(Llorando de emoción) ;.; Gracias, qué buenas son conmigo, sniff ;,; Y yo que pensaba que iban a tirarme con algo, pero fueron muy amables. Gracias por sus reviews, no tuve tiempo de contestarlos, pero los leí todos. Espero en adelante ponerme al día y contestar todos los que me lleguen. Con respecto a sus muchas preguntas, espero que este capítulo y el que sigue aclare varias cosas.

Capítulo 9: "La primera vez que me pasa"

"Esta es la primera vez que me pasa, juro que es la primera vez que me pasa", se repetía Sirius sin poder creérselo.

En cuanto se separó de Remus comenzó a besarlo sin parar, cubriendo de besos su pecho, su cuello, su cara, su abdomen. Era en efecto, la primera vez que después de amar deseaba a su amante igual o más que antes de poseerlo. Aún a pesar del cansancio de su cuerpo, deseaba más de Remus aunque no fuera sexualmente.

Su cuerpo delgado brillaba sudoroso en la luz de la mañana que ya llegaba, su pecho subía y bajaba muy sensualmente mientras intentaba tomar todo el aire que podía. Sus ojos estaban más luminosos, más humanos que la noche anterior. Su boca abierta que se esforzaba por respirar le sonreía. Seducido por ella Sirius lo besó, lo besó tanto como quería, respirando en él y llenándose de vida.

Qué manera de terminar la noche, con el tan ansiado beso, la manera como hubiera querido comenzarla. Se besaron hasta caer vencidos, inconscientes en un profundo sueño.

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- ¡Buenos días! –le sonrió encantadoramente, ya no con el desayuno, sino con el almuerzo listo.

- Buen día. –murmuró sin mirarlo. Remus lo vio haciendo un rodeo grande antes de poder sentarse.

- ¿Dormiste bien? –le preguntó sirviéndole.

- Sí, bastante bien. –se esforzó por sonreír, aunque sin mirarlo todavía.

Eso a Remus no le estaba gustando. Creyó saber qué pasaba…

Era obvio: Sirius no era gay, quiso pasar la noche con él y descubrió que no le había gustado. Y ahora se estaba arrepintiendo de todo.

Sentía el estómago cerrado para comer, y la boca demasiado seca para hablar, pero aún así rompió el incómodo silencio.

- Yo… tengo mucho trabajo que hacer. Así que estaré arriba todo el día.

- Sí…sí… Yo también tengo que hacer hoy…- contestó Black.

Remus se levantó dejando su plato a la mitad y subió a su cuarto.

Cerró la puerta tras él y se apoyó en ella con todo su peso. Se le escapó una lágrima que se apresuró a secar, y fingir que no existió.

Era algo de esperarse, pensó herido. Sirius se había arrepentido, por eso ya no quería mirarlo a la cara, por eso no mencionó nada de la noche anterior. Él seguramente quería olvidarlo todo, mientras para él esa había sido la mejor noche de su vida.

- ¡Por Merlín, no estuve tan mal!

Y lo que más le dolía era que todo cuanto había dicho que lo amaba ahora era mentira también. Que lo amaba, que no existía nadie en el mundo que lo conociera y amara más que él, que sería por siempre su perro fiel. Él había adorado esas palabras, se las había creído. Sirius no lo abandonó cuando supo lo que él era; lo había aceptado más de lo que él mismo se aceptaba. Le enseñó que valía, y que siempre podía ser feliz. Ahora como adulto le mostró que aún era digno de ser amado, pero todo eso fue…

Remus no aguantó más el dolor y se tiró en la cama, se apretó la almohada sobre la cabeza para amortiguar el ruido y lloró amargamente.

Sirius esperó la señal para dejar Grimauld Place y unos segundos después arribó a la oficina del director de Hogwarts.

- Sirius… ¿A qué debo tu visita?

- ¿Eh? –respondió distraídamente rascándose un codo- Vine a visitar a Harry. Tenía ganas de charlar con él.

- Claro; y dime ¿es algo urgente?

- ¿Qué? –miró al profesor como si acabara de darse cuenta que estaba ahí.

- Si es algo urgente ya mismo mandaré a llamarlo. De lo contrario, deberás esperar a que termine sus clases.

Sirius no dijo nada. ¿Por qué no había ido en el momento en que sabía que su ahijado podría recibirlo? El Director bien sabía que no estaba ahí por Harry.

- ¿Un trago? –le ofreció y se levantó a preparar las bebidas.

Sirius tomó asiento, no sin antes conjurar un mullido almohadón sobre la silla. El retrato de un antiguo director se rió entre dientes. Black levantó la mirada con odio a su antepasado y levantó la mano haciéndole un gesto obsceno con "ese" dedo arriba.

- Sí, justo lo que pensé. –le respondió el cuadro.

Dumbledore volvió con dos copas grandes de vino. Esperó pacientemente a que Sirius comenzara a hablar.

- Hice lo que me dijo ¿sabe? Le dije a Remus más claramente lo que sentía.

- ¿Y bien?...

- …Y él me correspondió.

- ¡Por ustedes! –brindó alegremente el viejo levantando su copa.

Bebieron; Sirius dio un trago largo y triste.

- Pensé que te vería más contento cuando me lo dijeras… -comentó. -¿Hay algún problema?

- ¿Eh? N-no… -contestó distraído de vuelta.- Bueno… la verdad es que sí hay algo que me preocupa.

- ¿Hay algo que pueda hacer?

- No lo creo… es mi problema. –Sirius dio otro largo trago. –Anoche hicimos el amor…

- ¿Crees que puedas evitar los detalles? –se apresuró a interrumpir, aunque amablemente, el Director.

- S-ssí. …Hicimos el amor toda la noche. Me hizo el amor tres veces seguidas… luego otra más… y luego por fin yo lo tuve a él. Y…

Sirius se revolvió el pelo y miro en lo hondo de su copa de vino. Le costaba seguir hablando.

- Y… me preocupa… no poder con él. ¡Remus es insaciable! Y tratar de seguirle el ritmo va a terminar matándome. Y creo que no pude hacerlo feliz anoche…

- ¿Eso fue lo que él te dijo?

- No, no dijo nada en absoluto. –protestó Sirius y se quedó mirando al viejo. Otra vez parecía saber algo que él no.

- Bueno, no hay mucho que yo pueda hacer entonces. Pero voy a recomendarte este libro de la biblioteca.

Tomó una hermosa pluma dorada y escribió algo en un pedazo de pergamino.

- Toma –le dijo dándoselo. –Un momento: tú no puedes ir por el castillo como si nada; mejor yo lo traigo.

Y con un movimiento de su varita, el papel en la mano de Sirius se transformó en un libro: "Kamasutra mágico".

- Ay, ese no era. Está tan oscuro en ese estante que se hace difícil… -sonrió el viejo y corrigió su error.

- ¬¬. –el viejo tenía un humor extraño.

Con el mismo movimiento, el libro se transformó en otro: un volumen de cuero titulado "La sexualidad del licántropo".