Hola a todos. Lo prometido es deuda, así que cumpliendo lo que os dije en el capítulo anterior, aquí tenéis, en primicia, en nuevo capítulo, que espero que os guste. Además tiene sorpresa incluida, de hecho no pensaba descubrir a uno de mis personajes por ahora, pero… en fin, no tenéis más que leer el capítulo.

En todo caso voy a contestar primero a los reviews, muchísimas gracias a todos.

CaNaLla: Bueno, se supone que los reviews tienen la finalidad de ayudar a los que escriben los fics a mejorarlos a través de crítica (preferentemente constructiva). Me dijiste que no te gustó el anterior capítulo, pero si no me dices por qué, no puedo saber cómo mejorarlos. Arggg, dime, qué es lo que no te gusta, o recibirás un ataque tipo licántropo (estoy afilando mis garras), jajajaja. En fin, espero que este capítulo te guste más, aunque si esperas que sea un capítulo muy optimista… pues no sé. Ya me contarás. Un beso. Hasta pronto.

Ginny 84: En el próximo capítulo, prometo que Claudia volverá a la circulación, y habrá reencuentro, si es que la chica sobrevive, claro, jajajaja. Respecto a Snape y las pociones, sí, de hecho, en el capítulo anterior, le dio a su pequeña, aquella poción tan asquerosa con esa finalidad, así que pase lo que pase, Claudia tendrá una calidad de vida mejor a la de Lupin, al menos en cuanto a su forma de licántropo. Este Harry… poco a poco se irá recuperando, en este capítulo veremos algo de eso, así que no me enrollo más, y me despido. Chao, y hasta el próximo capi. Besos.

Marla: Hola guapetona. Me temo que lo de que Claudia se libre está un poco complicado, y de que si Harry y ella consiguen estar juntos, conste que no me responsabilizo de lo que pueda hacer Snape, aunque no se verá en este capítulo. En fin, un besazo, y hasta prontito.

Trixi-Black: Eso quisiera ella, que llegase Harry y la rescatase, incluso con que la rescatase cualquiera, creo que se conformaría, ya veremos si llega la caballería al rescate. En todo caso, siiiiii, si que puedo, jajajaja. Bueno, un beso. Chaito.

Tenshi Lain: Hola preciosas, ¿cómo va eso? Tenias razón con lo de Andrea, todo es resultado de los parecidos familiares, jajajaja. Respecto a la conexión de los mellizos, más o menos ha sido siempre, digamos que se conocen mucho, y captan las situaciones más dolorosas o angustiosas de su hermano. Y bueno, el pobre Roberto, con todo esto de los ataques está empezando a coger fama de rarito en el colegio, creo que esto no lo reflejo demasiado en la historia, pero en todo caso, no es trascendental para la historia. Os dejo ya con el capítulo, espero que os guste. Un beso.

Skuld Potter: Hooola de nuevo. Ya estamos aquí, y esta vez no he tardado demasiado, ehhh. Bueno, te dejo con el capítulo, ya me dices que tal. Un beso.

Miaka Black: Hola guapetona. Me alegro de que te gustase el capítulo. La pobre Claudia no sale de una cuando ya está en otra, pero en todo caso, quizás eso de ser licántropo no esté taaaaan mal. En fin, hasta pronto. Un beso.

Idril Black: Hola mi niña, malditos virus, mi ordenador, también está últimamente para meterlo en la basura, pero que le vamos a hacer, paciencia. Tienes razón en lo de que Lupin puede ser una buena ayuda, pero el problema es que nuestro querido lobito, tiene muchos quehaceres con la orden y todo lo de Voldie, así que no creo que pueda visitar mucho a Claudia, y menos ahora que ella volverá al cole. En fin ya veremos que pasa. Harry… que te voy a decir, mira que dejarse ganar por la payasa de Chang… en fin, espero que espabile pronto, quizás Claudia pueda ayudarle en eso…jajajaja. Que te lo pases bien en esos trabajillo. Un beso.

Disclaimer: Estos personajes, excepto Andrea y sus hijos, no son míos sino de J. K. Rowling, Warner Bros y no sé quien más; no gano dinero con ellos así que no me demanden, por favor.

Tras el Velo

Elanor Black

Capítulo 30: Una identidad al descubierto.

La luna comenzaba a asomar entre las copas de los árboles que rodeaban el pequeño claro en el que se encontraban. Sería una noche clara. El cielo era claramente visible y las estrellas se veían especialmente hermosas gracias a la ausencia de nubes. Sería una noche fría.

Claudia no sabría describir lo que ocurría. Todos formaron un círculo y empezaron una especie de danza, diciendo por turnos palabras que ella no entendia, hasta que le llegó el turno a Lupin.

-Damos las gracias a nuestra madre Luna por su bendición y su amor a nosotros, sus hijos.

Después, una de las mujeres se salió del círculo, y se acercó hacia unos paquetes en los que Claudia no había reparado hasta entonces. Sacó unas especies de mantas, y se las fue pasando a los demás. Todos se las colocaron a modo de capas, y siguieron cantando y girando alegremente.

Una manta no le habría venido mal a la chica que estaba encerrada dentro de la jaula. La temperatura había disminuido sensiblemente desde la puesta de sol.

Súbitamente el baile se detuvo, y todos se agacharon bajo las cálidas pieles, inmóviles. En silencio. Un grito rompió la aparente calma. Era un grito de dolor, que poco a poco se fue mitigando, parecía provenir de Remus Lupin, pero bajo la manta que los cubría a todos era difícil asegurar quién era quien.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de la chica al imaginar que todas aquellas personas serían ahora licántropos. No podía encontrar una explicación plausible para entender cómo demonios había acabado ella allí.

Cómo era posible que la hubiesen empujado a aceptar aquello tan fácilmente. Como si pareciese sencillo decir, venga, hala, mordedme, mirad que pierna más tiernecilla. Pero antes quiero un poco de anestesia, que no vaya a doler demasiado. ¡Anestesia!. Mi reino por un poco de anestesia. O por mi varita. Aunque para que la quiero si ni siquiera puedo cogerla. Las clases de magia sin varita no habrían estado mal ahora. Aunque tampoco sé ningún hechizo anestesiante.

Admitámoslo, tengo miedo, soy una cobarde y estoy desvariando. Lo siento por papá, pero no hay más. Tu hija es una cobarde. Y no podré sacar la pierna. Ni hablar. Me niego. Cómo se supone que una persona en su sano juicio iba a dejarse morder por un licántropo. ¿Es que no han oído hablar del principio de supervivencia? Claro que en este caso se supone al contrario. Si me dejo morder vivo, Sin bocado muero. ¡¡Qué divertido!! ¡Vaya basura! Y yo aquí en medio del bosque "prohibido", muerta de frío, desvariando, y con media docena de licántropos, bueno, siete para ser exactos y, vamos mejorando, esperando turno para morderme. Supongo.

Las mantas comenzaron a moverse sinuosamente, y unas oscuras figuras se deslizaron bajo ellas.

Súbitamente una de ellas se abalanzó sobre las otras. Todos empezaron a atacarse unos a otros. Mordiscos, empellones, zarpazos, todo parecía permitido. En uno de los empellones, una de las figuras salió despedida en dirección a la jaula en la que ella se encontraba quedando sólo a unos pocos metros de Claudia.

Claudia no pudo evitar mirar aquel enorme ser, que ahora parecía reparar en su presencia gruñendo audiblemente. Desde luego no era un sonido similar al que les había oído mientras se atacaban entre ellos. ¡Estaban jugando! Toda aquella pelea no había sido más que un juego. Pero ahora, no era para nada un sonido amistoso. Claudia se encogió aún más en su prisión. El resto de la manada, se acercó a la jaula con curiosidad, inspeccionando los barrotes que encerraban a la chica. Uno de los licántropos intentó meter el hocico entre dos de los hierros, pero salió despedido dando un aullido de dolor. Uno de los licántropos pareció dirigirse hacia el lugar en el que había caído el herido, mientras los demás gruñían ahora más amenazadoramente.

-Si, si, vosotros gruñid, que yo no saco mi pierna de aquí ni loca.

Uno de los lobos, se acercó a la jaula con clara intención de empujarla, pero otro, de un extraño pelaje blanco, se interpuso entre la fiera y la jaula, haciéndole frenar en seco. Después el del pelaje blanco se volvió, observando a la chica directamente a los ojos. Aquel ser inmenso debía ser Marianne. Era obvio que ocupaba un puesto superior en la jerarquía del grupo que rodeaba la jaula, pero no sólo por su tamaño, había algo más. Contradictoriamente, su forma de mirarla hacía pensar a Claudia que aquel licántropo era el más salvaje y a la vez el más inteligente del grupo. Aquella mirada no era humana, ni se asemejaba, pero era, obviamente inteligente. Claudia dudó seriamente sobre el hecho de que realmente aquel ser la reconocía o sabía porqué estaba en aquel bosque, pero por encima de todo se sentía aterrada ante la idea de sacar una de sus piernas y dejarse atacar por aquellos seres.

Ahora lo recordaba nítidamente, Cuando estudió los hombres lobo, clasificados dentro del grupo de los seres más peligrosos (XXXXX), se decía que éstos, en su forma de licántropo, eran auténticas bestias asesinas, independientemente de lo normales que fuesen en su estado normal, considerándose la única criatura que se dedica a cazar humanos de forma activa, por ser estos sus presas preferidas (Animales fantásticos y donde encontrarlos, Newt Scamander).

El inmenso licántropo blanco, tras unos instantes, se volvió y se alejó de la jaula, seguido por los demás. En unos segundos, todos desaparecieron de la vista de claudia, que se quedó completamente sola en la jaula.

-Y ahora ¿qué? ¿Ya? Se han largado dejándome en este sitio, que en realidad no es tan horrible, la vista del cielo es hermosa. Hay muchísimas estrella esta noche. Pero hace mucho frío. Deberían haberme dejado una manta por lo menos.

Claudia mirón con anhelo en dirección al lugar en el que los licántropos se habían transformado. Un gran montón de mantas tiradas por el suelo. Y ella muerta de frío…

El silencio la rodeaba. ¡Vaya porquería de bosque, ni siquiera un Búho! Todo lo que Claudia podía hacer era contar estrellas.

Poco a poco el sueño se fue apoderando de ella, lentamente se fue relajando, sin darse cuenta de que sus piernas se estiraban, saliendo de la protección de su celda. Y cayó en brazos de Morfeo.

El despertar no fue tan apacible, un agudo dolor hizo a la chica gritar. Al abrir los ojos sólo pudo ver como un inmenso ser blanco mordía su pie derecho. Intentó desesperadamente zafarse de la gigantesca boca del depredador, pero lo único que conseguía era aumentar más el dolor. El licántropo no estaba dispuesto a dejar escapar a su presa. Con el pie que le quedaba libre, la chica comenzó a lanzar patadas desesperadamente contra la cabeza del licántropo que mantenía preso su otro pie. Pero el ser parecía no sentir las patadas, y la capacidad de maniobra de la chica era muy limitada, sobre todo teniendo en cuenta, que si la patada iba con suficiente fuerza, hacía que se moviese el resto de su cuerpo, haciendo que en realidad las patadas fuesen más dolorosas para ella misma que para el licántropo. Tan concentrada estaba en intentar librar su pierna presa, que no se percató de la proximidad del resto de la manada de forma que en una de las patadas, otro de los animales se abalanzó, sobre ella, o más concretamente de la pierna que dejaba al descubierto, libre de la protección de la celda.

Al sentir el nuevo mordisco, Claudia no pudo evitar chillar de dolor y de miedo, sintiéndose completamente impotente e indefensa.

Lo peor aún estaba por llegar, al notar como el nuevo atacante tiraba de ella hacia fuera de la jaula. El temor que había sentido hasta el momento no tenía comparación con el que ahora la atenazaba. Si aquellos seres conseguían sacarla de la jaula, acabarían con ella. No tenía duda de ello. Cómo iba a curarse, si había sido devorada por una manada de licántropos. Sintió una sacudida, que la arrastraba hacia fuera, cayendo del lugar sobre el que se hallaba reclinada.

-Por favor, no, por favor. Ya es suficiente, tenéis que dejarme por favor.

Claudia suplicaba por su vida a unos seres incapaces de entenderla, a unos seres que actuaban por instinto, y de los que en realidad no sabía más que lo que se daba en los libros de texto, pero sin una varita, sin nada con lo que defenderse y sola en medio del bosque, abandonada por todos a los que conocía. No podía entender quien demonios había sido el Séneca que había planificado todo aquel desvarío. Cómo pudieron pensar que una chica desarmada e indefensa, junto a una manada de licántropos podía llegar a buen puerto.

-Ahora sí que es el momento, si existe un príncipe que debe venir a salvarme, debería aparecer ya, o sólo quedarán de mí los huesos.

Pero los gruñidos de aquellos seres fueron la única contestación que recibió la chica.

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Harry se despertó al oír un grito. Parecía proceder de la cama de Roberto.

Al levantarse se dio cuenta de que no había sido el único en despertar, todos los chicos de la habitación miraban con preocupación la cama de la que procedían los gemidos.

-Roberto, te encuentras bien, qué te ha pasado- le preguntó Ron, mientras corría las cortinas de la cama.

Roberto estaba sentado sobre la cama sujetándose con fuerza una de sus piernas- Duele- dijo entre dientes intentando no gritar.

-Déjanos ver, quizás ha sido un doxy, o algún otro ser venenoso-sugirió Ron.

Pero en el mismo instante en el que Roberto iba a apartar sus manos, no pudo evitar dar otro grito, sujetándose ahora la otra pierna.

-Creo que sería mejor ir directamente a la enfermería-sugirió ron en tono aprensivo. Últimamente aquel chico había pasado casi todos los días por la enfermería.

Pero Roberto no respondió a la sugerencia, y parecía sujetarse las piernas con menos fuerza.

Súbitamente, y sorprendiendo a todos los chicos, se levantó de la cama como si ésta estuviese ardiendo, y sin siquiera ponerse las zapatillas, salió corriendo de la habitación.

Ron, como prefecto de la casa, decidió seguir al chico, diciendo a sus compañeros de habitación que volviesen a la cama, y aunque no se lo esperaba, aceptó con alegría que Harry se ofreciese a acompañarle. Aquel sí era su compañero de aventuras de siempre, y no el fantasma que había sido durante el último mes.

Al llegar a la sala común, comprobaron que Hermione era la única estudiante que quedaba aún en pie. Estaba sentada frente a la chimenea con una pequeña montaña de gorros que llevaba tejidos. Al verlos aparecer por la escalera, su cara de perplejidad era aún mayor.

-¿Qué demonios está pasando? ¿Quién ha bajado corriendo? Ni siquiera me ha dado tiempo a reconocerle.

-Era Roberto-Fue toda la contestación que le dio el pelirrojo mientras se dirigía hacia el retrato de la entrada que aún no se había cerrado por completo, corriendo a toda prisa y seguido por Harry. Hermione, soltó las agujas y se unió a los chicos en la persecución del fugado.

Los pasillos estaban desiertos, y el silencio reinaba en el colegio a aquellas horas de la noche.

No había ni rastro del chico.

-El mapa no nos vendría mal ahora- lamentó Ron.

-Al menos, he traído la capa. Si no queremos ganarnos un buen castigo, será mejor que no nos pillen- Sugirió Harry sacando la preciada capa de invisibilidad.

Los tres chicos bajo la cobertura del tejido invisible siguieron el pasillo hacia delante.

-Muy bien, ya podéis decirme que es lo que está pasando-exigió Hermione.

Ron fue el que contestó a la chica.-Roberto, se despertó gritando, o al menos nos despertó a nosotros. Decía que le dolía la pierna, pero de repente parecía como si algo le hubiese atacado en la otra pierna. Te juro que allí no había nada. Nosotros estábamos delante, y no parecía que hubiese pasado nada. Y mientras intentábamos averiguar que era lo que sucedía, el chico se levantó de la cama y salió de la habitación corriendo como si le persiguiese el mismísimo Vol…demort.

-Bueno, y ahora, hacia dónde vamos- Interrumpió Harry- Al llegar a las escaleras frente al gran Hall.

-La verdad es que el castillo es bastante grande-dudó Ron.

-Shsss- hizo Hermione pidiendo silencio.

Roberto salió como una exhalación del pasillo que conducía a las mazmorras, y empezó a subir las escaleras de tres en tres, tomando uno de los pasadizos que conducían al despacho del director.

Los chicos estuvieron tentados de llamarle, pero ponerse a gritar en medio del silencio del castillo no parecía una gran idea, así que emprendieron de nuevo la carrera en pos del chico.

Al llegar al corredor que llegaban hasta el despacho de Dumbledore, vieron como la gárgola que guardaba la entrada dejaba paso al chico, que subía a toda prisa.

Los chicos no desaprovecharon la oportunidad y también pasaron la gárgola, pero al llegar al final de la escalera, vieron que la puerta del despacho estaba entreabierta, suficiente para ver, insuficiente para entrar.

Dentro se oía la voz de su compañero, muy agitada.

-¡¡Es que acaso no me oís!!

-Espera un momento, Roberto- dijo la voz de Dumbledore, que sonaba muy próxima a la puerta.

-¿Cómo demonios….

La puerta del despacho se cerró, y Harry, Hermione y Ron, no pudieron oír nada de lo que ocurría en el interior de la habitación. Aunque se miraban entre ellos con cara sorprendida tanto por el hecho de que les habían cerrado la puerta en las narices como por el tono que el chico había empleado en el despacho del director.

Mientras, al otro lado de la puerta, Roberto se sentía frustrado e impotente ante la actitud impasible de los adultos presentes en la habitación: su padre, su madre y el bisabuelo.

-Sé que Claudia está cerca. Está herida. ¡¡Está en peligro!! Tenéis que creerme. Lo sé-afirmaba el chico con desesperación.

-Vamos por partes. ¿Por qué crees que Claudia esta cerca?-intentó tranquilizar Dumbledore.

-¡¡Pero es que no me oís!! es grave, necesita ayuda, no es el momento de explicaciones. Hay que encontrarla- gritó el chico.

Pero los tres adultos parecían inmunes a las súplicas y exigencias del joven que permanecía en pie frente a ellos.

-Roberto, no debes preocuparte. Claudia está bien. Todo está controlado. Mañana estará aquí. Perfectamente-aseguró su madre.

-Mañana será demasiado tarde. Algo terrible está pasando-sentenció el chico hundido ante la falta de colaboración de los mayores-y vosotros os negáis a creerme.

-Sabemos lo que está pasando. Pero es necesario para la curación de tu hermana. Tienes que confiar en nosotros-intentó calmarle su madre.

-Y una mierda voy a confiar en lo que me decís. Acaso vosotros confiáis en lo que os estoy diciendo. Al menos podríais decirme dónde está.

-Cuida tu tono- advirtió su padre- Ahora no es el momento de ir a buscarla. Podría ser peligroso para ti.

-Más peligroso es para ella. ¡Es vuestra hija! ¿Es que no os importa? Ni siquiera estáis dispuestos a decirme dónde está, ¿verdad?-Preguntó Roberto.

-Roberto, no seas cabezota. Mañana estará aquí y verás que no ha pasado nada-Intentó convencerlo su madre.

-Gracias por nada-dijo el chico saliendo del despacho y dando un portazo tras de sí.

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-No puedo creer que no me crean- Dijo Roberto desolado apoyándose en la puerta del despacho-Cómo demonios pueden quedarse de brazos cruzados.

Ron, Harry y Hermione, mantenían la respiración, ante la reaparición del chico, que casi choca con ellos al salir del despacho.

Ron hizo una seña a los demás sugiriendo que quizás había llegado el momento que quitarse la capa, y decirle a Roberto que estaban allí, pero antes de que le contestasen, la puerta del despacho volvió a abrirse asomando Snape en persona, lo que sorprendió a los tres Griffindors, ya que no imaginaban que el profesor de pociones estaba en el despacho del director a una hora tan tardía.

-Roberto, vuelve directamente a tu dormitorio, si no quieres que quite puntos a tu casa por andar por los pasillos a esta hora- dijo en tono de advertencia.

-Puedes quitarme todos los puntos que quieras-contestó el chico indiferente ante la amenaza- Si no quieres en ande por los pasillos, no tenéis más que decirme dónde está Claudia. Comprobaré que está bien. Y volveré a ser un niño bueno, pero no esperes que me cruce de brazos, por que vosotros no estéis dispuestos a mover un dedo.

El trío más famoso de Gryffindor estaba petrificado ante el cambio de aquel chico, que hasta el momento había parecido de lo más pacífico. Estaba prácticamente irreconocible.

-ya, me equivoqué una vez, no volveré a abandonar a Claudia, sabiendo que corre peligro-afirmó el chico en tono contundente.

-Ya te hemos dicho, que mañana estará aquí-dijo Snape entono cansado.

-No podrás detenerme, papá. La buscaré-contestó el chico decidido- ¿O quizás vais a encerrarme?

-Haz lo que quieras, no la encontrarás. Tenías que ser tan cabezota como tu madre- Dijo Snape dando a su hijo por caso perdido.

Roberto bajó los escalones que descendían desde el despacho, dando la espalda a su padre.

Snape, volvió a entrar en el despacho, cerrando de nuevo la puerta tras de sí.

Harry, Ron y Hermione aún no habían asimilado lo que habían escuchado. O si lo habían hecho, aún no podían creer lo que habían oído: ¡¡¡Roberto era hijo de Snape!!!

-¡Venga!-urgió Hermione- si nos quedamos atrás perderemos a Roberto.

-¡Pero Hermione!-susurró Ron.

-Yo también lo he oído-confirmó la chica-pero, ¡Vamos!- y tomando a ambos chicos de las manos, emprendieron la persecución de Roberto, ahora, hijo de Severus Snape.

-No puedo creerlo-alcanzó a decir Harry.

-A mí me vas a contar-Corroboró Hermione- esto ni me lo imaginaba.

-Ya sabía yo que Roberto tenía que tener algo raro.

-Yah-dijo Hermione en tono irónico.

-Ahora que lo sabemos, hay que admitir que físicamente se parece a Snape-dijo Harry, mientras sujetaba la capa.

-Creéis que tiene algo que ver con… ya sabéis- sugirió Ron.

-No digas tonterías, Ron, no olvides que es bisnieto de Dumbledore-le regañó la chica.

-Sí, pero también es hijo de Snape-Rebatió el pelirrojo- Dios, me entran escalofríos de sólo pensarlo.

-La verdad es que un poco espeluznante sí que es-admitió Harry.

No tuvieron que correr mucho los chicos para poder alcanzar a Roberto, que se paseaba en el Hall de entrada del castillo.

-¿Dónde estás Claudia? necesito alguna pista-murmuraba el chico en tono de súplica.

-¿cómo sabe que Claudia esta aquí? ¿Y qué es todo eso de que está en peligro?-preguntó Harry en voz baja a sus compañeros de capa.

-A mí no me mires, Harry, yo no sé nada, pero ya sabéis de lo que se dice…-susurró el pelirrojo.

-Creo que lo mejor será observar-contestó Hermione dando al pelirrojo por caso perdido.

El chico se había detenido en el centro del Hall, con los ojos cerrados. Inmóvil. Después de un par de minutos, Ron no pudo resistirse a formular la pregunta que le estaba rondando.

-¿Creéis que se ha quedado dormido?-preguntó en un susurro apenas audible.

Hermione le miró con cara de enfado.

-Te va a oír- regañó a Ron.

Pero Roberto no pareció oírles a pesar del silencio de la noche.

De repente, el chico abrió los ojos, con una sonrisa de triunfo.

-Accio pergamino magíster.

Unos instantes después, un pergamino, atravesó el Hall a toda velocidad encaminándose al chico de ojos oscuros.

Cuando el chico tomó el pergamino en sus manos, extendió la varita sobre él-Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas-dijo en voz alta y clara.

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Mientras en una zona profunda, dentro del bosque prohibido, Claudia se debatía para intentar no ser arrastrada del interior de la jaula en la que aún permanecía la mayor parte de su cuerpo, aunque sus piernas estaban casi fuera.

Como en un flash a cámara rápida, las imágenes de los seres a los que amaba pasaron por su mente. No quería morir, no podía rendirse, y en un último intento desesperado, dejando atrás el dolor, se agarró con todas sus fuerzas a los barrotes que la encerraban y tiró hacia dentro, intentando regresar al resguardo de la jaula, pero parecía inútil, no tenía tanta fuerza, y sus manos parecían haber empezado a sangrar, las vendas que las envolvían estaban manchadas de sangre. Súbitamente notó cómo una de sus piernas quedaba libre, y con un último esfuerzo, poniendo en juego toda su energía consiguió dar un tirón, y librarse de la boca del licántropo desgarrando buena parte de su pie. Pero al menos estaba dentro. Con sus últimas energías, y antes de caer inconsciente pudo ver a una figura que arremetía contra sus atacantes. La caballería había llegado para rescatarla, aunque ahora, todos los licántropos arremetían contra su salvador.

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Bueno, lo siento, pero este capítulo se acaba aquí. Espero que os haya gustado. Me temo que tendréis que adivinar quién es el salvador de Claudia, aunque creo que no es difícil saberlo. Y bueno, ahora que la identidad de Roberto ha sido descubierta por los chicos… En fin, no sé en qué acabará todo esto, porque el próximo capítulo aún no está escrito.

Espero que hayáis sido todos muy buenos, y que los reyes no os lleven mucho carbón.

Un beso. Hasta pronto.

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