Todos los personajes son propiedad de Rumiko Takahashi la grande!
HERMANOS
Azul Profundo
No importa lo que pase, ellos siempre estarán a su lado.
Han seguido en la búsqueda de Náraku, las aventuras, las pruebas, los silencios compartidos. Todo eso los ha unido fuertemente. Ese pequeño equipo, tan variopinto, tan curioso, es la familia mas férrea que jamás haya soñado tener.
-Creo, Inuyasha, que nada te cuesta darnos un respiro… sabes bien que Náraku aparecerá por sí solo en cuanto se le dé la gana… -Miroku se encuentra sentado en el suelo, observando con divertida resignación, la poco disimulada ansiedad del joven de rojo – además, también sabes que no puedes rastrearlo con el olfato… ni siquiera Sesshoumaru puede!
-Es verdad, Miroku, pero no estoy tranquilo de estar sentado esperando!
-Bueno, Inuyasha¿Nos dejarás llegar a la playa? Será muy agradable disfrutar el mar de nuevo, después de tanto tiempo! –Sango ha puesto su cara muy cerca de la de él, quien reacciona tirándose al suelo – Ayy! Vamos! Un momento solamente!
-Sí Inuyasha! Podemos nadar un ratito, y pescar algo grande, y comer, y hacemos una fogata, será muy agradable! –Shippo salta a su alrededor, obligándolo a girar los ojos de un lado al otro, hasta que siente un mareo – Tu también deberías darte un baño! No se ellos, pero Kirara y yo ya no te soportamos! No entiendo como alguien tan grande no se baña… y además¿como es que tu propio olfato no se ve afectado?... tal vez por eso no puedes oler a Náraku! AAAAAAAAAAAAYYYYYYYYYYYYYYYYY! – golpe seco
La bien estructurada perorata del kitsune, obligó a Inuyasha a reconsiderar la idea del baño. No le disgustaba, pero la verdad es que estaba completamente absorto en perseguir a su enemigo. Cuando estaba solo, a nadie le importaba si se bañaba o no. Pero ahora no estaba solo. Nunca más lo estaría. Sonrió.
-¿Entonces¿Qué has decidido, Inuyasha? – Ahome esta a su derecha, mirándolo con algo muy parecido al placer. Muchas veces le había descubierto esa mirada - ¿Te parece bien?... no quiero ofenderte, pero de verdad pienso que sería bueno que tomaras ese baño que te dice Shippo…
-Keh! Bueno… no me dejarán en paz hasta que lo hagan ¿no?... –pone los ojos en blanco – vamos… pero solo por hoy!
-Vivaaaa! –coro de voces felices
Llegan a las orillas del mar, es una playa hermosa, donde las olas acarician gentilmente las arenas…
Ahome y Sango se esconden tras unas rocas, para cambiarse. Sango no está muy convencida de usar la diminuta prenda que Ahome le tiende. Es muy reveladora para lo que ella acostumbra…
-Oh! Sango! Por favor! No te preocupes!- Ahome lleva puesto un traje de dos piezas, que realza su cuerpo increíblemente. De primera instancia, ese traje era para Sango, pero ella no quiso ni siquiera mirarlo – ese es muy conservador! Además te verás regia!
-Sí, Ahome… ¿pero y el monje Miroku?... no nos dejará en paz!
-Ya me ha visto en traje de baño, podemos contar con que Inuyasha lo mantendrá a raya!
-Si! Pero no te ha visto en ese traje de baño! Y a mi… jamás!
Al fin, la exterminadora accedió a ponerse el bañador, y tras sujetarse ambas el pelo, que, por puro azar del destino, les quedó absolutamente seductor (¿a quien no le ha pasado, que cuando no tienes ninguna intención de lograrlo, el pelo te queda fabuloso?)… no tenían nada que pedirle a las chicas Maxim.
Mientras tanto, tanto Inuyasha como Miroku, a petición de Ahome, se han quitado las camisas, y permanecen sentados en la arena, con el torso descubierto, mientras Shippo se entretiene haciendo castillos...Inuyasha, por puro gusto, se ata el pelo en una cola suelta en su espalda. Miroku lo mira serio…
-¿Que pasa¿Qué rayos me ves?
-Sabes, Inuyasha… eres bastante bien parecido –Miroku le dedica una de sus miradas si-fuera-mas-libidinosa-ya-te-estaria-manoseando.
-¡ QUE RAYOOOOS¿¿¿¡¡¡QUE TE PASAAAA?
-Ajjajajaajajajjajajajajjajaaa! – El monje se deja caer en la arena- Vamos! No te exaltes! No te estoy pidiendo que tengas un hijo conmigo! … Solo quise hacerte un halago!
-Pues no vuelvas a halagarme así! Me espantaste…
- Oh! Bueno! Perdona!... la verdad, lo que quise decir, es que eres un buen tipo… ¿sabes? Hay algo que siempre…
Pero en eso, la conversación se ve truncada por la aparición de las mujeres…
Que mujeres!
Sango, con un traje "completo" en un tono rojo Burdeos, abierto de los costados, en los cuales finas tiras cruzaban y mantenían unida la pieza, dejando al descubierto una larga y blanca tira de piel. La espalda del mismo, bajaba hasta donde la espalda pierde su nombre, atravesada también, por esas tiras de tela. El conjunto llevaba como adorno, un cordón brillante resaltando bajo el busto, y en el bies de las piernas, de un corte alto.
Ahome…
Ahome, en un traje de dos piezas, tipo bóxer, con un top halter, cuyo hermoso detalle era el cuello drapeado bañado de pequeños brillos. El bóxer a la cadera dejaba al descubierto una buena porción de la acojinada parte trasera, y sobre todo, realzaba el delicado vientre, y las largas y hermosas piernas de la modelo. El conjunto, en un tono de azul mar. Muy, muy azul.
Los hombres, incluido el pequeño Shippo se quedaron boquiabiertos de la impresión. El cuadro que se les presentaba era verdaderamente espectacular.
Tanto así, que Miroku no pudo emitir palabra.
Tanto así, que Inuyasha, prácticamente iba a comenzar a aullar.
-Bueno, señores… ¿Qué opinan¿Verdad que Sango se ver hermosa?
-Ajá… -todos
-Vamos, muchachos, díganle a Ahome que se excedió esta vez! Yo me siento casi como si anduviera desnuda!
-Ajá
-Pero Sango! Esta ropa es de lo más común! De hecho, en mi época, lo mas usual son usar prendas aún más pequeñas¿Verdad Inuyasha?
-Ajá
-Sí! En tú época! Tú lo has dicho! Pues ya que estamos así… ¿Por qué no nos quitamos esto? Es casi lo mismoo!
-Ajá
-Sango… no seas exagerada… por cierto… ¿ya viste a los muchachos?
-¿Qué?
-Pon atención… Inuyasha… ¿Verdad que estás enamorado de mí?
-Ajá
-Miroku… ¿verdad que eres homosexual, y andas con Hachi?
-Ajá
-Ajajajajaja! Ya veo, déjame intentarlo, Ahome!
-Date gusto!
-Excelencia… ¿verdad que cuando se case conmigo, me será completamente fiel?
-Ajá
-¿Lo jura?
-Ajá
Tras un largo rato, en que las chicas se hartaron de jugar con ellos, se acostaron en la arena, sin quererlo, adoptaron las típicas poses de las conejitas de play boy… para gran consternación de sus ya excesivamente calientes observadores… que ¡claro, desconocían la existencia de tan renombrada y culta revista.
Por fin, los hombres pudieron reaccionar…
-Señorita Ahome… Sango querida…
-Ahome…
-Se ven M-A-R-A-V-I-L-L-O-S-A-S! HERMOSAS! Ohh! Por favor! Tengo que tocar esa ropa tan cuurioooosaa!
-Ahome!
-¿Que pasa Inuyasha?
-Te ves… tan… descubierta…
-¿Qué? Ahora me resulta que no te gusta!
-No! no es eso… te ves… muy… bien… pero… es que…
-Anda! Ven al mar! Esta ropa esta diseñada para el mar!
Entonces, la chica de Azul se pone de pie, y toma de la mano al Hanyou, jalándolo hacia el agua. Inuyasha no puede dejar de verla mientras corre delante de él. El agua resulta tibia y agradable, y aprovecha para lavarse a conciencia. El aroma de ella, de Ahome, siempre es agradable. Huele a flores y a cerezas, y su pelo siempre lo embriaga.
Sango, ayudada por Kirara y Shippo, se debate en el trance de detener a Miroku, cuyo nivel de libido se encuentra en su apogeo. Así que mejor corre al mar, dándole al ardoroso monje, un primer plano de su hermosa retaguardia.
Para cuando se dan cuenta, ya están todos en el mar, jugando y riendo… Inuyasha no piensa en cuanto ha cambiado. Es feliz. Tiene amigos. Tiene una familia… el grita, y, medio que nada, medio que patalea en persecución de Ahome y Shippo, Sango le ataca con chorros de agua… la idea hace eco en todas las cabezas, y de pronto se ve acribillado por todos los frentes, impidiéndole dejar de reír.
Tienen hambre.
Inuyasha pesca algunos grandes ejemplares.
Es impactante verlo correr sobre el agua, y lanzar sus garras de pronto a algún punto, para salir con una buena presa. En realidad es enervante.
Ahome sigue con los ojos, los contornos del bien formado cuerpo del hanyou. De pronto y sin previo aviso, el recuerdo de un poderoso Taiyoukai golpea en su mente, ruborizándola hasta los folículos pilosos.
Sango ha tenido la misma experiencia sensorial. Ambas se miran, y se carcajean de sus retorcidas ideas.
Miroku también ha sido observado, diseccionado y casi abusado mentalmente por la exterminadora. Él encuentra el escrutinio bastante halagador y divertido.
Y he aquí, ya que las casualidades no existen, que da la rara casualidad de que el gran Sesshoumaru, acompañado de Rin, Jaken y Ah-Hun, caminaba por el sendero de playa.
Llegan todos justo en el momento en que el grupo come. Ahome trajo de su época algunas cosas ricas y diferentes con las cuales combinar el pescado. Inuyasha había cubierto a Ahome con su Haori, y Sango, había tomado prestado el manto púrpura de Miroku, con la única finalidad de poder comer en paz.
Sesshoumaru se detiene a varios metros del grupo.
Pero ahora es Inuyasha quien demuestra una parte de su personalidad, que les era desconocida a todos, menos a Ahome.
Se levanta y se dirige con paso veloz, y con toda tranquilidad, hacia su hermano, apostado en silencio, observando. Sesshoumaru esta decidiendo si irse, sin decir nada, o al menos, saludar. A su manera, claro.
-Sesshoumaru… bienvenido…
-Inuyasha… no esperaba encontrarte… -era verdad, ya que nunca percibió su aroma hasta que ya se encontraba a la vista. Hizo el recorrido, solo por darle a Rin un gustillo.
-Bueno¿ya estas aquí no, vamos, ven con nosotros, y que la pequeña coma… tú también, claro… pero no se si en realidad comes…
-Detesto la comida de los humanos…
-Algo así me imaginaba… Ah! Ya se! Ahome trae algunas cosas de su época, que quizás debas probar! –al decir esto, toma a Rin de la mano que la pequeña le extiende, y camina decidido hacia sus amigos.
Todos sonríen tranquilos y respetuosos al hermano de Inuyasha. Al final de cuentas, se sienta al lado del Hanyou, el cual le ofrece una curiosa caja llena de también curiosos dibujos…
-¿Qué es esto?
-Pruébalo, por favor –Le responde Ahome- Hoee! Quiero decir… lo que viene dentro! Son pastelillos, se llaman croissants, son deliciosos, suaves, y no demasiado dulces…
-Es comida humana…
-Créeme Sesshoumaru –le dice la chica del futuro- éstos no parecen hechos por humanos! Los croissants son famosísimos alrededor del mundo… tal vez te convenga conocerlos.
-Hm…
-No te preocupes! –Miroku le dedica una sonrisa de lo mas angelical- de verdad son muy buenos, y probablemente te sorprendan!
Rin observa todo con su infaltable sonrisa, esperando que su querido amo pruebe los panecillos. Realmente desea verle comer.
Tras varias súplicas de parte de todos los integrantes del grupo (exceptuando a Jaken) Sesshoumaru toma uno de los panes, y se lo lleva a la boca…
-Sabe bien… -es todo lo que dice, sin ningún timbre en la voz
Todos ríen, y continúan comiendo, a la vista del Taiyoukai, quien, por primera vez en su vida, no se siente asqueado en lo absoluto. Los escucha, los mira. De vez en cuando hace algún comentario o pregunta. En realidad le da curiosidad la época de la mujer de su hermano.
-Miroku, acompáñame a buscar algo de leña ¿quieres? –pide Inuyasha
-Claro!
-Yo necesito un momento en privado- señala Sango- vuelvo en unos minutos ("hay¿Donde rayos me puedo esconder lo suficiente para que este par no me olfatee? Eso es lo malo de andar con ellos!")
Shippo y Rin se encuentran tomando la siesta, ya que el calor es agobiante.
Sesshoumaru y Ahome se han quedado solos.
-¿Sesshoumaru?
-Dime
-Gracias por todo…
-¿hm?
-Gracias, sé que me comprendes. Espero que… algún día…
-¿Qué?
-No… solo quiero ofrecerte mi amistad… bueno, se que no vale nada para alguien tan poderoso… pero aún así, y aunque me rechaces… es solo que…
Ella seruboriza profusamente, mientras el Youkai la mira silencioso. Entonces él se gira hasta quedar sentado justo frente a ella, y la obliga a levantar la vista hacia él.
-No dejes que ese tonto híbrido se muera…
-Dalo por hecho…
Van acercándose los demás, así que con una última sonrisa de parte de Ahome, el pacto silencioso se ha llevado a cabo.
-Vamos, Sanguito! Hace demasiado calor¿Qué te parece si volvemos al agua?- suplica Miroku… claro que el calor de él es preponderantemente interno.
-No¿Quiere acalambrarse?
-Yo opino que tomemos el sol… esta resplandeciente –interrumpe Ahome - ¿Qué piensas?
-Sí! Pero aléjame de esta olla de testosterona hirviente! (esa frase la había aprendido de Ahome, la cual tuvo la amabilidad de explicarle que significaba)
-Inuyasha… ¿podrías hacernos el favor de contener a Miroku?
-Hai…
Sesshoumaru presenciaba toda la discusión con completa incomprensión. El monje se había portado bien… ¿entonces?
Entonces, ocurrió.
Ambas chicas se pusieron de pie, y se quitaron, una el haori rojo, la otra el manto púrpura, dejando a Sesshoumaru, ahora sí, boquiabierto del asombro… solo por unos segundos, ya que recuperó su desgarrado estoicismo, y pudo aparentar indiferencia de nuevo…
Las muchachas extendieron el manto de Miroku, y se recostaron, de nueva cuenta, a cual mas provocativa, en la playa, donde el sol las iluminaba en todo su esplendor. Sesshoumaru no les quitaba la vista de encima, cuando…
-Sanguitoooooo! Creo que se te esta desatando un listón! –Miroku intenta levantarse para ir corriendo a donde la exterminadora, cuando Colmillo de Acero se interpone en su camino.
Inuyasha no ha abandonado su postura relajada, ni se ha levantado, solo tomó a colmillo, despertándolo, y lo puso frente a Miroku. Funcionó adecuadamente.
Sesshoumaru se carcajea por lo bajo, causando gran sorpresa a los otros dos hombres…
-Ahora entiendo! –les aclara el youkai- esa ropa es mas sugestiva que si anduviesen desnudas…
-Sí… nosotros podemos controlarnos, pero este hoshi pervertido es imparable!
-Inuyasha! Ustedes no deben ser normales! –Lloriquea Miroku -¿Qué, en el nombre de Buda, les hace conservar la calma del cuerpo ante esta imagen divina?
Sesshoumaru sigue riendo. Jamás en su vida algo le había causado tanta hilaridad. Si que era tonto ese monje. Sabía que la amenaza de Inuyasha era en vano, que jamás le dañaría, pero al monje parecía gustarle la broma.
Inuyasha encontraba agradable tener a su hermano ahí. Lo mejor de todo, era verlo reír de lo que les pasaba. Aunque también pudo notar la mirada ligeramente ardiente que les dedicó a las chicas por una fracción de segundo…
-Son hermosas¿cierto? –pregunta el hanyou al youkai
-Sería una tontería negarlo –contesta Sesshoumaru – sigo pensando que los humanos…
-Sí… sí… ya sé! Son inferiores, despreciables… etétera, etcétera… etcétera! – entonces, Inuyasha enfrenta el rostro de su hermano - ¿es que no has cambiado de parecer en todo este tiempo?
-¿De que hablas?
-Nada… supongo que es parte de ti… tendré que aprender a vivir con ello – le contesta el hanyou con fastidio
Sesshoumaru vuelve a centrar su atención en las mujeres, y en los locos intentos del calenturiento monje por acercarse a ellas, siempre cortado por Inuyasha o Kirara. Vió a su pequeña acompañante tendida al lado de ésas mujeres. La vio feliz, y supo que era la decisión correcta.
Rin crecería, y tarde o temprano necesitaría tener apoyo femenino. Un apoyo que ellas podrían darle adecuadamente.
El atardecer inicia, esplendoroso, dando la pauta para las despedidas. Una vez que los grupos se separan par tomar cada cual su camino, Ahome y Sango regresan tras su roca, para volver a vestirse.
De nuevo, Miroku e Inuyasha se encuentran solos. Se están reacomodando sus ropas, cuando la insistente mirada del monje llama la atención de Inuyasha…
-¿Qué te ocurre?
-Inuyasha… hay algo que hace tiempo que he querido decirte…
-Con que no sea alguna perversión –el joven hanyou le mira amenazador
-Espero que no… -contesta el monje- el menos no para mí…
-Venga! Que me estás asustando!
-Solo…
En eso, las muchachas salen de nuevo en su ropa de diario, sonrientes, y haciendo gran algarabía. Era hora de la cena, y se estaban retrasando. Así que encontraron un buen lugar para pasar la noche, y se acomodaron, felices…
El grupo duerme plácidamente. A diferencia de otras ocasiones, los hombres aprovechan la suavidad de la arena para recostarse. Las chicas están inconscientes, agotadas del juego del día.
Miroku, silenciosamente se levanta, y se acerca a la playa, iluminada por una enorme y milenaria luna, que parece observarles cariñosamente.
Algo se detiene a su lado
Unos pantalones rojos se acomodan en la arena con su dueño algo malencarado.
-¿Se puede saber que te pasa, Miroku? Todo el día has actuado extraño
-Inuyasha… ¿Por qué te levantaste?
-Te sentí…
-Discúlpame! No era mi intención despertarte! –el monje le dedica una sonrisa, de esas tan dulces y lindas, que derretirían un iceberg – solo necesitaba pensar…
-¿Podrías decirme eso que todo el día nos ha tenido vueltos locos?
-Ah! Jajajajaja! No es para que te preocupes –le contesta Miroku.
-¿me lo dirás?
- Inuyasha… bueno…
-Suéltalo…
-Es que ahora creo que he perdido el valor…
-Válgame¿Pues que es eso, que necesitas valor para decirlo?... –Inuyasha comienza a divertirse con esto
-OHHHH! Bueno! Solo quería decirte que…
-¡que?
- Inuyasha… gracias por todo… gracias por dejarme estar a tu lado… gracias por ser mi amigo. Supongo que esto no te importa, pero eres como el hermano que nunca tuve. Te admiro más de lo que te imaginas…
-Miroku –susurra el hanyou
-Ha pasado mucho tiempo desde que nos encontramos. He aprendido a conocerte. Sé que serás grande, incluso sin la ayuda de la perla… pero lo más importante… ya eres grande para nosotros…
-Yo no sé…
El monje se tiende de espaldas en la arena, con las manos en la nuca, disfrutando el cielo. Inuyasha le mira con detenimiento.
¿En que momento había aprendido a quererlos?
Por que los quería tanto, que toda su vida giraba en torno a ellos. Y Miroku tenía razón. Eran como hermanos. Se habían apoyado, protegido, expuesto, y calmado juntos. Habían aprendido a escucharse, y a entenderse. Habia aprendido a jugar, y a amar...
Él era grande para ellos.
Ellos lo eran todo para él.
Entonces, decidió que ya no tenía caso seguir en el plan de solitario perdido.
-¿Miroku?
-¿Dime?- respondió éste, incorporándose
Y en un gesto recientemente aprendido, Inuyasha llevó su mano al rostro de su amigo, acariciando con extrema cautela su mejilla y su mentón… para detenerse en su hombro con firmeza
-Siempre estaremos juntos… todos nosotros… ¿somos una familia ahora, no?
-Sí! Así será! - El joven monje coloca su propia mano encima de la de Inuyasha, apretando afectuosamente.
Entonces, ambos se acomodan en la arena de nuevo, disfrutando el Azul profundo del cielo, que llenaba sus ojos de paz.
No importaba cuantas trampas les pusiera Náraku, o cuantos enemigos tuvieran que enfrentar. Mientras estuvieran unidos, todo sería posible. Ninguno estaba solo. Ninguno lo estaría de nuevo, jamás.
Continuará…
