Hola a todo el mundo. ¡He vuelto! ¡Sigo viva! (aunque tan lenta como una tortuga), En todo caso, y en primer lugar agradecer a todos aquellos que me habeis dejado review, comenzaré con eso…. Y después el nuevo capítulo, a ver que os parece. Si enrollarme más, hasta la próxima.
Trixi Black: Hola guapetona, ya estamos aquí de nuevo, espero que esta vez no resulte un capítulo corto jijij, intento, volver a mi ritmo de actualizar una vez por semana, ¡aquellos tiempos!... pero bueno, esta vez he tardado menos, y tengo ideillas para próximos cap, así que espero no tardarme demasiado. En fin hasta pronto, ya me dices que te parece el capítulo.
Ginny 84: Hola preciosa, y en primicia tenemos el último capítulo, que espero valga la espera, jajejijoju. Qué buena soy, y que divertida estoy ahora, aunque sin demasiada idea sobre que decirte, hem, gracias por el review, supongo que sería algo a esperar, que más… espero que te guste este capítulo, que poco original estoy, en fin, lkjsadñfjlkjfsdf, estoy machacando las teclas en busca de inspiración, pero ná, que te dejo con el capítulo, y no digo, escribo más incoherencias. Hasta pronto. Un beso. .
Idril Black: Hola guapetona, coincidimos en el msn, pero al final no te conté nada de la boda, jijijiji, bueno la próxima. Respecto a la pobre Claudia, uffff, me temo que no tiene muy buen aspecto y esto no parece mejorar pero ya veremos, intentaré no matarla demasiado pronto (es broma, espero no matarla) Bueno, el pobre Severus… en realidad no lo lleva tan mal dentro de lo que cabe, ya lo verás en este capi. En fin, ya me dices que te ha parecido. No se si me voy a pasar un poco con Claudia. Un besazo.
Ariadna Black: Hola chica. ¿qué tal estamos? Espero que bien, y preparada para un nuevo capítulo, jijij. Gracias por tu review, espero que también te guste este capítulo, ya me cuentas, ¿vale?. Un besazo. Me temo que estoy lenta actualizando, pero no te preocupes, terminaré este fic. Hasta pronto.
Miaka Black: Tus deseos son órdenes, aquí tenemos el siguiente capítulo, a ver que te parece. En fin, un besazo.
Angie-SBM: Hola, Me temo que Claudia no está… tan bien, pero al menos está viva. Quizás en el otro capítulo no fui demasiado clara, bastante fue que la chica sobreviviese, pero bueno para el mundo mágico eso de curar no debería ser tan complicado, o eso creo yo, así que bueno, no me lío más. Un beso.
Finalmente os dejo con el capítulo, espero que os guste.
Disclaimer: Estos personajes, excepto Andrea y sus hijos, no son míos sino de J. K. Rowling, Warner Bros y no sé quien más; no gano dinero con ellos así que no me demanden, por favor.
Tras el Velo
Elanor Black
Capítulo 28: Capturada por Mcgonagall
Claudia observaba silenciosa el techo de la habitación, mientras pensaba en lo que habría pasado durante todo el tiempo que había permanecido dormida.
-Realmente ha sido una suerte que hayas despertado hoy, veras lo contentos que se ponen tus padres cuando lo sepan. De hecho los acababa de echar de aquí poco antes de que despertases. Tenía que cambiarte los vendajes. - La medimaga seguía charlando mientras lentamente y con sumo cuidado tras hacer levitar el cuerpo de la joven iba desprendiendo las vendas que cubrían sus brazos, hombros y gran parte de la cabeza, que antes, sólo dejaban ver los ojos y la boca.
Claudia se mantuvo en silencio mientras notaba cómo la mujer iba desprendiendo las vendas que cubrían su cara y comprendió que lo que había visto la vez anterior que había despertado, debieron ser vendas.
Temía la respuesta, pero necesitaba saber-¿Qué es lo que realmente me pasa?
La medimaga guardó silencio unos instantes mientras meditaba –verás, durante el ataque, sufriste heridas masivas, heridas que en otras circunstancias habría supuesto la muerte instantánea, pero que gracias al sortilegio de protección del profesor Dumbledore, acarrearon una suspensión de tu vida, en realidad es como si justo en el instante final, se hubiese detenido el tiempo, lo que nos dio la oportunidad de poder regenerar tejidos y órganos vitales que habían sido dañados. Pudimos restablecer tus constantes antes de deshacer el estado de suspensión vital, cosa que no podíamos retrasar más. A partir de ese momento tu estado era muy delicado y tu organismo, estaba saturado de todas las pociones que podías admitir de modo que hasta que no recuperases la conciencia por ti misma, no podíamos hacer realmente nada más, sin ponerte en peligro.
Claudia estaba un poco perpleja ante la explicación, ¿realmente había estado tan mal?- ¿pero, significa eso que estuve muerta?
-No cariño, claro que no, y aunque estuviste muy cerca de pasar ese umbral, no llegaste a atravesarlo, si no, no estarías aquí- contestó la mujer con una sonrisa.
-Pero si regenerasteis mis tejidos, ¿porqué estoy tan vendada?, ¿por que me duele hasta pestañear? Ni siquiera puedo mover un dedo-se quejó Claudia.
-Sólo podíamos regenerar una parte, como te he dicho eran pociones muy poderosas, sólo nos arriesgamos a reparar los órganos vitales, pero para el tejido muscular…, no era algo imprescindible. En todo caso no debes preocuparte, lo importante es que estás viva.
-Entonces, ¿cuando estaré bien del todo?- Preguntó Claudia esperanzada.
Ante la pregunta la sanadora hizo un alto que no paso desapercibido por la chica-Aún es pronto para saberlo, no debes impacientarte y solo debes descansar. Acabas de despertar.
Por primera vez Claudia sintió auténtico pánico, ¿qué le pasaba realmente? Aquella mujer le estaba dando largas.
A pesar del intenso dolor que aquello suponía, claudia no podía resistirse y movió lentamente el cuello para intentar ver sus brazos. La visión fue casi peor que el insoportable dolor que sentía. Aquella cosa nauseabunda no podía ser su brazo. Movió lentamente uno de sus dedos y una de aquellas pequeñas y viscosas extremidades se movió realmente. Lo que veía era una masa amorfa de carne sanguinolenta en la que se dejaban entrever parte de los huesos que antes constituían su brazo, su mano. Claudia cerró los ojos notando cómo las lágrimas le quemaban. Ya no quería ver más. Y su cara debía ser algo igual de horrible, era un monstruo, era una horrorosa criatura digna de la peor película de terror. Pero aquella enfermera la miraba sin el mas mínimo atisbo de nausea. Nausea que ahora claudia sentía por si misma.
-Soy un monstruo- dijo casi en un suspiro.
-No cariño, sólo te falta un poco de músculo y un poco de piel, pero no te preocupes, lo mas importante es que estás viva, deberías estar más que satisfecha- dijo la mujer en tono que no admitía réplica.
Aquella mujer parecía muy segura de lo que decía, pero claudia tenía serias dudas al respecto, ¿Por qué demonios no le daban alguna poción y santas pascuas? ¿Acaso no habría cura para aquello?
Desde luego sus heridas eran graves, no creía necesario preguntar algo tan obvio, ¿realmente podrían curarla? La chica empezaba a tener serias dudas al respecto. ¿Sería ya para siempre un monstruo cubierto de cicatrices? ¿Podría recuperar la movilidad?
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Harry observaba con apatía el periódico. En primera plana aparecía una gran fotografía en la que se veía a un hombre de aspecto fofo y expresión triste. Finalmente era la noticia que tanto había esperado, pero era algo que llegaba tarde. Demasiado tarde.
Pettigrew y los otros dos mortifagos habían sido juzgados y condenados. Con la aparición de Pettigrew se reabrió el caso por el que Sirius había sido enviado a Azkaban, y se había declarado la inocencia de su padrino. Se había limpiado su nombre, pero era demasiado tarde. Sirius ya no estaba. El hecho de que Sirius habría sido libre por fin ya no podía producirle ninguna satisfacción. En realidad le daba una sensación de amargura.
Sirius estaba muerto.
Durante el juicio a Pettigrew, Harry había sido llamado a declarar y allí en la sala mientras respondía a las preguntas que se le formulaban había observado al que una vez había sido amigo de sus padres y de su padrino y mientras miraba a aquel hombre que no era capaz de levantar la mirada, se dio cuenta de que en realidad no lo odiaba, ya no era capaz de sentir la rabia ni la desesperación que antes había sentido. Se sentía completamente vacío, exhausto.
Desde el día del ataque todo parecía formar parte de un sueño, de una pesadilla más y no se sentía con ganas ni fuerzas para despertar. Su tiempo ahora era consumido por las clases y los entrenamientos de quidditch.
El mismo día del ataque Dumbledore le había explicado que el no tenía culpa en todo lo ocurrido, pero era una pieza muy importante en la partida contra Voldemort, era la pieza clave, y Tom Riddle no pararía hasta eliminarlo, se sentía amenazado por él, pero eso no significaba que sin el, Riddle dejaría de matar o atacar al mundo mágico hasta ser dueño y señor y era por eso, que nunca podrían rendirse, no podían permitir el imperio del terror. Tras el mundo mágico, era probable que Voldemort también quisiese eliminar el mundo muggle. Estaban en una guerra y la rendición o la derrota tendrían consecuencias inimaginables, para los dos mundos. Pero todo aquel discurso parecía a años luz del universo en el que Harry ahora se sentía inmerso. La nada lo rodeaba y eran muy pocas las cosas que le hacían ver el espejismo de una salida.
El ver el cuerpo de sus compañeros, tirados por el suelo tras el ataque había sido la gota que había colmado el vaso.
Más tarde se supo que en realidad no había muerto nadie en el ataque a Hogsmeade gracias a un sortilegio de protección que el director había lanzado pero parecía no haber vuelta atrás para Harry que seguía lejos, muy lejos de la realidad.
La mayoría de los estudiantes estuvo de vuelta en un par de días y sólo quedaban tres jóvenes en san mungo, al parecer fuera de peligro. Uno de ellos era Claudia.
Roberto lo había pasado muy mal. Poco después de regresar al colegio, el día del ataque, se desmayó en la sala común y lo tuvieron que llevar a la enfermería. Aún seguía allí.
Brian era caso aparte. Al principio el chico parecía preocupado y deprimido, pero se recuperó súbitamente.
Harry sabía las circunstancias que unían al chico con Claudia, y comprendía su estado, pero el drástico cambio de actitud del chico lo sorprendió. Durante los almuerzos, comía a toda prisa y desaparecía. Un día, Harry se decidió a seguirlo.
El chico iba corriendo en dirección a las mazmorras, y desaparición en el laboratorio de Snape. Poco después Harry supo que Brian había sacado muy malas notas en las últimas prácticas de pociones, y Snape le había obligado a tomar clases extra, hasta ahí todo bien, pero al chico aquellas clases le estaban sentado muy bien, demasiado bien. Desde entonces se le notaba mucho más animado, y en realidad no parecía para nada disgustado, muy extraño... Pero Harry no quiso saber más de todo aquello y volvió a su estado de apatía, muy a pesar de los intentos por animarle de Ron y Hermione, que finalmente habían hecho las paces de nuevo.
Los días fueron pasando, el juicio, el veredicto, y aquella mañana frente al periódico Harry contemplaba apático la imagen de Pettigrew.
Ron y Hermione observaban a Harry preocupados, como siempre. No podían decir que no estudiase, de hecho trabajaba más que nunca y seguía con las practicas de quidditch, pero no era lo mismo, casi nunca sonreía, todo le daba igual. Una mañana, Malfoy estaba más imbécil que de costumbre, no habría dormido bien la noche anterior, el caso es que hizo uno de sus típicos comentarios sarcástico-jactancioso sobre la "ridícula" resistencia del mundo mágico ante Voldemort y la supremacía de los magos de sangre pura. Harry ni siquiera hizo amago de oírlo. Malfoy al darse cuenta de la apatía del chico de la cicatriz, aprovechó para insultarle, pero Harry pasó de largo sin siquiera mirar al rubio y Ron y Hermione no sabían que era peor si tener que aguantar al petulante de Malfoy que se había crecido al ver a su adversario derrotado o la deprimente actitud de Harry.
La puerta del comedor se abrió súbitamente y entró la profesora Snape que se dirigió con cara feliz hacia la mesa de los profesores.
Pasó desapercibida para la mayoría de los estudiantes, pero no para Ron y Hermione para los que supuso un gran cambio la alegre expresión de su profesora de DCAO, que desde el ataque se notaba que lo había pasado muy mal, no en vano había intervenido directamente en los hecho que acaecieron aquel desastroso día y en cierto modo debía sentirse responsable por lo ocurrido.
La profesora se sentó junto a su marido y le dio la mano. Él, la miró, se levantó y se fue tranquilamente, dejándola allí con una sonrisa más amplia si eso era posible.
Snape debía haber perdido la cabeza y obviamente su esposa también estaba loca, pensaba el pelirrojo, que miró a Hermione extrañado mientras Harry seguía perdido observando la fotografía de Pettigrew.
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El sábado por la tarde Harry y Ron estaban entrenando en el campo de quidditch para el partido que se jugaría al día siguiente, el primero de la temporada que enfrentaría a Gryffindor con Ravenclaw.
Hermione, mientras tanto leía un grueso libro sobre runas antiguas, sentada junto a la chimenea de la cuando la puerta de la sala común se abrió y por ella entro Roberto.
-¡Roberto! ¡Estás bien!-lo saludó Hermione muy contenta acercándose al chico.
-Yo también me alegro de volver-respondió Roberto sonriente, pero su sonrisa se desvaneció al sentir un golpe en la espalda, rápidamente se giró para encontrarse con un Brian muy enfadado que le lanzaba puñetazos a diestro y siniestro.
-¡idiota!, ¡idiota!, ¡idiota!, te odio-gritaba el chico, mientras intentaba golpearle.
Roberto sonrió al ver a su hermano pequeño tan enfadado y cogió sus puños, inmovilizándolo.-No creas que porque acabo de salir de la enfermería tienes alguna oportunidad contra mi.
Pero el pequeño seguía debatiéndose muy enfadado- me habéis dejado solo, sois unos idiotas.
Roberto sujetó con fuerza a Brian y sin que el pequeño pudiese evitarlo, lo abrazó, cosa que lo calmó por completo.
-Os eché de menos.-dijo Brian unos minutos después.
-Pero ves, ya estoy aquí, y que yo sepa no me fui a ninguna parte, además pudiste ir a verme.
-Siempre estabas dormido, no tenía ninguna gracia, además he estado ocupado- dijo el pequeño muy orgulloso separándose del chico de ojos oscuros.
-Algo me ha dicho de eso la profesora Snape. Clases adicionales de pociones, ¿no?
-Algo así…-concedió el chico sonriendo.
-Por cierto, no se si lo sabéis, pero Claudia también ha despertado-anunció Roberto con una sonrisa de oreja a oreja.
-¿Es eso cierto?-preguntó Hermione-no sabíamos nada
-Bueno, es que ha sido hoy mismo-repuso Roberto.
-¿entonces volverá pronto?-preguntó Brian excitado.
-Pues en realidad no lo sé, pero creo que aún no está recuperada del todo, o al menos eso me dio a entender la profesora. ¿Sabéis que es lo que le pasa realmente?-preguntó Roberto.
-Los profesores no nos dijeron nada concreto, sólo que Claudia, Justin y Marieta permanecían en coma y en San Mungo, pero la realidad de su estado no es una noticia que haya trascendido, tampoco los periódicos dijeron nada sobre ellos-explicó Hermione.
-Bueno, ¿Y que habéis hecho mientras yo estaba en la enfermería?-Preguntó Roberto.
-Roberto, Roberto, ¡mañana juego mi el primer partido de quidditch!, ¿y a que no sabes contra quién?- preguntó Brian entusiasta.
-¿Venga, contra quién vas a jugar?- preguntó Roberto.
-¡Pero intenta adivinarlo!-Se quejó el rubio.
-Humm, déjame pensar-
-¡Contra Chang!- exclamó Brian muy feliz sin dejar a su hermano contestar- Se va a enterar, todavía le tengo una guardada- dijo riendo pícaramente. Claudia se sentirá muy orgullosa de mí, ya verás, ya verás. Además me he documentado en la biblioteca.
-¿Tu en la biblioteca?, creo que mi ausencia te ha afectado mucho- dijo Roberto con duda.
-No, tonto, es que la capitana me regañó por no saber todas las reglas. Pero de todos modos encontré una maravilla que debería darse en las clases y no todo ese rollo que tenemos que estudiar en Historia de la Magia.
-Brian, la Historia también es importante- intentó convencerlo Roberto.
-Venga ya, no digas tonterías, tu estabas muy tranquilito en el hospital mientras yo tenía que aguantar esas horrorosas y aburridísimas clases. Bueno, volviendo al libro, Se titula "La biblia de los golpeadores" y es del super genio del quidditch Brutus Scrimgeour, según el cual el objetivo de cualquier golpeador que se precie de serlo, deber ser eliminar al golpeador, y yo desde luego pienso cumplirlo al pie de la letra-contestó Brian más que satisfecho.
-Seguro que cuando se entere Claudia, intenta escapar del hospital para presenciar tu espectáculo.
-¿Crees, que vendrá?- pregunto Brian ilusionado.
-Estoy seguro de que desearía estar aquí, pero no creo que se reponga tan rápido, según me dijo ma… digo, la profesora Snape aún falta un poco, pero creo que ella, el director y el jefe de la casa de Claudia iban esta misma tarde para saber algo más concreto.
-¡Te imaginas que mañana claudia estuviese aquí!
-La verdad es que estaría bien- contestó Roberto pensativo aunque en el fondo, presentía que su hermana aún no estaba bien-Cambiando de tema, ¿Dónde están Ron y Harry?
-Pues están entrenando para mañana, pero por su cuenta. Angelina no estaba muy satisfecha con Harry y ron se fue con el para acompañarle- Explicó la chica-Si quieres podemos ir a buscarlos, y así les das la sorpresa de tu recuperación y les contamos lo de Claudia.
-Claro- concedió Roberto, tengo ganas de respirar un poco de aire libre.
-Bueno, pues yo me tengo que ir, os veo después- se despidió Brian que salió corriendo y que al atravesar el retrato de la señora gorda, tiró a Ginny que en aquel momento entraba por el.
Brian siguió su carrera sin disculparse siquiera.
-Pero bueno, que le pasa a ese chico-se quejo la pelirroja, sorprendida mientras observaba sentada en el suelo, como desaparecía Brian al doblar la esquina.
Roberto se acercó a la chica y le tendió la mano para ayudarla a levantarse- No te lo tomes muy enserio, cuando se de cuenta de que ha tirado a su princesa al suelo no podrá creerlo.
-¿¡Roberto!?-exclamó sorprendida al ver al chico que la ayudaba a levantarse-Creía que estabas en la enfermería.
-Y lo estaba, pero no podía perderme el primer partido de la temporada-contestó él.
-Pues me alegro de verte de nuevo, intentaremos no defraudar a la afición-sonrió la chica.
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Harry sentía la fría brisa golpear su cara, ciertamente, el otoño se había teñido de invierno. Ron ya se había cansado, y lo miraba desde la grada envuelto en su capa. Debía estar pasando frío, y aunque Harry le había dicho que volviese a la sala común, el muy cabezota seguía empecinado en no despegar un ojo de él, y Harry lo sabía, pero necesitaba seguir volando, todavía no quería pisar de nuevo el suelo. A pesar del frío que empezaba a agarrotar los dedos que no cubrían los guantes, Harry aceleró su saeta de fuego dando vueltas en torno al campo de quidditch. Harry no sabía con certeza, cuanto tiempo estuvo volando así, pero cuando volvió su mirada hacia tierra, descubrió que Ron ya no estaba solo. Hermione parecía estar con él y también había alguien más. ¡No!, parecía ser el profesor Snape, ¿que demonios hacía allí? Pero al acercarse más Harry se dio cuenta de que no podía ser Snape, parecía más delgado y llevaba el uniforme de Gryffindor. ¡¡¡Roberto!!!
Harry finalmente aterrizó donde los chicos lo esperaba.
-Cielos, Harry, realmente puedes volar muy rápido con esa escoba, parecía perseguirte el mismo diablo- lo elogió Roberto.
-…Roberto…
-El mismo- contestó el chico de cabellos oscuros.
-Roberto…
-Ahora comprendo eso de entrenamientos adicionales, estás un poco lento- bromeó el chico de ojos oscuros.
Pero Harry no pareció reaccionar a la broma. Aún estaba sorprendido por ver al chico que creía en la enfermería.
-Me alegro de que ya estés bien- dijo Harry.
-Bueno, ya es un progreso- aprobó Roberto mirándolo- yo también me alegro de volver a verte.
-Sabes, Harry, Claudia también está mejor- anunció Ron, esperando ver alguna reacción en su amigo.
-¿También ha vuelto ya?- Pregunto Harry casi con miedo.
-No, aún no, pero Roberto nos ha dicho que al parecer ha despertado del coma.
-Sí, eso me dijo la profesora Snape- confirmó el aludido.
-Parece increíble que los dos os halláis despertado casi a la vez, después de tanto tiempo- comentó Harry.
-Sí que es una coincidencia- Confirmó Roberto un tanto forzado.
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Era tarde cuando Dumbledore, Andrea y Severus Snape atravesaron la puerta de entrada a Hogwarts. Todo estaba en silencio y los estudiantes ya debían dormir. Filch debía estar haciendo su ronda nocturna, el Hall de acceso estaba desierto.
-Mañana hablaremos de todo esto. Esta noche es mejor dormir. Ya verás mi pequeña, que con la luz del sol todo te parecerá distinto.- La voz de Dumbledore no había perdido su poder calmante, aunque Andrea dudaba mucho que el día cambiase nada.
-Hasta mañana abuelo- se despidió intentando forzar una sonrisa que realmente no pareció tal. Apoyándose en el brazo de su esposo se encaminó hacia las mazmorras. Nunca antes creyó haberlo necesitado tanto como ahora necesitaba aquel apoyo.
Dumbledore se quedó allí en el Hall observando como su pequeña se alejaba por el pasillo.
Al entrar en la habitación, Severus encendió la chimenea con un movimiento de varita, mientras su esposa se sentaba sobre la cama.
-Tú lo sabías. Sabías que esto ocurriría. Por eso estabas tan obsesionado con esa nueva poción, y yo que pensé que sólo querías pasar algo más de tiempo con Brian. ¿Por qué no me lo dijiste? Yo debía haberlo sabido.
-Qué hubieses ganado con saberlo, no era necesario complicar más las cosas mientras aún no sabíamos cuándo despertaría la pequeña. No tenía sentido preocuparte más.
-¡Que demonios estas diciendo! ¡Soy su madre! ¡Tenía derecho a saberlo!
Severus permaneció frente a ella sin saber qué contestarle. Nada de lo que dijese mitigaría su preocupación.
-¿Por qué demonios tiene que pasarle todo esto a Claudia? Yo podría haberlo evitado, si no los hubiese provocado, debimos atacar antes de dejarles hacer semejante maldición. Yo no fui capaz de proteger a los estudiantes aquel día.
-Hicisteis lo que pudisteis. Yo soy el que se quedó aquí en el colegio sin hacer nada.
-acabaré con ese maldito Voldemort. Lo juro.
-No debes jurar en vano querida. Parece ser que ese honor destinado a Potter, o al menos eso cree ese demonio.
-En ese caso haré que Potter sea la peor pesadilla que ese ser pueda imaginar. Ese chico deberá triunfar o todos los sacrificios serán en vano.
-Dumbledore ha enviado a Lupin a Alemania, en busca del más anciano y poderoso de todos. Todo saldrá bien.
-Eso no me consuela. ¿Sabes a lo que estamos condenando a nuestra hija?
-No tenemos otra opción, y cada día que pase se debilitará más, debemos hacerlo así, y será en la próxima luna llena. La poción ya está lista.
-Sólo falta una semana, ¿crees que Lupin podrá convencerlo para que venga?- preguntó Andrea.
Severus no contestó. Resultaba irónico pensar que la vida de su hija dependía de aquellos que durante tanto tiempo había odiado. Al menos Pettigrew había sido digno de su odio, aunque siempre pareció el más inofensivo. Potter, Black y Lupin fueron sus archienemigos en su época estudiantil. Eran los chicos perfectos, estúpidos, engreídos, se creían los todopoderosos, los protegidos de los profesores… Los que hicieron de su vida un infierno, ridiculizándolo y haciéndole blanco de sus estúpidas bromas. Cuánto los había odiado. Y cual había sido su fin. Dos estaban muertos y el tercero era un licántropo temido y odiado por la mayoría de la sociedad. La gente odia a lo que teme.
Y él, ¿que había sido de su vida? Cometió graves errores en su juventud, errores que le perseguirían durante toda su existencia y por los que ahora estaba pagando con creces. Nunca creyó merecer a su esposa, nunca hizo nada en su vida que lo hiciese digno de ella. Pero a pesar de todo, ella lo quería. Lo amaba. Ahora ella también pagaba sus pecados, porque los estaba pagando claudia, su hija estaría marcada para el resto de su vida. La hija era condenada por los pecados del padre. Nada podía hacer él para cambiar el destino de su pequeña. Caro era el precio que su hija tendría que pagar para seguir viviendo. Su poción atenuaría un poco los efectos, al menos en esas circunstancias ella mantendría viva su conciencia, pero no dejaría de ser aquello en lo que se convertiría. Y por encima de todo, debería la vida de su pequeña a aquel que quedaba de entre los que siempre había considerado sus enemigos, aquella deuda era mucho peor que la que adquirió con James Potter cuando éste lo salvó de ser atacado por el licántropo que era Lupin. Y de nuevo la rueda volvía a girar.
-Al menos contamos con la ayuda del abuelo-se consoló Andrea. -No sé que habría pasado realmente sin él. Su sortilegio salvó a Claudia, y gracias a él podemos contar con la ayuda y el apoyo de la orden, y de Remus Lupin que se ha ofrecido a ayudarnos. Sabes, cuando estuve por primera vez aquí, durante el intercambio lo conocí, al principio no le recordaba, realmente ha cambiado mucho en estos años, era amigo de Lily Evans, la que fue asignada como mi guía durante mi estancia aquí. Todo mi interés era conocer a Albus Dumbledore, que se suponía la llave para llegar a mi madre. Necesitaba saber porque no volvió a recogerme, cuando me dejó con papá. Qué era lo que había pasado. Y Albus Dumbledore era el único nombre que me conectaba de algún modo a ella.
-¿Y qué pasó cuando lo encontraste? esa parte de tu historia no me la habías contado.
-En realidad no fue tan fácil dar con él. En un principio imaginaba que él estaría en Londres, pero resultó que supuestamente pasaba casi todo el tiempo aquí, en Hogwarts. Era la época del resurgimiento de Voldemort, bueno, eso lo sabes tú mejor que yo.
Snape no contestó a eso, por supuesto que sabía de aquel resurgimiento, en aquella época el estaba en el bando del Señor Oscuro.
-El caso- continuó Andrea-es que no resultaba fácil ponerme en contacto con él. Incluso envié varias cartas pidiendo una cita para poder entrevistarme con él. Pero no recibía contestación. En una de ellas mencioné el que creía era el nombre de mi madre, pero no había modo de conseguir nada. Intenté que Lily me echase una mano, en calidad de antigua estudiante de Hogwarts quizás consiguiese que se recibiera a una estudiante extranjera, pero Lily no quiso saber nada del tema, creo que pensaba que yo era una estúpida fanática en busca de Dumbledore. En realidad no la culpo, supongo que durante los primeros días me excedí con el interrogatorio sobre el abuelo. Llegué a pensar que ella creía que yo era alguna especie de espía.
-Puedo creerlo, después de todo Evans acabó casada con Potter-comentó Snape sarcástico.
-El caso es que yo no estaba dispuesta a conformarme, no por nada había venido a este país que en principio me resultó tan gris. Con un clima tan desagradable.
-Claro, tu venias acostumbrada a los días de sol.
-Creo que es el sol una de las cosas que más echo de menos cuando estoy aquí.
-Pero a cambio me tienes a mí-Contestó el sentándose junto a ella.
-Sabes que te quiero, pero nunca diría que fueses mi sol- contestó ella bromeando- en realidad creo que el sol no va demasiado contigo.
-Por supuesto soy mucho más interesante y misterioso.
-te van más los cuentos de terror, o eso deben pensar tus estudiantes. Creo que te tienen auténtico pánico- contestó Andrea divertida.
-Tonterías, es mi autoridad. En todo caso prefiero eso a que estén todo el día revoloteando con estupideces a mi alrededor. Bueno, ¿y como conseguiste hablar con él?- preguntó Snape volviendo al tema de partida.
-Eso fue divertido. Un fin de semana fui a Hogsmeade y me compré un uniforme del colegio, pensaba colarme. Pero cuando entré en la tienda de túnicas y me preguntaron en qué casa estaba, no tenía ni idea de a qué demonios se refería la dependienta. ¿Casa? Le pregunté. Sí claro a ¿qué casa del colegio pertenece usted?, yo seguí perdida, pero observé las túnicas del colegio con los distintos colores y los escudos, así que sin llegar a contestar a la mujer le señalé una de las túnicas con los adornos en celeste. Ah, claro Ravenclaw, confirmó la mujer, yo simplemente asentí, y me llevé la túnica. Si habría otra vez la boca, seguro que metía la pata. Ahora que lo pienso tuve suerte de que aquel fin de semana había salida al pueblo, así que no destaqué mucho cuando me colé entre los estudiantes que salían del colegio. Sorprendida por lo fácil que había resultado, me adentré en los terrenos, en dirección a la entrada principal del castillo. La siguiente parte del plan era encontrar al profesor, no tenía ni idea de dónde podría estar, pero tenía claro que no debía encontrarme con los profesores, seguro que se daban cuenta de que yo no era alumna del colegio, No sé si esperaba encontrar un mapa de las instalaciones o algo así, pero de echo, no había ninguno, así que empecé a pasear por el castillo. Por poco me mato cuando al subir unas escaleras, estas empezaron a moverse de improviso. Pensé que aquello debía ser una alarma o algo así y que me había pillado, pero por suerte no era así, y en cuanto las escaleras se estabilizaron y conseguí bajarme me sentí muy aliviada. Pero el alivio me duró bastante poco, porque frente a mí, había una mujer, obviamente una profesora que me observaba lívida, era Mcgonagall. Aunque yo entonces no lo sabía, claro. Intenté actuar con naturalidad, y proseguí mi camino, como si nada hubiese pasado. Hasta la saludé diciendo buenas tardes, pero su contestación no fue lo que diríamos amistosa, y me lanzó un Petrificus totalis.-Pero de qué demonios te ríes.
-Es bueno, de todos los profesores con los que podías encontrar, creo que Mcgonagall era la peor elección, tras Andrew Locksmith, que era entonces jefe de la casa de Slytherin.- Comentó Snape muy divertido.
-Gracias, es un consuelo que me digas eso.-Contestó Andrea en tono sarcástico.
-Bueno, y que pasó entonces.
-Entonces, pues que me quitó mi varita, me ató y me levitó por medio colegio. Cada vez que la petrificación remitía, me lanzaba otra, de modo que ni siquiera pude decir ni pío. Estaba bastante furiosa. Y me miraba amenazadora. Debo decir, que hace veinte años, Minerva era bastante más enérgica que ahora, y me hablaba como si fuese una auténtica criminal. Me había colado en el colegio y todo eso, pero ella decía que acabaría el resto de mi existencia en Azkaban, que era patético que hubiese aparecido en el colegio de aquel modo y demás amenazas que parecía muy segura de cumplir. Realmente cada vez me sentía más asustada de que realmente fuese tan grave el colarme en el colegio. Quizás la normativa en Gran Bretaña era muy estricta. El único consuelo que me quedaba era que realmente parecía que al final lograría hablar con Dumbledore, si es que conseguía pronunciar una palabra. Empezaba a temer que me enviasen directamente a Azkaban sin darme la oportunidad a abrir la boca para intentar defenderme.
-Pequeña delincuente-comentó Snape- quizás cogiste a Mcgonagall en un mal día, o es que estás exagerando.
-En absoluto. Realmente estaba aterrorizada. Y lo peor de todo era que ni siquiera tenía mi medallón para apoyar de algún modo toda la historia de mi madre.
-Jeje, ese medallón lo tenía yo- se vanaglorió su esposo.
-Ya, pero yo no tenía ni idea, y no sabía si tardaría mucho en recuperarlo. De todos modos, sabía que lo reencontraría.
-La verdad es que resulta curioso el supuesto poder de ese medallón- comentó Severus.
-Nada de supuesto- defendió Andrea muy segura- Mis padres se conocieron gracias a él, y después supe que también tuvo que ver en la unión de mis abuelos. Y nuestro caso no es distinto. En tres situaciones documentadas las mujeres de mi familia encontraron a sus respectivas parejas gracias a él. El caso de Claudia no será distinto. Quién sabe, cuantas generaciones de mi familia lo han tenido.
-Con Claudia no funcionará. No entiendo por qué tuviste que contarle todas esas patrañas románticas. Mi hija no perderá ese trasto. Y ningún idiota se lo devolverá haciéndola creer que es el amor de su vida. Hice un sortilegio sobre el trasto para evitarlo.
-No habrás sido capaz- contestó Andrea enfadada.
-Por supuesto que sí-Contestó Severus muy satisfecho consigo mismo.
-Bah, no conseguirás nada. No creas que el medallón es un simple amuleto. Encierra más magia de la que tú crees. Y está más que protegido.
-Tonterías. Tu hija no perderá ese trasto, y fin de la historia. Volviendo a lo de antes, que pasó, porque a Azkaban no te mandaron, ¿no?
-Pues no- dijo aliviada Andrea- Resultó que camino al despacho del director nos cruzamos con Filtwick, que claro, se sorprendió al ver a Mcgonagall con una chica con el uniforme del colegio levitando tras ella. ¡Merlín!, exclamó al vernos. Un mortífago se ha colado en el colegio, sentenció ella, y a mí por poco me da un ataque al escucharla. Resultaba que directamente era una mortifaga. Cielos, todo se iba complicado cada vez más para mí. ¿Y qué hace esta mortifaga aquí? ¿y haciéndose pasar por estudiante?, le preguntó Flitwick a Mcgonagall. Esa es una larga historia, pero ahora mismo vamos a averiguarlo, después habrá que avisar al ministerio, sentenció la profesora. Yo a aquellas alturas prefería que me deportasen de vuelta a España, seguro que allí, por colarme en un colegio no me mandaban a Azkaban y me lamentaba por mi falta de previsión, empezaba a pensar que mi mayor deseo era entonces un libro sobre la legislación inglesa, como demonios podría defenderme si no podía hablar. ¡Yo no era una mortifaga!
-Habrías sido la mas hermosa de las mortífagas-comentó Snape en tono sensual mientras apartaba un mechón de pelo del rostro de su esposa.
-Eso no me habría consolado en aquella situación, querido.
-Y entonces…-la animó a continuar Severus.
-Pues nos encaminamos al despacho del director. Atravesamos una gárgola de piedra y antes de entrar en la habitación la profesora pasó para hablar con el director, dejándome a mí con Flitwick que me observaba en silencio.
Se acabó por esta vez, tendréis que esperar un poco para ver que pasa con Dumbledore o entender porqué Mcgonagall se tomó tan mal descubrir a una pequeña intrusa. Jijijij, incluso qué es lo que pasa con Claudia y Lupin.
En todo caso este capítulo es el más largo hasta la fecha, espero que eso compense la espera. .
Un saludo para tods.
Sed felices, intentaré subir el próximo antes de que termine el mes, pero por si acaso, Feliz navidad y que tengáis un estupendo año nuevo.
Chao.
