Capítulo 9: El diario
Pasó apenas un día de la visita de Seto y las cosas volvieron a la normalidad para nuestros protagonistas, seguían entrenando, seguían platicando en las noches en el tejado y Ranma seguía pensando en cómo declararse a Akane y no morir en el intento, tiene bastante claro el peligro que representaría si los llegasen a ver tomados de la mano por la calle, ambos serían perseguidos por chusmas enardecidas toda la vida.
Por otro lado, Akane también es consciente de esto, aunque por diferente motivo. La pelea que tuvo con las demás prometidas y las heridas de Ranma al día siguiente le dejaron en claro que aún no es tiempo para formalizarse, no tendrían paz un solo día y ella aun no es lo suficientemente fuerte para enfrentarlas como se debe.
El mundo funciona al revés con ellos, cuando quieren privacidad no la tienen, y cuando prefieren calmarse y tomar algo de distancia pasa todo lo contrario. Después de su reencuentro con Seto pasaron una semana muy tranquila, como nunca en los casi dos años que tienen de conocerse, tanta paz sólo los vuelve más cercanos y menos conflictivos entre ellos.
La visita de su amigo de la infancia vino a removerle muchos de sus más antiguos recuerdos, una noche se puso a leer su viejo diario hasta altas horas, el sueño la venció y a la mañana siguiente por las prisas de ir a la escuela no se dió cuenta del lugar en que dejó su diario, había caído en el cesto de basura a lado de su cama.
Kasumi se encontraba haciendo el aseo de la casa como de costumbre y se dispuso a vaciar los cestos de basura de las habitaciones. Ella depositó el contenido, en su mayoría papeles, en una bolsa de una tienda de ropa íntima femenina, el teléfono sonó, era el doctor Tofu, se olvidó de sus ocupaciones y después de un rato un olor a quemado proveniente de la cocina la obligó a interrumpir la llamada, esa bolsa de tienda que contenía la basura y el diario fue vista abandonada junto al teléfono de la casa por un viejo maestro pervertido que no dudó en tomarla suponiendo que fuese una compra de dicha tienda y tampoco dudó en guardarla en su morral, ya que se disponía a realizar su actividad favorita y descubriría el contenido al final de su jornada junto al resto de su botín.
Unas horas después, en la preparatoria Furinkan, la clase 2-F estaba en plena sesión de deportes cuando Ranma se percata de que el maestro estaba saliendo del vestidor de chicas, se propuso seguirlo sigilosamente y esperó a que estuviera lo suficientemente distraído para atacar al viejo pervertido. Happosai subió a la copa de un árbol para apreciar su nueva adquisición y hacer espacio en su morral para continuar su colecta, abrió la mencionada bolsa y se decepcionó al ver sólo papeles, la arrojó al suelo y antes de que pudiera tomar una sola prenda un fuerte golpe de Ranma lo mandó a volar, éste desde lo alto del árbol llamó a unas de sus compañeras de clase y les hizo entrega del morral completo.
Al bajar sintió un objeto bajo sus pies, era un viejo diario, no se percató que había salido de la bolsa que traía el maestro así que se puso a hojearlo para ver si tenía dueño, no tenía nombre, tampoco fechas, la primera hoja parecía escrita por un niño de primaria, comienza narrando un entrenamiento de artes marciales lo cual llamó bastante su atención, sin darse cuenta continuó leyéndolo hoja tras hoja, las páginas escritas hablaban de sueños extraños con monstruos gigantes, de torneos de kendo, de una obra de teatro escolar, para este punto ya no le parecía que estuviera escribiendo un niño sino una niña, era desesperante porque en todo su contenido no había un solo nombre propio, los menciona como padre, madre, hermanas, etcétera.
Continuó su lectura en clase sin que nadie se diese cuenta, por alguna extraña razón no quería que lo descubrieran, conforme continuaba su lectura iba atando cabos y la historia se le hacía conocida, era una niña cuya madre había fallecido, sólo tiene hermanas, le gustan las artes marciales y todo le empezó a hacer sentido cuando lee que su mejor amigo se fue a vivir a la India. Inmediatamente cerró el diario y lo escondió entre sus ropas, no quería ni imaginar lo que Akane le haría si se entera que ha leído su diario por accidente.
Se encontraba en un grave problema y no sabía qué medida tomar, se moría de curiosidad de leer que es lo que ha escrito sobre él, podría hacerlo y dejar el diario en la habitación de ella y nadie se enteraría de nada, pero eso sería invadir aun más su privacidad, sería deshonesto y ventajoso de su parte y su conciencia, que cada día es más grande, lo torturará por el resto de su vida; o también, pensaba él, podría decirle la verdad y hacer más grande su lazo de confianza y mejorar su relación con ella y volverse más cercanos y… y… y lo más seguro es que eso no ocurriera y sólo consiguiera una soberana golpiza.
Todo esto ocurría en su cabeza de regreso a casa, decidió ir inmediatamente a la habitación de ella a dejar el diario una vez que entraran en la casa, pero ella se adelantó a hacer justo eso, subir a su habitación, no podía seguirla así que lo mejor sería esperar en la mesa y una vez que ella baje hacer lo planeado, sólo que no contó con que ella bajaría buscando a su hermana diciendo - Kasumi ¿De casualidad viste una pequeña libreta roja de pastas duras, así como un diario? - a lo que su querida hermana respondió - Oh oh, estaba en el cesto de basura, cómo lo vi muy viejo y desgastado supuse que tú lo habías tirado.
Un silencio sepulcral tensó el ambiente por unos segundos, el semblante de Akane se vio desencajado, pero ella era incapaz de enojarse con su hermana mayor y más cuando el error lo cometió ella misma. Kasumi notó la extraña reacción de su hermana pero antes de que pudiera decirle algo ella respondió.
-Oh, está bien, si lo iba a desechar, ya era muy viejo, sólo que pensé que había dejado alguna nota dentro- las hermanas se sonrieron mutuamente.
El chico que estaba siendo testigo de esta conversación se sintió aliviado, si ya no era importante para ella podría conservarlo o tirarlo él mismo, daba igual lo que hiciera, incluso podría seguir leyendo, pensaba en estas cosas cuando su prometida le dijo -Ranma, voy al dojo a empezar a calentar- él pensó que ya no habría más complicaciones y todo continuaría como ya es lo habitual.
Una vez iniciada la práctica de ese día, él veía como los movimientos de ella eran erráticos y la notaba distraída, no parecía estar concentrada y la guardia la tenía por los suelos -Sube la guardia- le dijo y no hubo cambio -Sube la guardia- repitió y el resultado fue el mismo. No se le ocurrió más que hacer ese movimiento que hizo hace mucho tiempo, cuando los dos casi se besan en el dojo, tras haber pactado aquel lejano encuentro con Mikado y Asuza. Ella estaba inmersa en sus pensamientos hasta que él ya la tenía en sus brazos y con su rostro a escasos centímetros del suyo. Quiso moverse pero la sorpresa la dejó estática.
-¿Qué te pasa, has estado muy distraída, pensé que querías entrenar en serio?- le dijo con tono preocupado y ella seguía sin moverse, pero ahora estaba muy sonrojada y se debatía entre moverse o seguir disfrutando del abrazo del chico. Él en cambio se ponía cada vez más nervioso, su intención era alterarla con su cercanía pero no lo logró, la veía ahí tan linda, indefensa y esos ojos de ella tan cálidos lo estaban desarmando, pero también le preocupaba que ella actuara así, era claro que algo le pasaba, así que tenía que hacerla hablar de algún modo.
-¡Ya dime que te está pasando, maldita sea!- decía al tiempo que la sujetaba por los hombros y la sacudía con brusquedad. -¡Ya basta!- ella puso su mano sobre la cara de él para que se detuviera. -Lo siento, creo que será mejor terminar la lección de hoy- Dicho esto se retiró del dojo, dejando a un pobre idiota sin saber qué hacer al respecto.
Era un bonito atardecer y ella estaba en el tejado, tal vez él subiría también, o tal vez no, quizás hablar sobre su diario le ayudaría a no sentirse tan mal.
-Sabía que estarías aquí ¿Ya me puedes decir qué es lo que te pasa?- Él tomó asiento a lado de ella, estaba muy nervioso, tal vez no era cierto lo que ella le dijo a Kasumi y de verdad estaba muy afectada por lo del diario, él lo traía en su bolsillo, si no tenía más remedio que dárselo lo hará, aunque el precio sea una de las furias más grandes de la chica. Ella dio un profundo suspiro antes de hablar.
-Después de que mamá murió me sentí muy sola, papá me empezó a entrenar y yo tomaba nota de mis entrenamientos en esa pequeña libreta que se fue a la basura… Ahí se fue todo, diez años de mi vida estaban ahí, de mis seis a mis dieciséis años. Sé que el pasado no cambia, mis recuerdos están en mi mente, pero uno mismo cambia su forma de pensar con el tiempo y es muy bello transportarte al pasado por medio de tus propias palabras… Ranma, perdón por arruinar el entrenamiento de hoy, estaba tratando asimilar lo que perdí, como anoche lo leí completo también trataba de hacer memoria de lo ahí escrito, pero, no me duelen tanto las palabras que perdí, sino que, ese diario… fue el último regalo que me hizo mi madre- Akane ya no pudo contenerse y se puso a llorar.
-Tómalo. Perdóname. Lo leí. Lo siento. Mátame si quieres, pero tómalo- Ranma extendió sus brazos sosteniendo el diario y agachando la cabeza, sabía que en cualquier momento lloverán los golpes, ella tomó su diario, pasaron unos segundos y nada, subió la mirada y no creyó ver lo que vió. Ella le sonreía y en un parpadeo ella lo abrazó -Gracias, gracias, gracias, muchas gracias- antes de que él pudiera corresponderle el abrazo, ella lo soltó, se puso a hojear su diario y de pronto le preguntó -¿Lo leíste todo?- él no podía inventar alguna respuesta, ese repentino abrazo lo había dejado sin defensas -Pues, este, yo, lo encontré tirado en el jardín de la escuela, quería ver si tenia nombre del dueño, por eso lo leí, como las primeras páginas tratan de artes marciales seguí leyendo y seguí y seguí hasta que todo me sonó muy familiar- soltaba la verdad en modo automático casi involuntario. -¿Y hasta dónde leíste?- esa pregunta inquisidora lo hizo tartamudear -Ha… ha… hasta que mencionas que tu amigo se fue a la India hasta esa parte me di cuenta de que era tu diario, perdón, lo siento mucho.- Ranma pensó que ahora sí le daría una tunda, nuevamente se equivocó. -Oh, vaya, leíste casi la mitad ¿Entonces no alcanzaste a leer lo que he escrito de ti, verdad?- el muchacho se quedó hecho piedra con esta afirmación, ella parecía muy contenta con su reacción - ¿Te gustaría leerlo? Te he dedicado muchas páginas- ella se lo entregó abierto con una mano y con la otra se cubría la boca, parecía algo nerviosa -lee desde aquí-
Él muy tembloroso empezó a leer:
"Parece que ahora tengo prometido y es maravillosamente idiota, idiota, idiota, idiota, idiota, idiota…"
-¡Qué!- fue el grito que dió él al ver página tras página que repetian "idiota" y ella ya no pudo contener la risa.
-He escrito la palabra "idiota" por cada vez que me haz hecho enojar, y como verás han sido tantas veces que me terminé el diario- decía ella entre risitas burlonas.
-Sólo una chica odiosa como tú se da la tarea de hacer un registro tan ridículo- dijo muy molesto regresandole su diario.
-¿Odiosa yo? ¡Tu eres el que me hace enojar mil quinientas veces al año!-
-Hasta tienes la estadística-
-Hasta tengo otro volumen de mi diario sólo con lo que va de segundo año de preparatoria y ya está por acabarse-
-Desquehacerada-
-Fastidioso-
Y así se rompió con toda la tensión dramática, aunque en realidad ellos sólo están estirando una liga que está a punto de reventar.
