Todos los personajes son propiedad de Rumiko Takahashi la grande!
HERMANOS
EL FINAL DE UNA HISTORIA
TE ENCONTRARÉ...Los años habían pasado ineludibles, y la chiquilla que en un principio había pisado el Sengoku, se había transformado en una mujer, una hermosa mujer que a pesar de su innata alegría, siempre parecía poseer un pequeño rescoldo de infinita tristeza en su interior.
Había querido entregársele, pero el hanyou se lo impidió...
-"¿Y que pasará si quedas preñada? –le dijo - ¿Qué será de él... de nosotros?"
Desistió. Pero jamás olvidó el último beso que le diera, al pie del pozo de los huesos. Un beso que le supo a infinito y a sal...
- Lo peor –se dijo a sí misma – es que no has cumplido tu promesa, Inuyasha... no has venido a mí...
Cruzaba a paso lento el sendero empedrado que daba al edificio donde estudiaba. El campus universitario era enorme. No era extraño que muchos pasaran por esa Institución sin conocerse jamás.
Entró con el mismo paso desganado, para encontrarse una tremenda algarabía entre las demás chicas de su grupo... reían y gritaban mientras agitaban algo en el aire...
-¡Ven Ahome! –le llamó Eriko, ahora una gran amiga - ¡Hay novedades! ¡Buenísimas novedades!
-¿Qué ocurre? –Ahome se acomodó en una orilla del agitado grupito - ¿A qué viene todo este escándalo? ¡Suéltenlo ya!
- Pues nada... que acaban de ingresar un par de hermanos que están para chuparse los dedos... –contestó Ayumi – y lo mejor de todo... ¡Uno de ellos estará en nuestro salón!
-¿Tanto alboroto por un par de hombres? – La muchacha entornó los ojos - ¿Así o más desesperadas?... Por piedad... cómprense un muñeco inflable, y ocúpense en algo!
- ja, Ja, Ja , Muy graciosita – Moeka, una hermosísima aspirante a modelo le reñía - ¿Con eso te entretienes tú? Por que no te conocemos ningún novio aún...
-Es que Ahome estuvo muy enamorada una ocasión... –respondió una nada atinada Ayumi – pero la relación tuvo que terminar... ¿Se fue del país, verdad Ahome?
- Si, Ayumi Querida... se fue del país – de nuevo ese destello de profunda oscuridad en sus ojos castaños – se tuvo que ir...
- Pues que bueno que lo cuentas –otra de las chicas hablaba, pero Ahome ya no ponía atención – por que empezaba a preocuparme...
Ella ya estaba acomodada en su butaca, como siempre abandonada a los recuerdos...
-Señorita Higurashi –la voz de la maestra la sacó de sus ensoñaciones - ¿Me haría el favor de ir a la dirección a solicitar nuevamente el proyector? Parece que otra vez olvidaron mi solicitud...
-Por supuesto –y se levantó para salir – en un momento regreso...
Antes de que pudiera dar un paso fuera del salón, la puerta se abrió justo ante ella, chocando directamente de frente con un cuerpo bastante alto, y como pudo comprobar después, sumamente fuerte...
Una larga cabellera negra le cubrió la cara, metiéndose en su boca, mientras unos brazos la sostenían apenas a tiempo de evitar que se fuera de espaldas.
La voz que preguntó ligeramente angustiada por su estado, casi le detiene el corazón...
- ¿Te encuentras bien? – el joven seguía asiéndola por la cintura, apretándola contra él - ¿Te hice daño?
- Estoy bien –respondió ella, sin levantar la vista, temerosa de que la imaginación le estuviera jugando una mala pasada – perdona, fue mi culpa solamente...
-Claro que no! –respondió el hombre- fue culpa mía... debí tocar antes de entrar así...
-Eso te pasa, Samui, por ser tan imbécil – La profunda voz que llegó de detrás del desconocido, terminó por casi causarle un desmayo a la chica - ¿Le ha hecho daño, señorita? No lo dudaría ni por un momento...
-Callate Hikari... desaparece... ¿Tu no eres del último año?... no tienes nada que hacer aquí...
- Estúpido pedazo de humano – el llamado Hikari emanaba una fuerte aura de divertida molestia- ¿Quién te crees?... además..
-Desaparece... – El primer joven seguía bastante agresivo – engreído patológico...
-¿No notas algo?... es algo importante – Y el mayor calló, ante lo que la chica sintió el peso de un par de fuertes miradas – no has liberado a la joven...
La soltó con un ademán de disculpa, llevándose el índice a la nariz, y sonriendo como niño...
Se miraron...
Por fin se miraron...
-¿Tú? – el joven, parecía terriblemente asustado -¿Tú?
-¿Es ella? – La voz del segundo hombre había perdido toda agresividad - ¿Es ella hermano?
-Hikari... es... ella...
En el salón de clases, todo el grupo pudo sentir el momento exacto en el que el tiempo se detuvo... hasta la maestra contuvo el aliento, en espera de un desenlace dramático...
Ahome perdió finalmente el conocimiento. Su corazón simplemente no podía soportar todos los sentimientos que le ahogaban... hubiera querido gritar, pero la voz nunca salió de su garganta... garganta que se esforzaba por jalar al menos un poco de aire que le sustentara con vida...
Despertó en su casa, recostada en su cama, guardada por las ansiosas manos de su madre, y su ahora adolescente hermano. Souta había recibido en la puerta a los recién llegados, mientras uno de ellos, llevaba en brazos a su hermana.
El también estuvo tentado a gritar o desmayarse, pero se contuvo valientemente, ya que era el hombre de la familia. Mientras el susto pasaba, ambos hombres permanecían en el templo...
Uno de ellos, el que decía llamarse Samui, rezaba silenciosamente, arrodillado ante el altar, aparentemente en un estado de profunda consternación.
El mayor, oteaba de cuando en cuando en dirección a la casa, en busca de alguna señal que les indicara que la causante de todo ese tremendo alboroto había vuelto en sí.
No fue necesaria tal señal.
La mujer se encontraba de pie en los patios del templo, observándolos con los ojos arrasados en lágrimas. Samui fue incapaz de acercarse a ella, mientras ella parecía unida al concreto.
Hikari decidió dar el primer paso...
-¿Ya te encuentras mejor? – comenzó a tutearla sin darse cuenta – Nos asustaste bastante...
Ahome lo miró, por primera vez, de pies a cabeza...
Era alto y musculoso, vestía muy sobrio, y llevaba un jersey azul encima de una camisa gris claro. Su rostro era la copia misma de otro que antes tuviera oportunidad de ver... el rostro de un poderoso Taiyoukai de la antigüedad... Los largos cabellos iban sueltos en su espalda, negros y relucientes... pero había un pequeño detalle...
Sus ojos tenían un color fuera de lo común.
Eran de un tono miel muy curioso. De hecho, ella no conocía a nadie que tuviera ojos así.
Mentira...
Alguna vez conoció a un par de hombres con ojos de un color similar...
-¿Me escuchas? –el hombre comenzaba desesperarse – creo que será mejor que nos vayamos... sería bueno que ambos descansaran...
-Sí por favor – al fin contestó ella – otra ocasión... será.
Y el hombre se acercó a joven aún arrodillado, y, tomándolo de los hombros lo jaló para obligarlo a incorporarse. Pasando un brazo por sus hombros, le guió hacia la escalinata, donde al fin se perdieron de vista.
Ahome no sabía si reír o llorar. Decidió que era mejor esperar hasta mañana, para encontrarse con su pequeño inconveniente, y encararlo.
Solo así sabría hasta donde llegaba el asunto.
Al día siguiente, TODA la universidad, incluyendo las áreas de Física Atómica, y Farmacología, que para ser honestos, casi estaban radicando en otro país, de tan lejos, estaba enterada del sumamente extraño suceso del grupo de Arqueología e Historia...
Así que todo el mundo acechaba por la llegada de Ahome y el chico nuevo...
Primero llegaron los muchachos...
El mayor no dejaba de mirar al menor, mientras parecían discutir acaloradamente sobre algo... sus ojos parecían relampaguear a la luz del sol.
Y sin previo aviso, comenzaron a pelear. Necesitaban algún descargo, aunque fuera descaradamente físico...
De otro modo, la testosterona terminaría por provocarles una embolia...
Así los encontró Ahome, luchando... un salto, un rápido esquivar... cabellos al viento, y ojos furiosos...
¡Ah!... que buenos recuerdos le traía aquella imagen...
Nuevamente el tiempo se detuvo, en el preciso instante en que los ojos de un joven se clavaron en los de ella...
Ante un auditorio completamente interesado y silencioso, se miraron largamente...
-Eres tú –dijo al fin el muchacho – no hay duda... eres tú...
-¿Quién soy yo? –dijo ella, obviando la respuesta
-La chica que he soñado durante toda mi vida... –respondió él.
Un suspiro general cruzó por entre las filas de féminas, que consideraron todo eso sumamente romántico...
- ¿Sabes que? – dijo ella – Yo también te conozco...
- No sabes durante cuanto tiempo te he buscado... –giró completamente el cuerpo hacia ella – durante cuantos siglos he esperado a encontrarme contigo...
Un largo paso, y rápidamente se encontraba parado justo frente a ella, tan cerca que podía percibir el leve calor que despedía el esbelto cuerpo, y el suave perfume de sus cabellos oscuros...
La besó...
Sin mediar palabra, sin esperar respuesta... sin temor alguno, depositó el amor largamente guardado en un ligero contacto de labios...
El beso se prolongó, tornándose apasionado.
Otro suspiro, más profundo, y una serie de comentarios cursis cruzaron nuevamente entre la multitud observante.
Los ojos ambarinos de uno de los espectadores se tornaron dulces... al menos, poco a poco, las cosas tomaban un rumbo sin tantos rodeos...
Y ellos seguían besándose sin importarles nada...
Y un atronador aplauso resonó con fuerza, proveniente del emocionado auditorio.
- Exquisito... –suspiró él, aún pegado a su boca – mejor de lo que recordaba
-¿Qué? – susurró ella- ¿que cosa?
Por fin se separaron, indecisos. Se observaban a los ojos, buscando y encontrando todo aquello que tanto les había dolido...
- He soñado contigo, desde que era un niño – comenzó él – siempre te veía detenida ante un gran árbol... como si me esperaras. Me llamabas con otro nombre, pero de algún modo sabía que era yo...
-¿Recuerdas el nombre?
-No... pero si recuerdo que cada vez nos despedíamos con un beso... es el sabor de ese beso lo que me ha perseguido durante toda mi vida...
-A infinito y sal...
-¿Cómo lo sabes?
- No cuestiones al corazón... –respondió ella, sonriéndole – solo confía...
Ante estas últimas palabras, fue el corazón de Hikari el que se sacudió... ¿dónde había escuchado eso antes?...
Mas ella parecía completamente fuera de este mundo...
Lo escudriñaba lentamente, queriendo grabarse cada pequeño detalle del hombre que tenía frente a ella... alto, fuerte, de largos cabellos negros, pero más cortos que los de su hermano, sujetos en una coleta suelta en la nuca. Con unos jeans de mezclilla, y una camisa roja desabotonada, mostrando el bien formado pecho, era la viva estampa del sex-appeal. Y sus ojos color miel completaban un cuadro de por sí, perfecto...
- Ven conmigo... te presentaré a mi hermano – Samui se encaminó hacia el otro, rodeándola por la cintura - ¿Hermano?
-¿Feliz? – el hombre la tomó de la mano, y le sonrió de un modo muy peculiar - ¿Y sabes su nombre, hermanito?... ¿o me la vas a presentar como "la chica de tus sueños"?
- Te presento a mi futura esposa – respondió él, altanero – su nombre es...
- Ahome Higurashi, un placer... - se adelantó ella, contenta – y creo que también nosotros ya nos conocíamos...
-Sí, estoy de acuerdo... – algo en los ojos de su interlocutor cambió de repente – yo soy Hikari Matsumoto... veo que cumpliste tu palabra...
-Tú también... – contestó ella, reconociendo esa expresión – tu también cumpliste... Sessohumaru...
- ¿Qué has dicho? – el mas joven preguntaba, ya sin asombro alguno - ¿Como...?
- Nada... he querido decir Hikari... Es tiempo de empezar a conocernos de nuevo... lo que soñamos es solo eso... un sueño... – ella le sonrió con amor- desde este momento...
- No Ahome... es tiempo de Continuar lo interrumpido...
-Vamos, hermano tonto, nuestros padres querrán conocerla – dijo Hikari de pronto
- Antes debo ir a su casa – respondió el otro, con una mirada despreciativa al mayor
- ¿Y para que? – preguntó ella
-Iremos a pedir tu mano – Hikari contestó con la mayor naturalidad – para Samui...
- Ahora mismo... –Y Samui la apretaba contra sí – nos casaremos lo más pronto posible...
Para la familia Higurashi no fue ninguna sorpresa. De hecho lo esperaban desde el momento en que vieron ante sí a los jóvenes hermanos. Aceptaron con total alegría.
Para la familia Matsumoto fue solo un breve momento de asombro... y pasaron a la total felicidad.
La boda se celebró una semana después.
Como dama de honor, iba la joven hermana menor de los Matsumoto, una linda muchachita que inmediatamente prendó el corazón de Souta...
Se llamaba Lin.
Ahome vestía un hermoso kimono tradicional, luciendo completamente deslumbradora ante su apuesto prometido, enfundado en un traje también tradicional, increíblemente elegante.
La boda se efectuó en el Templo, siendo llevada por un buen sacerdote ya bastante anciano, pero feliz... el abuelo Higurashi...
En la enormemente concurrida recepción, todo mundo comentó acerca del enorme amor que el joven matrimonio transmitía...
Y antes de partir a su luna de miel, el novio fue llamado aparte por su hermano...
Se abrazaron con fuerza, se miraron con una sonrisa.
Y por un par de minutos, aquellas almas que habitaban escondidas en sus cuerpos, las almas de dos poderosos seres de antaño, dominaron los cuerpos de ambos...
- Te lo dije Sesshoumaru –Samui hablaba, ostentando una sonrisa altanera- ¿Recuerdas, la he encontrado...
- Así es, Inuyasha... ya era tiempo – Hikari portaba un rostro infinitamente indiferente, pero el brillo en sus ojos le delataba - podemos estar en paz...
-Agradezco que estés aquí hermano, -entonces el joven se sonrojó un poco - ¿Te acuerdas de nuestra despedida?
- Por supuesto –y el mayor sonrió, tranquilo – perfectamente...
- Siempre... siempre quise saber algo, hermano – el novio bajó la vista
-¿qué cosa? – buscaba su mirada
-¿A que te referías...? – titubeaba - ¿a qué te referías cuando decías que todo lo hacías por puro egoísmo?
- Ah! Eso... – en algún momento del tiempo y el espacio, Sesshoumaru había perdido todo prejuicio – me refería a que todo lo que hice por ti, y para ti, lo hice pensando en mí...
- ¿No entiendo?
- Te quería, idiota... me hacía feliz tenerte conmigo... no era que me interesaras tú – se contradijo en broma – me interesaba seguir feliz... Inuyasha... ¿o debo llamarte Samui?
- Ya veo... Sesshoumaru... Hikari...
- Dime
- Te quiero hermano... con toda mi alma... gracias por estar aquí...
-¿De qué? - pero Hikari-Sesshoumaru lo volvió a atrapar contra sí, desesperado – ya sabes lo que pienso...
Por fin, ambos espíritus podían dormir tranquilos en sus respectivos envases humanos. No había motivo para seguir despiertos...
Por unos segundos, a toda la concurrencia le pareció ver que los cabellos de ambos hombres cambiaban de color... a un tono plateado...
Solo fue un efecto óptico, se dijeron los menos enterados...
Fueron dos antiguos demonios, se dijeron los que sabían que pasaba...
Y ambos despertaron, enlazados en un abrazo apretadísimo, aventándose rápidamente, como si hubieran tocado algo repulsivo al mismo tiempo...
-¡Quítate idiota! –gritó el recién casado - ¿Te volviste loco?
-Estúpido pedazo de humano... –el mayor se sacudía con desprecio – ahora apesto a tu colonia barata...
-Te recuerdo que esa colonia fue un regalo tuyo – le espetó el joven - ¿entonces era corriente?
-Claro... ¿acaso creíste que gastaría una fortuna en tu miserable persona?
-Perfecto, Hikari... de todos modos no esperaba menos de ti... tu peste es abominable... ¿qué usas? ¿Esencia de perro envasada?...
- Aquí el único perro es otro... Samui hermanito... – susurró, sibilante, el mayor...
Se habían cumplido las promesas... renacieron juntos...
FIN
