- Ya está bien, ¿Tuviste una pesadilla?

- Una horrible. No quiero volver a dormir…

- Ya sé: ¿qué te parece si te cuento un cuento?

Remus se mostró encantado con el ofrecimiento, y dócilmente con una sonrisa de oreja a oreja, se acomodó al lado de su amigo.

- ¿Qué cuento te gustaría?

- Alicia y el Lobo. –decidió de inmediato.

- ¿Caperucita y el Lobo querrás decir?

- No: Alicia y el Lobo.

- ¿Alicia en el País de las Maravillas?

- No, no: Alicia y el Lobo.

- ¡Lunático, ese cuento no existe!

- ¡Entonces invéntalo! – sonrió dulcemente.

- Bien… Había una vez una chica llamada Alicia, que vivía…

Buenas . Heme aquí de nuevo. Antes que nada este fic va dedicado especialmente a Anna, y a todos los que me pidieron Slash, pero especialmente a ella que supo hacerme sentir culpable XD. Anna: ahora entenderás lo que quería decir cuando dije que no me salen XP.

Como autora este fic no termina de convencerme del todo XS: aún lo encuentro muy retorcido e incoherente. Aparte de cursi (:P. Pero espero ir perfeccionando mi técnica (¡?) y hacerlo mejor más adelante.

Esta no es una continuación de 99 canales, aunque sigue la misma historia (comienza donde el otro termina, para empezar). No hay ninguna Alicia ni ningún Lobo, el título está basado en el cuento de Sirius del mismo nombre. Espero que les guste n.nu.

Atención: si no sabes lo que es el slash, esto es un fic escrito en base a una pareja homosexual (dos hombres), en este caso, Sirius y Remus. Si llegaste acá sin buscarlo y sabes que no te va a gustar, te recomiendo que dejes de leer acá.

Ah… y una duda que tengo: ¿Cuándo me pedían slash, se referían a algo platónico o más hot? A ver si alguien me guía.

Gracias por leer, y no se olviden de dejarme reviews! ;)

Chapter 1: Sueños.

Remus despertó al sentir que estaban tirando las sábanas debajo de él. Intentó ver dónde estaba, pero la oscuridad era absoluta.

- Te quedaste dormido. –le llegó la voz de su amigo.

- Perdón. –Remus intentó incorporarse, pero la mano de Sirius en su pecho lo volvió a acostar.

- Quédate. –le pidió mientras lo tapaba con las sábanas y mantas que acababa de sacar de debajo de su cuerpo.

Se sentía raro estar allí… Sin duda había una gran diferencia entre dormir sobre la cama, y dormir en la cama de Sirius. Y al cubrirlo con las sábanas, su amigo había remarcado la diferencia. Se sentía extrañamente avergonzado; sabía que era estúpido sentirse así, después de todo a Sirius lo unía una amistad de muchos años. Pero aún así no podía evitar sentirse un poco raro.

- Dijiste que tuviste un mal sueño…

Remus recordó el sueño más extraño y vívido que había tenido en su vida.

- Fue un sueño muy extraño y muy largo…

- ¡No me sorprende! La última luna llena te dejó particularmente cansado; dormiste más de un día completo.

- Soñé que te morías. –soltó Remus de improviso.

Hubo un pequeño silencio.

- Si algo así pasara… -Sirius lo atrajo hacia sí y lo apretó contra su pecho- sé que sabrás como seguir. Siempre fuiste más fuerte que el tonto Canuto. En cambio yo no sabría que hacer… si algún día me faltaras.

Sirius apretó los labios contra la frente de su amigo. ¿Eso era un beso? Remus no sabía. Sirius no solía ser muy expresivo. ¿O sí?... Por un lado lo tenía allí, en su habitación, en su cama, en la oscuridad de la noche muy junto a su pecho; y por otro, no se animaba a darle un inocente y amistoso beso en la frente. Remus sentía que nunca iba a llegar a comprenderlo.

-Quédate. –le susurró.- No tendrás pesadillas aquí.

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Remus abrió los ojos lentamente ante la claridad del día. Se oían varios pájaros trinando y a pesar de ser un frío otoño, el cielo brillaba azul como el mejor día de verano.

En ese estado casi de ensueño, volvió a sentir allá abajo lo que lo había despertado; le tomó un momento estar lo suficientemente conciente para reconocer qué era: el pie de Sirius haciéndole cosquillas al suyo por debajo de las sábanas.

Se dio vuelta y vio a la cara a su amigo que le sonreía ampliamente. Le sonrió también al tiempo que volvía a cerrar los ojos.

Así sí daba gusto despertarse. Ojalá ese momento se hiciera eterno, pensó. No quería abrir los ojos, pararse, vestirse, y empezar otro ajetreado día. Quería quedarse ahí, en esa cama tibia, en ese sueño tibio, al lado de Sirius para siempre. Ojalá el tiempo se detuviera en ese momento….

- ¿Qué hora es?- Gritó asustado. Miró por la ventana: el cielo se había nublado y brillaba perlado, los pájaros no cantaban: la mañana ya había avanzado mucho. Se incorporó de inmediato.- ¡Ya es muy tarde! Tengo mucho por hacer hoy ¿Por qué me dejaste dormir tanto?

Remus caminó unos pasos hacia la puerta y pronto las piernas se le vencieron y cayó.

- Lo que tengas que hacer esperará. Hoy tienes que descansar.

Sirius lo levantó de un brazo y lo acompañó hasta la cama.

- Te traeré el desayuno, ¿qué te gustaría?

- No hace falta; en un minuto bajaré a la cocina.

- Tú descansa. Treinta horas de sueño no son suficientes. –Sirius le guiñó un ojo. –Yo te lo traeré.

Tendió las sábanas y le agregó otra almohada.

- ¿Por qué te preocupas tanto?

Sirius simplemente se encogió de hombros.

- Supongo que si algo me pasara, tú también me cuidarías.

Remus sonrió.

- Seguro.

Cuando Sirius hubo salido, Remus miró por la ventana. El cielo, los pájaros… ¿los había soñado? Definitivamente no estaba del todo despierto al haber tenido esos pensamientos hacia su amigo, se sonrojó al recordar. Tal vez había sido el efecto de la pesadilla, la película que habían estado viendo antes de dormir, o ese último abrazo, lo que había despertado esa sensación. Debía culpar al sueño, nada más.

Ya era muy tarde y no quería quedarse ahí. Había dormido suficiente y no había caso en seguir en la cama.

- Seguramente Sirius está destrozando la cocina intentando preparar algo. –suspiró Remus. –Mejor que vaya.