Saludos.
Basada en MI Personaje favorito de la escritora J.K. ROWLING a la cual pertenecen todos los chars mencionados en esta historia salvo aquellos que haya creado por mi propia corrupta y malsana imaginación...XXu
RB se ha vuelto popular en cuestión de tragos, algunos suspiros disimulados y un beso robado. Pero las cosas no siempre marchan como deben y las complicaciones surgen.
ESTA HISTORIA VA DEDICADA CON MUCHO CARIÑO A DOS PERSONAS GENIALES.
¬ FRIEDERIKE Y BETA ¬ BETA Y FRIEDERIKE DOS NIÑAS ENCANTADORAS QUE ME DIERON ANIMOS PARA ENPESAR A ESCRIBIR DE NUEVO BESOS A AMBAS Y GRACIAS CHICAS.
Capitulo 2.- EL CHICO POR QUIEN SUSPIRAS
La figura se recortaba contra la luz del amanecer. Era alto, musculoso y duro aunque delgado. Llevaba un pantalón de algodón sin blanquear y una playera sin mangas. Estaba descalzo y fumaba un cigarrillo. Se le veía tranquilo e incluso así se notaba a distancia que estaba preparado para cualquier agresión. Llevaba el largo pelo rojizo suelto y por tal motivo desordenado. Observaba con detenimiento el ritmo de las pequeñas olas del lago. Podría ser un joven pero algo en el daba a entender que había madurado a un ritmo acelerado. Aun así su sonrisa era genuina y trataba de recuperar su infancia viviendo cada día al máximo.
Alaberta observaba al joven auror desde su ventana. La noche anterior habían hablado largo y tendido. Le había informado a grandes rasgos sobre sus descubrimientos y el ataque contra ella la luna llena anterior. El Werewolf estaba herido y no había logrado matarla pero si había puesto a prueba su capacidad y algo era claro; había sido una auror de primera línea, compañera en incontables cacerías de Alastor Moody, el mejor auror de su época e incluso había sobrevivido con éxito a las continuas luchas contra los Mortifagos y el señor oscuro Voldemort.
Pero eso había sido hace 28 años e incluso en una bruja con sus capacidades llegaba un momento en que no podía continuar con el viejo ritmo. Se había retirado del servicio activo e incluso había pedido al buen Dumbledore que le lanzara un conjuro de incontrable. Voldemort había muerto al intentar asesinar al joven Harry Potter y todo el mundo mágico creía que aquel milagroso hecho marcaba una era de paz. Podía sin mayor problema retirarse a su antiguo hogar en Irlanda y olvidarse de problemas.
Y así lo había hecho. Dos largas décadas de tranquilidad al lado de su ya difunto esposo Belfreud. Había sido un muggle cariñoso y romántico aunque se habían conocido ya grandes. No habían tenido familia pero el tenia una hija de su primer matrimonio y la habían terminado de criar como suya. Se había marchado hacia años y desde la muerte de Belfreud no había vuelto a contactar con ella. Poco después la segunda guerra oscura se desato y la muerte y el terror se liberaron en la comunidad mágica e incluso en el mundo muggle se dejo entrever el terror latente.
Y apareció el...el niño que vivió le llamaban, el elegido le proclamaban...el salvador era el ultimo nombre que recibió. Todos presenciaron su última lucha, nadie en la comunidad mágica podría olvidar el terrible hechizo MagnaVius. Cerraras los ojos, durmieras, incluso sin sentido veías las imágenes de la lucha. Cuerpos destrozados, cadáveres de Aurores y Mortifagos y tres niños luchando contra el señor oscuro. Hechizos iluminaban el cielo mientras incontables espíritus aullaban en la zona de batalla. Ella había presenciado la lucha y rogado a los magos de antaño que prestaran su poder y sabiduría a esos tres. Finalmente el hechizo llego, el que arrebato al señor oscuro toda posibilidad de prevalecer sobre los tres pequeños, nadie sabia el nombre del conjuro y el salvador nunca revelo su secreto. Voldemort aulló su frustración mientras su última oportunidad de prevalecer se desvanecía. Los horcruxes habían sido destruidos y solo quedaba el. El ultimo horcrux su último fragmento de alma...
Trato de alejar los recuerdos de su memoria, y enfoco nuevamente al joven auror. Sabía quien era aquel joven aun antes de que proclamara a gritos su identidad. Nadie podría ignorar el rostro del joven Ron, era temido y respetado y había pocas personas en el mundo mágico que pudieran llamar a aquel joven mago "amigo". No por que el se los prohibiera, la gente lo conocía y nunca había dejado de ser amigable y respetuoso. Pero nadie podía ignorar el hecho de que había usado su propio cuerpo como escudo en la lucha de su amigo y que había quedado destrozado. Las cicatrices que surcaban su cuerpo eran las marcas imborrables del poder de Voldemort y aun así había sobrevivido. Se había vuelto duro y superado a sus apenas 18 años a los aurores mas famosos y arrojados. Y sobre todo, se había vuelto salvaje, indomable peligroso.
Alaberta suspiro...era tan joven y ya cargaba con responsabilidades enormes...decidió olvidarse por ahora de sus recuerdos. Calentó agua y preparo un café al que agrego un largo chorro de Whisky de Fuego. Ambos necesitarían estar en calor para poder inspeccionar el sitio sin contratiempos. Tomo algunos panes de cebada y salio al frió aire matinal.
Ron suspiro para sus adentros. Era bueno estar lejos del mundo mágico por una vez. Aunque había sido enviado a destruir al Werewolf podía darse el lujo de sonreír y charlar, robar miradas soñadoras a chicas que no sabían quien era e incluso un beso furtivo a una chica hermosa. El día anterior había reído como hacia mucho no lo hacia. Esta bien que la mayoría de las risas provenían del hecho que sus amigos...¿amigos?...si había pensado bien, amigos, tal vez los únicos que conservaba, le habían estado molestando por el móvil a sabiendas que tan lejos de ellos no podía intimidarles con una mirada dura o un hechizo. Y por si aquello no fuera poco su madre le había hecho pasar una vergüenza monumental frente al pueblo completo...aun así se había reído.
Extrañaba reír; y besar a una chica sin que esta lo tratara con miedo reverencial. Hermi lo había amado y lo había hecho aun después de que su batalla fuera presenciada por todo el mundo. Pero cuando fueron nombrados Aurores y la orden los recluto permanentemente cayo en cuenta de que la gente le temía. Incluso sus hermanos...su propia familia lo miraba con temor y respeto. No podía soportar las miradas cuando entraba a un bar mágico o a una sala de juntas del ministerio. Hermi lo había apoyado aun así pero seguía siendo doloroso ver y sentir.
Harry le decía a cada momento que todo pasaría y había pasado. Habían sido ascendidos rápidamente y sus misiones se hacían más constantes. Ya fuera cazar un mago tenebroso o una bestia mágica maligna lo hacían rápido y brutal. Se ganaron fama de implacables. Poco a poco sus vidas se empezaron a reconstruir. Recordaba el año que regresaron a su antiguo colegio de magia. Habían jugado quidditch como capitán y guardia. Y habían ganado para su casa. Hermi se deleitaba recuperando sus estudios abandonados y aun así encontraban momentos para recordar su amor en lugares alejados. Su hermana y su amigo se amaban una vez más. Era feliz por ellos pero no por el.
Finalmente paso lo que temía, Hermione le amaba pero el a ella no. Había muerto su amor, ahogado por el dolor de lo que era. Una maquina de lucha y destrucción. Todo acabo sin más palabras e incluso años después se seguían viendo...siempre una sonrisa de el, una de ella pero solo eso. Hermione había regresado al lado de Krum y el se había quedado atrás. Y así continuo su vida hasta ahora. Suspiro una vez más.
Alaberta lo llamo desde la casa, la anciana auror lo había tratado con respeto pero también con cariño. Habían conversado y ella le había agradecido su presencia. Se acerco a la anciana pensando en su misión.
-Supongo que habrás dormido muchacho- una pregunta sincera pensó Ron -Un poco tiíta- una mentira flagrante se reprocho. Tomo la taza de café con licor que la anciana le ofreció y robo un panecillo de cebada del cesto que había colocado sobre la mesa. Devoro su ración y tras un momento de satisfacción por un rico desayuno sonrió a la anciana. -El mejor café que he probado tiíta y los panes deliciosos- por lo menos en esto si era sincero.
-Me alegro que te gusten muchacho y me alegra mas aun verte sonreír- touche pensó Ron -será mejor que te prepares para comenzar el día, hay algunas cosas que debo atender antes de que podamos dedicarnos a rastrear el terreno- había olvidado por completo que aquello era una granja y por tanto había cosas que atender. -Yo te ayudare en lo que pueda tiíta, es lo menos que puedo hacer por recibirme- en eso era sincero también. -Entonces comienza a cortar esos troncos de ahí muchacho pues necesito la madera preparada para el invierno-
Ron sonrió con deleite al comprender que para la anciana auror el podía ser héroe de guerra y figura respetable pero seguía siendo un jovenzuelo y por tanto mandadle. Tomo el hacha de madera y tras sopesarla golpeo el primer madero. La hoja estaba sin filo y solo se incrusto en el sin cortarlo. -Debo afilar la hoja tiíta- la muela de afilar salio volando desde el granero y Ron la tomo en pleno vuelo. En su vida lo había hecho al estilo muggle y no sabia ni como empezar. Había planeado lanzar un hechizo sobre la hoja para recuperar el filo pero la piedra le dejo en claro que debía hacerlo como un hombre normal.
Tardo cerca de una hora en lograr dar un filo decente a la hoja y se llevo en el proceso varios machucones y cortes en los dedos. Sopeso nuevamente la hoja y partió el tronco de un solo golpe. Aquello empezaba a marchar como dios manda. En pocos minutos le tomo el ritmo al trabajo y al cabo de una hora había cortado madera suficiente para abastecer el pueblo durante todo el invierno. Le dolían los hombros y sentía los rayos del sol calidamente en su espalda. A mitad del trabajo se había quitado la playera y estaba con el torso desnudo recibiendo los primeros toques de sol en su piel blanca. La tía le grito desde el establo y corriendo se acerco a ver que necesitaba la anciana.
Alaberta había observado al joven con detenimiento durante los últimos minutos. Había cortado más que suficiente madera e incluso parecía decidido a cortar aun más. Parecía alegre con su trabajo, como si aquello le distrajera de sus responsabilidades normales. Sonrió para sus adentros; se suponía que aquel joven era su superior en rango e incluso a su joven edad había recibido una condecoración de Orden de Merlín de 1.- Grado, pero para ella, una anciana apartada definitivamente del mundo que le había visto crecer, era como el nieto que nunca tuvo. Le grito desde su sitio en el granero y el chico corrió a ver que necesitaba.
-Estoy abusando un poco de el pero dudo que le moleste- pensó y observándolo con detenimiento le indico dos pesadas garrafas de acero con tapas en las cuales había depositado la leche ordeñada esa mañana. Cada una debía pesar arriba de 80 kilos por lo menos y a ella le costaba trabajo moverlas sola hasta la carreta. -Llevame esto a aquella carreta por favor, en un rato mas iremos al pueblo a dejarlas en la posada- le sonrió y continúo con sus labores.
Ron observaba con desconcierto las garrafas...era claro que pesaban bastante y podría haberlas cargado con magia levitándolas hasta la carreta pero se lo pensó mejor. -Posiblemente ella se de ese lujo pero yo debo aprender a valerme un poco mas en el mundo muggle- Tomo cada asa con una mano e intento levantarlas juntas. Logro separarlas levemente del suelo pero llevarlas juntas quedaba descartado. Volvió a bajarlas y tomando aire rodeo la primera por el centro y la levanto en vilo. Era pesada pero podía moverla sin mayor problema y avanzando a pasos más o menos rápidos se acerco a la carreta depositándola en el centro. Hizo lo mismo con la segunda, observo un lazo tendido de lado a lado de la carreta y se imagino que seria un soporte para que no se balancearan. Las amarro juntas y observo gustoso el trabajo.
Tía Montile sonreía con deleite, aquel chico era claramente eficiente en su trabajo...aun cuando este le fuera de principio desconocido. Lo observo mientras acomodaba unas pacas de heno en la parte posterior y colocaba unas canastas de conservas en otro rincón de la carreta. Pensó en suspirar pero alguien se le adelanto...mas bien muchas alguien. Se dio la vuelta y se acerco a la parte posterior del cercado donde varias jóvenes del pueblo miraban agazapadas a "su sobrino". -Es guapo verdad- pregunto con voz calma -MUCHO- le corearon voces suspirantes. Pensó en reírse si no hubiera estado mas preocupada en callar a las chicas que tras la sorpresa de verse descubiertas empezaron a parlotear disculpas y razones para estar ahí.
Ron contorsionaba los brazos y trataba de recuperar la vertical en su columna. Estaba habituado al trabajo pesado pero hacia tiempo que no lo hacia y su cuerpo se lo recordaba a punzones y quejidos. Escucho el parloteo proveniente del cercado y se acerco a comprobar que todo estaba bien. Las chicas pedían disculpas y rogaban a Tía Montile que no las delatara. Ron sonrió de oreja a oreja al comprender por que tanto secretismo. Las miradas eran cosa habitual y legiones de chicas mágicas lo miraban pasar suspirando por el. Pero siempre que trataba de saludarlas o ser amable desaparecían de inmediato amedrentadas. Aquellas chicas se comportaban más o menos igual pero era seguro que ellas no desaparecerían de repente. -BUENOS DIAS SEÑORITAS- un aire frió se dejo sentir en el cercado. La totalidad de las chicas estaban congeladas en su sitio a media frase y Tía Montile se reía a voz en cuello de la escena. Todas se volvieron al unísono y tras lanzarle una mirada atónita sus rostros se pusieron tan rojos como su cabello. -BUENOS DIAS- corearon y su color se encendió aun más.
El resto de la mañana pasó rápido y las actividades matinales se agotaron en minutos. Las chicas descubiertas ayudaron gustosas a Tía Montile a terminar las tareas que le correspondían mientras el pelirrojo cargaba el resto de cosas en la carreta y se daba un baño rápido en el lago. Casi todas pensaron en observar aquello último pero una dura mirada de Tía Montile reprochándoles su cinismo les recordó sus tareas.
A media mañana desayunaron abundantemente y la totalidad de las chicas miraban asombradas al joven tan educado en otras situaciones devorando la comida. -Puede ser un caballero cuando quiere pero algo es seguro...que nadie se meta entre el y su comida- pensó divertida la Tía Montile. Terminada la comilona, Ron tomo un largo trago de leche de vaca recién ordeñada y suspiro de alivio. Una buena cantidad de leche corría por su garganta y largos bigotes blancos se dibujaban en su boca. -Definitivamente maduro muy deprisa, pero sigue siendo un niño en su interior-
Recorrieron la vereda hasta el pueblo a buen paso, Ron jalaba la carreta a puro músculo y ni siquiera parecía agitado. Las chicas llevaban algunas canastas con regalos de Tía Montile para sus familias y cantaban una vieja melodía del pueblo. Cuando se acercaron por fin observaron la procesión de jóvenes y adultos que regresaban del bosque. Habían talado desde el alba y llevaban de regreso la madera que necesitaban para reparar las casas y bodegones. A lo lejos en la parte norte del pueblo los campos de siembra mostraban la abundancia que reinaba en el pequeño valle. Todo lo que necesitaban lo suministraba la naturaleza y con mayor razón carecían de los adelantos del mundo moderno; simplemente no les eran necesarios.
-¿Es tranquilo verdad?- la pregunta le tomo por sorpresa -Si, realmente tranquilo...y a la vez increíble; tal vez podría aprender a vivir aquí...realmente es lo que me gustaría- su semblante se ensombreció al pensar detenidamente en ello -pero es solo soñar, esto no es para mi, su vida es tranquila y la mía no lo es...los trastornaría- un suspiro de decepción afloro a sus labios.
Era triste verlo así, se negaba a si mismo un poco de tranquilidad; ¿aun muerto seguía arruinando la vida de los demás? ¿Marcaba la existencia de aquellos que le habían destruido con desdicha?; Tía Montile sintió un profundo odio en su pecho, aborrecía a Voldemort por todo el daño que había causado y ahora lo odiaba aun mas por marcar con tanto pesar a una joven vida que debía ser feliz y no lo era. -Deberías pensar seriamente en lo que has dicho hijo mío, nadie debe negarse a si mismo un poco de felicidad- lo había dicho de forma razonable y en un tono consolador -a menos que fueras como el señor tenebroso- había agregado de forma lúgubre.
-Tal vez lo soy, tía; nadie puede enfrentarse a la oscuridad sin contaminarse- aquella no era la respuesta que esperaba, observo la lúgubre sonrisa del chico y prefirió dejar pasar el comentario. Las jóvenes cantaban aun la tonada que los había acompañado por el camino y de tanto oír las estrofas, Ron decidió acompañarlas en el canto. Su voz sonaba dura y vibrante junto a las chicas pero no desentonaba, Tía Montile lo observo con asombro pues la lúgubre sombra que opacaba su semblante unos momentos atrás había desaparecido y sonreía alegre mientras entonaba la pieza.
El anciano McLinen estaba sentado bajo la sombra de un roble fumando la larga pipa de barro mientras observaba la procesión. Sonrió con gusto al ver aparecer a Tía Montile por el camino y su sonrisa desdentada se hizo mayor al observar al joven citadino arrastrando la carreta a buen paso tras ella cantando con las chicas. Se dejaba ver la tormenta de chicos celosos en el horizonte pero aun así aquello era divertido, -un poco de aire de ciudad es lo que les falta a estos chicos para despabilarse- pensó para si.
Tía Montile se acerco al anciano que esperaba bajo el roble saludándolo con gusto. -Una bella mañana, me da gusto verle querido amigo- extendió su mano hacia el viejo. -Realmente bella y llena de vida por lo que observo- sonrió desdentado -tu sobrino esta causando revuelo entre las jóvenes, tal vez deberíamos convencerle de quedarse por aquí un largo tiempo- Ambos rieron de buena gana, -Seria una idea magnifica amigo mío, mi sobrino necesita alejarse desesperadamente de la ciudad y su trabajo- observo al joven que se aproximo a ellos calmadamente.
Se había quitado la playera sin mangas y llevaba el torso desnudo perlado de sudor. Las cicatrices se remarcaban oscuras en la piel lechosa despertando la curiosidad del anciano. .-Impresionantes heridas muchacho, pero no me imagino como es posible que tengas tantas- su tono era lúgubre pero sin malicia. -Son los riesgos de mi trabajo señor, rara vez salgo de uno sin alguna cicatriz nueva- sonrió al viejo mientras sacaba un cigarrillo negro de una caja distinta a la que llevaba la tarde anterior. -Pues vaya trabajo, hijo mío, te aseguro que no me gustaría haber tenido uno así- acepto el cigarro que RB le tendió. - A nadie cuerdo le gustaría un trabajo como el mío pero actualmente solo los locos y temerarios lo toman con gusto- el circulo de gente se había cerrado a su alrededor. Los mayores miraban con sorpresa y admiración las cicatrices. Los mas jóvenes las veían con envidia, envidia aumentada por los suspiros de las chicas que observaban con ojos soñadores al pelirrojo. Las mujeres mayores lo miraban con ternura y preocupación.
-¿Y cual es ese trabajo que deja tantas heridas en quienes lo realizan?- la voz era marcadamente hostil y burlona, -o tal vez ni siquiera son heridas de un trabajo y alguien se las hizo por presumido-
Todos los ojos se volvieron a mirar al bocazas, un tipo enorme con aspecto dejado los observaba desde una banca de piedra empotrada en el muro de un bodegón. -Mejor retira lo dicho, Colwen- advirtió el anciano – el joven es un invitado y no tolero que se le insulte- Aquel sujeto rara vez se acercaba al pueblo y cuando lo hacia provocaba discusiones monumentales.
Se levanto de su sitio en la banca y se acerco amenazante al pelirrojo -Vamos vamos viejo, no retiro lo dicho y menos ante "una nena bonita" como este tipo- se paro frente a RB y le lanzo su fétido aliento al rostro. Toda la gente había retrocedido atemorizada, Ron ni siquiera había cambiado el peso del cuerpo; observaba al tipo con ojos serios, acerados; invitándole a insultarlo de nuevo. -Vamos "nenita" contesta- intento ponerle la pesada manaza en el rostro.
-GRUAHHHHHH- el gemido de dolor se pudo oír de orilla a orilla del pueblo. Ron había tomado la muñeca del bravucón y con una rápida torsión tenia el brazo del sujeto inmovilizado contra su espalda mientras su palma libre descansaba en el codo haciendo presión. El rostro del bravucón se contorsionaba mientras intentaba recuperar aliento. Tía Montile observaba asombrada la reacción de Ron. El entrenamiento auror se basaba en hechizos y contrahechizos, espionaje y sigilo, incluso un poco de imitación. Pero nunca incluía combate físico. El rostro del chico había cambiado en segundos y su mirada se había vuelto fría y letal.
La gente observaba atemorizada la escena. En todo el pueblo solo Brikolas era tan arrojado como para enfrentarse a Colwen y aun así sus peleas eran intercambios de puñetazos patadas y mordidas. El pelirrojo ni siquiera había lanzado un golpe. Se había limitado a tomarlo y obligarlo a arrodillarse.
-Mi trabajo- murmuro el chico – es cazar delincuentes, asesinos sádicos y locos dementes- la gente callo – un bravucón de pueblo no es nada comparado a ellos- la escena parecía congelada – así que si no quieres terminar peor parado largate de inmediato- soltó la presión sobre el brazo y el gigantón se arrastro unos metros antes de levantarse y mirándolo con odio echar a correr hacia el bosque.
Ron suspiro, lo había hecho de nueva cuenta y cualquier posibilidad de que lo aceptaran se había esfumado. Levanto la mirada intentando poner su mejor sonrisa y la vio. La chica lo observaba callada, con sus grandes ojos nublados de lágrimas. Su piel canela brillaba con un ligero tinte rojizo. Su pelo azabache recogido en dos largas trenzas colgaba sobre el hombro derecho y sus grandes ojos negros como los de una gacela le observaban con miedo... ¿miedo?...no algo distinto...
El corazón de Ron dio un vuelco, mientras su estomago malabareaba en su interior, se asentaba y con un frió nudo se escondía en algún rincón. La había besado la noche anterior, pero solo como agradecimiento por su compañía, pero en ese momento el beso robado afloraba a sus labios y se imaginaba robando uno más, dos más, cientos más. Y claro si aquello hubiera podido pasar el lo había echado al caño con su arranque.
Comenzó a caminar hacia la granja de Tía Montile con pasos rápidos y la mirada en el suelo. Entonces sintió las manos sujetándolo y los gritos de jubilo de quienes le rodeaban. Observo atontado las sonrisas en los rostros del pueblo y captaba como fragmentos los agradecimientos y felicitaciones. Intento prestar atención, -Vaya muchacho que tienes arrestros, no hubiera creído ver a alguien amedrentar a ese bravucón con tanta facilidad- el anciano McLinen le sonreía -Brikolas se enfrentaba a el cada vez que venia al pueblo pero solo conseguía mandarlo algo aporreado- ¿lo estaban felicitando? -vamos vamos creo que hoy será un día de fiesta- si, lo estaban felicitando – que empiecen a preparar las viandas y traigan los instrumentos- observo a Tía Montile atontado, le sonreía -vamos vamos chico tenemos que celebrar- lo jalaban hacia el pueblo – traigan el Whisky- miro a Tabata – y el jugo de uvas para los niños- la chica lo observaba totalmente sonrojada.
Tía Montile se acerco a Tabata. Sabía reconocer ciertas miradas. -Tabata querida ¿qué te pasa?- la chica la miro aun mas sonrojada. -Na..Nada...nada tiíta, en serio- Si claro y ella era una Banshee, por que no podían ser sinceras -¿Te gusta verdad?- la chica se puso roja casi oscura. -Entonces deberías decírselo, hija mía- eso era lo que el necesitaba. -Pero el no me haría caso...solo soy una pueblerina- tanta desconfianza en si misma -aunque me haya besado- la había besado, menudo casanova el chico –y si mi hermano se entera- y dale con el hermanito celoso -no quiero saber la que se armaría- como si fuera a poder siquiera acercársele a Ron -no tía, no puede ser- ay niñas, son tan inocentes.
Riendo con gusto Tía Montile jalo a Tabata hacia la fiesta. La chica se resistía pero ella se limitó a murmurarle al oído -Te gusta niña, y es tan simple como que tu también le gustas- la observo por ultima vez mientras le susurraba -el chico suspira por ti...y el es el chico por quien suspiras- camino a paso vivo. La fiesta estaba iniciando.
ACLARACIONES.-
Magna Vius.- Hechizo terrible de magia oscura. Doblega la voluntad de los magos obligando a sus mentes a observar escenas terribles. Voldemort lo uso durante su batalla con Harry, Ron y Hermione para mostrar al mundo mágico como les asesinaba. Sin embargo sus planes se frustraron al verse superado por la férrea voluntad de los tres chicos. Durante esa pelea Ron gano su fama de tenaz y temible al soportar de lleno tres hechizos SectumSempra lanzados contra Harry y seguir de pie defendiéndolo. Algunos muggle con capacidades de visionario se vieron afectados por el hechizo. (Este hechizo no aparece en ningún sitio pues lo cree específicamente para la historia. se supone que el nombre viene de Magna-Gran Vius-Visión pero como no tuve oportunidad de revisar un diccionario de latín no son los términos correctos)
Banshee.- La Banshee proviene de la familia de las hadas y es la más oscura de ellas. Según la mitología celta puede aparecer en forma de mujer joven y hermosa o vieja repugnante, su cara siempre es pálida como la muerte y su pelo unos veces es negro como la noche y otras es rubio como el sol. Solamente los habitantes de Irlanda la podían ver, los extranjeros sólo escuchar; cuando una persona oía a una Banshee sabía que su fin estaba cerca, los días que le quedaban de vida se podían saber por los gritos de la Banshee: cada grito era un día de vida y si sólo daba uno significaba que esa misma noche moriría. (Descripción tomada de Wikipedia la coloco solo por si alguien no sabía que eran las Banshee, les recomiendo que lean mucho sobre la mitología de Europa pues es fascinante)
Por ahora es todo, espero sus recomendaciones críticas y preguntas. Por cierto, ¿que opinan de que Ron tenga cicatrices?
PD: Disculpen las faltas de ortografía, es que tengo dislexia dedal... (Apa tontería acabo de escribir)
