Disclaimer: Ranma y todos sus personajes son propiedad de Rumiko Takahashi.
Los álbumes de fotos robados,
Un misterio de Nabiki
Por
Dr Facer
-III-
Mientras caminaban a su destino, Nabiki terminó contándole a su hermana mayor todo acerca de los álbumes perdidos, aunque evitó comentarle acerca de la foto de Akane. En ocasiones, la manera de Kasumi de ver el mundo era efectiva, y Nabiki necesitaba ideas frescas en caso de que estuviera equivocada con su teoría actual.
—¿Dónde estamos?— Preguntó Kasumi al ver la tenebrosa casa—, ¿aquí es en donde crees que encontrarás lo que perdió Kuno?
—Sí— respondió Nabiki y llamó a la puerta.
—Parece que no hay nadie en casa— dijo Kasumi luego de un rato en que nadie apareció para recibirla a ella y a su hermana.
Nabiki no hizo caso al comentario de su hermana y apuntó a una ventana en el segundo piso—. Si no hay nadie en casa, ¿porqué está abierta esa ventana?
—¿Tal vez la casa se calienta mucho si las ventanas están cerradas?
—Hm-hm.
—¿Qué?
—Ven conmigo Kasumi.
Las niñas Tendo rodearon la casa hasta que estuvieron detrás.
—¿Qué hacemos aquí?— Preguntó Kasumi.
—Esperamos a alguien— respondió Nabiki—. Tranquila, no tardará mucho. Mientras, creo que será mejor escondernos detrás de aquél buzón.
—De acuerdo.
El escondite de las hermanas era perfecto, podían ver las escaleras y si alguien salía del sótano podrían verlo de inmediato. No mucho después, un joven salió a la calle; cargaba una bolsa de plástico y coincidentemente, se dirigió directamente al buzón.
—Te tengo— murmuró Nabiki mientras salía al encuentro del joven; su hermana mayor detrás. Sería mentira decir que el muchacho no se asustó al verla, el sólo ver a Nabiki le hizo caer de rodillas.
—Es bueno ver que me tienes el respeto indicado, Gosunkugi— sonrió Nabiki—. ¿Así que piensas devolver los álbumes por correo?
Gosunkugi no pudo hablar y balbuceó una excusa indescifrable.
—Cálmate Gosunkugi— pidió Nabiki—. ¿Porqué no recoges eso y me invitas algo de té?— Nabiki miró a su hermana—, Kasumi, hazme un favor y llama a Kuno desde nuestra casa, dile que ya tengo su álbum.
—Muy bien— respondió Kasumi y comenzó a andar hacia el dojo—, fue interesante— dijo antes de doblar por la esquina.
La cocina de la casa de Gosunkugi era tan tenebrosa como Nabiki se la había imaginado. Una vez que se había servido el té, Gosunkugi habló.
—¿Cómo supiste de los álbumes?
—Porque eres la única persona que pudo haberlo hecho; admito que hiciste un buen trabajo, casi me voy tras una pista falsa— concedió Nabiki—, Pero fuiste un poco descuidado al final.
Gosunkugi parpadeó—. ¡Pero iba a devolverlos!
—Eso ya no importa— dijo Nabiki y terminó su té—. Lo que importa es que te atrapé con ellos.
—Pero…
—Ya sé para qué querías el álbum de Kuno Tatewaki, pero tengo mis dudas sobre el otro. En fin, estoy segura de que serás lo bastante amable como para decirme porqué tomaste el álbum de Kodachi.
Gosunkugi pasó saliva—. Eso es un secreto.
—¿Lo es? Ya lo veremos en un momento— Nabiki sonrió maliciosamente—, de hecho, voy a decirte lo que creo que pasó.
Gosunkugi rió nervioso—. ¡No es posible que lo sepas!
—Corrígeme si me equivoco— pidió Nabiki—. La semana pasada, de algún modo te las arreglaste para tomar una foto de mi hermana menor cuando estaba semidesnuda. Desafortunadamente para ti, le contaste a Kuno sobre la foto y él te la quitó, ¿cierto?
Gosunkugi asintió.
Nabiki continuó—. Ahora, recuerdo que Ranma descubrió la existencia de esta foto y destruyó los negativos, ¿Es correcto?
Gosunkugi asintió de nuevo.
—Y de repente Kuno llega y me dice que su álbum, precisamente el álbum que tiene esa foto de Akane se había perdido— Nabiki alcanzó el álbum y buscó entre las páginas hasta encontrar la foto de Akane—. Sospeché de ti desde el principio Gosunkugi, solo tú y Kuno sabían de la existencia de la foto, además de Ranma y de mi, claro. Admito que el que tomaras el álbum de Kodachi me confundió; incluso pensé que el ladrón era alguien que quería chantajear a los hermanos Kuno.
—¡Yo nunca haría eso!— Gritó Gosunkugi.
—Claro que no lo harías, consigues una buena cantidad de dinero trabajando para ellos— bromeó Nabiki—. Luego recordé las astillas que encontré y las raspaduras en las cerraduras del closet de Tatewaki y el escritorio de Kodachi. Las raspaduras no servían porque Kuno admitió que él y su hermana siempre toman las cosas del otro sin permiso; pero aún me quedaban las astillas.
—¿Astillas?
—No te hagas el inocente conmigo Gosunkugi— dijo Nabiki al tiempo que sacaba un muñeco de madera de su bolso—. ¡Tú eres el único por aquí que carga siempre estos muñecos!
—Sí, lo admito, ¿pero de qué te sirvió eso?
Nabiki sacó las astillas—. Mira el tipo de madera— entonces sacó una tercera astilla—, esta la saqué del muñeco en mi mano, cuando la compare con las dos que encontré primero, estuve segura que tú tomaste los álbumes.
—¡No lo entiendo! ¿No te dijo Kuno que estaría fuera de la ciudad por una semana?
—Sí lo mencionó, pero vine a revisar tu casa esta tarde. Todas las ventanas estaban cerradas. Pero esta noche, una ventana del segundo piso estaba abierta. Eso confirmó mi idea de que tú estabas aquí.
—Pero…
—Déjame ver la copia que hiciste de la fotografía de Akane— ordenó Nabiki—. Es por eso que tomaste 'prestado' el álbum de Kuno, ¿no es cierto?
Gosunkugi suspiró resignado—. Está bien, aquí está—, y entonces le mostró una copia perfecta de la foto de Akane sin sostén.
—¡Excelente trabajo!— Felicitó Nabiki—. ¡Me impresionas!
—Soy el mejor de mi clase de fotografía— Dijo él con orgullo.
—¡Estoy convencida de que Akane debe escuchar sobre esta foto!
—¡No! ¡No le digas, por favor!
—Hablaremos de eso en un minuto, ¿está bien?— Nabiki le arrojó la foto al muchacho—. Primero hay algo más que necesito saber.
—¿Qué es?
—¿Por qué tomaste el álbum de Kodachi?
Gosunkugi bajó la mirada.
—¿No quieres decirme?
—No puedo.
Nabiki miró al chico atentamente por un rato y entonces, exclamó, —¡No me digas que también te gusta Kodachi!
El sonrojo en el rostro de Gosunkugi confirmó lo que Nabiki había dicho—. ¡No lo puedo creer!— La joven Tendo sonrió, este secreto podía serle muy útil—. Lo siento Gosunkugi, tendré que decirle a Kodachi.
—¡NO!— Gritó Gosunkugi— ¡Por favor no le digas! ¡Haré lo que sea, pero no le digas, te lo suplico!
Nabiki sonrió complacida, el pez estaba en la bolsa—, de acuerdo, no se lo diré, pero a cambio tendrás que firmar este contrato— mientras decía esto, Nabiki deslizó una hoja de papel y una pluma hasta las manos de Gosunkugi—. Puedes leerlo si quieres.
Gosunkugi palideció cuando terminó de leer el contrato—. ¿Porqué mejor no compras un esclavo?
—¿Quieres que le diga a Kodachi?— Amenazó Nabiki—. ¿O quizás a Akane? ¿Te gustaría que le contara sobre la foto?
Dándose cuenta de que estaba en las manos de Nabiki, el muchacho aceptó su mala suerte y firmó el contrato.
—No fue tan difícil, ¿verdad?— Dijo Nabiki mientras doblaba el contrato y lo guardaba en su bolso—. Ahora, dame el álbum de Kodachi.
—Aquí está.
Nabiki revisó el álbum para ver si no tenía daños y cuando terminó, miró a Gosunkugi—. No olvides que de ahora en adelante, trabajas para mi. Tal vez no te necesite de inmediato; pero tendrás que estar listo para atender mis órdenes en cualquier momento, ¿entendido?
—Entendido.
—Excelente, ¡eres listo después de todo! Bien, ya no quiero abusar de tu hospitalidad; así que me voy— al decir esto, Nabiki tomó ambos álbumes y salió de la casa de Gosunkugi.
-Continuará-
