Este Shot lo he escrito para el usuario Altheamajikku, que le hacía ilusión un Kaito/Shiho :D . No estoy muy acostumbrada a ese ship, pero se me ha ocurrido este Kaito/Shiho/Shinichi y me ha apetecido escribirlo.

Gracias por leerlo :)

Japón siempre había sido considerado un país progresista, trabajador y seguro. Los habitantes respetaban, admiraban y presumían la labor de la policía en su día a día. La tasa de criminalidad era baja y los mismos vecinos se ofrecían a montar guardias contra los incendios en verano o velaban por la seguridad de sus pequeños la otra parte del tiempo. Era un país unido, tradicional y humilde.

La gente caminaba con tranquilidad, tan despreocupada, que ni eran capaces de azar la cabeza para mirar quien había sentado a su lado en el tren o como era la persona que cruzaba el paso de cebra delante suyo.

¿Pero donde quedaban todos esos casos y crímenes que el estado silenciaba para mantener al pueblo tranquilo? La noche seguía siendo el hábitat de la delincuencia en ciertos rincones de las ciudades y todos sabía que, la Yakuza, seguía viva entre sus aceras pese a que lo negasen constantemente. Pero el problema no era ese, porque el pueblo estaba. Cegado con todos los otros peligros y bandas que ni siquiera conocían. La gente prefería vivir en una felicidad ignorante y tendía a ignorar lo que no le interesaba o les causaba miedo, y siempre, acababan creyendo las mentiras que los medios pintaban.

No iba a negar que el indice de delincuencia fuese bajo si se ponían a compararlo con otros países, pero esos pocos crímenes que se cometían, podían ser más sanguinarios y siniestros. La mente de una persona reprimida era demasiado peligrosa cuando dejaba a sus demonios huir, y Kaito, conocía ese mundo demasiado bien.

Su propio padre, había sido asesinado cuando él apenas era un crio, y él nunca había sentido la sensación y alivio de que se hiciese justicia para su familia. La justicia, la había tenido que buscar él año tras año, entrenándose para ocupar el puesto de su padre y enfrentar a quien se interpusiese en su camino para descubrir la verdad.

La justicia era algo que desgraciadamente no estaba echa para todos. No son más que unas leyes escritas sobre un papel que pueden hacer que el asesino de tu madre o de tu hermana, se escurra entre las letras y salga impune aún sabiendo que esa persona no se arrepentirá nunca de sus actos. Pero tú siempre sentirás ese vacío.

Kaito sabía que era un criminal ante los ojos de la mayoría, sabía las ganas que tenía la policía de darle caza y apagar la llama de revolución que había encendido en la ciudad. Pero él se sentía algo así como un ladrón justiciero, él robaba para dar con su justicia y ofrecerle justicia al pueblo cuando la necesitaba.

"¿Estás seguro de que saldrá bien?" Le preguntaron con dudas.

Kaito desvió su mirada de la ventana para mirarla y sonríele con confianza. Había dado tantos golpes, que ya no recordaba esas dudas y miedos que te comen por dentro en los primeros desafíos.

Pero sin embargo, esto era algo prácticamente nuevo para ella.

"No estás obligada a hacer nada, sabes que no tienes que hacerlo si no quieres." Le contestó comprobando la hora de su reloj. "He cometido centenares de robos, pero los obstáculos siempre son impredecibles y no quiero que te sientas arrastrada a esto."

Estaba contento de que estuviese ahí, pero no iba a mentir, él siempre había trabajado solo, y esta vez, los dos se jugaban verdaderamente el pellejo.

"Quiero hacerlo." Contestó más convencida. "Las cosas tienen que cambiar."

La justicia también le había fallado a ella, se había aprovechado de ella absorbiendo cada detalle de información que poseía y luego la había encerrado para que no volviese a ver la luz del sol.

Kaito nunca se había propuesto a organizar una huida en prisión de esa escala, pero después de que Japón se volviese más corrupto con el cambio de presidente y modificaciones en las leyes, no dudó en sacarla de ahí cuando tuvo la oportunidad. Si le preguntaban por qué lo hizo, seguiría sin saber que responder. Fue una sorpresa para todos, pero nunca dejó indicios ni evidencias que lo inculpasen o señalasen. Era todo un profesional después de todos esos años y se había agarrado a la excusa de que necesitaba a una compañera como ella si quería conseguir aquello que buscaba.

Aquel caso en el Bell Tree Express, le había dejado demasiadas incógnitas en su cabeza que florecieron nada más leer la noticia de su encarcelamiento en los periódicos. Las imágenes del juicio aparecieron en todas portadas de los periódicos de ese día. Fue difícil olvidar el rostro de impotencia que mostraba aquel detective del Este mientras alejaban a su socia condenada como una peligrosa criminal, pero más impactante fue la expresión que puso al enterarse de que había desparecido de prisión sin dejar ni un solo rastro detrás de sus pasos.

"Va a ser peligroso." Le advirtió abotonando el botón de las mangas del uniforme que utilizaba como disfraz. No podía permitirse que le sucediese nada, ya había perdido demasiado como para perderla también a ella.

Se conocían de hacía pocos meses, pero prácticamente convivían veinticuatro siete. La opción más segura era compartir apartamento y se pasaban la mayoría de días entre investigaciones y trucos de magia.

La seriedad que llevaba su vida, se había vuelto más alegre desde que habían dos cepillos de dientes en el vaso del cuarto de baño. No juzgaron sus vidas actuales ni pasadas en ningún momento. Él había introducido la magia y las ilusiones en el mundo científico y exacto de la pelirroja y ella le había enseñado a vivir con los pies en el suelo y la mente abierta.

"Confío en ti." Le contestó guiñándole el ojo.

Esas palabras se habían convertido en medicina para sus oídos. Aunque nunca hubiese estado presencialmente en ninguno de sus atracos recientes, siempre había estado ahí detrás, comprobando que todo tomase la dirección que debía tomar. Sus advertencias e indicaciones por el auricular, le habían salvado en más de una ocasión.

Pero ahora estaba ahí, apunto de cometer junto a él, un delito que afectaría a todo el país.

La verdad es que no sabía como catalogar lo que iban a hacer, no iban a robar ni matar a nadie, pero sabían que la mentalidad del país tomaría otra dirección una ve mostrasen ese video al público. Aunque las imágenes hablasen por si solas, ellos habían hackeado más de un ordenador y se habían infiltrado en reuniones para conseguirlos.

Kaito sentía que se lo debía a su pueblo. Se había pasado más de cinco años robando para llegar a la verdad del caso de su padre, y él publico siempre lo había apoyado y defendido. Ahora que el país iba cuesta abajo, él debía devolverles el favor y las ganas de luchar por la justicia que la policía cada vez tenía menos posibilidades de ofrecerle.

"El rubio te queda muy bien." Le dijo estudiando su disfraz.

Su pelo rojizo de media melena se había escondido debajo de una larga melena rubia atada en una cola alta, sus ojos verdes se habían tapado con lentillas grises y su esbelto cuerpo, lucía un bonito vestido de coctel.

"Las acompañantes de los cargos altos, son mayoritariamente rubias extranjeras." Explicó expando un vistazo de reojo a la sala que ocupaban. "Estos hombres no pueden disimular la fascinación que tienen por las mujeres en este tipo de fiestas, he pensado que llamaría menos la atención si me asemejaba ellas. Las japonesas de este evento son mayoritariamente personas importantes."

Kaito sonrió antes de coger un par de copas de champán de una bandeja de uno de los camareros que paseaban por ahí y ofrecérsela a ella.

"Vaya, te noto bastante tranquilo." Le sonrió aceptando su copa.

La familia Suzuki entró a la sala acompañados de un par de periodistas y la amiga de la infancia de Sonoko, acompañada del gran detective del Este, claro está.

Shiho bebió de su copa mientras los miraba con tranquilidad. No había vuelto a hablar con Kudo desde la última visita que le había echo en la cárcel y sentía cierta nostalgia hacia él, pero no estaba dispuesta a involucrarle en su vida. Eran como el ying y el yang o como una gota de aceite en un vaso de agua. Siempre lo apreciaría y admiraría, pero sus vidas no estaban echas para vivir en paralelo.

Kaito volvió a mirar su reloj y luego a la gran pantalla que tenían instalada en la sala. Casi era la hora. La policía estaba a la espera de la aparición de Kaito, pero él estaba muy tranquilo bajo su disfraz, porque lo que iba a suceder esa noche, no era lo que la gente esperaba, solo había centrado la atención de todos los medio para desmantelar la corrupción que manchaba el país.

Todo el mundo iba a ser testigo.

La pelirroja, ahora rubia, acabó con el contenido de su copa antes de dejarla sobre una bandeja vacía. "Prepárate para ir al tejado. Voy a la sala de control."

Kaito la frenó por la muñeca antes de dejarla marchar. "Ten cuidado. Hay muchos policías."

Shiho se limitó a guiñarle un ojo y siguió caminando tranquilamente, escurriéndose entre los pasillos de ese lujoso hotel hasta llegar a la sala de control central, que como Kaito advertía, estaba llena de policías.

Pero ellos siempre iban un paso por delante y los policías no tardaron en caer dormidos en cuanto ella utilizó una de las bombas de humo. El problema fue que los dos hombres que dirigían a sala de control, salieron al escuchar el aférrelo que causaron sus compañeros fuera, pero ella no se puso nerviosa, fue fácil defenderse y noquearles con las habilidades de supervivencia que había aprendido en sus años oscuros.

En el cuerpo de Ai hubiese sido imposible, pero con ese cuerpo no tenía problemas.

"Estoy dentro." Comunicó a Kaito por un auricular a la vez que le quitaba el pase del cuello a uno de los trabajadores.

"Voy a cortar toda comunicación eléctrica, acuérdate de programar el generador que instalamos para que se encienda treinta segundos después del apagón."

"Tranquilo, lo tengo controlado." Comunicó adentrándose a las profundidades del ordenador a cada tecleo. "Pareces más nervioso que yo."

"No digas tonterías, estoy muy tranquilo."

"Claro." Contestó rodando los ojos.

Kaito tenía controlados a los agentes de la zona y reconoció a la señorita Suzuki gritar cuando las luces se apagaron por completo. Todos los presentes se preguntaban que pasaba mientras la oscuridad los mantenía quietos y asustados. Y la sonrisa del mago se ensanchó a la vez que tomaba rumbo hacia el tejado.

"Sal de ahí y vuelve a al salón del evento. Los policías no tardarán en llegar a donde tú estas."

"Casi lo tengo." Contestó sin dejar de teclear. "¡Ya está! El video está en línea." Comunicó levantándose de la silla con la mirada triunfante.

Escuchó a Kaito suspirar desde el otro lado. "Perfecto, yo me ocupo del resto."

"Ten cuidado. Nos vemos en un rato." Se despidió quitándose el auricular de la oreja para que no pareciese sospechosa al volver.

"¿Qué estás haciendo, Shiho?"

Shiho se quedó congelada al escuchar esa voz. Tan familiar y tan conocida.

"¿Creías que no te reconocería con una peluca rubia y un par de lentillas?" Le preguntó de nuevo al ver que no contestaba. "Hay gestos y miradas que no se pueden disfrazar. Al principio no quería creer que eras tú, pero luego todo empezó a tener sentido dentro de mi cabeza. Tu huída, su ausencia temporal en os robos y esta manera tan revolucionaria de actuar desde hace unos meses…"

"Cuanto tiempo sin vernos." Fue lo único que le salió decir en ese momento. Sabía que iba a presentarse en la fiesta junto a los otros inspectores y compañía, pero puede que hubiese confiado demasiado en la obsesión que tenía por atrapar al mago y no se había dado cuenta de que ella también estaba en su punto de mira

"¿Qué estás haciendo aquí, Shiho? ¿Por qué huiste?" Llevaba casi dos años sin saber nada de ella.

"¿Huir? Yo no lo llamaría exactamente así." Contestó con el ceño fruncido. "Todos tus amigos me utilizaron hasta exprimir cada una de mis palabras y luego me escupieron en la peor cloaca de la ciudad para creerse héroes."

"Yo no sabía que las cosas ibas a salir así." Se intentó defender recordando esas semanas tan amargas y confusas para él.

"No te lo tomes tan a pecho, tampoco era algo que estuviese en tus manos, al fin y al cavo te utilizaron a ti para acercarse a mí. Yo solo recuperé la libertad que ellos me prometieron falsamente tantas veces."

Kudo abrió y cerró la boca un par de veces antes de decir nada. Ella tenía razón, pero no imaginaba que actuase de esas maneras, ni mucho menos imaginaba encontrársela en el mismo escenario que Kaito Kid, siendo socia de su rival más fuerte.

"¿Y por qué estás haciendo todo esto?" Preguntó intentando responder las preguntas que quedaban en su cabeza.

"Tú y tu manía por preguntar demasiado no cambia por años que pasen." Contestó sin querer darle una respuesta. "Tu sentido por la justicia tampoco ha desaparecido ni lo más mínimo, pero creo que ahora tu visión está un poco atrofiada ¿También vas a visitar cada evento con una sonrisa despreocupada y hacer la vista gorda como tus superiores? ¿Este es el país con el que has soñado?" Le preguntó girándose hacia la pantalla que tenía detrás donde no dejaban de verse imágenes y vídeos de los secretos de estado que el gobierno había intentado tapar todo este tiempo. "Joder Kudo, se ha hablado hasta de empezar una guerra."

"Son solo habladurías, deberías confiar un po-"

"¿Confiar? ¿Estás delirando?" Preguntó resoplando. "Tengo que irme."

Shinichi la frenó antes de que se le escapase. "No puedo dejar que te vayas."

"¿Qué?"

"Toda la policía te está buscando y encima ahora estás colaborando con Kid."

Shiho se soltó de su agarre molesta. "Eras tú quien no paraba de repetir que merecía una segunda oportunidad, ¿no?" Le reprochó. "Pues esta es la oportunidad que quiero vivir."

"No he cambiado de opinión, te la mereces. Pero no puedo dejar que Kaito te arrastre también a su mundo." Explicó negando con la cabeza.

"¿Quieres que tenga una vida normal?" Le preguntó resoplando después de no poder evitar reír. "Kudo, mi vida ha sido siempre de todo menos normal. Puede que tú no le veas diferencia, pero por una vez me siento bien."

Kudo tenía ganas de seguir protestando pero unos pasos ligeros le hicieron darse cuenta que no iban a estar solos por mucho más tiempo.

"Vete." Le dijo sin querer pensárselo mucho.

"¿Qué?"

"Vete…Desaparece antes de que el inspector Nakamori y los demás aparezcan." Especificó intentando no morderse la lengua. "Vete antes de que me arrepienta haberte dejado marchar."

Ella abrió los ojos ante la sorpresa y le miríada fijamente mientras el sonido de los pasos se volvían más cercanos. Abrió la boca para decirle algo pero justo en ese momento apareció la policía y la voz del inspector le hizo voltearse a mirarlo.

"¡Entrad a la sala!¡El hackeo lo han debido de ocasionar ahí!¡No podemos permitir que vuelvan a acceder al sistema." Ordenó a sus agentes. "Kaito ha emitido parte del directo en la terraza, ¡Volved a encender las cámaras de seguridad, no quiero que se escape!"

Cuando Kudo se volvió a girar hacia su dirección, ella ya había desaparecido.No sabía que iba a decirle ni tenía la certeza de volver a verla.

Y después de media hora, descubrieron que Kaito había huido con éxito como de costumbre, consiguiendo otro logro y dejando al pueblo furioso pero con la cabeza bien alta y los gritos por el cambio.

Era una derrota agridulce para el detective pero esa vez no sintió que fracasaba.

Se reunió con Ran y Sonoko cuando la luz volvió, que como la resta de invitados, estaban impactados y confusas.

"¿Qué está pasando Shin?" Le preguntó Ran clavando su mirada en la pantalla ahora negra. "La gente está hablando de secretos de estado."

"¿Qué se supone que va a pasar ahora?" Preguntó Sonoko más preocupada.

"Tranquilas. La policía se está ocupando de todo, mejor será que nosotros volvamos a casa." Les comentó con un tono suave para calmarlas un poco.

Ran no soltó su mano todo en todo el camino que hicieron hasta la entrada del hotel.

"Shinichi." Le llamó su pareja una vez llegaron a la planta baja.

"Dime."

"¿Es verdad?...¿Lo que ha dicho Kaito es verdad?" Preguntó con cierto miedo en la voz.

"Sí…"

"Pero…¿Cómo hemos llegado hasta aquí?"

Kudo abrió la boca para responderle, pero no tenía ni idea que se suponía que debía decir. Él tampoco lo sabía.

La puerta de la entrada estaba casi colapsada con toda la gente que pretendía salir de ahí. Entonces la volvió a ver, a unos metros delante de él, alcanzable a su vista pero inalcanzable en todo el resto de sentidos. Tenía un nuevo dilema mental.

¿Había sido un acto de libertad o de cobardía?

Shiho pareció notar su mirada posada sobre ella y se giró clavando su mirada en él como si supiese el punto exacto donde se encontraba. No se volvieron a decir nada más, simplemente se quedaron parados unos segundos como si esa mirada formase una línea invisible que les separaba de la mentira, mientras todo su alrededor parecía estar a punto de entrar en caos.

Ran arrastró su mano para no separase de él y perderlo entre la multitud y él desvió la mirada solo un par de segundos para no tropezar y seguir el camino. Pero fue suficiente para perderla de vista, esta vez, definitivamente.

Las sirenas de policía se seguían escuchando por casi cada rincón de la ciudad, pero Shiho caminaba tranquila sin prestar mucha atención a la cantidad de agentes que corrían arriba y debajo de cada calle que transitaba. Tenía tantas cosas en las que pensar, pero su cabeza solo era capaz de mantener la mente en blanco.

Paró delante de un local nocturno y entró dirigiéndose a la barra. No estaba vacío, pero tampoco había mucha gente. Aún así, a él no lo veía por ningún lado. La última vez que había hablado con él, había sido poco antes de aparecer Kudo, tenían prohibido ponerse en contacto hasta llegar ahí, no podían correr el riesgo de que los localizasen después de destapar unos secretos de estado como esos.

Se pidió un whisky mientras esperaba y captó como el ambiente había cambiado. La gente susurraba mientras miraba los vídeos que parecían haberse viralizado por internet. Las elecciones eran dentro de pocas semanas, ellos solo habían echo eso esperando poder abrir los ojos a la gente. Pero ahora que estaba sola esa barra, estaba bloqueada pensando en que hacer si por una de las casualidades habían capturado al mago.

Miró la hora de su reloj y la bandeja vacía de mensajes de su teléfono antes de pedir otra ronda.

"Que sean dos, por favor."

Fue difícil no suspirar de alivio cuando lo vio sentarse a su lado. Llevaba una peluca unas gafas de sol, pero ella había aprendido a reconocerle demasiado bien.

"Llegas tarde." Le dijo intentando esconder lo preocupada que había empezado a estar.

"Ha sido fácil salir del edificio, pero no tanto llegar hasta aquí evitando a todos esos policías." Le contestó dandole un sorbo largo a la bebida. "El whisky sabe mejor después del triunfo."

Shiho rodó los ojos acerando el vaso a sus labios. "Esto no es más que el principio del efecto dominó. Nosotros hemos echado nuestras cartas, pero aún puede pasar de todo."

"Cualquier cosa que suceda es mejor que lo que estaba por suceder. El pueblo vivía en una ilusión creada por el propio gobierno, arrodillados y esclavizados como si fuesen ganado." Contestó antes de acabar su copa en otro trago. "Gracias por hacer esto posible." Le agradeció con una sonrisa que ella le devolvió al momento.

Kaito dejó un billete sobre la barra y se levantó ofreciéndole su mano. "¿Nos vamos?"

La pelirroja aceptó su mano y salieron con las manos entrelazadas.

El futuro siempre era impredecible con ella. Primero le había había rebajado su familia, luego la había expulsado de la oscuridad y más tarde le había privado de toda libertad. No sabía que podía pasar al día siguiente o de aquí dos años, pero ya no sufría por ello, que viniese lo que quisiese venir, que ellos iban a sacar las garras y a enfrentar todas las mentiras y obstáculos que se atrevieran a interponerse por delante.

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