Hola a todo el mundo que se atreve a seguir leyendo este fic. .

Me alegra no haber tardado demasiado, y también informar que este capítulo es largo, bastante largo. Espero que os guste.

Como de costumbre, en primer lugar voy a contestar a los reviews del capítulo anterior. Muchísimas gracias a todos los que los dejasteis.

Ginny84: Efectivamente adivinaste: Claudia será licántropo, todo se complicará un poco más. Y el pobre Snape es un iluso si cree que se va a cargar todo el lío del medallón con un simple encantamiento. Jejej. Le dará algo cuando se entere que quién lo tiene. Jajejijoju. Lo del último capítulo se refería al último que había escrito hasta la fecha, aunque lo cierto que debería ir concluyendo, no sé si este fic se está alargando demasiado. En fin, me despido. Un besazo, y feliz año nuevo.

Trixi – Black: Estás perdonada, y es comprensible, a veces a mí también se me olvida un poco el argumento de los fics que leo. Don't worry. Espero que no te castiguen demasiado, y puedas saber como continua todo este enredo de historia. Obviamente lo de Snape y Andrea no fue amor a primera vista, aunque mi intención es que salga algo de todo lo que pasó con esos dos, el problema es que no quería enredar aun más este fic, o llegará a los cincuenta capítulos o.O En fin, me despido hasta el próximo. Un beso.

Idril Black: Hola primita querida. Aquí estamos de nuevo, Jijijij y sí, habrá un nuevo licántropo en el mundo, vease capítulo actual. El pobre Snape… ya leerás, ya. Bueno, esta es una de las cuestiones curiosas del medallón, aunque me temo que no es oro todo lo que reluce. Respecto a la pobre Andrea prisionera de McGonagall, fuf, que decir, fue divertido escribirlo, también hay algo de eso en este capítulo. Soy buenísima. En fin, que nos vemos pronto, no físicamente claro, me temo que estamos un poco lejos. Feliz año nuevo, hasta pronto. Un beso.

Barby-Black: Hooooola y bienvenida, siempre es un placer conocer a nuevos lectores, La vedad es que Sirius tiene que volver, eso es indiscutible, pobre canutillo. Yo lo rescataré, bueno, mis personajes o mejor dicho los de Rowling a mandato mío, ya verás. Jijij. Bueno, fuera rollos, me alegro de que te esté gustando este fic. Gracias. Y aquí te dejo, Feliz año nuevo. Un beso.

CaNaLla: Hola, simpático. Muchas gracias por tu review. Bueno, cada cosa a su tiempo, pero todo llegará, ¿no?jijiji hasta mis actualizaciones. Espero que este nuevo capítulo también te guste. Un beso enorme y feliz año nuevo. Chao.

Neko-Chan y Tenshi Lain: Hola, feliz navidad. Jijiji, bueno, esta vez tenía razón Neko-Chan, son mellizos están conectados, sólo eso, uf, tu instinto detectivesco… jajajajaj. Bueno, bueno, bueno, Claudia y Lupin ahora van a estar más unidos, obviamente eso no le va a gustar a papá Snape, pero en esta capítulo se verá porque. No seáis liosas, que me asustáis, lo último que le faltaba a Harry era estar celoso de Lupin, aunque ahora que lo pienso… jajajaja, no quiero desvariar más. Silencio a mi cabeza. Bueno. Espero que os guste este capi. Ya me contáis. Un beso y Feliz año nuevo.

ABM-AnGiE: Hola preciosa. Vivan la Navidad y las vacaciones ¿no? Bueno, en lo que respecta al fic, sí, Claudia licántropo. Jjajajajaj. Y Sí, Roberto y Claudia están conectados por ser gemelos, el pobre Roberto también se está llevando lo suyo. Compadezco a Snape cuando se entere de lo del amuleto, si es que se entera… jajajaja. En fin, me despido. Un besazo y feliz año nuevo. Hasta la próxima semana.

Bueno, os dejo con el capítulo, que espero os guste, en todo caso y como siempre, se agradecen comentarios, sugerencias, etc en forma de review o e-mail. Un beso a todos.

Disclaimer: Estos personajes, excepto Andrea y sus hijos, no son míos sino de J. K. Rowling, Warner Bros y no sé quien más; no gano dinero con ellos así que no me demanden, por favor.

Tras el Velo

Elanor Black

Capítulo 29: Llegan los licántropos.

Y entonces…-la animó a continuar Severus.

-Pues nos encaminamos al despacho del director. Atravesamos una gárgola de piedra y antes de entrar en la habitación la profesora pasó para hablar con el director, dejándome a mí con Flitwick que me observaba en silencio.

-Mientras esperaba a lo que tuviese que pasar noté que poco a poco el último Petrificus que me había lanzado McGonagall iba remitiendo poco a poco, podía mover los dedos de las manos. Realmente pensé en intentar huir, pero qué conseguiría con eso, no podría hablar con Dumbledore, incluso eran capaces de enviar a los aurores en mi captura, ni siquiera tenía muy claro, donde estaba la salida del laberinto que entonces me parecía el castillo, en todo caso la huida parecía una opción, quizás Dumbledore también querría enviarme a Azkaban.

-Y huiste… - Supuso Snape.

-No, no lo hice. Me quedé allí inmóvil esperando a que se abriese la puerta de una vez, cosa que no tardo mucho en ocurrir. McGonagall me condujo al interior del despacho. Al fondo estaba sentado Dumbledore tras un escritorio repleto de artefactos. Realmente si miras hoy su despacho no ha cambiado demasiado desde entonces. Recuerdo a todos los retratos que me observaban con gesto reprobatorio, si no enfadado. El director, era tal y como aparecía en los libros o en los periódicos excepto por la expresión menos benévola que la que estaba acostumbrada a ver en él. McGonagall se acercó a mí con un pequeño frasco relleno de un líquido incoloro. Intentó abrirme la boca, pero antes de que pudiese darme aquella sustancia sujeté su mano, cosa que la sorprendió, suponía que yo aún estaba petrificada. Creo que se llevó un susto de muerte.

Severus empezó a reír al imaginar la escena- No me digas que la atacaste-exclamó entre risas.

-No, no la ataqué.

-Que decepcionante-lamentó Snape.

-Pero que querías era yo sola contra tres magos mucho más poderosos que yo. No soy una suicida.

-Ya, pero habría sido memorable.

-memorable, memorable, a mi no me lo parecía en absoluto. En todo caso, le pregunté que demonios era aquella poción, Dumbledore fue el que contestó que era veritaserum. Bueno, al menos parecía que estaban dispuestos a oírme, y como no tenía nada que ocultar, yo misma me tomé el contenido del frasco. Cosa que también sorprendió a la profesora, supongo que no esperaba que una supuesta mortifaga fuese a colaborar en ningún sentido. La profesora me levitó hasta una silla frente al escritorio del director, donde las cuerdas se reordenaron de forma que no podía moverme de la misma. En todo caso yo no dejé de mirar al director, y él no quitó la vista de mí ni un solo instante. Después de lo que pareció una eternidad, el director se atrevió a formular la primera pregunta de lo que supuestamente sería mi interrogatorio.

-¿Cuál es su nombre?

-Andrea Márquez Lexter.

-¿Eres una mortífaga?

-¡Por supuesto que no!

Aquella respuesta sorprendió a Dumbledore, que parecía realmente seguro de que yo lo era.

-¿Por qué vienes aquí, con ese aspecto, entonces?-preguntó el.

La verdad es que no entendía demasiado la pregunta, no entendía por qué el uniforme era algo tan importante. Pero noté como la respuesta salía de mis labios.-elegí este uniforme para poder colarme en el colegio.-Aquella no era la respuesta que él esperaba oír, pero a pesar de ello, prosiguió.

-¿Para qué quería entrar en el colegio?

-Para hablar con usted. Usted no respondió a ninguna de las cartas que le mandé

De pronto El director pareció conectar alguna idea tras lo que dijo- Usted es la chica de la que me habló Lily.

-Sí.- confirmé yo muy contenta.

-Pero el hecho de que usted quisiera hablar conmigo no le da derecho a utilizar a mi esposa-contestó él, enfadado.

Severus por poco se cayó de la cama en la que estaba sentado-De que demonios estas hablando-preguntó impactado.

-Sí, yo también me quedé hecha polvo ante la idea de que Lily y él... en fin, que todo aquello no parecía tener ningún sentido.

-¿Lily es su esposa?-pregunté yo incrédula.

-¿Lily? ¿De que está usted hablando?-contestó él, más sorprendido.

-Bueno, usted acaba de decir…

-Yo no he dicho que Lily fuese mi esposa, por Merlín, podría ser mi nieta.

-Creo que no me entero de nada.

-Pues yo sí que no la entiendo, ¿Por qué ha venido aquí imitando a mi esposa?

-Yo no he venido aquí imitando a nadie, ni siquiera conozco a su esposa, es más, no sabía que estuviese casado-intenté defenderme.

-¡No mienta!- contestó muy enfadado.

-¡He tomado veritaserum, no puedo mentir!-grité yo, ya histérica.

-Típico de las mujeres, -intervino Severus-, si no se os hace caso, os ponéis hechas unas fieras.

-Sevi, Sevi, más vale que te comportes si no quieres dormir en el sofá-Amenazó Andrea.

-Eso es otra cosa que no entiendo, ¿Por qué tendría yo que dormir en el sofá? Si tú te enfadas, te vas tú al sofá.

Unos golpes interrumpieron la conversación. Alguien llamaba a la puerta de la habitación en un tono suave aunque insistente.

Andrea y Severus se miraron uno al otro sorprendidos por que alguien los buscase a una hora tan tardía, debía ser más de medianoche. Severus se acercó a la puerta y abrió, para encontrarse frente a Brian.

-¡Brian!, que estás haciendo levantado a estas horas y aquí en las mazmorras, sabes que si alguien te pilla quitarán puntos a tu casa. De hecho yo debería quitarte algunos puntos…

-Es que… no podía dormir, y necesitaba saber si…

Severus empujó a su hijo hacia dentro de la habitación no sin antes comprobar que no había nadie en el pasillo, tras lo cual cerró la puerta.

-Será mejor que hables ahora, el pasillo no es un lugar prudente- dijo Snape.

-Brian, mi niño, se puede saber qué haces levantado tan tarde.-Regañó Andrea en tono cariñoso mientras abrazaba al menor de sus hijos.

-Es que tenía que saberlo, ¿vendrá Clau a mi partido de mañana?-preguntó el chico esperanzado.

-No digas tonterías, Brian, tu hermana acaba de despertar del coma, tiene que recuperarse antes de poder salir del hospital-contestó Severus.

-¿Pero se lo dijisteis? ¿Le dijisteis que mañana jugaba el primer partido de la temporada contra la estúpida de Chang?-preguntó él.

-¡Brian!-le regañó su madre.

-Es que lo es-se justificó el pequeño- ¿o ya no te acuerdas de lo que le hizo a Claudia?

-Si, pero… bah, al diablo, machaca mañana a esa chica y haz que su equipo muerda el polvo- Lo animó finalmente su madre.

-Pero se discreto, hijo, que no se note demasiado-le aconsejó su padre.

-De todos modos, y aunque tu hermana no podrá estar, me dijo que te mandaba besos de su parte- dijo Andrea, que aprovechó para besar a su hijo en la cabeza.

-¡mamá!, ya no soy un niño pequeño- se quejó él apartándose.

-Has visto que gracioso nuestro pequeñín-comentó Andrea a Snape para desesperación de Brian.

-¡Ahhh, me voy!- dijo Brian furioso.

-Brian- lo llamó Severus antes de que el chico saliese de la habitación- buena suerte para mañana.

-No necesitaremos la suerte, papá, ganaremos de calle-sonrió el chico, tras lo que salió de la habitación dejando de nuevo a sus padres solos.

El ambiente había cambiado, todos los sucesos del día volvieron a sucederse en la mente de los dos profesores de Hogwarts.

-Creo que es mejor dormir, mañana será otro día-dijo Severus.

Andrea asintió.

………………………………………………………………………………..

Claudia observaba ensimismada el techo de la habitación, se sentía incapaz de cerrar los ojos. Después de tanto tiempo durmiendo, no sentía la necesidad de descansar y una y otra vez daba vueltas a lo mismo. Al parecer podrían curarla, podría recuperar la movilidad de sus brazos, pero a cambio dejaría de ser humana para convertirse en un licántropo. En un principio no podía creer que realmente la medimaga le estuviese hablando en serio, pero después se percató de que realmente estaba diciéndole que no había otra opción, era eso o exponerse a una cicatrización imposible, tendrían que amputarle los brazos y nunca tendría una movilidad adecuada del cuello, en definitiva, si optaba por seguir como estaba era probable que no sobreviviese demasiado, pues resultaba casi imposible la cicatrización en aquellas condiciones, no podían regenerar la masa muscular suficientemente. Y su cara estaba muy desfigurada. No debía moverse porque eso dañaba sus tejidos, no podía levantarse, no podría salir de allí si no era transformada.

Después entró Remus Lupin, que resultó, para su sorpresa, ser un licántropo, y le contó en parte como le había ido a él. Se notaba a leguas que la compadecía, y para sorpresa de Claudia no sólo le contó los aspectos más positivos de su vida como licántropo, que admitámoslo no eran demasiados, también le habló de la discriminación que tendría que soportar por parte de todos aquellos que conociesen su naturaleza, del desprecio o del odio del que sería blanco, y de la poca credibilidad que tendría para muchos, pero como contrapartida le hablo de gente que por encima de todo la ayudaría. Le habló de sus compañeros del colegio y del infinito apoyo que recibió de sus amigos. Le habló de la casa de los gritos y de su estancia en Hogwarts. Le habló de las dificultades que tendría para ser aceptada en general por la sociedad o para conseguir un empleo. Del dolor de las transformaciones y del estado de agotamiento que las precedía y con el que acababan. Le habló de la poción matalobos, que suavizaba un poco todo y de la responsabilidad que tendría para no herir o atacar a nadie.

El hecho de que fuese tan sincero con ella, lejos de desanimarla, la tranquilizó. Lupin le ofreció su apoyo y su consejo siempre que lo necesitase, cosa que en cierto modo emocionó a la chica. Para la mejor regeneración de los tejidos no sería Lupin el encargado de transformarla, necesitarían al licántropo más poderoso que pudiesen encontrar, que según sabía Lupin, vivía en Alemania, por lo que se ofreció para ir en su busca. Se marchó aquella misma tarde.

Su padre le explicó que había creado una poción que haría que a pesar de todo, mantuviese durante sus transformaciones en parte su conciencia humana. Nunca había sido utilizada, porque eran muy pocas las personas convertidas en licántropos de forma controlada y consciente. Tendría que empezar a tomarla tres días antes de la luna llena. Y finalmente se suponía que todo ocurriría el sábado siguiente, noche de plenilunio.

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Mientras, lejos muy lejos de allí, un chico soñaba.

Todo estaba oscuro, solo había un camino, empecé a recorrerlo, a lo lejos se veía a alguien. Me llamaba. Era su voz.

-Te esperé Harry, pero no me ayudaste. Ahora voy a morir. Pero yo no quiero morir, Harry, tienes que ayudarme, porque dejaste que todo ocurriese, ¿por qué no me salvaste? Harry, yo confié en ti. No quiero morir.

Corrí hacia ella y la alcancé. La abracé, intenté calmarla, tranquilizarla, convencerla de que nada de aquello tenía que ocurrir, pero ella seguía hablando.

-Si no te hubiese conocido, no tendría que morir ahora. No quiero morir Harry.

Yo la miraba, y ella lloraba. Su tono era cada vez más desesperado, más agónico, y yo me sentía incapaz de hacer nada.

-No tienes que morir- le dije-no puedes morir, por favor, no puedes dejarme así. Yo…

Y ella se desplomó entre mis brazos. Había muerto sin saber que la quería. Había muerto por mi culpa.

-¡No puedes dejarme!, yo te quiero, por favor, no me dejes. No te vayas. Te quiero!. Pero aquellas palabras no sirvieron para resucitarla…

Harry abrió los ojos, el sol entraba a raudales por la ventana, parecía que sería un buen día, pero no para él. Tenía pesadillas todas las noches desde el ataque, cada noche era una victima distinta. Incluso Cedric Diggory había vuelto a aparecer en sus pesadillas, culpándole de su muerte. Harry pensó que quizás todo podía ser obra de Voldemort, y cada noche antes de dormir, practicaba sus ejercicios de oclumancia, pero nada resultaba efectivo. Harry sabía que no era nada externo, él era responsable de todo aquel dolor. Y ahora, incluso Claudia le culpaba.

Se oían pasos por la habitación, y la cortina de su cama se abrió. Ron apareció entre los pliegues con una radiante sonrisa.

-arriba dormilón, hoy es el gran día, comienza la liga de quidditch.

-¿No puede jugar alguien por mí?- preguntó Harry remolón.

-No digas estupideces Harry, te necesitamos en el equipo, venga, arriba- dijo Ron levantando las mantas que cubrían a su amigo.

-¡Ron! Hace frío sin las mantas-se quejó Harry intentando volver a taparse.

Pero Ron tenía bien sujetas las sábanas y la colcha de forma que Harry no podía volver a taparse.

-Cría cuervos…-se quejó Harry amargamente mientras salía de la cama.

-Eso es, arriba flojo- aprobó Ron, mientras sonreía intentando aguantar la risa.

Cuando Harry se dirigió hacia su baúl pudo comprobar que todos los demás chicos de la habitación lo miraban sonriendo, incluido Roberto. Finalmente fue Dean Thomas el que soltó la primera carcajada, a la que se unieron todos los demás.

Harry estaba perplejo y no entendía de qué se reían todos.

-Oye que es lo que pasa. Contadme el chiste para que me ría yo también ¿no?-preguntó de mal humor.

Las carcajadas aumentaron de volumen.

-No me dejes, te quiero- dijo Ron en tono meloso. Todos se rieron aún más.

Instantáneamente, Harry sintió cómo ardían sus mejillas, debía haber hablado en sueños, pensó.

-Iros por ahí a tomar viento-gruñó Harry entrando en el servicio y dando un portazo.

Al otro lado de la puerta aún se oían las carcajadas.

-Harry, colega, no te enfades, sólo era una broma-se oía a Ron al otro lado de la puerta.

Para Harry, era una broma de muy mal gusto, pero no tenía sentido explicar el sueño que había tenido, no tenía sentido explicar que ver morir entre tus brazos a la persona que quieres, y que mueren por tu culpa no es un sueño especialmente divertido.

-chico estas fatal- le dijo el espejo mientras se miraba, tras lavarse la cara.

-Gracias-contestó él.

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-Buenos Días alumnos y alumnas, profesores y profesoras. Hoy nos disponemos por fin a presenciar el primer partido de la temporada que enfrentará a los equipos de Quidditch de las casas de Ravenclaw y Gryffindor. Los equipos presentan algunas modificaciones respecto al curso anterior. En la casa de Ravenclaw Stebbins, anterior cazador, ha sido sustituido por Daniel Brown, mientras en Gryffindor, los puestos de los memorables gemelos Weasley han sido cubiertos por Brian Green y Ginny Weasley, ojalá brinden a Gryffindor un espectáculo tan fantástico como el de nuestros añorados compañeros, mientras Potter ha recuperado su anterior posición de buscador, que le fue arrebatada por el desagradable y asqueroso sapo-Umbridge.- terminó Lee Jordan ante la mirada reprobatoria de la profesora McGonagall.

Las gradas estaban abarrotadas de los estudiantes, que animados esperaban el comienzo del partido. Roberto Observó sorprendido entre las gradas de Hufflepuff, varias pancartas de apoyo a Gryffindor, sujetadas por chicas que coreaban el nombre de Brian. Desde las gradas de Slytherin el ambiente era mucho más relajado, y no parecían animar a ninguno de los dos equipos, parecían cantar algo sobre Weasley y un rey, aunque parecían en tono de burla.

El griterío fue en aumento, hasta que finalmente los jugadores de ambos equipos salieron al campo, empezando a dar vueltas en torno al estadio.

Brian, para deleite de las Hufflepuff, se acercó a las gradas y agradeció el apoyo que le brindaban.

La Señora Hooch, se situó en el centró del campo y soltó las bolas, dando comienzo al partido. La snitch, tan sólo fue visible durante unos instantes, después, desapareció.

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-No puedo creer que hayamos perdido-se lamentó Brian al entrar en la sala común y dejarse caer en uno de los sillones frente a la chimenea-como voy a decirle a Claudia que hemos dejado que la estúpida de Chang atrapase la snitch.

Ron se sentó junto al chico desmoralizado.

-Tenéis que animaros un poco chicos, ha sido mala suerte que hayan atrapado la snitch. A pesar de todo lo habéis hecho muy bien-intentó animarles Roberto- Ron sólo ha recibido tres goles, y tú Brian casi la tiras de la escoba, y seguro que ese ojo morado le dura un par de días a la buscadora de Ravenclaw.

-Un marcador de 180 a 160 no es tan desfavorable, ¿no?- intentó consolar Ginny.

-Pero si no hubiese dejado que me marcasen habríamos ganado-se lamentó Ron.

-La verdad es que sólo tres goles en más de dos horas de partido es una marca fantástica- dijo Ginny.

-Tan fantástica que no sirve para nada- Concluyó Ron con amargura.

-Ron-Llamó Angelina, que acababa de llegar a la sala común, al pelirrojo-Necesito hablar contigo.

Ron no supo como tomarse eso de que la capitana del equipo quisiese hablar con él, pero por la cara seria que traía la chica, no podía ser nada bueno. Resignado, y preparándose para lo peor, el joven Weasley se acercó al lugar en el que estaba la chica.

-Tienes que hablar con Harry, Ron. Esto no puede seguir así- declaró ella en tono serio.

-No puedes culparle a él por lo ocurrido. No siempre va a atrapar a la snitch- Defendió el pelirrojo a su amigo.

-No se trata de eso, Weasley.-Negó la chica-lo que me preocupa es que Harry acaba de decirme que cree que sería mejor sustituirle. No podemos perder a un jugador tan importante para nuestro equipo. Tú le conoces mejor que nadie. Tienes que conseguir que reaccione. Está en horas bajas, cierto, pero no dudo que volverá a brillar en el campo. Espero que pronto, o seremos un caramelito para Slytherin.

-Ya-contestó pesaroso él. No sabía como decirle a Angelina que llevaba intentándolo desde hacía ya tiempo.

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Quemaba. A pesar de que su padre le había advertido de que aquello no sería una sensación agradable, nada de lo que le hubiese dicho la habría preparado para aquel maldito mejunje.

Notaba como el líquido transparente y templado, que sabía a rayos ardía al pasar a través de su garganta, y dolió aún más cuando en un acto reflejo intentó llevarse la mano al cuello, sin tener en cuenta que cualquier pequeño movimiento de brazos o cuello era terroríficamente doloroso. No pudo evitar retorcerse al sentir como aquella sustancia la abrasaba desde dentro. Todo empezó a dar vueltas, hasta que finalmente se desmayó.

Mientras, a unos kilómetros de distancia de donde Claudia se encontraba, Roberto apretaba los puños intentado no gritar por el dolor que sentía en su garganta y empezó a toser ruidosamente.

-Señor Aragón, ¿se encuentra usted bien?-Preguntó la profesora McGonagall, al notar la extraña tos y la palidez del estudiante.

Súbitamente, igual que había venido, el dolor desapareció, y el chico fue capaz de contestar-No es nada profesora.

Pero Hermione extrañada, observó la pluma que su compañero soltó sobre la mesa: estaba, partida en dos y completamente estrujada.

Aquel dolor que Roberto había sentido, no fue nada comparado con el que sintió los días sucesivos, que fueron más intensos si eso era posible, y más largos. El viernes, mientras intentaba no gritar, no se dio cuenta de los extraños movimientos que hacía, y sin saber como, se cayó de la silla. Al caer, tiró los pergaminos y los botes de tinta que tenía sobre el pupitre, Los estudiantes lo rodearon mientras observaba como el chico se convulsionaba en el suelo, hasta que el profesor Flitwick, que daba aquella clase consiguió inmovilizarlo y lo llevó a la enfermería.

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Eran casi las cinco de la tarde del Sábado, noche de plenilunio. Albus Dumbledore estaba cómodamente sentado en uno de los sillones de la habitación, mientras sujetaba cariñosamente la mano de su nieta que observaba con intensidad a su hija que dormía en la cama próxima.

Las pisadas de Severus Snape eran claramente audibles mientras daba la enésima vuelta alrededor de la pequeña mesita que estaba situada en el centro de la habitación.

-Ya deberían estar aquí, debí suponer esto. Lupin…-Severus Snape murmuraba entre dientes.

-Lupin vendrá-lo cortó su esposa menos convencida que cinco minutos antes.

-Ya…-contestó su esposo lacónico.

-Vendrán. Es un largo camino el que han tenido que recorrer, y no son magos, han utilizado medios muggles. Hagrid, ha ido a buscarlos hasta el pueblo muggle más próximo. El los ayudará.

-¿Mamá…?-la débil voz de Claudia interrumpió la conversación.

Andrea se levantó y se acercó a la cama en la que estaba recostada su hija.

-¿Te has despertado ya, dormilona?-dijo en tono suave.

-¿Dónde estamos?-preguntó en un susurro casi inaudible.

-Estamos de vuelta en Hogwarts, cariño. Esta es la cabaña de Hagrid, el profesor de cuidado de criaturas mágicas.

-me gustaría…

-¿Qué, que quieres?-preguntó solícito su padre.

-No, nada. Pensé en los chicos, pero no quiero que me vean. No quiero que me vea nadie. No así.

-No deberías preocuparte. Tus hermanos te aceptarán y te querrán siempre.-intervino Albus.

-Pero… seré un peligro para ellos. Me temerán. Yo podría dañarles.

-Cariño, la poción que has estado tomando evitará eso, a pesar de todo, serás consciente de lo que ocurra. Tu mente siempre será más fuerte que tu otra parte.

Claudia solo suspiró.

-¿Cuánto falta?-dijo con voz entrecortada.

-Poco preciosa. Pronto estarán aquí-contestó su madre.

-No quiero hacerlo. No quiero. No puedo. No quiero ser un monstruo mientras viva. Mamá lo he pensado mejor. No quiero ser un licántropo, no quiero que me corten los brazos- las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos- yo sólo quiero morir.

-Claudia, no voy a permitirte decir semejantes barbaridades. No volverás a decir eso. No lo pensarás. No voy a permitir que digas eso. Deberias avergonzarte. Sábes cuánto se han preocupado tus hermanos por ti. Roberto ha estado en la enfermería durante mucho tiempo, y no ha habído un solo día, un sólo momento en el que Brian haya dejado de pensar en ti. Y tú, tu prefieres rendirte, me avergüenzas- Sentenció su padre.

-Claudia, sabes que no hay otra opción. A mi tampoco me gusta esto-intentó suavizar su madre.

-No. No puedo, no quiero. No podéis hacerme esto.

-Estás asustada. Pero todo pasará, cariño.-intentó tranquilizarla Andrea.

-Inventaste ese veneno para convertirme en licántropo, ¿porqué no algo para curarme? ¿Por qué me hacéis esto? Esto es una pesadilla ¿verdad? todavía no me he despertado y nada de esto está pasando. Tú no eres mi padre. Él nunca permitiría que esto me pasase. Todo esto es una pesadilla- Cuando Claudia intentó mover la mano para pellizcarse, el intenso dolor la inmovilizó, cerrando con fuerza los ojos. Cuando los abrió de nuevo, las lágrimas no le dejaban ver con claridad.

-Sabes que no hay otra opción. Si la hubiese, no haríamos esto, cariño-intentó tranquilizarla su madre.

-pero…

Unos golpes en la puerta sobresaltaron a Claudia. Después oyó como la puerta se abría crujiendo.

-Ya estamos aquí profesor- la voz de Hagrid era claramente reconocible.

Dumbledore se acercó hacia la puerta de la cabaña desapareciendo del rango de visión de Claudia que mantenía la mirada fija en el tejo. Asustada.

Unos instantes después, Albus volvió.

-Debemos irnos ya. Antes de que sea más tarde. No te preocupes pequeña. Todo saldrá bien. El profesor Lupin estará contigo en todo momento. Te llevarán a la zona más interna del bosque para que no os molesten. Mañana irán a por vosotros- le explicó el director.

-Hasta mañana, mi niña-se despidió su madre.

-¿no venís conmigo?-preguntó Claudia asustada.

-No puede ser pequeña- pero te veremos mañana.

Claudia miró indecisa hacia su padre, pero este estaba de espaldas a ella.

Antes de salir de la cabaña, el profesor Dumbledore hizo un leve movimiento de varita que la hizo invisible para posibles ojos curiosos.

-Cuando sea innecesario se deshará-le explicó Dumbledore a Hagrid refiriéndose a la invisibilidad de la chica. Levitó el cuerpo de Claudia hasta el interior de uno de los dos carruajes que había frente a la cabaña.

Cuando Claudia observó el lugar en el que se encontraba, descubrió con sorpresa que no solo Lupin estaba allí. Junto a él Había una mujer que la observaba con curiosidad. Su mirada era amable, de color miel y su pelo tan rubio que parecía blanco. En el banco frente a ellos se sentaba una chica que parecía ser de su edad, o quizás algo mayor que ella. Se parecía mucho a la mujer, aunque su pelo era algo más oscuro. A Claudia no le gustaba el modo en el que la miraba. La miraba con pena.

-Hola Claudia. Me alegro de haber llegado a tiempo. Estos son Marianne y Anna-dijo refiriéndose a los dos extraños.

-Hallo, wie geht es Ihnen?-preguntó la mujer.

-Lo siento-contestó Claudia -No hablo Alemán.

-Perdona- se excusó la mujer- mi no hablarr bien tu idioma. Yo intento. ¿Bien?

-Sí, claro-agradeció Claudia.

-Padre morir año pasado. Ahora yo jefa. Anna nunca viajar. Ella, mi hija. Ella y los demás acompañan a ti, para tú sentir mejor. Nosotros curar tus heridas. Nosotros ayudar ser más fuerte. Tú ser pronto nueva hija de manada. Nosotros felices, nueva familia.

Lentamente aquella mujer sencilla de acento extraño, hizo que poco a poco la chica se fuese tranquilizando. No parecía tan amenazadora en absoluto. En cierto modo, su mirada le decía mucho más que su tono o sus gestos.

-Ahora Anna hablar. Ella aprender tu idioma en colegio ella me enseña a mí. ella explica más.

Claudia miró a la chica esperando la continuación de la explicación.

-Yo, espero no hablar demasiado mal- comenzó -Lo que madre quiere decir es que el hecho de que sea nuestra manada la que te… te transforme hace que seas hija de nuestro clan, te hace miembro de hecho, lo que significa que siempre que lo necesites podras recurrir a nosotros del mismo modo que se espera tu ayuda para con el resto de la familia. ¿Quieres preguntar algo?

-Yo, no sé. No sé como es todo eso de la transformación. A ti, ¿te dolió?

-En realidad yo tampoco lo sé. Yo nací siendo licántropo, al igual que madre y que la mayoría de mi familia. Mi abuela, no lo era. El abuelo, la raptó y la convirtió pero yo no la recuerdo. Es una vieja historia familiar.

-A ella doler la transformación más. No control. Tú debes confiar. Debes relajar. Para yo transformar, debo morder a ti. Después tú huir. Escapar. Esperar dos… tres horas. Si tú curar tu saber- intervino Marianne

-Lupin nos dijo que tú eres maga. ¿Es verdad?- preguntó Anna intrigada.

-Sí, ¿vosotros no lo sois?

-No, nadie de nuestro grupo es mago. Yo ni siquiera sabía que existían de veras hasta que Lupin me lo mostró. Y ahora resulta que estoy viajando en un extrañísimo carruaje volador.

Antes de que Anna concluyese su frase, una fuerte sacudida, anunció que habían tomado tierra.

Lupin fue el primero en salir del carruaje, seguido por Anna y Marianne.

Después Lupin hizo levitar a Claudia hasta el interior de una jaula situada entre un par de árboles. Los barrotes eran muy gruesos y según Lupin tenían una protección mágica extra. Además, una vez cerrados sólo podrían abrirse desde el interior. Era obvio, que en el estado de Claudia, esta no podría huir demasiado y tampoco entraba dentro de los planes que esta fuese atacada por una manada de licántropos. La jaula la aislaría del exterior y la protegería. Claudia quedó sentada, un poco reclinada. Podría sacar y meter una pierna sin necesidad de mover la cabeza o los brazos, que era sus zonas más heridas.

-Volveré mañana. Hasta entonces- se despidió Hagrid.

Claudia miró en la dirección en la que se encontraba el semigigante para encontrarse con cuatro personas más: dos hombres y dos mujeres, que a su vez se acercaron a la jaula en la que ella estaba ya acomodada.

-Estos son Klaus, Lía, Hans y Emma. También son parte de la manada-Los presentó Anna.

Cada uno de los nombrados fue inclinando la cabeza al oír su nombre.

-Guten Tag, Frau Claudia-la saludaron.

-Hola-saludó Claudia tímidamente.

En contra de lo que hubiese esperado, no sólo habían venido Anna y Marianne, otro grupo de licántropos los habían acompañado. Parecían personas normales. Estaban hablando tranquilamente entre ellos, aunque Claudia no entendía nada de lo que decían.

-¿Cuántas personas hay en la manada?-preguntó Claudia interesada a Anna.

-En realidad somos un grupo bastante numeroso, alrededor de ciento cincuenta, Habitualmente vivimos en la ciudad, en Hamburgo, pero durante la fase de luna llena todos nos trasladamos al interior, al bosque, donde hacemos reuniones. Es estupendo. Incluso hemos construido una urbanización, compramos los terrenos que al estar perdidos en medio de las montañas fueron bastante baratos. El tío Christian es arquitecto y algunos también trabajan en la construcción, entre todos ayudamos a construir nuestro refugio para pasar los días de luna llena. Pero para la noche es mucho mejor el bosque, al aire libre. Una vez, olvidamos cerrar las puertas de una de las casas, y los más pequeños organizaron un pequeño desastre, tuvimos que comprar todos los muebles nuevos.

-Pero la gente…-se preguntó Claudia.

-Desde luego la gente no sabe nada de nosotros. Bueno, de nuestra otra vida. Obviamente normalmente vivimos en el mundo humano. Excepto los ancianos que prefieren quedarse en el bosque. De sobra sabemos que el secreto es nuestra única defensa. Los caminos a nuestro pequeño paraíso están bastante bien ocultos. No solo para los humanos. Después de la visita de Lupin, mamá me explicó que hace tiempo los magos también nos ayudaron a ocultarnos, de los humanos y de los magos mismos. Sólo otros clanes de licántropos amigos conocen nuestro pequeño paraíso. Nuestro grupo es el más antiguo. Todos los clanes están emparentados con el nuestro. Y mamá es la jefa de nuestro clan. Nunca imaginé que tendríamos una maga en nuestro grupo.

-¿Lupin también forma parte de vuestro clan?-preguntó Claudia observando al profesor que charlaba algo más alejado con Marianne.

-No. Supongo que será de algún clan inglés. Pero no es de nuestro grupo. Nunca antes le había visto.

-Anna, es ist spät.-lo llamó Marianne.

-Es la hora, tradujo la chica. La luna saldrá pronto- tras lo cual se acercó a donde estaban los demás, dejando a Claudia encerrada en la jaula con las piernas encogidas.

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Efectivamente ha llegado la hora de terminar este capítulo, jejeje.

Espero que os haya gustado. No se si parece que los licántropos son demasiado descafeinados, al menos me da esa impresión, intentaré hacer algo para solucionarlo, se aceptan sugerencias.

Espero que todos tengáis un estupendo año nuevo, mejor que el anterior, desde luego ;) . La idea es que siempre mejoren ¿no?

En fin. Sed buenos. Sed felices. Y haced felices a los que queréis. Un beso.

Chao.

PD: intentaré tener el próximo capítulo para regalo de reyes. Y ya sabeis, un review es algo que siempre anima a escribir más rápido (indirecta).