Todos los personajes son propiedad de Rumiko Takahashi la grande!

Sesshoumaru responde... Inuyasha aprende... Kikyo le libera...

HERMANOS

Respuestas

Caminaban uno junto al otro. Para Jaken era doloroso ver a su amado Señor junto al hanyou que por tanto tiempo odiaran. Pero era obvio que en algún momento, todo ese odio se desvaneció, convirtiéndose en una cordialidad sincera... un afecto disimulado...

Pero Sesshoumaru no estaba tranquilo. No podía olvidarse de todo y continuar caminando... no con eso que le atosigaba...

Hacía tiempo que el Taiyoukai percibiera la presencia de la sacerdotisa de barro, siguiéndoles muy de cerca. Era hábil para ocultarse, pero él era demasiado poderoso como para no notarla.

¿Es que acaso la rediviva era inmortal?... por que él mismo presenció su destrucción a manos de Náraku, hacía tiempo. Estaba seguro que había sido lo mejor. Por que si el maligno hanyou no la hubiera matado, lo habría hecho él.

Como la detestaba.

- Sesshoumaru – le llamó Inuyasha -¿en que piensas?

- Nos sigue esa mujer...

La respuesta llegó a los oídos de todos los integrantes del grupo, a pesar de haber sido hecha con voz bastante moderada, haciendo saltar el corazón de al menos una persona.

-¿Kikyo? –preguntó el de rojo, ansioso -¿detectaste a Kikyo?

-Sí, si ese es el nombre de la repulsiva criatura – Sesshoumaru se detuvo repentinamente – Quiero saber como es que sigue con vida...

-Ahome la salvó –respondió Inuyasha, muy ocupado en olfatear el aire – purificó el veneno que la mataba...

-¿Tu?-el youkai la buscó con la mirada - ¿fuiste tan insensata? ¿Cómo es eso posible?

-Bueno, Sesshoumaru –Ahome le enfrentó con dignidad en sus ojos canela – ella estaba viva, pero terriblemente malherida. Hice lo correcto. Y no me arrepiento...

-¿A pesar de que esa "cosa" quiere que Inuyasha muera? –Sesshoumaru perdía poco a poco la compostura - ¿Es que no te importa su vida?

-¡Claro que me importa! –Ahome quiso decir "por que él realmente me importa" pero se contuvo – pero aún no era el tiempo de Kikyo... y no quedaría su vida en mis manos...

- HUMANOS ESTÚPIDOS – espetó, en un sibilante susurro – son tan idiotas y sentimentales... esa mujer debería estar muerta...

-¿Tanto me desprecias, Gran Sesshoumaru? – la mujer de la que hablaban apareció de pronto en el camino, frente a ellos - ¿acaso te debo algo que no recuerdo?

Inuyasha quedó de una pieza, petrificado. No sabía si sentir alivio, o miedo.

Sesshoumaru permanecía con el cuerpo ligeramente inclinado hacia la izquierda, dejando que Kikyo solo viera su perfil. Las marcas de sus mejillas parecieron cambiar de tono y forma.

- Eres valiente... o demasiado tonta para aparecerte así, frente a mí

-No te temo, puesto que si lo deseo, puedo eliminarte –Kikyo tensó el arco

-¿De verdad lo crees? –Sesshoumaru repentinamente desapareció del lugar donde estaba, para aparecer luego, como una ráfaga, sosteniendo a la mujer del cuello, en vilo sobre su cabeza - ¿Dónde está tu poder ahora?

- ¿Qué es lo que te debo? –volvió a preguntar ella, ya sin altanería

-No dejaré, bajo ningún motivo, que tomes la vida de Inuyasha... primero te mato...

- ¿Aunque eso destruya a tu hermano, Sesshoumaru? –era Ahome la que hablaba – Nunca te lo perdonará... ¿Eso es lo que quieres?

El youkai cerró los ojos y gruñó audiblemente. Pero finalmente soltó a Kikyo, arrojándola violentamente contra el suelo. Y se marchó.

- Solo vine, por que tengo algo que decirte, Inuyasha –Kikyo se frotaba el cuello, con cara de dolor – no me interesa llevarte conmigo... ya no.

-¿Estas bien? –Inuyasha se inclinaba sobre ella, pero fue alejado por una mano despectiva- ¿qué...? Esta bien, habla entonces...

-He descubierto la forma en que puedes controlar tus poderes, aún cuando eres humano...

El silencio los cubrió a todos con un pesado manto. Las palabras de la miko eran fáciles de decir, pero otra cosa era llevarlas a cabo...

La clave... del poder de Inuyasha...

Dejar de temerle a su lado demoníaco... ya había comprobado una vez, en su pelea contra Baal, que era capaz de controlarlo, al menos un poco. Pero debía practicar, de modo que pudiese llamar a su sangre paterna cuando lo deseara... tal como hacía Sesshoumaru.

Cuando lograra mezclar totalmente ambas partes de su ser, sin que una dominara a la otra, entonces, la espada reaccionaría a su llamado... aún en luna nueva.

Debía llegar a aquel mismo estado que alcanzara en su lucha junto a Ahome en el vientre de ese enorme ogro en el que Náraku les había atrapado. Pero sin la ayuda purificadora de la muchacha...

Fácil de decir...

-Inuyasha... solo quería que supieras esto –Kikyo por fin se le había acercado – por que he decidido marcharme definitivamente. Ahome ya no necesita de mi presencia... y tu... tú debes vivir...

-¡No! –Inuyasha atrapó sus manos, frías como el agua – puedes quedarte... cuando encontremos la perla... Ahome podría regresarte tu humanidad...

- Sabes bien que eso no es posible, hanyou –Kikyo lo provocaba- yo debo estar muerta... mi alma ya acabó su labor. Debo partir, y esperar a mi reencarnación, como ha estado en el destino desde un principio...

Más Kikyo, aproximándose a él, le depositó un pequeño beso en los labios. El hanyou se sorprendió a sí mismo, al descubrir que ese beso no le movía la más mínima fibra...

- Ya no sientes nada... ¿verdad? –la mujer lo miraba, dulcemente – todo tu corazón ya ha sido entregado... sé feliz, amor mío...

-Kikyo... yo... –el joven bajó la mirada - ¿Estarás bien?

-Soy libre, Inuyasha... por supuesto que estaré bien – La mujer se elevó en los aires, ayudada por sus serpientes, iría a morir al templo... su templo... – el futuro depende de ustedes... y ahora vé en busca de tu hermano, pues ambos tienen muchas respuestas que darse...

Inuyasha viró para buscar la aprobación de sus compañeros, encontrándose con la mirada cristalizada de más de uno, y la tácita aceptación de todos ellos. Saltó en pos del rastro del youkai.

Lo encontró rápidamente, sentado entre las enormes y nudosas raíces de un árbol gigante. Recobrada la compostura, permanecía silencioso y meditabundo. Lo esperaba...

Hacía siglos que lo esperaba...

-¿Sesshoumaru? –Inuyasha se aproximó, temeroso - ¿puedo...?

-Quiero matarla... no puedo tolerar la idea de que le entregues voluntariamente tu vida...

- ¿Y si la amo? –respondió el hanyou

-¿Que sentirías, Inuyasha, si alguien tratara de matarme? ¿qué sentirías por esa persona?

- La odiaría con todas mis fuerzas...

-Y si yo sintiera algo por ella, y le permitiera eliminarme... ¿la odiarías?

-Creo que... si... –Inuyasha comprendía ahora muchas cosas... y en el proceso iba entendiendo a sus amigos también – tal vez también sentiría desprecio por ti, por dejarte destruir...

-¿Entonces? –el youlai se puso de pie salvajemente, y sostuvo a Inuyasha en el aire, como antes hiciera con la miko - ¿por qué insistes?

- No lo haré, hermano... –el joven sintió como el piso rozaba sus pies, mientras era depositado en el suelo – ella se ha ido... yo me quedo con ustedes... contigo...

- Te quedas – el youkai volvio a su posición en el nudo de raíces – te quedas...

El muchacho tomó asiento a unos pasos del youkai, tratando de encontrar las palabras adecuadas para lo que tenía que contarle. Era indispensable. Pronto sería el momento, y no quería ver la cara de asco que hacía mucho que imaginaba...

- Tengo algo que decirte –comenzó el hanyou – algo importante...

- ¿Qué cosa?

-Yo, como sabes, soy mitad humano

-¿mh?

-Hay un momento, en cada ciclo lunar, en el que pierdo...

-¿Todos tus poderes demoníacos? –Sesshoumaru levantó la vista para encararlo - ya lo sabía... en Luna nueva, si no me equivoco...

-¿Lo sabías?

- Minimizas a tu Onii-sama... –una sombra de sonrisa apareció en sus ojos dorados – lo he sabido casi desde siempre, aunque debo reconocer que me tomó algún tiempo para descubrir la fecha exacta...

-¿Lo has sabido todo este tiempo? –Inuyasha tenía una gran gota de sudor en la nuca - ¿y nunca me dijiste nada?

- Es natural, imbécil, que siendo tú mi único pariente directo, conociera todo de ti... es parte de mis obligaciones...

-¿Lo has sabido todo este tiempo? – Ahora lucía molesto, seriamente molesto -¿sabes cuanto me he preocupado por eso, y tu sabiéndolo?

- ¿Y que querías? – inquirió burlón – ¿Qué llegara con un "ah! Ya se cuando te transformas, no te preocupes"? No seas idiota...

- ¿Cómo demonios...?

- Es lógico que debes tener mucho cuidado en esos momentos. Eres terriblemente débil.

-¿Débil? – si lo hubieran abofeteado, el efecto hubiera sido más suave- ¿Débil dices? ¿Y COMO RAYOS CREES QUE HE SOBREVIVIDO HASTA HOY?

El Taiyoukai lo miró con desconcierto... también para él, ya no había marcha atrás...

- Todos y cada uno de los años de mi vida, Sesshoumaru, he luchado, y me he mantenido con vida... ¿acaso tu estuviste ahí jamás? ¿Acaso tú tienes algún derecho de llamarme débil?

- Yo jamás te ataqué –Sesshoumaru se incorporó para acercarse al furibundo joven de rojo

- ¿Ah no?... ¿y todas esas veces que intentaste matarme?

-Todas esas veces, Inuyasha, tú ya eras lo suficientemente fuerte para oponer resistencia...

- ¡Ah vaya! Ahora resulta... ¿Acaso alguna vez...?

-Hubo otros demonios que intentaron matarte, cuando apenas eras un pequeño indefenso... deseaban tu sangre, por el simple hecho de ser hijo del general Perro, a pesar de que apenas si podías caminar...

-¿De que hablas...? –Inuyasha le miraba impactado...

Entonces esos aullidos que recordaba... esos alaridos... los cadáveres destrozados de mononokes en los linderos del palacio de su madre... ¿Los sonidos de pelea durante las noches...?

-Fui yo –respondió el youkai a sus pensamientos

- Sabías que iban por mí... y tú...

-Los maté

La respuesta tuvo el efecto de paralizar el viento, el tiempo, y los sonidos que les rodeaban, como si todo quedara a la expectativa...

-Debes entender, hanyou – Continuó al Taiyoukai – que no lo hice por que me interesaras... era por el honor de la familia...

- Entiendo... si me mataban, me convertiría en una mancha... en leyenda negra...

- Así es... después alardearían de que luchaste fieramente, que medías tres metros, o que escupías fuego por las narices –hizo un gesto despectivo con la mano – aun que todavía no tenías más que un par de dientes...

- Ya veo... siempre fuiste tú... siempre estuviste ahí...

-Ya te dije...

-No importa –Inuyasha lo miró con mucha tristeza en los ojos – el punto es que siempre estuviste ahí, rondando... ¿cuánto honor posees, Sesshoumaru?

-¿Aún dudas de mí? –inquirió suavemente el youkai - ¿Aún crees que te daré la espalda?

- No... perdóname por haberlo pensado siquiera –Inuyasha se cubría los ojos con la diestra, conmovido - ¿nos oíste?

-Sí... aunque no me molestó realmente...

Volvieron a sumirse en el silencio, ahora completamente abstraídos en sus pensamientos. Aunque Sesshoumaru ocupaba su tiempo, mayormente en espiar los movimientos de su acompañante...

-Debemos regresar al campamento... los muchachos deben estar preocupados por nosotros...

-Debemos continuar buscando a Náraku –respondió Sesshoumaru – hay que destruirle, solo así conoceremos la paz...

-Vamos, entonces...

Y juntos, sin mediar mas palabra, se dirigieron hacia donde aquellos que los amaban los esperaban... ya no había más que decir... todo estaba aclarado...

Y fueron recibidos entre demostraciones bastante descriptivas de ansiedad y desesperación. En cierto modo, todos temían que lo que apenas iniciaba se rompiera brutalmente, por causa de la sacerdotisa de barro...

Pero no más...

Kikyo ahora no era más que un pensamiento, un alma libre... un sueño de amor antiguo, pero solo eso... solo un sueño. Ya iba siendo tiempo de despertar a la vida real...

Y ellos eran hermanos... ¿acaso una mujer podría romper ese lazo?

Jamás...

Náraku podía irse dando por muerto...

Solos eran poderosos.

Juntos eran invencibles...

CONTINUARÁ

Necesito aclarar que ya voy a subir el final. Ahora que tras muchos problemas he reunido a este par, no encuentro motivos para seguir alargando la historia. Debo confesar que el final fue lo primero que vino a mi mente, aún antes de iniciar esta travesía.

Y ¿ es que acaso no es la sangre un lazo irrompible?

Con amor para todos aquellos que leyeron mi sueño hasta el final... que el final llene sus deseos, y que satisfaga sus expectativas...