Al día siguiente...
Desde muy temprano, todo el mundo se encontraba preparado para que el rey Agnarr, la reina Idunna y la princesa Elsa embarquen en el Gran Buque Real de Arendelle para partir hacia el reino vecino y acudir a la reunión de los reinos del continente. Todos se movían de un lado para otro sin descansar, el rey y la reina se encontraban con el capitán y los oficiales conversando sobre la ruta marítima que tomarían y las opciones que tienen en caso de que tengan que cambiar la ruta de ser necesario, la princesa Elsa se encontraba con el sobrecargo preparando la documentación de la carga. Después de 10 minutos Elsa había terminado su trabajo así que decidió tomarse un pequeño descanso acudiendo a su camarote para acomodar algunas cosas personales y darle un retoque para su comodidad, cuando llegó a la puerta y antes de abrir logró escuchar pasos y unas risas que las identificó inmediatamente que era Anna la que estaba adentro. Abrió la puerta sólo para ser recibida con la grata sorpresa de que su habitación estaba adornado con flores, cartas y una que otra manualidad hecha por Anna.
– ¿Qué haces? – Preguntó la rubia mientras acariciaba las flores de un garrón otorgándoles escarcha con un movimiento de su mano para refrescarlas.
– ¿Yo? Oh, nada. Sólo dando un retoque a este camarote. ¿Y tú? – Le respondía siguiendo decorando ahora la cama con demás flores.
– Pues este es mi camarote por si no lo sabías. Y de hecho, venía para arreglar mis cosas, pero veo que alguien más lo arregló a su manera. –
Y así como lo decía Elsa era mucho peor a como ella lo quería, en vez de que las cosas estuvieran en orden como ella quería, más bien estaba todo sin pies ni cabeza pero aún así apreciaba el que Anna estuviera aquí. Fue a la cama e intencionalmente se sentó y se acostó haciendo que todo el arreglo saltara alborotado. Anna sólo se quedó ahí viendo perpleja todo el espectáculo desordenado que resultó ser su cuidadoso esfuerzo, y así como vio a Elsa para darle algo de su propia medicina así fue recibida con no solo una sino varias bolas de nieve, esto para que Anna fuera distraída para limpiarse y al abrir los ojos darse cuenta que Elsa ya no estaba ahí sentada sino que se fue corriendo hacia la salida del camarote. Anna entendía que esto era un reto de "atrápame si puedes" y fue corriendo detrás de Elsa saliendo igual del camarote y encontrarse con los trabajadores que se encargaban de llevar las cosas en el barco asimilando como un juego de esquivar objetivos, se quedó parada por unos segundos para poder visualizar dónde se encontraba Elsa, pero con tantas personas y objetos que le estorbaban la vista no lograba visualizarla hasta que fue recibida por otra bola de nieve por arriba de su cabeza. Se sobaba su cabeza mientras que volteaba hacia arriba confundida pensando ¿de dónde rayos vino eso? y fue ahí donde logró ver a su hermana por el timón, se encarreró y se dirigió sin quitarle la vista, subió las escaleras para tratar de alcanzarla pero aún así Elsa también mantenía su distancia y corría emocionada para no ser alcanzada por Anna.
Bajaron las escaleras corriendo y esquivando llegado hasta el puerto ya apunto de alcanzar a Elsa sin embargo fue sorprendida con un costal volando de su lado derecho para impactar directamente a su cara y ser golpeada fuertemente, no la tiró por completo pero su equilibrio fue interrumpido haciéndola que tropezara y chocar de espaldas con alguien desconocido que no supo quién era porque se mantenía ocupada de tener un paso firme sin embargo al no lograrlo se cayó ella y esta persona desconocida. El entumecimiento de su espalda no la dejaba en paz ni mucho menos el ligero mareo que le causó, fue que escuchó tanto bullicio, la queja de una persona adolorida y unos cuantos gritos preguntando "¿se encuentra bien su majestad?" y fue ahí que abrió sus ojos rápidamente y algo asustada de quién se trataba, volteó a ver y vio que era su madre la reina Idunna que se encontraba tirada a su lado derecho boca abajo con una verdadera queja en su rostro, eso significa que fue un verdadero golpe para ella más que para Anna, probablemente.
Con mucho cuidado, Agnarr y un guardia levantaban con mucho cuidado a la reina para llevarla a un lugar seguro y revisar las heridas que tuviera, por el otro lado Kai y otro guardia le ayudaban a Anna para que se levantara aunque no fue necesario ya que la pelirroja se levantó lo más rápido posible pero preocupada de lo que le pasó a su madre así que decidió seguirla a ella y a los guardias que la llevaban, sin embargo fue interceptada por su padre con una cara muy seria.
– ¿Qué haces Anna? ¿Por qué estabas corriendo así sin precaución? Aún peor en este lugar – señalaba
– Es que... Yo... – Honestamente Anna no sabía qué decir, estaba muy avergonzada de lo que le hizo a su madre y todo el problema que le causó a los trabajadores evitando no tirar cosas.
Acercándose al rey y a la princesa con la cabeza baja y en un tono preocupado un trabajador habló – Su majestad, su alteza. La culpa fue mía, si no hubiera lanzado ese costal no habría pasado todo esto. Le pido disculpa por favor y estoy en acuerdo de alguna sanción, su majestad... –
– No fue tu culpa – Le contestó el rey. – Anna, hablaré contigo muy seriamente más tarde. Ahora ve a con tu madre a disculparte y luego te diriges a mi camarote de inmediato. – Fue la orden que el rey le dio a su hija y se retiró para organizar las cosas de su próximo viaje.
Anna se sentía muy culpable, tanto que si fuera posible se formaría una nube grisácea encima de ella cubriéndola con tormenta y lluvia. Fue caminando hacia donde se encontraría su madre en su habitación del castillo y pensaba en lo que le diría para disculparse por el accidente que causó, pero entre eso y visitar a su padre como se le ordenó probablemente le temía más a lo que estaría pasando con su padre. "Bravo Anna, no lo pudiste haber hecho mejor..." se decía en su mente, "si no hubiera sido por... espera, ¿¡qué!?" todo lo que estaba pensando fue interrumpido por la pregunta ¡dónde rayos estaba Elsa! No sabía y ni siquiera la había visto durante el accidente, probablemente hubiera estado detrás de ella sin darse cuenta pero ¿y si no?
Ya había llegado a la habitación de su madre en la cual sabía que estaba ahí la reina por los guardias cuidando la puerta y una que otra sirvienta salía y entraba de la habitación. – Bien, sólo debo de disculparme – Se decía en voz baja. Abrió la puerta pensando en lo peor pero afortunadamente no, sólo veía a su madre sonriendo y sin preocupación o queja alguna, eso le animó mucho a Anna pero eso no era excusa de no hablar con su madre, sin más que esperar se acercó a la reina con algo de vergüenza y nerviosa, agachando la mirada pero no sin dejar de ver a su madre.
– Madre, ¿estás bien? Quiero disculparme por el accidente que te causé y por todo el alboroto que hice en el puerto. – Le mencionaba mientras mantenía sus manos juntas sin saber qué hacer.
La reina la volteó a ver recibiéndola con una cálida sonrisa y una ligera risa ocultada por su mano. – Oh, hija. No te preocupes, no me pasó nada malo, sólo estuve en el lugar erróneo en ese momento y pasó lo que pasó. Yo iré a hablar con los trabajadores para que no tengan alguna preocupación en sus conciencias. Pero dime, ¿qué estabas haciendo? – Le preguntaba muy curiosa pero también algo divertida esperando la respuesta que escucharía, ya tenía en mente la respuesta de Anna. Porque al fin de cuentas, es Anna.
– Ah, de eso. Sí pues lo que estaba sucediendo es que estaba jugando con Elsa, ¡pero Elsa no tiene la culpa...! – Levantó su rostro asustada para ver a su madre y cambiando en un tono preocupado – Digo, quiero decir. Perdón por gritar, pero fui yo ya que estaba corriendo para atrapar a Elsa y entre tantas cosas y persona que esquivaba no me percaté de que un costal estaba volando hacia mi y me golpeó y bueno... Ya sabes el resto de la historia. – Terminó de divagar y contarle a su madre. Estaba preocupada de lo que pasaría en la decisión de su madre. Al momento que iba a decir algo fue interrumpida por varias risas sin descuido de su madre y también unas cuantas de las sirvientas que se encontraban en la habitación recogiendo los artefactos de curación. Anna no lo pudo evitar y les siguió en sus risas, ciertamente si se hubiera visto se hubiera reído de sí misma.
– Anna, si supieras que no eres la única de aquí se ha hecho accidentes graciosos por sus juegos o simplemente por caminar por ahí... Recuerdo una vez que tu padre y yo en nuestra niñez nos la pasábamos muy bien mientras nos divertíamos jugando. – Acariciaba la mano de su hija para consolarla.
– Sí pero, en ese tiempo aún eran niños. Mi error fue de que yo ya soy mayor y al parecer no cambio. – Le decía cabizbaja respondiendo a los toques de la mano de su madre.
– Y eso es perfecto hija. – Le contestaba muy orgullosa y feliz su madre levantando la mirada de Anna. – ¿Sabes por qué? Porque yo nunca cambiaría para no ser yo y no ten cambiaría a ti para ser alguien que no eres o a tu hermana o a tu padre o alguien más. Anna si no hubiera sido esto hubiera pasado en otro momento y no es cosa de que te esté culpando. Entiendo que en ese preciso momento se elevaron nuestros sentimientos, yo con el dolor, tú igual sumando que también te sentías preocupada y tu padre evidentemente se le elevó el enojo.–
– Sí, eso fue evidente. – Le contestaba con una sonrisa por todo lo que le comentaba su madre, "tiene razón". – ¿Es como si hubiera sido un disparo de humo? ¿Cómo la tetera que ya está hirviendo y hace ruido? –
– Algo parecido. Así como te lo imaginas, después de un tiempo esa tetera se enfría y puede servirse a la taza. - Gentilmente le acariciaba los mechones de cabello rojo que caían.
– ¿Y tus heridas? ¿Aún podrás ir al viaje? – Anna desviaba su mirada para estudiar el cuerpo de su madre y ver alguna herida.
– No te preocupes por eso. Es algo que puedo manejar y que no me afecta mucho. Cuando llegué a la habitación ya podía caminar sin ayuda. Aún no soy una reina anciana. – Le comentaba mientras que juguetonamente pellizcaba las mejillas de su hija.
– Ok, ok, ya entendí. – Trataba de zafarse de los dedos de su madre que le estrujaban sus pecas. – Ahora creo que iré con padre en su camarote. –
– No te preocupes, irá todo bien. Probablemente después de un chequeo iré igual con él, no pienso esperar aquí acostada en la cama para que vengan por mí.
– Claro, gracias mamá. – Se despedía con un abrazo.
