Volviendo a descubrirte... sufriendo y ¿amándote?

Aclaración: Los personajes no me pertencecen, son de J.K. Rowling.

Nuevamente la invitación al foro: www. fanfiction. net/ f/ 971305/ allí estan los comentarios sobre el fic.

Capitulo XI

Draco la contempló sonriendo, nunca había creido que escucharía esas palabras de boca de su mujer. La emoción estaba ganándole y a pesar de que no quería, fue inevitable que sus ojos brillaran, llenos de las lágrimas que reprimía.

-Yo también te amo... -le respondió con una voz tan suave que Hermione no le conocía.

Ella acarició su rostro y entonces él ya no pudo contenerse. La levantó en sus brazos y como había hecho un tiempo atrás, subió las escaleras de dos en dos. Hermione lo miraba, y se sorprendió al descubrir una lágrima que surcaba el pálido rostro de su esposo. Cuando él la recostó con suavidad en la cama, ella buscó su mirada y luego sus labios una vez más, disfrutando de ellos, de no tener que reprimirse nunca más.

-Estas llorando -le dijo enternecida, pero con picardía.

-Mira si yo voy a estar llorando¿qué dices? -se defendió enseguida él.

Hermione rió divertida y feliz, y entre sus brazos le respondió:

-Nada, nada...

Draco le sonreía, mientras ella lo iba descubriendo cada segundo en algo nuevo. Con suavidad le fue quitando la ropa, algo que jamás había hecho de esa manera, y Hermione por primera vez le desabrochó los botones de la camisa, jugueteando con la ansiedad que él sentía, retrasándose a propósito, para que él la besara una vez más.

Lo acarició con ternura, sintiendo la tibieza de su pecho; mientras tanto, las manos de su esposo recorrían su espalda desnuda y sus labios se escondían en su cuello, dejando un dulce rastro de infinitos besos que se prolongó a lo largo de su cuerpo.

Y esa noche se amaron como nunca, se conocieron por primera vez como marido y mujer, a pesar de que ya lo eran desde mucho tiempo. Hermione lo besaba una y otra vez, intentando recuperar todos los besos que había reprimido tanto tiempo; y cuando se aferró a su espalda, sintiéndose más mujer que nunca, supo que ya nada sería igual desde entonces. Todo cambiaría...

Momentos más tarde, Draco yacía boca arriba con los ojos cerrados, y Hermione en sus brazos, sobre su pecho. Como si al soltarse se acabara el sueño y todo volviera a ser como antes. La joven levantó la vista y contempló a su esposo. Sonrió, ahora tenía un color diferente la palabra "esposo". Él ya no sería el cruel tirano que la hacía sufrir, porque ella ya no sería la mujer indiferente de antes...

Por primera vez se fijó en la palidez del pecho que estaba abrazando y una duda volvió a asaltarla... ¿y si le preguntara? Realmente era una total estupidez que Draco Malfoy pudiera estar viviendo entre muggles, y además tendría que tener su edad... volvió a reflexionar la joven. No, no podría poner en peligro a toda la comunidad mágica por una simple duda suya.

-¿Draco? -lo llamó, incorporándose un poco.

-¿Mmm? -respondió él. Se veía un poco tembloroso.

-¿Estás bién amor?

Finalmente, él abrió los ojos, dejando ver su mirada gris aguada y un par de lágrimas escaparon sin que él pudiera hacer nada.

-Draco... -susurró Hermione.

-¿Por qué tanto tiempo pequeña¿por qué tuvimos que ser así? -le preguntó el rubio, ya sin importarle las lágrimas.

-No lo sé mi vida. Pero así fue, lo importante es que ahora estamos bien... No vale la pena lamentarnos por un pasado que no podemos cambiar... -le respondió ella.

Draco asintió y la acarició con ternura, mientras ella borraba sus lágrimas con suaves besos.

-Cuando me dijiste que ibamos a tener otro bebé casi muero de la alegría... -sonrió, y Hermione lo imitó.

-Pero solo me dijiste que los hijos eran una carga. Quise matarte entonces... -le respondió entre risas.

-Soy tan feliz amor mío... -susurró en su oído, mientras la tomaba en sus brazos una vez más y acariciaba su vientre.

-Yo también Draco... yo también... -le dijo ella, dejando que la mimara.

Y así pasaron la noche, la primera de tantas amándose ambos, sin sentimientos escondidos, ni fingidas indiferencias. Su relación cambió muchísimo, y eso se notaba en la casa. Además de la presencia de June, ahora salían juntos, y a veces llevaban al pequeño Tommy, que aún no se enteraba de nada, ni mucho menos que en algunos meses tendría un hermano.

Fue una tarde en que lo habían llevado a un parque cercano cuando sucedió. El niño se dirigía corriendo a un columpio, pero otro llegó antes y se lo quitó. Thomas se enfadó muchísimo; Hermione no lo entendía, trataba de llevarlo a otro columpio pero no había caso, el pequeño se había encaprichado con "ese" juego y ni siquiera Draco pudo convencerlo.

Mientras tanto, el niño que estaba en el columpio le hacía burlas y se reía, al verlo llorar. Fue entonces, cuando el juego pareció volverse en contra del pequeño, el columpio dió una vuelta completa, haciéndolo caer. Asustado, el niño salió corriendo, mientras Draco y Hermione miraban horrorizados la escena y luego a Thomas, que se recuperaba poco a poco de su enojo. Se había puesto muy colorado y cuando el niño cayó al suelo y más tarde salió corriendo, él empezó a reirse mientras caminaba tranquilamente hacia el juego, ahora desocupado.

Ni Draco, ni Hermione se miraron. Tampoco hubo comentarios sobre lo ocurrido; fue como si nunca hubiera sucedido... Thomas ya estaba en el columpio, riendo feliz con el cabello al viento. Definitivamente era un mago, y sería uno muy bueno si con escasos cuatro años ya había demostrado más de una vez signos de magia.

Olvidando por unos momentos lo que los rodeaba, sus padres se habían abstraído pensando que pasaría en el momento en que su hijo tuviera que asistir a Hogwarts. Faltaba mucho para eso, pero algún día llegaría y entonces...

-"No es nada raro, tiene sangre maga y muggle mezcladas..." -pensaba Draco.

-"Mis padres lo aceptaron conmigo, no tiene porque ser tanto drama..." -pensaba Hermione.

-"Pero si fuera..." -coincidieron sus pensamientos al encontrarse sus miradas. Pero el silencio continuó intacto.

-Mami, tengo hambre... -la sacó de sus pensamientos el pequeño. Hermione lo levantó en brazos y Draco se apresuró a acercarse a ellos, mientras levantaba a su hijo le decía con voz paternal:

-Vamos a tomar una buena merienda a casa¿quieres? -Tommy asintió y Draco abrazó a su esposa por los hombros, recomendándole con ternura: -No hagas esfuerzos, pueden hacerle daño al bebé...

-No te preocupes, estamos bien... -le respondió ella sonriendo, aún no podía terminar de creer que todo hubiera cambiado tanto.


Unas semanas más tarde, Hermione despertó y enseguida notó la ausencia de su esposo. Esto la alarmó, hacía bastante que Draco no se iba sin saludarla. Se levantó un poco mareada, pero sin prestarle atención a eso, fue directo al guardarropa para cambiarse y luego buscarlo. Pero en cuanto se asomó, vio una puerta apenas abierta en la que jamás había reparado antes.

Extrañada y cautelosa, la joven abrió la misteriosa puerta, pensando que encontraría alguna especie de balcón o un cuarto en forma de torre hacia afuera, pero en cambio, una imponente escalera de piedra que subía le daba entrada a lo que parecía ser una habitación de la cual solo podía ver la puerta semi abierta.

Ya era casi imposible pensar que eso pudiera existir sin magia, estaban en el segundo piso de la casa y ella jamás había visto un tercer piso desde afuera, y mucho menos ninguna escalera adentro. Subió lentamente, aún luchando con su mareo y abrió la puerta.

-Draco! -gritó asustada, al verlo tirado en el piso, al parecer desmayado.

Corrió a su lado y lo abrazó, intentando que reaccionara. Fue entonces cuando reparó en el cambio que había sufrido su esposo. El pelo, antes rubio oscuro, era ahora uno mucho mas claro. Habían desaparecido las pequeñas arruguitas que tenía en torno a los ojos y su rostro parecía el de un nene crecido.

-Era él... -susurró Hermione, confirmando sus sospechas sobre el Draco de Hogwarts.

Le tomó solo instantes entender la realidad. Se había casado con quien había sido su peor enemigo y ahora lo amaba con todo su corazón. Pero ¿qué hacía Draco allí¿por qué habia aparentado tener diez años más todo ese tiempo¿Acaso no la había reconocido? Después de todo ella seguía siendo la misma de siempre…

Al ver que el rubio no parecía que fuera a despertar, la joven se levantó lentamente y exploró el lugar, intentando encontrar algo que pudiera ayudarla. Había un escritorio con una silla y un baúl, nada más. Enseguida abrió los cajones y se encontró con otra sorpresa: cartas de Snape, había muchísimas; pero no quiso ni podía leerlas en ese momento. No halló más que cartas allí, por lo que se dirigió al baúl.

Sus ojos se llenaron de lágrimas al ver un uniforme de Hogwarts, prolijamente doblado; una caja alargada y fina, que de seguro tendría la varita de su esposo y luego varias botellas vacías, ahi estaba la clave. Le bastó con levantar una de ellas y leer:

"Poción Envejecedora"

Era obvio que era algo de ese estilo. Pero no entendía porque Draco se había desmayado... quizás no tuviera que ver con eso, quizás había sido un golpe o algo así. O quizás... era una sobredosis de la poción. Los pensamientos pasaban a mil por la mente de Hermione; por más que buscó y re buscó en todo el cuarto no había nada que le dijera como despertar a su esposo. Cada tanto volvía a su lado y lo llamaba, pero no había ninguna reacción por parte del rubio que le dijera que estaba mejorando.

Finalmente se dió por vencida. No podía hacer nada, por lo menos en ese momento, mas que esperar... Pero no podía quedarse allí, ni tampoco dejarlo... Suspiró contrariada, viendo que no le quedaba otra alternativa. Jamás podría levantar todo el peso de Draco para llevarlo de regreso a su habitación, por lo que volvió junto al baúl y sacó la cajita alargada y la abrió lentamente.

Tardó un largo rato en animarse a tomar la varita. Apenas estuvo entre sus manos, sintió un cosquilleo que le recorrió todo el brazo, como cuando compró su primer y única varita mágica, once años atrás... Emocionada y extrañada por esa sensación, la sujetó con firmeza y poniéndose de pie, apuntó a Draco, diciendo:

-Mobilicorpus!

El cuerpo de su esposo se elevó unos centímetros del suelo y mientras Hermione descendía con cuidado por las escaleras de piedra, un Draco inconsciente la seguía, flotando detrás de ella. La joven lo guió con la varita, hasta dejarlo suavemente recostado sobre la cama. Ahora, más a la luz, podía apreciarse mucho mejor el cambio. Los sirvientes se darían cuenta de inmediato que algo extraño estaba sucediendo, no podían verlo.

-Alohomora! -dijo en voz baja, pero firme, de modo que la puerta quedara trabada para evitar sorpresas.

Hermione volvió junto a su esposo, mirándolo con ternura y preocupación. Controló su pulso y su respiración, ambos estaban normales. Él solo parecía estar durmiendo, excepto por el pequeño detalle de que no despertaba... Acarició su rostro con suavidad y decidió desayunar algo, pues ya sentía que le fallaban las fuerzas.

Después de asegurarse que la puerta del dormitorio había quedado cerrada, se encaminó hacia la escalera, donde June la esperaba.

-Buen día señora.

-Hola June¿y Thomas?

-Jugando en el parque con Martha. Alexander Haydon llamó dos veces preguntando por la ausencia del señor, no ha ido a trabajar.

-Oh, no... -suspiró Hermione, más para si misma que para June. Ese sería otro problema. -Draco no se encuentra muy bien hoy, va a quedarse en casa todo el día. Dile eso a Alex si vuelve a llamar.

La mujer asintió y juntas bajaron las escaleras. Las criadas enseguida le sirvieron el desayuno, mientras ella les anunciaba:

-Draco está en cama, asi que les voy a pedir que no entren en la habitación. Me ocuparé yo de mi esposo¿si?

Ellas asintieron y luego siguieron haciendo su trabajo, dejandola sola. Desayunó silenciosamente, extrañando la voz de Draco, las últimas mañanas habían sido momentos hermosos. Y ahora ella no sabía lo que le ocurría. Subió momentos después, con una bandeja igual a la que había tomado ella. Una vez dentro de la habitación, la hechizó para que no perdiera temperatura y fue junto a su esposo; seguía exactamente igual...

Decidió investigar en las cartas de Snape, quizás allí hubiera algo. Fue así como se enteró lo que había sucedido en esos seis años desde que Draco Malfoy había desaparecido del mundo mágico; el deseo de su padre que fuera mortífago, la decisión de su esposo y todo lo que había ocurrido luego. Supo también que Voldemort ya era historia desde hacía tres años, Harry lo había vencido, como estaba predicho en la profecía.

No había más noticias sobre nadie, Snape le recomendara que se cuidase y al parecer con cada carta le mandaba más poción envejecedora. Pero luego las cartas se acabaron, así como las pociones. La última fecha de carta era de un mes atrás. Sintió curiosidad por saber que habría pasado para que su ex profesor dejara de mandarle lo que le permitía vivir entre muggles normalmente. Quizás le había sucedido algo...

Sacudió la cabeza, se estaba metiendo en divagaciones sin sentido que no la ayudaban en nada con lo que quería averiguar. No era de su incumbencia lo que había hecho Snape con su vida, aunque sí le importaba saber como podía regresar a su esposo.

Pasó varias horas ese día junto a él, no bajó a almorzar siquiera. Ya estaba preocupándola demasiado ese sueño interminable. En un momento, sintió unos golpecitos en la puerta y la voz de su hijo llamándola:

-Mami! Mamá!

Hermione corrió a la puerta y susurró el hechizo para abrirla, June y el pequeño estaban del otro lado. La joven enseguida levantó a Thomas en brazos y lo llenó de besos, reprochándose el no haberle prestado atención antes.

-Esta bien June, Tommy se queda conmigo. –le dijo sonriendo.

La mujer asintió y intentó girar para irse, pero volviendo le pregunto:

-¿Está bien el señor?

-No te preocupes. –le respondió ella sin perder la sonrisa. –No debe ser más que un poco de estrés...

June volvió a asentir y enseguida se perdió por los pasillos, mientras tanto, el pequeño correteaba por la habitación. Hermione lo dejó, después de todo, ya había demasiado silencio como para callar también a su hijo. Ya no permitiría más silencio.

-Tommy! Tommy! –lo llamó. El chiquitín rubio giró para verla. –Mamá va al baño, enseguida vuelvo. –le avisó. Pero él siguió explorando esa habitación que había visto muy pocas veces.

Cuando Hermione salió del baño, momentos después, Thomas estaba sobre la cama, junto a su padre. Lo miraba con curiosidad, seguramente lo encontraba distinto...

-¿Que pashó papá? –le preguntó, tocándole el rostro.

-Papá tiene mucho sueño, por eso está durmiendo. –le respondió la joven, esquivando la verdadera pregunta. ¿Cómo podría explicarle la verdad a un niño que aún no cumplía los cuatro años?

-Ufa! quero jugar con papá... –reclamó el pequeño.

-No, no, dejalo amor... –le dijo Hermione. –Dale un beso y vamos a jugar nosotros¿querés? –le propuso.

Thomas le dio un beso en la mejilla a Draco, pero luego le dijo a su mamá:

-Me quedo papá... –y se acostó en su pecho abrazándolo.

La joven suspiró, sabiendo que era tan cabeza dura como Draco, y por lo tanto de nada serviría intentar convencerlo de lo contrario. Fue entonces cuando se dio cuenta que su esposo estaba moviéndose lentamente, corrió a su lado y lo llamó ansiosa:

-Draco! Draco, amor¿estás bien?

-Si Herm... –le respondió sin abrir los ojos, pero de repente recordó que él había subido a ver si no había alguna respuesta de Severus y entonces... ¿qué había pasado? Sentía como si cada párpado pesara una tonelada, pero pese a eso, abrió los ojos, encontrando la mirada preocupada de su esposa. –Estoy bien amor, no te preocupes... –intentó tranquilizarla y acarició su rostro con ternura.

-Papá! –lo llamó Thomas. Pero Draco no lo escuchaba, miraba con detenimiento su mano, había cambiado... Se tocó el rostro y encontró uno muy suave, contrastante con el que tenía antes. Los efectos de la poción se habían terminado seguramente, hacía una semana intentaba prolongar ese momento, pero finalmente había llegado. Y Hermione...

Ella lo miraba, con naturalidad, sin demostrar sorpresa, pero percibiendo su confusión. Mientras lo acariciaba y buscaba sus labios, le susurró:

-Al final, te odié por ser el idiota que me maltrataba en Hogwarts, luego te odié por ser un manipulador que me obligó a casarse con él y ahora te amo tanto como esos odios multiplicado por mil...

-Hogwarts... Hermione... –intentó disculparse.

-Shh... está bien, no te preocupes... ya pasó eso. Solo me pregunto como no me reconociste, si siempre fui igual. Porque tu, diez años más viejo me hiciste dudar muchísimo y siempre terminaba convenciéndome que era una estupidez el que vivieras entre muggles. Vaya sorpresa!

Draco sonrió y le dijo:

-No siempre fuiste igual... además si supuestamente eras una bruja graduada¿que podrías estar haciendo aquí teniendo tantas posibilidades en el mundo mágico? Te explicaré todo, pero ahora estoy muy hambriento... ¿hay algo para que coma?

-Bueno... son las tres de la tarde, pero hace seis horas que tengo tu desayuno hechizado para que no se enfríe, así que si lo quieres...

-Si, claro... –aceptó. -¿Volviste a hacer magia?

-No me quedó otra. –suspiró la joven. –No podía traerte de allá arriba sin matarme o hacerle daño a ya sabes quién. –le dijo con complicidad, mirando a Thomas, que en ese momento degustaba una medialuna.

Y mientras Draco iba comiendo, le explicó todo a Hermione, como ella lo había leído de las cartas de Snape.

-Y no se que le ha pasado ahora... hace un mes que no tengo novedades... –suspiró finalmente. De repente, unos chispazos de miles de colores los sobresaltaron y enseguida escucharon la risa de Thomas, que se había apoderado de la varita de su papá y estaba divirtiéndose de lo lindo.

-Thom! –lo reprendió Hermione. –Eso no es para jugar, es de tu padre, devuélveselo ya!

-¿Por qué papá tene juguete así¡Yo quero uno!

-No es un juguete muchacho. –le respondió Draco con voz paternal, mientras tomaba su varita y la colocaba en un lugar más seguro. –Pero tendrás una en cuanto crezcas.

El niño sonrió entusiasmado y enseguida siguió con su juego, explorando las habitaciones de sus padres.

-¿Qué haremos Draco? –le preguntó Hermione.

-No lo se… -suspiró. –Quizás debiéramos terminar con toda esta farsa de una vez, estoy cansado de depender de una poción asquerosa. ¿Tanto se nota el cambio?

La joven asintió, como si lo lamentara, aunque en realidad esta transformación traía a un Draco mucho más interesante.

-Si ya no quieres depender de la poción, la única opción que nos queda es volver al mundo mágico… o mudarnos a algún lugar en donde absolutamente ningun muggle pueda conocerte…

-No, no… -susurró el rubio, consternado de la sola idea de volver a estar en medio de magos que esperaban grandes cosas de él, y él solo era… un simple joven…

-Draco... debes entender que no podemos seguir con esta situación. Ya has vivido seis años bajo los efectos de una poción, que quien sabe que puede haberte hecho además de envejecerte diez años. Thomas no puede vivir engañado toda su vida, esta bien que sea mago, pero tampoco es para ocultarle algo así. Algo tenemos que hacer¿comprendes? –le dijo con suavidad.

-Si, pero es solo que... no quiero volver. Dame... un poco más de tiempo¿si? –le pidió, sabiendo que en definitiva tendrían que irse, aunque no sabía donde. Ella asintió con seriedad y luego se recostó en sus brazos, en los brazos de una persona que jamás pensó que tendría tan cerca y ahora no concebía su vida sin ella.

Draco la acariciaba con los ojos cerrados, pensando en todas las veces que había dudado sobre la identidad de su esposa, y ahora empezaba a cerrar todo... el accidente de su madre y luego el padre borracho que le hizo la vida imposible hasta que llegó él.

Todo podría haber sido tan distinto para ambos... pero las vueltas de la vida habían decidido unirlos, transformando todo el odio que alguna vez habían sentido en un inmenso amor.