FIC

Historias de Albert y Candy

Reto Cumpleaños 2021

Y llegaste tu

Por Mayra Exitosa

Segunda parte

Candy se había resfriado, por mucho que Albert, el nuevo administrador de la mansión la había protegido los rumores de su encuentro a solas en prendas menores, dejaba mucho a malas interpretaciones, lo cierto es que los hombres si conocían a William hijo, por lo que Candy evitaba escuchar cualquier cosa y argumentaba ante su nueva Tía, - Si le molesta que mi reputación se manche, por favor no lo considere, olvídelo, pasaran los rumores, el administrador me hizo el favor de cuidarnos no solo a mí, sino a Yazmina, quien estaba empapada y ella no fue quien tomo la decisión de salir de paseo a esas horas. - Hija, como te atreves a decir que me preocupa más un corcel que tu reputación, no es grato que hayan ido tantas personas y te vieron en esas circunstancias, lo mejor es hacer un compromiso formal con él cuanto antes. - ¡Que pena! ¡no lo haga! El es un caballero, estaba temblando de frío y me resfríe, el solo me cuido y coloco frente a la chimenea, me dio su calor. - ¿Te dio su qué?

La tía Elroy se levantó de pronto alarmada, saliéndose de la habitación, llegando a la de su sobrino quien ya estaba de pie, vestido y listo para salir, cuando ella pedía ingresar junto al mayordomo - Lo siento mucho, pero tenemos que hablar, espero me des unos minutos a solas en el estudio, prepararé el té. Candy estaba muy preocupada, recordaba todo de la noche anterior, lo frío que estaba y como temblaba en el sillón sus ropas mojadas colgaban en una tira hechiza para que se secaran todas y cada una de sus prendas incluso su corsé y colocárselo fue difícil, por lo que opto por esconderlo y no usarlo, pero al hacerlo se notaba que estaba sin las prendas de rigor puestas, el se había quedado solo con los calzones y cubierto por otra cobija, para secar sus pantalones, camisa y accesorios. Más al estar sentados desnudos, al notar que estaba temblando opto por darle un abrazo y trasmitirle su calor, mismo que ella agradecía mientras se quedaba dormida, sintiendo el firme pecho del administrador que le dio el calor a su rostro y a sus manos, al dormir casi encima de él.

Por la mañana habían descuidado su compostura y ella dormía abrazada a su cuerpo, sintiendo su fortaleza y esculpidos músculos, mientras que al despertar ambos se preocuparon por vestirse, pero al estar encima de él se enredaron las cobijas y ambos se mostraron desnudos procurando no incomodarse trataron de no hablar nada, solo el rubor de ambos fue muy claro, para cuando pudieron cubrirse, fue suficiente tiempo para admirar claramente lo bien dotado que el administrador se encontraba, estaba segura de que él no pudo esconder su preocupación por ella, al darle la cobija que yacía en su pies para cubrirla sin dejar de observar su trasero al darle la espalda, por lo que la abrazó fuertemente pidiéndole sinceramente disculpas por haberle quitado su cobija. Más al estrecharla su anhelo dormido por el que nunca había sentido por un hombre había despertado y avergonzada, trataba torpemente de tomar sus prendas cuando uno de los listones de su corsé se quemaba en la chimenea y tuvo que soltarlo al no poder continuar colocándose y esconderlo, termino completamente quemado.

Para William Albert, vestirse en su habitación y escuchar a su tía llamarlo era saber que los rumores de cómo fueron encontrados en la cabaña, ya estaban circulando, lo más seguro era que debía formalizar alguna situación con su familiar lejana, lo cierto es que mientras se vestía recordaba como la había dejado desnuda ante sus ojos, sus pechos enormes y priscos, el monte de venus rubio aterciopelado y su trasero al girar para que no la viera fue todavía algo que no podía quitarse de la cabeza y que lo había tenido todo el tiempo alterado, por lo que no dudaría en formalizar algo si ella le aseguraba su interés por él.

En el estudio la tía fraguaba la forma de saber hasta dónde había llegado realmente las cosas y lo mejor era acláralo con su sobrino, ya habían intentado muchas ocasiones atraparlo con un matrimonio, su hermano lo había sugerido en reiteradas ocasiones, pero no se iba a dejar fácilmente, amaba la soltería y tenía mujeres a montones si lo necesitaba, sabía que no era un hombre de matrimonios formales, pero si heredaba el clan, debía serlo en algún momento de su vida al tener la obligación de un heredero, por lo que saber que sucedía entre su protegida y su sobrino era imperativo.

- Hijo esto es muy penoso para mí. – Lo sé tía, también lo fue para mí, pero ella estaba muy fría, me dio la impresión de que podía morir de hipotermia, tuve que darle mi calor corporal. - ¡corporal! - Si, sé lo que eso significa y si ella me acepta no habrá renuencia de mi parte, solo antes quisiera hablarlo directamente con ella a solas.

Candy ya se ponía de pie, había pasado lo peor y ya por la tarde pasaba al estudio con el administrador, ocultándose de todo el personal de la mansión, para darles privacidad y saber si podía o tenía que casarlos antes de que el rumor llegara a ser una situación irremediable.

- Sé que casi no me conoce y sé que ante sus ojos soy... un administrador, tal vez usted se merezca algo mejor. - No diga eso, es usted mas honorable que un duque o un príncipe ante mis ojos, pero le aseguro que, si mi reputación se ve manchada, podre superarlo, no se sienta obligado, es mi responsabilidad al haber salido y no me preocupa esta situación, así que no se sienta comprometido, tal vez pronto regrese al castillo Brown, del Barón de Break. - ¿usted sostiene relaciones con el barón de Break? - ¡por Dios! por supuesto que no. No tengo esas costumbres ni he sostenido relaciones con nadie, lo que deseo es que no se sienta comprometido por mí, al haberme rescatado, usted no esperaba verse en estas circunstancias y me apena tanto que hallamos estado así, pero le agradezco que me haya rescatado y si esto es para usted una vergüenza, admito mi error y me retiro de esta mansión de inmediato.

Elroy que escuchaba atenta todo lo que la pareja hablaba tras la cortina donde se escondía, se quedaba atónita, pues su protegida, sobrina lejana o lo que fuera le estaba dando libertad de compromiso nulo a su sobrino, pero era más el interés de él hacia ella, del que jamás había visto antes en las ocasiones que lo habían intentado atrapar.

William la miraba como se avergonzaba, pero le aseguraba no conocer antes a ningún hombre por lo que la mirada que sintió de ella esa mañana al estar con sus labios sueltos y su rostro ruborizado por ver su pecho desnudo, fue realmente atracción natural, ella era transparente y lo estaba librando de cualquier responsabilidad aunque se manchara su reputación, eso la hacia más honorable ante sus ojos, otras mujeres buscaban cualquier excusa para atraparlo y ella no fue así, solo agradecía que la hubiera rescatado y bajaba su mirada al volver a ruborizarse, lo seguro era que pensaba en él como le sucedía en esos momentos cuando recordaba como la vio desnuda completamente y viendo hacia el fondo los pies de su tía Elroy tras la cortina, tomaba la decisión de salir de ahí. – Por favor acompáñeme.

Candy salía tomada de su brazo, su tía soltaba el aliento al no poder continuar escuchando sus comentarios, en los jardines la pareja caminaba a solas, continuaba hasta mantener la distancia de toda la mansión y el personal, por lo que cuando ya estaba seguro de estar con ella lejos de cualquier vista natural, este la ajustaba y confirmaba, - A mi me parece que usted al compararme con un príncipe o un duque, hace que sus sentimientos por mi no sean indiferentes y creo que ambos disfrutamos la mañana en que despertamos luego de yacer juntos en un sillón casi desnudos y poder vernos mutuamente. - ¡Por favor! No me haga avergonzar más, si lo vi, y no sé porque no pude dejar de verlo, pero lamento que esto le ocasione problemas. - ¿problemas? Me agrada que me comprometan con usted, solo deseo saber si le agrado lo suficiente para aceptarlo.

- ¿aceptar? ¿está usted seguro? No soy una mujer con apellido, el señor William Andrew, Patriarca del Clan dueño de esta mansión me dio el apellido por petición del Lord Brown, barón de Break, quien me utilizó para usarme de excusa ya que no deseaba casarse con una duquesa que lo estaba solicitando. - ¿utilizándola? ¿podría usted ahondar más en esos detalles? –Si, es lo menos que usted se merece. La joven apenada contaba su historia, como la habían obligado a trabajar al no tener adopción legal de un orfanato y como la encargada de la mansión la había empujado en los jardines, a lo que el Barón por lástima trato de ayudarla llevándola a un médico, el cual no se encontraba, luego la trajo hasta la mansión de su abuelo William, haciendo una mentira para que este le ayudara a librarse de un compromiso que estaba solicitado una duquesa para comprometerlo en matrimonio de manera obligada y sin poder negarse.

- Entonces usted no tiene ninguna relación con el barón de Break, ni con otro hombre. - Las mujeres de limpieza no sostenemos relaciones con nadie, apenas llevaba unos meses trabajando y dormía con todas las mujeres de la mansión, no he conocido hombre que me llame la atención, solo el agradecimiento que siento por el barón de Break al darme una oportunidad de que con su mentira me enseñaran a leer, escribir, bailar y hasta algunas lenguas diferentes. Más me temo que cuando regrese, saldré de la mansión y seré llevada de nuevo a la mansión de Brown a continuar con mis quehaceres y esto será solo un sueño, no habrá una reputación que cuidar, ¿me explique correctamente? – Por supuesto, continuemos caminando. Albert estaba fascinado porque era la primera mujer que le tenía encantado, ahora comprendía su manera de ser y su proceder, era como las mujeres en Escocia, sencillas sin complicaciones y hermosa, eso le gustaba más de ella, conversar por horas y regresar para la merienda, fue parte de meditar lo que haría y lo único que deseaba era hacerla realmente suya y comprometerla para casarse cuanto antes, su cuerpo estaba grabado en sus pensamientos y solo deseaba volver a verlo y tenerlo bajo sus cobijas realmente.

A solas en el estudio le pedía una promesa a Candy, que todo lo que le había contado jamás lo volviera a decir a nadie más, solo él debía saberlo, para luego tomarla de su cintura y besar los labios que durante ese día entero le habían provocado más de una ocasión, la enviaba a su habitación, para hablar con su tía Elroy y ver lo que harían con lo sucedido la noche anterior, ya que efectivamente estaba la situación bastante comprometida entre la adoptiva sobrina de su padre y él.

El regreso de William padre y su nieto Anthony Brown en barco era muy liado, ya que la duquesa de Monfort viajaba en el barco y el joven regresaba con la seguridad de que la otra duquesa que lo iba a comprometer ya se hallaba con una negativa rotunda para con él y ahora se encontraba un compromiso formal con el Conde de Monfort, el coqueteo tras el abanico de la duquesa de Monfort, era de pecados abiertamente y el era un caballero que no podía negarle a una belleza como esa sus atenciones si la dama lo requería, por lo que hacia ceder ante la custodia que estaba formando su abuelo para no dejarlo salir de su camarote y la conversación a solas con su abuelo iniciaba con la verdad incomoda que se vio obligado a inventar, alegando la joven embarazada que tenía esperando en la mansión de Lakewood.

- Eso es lo único por lo que me atormentas, la dama quiere mi atención, no estoy haciendo nada malo, si es por la joven que espera en Lakewood, todo fue una mentira para quitarme de encima a la Duquesa de Gramont que estaba imponiéndome un compromiso cuándo ella no es de mi agrado. - ¿Y el hijo que espera? - Todo es falso, la joven trabajaba para mi castillo, una mujer la golpeo cuando yo pasaba para huir hacia Lakewood y la rescaté, la pensaba dejar con un matasano para que la atendiera, viste como llegó, más no tengo nada con ella. - Pero es la hija de una persona importante. - Eso quien sabe, es una huérfana como otras muchas que hay. Solo que ella realmente era una joven que me recordaba a mi madre, su forma de aparecer en los jardines me hacia sentir en paz… fue como agradecimiento el haberla rescatado, ahora me disculpo por haberte mentido, si me permite déjeme atender la cita de la Duquesa de Monfort, que la corona no me perdonara poseer un título si no soy un caballero para con las damas.

Esa el camarote de William Andrew ya pasado de la media noche esperando por su nieto, al no verlo llegar regresando a sus habitaciones, sabía que estaría en líos con esa dama, pues este no era como su hijo William, para librarse de los problemas astutamente y no casarse, su heredero universal era un ladino astuto al evadir a todas las damas interesadas en ser su esposa. Luego de meditar y notando que era probable que no regresara su nieto a dormitar, se servía y bebía de más, recordando que efectivamente cuando llego Candy a su mansión la vio herida y juraba ver en ella a su mujer, no a su hija, le recordó el rostro de Pauna, comprendía lo que su nieto deseaba y efectivamente su padre había cancelado el matrimonio, más todo era una mentira y ahora tenía bajo su techo a una sobrina que no era nada suyo, pero al igual que su nieto reconocía el parecido con Rosemary en ella. Por lo que la querría como una hija si esta ya poseía su apellido, ahora sería su familia y no le dejaría casarse con cualquier hombre que le mal tratara o la descuidara a tal grado que pudiera enfermar y no volver a verla como lo fue con su pequeña Rosemary.

En la mansión de Lakewood, Elroy comenzaba con los tramites a discreción, la boda era un hecho, por lo que harían las cosas bien y esperarían a William su hermano para que estuviera presente el tan anhelado logro de casar a su hijo, por fin, luego de haberlo intentado tantas ocasiones tan imperativamente, ahora que no había hecho nada supuestamente, se había dado el compromiso y lucía encantado, mientras que Candice, no se lo creía o no le caía la noticia, se hallaba tan tranquila paseando con él constantemente. Desapareciéndose como si el mismo fuera, cuando tenía tantas cosas que hacer para su boda.

- Candy, no esperaba casarte y sé que esto no era precisamente lo que deseas, más a mi si me importa tu reputación y que te sea agradable mi presencia para ti. - Me es muy agradable, nunca lo había imaginado y aun hoy creo que es un sueño del que no tardare en despertar, nos hemos alejado de la mansión de nuevo y no quisiera que nos atrapara la lluvia, esta vez Lady Elroy no me lo perdonaría. - Estas con tu prometido, ella se hace cargo de la boda hasta que regrese mi padre y esté presente. - Pero la dama que me asigno no la veo. - Por suerte la perdimos hace un rato, ¿Por qué crees que te escondía aquí en el bosque? - ¿Lo hizo intencionalmente? - Por supuesto.

Albert bajaba del caballo tomándola a ella para ayudarla a bajar, pero estrechándola en su pecho y tomando sus labios, escondidos tras los arboles que hacían de pared y los ocultaba de los hombres de vigilancia que había por todo el rededor, la dama chaperona que le asignaron también se había rezagado desde hacía tiempo por lo que ya no estaban casi nunca a solas y el deseaba tenerla de nuevo más cerca. - Debemos esperar, nos pueden llamar la atención. - ¿no te gusta estar conmigo? - No he dicho eso. - Me alegro. El tomaba su boca y no la bajaba de su abrazo sosteniéndola estrechamente con él. Para que ella no tuviera otra opción más que de abrazarlo de su cuello y poder continuar con esa agonía constante en la que ambos se metían cada que se escapaban, al desearse y tener que esperarse.

FIN


Muchas gracias por continuar con esta historia que forma parte de una serie y que continuara en una nueva etapa del reto Cumpleaños,

por lo pronto esta parte finaliza y da comienzo a otra.

Un abrazo a la Distancia

Mayra Exitosa