Todos los personajes son propiedad de Rumiko Takahashi la grande!
HERMANOS
EL FINAL DE UNA HISTORIA
LUNA DE CAMBIOSSesshoumaru avanzaba a través del enorme palacio que era su hogar. Hacía horas que no encontraba a su hermano, y empezaba a sentirse algo inquieto.
Girando su rostro de un lado al otro, y agitando con ello su plateada melena, buscaba en un silencio más bien nervioso, el olor del estúpido hanyou que no debía haber salido del lugar...
Atravesó el salón principal, deteniéndose un segundo a observar como se alzaba en todo su esplendor, en una elevada tarima, un trono labrado con motivos de los Demonios Perro, que estaba ahí desde tiempos remotos...
Enormes jarrones de fina porcelana pintada a mano desbordaban de flores perennes a fuerza de magia, en cada esquina del recinto, de cuyo alto techo colgaban largas cortinas de estandartes de tela translúcida, que parecían dividir visualmente el área.
Delicadas mamparas de papel decorado dividían las puertas corredizas, provocando al espectador, la sensación de un espacio sin límites en los que las barreras eran solo estilizadas figuras flotando en la nada.
Tanto esplendor, tanta opulencia... y ese día, era como si nada existiera... ¿por qué tenía que ser tan endemoniadamente terco? ¿A quien tenía que probarle su fuerza ahora?...
Justo en un día como ese...
La angustia le hizo recordar el día, igual a ese, hacía mas de trescientos años, en el que les llevó por primera vez a sus territorios... su palacio... su hogar...
El hogar de Inuyasha...
FlashbackDe acuerdo a sus instrucciones, el grupo del Hanyou, montados unos en Kirara y la otra en la espalda de Inuyasha, siguieron de cerca de Sesshoumaru que volaba rápidamente sobre las copas de los árboles, pero nunca tan rápido que no pudieran seguirle...
La llegada al palacio los dejó completamente mudos...
Sabían que el Taiyoukai provenía de una estirpe destacada y poderosa... pero es que ese palacio era verdaderamente espectacular...
Y enorme... era una verdadera ciudad amurallada... Lleno de youkais de todo tipo, que pululaban de aquí para allá, ocupándose de las labores diarias...
Cuando vieron pasar a su Señor, se arrodillaron... y la gran mayoría, sobre todo los que se encontraban más cerca del camino, saludaron con infinito respeto a Inuyasha...
Llamándolo Príncipe...
-Sesshoumaru –susurró el hanyou, temeroso - ¿por qué me llaman así?
-Por que eres mi hermano menor...
En cuanto pudieron cerrar la boca, se llevaron otra gran sorpresa...
Primero, las mujeres fueron llevadas por un destacamento de hembras youkai sumamente bellas y gentiles, a unas deliciosas habitaciones, donde fueron bañadas con delicadeza, para luego perfumarles los cabellos con aceites balsámicos... tras vestirlas regiamente, las encaminaron al comedor privado de su Señor...
Por su parte, los hombres también fueron a sus habitaciones, guiados por un par de fuertes sirvientes, donde se les dejó disfrutar de un baño, y se les entregaron valiosos kimonos de seda pura.
Inuyasha vestía de un azul muy oscuro, bordado con figuras geométricas. Miroku solicitó las prendas más parecidas a su traje monacal, siendo estas tan finas y suaves, que aquel se sentía desnudo. Shippou terminó en un trajecito en un oro viejo, muy hermoso, resaltando el color de su pelo...
Sesshoumaru los esperaba, vestido como todo un terrateniente, en un traje púrpura y plata, y sin la armadura, con la mesa servida... aún no caía la noche, y el atardecer se colaba escarlata y oro entre los delgados cortinajes, dándole a la estancia una apariencia irreal...
Los ojos de ambos hermanos destellaban como ámbar líquido, contra la luz de un sol naranja colándose impetuoso por entre los pórticos y ventanales.
Todos los sirvientes y habitantes del palacio sucumbieron ante el recuerdo repentino de su antiguo Gran Señor... y su joven hijo... no quedaba duda... esa familia poseía una sangre imponente.
Fin del FlashbackSiguió caminando entre los corredores, su rostro inexpresivo ocultaba la verdad de sus sentimientos. Había tenido que rebajarse a ordenar a los guardias a que fueran en su busca. Aunque sabía que sería él quien le encontrara.
Ese era el juego preferido de su hermano, desde el día que llegó a vivir ahí.
Y ciertamente, lo encontró, bajo las últimas luces del atardecer, de espaldas a él, en el jardín interior del área más privada del palacio. Se quedó un par de minutos mirándolo, sintiendo el alivio correr por sus venas como agua refrescante...
-¿Se puede saber donde demonios estabas, imbécil? –sin importar la cantidad de siglos, siempre sería lo mismo - ¿Qué te ha dado por ocultarte?
-¿Es que el Gran Sesshoumaru no puede seguir mi rastro? –aunque aún le daba la espalda, era obvio que reía- ¿Quién lo diría? Un torpe Hanyou logra despistarte, oh gran Señor...
- Déjate de estupideces Inuyasha –Sesshoumaru cerró los ojos, y levantó el mentón hacia el cielo - ¿Por qué haces esto?
-¿Qué cosa? –Inuyasha al fin le encaraba, sonriendo con esa particular sonrisita que siempre lograba estresarlo - ¿Qué hice?
- Parece que a ti los años solo te hacen mas idiota, Inuyasha.
-Y a ti, los siglos solo te hacen más pesado, Sesshoumaru... Sabes bien que no me pasará nada... ya lo he demostrado antes. No puedes mantenerme encerrado, y lo sabes...
-¿Por qué no? Solo es por esta noche, solo mientras pasa... –Sesshoumaru al fin le clavó las doradas orbes – Te gusta lastimarme, ahora que sabes como...
-Hermano –suspiró el hanyou- discúlpame, no es esa mi intención. Pero me cuesta trabajo el permanecer quieto. Además creo que te consta que soy lo suficientemente poderoso para protegerme... incluso hoy...
-Lo sé...
Y era cierto, pero nada en el mundo, ni la eternidad suspendida de los siglos goteando sobre ellos, borrarían el dolor de aquella fatídica noche, en la que tuvo que reconocer sus sentimientos...
FlashbackLa pelea con Náraku se estaba poniendo interesante... habían localizado al bebé albino, el receptáculo del corazón del maligno hanyou. Tenían a Kohaku de su lado, y, mejor aún, tenían a Sesshoumaru peleando junto a ellos...
Naraku preveía su fin, a pesar de todas las providencias que tomó para vencerlos... Inuyasha había roto todas las barreras que le separaban de la totalidad de sus poderes...
Kanna pereció, tal y como vivió, silenciosa, quieta, impávida... solo el delicado esparcirse de un blanquecino polvo de lo que antes fuera la niña, dejó constancia de que alguna vez existió...
Aunque Náraku no lo deseaba, tuvo que reconocer que le estaba doliendo mucho quedarse solo... él mismo había acabado con Kagura. Hakudoshi ahora peleaba a su lado, pero se debilitaba por instantes... pronto moriría.
Pero cayó la noche, terriblemente oscura, aprisionando en el temor los corazones del grupo de Inuyasha, ya que era un mal momento... había luna nueva...
Pero para el peliplateado eso ya no era un problema.
Tenía la capacidad de manejar a Tessaiga en cualquier circunstancia.
Sesshoumaru lo vio cambiar justo ante sus ojos... fue testigo del repentino ennegrecer de sus cabellos, de la desaparición de las garras y los colmillos. Fue testigo de su transformación en humano...
Y ante los ojos de todos los horrorizados presentes, el ahora humano hanyou, se lanzó en un ataque directo contra Náraku, de tal manera que le destrozó por completo, al mismo tiempo que Kohaku mataba su corazón...
Pero en el ataque, el cuerpo del muchacho se vio seriamente dañado...
Fin del flashbackOscurecía lento, pero inevitable, Sesshoumaru agradecía a sus ancestros el hecho de que su hermano tuviese la amabilidad de volver a él, antes de que todo pasara.
Inuyasha se le acercó, sereno, con una interrogante en los dorados ojos.
Sesshoumaru tuvo que alzar un poco la vista para verle directamente... ¿hacía cuanto que era tan alto?... eso lo había heredado de Inu-no-Taisho.
- ¿Sigues recordándolo? –Inuyasha ya no sonreía – han pasado.. ¿Cuántos? ¿Trescientos y tantos años?... ya no pienses en eso, ha quedado atrás...
- Pero tu aún sigues transformándote, y sabes que pueden matarte... en realidad es el único momento que eres vulnerable – el youkai emitía una ligera molestia- a pesar de que eres fuerte...
- ¡Oh! Si recuerdas eso, pero no piensas en que soy demasiado poderoso... ni siquiera tú puedes vencerme... –Inuyasha se llevó las manos a la nuca
-No presiones tu suerte Inuyasha
Y observaron juntos el anochecer.
Y de nuevo, como cada ocasión, el Taiyoukai se asombró ante la metamorfosis de su hermano menor. Y como en cada ocasión, desde aquella primera vez, realizó el privado ritual que les uniera de una vez y para siempre...
Flashback
Inuyasha agonizaba rodeado de los que le amaban. Sesshoumaru había desaparecido momentos antes, tras vencer al demonio que tantos problemas les había dado...
Ahome lloraba, apretando en sus manos la valiosa perla ahora completa...
Sango y Miroku, abrazados con Shippou entre ellos, rezaban por que algún milagro se realizara. Kaede trataba de mantener con vida al hanyou. Era el fin, lo único que alegraba un poco el espíritu del muchacho, era la sutil esperanza de poder reunirse al fin con el espíritu de su antiguo amor... que se había marchado por última vez, tras mostrarle el modo de volverse casi invencible.
Y en el exterior, alejado un centenar de metros de donde su medio hermano lentamente moría, Sesshoumaru permanecía quieto, pero totalmente descolocado y ciertamente en un estado de profunda angustia...
¿Qué iba a hacer?... realmente, la relación entre ellos ahora podía calificarse de cordial, incluso podía aceptar con cierto recelo un lazo de algo parecido a cariño filial...
Pero de eso, a rebajarse a aceptar que no podía soportar ver morir al muchacho, y no precisamente por todo aquel parrafito de "seré yo quien acabe contigo", era algo totalmente distinto.
Lo escuchó expirar...
Literalmente, pudo sentir como exhalaba su último aliento, antes incluso de oír el grito desgarrador de la mujer, y el llanto inclemente de sus amigos...
Y en su pecho, una daga ardiente le atravesó el corazón que hacía siglos que creía muerto...
Y antes de que se percatara de ello, ya había girado sobre sí mismo, y se encontró caminando hacia la cabaña...
No...
Caminando hacia su Hermano...
Fin del FlashbackInuyasha, ahora un pelinegro hombre de elevada estatura, se erguía frente al poderoso Señor del palacio, en todo su humano esplendor, si de algún modo puede describirse el gesto altanero y confiado que ostentaba...
- ¿Puedes dejar ese maldito gesto de una vez? –Sesshoumaru se acercó a él- Nunca dejará de irritarme
- No, no puedo... es parte de mí... tienes que aceptarlo, o dejarme ir. – Inuyasha hizo un movimiento, como amenazando con partir - ¿Lo tomas o lo dejas?
- Lo tomo... con un demonio... lo tomo – al Gran Señor de las tierras del Oeste le importaba un pepino el orgullo – no te atrevas a irte...
Inuyasha esperaba esa respuesta, por ello, aún antes de que el Taiyoukai terminara la frase, ya lo tenía atrapado en un abrazo de oso, casi elevándole unos milímetros del suelo. Y permanecieron así, humano y youkai, en la escena que podría ser el epítome mismo de la unión de dos mundos...
En el mismo abrazo que había estado presente cuando todos los seres que ellos amaban fueron saliendo de sus vidas...
El día que Ahome volvió a su mundo, con la Perla bajo su Resguardo, para no volver jamás, cuando el único que le vio llorar fue su hermano..
Ese desgarrador atardecer en que Rin había muerto tras dar a luz, en el que el Taiyoukai no había logrado llegar a tiempo antes de que la incineraran en la pira funeraria... y que el único modo en el que se evitó la más grande masacre de un pueblo entero por un demonio enloquecido, fue el enorme amor de un joven hombre de pelo plateado y orejas blancas...
Y un simple abrazo...
Y, tal vez más triste... aquella clara mañana llena de un sol transparente, en el que Miroku dejó el mundo, para ir a buscar a su amada esposa, Sango, que había cometido el atroz pecado de adelantársele unos meses... ambos viejos ya, agotados y satisfechos de la vida...
Dejando a Inuyasha completamente desolado, por que su mejor amigo había perdido su batalla contra el tiempo, innegable destructor de humanos... por que sus lazos con el amor de su vida, con su Ahome, desaparecían como los hilos de una telaraña azotada por la lluvia...
Siendo lo peor de todo, que tuvo que verlos envejecer... decaer lentamente en las pequeñas debilidades de la edad... tuvo que verles perder su vigor, y la lozanía de la piel, junto a su energía. Aunque tenía que reconocer que lo más malo de todo, fue la larga agonía de la enfermedad de Sango... meses de dolor, en los que Inuyasha deseó como nunca, que hubiera un modo de hacerlos youkais...
¿Así tendría que ver a su Ahome? ¿Tendría que verla morir poco a poco mientras él persistía existiendo?
Sesshoumaru leyó sus pensamientos
- ¿Crees que la reencuentres? –Sesshoumaru le hablaba muy bajo, pero pegado a su oído- ¿La buscarás en su época?
-¿Y condenarla a una vida llena de secretos? –Inuyasha escondió la cara en el hombro de su hermano - ¿A estar huyendo de esos que ella llamaba científicos, y militares?... Y sobre todo... condenaría a nuestros hijos con una vida inestable y basada en esconder su ascendencia...
- No puede ser tan duro...
-Entonces... ¿Por qué no has tenido hijos? – el hanyou apretó un poco mas su lazo- Puedes conseguirte una hermosa hembra...
-Sabes bien que la era de los monstruos y los poderes demoníacos esta muriendo... ¿Continuar un linaje? ¿Con que motivo?... Somos casi leyendas, casi historias trazadas en el viento... mis hijos perecerían en ese mundo que poco a poco nos acecha...
- Renaceremos, Sesshoumaru, renaceremos en otra vida, y tendremos familia... tendremos una existencia libre de odio y de batallas...
- ¿Por qué estás tan seguro? –Sesshoumaru viró un poco el rostro para observar el perfil de Inuyasha - ¿por qué?
- Solo lo sé... no cuestiones al corazón. Ahome me enseñó que hay cosas mucho más reveladoras en el agua, y en el cielo. Solo confía...
- Mientras se nos conceda renacer juntos...
-Te lo prometo, Sesshoumaru... te lo prometo...
El día los encontró juntos, dormidos en el enorme futón de la habitación doble que Sesshoumaru había designado como mutua en los días que no había luna... Inuyasha se quedó como desmayado tan pronto, que no alcanzó a quitarse el Kimono de un bermejo oscuro...
Sesshoumaru respiraba pausadamente, enfundado en el blanco traje de dormir, que se puso tras llevar a su hermano a la cama, ya que se había quedado dormido, nuevamente, en medio del jardín, en el duro suelo, mientras el mayor trataba de obligarlo a meditar para mejorar su concentración... ja...
Aún sin despertar, supo que la transformación había llegado, en cuanto percibió el cambio de olor del hanyou... más parecido al suyo. Tal vez demasiado parecido. Y sin abrir los ojos, sonrió.
Flasback
- ¿Sesshoumaru...? ¿Qué...? – La voz temblorosa de Miroku vibró por sobre sus cabezas - ¿Qué estás haciendo?
-¿Es que vas a...? – Ahome casi parece implorar, ahí, arrodillada a su lado - ¿Piensas... revivirlo?
- ¿Sesshoumaru? –Sango no daba crédito a sus ojos
Más frente a ellos, incólume como siempre, el Gran Youkai desenvainó con un gentil movimiento a Tennseiga...
Sus ojos cambiaron de expresión, y luego cortó algo en el aire, sobre el pecho del hanyou.
Un par de segundos después, Inuyasha agitaba los párpados, como si de un sueño muy pesado se levantara... y tras echar un vistazo a su alrededor, entendió lo ocurrido. Las heridas punzaban, ardientes, pero estaba vivo... vivo de nuevo... por que Sesshoumaru lo había traído de regreso de su pequeño paseo por el más allá.
- ¡ Inuyasha! – el alarido general, una explosión de alegría casi furiosa, llevó al herido al centro de un remolino de lágrimas, risas y abrazos cuidadosos. Muy cuidadosos.
Sesshoumaru giró en redondo, y salió a paso lento de la cabaña, sintiendo el peso de la mirada del hanyou. Pero nunca esperó lo que aconteció luego...
-Sesshoumaru –el llamado, fue más un leve quejido salido de los labios de Inuyasha – espera...
-¿Qué quieres? –más al voltear, Sesshoumaru se encontró con un tambaleante Inuyasha, que se levantaba para dirigirse hacia él, lo que le hizo saltar el alma en el cuerpo - ¡Quédate quieto Inuyasha! ¡Te harás daño!
- ¿A dónde vas, Sesshoumaru? – esta vez la pregunta fue un verdadero quejido articulado- yo...
- ¡Quédate quieto! ¡Demonios, Inuyasha! ¿Quieres matarte o que?
Pero Inuyasha en ese justo momento se encontraba a medio camino del suelo, a punto de golpearse rudamente, incapaz de mantenerse en pie. Mas no alcanzó a tocarlo, por que se vió atrapado por un par (sí, un par... sorpresa querido Taiyoukai) de suaves y poderosos brazos.
Tras el asombro inicial, Sesshoumaru alzó la vista para encontrar la profundidad castaña de los ojos de la mujer... Ahome...
Ella tenía la perla apretada contra su corazón, y brillaba, toda ella brillaba en una luz suave y flotante que le movía los negros cabellos y la ropa, como si estuviera bajo el agua... de ella había salido el deseo...
El youkai prácticamente pudo ver como su brazo brotaba como una pequeña enredadera de luz azul, y se ramificaba tomando la forma de venas, huesos, músculos, y al final, como una hiedra sobre un tronco, se cerraban en una piel sedosa e impoluta...
Un milagro ameritaba otro...
No era que la perla lo hiciera... mas bien, Ahome siempre tuvo el poder, pero ahora, con la perla completa y en sus manos, ese poder se potencializaba al mil por ciento, logrando que ella encauzara sus energías espirituales...
¿Qué mejor modo de encauzarlas, que recreando un simple brazo, para evitar que un ser muy querido se lastimara?
- ¿Sesshoumaru? –el murmullo del hanyou hirió el fino oído de su hermano – Gracias...
-¿De que, hermano? –el youkai lo apretó con cuidado contra sí - ¿De que?... si yo lo hice por puro egoísmo...
Permanecieron algún tiempo en la aldea, para que Inuyasha se restableciera de sus heridas por completo... antes de que se dieran cuenta ya había transcurrido todo un ciclo lunar, pero al fin, el muchacho estaba en total forma...
- Inuyasha –le llamó suavemente el youkai –ven aquí
-¿Qué ocurre? –para el joven era un agasajo tenerlo cerca
- Hoy nuevamente habrá Luna Nueva – Sesshoumaru miraba al cielo – Debemos partir...
-¿Partir?... ¿Justo Hoy? – Inuyasha le tomó del brazo para obligarlo a mirarle - ¿Y a donde, si se puede saber, es tan importante llegar hoy?
La respuesta lo dejó pasmado... bueno, a él y a todo el grupo...
- A casa, –Sesshoumaru tomó la mano que le jalaba – a nuestro hogar Inuyasha... tú hogar...
Fin del flashback
Meses después, en una de sus múltiples batallas, ambos hermanos se enfrentaron a una serie de monstruos de gran poder, venidos de otros continentes con la única intención de retarlos.
La fama de los Dos Poderosos de Oriente se había vuelto tan grande, que muchos deseaban vencerlos para obtener siquiera un poco de la gloria guerrera que aquellos emanaban...
En una de esas batallas, Inuyasha fue herido con un arma cargada de energía espiritual, casi como si le hubieran traspasado con una flecha purificadora de sacerdotisa...
El como obtuvieron, y, lo más extraño, como aprendieron esos demonios a usar ese tipo de arma en particular, resulta todo un misterio... el resultado fue, simplemente, catastrófico...
-¿Inuyasha? –Sesshoumaru alcanzó a ver como su hermano se interponía en el trayecto del arma que originalmente iba dirigida a él - ¡¿INUYASHA!
- Estoy bien, Sesshoumaru – de rodillas, con la mano en el pecho, el hanyou contestaba- ¿Los has destruido?
-A todos... a todos... – el youkai le pasaba las manos con desesperación por todo el cuerpo, buscando la herida - ¿dónde...?
-Aquí... –y retiró la mano, dejando ver un agujero brillante que no sangraba, en el lugar donde debía estar su corazón
-Pero... ¡Agggg! – un gruñido de dolor escapó de la garganta del youkai- ¡No morirás! ¡No puedes! ¡Te lo prohíbo!
- Sesshoumaru – Inuyasha sonreía con una ternura infinita – por favor, querido, déjame ir... en verdad...
-No te atrevas –el youkai lucía cada vez más furioso – no te atrevas...
- Déjame ir... – Inuyasha tosió, y el agujero se ensanchó- por favor... ya casi... ya casi es tiempo de que Ahome nazca... faltan solo un centenar de años...
-¿Y eso que? – Sessshoumaru lo miraba ahora con lágrimas reprimidas
- Quiero renacer en su época... quiero... déjame morir... déjame reunirme con ella...
-¿Cómo sabes que será así?
- ¿Es que no has aprendido nada?... no cuestiones al corazón... lo sé, eso es todo...
-¿Y que será de mí? – Sesshoumaru se apartó receloso
-Nos encontraremos, hermano, lo juro... – Inuyasha se sujetaba nuevamente del pecho
Sesshoumaru lo atrapó, estrechándolo con una fuerza que sabía que le haría un poco de daño, pero ¡es que el dolor era tan grande!... tras besarle ambas mejillas, y recibir los mismos besos de regreso, acostó a su hermano en el suelo, con la cabeza apoyada en su regazo...
-Está bien, hermanito... vete tranquilo... – acariciaba con una dulzura que él mismo desconocía, el rostro del hanyou moribundo- será como dices...
Y así fue como Inuyasha murió, desintegrándose lentamente ante los ojos rotos de dolor de su hermano, con una sonrisa en los labios... sí... esa sonrisita altanera que siempre le irritaba...
Un grito salvaje brotó del Taiyoukai, sin poder contenerlo. Tras una brevísima meditación, en realidad solo le tomó un segundo, tomó la decisión.
Cuando Shippo, ahora un adulto, y bastante mayor youkai Zorro, padre de una numerosa prole pelirroja, arribó al lugar, eso fue lo que encontró...
Sesshoumaru desapareciendo, como si se desvaneciera en el aire, mientras apretaba contra su pecho el ahori rojo de Inuyasha, y su espada...
Había decidido morir...
Nada le quedaba en este mundo... ni siquiera enemigos de los cuales proteger a la humanidad...
Un leve destellar de chispas purpúreas, y de ambos seres, Legendarios, Poderosos, Nobles... solo quedaron un par de espadas, un ahori rojo y una armadura pasada de moda...
- Sé lo que tengo que hacer –dijo Shippou al aire – vayan en paz, queridos amigos, no he olvidado nada...
Tomó los restos de los que fueran sus amigos, y llevándolos más allá de las montañas, fundió personalmente ambas armas así como las prendas, menos una manga, en el fuego mágico del volcán al pie del cual el Armero Totosai creara sus legendarias espadas...
Con la tela salvada, formó un pañuelo, y con excelente caligrafía redactó, resumida, la leyenda de los Demonios Perro y como murieron, y tras protegerlo en una caja sellada, lo guardó en un templo...
Sí... el Templo que poco más de un siglo después, sería el hogar de su adorada amiga...
Nunca olvidaría el mundo, las últimas palabras de esos seres que no llegaron a conocer... lo que Shippou tuvo el honor de escuchar, y le hizo derramar lágrimas, pero de alegría...
Mientras ambos se desvanecían, en luces flotantes, se despidieron...
Sesshoumaru – dijo Inuyasha, suavemente – Gracias, hermano, gracias por estar conmigo...
¿De que, Hermanito? –Sesshoumaru lloraba, por primera vez en toda su vida- ¿De que? Si sabes bien que todo lo hice por puro egoísmo...
Te quiero más de lo que te puedes imaginar, hermano – La desintegración casi alcanzaba la cabeza del hanyou – yo...
Yo también te quiero Inuyasha... eres lo que más quiero en la vida... te seguiré y te encontraré...
¿CONTINUARÁ?...
He llegado al final de esta historia... mi final al fin de cuentas, en el cual, por fin estos dos se dijeron lo que sentían... ¿Quién no ha oído eso de, "en vida hermano"?
Y ahora que escribo esto, siento que amo a mis hermanos mas que nunca... aunque a veces no nos soportamos, agradezco a Dios tenerlos conmigo... no lo olviden... "en vida hermanos... en vida"...
Y ojalá les guste el epílogo... que sin él, no habría un verdadero final, ¿cierto?
