NUEVA AVENTURA.
CAPITULO CUATRO: "¿ESTAS AHÍ?"
En la estación de los bosques, un trailmón anguila se detiene perezosamente haciendo chirriar las ruedas en los viejos rieles. Del él bajan un chico y una chica. Es muy temprano y ambos lucen muy cansados.
Él es un chico de unos doce años, bajito, con el cabello castaño cobrizo. Esta vistiendo una sudadera verde oscuro, pantalones café y tenis también verdes. Mira a su compañera con sus ojos grises, esperando que le diga algo, lo que sea, pero eso no pasa. Y además de lo incomodo de viajar con alguien a quien llevas unas cuantas horas de conocer, sentía unas terribles nauseas; se había sentido así desde que la noche anterior había abordado el trailmón. Siguió mirando a la chica que estaba a su lado. Ni siquiera sabía su nombre.
Entonces ella lo miró. Tenía unos ojos muy oscuros, casi negros y el cabello rojo y corto a la altura del hombro. Ella llevaba una falda café claro con una blusa de manga tres cuartos naranja y zapatos del mismo color cuando subió al tren en la estación Odaiba dos días antes, lo cual, en el digimundo, resultaba ser un vestuario no muy apropiado.
"¿Acaso este niño es mudo o algo?" pensó, y llegó a la conclusión de que si iba a haber algo de comunicación, debía iniciarla ella misma.
-De acuerdo…- comenzó, aunque no sabía que decir –Mmmh… y… ¿cómo te llamas?- preguntó por fin.
-Terry… Terry Motomiya- contestó el con voz algo tímida.
-Bien, Terry, mi nombre es Amane Tachibana, y supongo que vamos a ser algo así como camaradas ¿no?- dijo ella con un fingido tono alegre
-Supongo…-
-Tu también estas algo confundido por todo esto, ¿verdad?-
-Sí… es que es muy extraño, el digimundo, los digimóns, digispirits, digivices, nosotros salvando al mundo… Simplemente no lo entiendo-
-Bueno, supongo que en esto estamos juntos Terry-dijo ella con una sonrisa, esta vez sincera- ahora… ¿Qué hacemos?-
-Pues esa voz dijo algo sobre buscar unos digispirits o algo así…-
-Claro… la pregunta es en dónde buscamos. Seguro que este mundo es muy grande. Será mejor que busquemos primero algo que comer.-
-¡De acuerdo!-
Los dos chicos comenzaron a caminar, adentrándose poco a poco en el espeso bosque que rodeaba la estación. Pronto perdieron de vista el andén, entrando cada vez más en ese oscuro lugar. Encontraron unas pequeñas bayas, aunque no sabían si eran del todo comestibles, pero tenían tanta hambre que comenzaron a comerlas. Una especie de neblina comenzó a levantarse en el bosque. Los niños siguieron caminando sin un rumbo fijo. Las horribles ganas de vomitar regresaron, aunque Terry pensó que se debía a aquellas extrañas frutas, sin embargo, Amane parecía sentirse bien.
La chica sacó su digivice, con la esperanza de que aquella voz hablara de nuevo con ellos y los guiara. Solo que no fue una voz, sino un pequeño mapa lo que salió del digivice.
-¿Qué es eso?- preguntó Terry, sorprendido por aquella figura que salía del digivice naranja y amarillo de su nueva amiga.
-No lo sé…- contestó ella, confundida- ¡Pero creo que quieren que sigamos este camino!- dijo con un animo renovado señalando al mapa.
-¡Bien, al menos ya no caminaremos sin rumbo!- agregó su compañero.
Y los niños siguieron caminando por la espesura. No tardaron en sentir que alguien los seguía. Escuchaban el leve crujir de las ramas, el movimiento de algo en los arbustos.
Podían sentir la presencia de aquel extraño ser alrededor de ellos. Ya casi llegaban al lugar señalado en el mapa. La niebla se hacía crecía cada vez más, al igual que el malestar de Terry.
Por fin llegaron a un punto en el que el bosque parecía terminar, dando lugar a unas especie de risco que se elevaba ante ellos. Rocas y más rocas, esparcidas por todas partes, que combinadas con la neblina, le daban al lugar aspecto de cementerio antiguo. Entonces lo escucharon. Una cándida voz proveniente de algún lugar dentro del bosque.
-¿Estas ahí?- preguntó con suavidad aquella voz
-¿Qué es eso?- preguntó Amane, asustada.
-No lo sé…- dijo Terry en un susurro -¡¿Quién anda ahí!-
-¿Quién anda ahí?- repitió la voz como un maligno eco. Un temblor sacudió el risco e hizo que los niños cayeran al suelo. -¿Quién anda ahí?-
Una figura enorme voló por encima de sus cabezas y se colocó en una piedra especialmente grande frente a los niños.
-¿Estas ahí?- repitió la voz con tono misterioso, solo que esta vez pudieron ver a quien pertenecía. Era un enorme digimón alado, con cuerpo de león, pero una hermosa cabeza de mujer.
-¡Es una esfinge!- gritó Terry. Había leído sobre aquellos míticos animales en algunos libros de mitología.
-Casi- dijo el extraño digimón con su misteriosa voz – Mi nombre es Esfíntermón, y vengo a acabar con los niños elegidos. ¿Estas ahí?- repitió una vez mas, y hubo un nuevo temblor, esta vez mucho más fuerte, que hizo que parte del risco se resquebrajara, cayendo grandes rocas que los niños apenas pudieron esquivar.
-¡¿QUÈ HACEMOS!- gritó Amane, con un notable dejo de histeria en su voz.
-No lo sé…- contestó débilmente Terry, a quien el mareo atacaba con todas sus fuerzas, haciéndolo palidecer horriblemente. Amane iba a preguntarle si se sentía bien, pero un nuevo ataque de Esfíntermón hizo que salieran corriendo, solo que en la confusión, corrieron en direcciones opuestas.
Amane se dirigió a los pies del risco, mientras que Terry corrió a los límites del bosque.
-¡Terry!- gritó Amane, pero en ese preciso momento Esfintermón lanzó otro ataque. Decenas de rocas cayeron, separando aún más a los dos chicos…
CONTINUARA…
En el bosque, los dos nuevos guardianes se enfrentan al enemigo. Los Guerreros Legendarios y el Primer Guardián tienen sus complicaciones. Los Guerreros deberán aprender a buscar el equilibrio entre sus poderes y las nuevas fuerzas que se les unen.
¿Cómo romper el hielo de un corazón helado y aprender a trabajar juntos? ¿Porqué los chicos tienen la impresión de que se les está ocultando algo…?
