Hola a todos. ¿Qué tal estamos? ¿preparados para el nuevo capítulo? Supongo que sí. Jajajaja.
Hoy voy a comenzar con las contestaciones a los reviews, como siempre infinitas gracias a todos los que los habéis dejado.
Idril black: Hola guapetona, ¿que tal? Imagino que pasando un poco de calor, pero bueno, aparte de eso, espero que bien. La verdad es que creo que no consigo reflejarlo suficientemente, pero lo que pasa Claudia es todavía peor. Eso de que tus padres te empujen en medio del bosque, herida, y encima esperan que te dejes atacar por un licántropo y encima, estuvo a punto de ser arrastrada del interior de la jaula… me temo que acabará enfadándose por todo esto. Respecto a que no los descubrió Dumbledore… jajajaja. Lee, lee y veras. Que buena idea. En fin, un beso, y hasta pronto.
Miaka black: Hooola. La verdad es que Sirius empieza a quejarse de su falta de protagonismo, aunque algo se atisba en este capítulo. Mi pobre Sirius perdido en el olvido. Bueno, claudia va a mejorar, lo prometo, después de todo, se supone que lo que pasa es para curarla. Bueno, no tienes más que leer para verlo. Besos.
Ginny 84: Hola guapetona. Esta vez no he tardado demasiado, ya está aquí el nuevo capítulo, aunque siento decirte que no va a ser Harry el salvador de Claudia. Me temo, que Snape no lo permitirá. jajaja. En fin, a leer se ha dicho ¿no? Un beso.
Trixi Black: ¿yo? ¿malvada? ¿Cómo puedes decirme eso si ni siquiera leíste este capítulo? Jajajaja. Noooo, yo nena güena. Jajaja. En fin, Hasta pronto.
Fyon: Hooola. Me alegro de que te unas a este fic y que te esté gustando. Y sí, es mi primer fic, aunque a este paso va a parecer mi primera Biblia de lo largo que está siendo. Respecto a las preguntas que planteas, si llegas hasta aquí, verás que muchas ya han obtenida respuesta. En fin, muchísimas gracias por tu review. Muchos besos para ti también.
Skuld Potter: Ya estamos aquí, no he tardado mucho ¿verdad? Espero que se cumplan tus expectativas respecto a la continuación. En fin, ya me cuentas. Un beso.
Barbi: ¡Hola! Como decirlo… siento que no va a ser Harry al rescate --. Pero habrá reencuentro. Siiii. No te preocupes, por ahora no va a haber más licántropos, es decir, Claudia no va a morder a Harry en este capítulo. En fin. Te dejo con el capítulo. Espero que te guste. Chao.
Marla: Bueno, lo que pasará con el trío y Roberto no lo tengo demasiado claro, obviamente tendrán prejuicios con el hijo de Snape, ¡es hijo de Snape! Pero la razón tendrá que imponerse, después de todo, Roberto no es Snape en persona. En fin, ya me darás tu opinión. Un besazo.
RidDles girl: ¡Hoola! Me alegro de que te esté gustando el fic. Y no creo que pueda hacer gran cosa para cambiar el hecho de que claudia sea de hecho una licántropo. No todo podía ser perfecto, pero al menos gracias a eso, Remus volverá a tener algo de protagonismo. Y sí, Remus sale mucho más en este capítulo. Respecto a Sirius, he hecho lo que he podido, aunque a partir de ahora todo se centrará más en su intento de rescate. En fin, espero que te siga gustando, ya me cuentas. Un besazo.
Ya lo digo al final pero por si acaso, lo repito aquí arriba. Para celebrar la inminente llegada a los 200 reviews (viva, viva, viva), os ofrezco la posibilidad de proponer una frase, que yo, con todo mi ingenio intentaré incluir en los próximos capítulos. Así que no lo desaprovechéis la oportunidad. Y sin más, os dejo con el capítulo. Ah se me olvidaba, ¡dejad reviews con vuestra opinión y hacedme un poquito feliz!
Disclaimer: Estos personajes, excepto Andrea y sus hijos, no son míos sino de J. K. Rowling, Warner Bros y no sé quien más; no gano dinero con ellos así que no me demanden, por favor.
Tras el Velo
Elanor Black
Capítulo 31.
Andrea, estaba muy preocupada, el hecho de saber que su hija, sería mordida por un licántropo era una cuestión angustiosa, pero aparentemente no había otra opción si su hija quería recuperarse de las terribles heridas que sufría. La situación se había complicado aún más por el hecho de que uno de sus hijos, el gemelo de Claudia, acudiese a ellos en busca de ayuda. Sin duda alguna, la situación de su hija debía ser dolorosa, pero ellos ya sabían que lo sería. El hecho de que Roberto acudiese a ellos era indicativo de que lo que debía ocurrir estaba realmente sucediendo. Pero, ¿y si había algún problema?
-¿Sev, le diste la poción matalobos a Lupin? ¿No correrá ningún riesgo nuestra hija, verdad?- preguntó abrazándose a su marido.
-Se la di. La tomo frente a mí. Lupin cuidará de ella. Cuidará de que no ocurra nada malo. Sólo nos queda confiar en él- intentó tranquilizarla mientras la acariciaba en el pelo.
-No dudéis que Lupin la cuidará. Podéis confiar en él-aseguró Dumbledore en tono tranquilizador.
Andrea se sentó en una de las cómodas sillas del despacho de su abuelo, intentando tranquilizarse, aquella parecía una noche interminable.
-¿Está más tranquilo Roberto?- Preguntó a su esposo.
-¿Tranquilo? Roberto esta fuera de sí. Creo que se pasará toda la noche registrando el castillo, hasta que acabe encontrándose con Filch.
-Pero Severus, cómo has dejado que el niño se vaya así. ¿Y si decide ir hacia el bosque? Con un licántropo en la familia creo que será suficiente. Voy a buscarle ahora mismo, y lo llevaré hasta su torre. Si hace falta, lo llevaré cogido de la oreja. ¡Desde luego!
-Espera, iré contigo-se ofreció su esposo.
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Tres chicos, escondidos bajo una capa que confería la invisibilidad, observaban a un cuarto chico, muy atareado, examinando un misterioso pergamino. Y para qué engañarnos, uno de los que se ocultaban estaba francamente enfadado, furioso. El pergamino era suyo.
-¿Por qué Roberto, mejor dicho, por qué el hijo de Snape-dijo en tono poco amistoso-tiene MÍ pergamino?-gruñó entre dientes Harry,
-ssshsss-intentó silenciarlo Hermione.
Unos pasos sonaron a lo lejos. Pasos que se acercaban al lugar en el que se encontraban todos. Los chicos miraron hacia el comienzo de la escalera, por donde aparecieron Andrea y Snape.
Lentamente y con mucho cuidado, los tres que se ocultaban bajo la capa se apartaron hacia un lateral de la misma. Roberto seguía tan concentrado en el mapa, que no parecía haberse percatado de la presencia de los adultos que bajaban la escalinata en dirección al chico.
Cuando llegaron a su lado, observaron primero con curiosidad y luego con alarma el pergamino que sostenía su hijo.
-¡Dios del cielo!- Exclamó Andrea- ¿De donde demonios ha salido ese mapa? ¡todos estamos marcados!, y aparece tu nombre, tu verdadero nombre- dijo señalando un pequeño punto con el nombre de su hijo-Y también estamos nosotros, mira cariño-dijo llamando la atención de su marido.
-¡Potter, Weasley, Granger!-llamó en voz alta Snape volviéndose en dirección a donde se encontraban los tres jóvenes- pueden quitarse su capa de invisibilidad, ya sé que están ahí.
Tras unos segundos, los tres aludidos, aparecieron, al deslizarse el tejido que los cubría, arrastrado por la mano de Harry.
-¿Acaso no saben que está prohibido andar por los pasillos mas tarde de las nueve?-preguntó Snape.
-Supongo que lo mismo debe aplicarse a su HIJO, ¿no profesor?- contestó Harry muy tranquilo remarcando la palabra hijo.
Snape palideció al comprender que había sido descubierta la identidad de su primogénito.
-¿Desde cuando…
-Creo que es mejor que volvamos todos al despacho del director-interrumpió Andrea diplomáticamente.
-Ni hablar, antes tengo que encontrar a Claudia-contestó rotundo Roberto.
-Me temo, jovencito- contestó Snape recuperando su actitud altiva y gélida de costumbre-que se ha terminado por hoy jugar a los detectives. Ocultar tu identidad no ha sido un juego, para que ahora se eche todo a perder por una cabezonería y falta de discreción por tu parte. Ahora, iremos todos al despacho del director, y aclararemos ciertos puntos- dijo mirando directamente al trío que permanecía aún inmóvil al pie de la escalera.
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Hacía mucho tiempo que no se sentía tan bien. Tan relajada. Inspiró el fresco aire de la noche y lo retuvo unos instantes en los pulmones disfrutando de cada uno de los suaves matices aromáticos que percibía. Lánguidamente abrió los ojos deleitándose en los infinitos colores del bosque invernal. Muchos de los árboles que rodeaban aquel claro habían perdido las hojas en despedida del otoño, dejando desnudas las largas ramas que se estiraban hacia el firmamento en una plegaria de gratitud a la vida y la muerte. La escarcha hacía brillar muchas de aquellas ramas con la luz de las estrellas que lucían esplendidas en la fría noche. Aunque ella ya no sentía el frío. Tampoco el dolor ni el miedo. Todas aquellas sensaciones habían desaparecido y sido sustituidas por la conciencia de la plenitud y la fuerza de su cuerpo. Se sentía exultante de poder.
Bajando la mirada encontró a su familia que la esperaba feliz. Juntos recorrerían el bosque y descubrirían sus sendas secretas. Todos la esperaban. Pero aún debía salir de la jaula en la que estaba presa. Tan sólo tenía que accionar el mecanismo de apertura, tal y como Lupin le había explicado. Alzó una de sus patas delanteras y descubrió que su pelaje era negro como la noche. La puerta que conducía a la libertad se abrió, y todos la recibieron con lametazos y aullidos de alegría por la incorporación al grupo del nuevo miembro. Lupin estaba herido, había desobedecido a la jefa de la manada. Claudia nunca le dejó atrás, nunca olvidaría que gracias a él, aún estaba viva. Con gran afecto lamió las heridas de su nuevo hermano y él gran lobo, a cambió la obsequió con un golpe cariñoso en la cabeza la cabeza. Pasaron el resto de la noche corriendo por los bosques todos juntos, descubriendo caminos que hacía mucho que no habían sido recorridos. Corrían veloces, como si los humanos les persiguiesen para darles caza, pero no existía tal amenaza, y sólo corrían porque disfrutaban haciéndolo. El frescor y la fuerza del viento los impulsaba en una carrera sin fin.
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El amanecer estaba próximo, el fin de una noche muy larga.
Andrea permanecía inmóvil en la silla observando las primeras luces del alba que asomaban por el horizonte, aunque el sol aún no se dejaba ver. Snape la miraba, admirado por la aparente serenidad que mostraba su esposa, a pesar de estar temblando en su interior. Dumbledore se había retirado a sus aposentos hacía ya mucho. Se fue, después de acompañar a los Griffindors a la su sala, tras explicar a los chicos la situación de Roberto y la necesidad de mantener el secreto. No era necesario mencionar a Brian o Claudia. Mientras menos se supiese mejor. Y aunque el chico se negaba en todo momento, consiguieron "convencerle" de no salir en una búsqueda fuera de toda lógica.
El mapa de Potter había sido otra cuestión delicada, Snape aún no comprendía cómo Dumbledore había acabado confiscándolo con la burda excusa de que tenerlo, sería como incentivar a los chicos a pasear por las noches fuera de la sala común, pero habían picado el anzuelo y la identidad de sus otros dos hijos permanecería a salvo de ojos curiosos que fisgoneasen aquel pergamino, que obviamente había sido propiedad de James Potter.
-¿Crees que Hagrid habrá ido ya a por ellos?- preguntó Andrea a pesar de conocer la respuesta.
-Aún en pronto, no saldrá hasta que el sol brille en el cielo-contestó Snape acercándose a la ventana.
-¿Qué te parece si damos un paseo por el lago mientras tanto?-sugirió Andrea.
-De acuerdo-aceptó el hombre de cabellos oscuros- pero me temo que será un paseo largo.
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El carruaje tomó tierra frente a ellos. Estaban ansiosos por saber si todo había salido bien, si su pequeña estaba ya curada y reestablecida. Pero la puerta no se abría. La oían hablar, esta dentro, pero no salía.
-No puedo creer que os vayáis ya. Os voy a echar mucho de menos. ¡Mi hermana mayor! No olvides que te mandaré una lechuza. Tendrás que cuidarla bien, porque será la encargada de mandarme las cartas que me escribas, no te olvides, ¡y tampoco te la comas!-advirtió Claudia.
Durante unos instantes hubo silencio, que finalmente fue roto por los suaves sollozos de la chica.
-Iré pronto a veros, lo prometo. Madre… no te olvides de mí, y cuidaos mucho.
-Esspero que sea pronto de verass, Toda la familia estará feliz de conocerte, hija mía. Sabes cómo encontrarnos.
Finalmente se abrió la puerta, y Claudia salió del carruaje con los ojos llenos de lágrimas. Lupin también bajó. La chica corrió hacia el otro carruaje que había parado unos metros atrás y tras abrir la puerta, subió y abrazó con gran afecto a todos los ocupantes, despidiéndose de ellos.
Finalmente, ambos carruajes reemprendieron la marcha elevándose de la tierra, en dirección sur. Cuando ambos se perdieron de vista, la chica, se volvió hacia el lugar donde la esperaban los que una vez fueron su familia, pero en la mirada de la chica no había rastro del afecto que había mostrado a aquellos de los que acababa de despedirse. Allí estaban aquellos que la había dejado a merced de una muerte probable. Aquellos que habían permitido su cambio.
La expresión anhelante de su madre casi la hizo caer, pero no podía perdonarles tan fácilmente lo que le habían hecho. Se sentía abandonada y defraudada. Sabía que para el mundo mágico ahora era una amenaza, todo el que conociese el secreto de su nueva naturaleza la odiaría, o la despreciaría, así como a aquellos que la apoyasen. Sólo deseaba abandonar el mundo mágico y volver con su nueva familia. Con los que eran como ella. Pero antes debía completar sus estudios. Cuanto más poderosa fuese, de más ayuda podría ser. Marianne, le había dicho que podría visitarlos siempre que quisiese.
Claudia estaba asustada. Temía ser rechazada. Prefería huir, a enfrentar al mundo mágico. Estaba allí paralizada.
Andrea no pudo contenerse más y se acercó a la chica, abrazándola.
-Mi niña, dios mío, estás bien, estás curada- murmuraba mientras la abrazaba con fuerza.
-Me estás ahogando- consiguió quejarse la chica.
Pero Andrea no parecía oírla y no la soltaba. Cuando pareció satisfecha, la mujer se separó de la chica, pero sin soltarle las manos.
-Déjame verte. Pareces más alta. El pelo te ha crecido…- de pronto la mujer guardó silencio, mientras miraba como hipnotizada a su hija- pero qué te has hecho, que te pasa en los ojos.
Snape, que hasta el momento se había mantenido un poco aparte observando el reencuentro también observaba intrigado los ojos de su hija.
-Esto…-interrumpió Lupin- El cambio en sus ojos son consecuencia de la transformación. En función de la fuerza de su nueva sangre, el cambio es mayor o menor, en el caso de Claudia, su familia es de las más poderosas, sus ojos son los de su clan.
-Claudia ya tiene una familia- interrumpió Snape.
-ha sido acogida por su clan, es hija de la jefa de la manada y ha sido aceptada por el grupo, no renunciarán a ella.
-No podrán hacer nada, claudia es nuestra hija-contestó Snape tozudo.
-Yo no renunciaré a ellos. Son mi familia. Vosotros me entregasteis voluntariamente. Renunciasteis a mí-declaró Claudia.
-Eso son tonterías, estabas enferma y ahora estás curada, era necesario-Replicó Snape.
-Debisteis meditar mejor las posibilidades, ahora soy parte del grupo, por encima de todo soy una de ellos.
-Es obvio que todo esto te ha trastornado- negó Snape.
-Siento que no lo comprendáis, pero con la próxima luna llena, entenderéis cuán distinta soy ahora de vosotros.
Un silencio tenso se impuso, un silencio que fue interrumpido por Lupin.
-Bueno, Yo os dejo. Claudia está fuerte como un roble, pero yo debo ir a la enfermería, un buen descanso no me irá mal- dijo Lupin separándose del grupo.
-Espera Remus, te acompaño- dijo Claudia corriendo tras la figura extenuada y dejando atrás, perplejos, a sus padres.
-Sev, no teníamos otra opción, ¿verdad?-preguntó Andrea desolada- es tan distinta… incluso llamó madre a esa extraña. Llamó hermana a la otra chica. ¿qué somos nosotros ahora para ella?
-No había otra opción. Aún está perdida, pero volverá. Está sana. Está bien- intentó consolar a su esposa y convencerse a sí mismo de que lo que habían hecho era lo correcto.
Mientras, Claudia caminaba junto a Lupin.
-Tienes mala cara- dijo en tono preocupado mirando al adulto.
El guardó silencio.
-Crees que he sido demasiado dura- afirmó.
-¿Crees que lo has sido?- preguntó él.
-Ellos son los responsables de lo que ha pasado, nunca pasé tanto miedo, pensé que moriría anoche.
-Yo estaba allí, ellos me encomendaron que te cuidara.
-tú eras uno contra seis licántropos todos mucho más poderosos que tú, y yo estaba muy débil, casi no consigo zafarme.
-Pero lo hiciste, y tus padres también lo han pasado muy mal, han estado muy preocupados por ti, no creas que esta ha sido una decisión fácil para ellos.
Claudia no supo que contestar, en cierto modo sabía que Lupin tenía razón, pero no podía evitar sentir el enfado que sentía contra sus padres. Y ahora era demasiado tarde para cambiar ciertas cosas, sabía que había cambiado, ya no era la misma niña que había entrado en el bosque. Nunca jamás se había sentido tan fuerte. No sólo físicamente, no sabría explicarlo, pero había cambiado en algo más.
-por cierto, ¿Qué le pasa a mis ojos?-preguntó recordando el incidente anterior.
-¿recuerdas los ojos de Marianne y Anna?-preguntó Lupin.
-Sí, eran unos ojos muy extraños, color miel, ¿verdad?
-ahora tus ojos son como los de ellas, como los de tu clan, es un distintivo- explicó Lupin.
-Tu clan también tiene tu color de ojos- preguntó Claudia.
-Sí, afirmó Lupin, pero los nuestros son algo más oscuros que los vuestros, Tu mirada es casi ambarina.
-me gustaría tener un espejo- comentó Claudia.
-Quizás deberías ir a tu sala común y así podrías descansar un poco, después de una noche tan ajetreada debes tener sueño.
-Ni hablar, te acompaño a la enfermería. No tengo ni pizca de sueño- contestó la chica muy segura. Pero no entiendo qué es lo que te pasa. Yo nunca me había sentido tan… tan vital.
-Supongo que eso se lo debes a tu padre y a la poción que te estuvo dando antes de la transformación. Según me explicó, anularía el rechazo natural a la conversión que tenemos aquellos que no hemos nacido como licántropos. En tu caso, no sólo no es doloroso ni extenuante, parece ser que tu parte humana ha adquirido además algunas de las ventajas de tu forma de lobo. No tienes idea de lo afortunada que eres, para aquellos que hemos sido transformados, el cambio es doloroso, debilitante y física y mentalmente extenuante. Por no hablar de cómo son las cosas sin la poción matalobos.
Cuando la enfermera los vio llegar supo inmediatamente la situación de Lupin, habían sido muchos los años en los que había cuidado de aquel chico los días después de la Luna llena. Permitió a claudia hacerle compañía, la chica se sentó junto a la cama de Lupin y siguieron hablando en voz baja un buen rato hasta que finalmente el sueño los venció a los dos.
Estaba en Londres. Claudia reconoció alguna de las callejuelas por las que pasó, a pesar de que todo a su alrededor estaba distorsionado. Y entró en una pequeña habitación hecha de cristal. y en cada ventana había un número: seis, dos, cuatro, cuatro, dos.
Una voz la ensordeció: -bienvenida, te estábamos esperando, pero queda poco tiempo. Tendrá que ser el día de los más bajitos. Y aún no has encontrado la llave ni el camino. No pasarás sin el disfraz.
Y de pronto todo se oscureció, se hallaba inmersa en la nada pero había alguien más con ella. Junto a ella.
-¿eres tú, Harry?
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Cuando los Snape entraron al gran comedor, comprobaron con tristeza que Claudia no estaba sentada en la mesa de Slytherin, por ello no pudieron ver como un Gryffindor, se acercaba a ellos a paso ligero.
-Muy bien, ya es mañana. ¿Dónde está Claudia?- Exigió Roberto.
-Está en la enfermería-suspiró Andrea.
-¿Qué ha pasado? ¿no se supone que estaría bien?
-Está bien- Confirmó Snape- deja ya de llamar la atención.
Roberto no esperó más. Volvió a la mesa de Gryffindor, y cogió a Brian sin explicación alguna del brazo, provocando que a este se le cayese un gran trozo de gelatina que estaba a punto de devorar.
-Roberto. ¡qué demonios estás haciendo!-se quejó.
-Vamos a ver a Claudia -susurró al oído del pequeño que súbitamente se levantó sin más quejas.
Cuando entraron en la enfermería comprobaron que eran pocas las camas ocupadas. Madam Pomfrey no estaba a la vista, pero Claudia tampoco.
En una de las camas del fondo del amplio salón las cortinas estaba corridas ocultando al ocupante. Roberto se encaminó hacia allí con paso titubeante, temiendo que su hermana no estuviese allí, pero Brian no se contuvo y emprendió la carrera hacia las cortinas. Al llegar asomó la cabeza apartando un poco las telas que aislaban la cama. Roberto esperaba que su hermano pequeño empezase a alborotar y dar saltos de alegría, pero permanecía inmóvil, mientras su cabeza estaba oculta para el mayor de los hijos de Severus Snape. ¿Acaso Claudia no estaba allí?
Cuando llegó donde estaba Brian, Roberto también asomó su cabeza entre las cortinas, por encima de la de su hermano pequeño.
Remus Lupin dormía en la cama plácidamente, y a un lado sentada en una silla pero con la cabeza en la cama, sobre los brazos, estaba su hermana. Tan dormida como un tronco.
-Está aquí- consiguió murmurar por fin Brian.
-Eso parece, pequeñajo-susurró Roberto abrazando al rubio.
Aunque el pacífico momento, no duró demasiado, porque la chica bruscamente, empezó a moverse y a dar patadas a diestro y siniestro.
-Mis piernas, noooo.
Roberto y Brian no pudieron detener la caída, la silla en la que instantes antes había reposado pacíficamente, fue volcada por el brusco movimiento de la chica que ahora yacía sobre el suelo, aún sentada en la silla, de forma que sus piernas estaban alzadas. Incluso Lupin se había despertado por el estruendo.
Los chicos no pudieron reprimir las carcajadas al ver el despertar de su hermana, que sorprendida al oír las risas, se levanto dando un inverosímil salto, para ponerse frente a frente de aquellos que se atrevían a burlarse de ella.
Sorprendidos por la reacción de su hermana ambos quedaron enmudecidos al instante.
-Cielos, eso ha sido increíble- alabó Brian- ¿Has estado en un hospital o estudiando Kung fú?
-parece que estas francamente bien, Claudia-agregó Roberto.
Al darse cuenta de quienes eran los que la observaban, la chica abandonó la posición defensiva que había tomado de forma instintiva, para acabar saltando sobre sus hermanos en un abrazo formidable.
-No saben cuánto los he echado en falta- decía ella emocionada.
-Y nosotros a ti, pero no había manera de verte, intenté fugarme para ir a visitarte, pero después de que me pillaron tres veces y me castigaron otras tantas, comprendí que no podría conseguirlo- explicó Brian.
-sí, las cosas están especialmente estrictas desde el ataque-comentó Roberto.
-Bueno, supongo que ya no importa, después de todo ya he vuelto.
-hhhmmm. Lamento interrumpir esta bonita escena- cortó la señora Pomfrey que había aparecido sin que los chicos se diesen cuenta- pero es mejor que continúen todo esto fuera de la enfermería. Los enfermos deben descansar-agregó mientras los empujaba en dirección a la salida.
-Vendré a visitarte- consiguió despedirse la chica de Lupin que la observaba con una sonrisa en los labios mientras era arrastrada por la enfermera.
Mientras caminaban por los pasillos en dirección al gran comedor, la chica fue informada de las últimas hazañas de Brian, y de la debacle de Gryffindor en el partido contra Ravenclaw.
-Fue una lástima que no vinieses, se lamentó Brian, no fue un buen partido, pero a Cho, le duró el ojo morado un par de días.
-Acaso la enfermera no pudo curarla, un leve moratón no debería haber durado tanto- se extrañó Claudia.
-Un simple golpe no, pero yo había preparado previamente mi bate golpeador- explicó el chico con sonrisa pícara.
-Este es mi Brian- alabó la chica satisfecha- Pero tú, Roberto no me cuentas nada. ¿Qué has hecho en todo un mes?
-En realidad, te tenía un poco de envidia, eso de que tú te la pasases descansando y yo no, no resultaba divertido, así que me eché una larga siesta. En realidad, estuve en la enfermería hasta la semana pasada.
Claudia pareció entender la situación de su hermano, y pareció entristecerse un poco- lo siento- se disculpó.
-Nah, no te preocupes- contestó Roberto quitando importancia a todo el asunto.
-Clau, hoy juega Slytherin contra Hufflepuff, ¿tú va a jugar?-preguntó Brian- es el primer partido de la temporada para tu casa.
-Pues la verdad es que me encuentro estupendamente, pero no he ido a los entrenamientos desde hace un mes, y seguramente me han encontrado sustituto. Tendría que hablar con Draco, que si no me equivoco estaría encantado de dejarme fuera después de lo que pasó… Aunque por otro lado no podemos permitir que Chang nos tome ventaja, definitivamente Slytherin debe ganar el campeonato de quidditch… En fin tendré que hablar con Nott para que me ponga al día. Después veré que hago con Draquito. Aunque también tengo que hablar con Hermione, así que os haré una visita a vuestra mesa.
-¿Pero Clau, los de tu casa no se enfadarán si te vienes con nosotros a la mesa de Gryffindor?- preguntó preocupado Brian.
-Sabes qué, Brian, me importa un bledo si se enfadan. El que tenga algún problema, que me lo diga, que ya le ajustaré yo las cuentas- le contestó la chica en voz baja.
-No sé, claudia, pero te noto un poco distinta-comentó Roberto.
-La verdad es que opino igual, yo también me siento distinta- contestó feliz.
A fin llegaron al gran comedor, que en aquellos momentos estaba lleno de alumnos que hacían cábalas sobre el partido que se jugaría aquella misma mañana.
Pocos fueron los que se percataron de la llegada del trío, pero cuando Harry vio a parecer por la puerta a la chica, notó un fuerte hormigueo en la boca del estómago. Finalmente la chica había vuelto, y estaba bien, o al menos eso parecía. Y el tiempo se detuvo en el instante en que sus miradas se cruzaron. Porque ella le había mirado. Harry se dio cuenta de que los ojos de la chica habían cambiado. Ya no tenía aquella mirada azul que lo sorprendió la primera vez que se vieron. Ahora eran claros, ambarinos, pero daba igual. Ella le había mirado. Y le sonreía. Seguro que reía de la cara de tonto que debía estar poniendo, pero daba igual. Verla sonreír era como sentir la vida. Y de pronto fue como si el sol se ocultase entre las nubes porque la chica pareció recordar algo, y le dio la espalda para dirigirse a la mesa de Slytherin.
-¿has visto eso Hermione? Por un momento pensé que había llegado la primavera que la sangre altera, y eso que aún estamos en otoño. Parece que nuestro pequeño Harry está enamorado- dijo ron en tono bobalicón.
-¡Ron!- le regañó Hermione.
Harry no pareció oír lo que decía el pelirrojo, ya que mantenía la vista clavada en la chica que parecía haber tapado los ojos al imbecil de Nott. Todas las mariposas que antes habían revoloteado por su estómago elevándolo hasta el infinito, parecían ser ahora de plomo, porque sintió como si todas las fuerzas le abandonasen cuando vio como la chica decía algo al oído del niñato de Slytherin. Nott se levantó de su silla, y se volvió para ver a la chica de frente, y el muy "·$"·$ la abrazó, allí mismo, en medio del gran comedor, ante la algarabía de bienvenida de la casa de Slytherin. Y lo peor de todo es que ella, también estaba abrazando al muy hijo de mortífago.
Casi habían terminado el desayuno, cuando Harry descubrió que Claudia se había levantado de la mesa de Slytherin y se dirigía directamente hacia donde estaba él. ¿Qué querría decirle? ¿qué iba a decirle él? ¿qué iba a hacer? ¿Notaría la chica lo nervioso que estaba? ¿Pensaría que era un idiota?
-Hola-saludó ella cuando llegó dirigiéndose a todos en general.
-Hey, Claudia ¿cómo has estado? Te hemos echado de menos- la saludó Hermione.
-Bueno, supongo que he estado mejor, pero ya estoy recuperada- contestó la chica- Verás Herm, ahora tenemos partido, pero me gustaría hablar contigo después. Es por lo de las runas.
-Sí, claro- contestó la prefecta de Gryffindor- si quieres quedamos al pie de las gradas.
-En realidad, voy a intentar convencer a Malfoy para que me deje jugar, según Theo, mi sustituto no es demasiado brillante, así que tengo posibilidades a pesar de no haber ido a los entrenamientos.
-Suerte entonces.
-¿qué te parece si quedamos donde siempre?- propuso la Slytherin.
-Vale.
-Roberto, tu también vienes ¿verdad?- preguntó Claudia.
-Sí, claro. Allí nos vemos.
-Entonces hasta luego chicos, y lo siento por vosotros, pero este año, la copa de quidditch será para Slytherin.
-Eso está aún por verse-la retó Ron.
Claudia respondió con una sonrisa y se dirigió a la salida, siguiendo a todos sus compañeros de equipo que marchaban ya para el campo de quidditch.
Harry se sintió decepcionado. Ni una sola palabra. Ella no le había dicho ni una sola palabra, no al menos de forma directa, y él, el tampoco le había dicho nada. Donde habían quedado todos aquellos sueños. De todas las posibilidades que había imaginado, de todo lo que pensaba que haría cuando la tuviese delante, nada. Si se proponía conseguir algo con ella, si quería que fuesen algo más que simples conocidos, aquel no era el camino. Debía reaccionar. O Nott se le adelantaría. ¡¿Qué demonios era eso de Theo?!
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Y hasta aquí este capítulo. Espero que os haya gustado.
Ahora viene la sorpresa adicional. Como estamos a punto de llegar a los 200 reviews (¡viva!, ¡yuju! ), para celebrarlo os propongo lo mismo que cuando llegamos a los 100, es decir, todos aquellos que queráis y como premio por haber llegado hasta aquí, podéis proponer una frase, que yo intentaré introducir en los próximos capítulos. Podéis hacérmela llegar con vuestros reviews o a través de e-mail, supongo que ya sabéis mi dirección, pero por si acaso (elanorblack hotmail. com) tendréis que quitar los espacios.
En fin, un beso para todos. Sed buenos. Sed felices. Hasta pronto.
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