En el día 1 del séptimo mes, las dos hermanas amanecieron recostadas juntas en la habitación de tonos azules y blancos. Algunos sirvientes que se ocupaban de aquella habitación podrían decir que cuando veían esa combinación de colores aseguraban que se sentían tranquilos.

La hermana menor, Anna de Arendelle, se encontraba abrazando a su hermana mayor, Elsa de Arendelle. Lo hacía de una manera tan tranquilizadora, que Elsa se acurrucaba satisfactoriamente sobre el pecho de Anna como si fuera la mejor almohada que ha tenido Elsa.

Rompiendo el momento perfecto que estaba viviendo, Anna recordó un futuro evento que le inquietaba ligeramente. Mientras veía hacia el techo pensativamente, trataba de formar la mejor pregunta para no querer alarmar a Elsa de alguna incomodidad o preocupación que sentía ella.

—Y bueno, ¿hasta cuándo volverás?— Preguntó, mientras veía de reojo hacia Elsa y acariciaba su cabello rubio suelto.

Elsa ya esperaba esta pregunta en cualquier momento, a pesar de querer darle una fecha oficial, no le fue posible responderle algo así. "No estoy muy segura, padre dice que hay una mayor probabilidad que algunos de los Lords nos pidan una reunión extra antes de irnos. Ya sabes cómo es esto."

De la gran lista de preguntas que tenía Anna en su mente sólo se atrevió en hacerle unas cuantas más, inconscientemente no queriendo escuchar las respuestas que ya se estaba imaginando.

—¿Tener una reunión extra allá? ¿De qué podría tratar? ¿Por qué no mejor esperan a recibir una apropiada aquí?—.

Reprimiendo un gran suspiro de frustración, Elsa se levantó un poco, sólo para mirar directamente a Anna. Queriendo y no queriendo, Elsa apoyó su mano en el pecho de la pelirroja, todo para que la menor no se pueda mover tan fácilmente para protestar y centre su atención en Elsa.

—Anna, sabes muy bien de qué podrá tratar esa posible reunión. Mi edad es la apropiada para ser desposada y varios Lords anunciarán su interés por pedir mi mano. Y no hay mejor momento que tener una charla con padre para después arreglar una gran reunión aquí en casa. Yo no puedo objetar algo o simplemente intervenir, padre es el encargado y responsable de manejar esto. Además, sabes muy bien que soy la heredera a la corona de Arendelle y es mi obligación ir con padre—

Anna no le gustaba cómo sonaba parte eso y algo le decía que Elsa se sentía mucho peor a pesar de no expresarlo en frente de padre y madre. Anna temía mucho que en un futuro no muy lejano ya no estaría más junto con Elsa, temía que la vería en unos cuantos meses. No había sentido tanto miedo que en ese momento. Anna no era tonta, sabía lo que implicaba ser la heredera de la corona de Arendelle aún cuando ella no lo era.

Maldición, Elsa tiene razón. Ser heredera conlleva muchas cosas y esta es una de tantas...

Gracias a la forma vacilante de Anna y la mirada perdida que tenía, Elsa se dio cuenta que su hermana tenía todo un lío en su mente. Es por eso que para poder calmarla y hacerle saber que todo irá bien (tanto para ella como para si misma), Elsa se vuelve a recostar encima de Anna, quedando su rostro a unos cuantos centímetros del cuello de Anna.

—Todo irá bien Anna. No te preocupes, siempre me tendrás— Le susurra cerca de su oreja y con su mano derecha le empieza a acariciar su mejilla.

Anna siempre ha afirmado que las palabras que Elsa le dedica son vida. Y estas son una de ellas, son sus pequeñas razones para vivir.

La iluminación del astro solar seguía creciendo, anunciando que el día ya iba a empezar con muchas cosas por hacer. Anna tendría que visitar algunos comerciantes para saber si han tenido algún inconveniente, Elsa visitaría a los graneros para ver la capacidad que tienen y por último, padre y madre estarían ocupados con la revisión de papeles, solicitudes, etc.

Sin embargo, las dos hermanas seguían recostadas juntas. Mejor dicho, las amantes seguían recostadas, fingiendo que en la noche anterior se la pasaron jugando y platicando, pero no fue así. Desde el primer aviso de golpeteo en la puerta ellas dos simplemente se podrían separar hasta quedar en los extremos de la cama, así que no se preocupaban mucho por ser sorprendidas. El personal del castillo e incluso sus padres eran respetuosos con su privacidad.

Después de las palabras que le había dedicado Elsa, las dos amantes prosiguieron a darse un ansioso beso. Elsa sosteniendo la mejilla de Anna, y Anna acariciando el cabello de Elsa. Seguían y seguían hasta que tuvieron que cortar el beso para respirar, ver los ojos de la otra y sonreír de tanto amor que sentían.

—Tú eres mi vida Elsa–

—Y tú eres mi sol Anna–