qué porque no te sabría responder. Es algo que me transmite tu forma de contarme las cosas. Así que, cuando se me ocurrió, me dije que ese personaje había de ser para ti. Conque, querida Laura¡ya tienes personaje! Se llamará Laura, como tú. No hay ninguna otra Laura, pero, para más señas, será Laura B. Espero que te guste, aunque aún queda bastante para que salga, claro está; te reclamaré paciencia. ¡Ah! Y necesitaría una foto para poderte describir físicamente. Te enviaré una invitación personal para que entres en el grupo "Story-Weavers", donde estoy yo; allí podrás colgarla, si quieres; hay unas fotos mías, dibujos de MDUL y un resumen del "fic" que te invitaría a leer porque es muy, muy, muy, muy interesante (y no me hartaría de decirlo porque creo que nadie ha sabido todavía descifrar los enigmas ocultos que contiene). Un beso, Laura. Espero que estés un poquitín más feliz que antes, más sonriente. Las lágrimas las dejaremos para una nueva y posible desgracia de Remus aquí, que no habrán de faltar. ¡Ah! Y muchísimas gracias por tu largo "review". Eso, entre otros factores, es lo que me indica que no eres una gaviota pasajera, sino un polizón perpetuo; y yo, más que encantado, te pienso conducir sobre mi barca hasta el final. ¡Bienvenida a bordo! Un besazo, malagueña.
–PADFOOT HIMURA. Hola, chiquita argentina. ¿Cómo te va? Espero que recuperada de las fiebres y demás apatías poco apetecibles. Pero, bueno, de tu "review" hace muchos días y ya estarás mejor. Además, para tu cumpleaños habrás de estar radiante, que no se cumple 16 años todos los días. A veces se me olvida que por allí comienza ahora el invierno. Yo también odio a Umbridge: mucho, mucho, mucho; en definitiva¡mucho, pero de ahí a decir que Voldemort me cae mejor... ahí un paso. Voldemort tan sólo quiere matarlo, mientras que Umbridge no lo permite que trabaje. Prefiero verlo en paro a muerto, no sé qué pensarás tú. Aunque Umbridge es una piii de piiii de cojo... piiii. No te preocupes por el Quijote, claro que abruma, pero es una lectura entretenidísima. Yo también me lo leí con tu edad, un verano, pero porque sí, porque me entró el punto y lo cogí y me lo leí. Ya verás cómo es más divertido de lo que te esperabas. Y no es nada pesado. Vamos, opino yo. Espero que éste también te guste. Aunque... tu profesor o profesora de Literatura Española, me lo parece a mí o ¿es que os mete algo de caña? Sé que no debo meterte ni prisas ni agobios ni nada, lo siento, pero... ¿para cuándo una nueva entrega de la "Tarta de zapallo"? Nos tienes abandonados... Pero¡oye, que para cuando leas volveremos como las abejas a la miel. Si no, ya verás. Chiquitilla, ya para acabar¡feliz cumpleaños, que lo disfrutes con salud al lado de los tuyos, de tus amigos y que te hagan muchos regalos. Me acordaré de ti. Besos, guapa.
–MARCE. Hola, Marcela. Recibí tu correo de respuesta; me alegro sobremanera de que llegasen con éxito los archivos, pues nunca lo había hecho y mis éxitos informáticos son más bien escasos. Dile de mi parte a tu hermano que, como le digo a todo el mundo, le doy personalmente la bienvenida a MDUL. ¿Te has dado cuenta de la conversación tan filosófica que hemos mantenido? Luego no me extraña que salga de "fanfiction" con la sensación de que aprendo cosas, pero es que en un momento me he sentido como se habrían debido de sentir Aristóteles y Platón discurriendo en esa amada Grecia sobre la vida y sus aspectos, sus pensamientos y reflexiones. Aunque... debo reconocer... ejem ejem... que el año pasado casi llego a aborrecer la filosofía. Si es que me metieron la Historia de la Filosofía toda de golpe y con el planteamiento de la prueba de Selectividad (para el acceso a la Universidad) para las demás asignaturas yo estaba que la iba a vomitar. Si te consuela, también llegué a cogerle un poco de aborrecimiento a la Lengua, pero, por suerte, en verano volví a quedar libre y ahora estoy... ¡más que feliz! Me encanta lo que hago. Bueno, después de irme por las ramas y aburrirte durante unas líneas (lo siento), vuelvo a tu "review". Sí, todos odiamos a Umbridge; si quieres cerciorarte, lee los "reviews" a este capítulo. ¡Yo me he quedado asombrado! Ya veremos cómo le va a Sorensen con la biblioteca, pero... ("Calla, Quique", le reprime su conciencia). Y me alegra que veas a Fudge igual que yo lo he representado. Saldrá más, es un personaje que me encanta caricaturizarlo. No es que lo odie, pero me parece patético: no sabe hacer nada a derechas. Pobre... Sobre política, pues de "baina" (¿lo he dicho bien?) podríamos hablar cuando tú quieras. Como comprenderás, más podríamos hablar de intereses de la población que partidos políticos en sí, porque nada entiendo del sistema de gobierno de tu país. Mas, no sé por qué, por lo poco que te conozco creo que eres progresista, liberal... ¿Me entiendes? En absoluto conservadora. O al menos eso creo. O al menos eso se espera de alguien que piensa tan abiertamente y tiene una mentalidad tan filosófica. ¿Republicana, monárquica? Imagino que lo primero, ya que no tenéis rey. Bueno, tú comienzas como quieres. Y si quieres. Un besón enorme que atraviesa el océano a nado y con el que de pronto te encontrarás sin darte cuenta y te sorprenderá.
–GWEN LUPIN. Hola, chica. ¿Cómo te va? Sí, perdiste un capítulo, pero no es cosa para traumatizarse ni nada, tranquila. Que no voy pasando lista como en clase para controlar la asistencia. Cierto que te eché de menos, pero no te guardo rencor, en absoluto. Faltaría más. Aunque me has dejado preocupado con eso de que lo que estás abandonando es tu vida y como en tu vida lees MDUL que saque conclusiones. Como saque conclusiones me salgo por la tangente, que ese tipo de comentarios me suenan muy salidos de tono, porque parecen la carta de despedida de un suicida... No obstante, pese a tu digresión, espero que te haya gustado lo de "Gran Mago", porque volverá a salir. Y no digo más. Chiquita, espero que vuelvas pronto a pasarte por el relato y que, para entonces, hayas dejado de abandonar tu propia vida, que no hay don más hermoso. Aprovéchala, razón por la cual aconsejo que no leáis mi "fic", que hay cosas más importantes (risas). Un besazo, guapetona, y muchas gracias por tu compañía.
–PAULA YEMEROLY. Hola, chiquita (vuelvo a usar el diminutivo apreciativo a causa de tu petición, mas, reitero, a pesar de tener edad para ser padre –qué fuerte–, no lo hago sino para reafirmar mi cariño hacia tu persona, persona muy lejana, pero las palabras solventan tu lejanía). Largo "review". No, larguísimo. Pero... ¡fascinante! No sé porque dices cada vez que si yo quiero, abrevias. Paulita, escribe cuanto a ti te guste o cuanto el tiempo te permita; yo, sea lo que sea, lo leeré igual de impresionado. Aunque, debo decir, los "reviews" largos son mucho más apetecibles porque dicen más cosas, me tienen más rato pensando en ti y me permiten conocerte mejor. ¿O no? La verdad es que tengo que agradecerte tu compañía, tu entrega... Sí, leí alguno de tus "reviews" en Volví (sin ánimo de volver a sacar el tema) y ni por asomo ninguno era tan largo como los que aquí me dejas. Y eso a mí me deja sin palabras. Pero debo retomarlas porque de palabras me sirvo para comunicarme contigo. Bueno, ya vi que viste mi foto y que no te gustó (la verdad es que debería haber buscado alguna mejor, que tenía una cara de payaso...), pero deberías darme la oportunidad de que yo también pudiera verte y emitir mi propio juicio. Como tú has dicho, lo importante es el interior, pero eso me permitiría conocerte mucho mejor¿no te parece? Y no te creas, hasta que no me pasáis una foto, no me imagino cómo sois. Os imagino sin cara, sólo imagino vuestros nombres. Al fin y al cabo nada sé de vosotros, porque apenas me decís nada de vuestro aspecto. Y una imagen vale más que mil palabras, aunque bien poco me guste a mí ese refrán, que mil palabras consiguen transmitir y emocionar lo que no una imagen. ¡Quique, te vas por la tangente y vas a aburrir a la pobre Paula! A tu pregunta, me pongo "sonrosadote" por todo lo que dices sobre mí; es exagerado. Voy a empezar hasta a creérmelo, fíjate tú... Sí, hazle promoción a "Salvando a Sirius Black", pero hasta el día 11 podré seguir controlando los "reviews". Y, si gana el final 3, no te preocupes: que los pienso escribir los tres. Y, ya, Sirius tendrá que morir en MDUL: es más, ya he escrito la escena del Velo. Ha sido muy triste. Sí, Elena debe ser algo así como la fan número uno (no por nada todas las mañanas me da la lata con que escriba un capítulo nuevo... ¡Pobriña!); si tú quieres ser la segunda, por supuesto, pero lo cierto es que Elena no va a ser más importante que tú por eso ni nada parecido, despreocúpate, la vida no anda por números. El libro sobre el que me preguntas, Hocico peludo, corazón humano, es invención de la propia Rowling; sale en el libro que tituló algo así como "Criaturas fantásticas", no estoy seguro. Léelo y lo verás. Me parece que lo encontré en la acepción de los licántropos y me hizo gracia, por lo cual lo incluí. Pues... la verdad, como JK no ha dicho nada, no sé cuánto dura un mandato ministerial. Pero, bueno, yo lo pondré... indefinidamente. Cuanto más tiempo tengamos a Fudge, mejor: más broncas en el Ministerio. Tienes razón con lo de que el viernes es el mejor día para coger MDUL, y también en mi caso para colgarlo. A no ser que me surja un imprevisto, no variaré el viernes de día de colgar capítulos en adelante. ¿Crees que el siguiente capítulo va sobre un "mitín contra Umbridge"? No, la verdad no; realmente el tema circula en torno a la licantropía; por eso puse el "eslogan" de "pon un licántropo en tu vida". ¿Te gustó? Fue una tontería, pero... Elena te manda muchos besos también. Pero... ¡yo también, que conste! Ah... y... cada día estoy más impresionado: leer tus "reviews" no sólo me hace reflexionar sino también pensar que eres adivina, como Helen; ¿cómo puede ser que siempre estés intuyendo cosas que han de pasar? Me pones la piel de gallina. ¿No me habrán pinchado el ordenador y estás pirateando el archivo? (Risas.)
–VALITA J. L.: Hola. Tú también eres mi amiga del alma. No sabes cuánto me ha alegrado esa salutación tan efusiva. Tu primer párrafo (del "review") es ciertamente... conmovedor. "El amar... el amar. Me da tanto miedo amar". ¡Ay, mi niña, que se ha enamorado¿Te has enamorado? Enhorabuena en tal caso. Y, si era tan sólo una cita literaria o el deseo de poner algo bello, mis felicitaciones: lo has conseguido. Vi tu foto: tanto en Story-Weavers como en el correo que me mandaste (mil gracias). Eres muy guapa, en serio. Guardé la foto de inmediato en mi ordenador para disponer de ella para cuando tenga que describirte. Creo que tu aspecto le viene muy bien al personaje, ya me dirás tú. Y no eres ni mejor ni peor a como te imaginaba: porque no te imaginaba; sólo leo vuestras palabras, conque no soy capaz de imaginarme todos vuestros rostros, uno diferentes para cada uno. ¡Ah! Y me ha hecho muchísima gracia eso de que me necesitáis para terminar MDUL; y yo a vosotros también, porque, si no, para quién escribo. ¡Ay, si todo el mundo opinase como tú... Pero si he puesto ese decaimiento en la biblioteca mágica es tan sólo porque en la actualidad existe un decaimiento en la lectura, en la afición por la literatura. Imagino que estarás de acuerdo conmigo. Ha sido una alegoría para criticar estos tiempos en los que nadie ya se preocupa por la cultura ni por que la gente aprenda ni lea. Qué triste. Por eso tus palabras me animan, porque me recuerdan que aún es posible un mundo mejor. A mí también me encantaría poder hablar contigo en persona (no sé qué os ha dado a todos de repente que estáis más que animados a venir a España), pero, ciertamente, la economía es un problema. Más a esta edad, que mi paga no me da para coger un avión y plantarme en México. Muchísimas gracias por los halagos: también yo creo que eres una persona simpatiquísima, amable, gentil, entrañable y adorable (¡cuántos "bles"!). Con este emotivo final, me despido, no sin antes mandarte muchos besos, muchas gracias y algunos saludos de parte de Elena, que algo empieza a saber de tu personaje, aunque poco le digo porque ella también tiene que descubrir la historia (quiero decir, sabe algunas cosas, pero también le gusta estar intrigada).
–DRU: Hola. Vaya, me resulta sorprendente verte aquí, porque nadie había traspasado el umbral de "Salvando a Sirius Black" para atreverse con la ingente cantidad de capítulos colgados ya de MDUL. Bienvenida a ambos "fics", te digo ahora que tengo, por primera vez, oportunidad de hablar contigo directamente. Muchas gracias por animarte a leerlo todo, trabajo incansable y fatigoso, lo sé. Te responderé en el próximo capítulo de SSB (capítulo que colgaré tan pronto como se cumplan los dos meses: dentro de una semana), que ya estoy preparando, sobre lo allí expuesto por ti, pero debo decirte que no sé cuál final escribiré finalmente, porque los votos entre el 2 y el 3 están muy reñidos todavía. Tendré que contabilizar de nuevo. Te digo tan sólo que discrepo con tus consideración acerca de por qué no se podrían realizar los otros dos finales: el del final 3 me lo reservo; pero en el 1 dices que, si atrapan a la rata, Sirius caería igualmente en el Velo y no se habría salvado. No es así, en tanto que, si atrapan a la rata, Colagusano no encuentra a Voldemort, éste no regresa y tendríamos unos cuantos años más de paz, con lo que se habrían librado del episodio del Velo. Los he pensado todos bien y en todos los finales propuestos Sirius saldrá vivito y coleando, como Dios manda. Realmente no me hubiera importado que me hubieses dejado un "review" por cada capítulo que llevases leído, que a mí no me descoloca, tengo bien claro el argumento de cada uno de ellos; pero es tu opción y la respeto y tolero y, claro está, comprendo. Muchísimas gracias por los halagos, Dru. ¿Lo mejor que has leído de Remus? Guau... Y sí, ya has puesto un licántropo en tu vida... Pero ¿te has dado cuenta, es la pregunta. Te esperaré ansioso, seguro de que volverás pronto. Le enviaré los saludos a Elena, que, de seguro, se mostrará muy contento cuando le comenté lo que has dicho sobre ella. Por adelantado te mando sus saludos. Y yo me despido diciéndome si me dirías tu nombre, si dónde vives... Un beso, Dru. ¡Ah! Y no me veas como un mero autor; aquí nadie lo hace: soy Quique, a secas (nada de KaicuDumb), un amigo en adelante. P.D.: Ah, te estoy agradecidísimo por que te hayas pasado por "Remus Lupin ama a Helen Nicked". Espero que te haya gustado, aunque hay escenas poco talentosas. Yo también opino igual, cómo es que nadie ha habido a quien se le haya ocurrido plantear por qué la abuela Carney y Helen se llevan tan mal, qué pasó en el pasado. Y de sumo agrado escribiría una escena sobre ello, bien lo sabes, pero no puedo: porque esa escena ya está escrita. En el propio MDUL. Saldrá dentro de algunos capítulos, pero pronto se descubrirá aquí mismo qué es ese hecho que tanto ha disgustado a abuela y nieta. No obstante, gracias por la sugerencia y sabe ya que cualquier cosa que se te ocurra puedes proponérmela. Un besazo.
–DINAMITA. Hola, Nimmy. Si me permites opinar, me gustaba más tu pseudónimo anterior, pero eres tú quien decides. Quedaba más gracioso, mientras que éste es todo... ¡explosividad! Aunque también está bien, no quiero desmoralizarte para nada, no es mi intención. Me alegro de que hayas vuelto. Te eché de menos, pero, si no has podido dejar "reviews", tu explicación tendrás, no lo dudo. Gracias por los elogios, inmerecidos por otra parte. Aunque... bueno... sí puedo decirte que me siento orgulloso de Sorensen y de la señora Carney. Eso sí te lo acepto. Tienes un encantador nombre, Laura. Muy suave. Espero que regreses pronto, aunque, si no puedes leer antes, pues yo esperaré pacientemente. Entretanto seguiré colgando, como sabes, pero tengo la seguridad, por tus palabras, por tu forma de ser, de que volverás: y yo estaré aquí para cuando regreses. Un beso, Dinamita. Si te gusta, sí, Nimmydinamita queda mejor. Aunque yo prefiero Nimmy.
–ANDREA B. Hola, antes de nada. En segundo lugar, no sé cómo te atreves siquiera a ofrecerme que no te responda si me quita tiempo cuando has de saber que lo voy a hacer quieras o no (risa tiránica). No, hombre, tú te has tomado la molestia de escribirme aunque no hayas leído aún y yo te respondo, aunque haya de ser por breve. El que te hayas tomado tu tiempo para avisarme de que estás ocupada o de que, por la razón que fuere, no has podido leer todavía, te honra. Me siento muy agradecido de que te hayas pasado por aquí para avisarme y, por lo menos, dar señales de vida, en serio. Yo también espero que puedas leer pronto los capítulos, pero sin prisa, que no quiero que te quites tu tiempo de otras cosas más importantes para dedicarte a las tonterías que escribe un lunático castellano. Y menos mal que no me guardas rencor por la "patochada" que te escribí la primera vez; pobre..., es que me confundí de Andrea y metí la pata hasta el fondo. Me pongo rojo de vergüenza cada vez que me acuerdo cuando estaba hablando por teléfono con la otra Andrea y me dijo: "no, yo no te he dejado ningún review". Si hubiera sido avestruz, de seguro hubiera hundido la cabeza en la tierra. Un besito, Andrea, y pásate cuando quieras.
KALA FICTION. Hola. ¿Cómo te va? No te preocupes por haberlo leído ahora, no tienes nada de lo que preocuparte; tú lo lees cuando puedas, cuando tengas tiempo, que tampoco es cosa de que robes tiempo de cosas más importantes para leerme... "esto". La pena es que, como lo he leído yo también a última hora, ahora que estoy colgando el capítulo, te tendré por ello que responder más concisamente, porque no dispongo de tiempo. Pero, bueno, no pasa nada. Sé que tú me entenderás. En cuanto a lo de la foto... (antes de que se me olvide¡cuando quieras¿Recuerdas el grupo Story-Weavers del que te pase la dirección o te invite, no lo recuerdo? Allí hay una foto mía y otra de Elena y yo disfrazados de magos para Carnaval (estamos ridículos). Si tienes aún la dirección, pásate y venos. Si no, y si todavía tienes empeño, me la pides y te vuelvo a enviar una invitación. ¿Quedamos en eso? Muchísimas gracias por los halagos, por otra parte, com digo siempre, inmerecidos. No es que me considere la persona más sencilla del mundo, pero en esto de escribir soy bastante autocrítico y sé que todavía me quedan unos cuantos abismos que superar. No obstante, gracias por preocuparte por mi "ego" (risas). Y, por último, muchas gracias también por tomarte tu tiempo y seguir leyendo esta historieta animada por llamarla de algún modo. Yo también desearía ver una foto tuya, en parte por imaginarme con quién hablo, en parte para ayudarme con tu personaje, a quien aún debo pulirle el nombre. Aún puede quedarme perfectamente un mes para que escriba la escena en que surges, pero mejor tenerlo todo planeado con tiempo para que a última hora no haya ningún detalle que estropee todo el trabajo restante. Un beso y cuídate. Saludos de Elena.
–¿LEONITA¿JOANNE DISTTE¿JOANNE DISTTE¿LEONITA?
(DEDICATORIA: A Padfoot Himura, porque hoy cumple 16 años¡felicidades!; y a Paula Yemeroly, porque cualquier día es bueno para ponerle una dedicatoria. ¿O no?; y a DRU, a quien desde aquí doy, como siempre, la bienvenida a MDUL.)
CAPÍTULO XXXVIII (SOY REMUS LUPIN. ¡TE QUEREMOS, REMUS!)
El aniversario de la muerte de James y Lily fue un día triste, nublado y ventoso por más señas. Remus y Helen pasearon, cogidos de las manos, con sus abrigos y sus sombreros puntiagudos calados en la cabeza. Llegaron al punto. «Aquí descansan James y Lily Potter, que entregaron su vida por la salvación de la de todos los demás.» Dejaron un ramillete de flores sobre la oscura y humedecida lápida. Unas lágrimas regaron la hierba. Unos suspiros flotaron sobre el aire... Un adiós; otro, entre otros tantos.
Estuvieron un rato conversando sobre el lugar del enterramiento de sus amigos muertos, cuando en lontananza, a lo lejos, en el horizonte, apareció una figura que cojeaba. ¡Alastor Moody! También venía a visitar a los Potter, con unas flores marchitas en la mano que pensaba dejar sobre sus cuerpos exánimes.
–¿Qué te ha pasado, Moody? –preguntó Remus con preocupación–. ¿Y tu pierna?
Moody rió.
–Voldemort se ha ido... ¡Y una mierda! –gruñó, como de costumbre–. Yo he tenido que lidiar contra los mortífagos que aún siguen en alto. Todo el mundo se cree que porque Voldemort haya desaparecido ya estamos exentos de peligro. Equivocados¡todos equivocados!
Pero se calló de pronto, bruscamente. Se acababa de fijar en la lápida y se calló. Se percató de que estaba ante los restos de dos personas exquisitas y no debía ser tan locuaz. Dejó el ramillete marchito en el suelo, al lado del de Helen y Remus y los invitó a tomar algo.
Les dijo que hacía mucho que no se veían y que tenía ganas de que hablaran. Aquella noche Remus se acostó verdaderamente triste. Al visitar a James y a Lily y encontrarse con Moody había sentido una extraña sensación de vacío en el estómago. «La nostalgia», pensó. Recordó a su madre y se preguntó dónde estaría. Cada vez más consideraba cierta la hipótesis de Helen: el malvado Sirius Black pudo haberle hecho algo; si fue lo suficiente despiadado como para matar a los que vivían¿por qué no iba a hacer algo igualmente terrible con los que ya estaban muertos?
Helen llevaba un mes trabajando en el Hospital San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas. Desde septiembre; el verano lo había pasado sabático. Estaba en período de adaptación, pero cobraba un salario bastante decente. Por otro lado, no gastaba nada. Todo lo guardaba en su cámara blindada de Gringotts. Decía que algún día Remus y ella se casarían, y necesitarían dinero para costearlo. Los señores Nicked no tenían inconveniente en seguir manteniendo a los dos chicos. Al fin y al cabo Remus seguía deprimido; no había encontrado sino trabajos de poca monta, aunque, si seguía así, algún día tendría que aceptarlos.
–Bien sabes que te ayudaría –le dijo un día su hermano Sorensen–, pero el Ministerio no quiere oír ni hablar de un ayudante de biblioteca. ¡En realidad no quiere oír ni hablar de nada de la biblioteca!
Quizá fuese momento de aceptar aquellos trabajos que Remus consideraba por debajo de su rango curricular... En verdad, no se podía imaginar un auror trabajando en el Caldero Chorreante fregando platos o en la librería del callejón mágico, Florish y Blotts, recolocando en las estanterías los libros que los posibles compradores manuseaban y luego dejaban olvidados por cualquier rincón. Pero él no era un auror cualquiera... Él era un licántropo. Su licantropía había afectado a toda su vida, y aquello no iba a ser menos.
¿Debería aceptar aquellos puestos de trabajo? Decidió aguardar un poco más. Es más, tampoco le durarían mucho: en cuanto tuviese que ausentarse del trabajo un par de días a causa de su transformación y posteriores daños, lo echarían al enterarse de aquella anormalidad. Remus sonrió irónicamente. Anormalidad... Aquello era lo que le decía su padre.
No sabía si estaba harto de ser un hombre lobo. No podía estar harto. No era algo que uno eligiese; es algo que viene impuesto. Tampoco no podía desear haberse escapado aquella noche de casa, con cuatro años. Remus no era de esas personas que creen en el destino, pero si aquello le había tocado a él, era porque algo se lo había impuesto.
La lechuza entró volando, agitando sus alas con frenesí, por la ventana de la cocina. Planeó por el salón y voló por el tramo de las escaleras. Ululó. El señor Nicked salió de una habitación, pero se apartó enseguida, asustado. El ave siguió volando hasta entrar en la habitación de Remus Lupin. Éste dormía con la ventana cerrada. El pájaro se posó en la almohada y comenzó a picotearle al muchacho en la cara con suavidad, a fin de despertarlo.
–¿Qué pasa? –bufó, con los ojos cerrados–. ¿Qué es esto¿Quién me ha quitado el chocolate? –Despertó por completo al fin. Agitó los brazos como acto reflejo y la lechuza, espantada, voló hasta lo alto del armario. Remus la vio y sonrió–. Ven, acércate –le dijo–. ¿Qué me traes?
La lechuza agitó las alas y se posó sobre Remus. Le mostró una pata, orgullosa, en la que tenía una placa con el distintivo del Ministerio de Magia. Remus se asustó. Tan sólo recibía noticias del ministerio con motivo del envío puntual de sus calendarios lunares, razón que no debía ser la que los moviese ahora a ponerse en contacto con él, y últimamente, únicamente de forma eventual, tan sólo para enviarle las papeletas electorales embrujadas para evitar el fraude, la multiplicación en el interior de la urna o la difamación a las otras papeletas para que se atreviesen a cambiar los nombres que tenían escritos.
Le desprendió el pergamino que tenía en la otra pata y lo leyó varias veces con aspecto idiotizado:
Querido señor R. J. Lupin:
Nos ponemos en contacto con usted para informarle de una actividad programada por el Ministerio de Magia según las recientes indicaciones interdepartamentales ofrecidas por el nuevo y excmo. Ministro de Magia, Cornelius O. Fudge: tenemos la bondad de invitarlo a una charla de hombres lobo que se producirá en el Ministerio de Magia el día 10 de noviembre a las cinco de la tarde. Rogamos encarecidamente que haga acto de presencia. In situ le comunicaremos la propuesta de realizar las jornadas licántropas (carreras de sacos –con bozales, obviamente–, duelos y muchas actividades más). Nuestro lema: «Porque un licántropo feliz es una mordedura menos el día de mañana.»
Atentamente,
Samuel R. Peet
Oficina de Servicio de Apoyo para Hombres Lobo
División de Seres (Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas)
Remus se echó a reír y la lechuza retrocedió, visiblemente asustada. Se pensaba el chico que aquello debía de ser una broma. Pero no: el distintivo del Ministerio, la carta lacrada... ¿Estaban todos locos o qué¿Una charla y jornadas licántropas¿Qué diversión tenía aquello?
Se imaginaba a sí mismo apareciendo por el Ministerio de Magia y llegando hasta la Oficina de Servicio de Apoyo para Hombres Lobo. Todos estarían sentados ya allí, en incómodas sillas de colegiales formando un círculo. El moderador, que se creería un hombre muy simpático y tolerante, estaría sentado con el respaldo hacia delante en una postura extremadamente juvenil. Al entrar se imaginaba que el moderador le preguntaría su nombre. «Soy Remus Lupin.» Todos los demás, como autómatas, con los ojos con los iris en forma de luna, lo mirarían obnubilados y dirían: «¡Te queremos, Remus!»
Estaba decidido¡no iría!...
Pero Helen y Sorensen se opusieron.
–¿Por qué no? –le inquirió su novia.
–Porque no ¡y punto! –gritó. Estaban en Las Tres Escobas y algunos clientes se lo quedaron mirando extrañados, percatándose de sus gritos a pesar del jolgorio que reinaba–. ¿A quién le divertiría ir a una charla de hombres lobo, eh?
–Pues a éstos¿no te parece? –le dijo sensatamente Sorensen–. A ver, escúchame, Remus. Allí conocerás a gente como tú¿no lo entiendes? Ellos te comprenderán muchísimo más que nosotros, por más que nosotros mismos nos esforcemos por imaginarnos en tu posición.
–Sí, eso –corroboró Helen–. Quién sabe, podrías hacerte algún amigo y... ¡Así llevarías mejor tus transformaciones!
Remus se los quedó mirando con la boca abierta.
–¿Qué esperáis, que hagamos una reunión los licántropos los días de luna llena para transmutarnos todos juntos y mordernos los unos a los otros¡Qué diver¿no? –dijo con sarcasmo–. Podríamos matarnos los unos a los otros. Somos tan crueles por la noche que nos desgarraríamos mientras nos desgarran.
–Nadie está diciendo que organicéis una "party" licántropa –comentó Helen con humor–. Pero que podrías sociabilizarte con los que tienen tu mismo problema¡sí!
Sorensen asintió.
–Vosotros no lo entendéis. –Blandió de nuevo el pergamino ante ellos–. ¿Jornadas licántropas¿Qué se creen que somos, párvulos? Y eso de que las carreras se harían con bozal, perdonad que os diga, pero resulta un poco insidioso¿no os parece?
–Por intentarlo no ibas a perder nada, Remus –dijo Sorensen tranquilamente.
–Sí¡los nervios! –exclamó Remus impaciente–. No sé por qué no dejáis de hablar de esa dichosa reunión. Suficiente tengo yo ya con mis mutaciones cuando se producen como para que me las tengan que recorar con chorradas de este tipo.
–¡Te dejaré si no vas, Remus Lupin! –lo amenazó Helen firme.
Remus estaba atónito. «¿Qué?» ¿Hablaba en serio? Si no, por lo menos estaba consiguiendo el efecto deseado. Remus se estaba planteando la posibilidad de ir a aquella maldita reunión de excéntricos para que lo dejaran en paz de una dichosa vez.
–Vale, iré –dijo–. Pero me debéis un favor cada uno.
–¿Qué dices? –dijo Sorensen riendo–. Nos lo debes tú. Ya te darás cuenta de que te hemos hecho un gran favor.
Remus no sabía por qué, pero tenía la impresión de que no iba a tener que deberle ningún favor a nadie.
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10 de noviembre de 1982...
Remus se metió en la chimenea a regañadientes. Aún le rondaba por la mente la imaginativa imagen de «Soy Remus Lupin», «¡Te queremos, Remus!». No, finalmente estaba decidido a no ir. Se volvió sobre sí, pero Helen, atenta, se puso ante el hueco de la chimenea.
–Buen viaje, cariño –le dijo y echó los polvos flu. Engulleron a Remus y entró en un vertiginoso tobogán de chimeneas y náuseas.
El Ministerio de Magia. Se sacudió la túnica. Remus se quedó mirando en torno. Entonces se fijó en la Fuente de los Hermanos Mágicos. Se preguntó si algún día habría justicia en el Ministerio.
–En vez de un centauro podían haber puesto un hombre lobo... –se dijo.
Y echó a andar. Estuvo tentado de volver atrás, quizás no a casa, porque Helen lo obligaría a regresar, pero creía que le debía aquello. Haría el esfuerzo de asistir a aquella reunión por el mucho amor que sentía por ella. Sí, por el amor...
Anduvo hasta los ascensores y se metió en uno con un montón de gente. Pero se fijó en una sola persona, una mujer temblorosa que rechazaba la mirada de todo el mundo. Para su sorpresa se bajó también en la cuarta planta, como Remus. Se quedó un momento pensativa, mirando hacia todos lados. Después se fijó en él. Se le acercó, temblándole la barbilla.
–Disculpe –dijo–. ¿Sabría, por casualidad, dónde se encuentra la Oficina de Servicio de Apoyo para... la Oficina de Servicio para... Los servicios... Oficina Servicios... –titubeaba.
–¿La Oficina de Servicio de Apoyo para los Hombres Lobo? –le preguntó Remus con tranquilidad. La mujer asintió con miedo–. No, pero yo también tengo que encontrarla. Si quiere podemos ir juntos.
La mujer parecía asombrada. Asintió de nuevo, más vivaz, y anduvo al lado de Remus, aunque sin hablar.
Eran las cinco menos cinco. Debían darse prisa, si es que querían llegar a tiempo; si es que querían llegar...
–¿Cómo se llama? –le preguntó Remus cortés.
–Deborah Humans –contestó sin mirarlo–. ¿Y tú?
–Soy Remus Lupin.
«¡Te queremos, Remus!», le asaltó a la mente.
–¿Desde cuándo...? –preguntó Remus con tacto.
–Hace dos años –explicó Deborah–. No pude sacar la varita a tiempo.
–Entonces¿es bruja? –Deborah asintió con impaciencia–. Vaya, creía que no, que era muggle. Está tan asustada...
–Estoy nerviosa –se excusó.
Llegaron a una puerta con un gran letrero: «OFICINA DE SERVICIO DE APOYO PARA LOS HOMBRES LOBO». Entraron. Era una sala espaciosa, con unos confortables sillones de color rojo. Un mago, que debía ser Samuel Peet, los invitó a sentarse. Había otras dos personas allí sentadas, que parecían también muy nerviosas. Remus se sorprendió entonces de lo tranquilo que parecía él mismo. Ésa fue la razón, o al menos ésa era la que pensaba él, por la que Samuel simpatizó bastante con el muchacho.
–Bienvenidos –les dijo Samuel–. Yo soy Samuel Peet. –«¡Te queremos, Samuel!» Remus sintió un escalofrío. Estaba delirando–. ¿Me pueden decir sus nombres?
Se los dijeron y él los marcó en una lista que tenía. Aguardaron unos minutos en silencio hasta que llegó el resto del grupo. Cuando un hombre robusto y de anchas espaldas, exuberantemente velludo y con las cejas unidas, entró por la puerta, Deborah se acercó a Remus peligrosamente e intentó gritar, pero ni voz tenía la pobre...
–¿Qué le pasa, Deborah? –preguntó Samuel con tranquilidad.
–¡Él fue quien me mordió! –gritó sin dejar de señalarlo–. Tú fuiste, cacho de carne con patas.
–Tranquilidad, calma –la apaciguó Samuel–. Siéntense. No hemos venido para llevarnos mal o para echarnos en cara nuestros asuntos privados. Supongo que no será el único que haya mordido aquí a alguien. –Soltó una risita irónica–. Muchos encontrarán aquí a su "papá licántropo".
Remus estuvo a punto de echarse a reír. Su papá licántropo, como aquel mago lo había llamado, estaba muerto. Su culpa fue morderlo a él. Fue morderlo y morir... Qué vida más triste.
–Bien, creo que estamos todos –sentenció Samuel–. Falta Kieran, pero me acaba de mandar una lechuza su mujer. Dice que le ha costado mucho encontrar una, porque es muggle¿saben? Pobre Kieran, se ha suicidado. Hace tres meses...
Remus pensó qu no era de extrañar. Si aquel hombre era muggle y se veía con aquella lacra en su vida... Él no sabía cómo la soportaba. Entonces cayó en la cuenta de que él aún tenía alicientes para querer disfrutar de la vida. Sonrió. Demasiados alicientes. Helen, Sorensen, Dumbledore, los señores Nicked, Ken Fosworth...
–Bien, más o menos ya les expliqué de qué iba la cosa en la carta –explicó Samuel–. El propósito de estas charlas –«¿Charlas?» ¿Remus había escuchado bien? Él había ido a una y mucho era...– es que la criatura licántropa sea capaz de disfrutar de la vida y demostrar que a pesar de su problema es una persona enteramente vital. Así, creo que lo mejor es que cada uno se presente y diga lo que piense en base a su propia experiencia. Eso les ayudará a integrarse, pues se darán cuenta de que todos sufren por igual. –Samuel se quedó mirando a Remus extrañamente–. Usted parece muy tranquilo, Remus. ¿Le importaría empezar?
Iba a decir "¡sí, me importa!", pero se contuvo. Se aclaró la garganta y habló:
–Hola. Me llamo Remus Lupin.
–¡Bienvenido, Remus! –dijeron todos al unísono. Remus se los quedó mirando con miedo. Parecían extraterrestes, o peor¡zombis! Estuvo tentado de salir corriendo.
–Bien –continuó–, fui mordido por un licántropo a los cuatro años... Desde entonces mi vida ha sido genial –ironizó–. Pero, por fortuna, he encontrado amigos y ahora tengo una novia que me comprende y acepta.
–¡Estupendo! –aplaudió Samuel–. Creo que todos podremos aprender mucho de Remus.
–Pero no lo tenemos nada fácil los hombres lobo –prosiguió con tono duro–. Debes ocultarte por miedo al rechazo. Pero para mí lo peor de todo es el trabajo –confesó–. Tengo la carrera de auror ¡y ni siquiera puedo ejercer! Nadie me contrata. ¡Quiero un puesto digno! –gruñó–. ¿Por qué no se encarga la División de Seres de arreglarnos la vida en lugar de organizar esta patraña de charlas¿Por qué no somos los hombres lobo los que trabajamos en la Oficina de Servicio de Apoyo para los Hombres Lobo, eh? Nosotros nos ayudaríamos mejor entre nosotros. Los magos no entienden lo que es esto.
Samuel soltó una risita.
–Yo os comprendo bastante bien –dijo–. Fui mordido cuando era tan sólo un bebé... El Ministerio me contrató para ponerme al frente de esta oficina. No creas, Remus, que la idea de poner a afectados capacitados en esta departamento no ha sido sólo idea tuya. Pero el Ministerio considera que con una criatura licántropa basta. Y a lo del trabajo, lo siento, pero el Ministerio no se puede responsabilizar de los asuntos de todo el mundo. ¿No te parece?
–¡Que nos busquen puestos como funcionarios! –exclamó Remus.
El resto aprobó la propuesta, aunque sin demasiada efusividad.
–Bien, bien –los calmó–. Pero háblenos de su vida amorosa. En eso parece haber tenido usted bastane éxito¿no?
–¡No pienso hablar de nada de eso! –exclamó–. Yo quiero reivindicar mis derechos y créame usted que lo haré.
–Me parece estupendo –dijo Samuel sin impacientarse–. Bien, y lo veo a usted muy tranquilo con el resto. A Mark lo miran casi todos con ojos de venganza. –Sonrió señalando al hombre fornido y velludo al que Deborah había gritado–. ¿Está aquí la persona que lo mordió a usted¿O era quizá Kieran?
–No está aquí –dijo Remus más sereno–. Murió en cuanto me mordió. Lo mató mi padre... –Lo decía sin orgullo ni presunción.
–Ah, ya... –dijo Samuel sin ánimo–. Recuerdo el caso.
Remus se preguntó cómo: por la edad que aparentaba, él debía tener por lo menos diez años cuando Remus fue mordido. Y no se imaginaba que a esa edad el chico fuera leyendo los periódicos con avidez para estar informado de lo que pasaba en el mundo mágico.
–¿Lo recuerda? –le inquirió–. ¿Cómo?
Samuel meditó un momento la respuesta a dar:
–La criatura licántropa que te mordió era mi padre. –Remus se lo quedó mirando con fijación, asombrado–. Me mordió cuando sólo era un bebé, una noche en que se escapó del refugio. No era la primera vez. Mi madre evitó a tiempo que me matase, pero estaba lo suficiente cabreada con su actitud ante las transformaciones que se separó de él. –Samuel soltó otra risita ahogada–. Ten cuidado, Remus. Puedes haber encandilado a una mujer, pero hay que seguírselas ganando. Ellas nunca se olvidan de lo que es uno. –Parecía que hablara por propia experiencia–. Mi madre redujo a mi padre y avisó al Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas para que hicieran algo. Se encargó la División de Bestias, que consideró que lo más acertado para la integridad de todos era que fuese enjaulado en el zoológico de Hogsmeade. Eran tiempos difíciles para las criaturas licántropas... Mi padre pasó ocho años allí encerrado, con una triste vida. Nadie visitaba su jaula; tan sólo era un mago. Cuando aparecía la luna llena –Deborah comenzó a temblar con mayor ahínco–, nadie lo visitaba: el zoo había cerrado. Los barrotes resplandecían bajo su luz plateada entonces. Estaban embrujados: como lobo nunca podría acercarse a ellos sin sentir un dolor inhumano. Pero como hombre sí. Así, un día cogió una varita de un chico desprevenido y se escapó. Mi madre pensaba que volvería. Pero lo mataron. No nos extrañó, sabíamos que si lo encontraban ése sería su sino. Y resulta que al niño que mordió fue a ti.
Remus pensó: «Remus Lupin, el niño al que mordió», y se imaginó a todo el mundo brindando por él, y le entraron ganas de reír, pero se contuvo: Samuel lo miraba con sus profundos ojos color miel. Todos tenían los ojos castaños. Igualmente todos serían dorados durante la dolorosa transformación.
Remus se alegró de que Samuel pasase a hablar con Deborah. Ya estaba suficientemente alegre con Sorensen como para que aquel mago que se jactaba de llamarlos "criaturas licántropas" le dijera algo así como: «Si tu "papá licántropo" es el mío¡nosotros somos "hermanos licántropos"!» ¡Qué horror!
–¡Me mordió él: Mark! –gritó Deborah con temblores–. Ha mordido a la mitad de los que estamos aquí y a él nunca lo han metido en el zoológico de Hosmeade.
–Si te he mordido alguna vez –habló Mark por vez primera con una voz excesivamente grave y resonante– ha sido porque tu te has metido en mi camino, vieja Deborah.
–Eso es mentira –repuso un mago bajito y pelón–. Nunca ha cumplido las expresas reglas del Ministerio de Magia en cuestión al ocultamiento y seguridad que debería emanar de los hombres lobo.
–Bien, bien –volvió a poner orden Samuel–. Que levante una mano quien no haya mordido a nadie en su vida.
Remus levantó el brazo lentamente. Se sorprendió que sólo un par de personas más habían levantado también los suyos.
–Veamos, que sean ellos los que nos expliquen cómo lo hacen –propuso Samuel–. Por ejemplo, Remus. ¿Cómo has hecho hasta ahora para evitar el encontrarte con alguna persona para no morderla?
Remus pensó que era una pregunta estúpida. A lo mejor un muggle podría tener problemas, pero que un mago le hiciera aquella pregunta era casi una gilipollez.
–He utilizado multitud de encantamientos toda mi vida para ocultarme –explicó–. Aunque no sólo encantamientos, también técnicas de lo más imaginativas. –Pero recordó que había sido también muy descuidado en Hogwarts, a pesar de todo, cuando sus amigos se transformaban en animagos. Pensó durante un momento que quizá él no hubiera podido levantar la mano si algún día hubiese...–. En la actualidad utilizo el hechizo «securus latibulum», con lo que puedes estar en tu propia habitación sin peligro de amenazar a nadie. Aunque hay que insonorizarla, porque si no...
–Son buenas ideas –dijo Samuel.
Los otros dos magos explicaron también sus propios remedios, que no distaban mucho de los de Remus.
–Bueno¿alguien más quiere comentar alguna cosa? –preguntó Samuel–. Cualquier asunto, da igual. ¿Nada? –inquirió.
–Yo tengo uno –dijo Remus valiente–. Si esto es la Oficina de Servicio de Apoyo para los Hombres Lobo¿por qué no hacemos algo todos juntos con lo que reivindiquemos nuestra postura de querer ingresar en la sociedad sin prejuicios?
Algunos parecieron muy animados ante la propuesta.
–¿Otra vez con esas tonterías? –preguntó Samuel–. Nadie les haría caso.
–¿Cómo "les haría"? –inquirió Remus enojado–. ¡Usted también es un licántropo! O una "criatura licántropa", como nos llama.
–¡Eso! –dijo Deborah por lo bajo.
–Ya, ya, claro, por supuesto –dijo sonriendo ampliamente Samuel–. Pero yo tengo un distinguido puesto en el Ministerio de Magia y soy un miembro aceptado entre mis compañeros. No voy a meterme en asuntos de política por su culpa. Esta oficina está muy bien vista y no voy a dirigir desde aquí reivindicaciones ni chorradas. Cumpliremos con el plan de jornadas licántropas para la convivencia y ya está –dijo.
–Ese plan de convivencia y jornadas licántropas ¡te lo puedes meter por donde te quepa! –exclamó Remus con enfado, escupiendo saliva. Todos aplaudieron y Samuel se sintió invadido. Se puso en pie y se metió la mano en el bolsillo de la túnica, asiendo sin duda su varita, por temor a un posible ataque–. Nosotros no queremos que el Ministerio sea tan amable –ironizó–, porque quizá preparar esos planes le lleven demasiado tiempo... Sin embargo¡no puede emplear ese tiempo en buscarnos a nosotros un empleo! –Todos aplaudieron–. He dicho.
–Remus, las cosas no son tan fáciles... –se defendió Samuel.
–¿Dónde has estudiado tú? –le espetó–. ¿En Hogwarts?
–¡Eso a ti qué más te da! –le gritó descortés.
–Es sólo una pregunta –dijo Remus.
Al cabo de unos segundos, como si fuese una bomba de relojería, Samuel soltó rápidamente:
–No fui a Hogwarts. Estudié con Embrujorrápid.
–¡Ajá! –gritó Remus–. ¿Lo ves? Hay que reivindicar nuestros derechos.
Todos volvieron a aplaudir.
–Perfecto, perfecto. –Samuel parecía asustado–. Ha acabado la charla. Ya os enviaré una carta para comunicaros el plan de las jornadas licántropas.
–¡El Ministerio se encontrará allí solo si no nos escucha! –amenazó Remus.
–¡Fuera, fuera! –gritó Samuel.
Salieron al corredor, aún con la adrenalina flotando en su interior. «¡Lupin ministro¡Lupin ministro¡Lupin ministro!», iban gritando sus compañeros licántropos y Remus iba encendido. Los funcionarios se los quedaban mirando con sorpresa, pero eran incapaces de decirles una sola palabra.
Hasta el vestíbulo lo acampañaron con sus gritos de «¡Lupin ministro!». Pero allí había mucha gente y Eric, el de seguridad, se los quedó mirando con hostilidad.
Se desaparecieron.
Helen estaba ante la chimenea, esperando a Remus, pero éste se apareció en medio del salón. Helen se volvió al escuchar el chasquido.
–¡Ah! –exclamó–. Te estaba esperando por la chimenea.
–Para ser adivina eres un poco deprimente –bromeó. Aún estaba emocionado por lo que acababa de ocurrir y se sentía guasón.
–Es posible –dijo enigmática–. Aunque esta tarde he tenido una visión sobre ti.
–¿Sobre mí? –inquirió Remus con curiosidad.
–Sí –confirmó–, en cuanto te fuiste por la chimenea. Te vi a ti cuando llegaste al vestíbulo del Ministerio de Magia. Y otras cosas... Pero muy desagradables. –Estaba tratando de ser irónica.
–¿Qué has visto? Pásame la visión –le increpó–, hace mucho tiempo que no lo haces.
–Da igual, no importa –se evadió Helen–. ¿O es que no tienes curiosidad de saberlo cuando llegue el momento? Si te lo digo ahora, simplemente, no tiene gracia.
–Como quieras –desistió. Sabía que si ella estaba obstinada en ocultarlo era en vano insistir. Y tampoco tenía Veritaserum a mano...–. ¿Sabes lo que ha pasado? Hemos montado un buen trajín en la Oficina de Servicio de Apoyo para los Hombres Lobo. Le he dicho unas cuantas verdades al funcionario ese y todos me han aplaudido. Creo que hasta me hubiera peleado con Fudge si me lo hubiese encontrado por allí.
–No me extraña, cariño –dijo Helen sonriente–. ¡Ah! Se me olvidaba... –Se hurgó en el interior de su túnica–. Aquí tienes. –Le tendió un pergamino–. No lo he leído. Lo ha traído una lechuza hace un momento.
Remus lo abrió. Tenía una lacra de Hogwarts.
–¿De quién es? –inquirió Helen.
–De Dumbledore –dijo.
Mi muy querido Remus:
Hace tiempo que no nos vemos. Podrías pasarte un día por mi despacho en Hogwarts para charlar y tomar una taza de té. ¡No quiero que perdamos el contacto! Además, tengo que pedirte un favor muy importante. Necesito que participes en una misión.
Con cariño,
Albus Dumbledore.
Post Scriptum: Disculpa la brevedad.
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¿Qué favor querrá pedirle Dumbledore¿Qué misión será ésa a la que lo encomienda? Todo eso y mucho (mucho, mucho, mucho, mucho) más, como siempre, en el próximo capítulo. Qué cerquita estamos de los capítulos cuarentones, como yo los llamo, mucho más interesantes que éstos, pero menos que los cincuentones. Bueno, para averiguar todo lo anteriormente señalado tendremos que esperar esta vez... dejadme que piense... Vale, sí, una semanita. En mayo colgaré todos los viernes, menos cuando sea feria aquí en Córdoba, razón por la cual dejaré un capítulo cada semana menos ésa. Y la fecha para el siguiente, anotad, es ésta: viernes, 13 de mayo. Yo os estaré esperando; ¿vosotros a mí?
Avance del capítulo 39 (FONTANERO SIN VOCACIÓN: VISITAS A DOMICILIO): Extraño título. Sí... Algo se esconde, una misión de la que todos parecen saber desde hace largo tiempo; todos... todos, menos Remus. El licántropo terminará de madurar. Visitará a alguien a quien no ve desde hace mucho tiempo y en su corazón surgirá un anhelo que lo llevará a traspasar el umbral del que, mucho tiempo atrás, se creía incapaz. Y es que treinta galeones hacen mucho...
Nos vemos dentro de una semanilla. Ya veréis lo rápida que pasa.
Un beso para todos, a repartir a partes iguales.
Quique (KaicuDumb por exigencias de identificación de "fanfiction").
