Todos los personajes son propiedad de Rumiko Takahashi la grande!

HERMANOS

Limpieza invernal

Vaya que era cansado… ya tenían días avanzando, pero de Náraku… ni sus luces…

Luces…

Eso le trajo a la mente otro tipo de luces… unas que una sacerdotisa de barro solía utilizar. Y que un tonto solía seguir como perro faldero…

"¿Perro faldero?... jajajajajajaaa"

Ahome sonríe para sus adentros, sin percatarse de que el mencionado tonto la miraba con aire de desconcierto. Al fin, encontraron sus ojos, y él se le acercó, curioso.

-¿En que piensas, Ahome? –pregunta el hanyou – tienes rato distraída

-En nada… y en muchas cosas –responde ella

- No te entiendo… aunque por lo general nunca lo hago… -"Las mujeres son un misterio", se dijo el peliplateado – pero si me explicaras…

- Pensaba en Kikyo –cada vez se le iba haciendo más fácil pronunciar ese nombre – y en ti… me parece raro que no se haya aparecido en éstas semanas… supongo que la debes extrañar…

-¿Qué dem…!- Inuyasha detuvo la imprecación cuando notó los ojos amables de la joven miko - ¿Por qué sales con eso?

- Por que me preguntaste en que pensaba… si no lo querías saber, pues no hubieras preguntado… -la risueña cara de la chica estaba a escasos centímetros de la suya, podía aspirar el exquisito aliento de ella, casi en su propia boca

Los acompañantes de ese poco común par, les miraban con mucha diversión. Habían escuchado todo. Aunque el sabio Miroku no había entendido gran cosa, a Sango le pareció lo más lógico del mundo. Shippo a ojos vistas esperaba un nuevo beso entre esos dos.

Aunque la primera vez que los vio, que fue en un suceso de emergencia (la pelea contra Kaguya), se había ruborizado hasta que le ardió la carita, nunca había perdido la esperanza de verlos de nuevo. Le recordaron mucho a sus padres. Solían hacer lo mismo, cuando creían que no los veía.

- Ahome… -susurró un extremadamente sensual hanyou – Ahome…

-¿Qué? –la aludida empezaba a perder la sangre fría

-Nos están viendo…

-¿huh? –al fin, ella volteó hacia sus compañeros, notando la expresión de expectativa ansiosa que mostraban - AH! ¿Qué se supone que miran?

-Nada! – gritaron los tres, con una enorme gota en la nuca

Esperaban pronto rindiera fruto la extenuante búsqueda. Así que siguieron caminando, y al mismo tiempo, buscando un buen lugar para pasar la noche.

Unas pequeñas y casi congeladas gotitas de lluvia comenzaron a caer.

-Oh! Cielos! Ojalá no baje demasiado la temperatura! –se quejó la exterminadora – estamos a principios de invierno, y prometía ser benigno algunas semanas más.

- Bueno Sanguito – Miroku, de nuevo, con ese mote – en todo caso, si así fuera, podríamos dormir abrazados… de ese modo compartiríamos calor…

-SI! CLARO! –cualquiera hubiera confundido a la exterminadora con un Oni asesino y loco- ¿DE DONDE SACA QUE VOY A CAER EN TAL TRETA? MONJE PERVERTIDOOOO!

- Vamos! Ya tranquilos muchachos! –Ahome se interpone ante Sango, mientras Inuyasha jala a Miroku – Sango, tú, Shippo y yo, dormiremos juntos… Inuyasha y Miroku… si quieren, pueden compartir su… calor…

-Keh! ¿Estás loca?... ¿yo con este monje pervertido? – el muchacho de rojo hace un gesto despreciativo, pero sus ojos revelan que esta disfrutando enormemente el juego – Prefiero congelarme!

-Inuyasha querido… -Miroku puede poner cara de enorme madurez, cuando se lo propone - lamento informarte que no estoy interesado en ti… no eres mi tipo… me gustan morenos…

-¿Qué…?

-Ajajajajajajajajajjajajajajajajajjajajajajajajjajaaaaaajajajaa!

Aún Sango tuvo que reconocer que no esperaba esa salida del monje… y todos rieron hasta que les dolía el pecho.

Inician un alegre fuego, bajo el refugio de un improvisado techo de ramas. El clima amenazaba con empeorar a lo largo de la noche. El agua ligera se había convertido en escarcha brillante.

-Debemos encontrar otro lugar donde guarecernos… si aumenta el aguanieve, podríamos estar en problemas – inuyasha sabía que de hecho, él no lo estaba, pero le preocupaban mucho sus amigos – Miroku, quédate con las chicas… iré a ver que podemos usar!

-Claro Inuyasha, ve sin pendiente…

Inuyasha recorría a toda velocidad el bosque y cordilleras circundantes. El olor a animal le atrajo. Se encontró, felizmente, en una abandonada madriguera de osos. Y por el estado, era notorio que no había sido utilizada en mucho tiempo.

Ahí estarían seguros.

Comenzó el superficial trabajo de limpieza, al menos sacaría los restos de animales muertos que había en ella. De ese modo, Ahome no se disgustaría. Tomó con una rama lo que parecía que alguna vez fue un gran jabalí… se dirigió a la puerta…

Al momento de salir, otro olor, con algo de bestia pero mucho de sobrenatural, llegó a su sensible nariz…

Sesshoumaru se encontraba justo en la entrada de la cueva, y le miraba con aire inquisitivo…

- Inuyasha –el congelante saludo ya formaba parte de su ser - ¿Qué haces aquí?

-Sesshoumaru –la misma frialdad correspondida – busco un refugio para mis amigos… ¿y tu?

- Rin no puede permanecer a la intemperie…

-Ya veo… ayúdame a limpiar… y traigámoslos aquí… -Inuyasha arroja lejos los despojos

-¿Qué te ayude…? – la sonrisa burlona que empezaba a esbozar, lo decía todo- ¿Limpiar, yo?

- Sí… Gran Sesshoumaru… incluso tú tienes que limpiar… ¿no hiciste volar aquellos cráneos en la tumba de nuestro padre?... ¿recuerdas?... ¿Cuándo intentaste matarme?... bueno, una de tantas…

- ¿Hm? – Sesshoumaru no expresó nada, pero en el fondo de sus ambarinos iris se reflejó algo de ¿incomodidad? - ¿y que quieres que haga, idiota? ¿Qué levite toda la basura?

-Exacto! –Inuyasha portaba esa risita altanera y autosuficiente que tanto estresaba al Taiyoukai – Vaya! Eres mas listo de lo que creía!

-Estúpido hanyou… -murmuró el youkai – estúpido… estúpido…

-Sí… como quieras… ¿lo harás o que?

-¿Tengo otra opción? –entonces el mayor, pareció tener una iluminación – Ah! Sí… tengo la opción de mandarte al demonio!

Se giró levemente, en ademán de irse, pero justo en ese momento, Inuyasha le detuvo con una sola palabra:

-Hermano… -la voz del muchacho parecía sumamente amable

-¿Qué quieres? – Sin quererlo, el escuchar esa sola palabra de los labios del menor, había hecho alegrar su espíritu – No tengo tu tiempo…

-Quédate… o más bien… trae a tus acompañantes aquí… -inuyasha regresó al interior de la madriguera, en busca de la demás basura – ve… yo limpiaré…

En ese momento, Sesshoumaru, al verlo de espaldas recogiendo con ese tronco los viejos restos, no pudo evitar pensar en todo el tiempo pasado. Inuyasha en dos ocasiones pasó a su lado y lanzó a la distancia lo que había levantado. Y en esas dos ocasiones había regresado para continuar con la recolección, sin siquiera dirigirle una mirada…

Fue entonces que el hanyou percibió el temblor en la energía demoníaca que rodeaba a su hermano. El viento parecía girar a su alrededor, mientras sus plateados y lisos cabellos bailaban con él.

Inuyasha esperó… no sabía bien que… pero lo descubriría pronto, de eso estaba seguro.

Y Sesshoumaru realizó lo irrealizable. De pronto, todos los huesos, trozos de piel y demás despojos que ensuciaban la cueva, se elevaron, flotantes, y se mantuvieron en un suave sube y baja por unos curiosos segundos; para salir expelidos a gran velocidad, cayendo a una distancia enorme de ahí.

Nadie hubiera adivinado lo limpia que podía llegar a estar esa ex-inmunda madriguera.

Inuyasha sonrió, esta vez sin prepotencias, y realizó un giro de 380°, con verdadero placer. Ahora solo restaba traer leña, y llevar sus compañeros ahí.

Sesshoumaru pensó exactamente lo mismo…

-Sesshoumaru… ve por ellos… iré por leña. La dejaré aquí. Luego voy por los muchachos. El que llegue primero, enciende el fuego… ¿te parece?

-Sí…

Inuyasha salió de un salto prodigioso. El Taiyoukai no pudo evitar sentir un deje de orgullo filial. No había hanyous como aquél, al que llamaba hermano. Aun y con su sangre en parte humana, era muchísimo más fuerte que la gran mayoría de los demonios puros que existían. Claro que había más poderosos… como él mismo. Pero el joven híbrido prometía, en su espíritu, la esperanza de una fortaleza inimaginable y grandes, enormes poderes.

Así que tras un momento de sobria reflexión, partió en busca de sus diminutos acompañantes… una por la edad… otro por ser así… diminuto.

- Miroku! Ahomee! Sangooo! –Inuyasha llegaba al azotado campamento, donde el fuego amenazaba con extinguirse en cualquier momento – Shippo!

-Inuyasha! –Shippo literalmente saltó a los brazos del hanyou, escondiéndose en el interior del rojo haori. – que bueno que llegaste! Tenía mucho miedo! Pensé que nos congelaríamos…

-Inuyasha… -Miroku se levanta, entre agradecido y preocupado – tardaste mucho, empezábamos a preocuparnos por ti.

-¿Dónde estabas? –suelta Ahome

- Encontré una cueva… no está muy lejos, pero estaba muy sucia…

-¿Iremos allá? –esta vez Sango fue quien literalmente saltó de gusto - ¿Nos llevarás?

-Claro, Sango!... partamos en este instante… -Inuyasha no se había dado cuenta de que nunca sacó al pequeño Shippo de entre sus ropas - ¿Qué… Shippo?... pequeña sabandija…

-Tengo frío – fue todo lo que dio el kitsune

El hanyou no tuvo el corazón para arrancarlo de su haori. Así que en un extraño y nada común ataque de gentileza, acarició con cierta masculina rudeza, la cabeza del chiquillo, y le dejó estar.

El trayecto fue corto, pero tedioso. La escarcha se pegaba a sus pestañas, y les dificultaba el avance. Kirara volaba con imprecisión ante los embates del viento e Inuyasha saltaba, con más precaución de la que acostumbraba, de árbol en árbol.

Al fin pudieron divisar la entrada a la mencionada madriguera. Pero el grupo del hanyou no esperaba ver luz.

Una fogata encendida los esperaba dentro. La cueva ya tenía una agradable temperatura.

Con Rin sentada junto al fuego, con su imborrable sonrisa.

Jaken, echado al fondo con su imborrable gesto de asco…

Sesshoumaru de pie, cerca de la entrada, oteando el horizonte. Parecía esperar algo, sensación que se desvaneció en cuanto los tuvo enfrente.

-Tardaste –fue todo lo que dijo, con su rostro impasible

- Yo no vuelo – fue la parca respuesta del hanyou

-Sesshoumaru, ¿usted aquí?- Sango interrogó, amable, al youkai

-No les comentaste – fue una afirmación dirigida al de rojo

-No hubo tiempo… -no era una disculpa

-Que bueno! Entonces compartiremos la cena! – Ahome colocó su voluminosa mochila en el suelo, iniciando el saqueo de su interior

Sesshoumaru observaba, curioso, el ataque registrado en la gran bolsa amarilla de la mujer

-¿Esa bolsa tiene poderes? –preguntó el Taiyoukai

-¿Que? – cinco pares de ojos se abrieron en una mueca de sorpresa, para después echarse a reír como locos. Para los acompañantes del youkai, el estallido no tuvo razón de ser… se preguntaban lo mismo al respecto…

-No! jajajajaa! –soltó al fin una agitada Ahome – no… jajajajaja! ¿por … que…lo… dices?

-Por que cada vez que la veo, parece de distinto tamaño… -responde el youkai, aún sin comprender donde estuvo lo gracioso- y sacas cosas sumamente extrañas de ella.

Una vez superada la crisis, le explicaron ampliamente el motivo del constante cambio en la mentada bolsa. Tras escucharlos en completo e imperturbable silencio, el youkai se dio por satisfecho.

- Que magnífico lugar! –comentó Miroku – y que buena suerte que se encontrara en tan buen estado!

-Sí! Cualquiera diría que era la madriguera de algún animal –repuso la exterminadora – pero está tan limpia…

-Cualquiera diría que la acaban de aspirar –no tengo que decir quien hizo ese comentario… ¿cierto?

- ¿Aspirar? – de nuevo siete miradas posadas inquisidoras, en ella.

-Nada! olvídenlo!

- El señor Sesshoumaru y el señor inuyasha la encontraron! –gritó Rin- pero me imagino que tuvieron que limpiarla!

-Ah! Es cierto Inuyasha… dijiste que estaba muy sucia – secundó el kitsune

En ese momento, ambos peliplateados juzgaron sumamente impertinentes a los niños.

¿Cómo explicar tal suceso, sin perder dignidad en el proceso?

-No recuerdo haber dicho eso… -repuso el hanyou

-Sí que lo dijiste –Miroku, con su enorme perceptividad, supo de inmediato que algo raro había ocurrido… y decidió molestar a su querido amigo con eso – Dijiste que "no estaba lejos, pero estaba muy sucia"! Lo recuerdo bien!

-Quise decir, que estaba muy fría… -Inuyasha buscaba una salida honorable, que no incluyera arrancarle la viperina lengua al monje, sin hallarla – por eso fue que tardé… busqué leños…

-Yo los encendí – la voz de Sesshoumaru, perfecta, modulada y demasiado civilizada, cortó el intercambio – por que en verdad estaba helada…

-Bueno! Lo importante es que estamos a salvo… -Ahome observaba desde la orilla de la entrada, la fuerte tormenta que se desataba justo en ese momento – no hubiéramos sobrevivido a una noche así…

-Ni nosotros! –exclama la niña – el palacio del señor Sesshoumaru está muy muuuy lejos. Y el frío hubiera matado a Rin.

-Si… eso es lo importante –Sango acariciaba el lomo de la ahora pequeña Kirara, lanzándole miradas amenazantes a su amado hoshi- y que estamos todos juntos.

-Pero si lo dijiste… Inuyasha –el mencionado hoshi hizo caso omiso de las asesinas miradas de advertencia, y arremetió de nuevo - ¿usaste escoba?... ¿O solo hiciste levitar la basura hacia fuera?

Sesshoumaru, por primera vez, tenía un verdadero aspecto de youkai asesino. Inuyasha supuso que su orgullo, de ser herido, le exigiría una compensación alta.

Prefirió la otra salida.

Su orgullo no era tan requisitoso… y siempre podría usarlo en momentos Osuwarianos…

- Miroku… - los ojos brillaron, bestiales, ante el fuego, que pareció crepitar violento, en respuesta - sí… saqué la basura… y barrí con una rama…

-Inuyasha… –Miroku conoció el temor

-Y muchas gracias, hoshi pervertido… por humillarme frente a Sesshoumaru… como si todo lo demás no fuera suficiente…- Inuyasha mostró su muy preparado gesto de corazón herido – ARIGATO

-Inuyasha… perdóname por favor! –el monje se levanta de un salto, y para cuando reacciona, ya tiene un brazo rodeando los hombros del dolido hanyou –no era mi intención!

- Miroku…

-¿Me perdonas, amigo mío?

-Miroku…

-Oh! Por Favor! Buda proclamaba el perdón y la bondad para quienes te lastimaban!

-Miroku…

-Ya sabes! Eso de poner la otra mejilla – parece recordar algo –Ah! No… eso es Cristiano…

-Mirokuuuuu

- ¿Qué ocurre, Inuyasha?

El hanyou solo apunta con el índice, hacia donde el resto de los ahora inquilinos de la cueva, les miran con algo próximo al colapso…

Sesshoumaru es el primero que deja salir una carcajada suave, profunda y sonora, que es seguida por los gritos y abucheos de los demás.

Incluso el amargado Jaken tuvo que reconocer que la escenita fue demasiado shounen-ai… y no puede evitar burlarse, ante el sonrojo profuso de los implicados.

Tras un largo, y desesperante (para el hanyou y el monje) rato de hilaridad, las muchachas expresaron encontrarse muy cansadas.

El problema ahora era el acomodo.

Rin no tenía donde dormir. Y jamás pondría a su querido amo en el trance de pedirle dormir con ella.

Ahome tuvo la brillante idea de extender por completo su bolsa, y que se acostaran juntas. Podían utilizar la manta que Sango llevaba consigo. Aunque no estarían muy abrigadas, al menos no sufrirían demasiado.

Así lo hicieron, quedando dormidas casi de inmediato.

Jaken técnicamente se despatarró junto al fuego, sin importarle ni afectarle nada.

Miroku se recargó sobre Kirara, que en su tamaño jumbo se sentía más cómoda, colocando a Shippo sobre sus piernas, para cubrirlo con su manto. El pequeño realmente estaba cómodo.

Inuyasha sentado con la espalda en la pared, las piernas cruzadas, y las manos dentro de las mangas de su haori, sujetando a Colmillo.

Frente a él, Sesshoumaru, sentado con una pierna extendida, y la derecha flexionada, apoyando en ella su brazo, meditaba en algo que parecía abstraerlo por completo.

Un suave temblor recorrió las filas femeninas, cuando una corriente helada entró en la cueva.

Inuyasha estaba a punto de levantarse a ponerles encima su haori, cuando su hermano mayor hizo algo increíble.

El Taiyoukai, levantándose en un rápido movimiento, caminó, completamente silencioso, hasta donde las mujeres dormían. Con un suave jalón, sacó la estola de su hombro, y la colocó en pliegues, encima de las muchachas, cubriéndolas casi por completo.

El suspiro de alivio que lanzaron aquellas tres bocas, fue suficiente recompensa.

Inuyasha y Miroku, testigos presenciales de un hecho histórico, permanecían estáticos… petrificados

-No tengo frío- comentó, en susurros, a los hombres

-Entiendo –dijo Miroku – Gracias

-¿Hn?

-Por cubrirlas… -aclaró Inuyasha – por que son muy importantes para nosotros…

-Ah… no importa.

Al día siguiente, la tormenta había menguado lo suficiente como para que los prisioneros pudieran salir huyendo a sus respectivos hogares.

Las chicas, al despertar envueltas en el cálido abrazo de la blanca estola, casi pegan un grito. Faltó poco para que se arrojaran a besos sobre el youkai, lo cual fue impedido por esos ojos indescifrables que les miraban con desconfianza.

Así que se despidieron rápidamente, para dirigirse, a la aldea unos… a un palacio los otros…

Se habían alejado un poco un grupo del otro, cuando Inuyasha volvió a percibir muy cerca el olor de su hermano.

-¿Sesshoumaru? –dijo, en voz alta

-¿Qué? ¿Sesshoumaru viene?- pregunto Ahome

-Espérenme un momento –contestó el hanyou, bajando a la chica de su espalda, para retornar sobre sus pasos, hacia la blanca figura, visible ahora, a cierta distancia.

-¿Sesshoumaru?... ¿Pasa algo hermano? – pregunta, preocupado

-No, no pasa nada… hermano… –contesta el aludido, con cierto aire de duda

-¿Entonces?

-Solo venía a darte esto……

-¿huh? –Inuyasha, desconcertado, se rasca la cabeza - ¿Qué cosa?

Antes de que alguna otra pregunta fuera emitida por el totalmente descolocado hanyou, Sesshoumaru extendió su mano, y le presentó el pequeño pendiente.

Aquel pendiente en forma de corazón que Ahome le regalara…

-Creí que lo había perdido!

-Así fue… después de tu batalla con la Cobra, lo encontré cerca de donde pelearon…

-Gracias hermano! No sabes cuanto me reclamó Ahome por esto! –pero el hanyou retuvo un par de segundos mas de lo necesario, la mano del youkai

-Lo supuse… -Sesshoumaru sigue sin dar vistas de querer irse… ni de retirar su extremidad apresada - Creo que ahora solo resta decir que te veré pronto… Hermano…

-Entiendo –Inuyasha por fin captaba el asunto – cuídate… nos vemos – asiendo firmemente la mando del youkai, y sonriendo

-Hasta luego…

Ambos Inu-youkais, salen disparados hacia sus respectivas comitivas.

-Inuyasha…

-Dime, Ahome…

- Me da mucho gusto ver que al fin estás teniendo un reencuentro con tu hermano…

-Aún falta mucho para llamarle así…

-Pero es un gran inicio, ¿no? –reconviene la sonriente joven

- Sí! – al fin, el hanyou regresa la sonrisa - es un gran inicio!

Ahora no importaba que Náraku se hiciera el perdedizo… ni pensaría más en las famosas luces de Kikyo… ella compartía algo mas grande que todo eso… con su amado hanyou

CONTINUARÁ…