Kara entró dudosa en la tienda del capitán, con las emociones a flor de piel y con la esperanza de que todo saliera tan bien como en su anterior base. Lo que no se esperaba, era a un John completamente iracundo detrás del pequeño escritorio que ocupaba la mayor parte de la tienda.
—Señor, Kara Danvers teniente de la base 336 reportándose, señor—
—Llega tarde teniente, además está vestida de civil. Sabe que le falta al respeto a mi nombramiento y a esta base al presentarse así—
—Señor, mi uniforme no se encuentra en el almacén de víveres y está prohibido portar otro uniforme que no sea el adecuado, señor—
—El uniforme no está allí, si no en la tienda 39B. Es la que utilizará mientras esté de servicio para dormir. Mañana a las 4:00 am salimos a entrenar a campo traviesa, puede retirarse.—
—Señor, sí,Señor—
Kara salió de la tienda, con el ánimo por los suelos. No deseaba levantarse temprano, era duro estar en el ejército pero debía estar. Era lo mínimo que podía hacer para honrar a su hermano.
Lena, se despertó con una sonrisa profunda, era la primera vez que dormía tanto en tan poco tiempo. El sol apenas salía y las nubes predicaban un buen día. Salir a correr era una buena opción ahora que debía poner en orden toda su casa con motivo del fin de semana. Se levantó de la cama y se dirigió al baño, con toda la calma del mundo se lavó la cara y se dispuso a cambiarse de ropa para salir de casa. Una vez estuvo lista, tomó sus llaves y salió, iría rumbo al campo para después regresar.
Comenzó a correr con la intención de despejar su cabeza, pero no pudo, algo le fastidiaba parecía como si se le hubiera olvidado una cosa en específico. Era un presentimiento que se hacía cada vez más grande, pero no sabía qué era lo que sentía hasta que comenzó a repasar su día anterior y entonces lo supo. No recordaba haber guardado su cartera, por lo tanto era probable que la hubiera dejado en el taxi el cual no sabía de quién era y tampoco tenía idea de sí la chica que la acompañaba se la había llevado para entregarla a la estación de policía o se la había quedado. En cuanto deparó en la chica de cabellos rubios, supo que no iba a ser fácil recuperar su cartera así que no pretendía agobiarse. Sacaría nuevas tarjetas y tendría mejor cuidado la próxima vez.
Siguió corriendo por el camino de tierra que llevaba a un pequeño claro y se detuvo a admirar el paisaje, hasta que escuchó pasos coordinados de un montón de personas al parecer. Entre la vegetación vio acercarse a un pelotón de militares con su inconfundible vestimenta verde camuflaje, ellos se dirigían hacia donde estaba ella así que se apartó del camino para dejarlos pasar.
De entre los hombres se destacaban algunas mujeres, entre ellas una le llamó la atención era la ojiazul del taxi. No pudo quitarle la vista de encima, era como un imán que la atraía no sabía si era por los músculos tonificados o porque era la única con tatuajes en el cuello que se adherían a su piel como el propio camuflaje a los árboles. No supo cuánto tiempo la vió alejarse, pero sí sabía que ella era poco común en ese pueblo.
Una voz la sacó de su sueño, eran las 4:00 de la mañana en punto y la trompeta sonaba afuera, anunciando que todos debían prepararse para entrenar. Se sentó en la cama, tratando de quitarse el sueño porque sabía que dentro de 5 minutos su superior entraría allí para levantarla a la fuerza si era necesario. Se paró, y se vistió con el uniforme, era raro ver su nombre en la parte de atrás de la camisa, casi siempre era su apellido el que se encontraba allí. Salió afuera para unirse a sus compañeros y comenzar el entrenamiento justo a las 4:05 AM. Primeramente calentaron músculos y estiraron preparándose para lo peor. Cuatro rondas de un circuito de obstáculos, donde te pondrían al límite físicamente y mentalmente. Era el primer día, no podía rendirse y simplemente se desconectó y continúo el entrenamiento. Al finalizar las rondas, el sargento que los entrenaba anunció 5 minutos de descanso antes de correr a campo traviesa sin parar. Ella estaba preparada para eso, era lo mejor del entrenamiento, quería sentir sus músculos arden con el esfuerzo así que decidió quitarse la camisa verde para quedarse en camiseta sin mangas, dejando al descubierto sus tatuajes. Justo con la llegada del sol, el pelotón salió de la base y la rubia agradeció el calor del astro sobre su cuerpo, era perfecto sudar y disfrutar de las vistas que ese pueblo tenía para ella. Al atravesar los árboles, salieron a un claro y a lo lejos se divisaba una figura femenina pequeña que corría con el viento. Kara pudo distinguir como sus caderas se contoneaban con el ir y venir de sus piernas, era un vaivén interesante que parecía no poder ignorar. Quería rebasar a todo el pelotón y colocarse junto a ella solo para admirar más de cerca a la mujer que estaba calentando sus pensamientos, pero al acercarse su mente la conectó con la chica del taxi y recordó la cartera que tenía debajo de la cama lista para entregarse. Kara no quería dejar de verla, pero debía, hizo un esfuerzo y pasó a su lado junto al pelotón como si no la hubiera notado. Ya tendría tiempo de encontrarla otra vez en su día libre, en el pueblo.
Otro capítulo más espero que lo disfruten, tanto como escribiéndolo. Sinceramente AVO-nor.
