Disclaimer: Esta historia está inspirada, en parte, en el universo de Harry Potter de J.K Rowling. Salvo algún que otro personaje de mi invención, todos los ambientes, personajes, argumentos, hechizos y todo lo reconocible pertenece a la autora, yo solo los tomo los mezclo y agrego cosas.
*Esta historia va a tener mucha cosa inventada por mí. Todo lo que no pertenezca a la historia original de Harry Potter saldrá de las profundidades de mi mente.
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Capitulo 3:
La corteza del árbol en la que estaba recostado arañaba la piel de su espalda pero valía completamente la pena solo por el hecho de sentir a Herythania apoyada en su pecho y poder acariciar su cabello mientras el aroma de su piel lo envolvía. Ella trazaba pequeños círculos en su abdomen y sus pestañas hacían cosquillas en su cuello.
Dikalion manifestó una manta para cubrir la desnudes de Herythania. Sentía una completa paz de estar de ese modo con ella, pero le costaba mucho de su autocontrol no despreciarse por mancillar a la hija de Mirkali en el huerto que su padre había construido para ella.
Llevaba bastante tiempo quedándose en el reino de Astraleon y Mirkali. Simplemente no había logrado irse luego de conocer a Herythania. Desde el día en el que llegó, Dikalion y ella mantenían encuentros furtivos en el huerto consagrado a la joven diosa. Él aun no había reunido el valor suficiente para reclamarla como suya ante sus padres. O mejor dicho si lo había reunido pero no lo había hecho porque no se consideraba merecedor de su gracia.
Herythania había sido virgen hasta la noche en que decidió que se entregaría a Dikalion. Solo Zimphora sabia de sus encuentros en el huerto. Era ella quien cubría sus ausencias y quien le había enseñado a Thania una forma efectiva de seducir a Dikalion. Según la forma de medir que su "tío" Cronos había inventado, ellos llevaban dos años de verse a escondidas y aunque amaba cada segundo que pasaba con él, verse en secreto no era suficiente.
- no quiero que te vayas, Dikalion.
Él suspiró, le dolía el pecho de solo pensarlo. No quería abandonarla jamás. Aquella era su última noche en ese plano. Realmente no tenía más excusas para aplazar su partida ante los padres de Herythania. Además sus poderes se estaban agotando. Mirkali había enlazado su fuerza vital a la de Astraleon así que, aunque ella fuese una diosa oscura, obtenía una recarga de su marido sin la necesidad de descender a planos oscuros. Dikalion tenía que volver a un plano bajo o acercarse lo suficiente a la fuente para volver a estar en forma, pero alejarse de Herythania lo debilitaba más que el hecho de estar lejos de su reino.
- Sabes que no puedo quedarme por más tiempo, Thania. Volveré a penas pueda.
- pueden pasar siglos para que lo hagas. No quiero estar alejada de ti. Te amo demasiado Dikalion.
Él tampoco quería irse, solo pensarlo era una tortura. Pero aun no había descubierto la forma de presentarse ante sus reyes y pedirle la mano de su hija. Además él era un ser oscuro, si permanecía mas tiempo con Herythania la volvería malvada. Ella era una diosa del equilibrio, recibía sus poderes de la fuente y sus padres. Ella tenía la capacidad de usar cualquiera de las naturalezas reinantes. Dikalion deseaba que ella solo fuese luz.
- yo también te amo pero no puedo quedarme y tú no puedes descender. Sabíamos que esto pasaría tarde o temprano, Thania. Déjame abrazarte un rato más. No quiero discutir contigo cuando solo me queda un suspiro más a tu lado.
Ella se incorporó y sus ojos centellearon de miel oscura a rojo intenso, revelando su naturaleza dual. Dikalion se odiaba cada vez que veía eso en ella. Herythania era lo más puro que conocía y orillarla hacia su lado oculto lo hacía sentir como la mierda. Ese era otro de los motivos para irse de allí.
- iré contigo Dikalion. Seré tu reina, como Perséfone con el hijo de Cronos, Hades. La conocí cuando estuve en su territorio, ella es feliz con Hades en el Tártaro. ¿Por qué no sería feliz contigo?
- Thania…
- dímelo, Dikalion. ¿Por qué sería tan malo que fuese contigo a tu reino?
- Porque yo no soy el jodido Hades. El bastardo es un dios dual que reclamo un plano bajo. Yo provengo de la fuente, Herythania. Represento el caos, yo solo te haré daño si vas conmigo.
- Me lo estás haciendo ahora mientras me dices que me abandonarás. ¿Ya no me amas?
- Te amo con cada latido de mi corazón. Tienes que entenderme, amor, te tuve en mis brazos cuando naciste. Surgí al mismo tiempo que tus padres. ¿Qué les diré? ¿Me llevaré a su hija al oscuro agujero al que llamo hogar? Tu mereces más de lo que yo puedo darte.
- ¿ a caso le temes a mis padres?
- No, no les temo. Les debo lealtad, la juré y he estado faltando a mi juramento todo este tiempo.
- ¿Es por eso que no quieres que nadie se entere de lo nuestro? ¿Te avergüenzas de estar conmigo? Vale más tu honor que lo que dices sentir por mí.
- Jamás me avergonzaría de estar contigo. Moriría alegremente solo si eso te hiciese feliz. Pero comprende, tú no debes estar conmigo. ¿Qué bien puedo hacerte? Deberías buscar otro dios dual o alguien de la luz, alguien que sepa cuidarte y hacerte feliz.
- Eres un maldito idiota Dikalion.- ella golpeó el pecho del dios.- Tú me haces feliz. No quiero otro que no seas tú. No me importaría convertirme en una maldita perra si eso garantiza que seguiré envolviéndome en tus brazos para dormir.
Herythania comenzó a llorar y sus lágrimas destellaban como diamantes bajo el tenue brillo de las luces que Mirkali había puesto en el firmamento.
- No llores amor mío. – Dikalion la abrazó.- Cada lágrima que cae por tus mejillas me arranca el corazón y lo vuelve a poner en su sitio para que la siguiente repita el proceso.
Herythania no podía detener su llanto así que solo siguió hablando mientras escondía su rostro en el hueco del cuello de su amante.
- Tú me arrancas el corazón diciéndome que no podemos estar juntos.
- Lo siento tanto mi señora, pero no hay un sitio donde podamos estar.
- Entonces creémoslo. Hagamos nuestro lugar junto a la fuente. Ambos tendríamos nuestro poder intacto. Creemos nuestro propio reino. Déjame seguir a tu lado Dikalion. Déjame poner en tus brazos a nuestros hijos. Déjame darte un hogar. Déjame estar contigo para siempre, no soy nada sin ti.
De todo lo que ella había dicho, solo una frase lo horrorizó. ¿Qué clase de monstruo daría a luz si él la embarazaba? Él mismo era un monstruo de la peor calaña, no quería pensar la clase de destrucción que un hijo suyo lograría. Dikalion pensaba en traicionar sus pensamientos diciéndole aquello pero la idea de un pequeño que fuera como su Thania entibió algo dentro de su pecho. Había demasiadas probabilidades de que crearan demonios, pero también podrían tener pequeños seres de la luz iguales a su madre.
Dikalion flaqueó. Abandonar a Herythania seria demasiado doloroso y él no era tan fuerte como creía. Ella lo ponía de rodillas con su llanto. Si la abandonaba, realmente moriría.
- Nunca digas que no eres nada sin mí. Tú eres todo y más, no me necesitas para ser una maravillosa diosa. Eres perfecta y estas completa aun sin mí. No soy digno de que pienses eso. Creo que ni siquiera soy digno de tu amor.
- Lo eres Dikalion. Mi madre me puso en tus brazos porque sabía que tú me protegerías. Honra ese compromiso que asumiste cuando nací. Mantenme a tu lado, mantenme a salvo. Podría morir de tristeza si te alejas de mí.
Dikalion se sintió palidecer mientras oía el tono amenazante de Herythania. Solo pensar en dañarla lo hacía sentirse como un monstruo. Hablaría con Zimphora, ella seguro tendría una idea de cómo permanecer juntos o haría algo para que lo que ambos sentían muriese.
Mientras ellos permanecían en el huerto, las cosas se caldeaban en el palacio principal. Una visita inesperada erizaba los vellos de la nuca de todos los que se encontraban en la sala de los tronos.
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Himora y Timora flanqueaban a Astraleon. Ellas habían nacido partenogenicamente del dolor de Mirkali mientras daba a luz a Herythania, pero en sus corazones eran tan hijas de Astraleon como ella. Las diosas de la venganza y la discordia se movían como una sola y flanqueaban a su padre listas para atacar al visitante.
Thirione y Rubastian se habían movido hacia Mirkali. Otra vez, ellos no eran hijos de Mirkali pero la protegían como si lo fuesen. El dios del océano y el del trueno habían salido de las aguas primordiales cuando Astraleon tropezó en la orilla haciéndose daño, eones atrás.
Remin y Krima estaban listos para saltar sobre Zimphora, si ella hacia un movimiento raro. El dios de la muerte y su esposa, la diosa del parto, siempre estaban cerca de ella para hacer control de daños. A pesar de ser quien representaba el amor y ser hija partenogenica de Astraleon, Zimphora tenía un temperamento volátil que la asemejaba más a Mirkali que a su propio padre.
- Saludos hermanita. Astraleon…- el visitante inclinó su cabeza hacia él. - te ves viejo, amigo mío.
Aquello no era verdad. Nadie en aquella sala tenía un aspecto que delatase sus verdaderas antigüedades. Por alguna razón que desconocían todos tenían el aspecto de adultos jóvenes.
Antiphone dio un paso hacia él. Nadie sabía de dónde había surgido ella pero sabían que lo había hecho una noche que Astraleon había descubierto que el jugo de las frutas del huerto podía embriagarlos a él y a Mirkali. La diosa de las fiestas y el vino habló divertida.
- Hola Obscurium. Siempre eres tan simpático. Me recuerdas a las serpientes venenosas que Mirkali arroja hacia mi cuando la cabreo.
- cierra la boca ebria.
- ¿no lo oíste muchachote? ni Herythania cuando era pequeña, ni yo podemos mentir. Deberías sacar el perpetuo palo de tu solemne culo de vez en cuando y divertirte más.
Astraleon bajó de su trono y tocó el hombro de Antiphone. No quería que la niña saliese herida si Obscurium hacia algún movimiento violento. Ella podía parecer adulta pero su carácter festivo y extrema sinceridad la hacía una niña a sus ojos, igual que Herythania y el resto de sus hijos.
- ¿Qué quieres Obscurium?
- vengo buscando paz.
Esta vez fue Mirkali quien habló.
- ambos sabemos que no es la paz lo que buscas. Nunca lo hiciste y jamás lo harás. ¿Qué quieres?
- oí que tu hija ya es una adulta y muy bonita, por cierto. He conquistado una buena cantidad de territorio de Cronos y quiero establecer mi propio panteón, Mirkali. Así que vengo a pedir la mano de tu hija para mí. Quiero que sea mi reina.
- no obtendrás jamás un solo cabello de mi hija, bastardo inútil. Mucho menos obtendrás su mano.
Un viento helado recorrió la estancia. Mirkali odiaba con saña a Obscurium. Ambos eran oscuridad y al parecer los dioses sombríos no sabían jugar juntos.
- ¿por qué no se lo preguntamos a su padre? o mejor ¿por qué no dejamos que Herythania decida?
Nadie había notado que Zimphora había destellado fuera de la sala de los tronos. Dikalion y Herythania estaban en el huerto y era mejor que hiciesen acto de presencia. Si las cosas se ponían feas, ellos tendrían que estar listos.
- Ella no decidirá nada hermano. – Dikalion escupió la última palabra. - Herythania es mi mujer y si alguna vez decide crear un panteón, lo hará conmigo.
- Dikalion. Así que aquí estabas. Tu frio agujero estaba demasiado vacio últimamente, debí sospechar que habías huido a esconderte bajo las faldas de Mirkali. Después de todo fue lo primero que hiciste luego de nacer.
- No necesito esconderme bajo las faldas de nadie. Mucho menos tras miles de demonios como tú lo haces. Yo solo puedo defenderme. Ya me has oído Obscurium, no tienes más nada que hacer aquí. Deberías irte.
- Cuida tus palabras hermanito. Podría tomarlas como una invitación a la guerra. Demuestras demasiada posesión con Herythania. ¿No sería ella quien debería elegir?
Luego se dirigió a la diosa de rizos castaños que había permanecido en silencio, tomada de la mano de Zimphora y un paso por detrás de Dikalion.
- ¿qué dices nena?, tengo un reino para ofrecerte. Pondría una corona sobre tu cabeza. Serias igual de poderosa que tu madre. Tendría miles de demonios adorando el suelo que pisas. Eso te daría más poder del que imaginas.
- Gracias Obscurium, pero mi lugar está al lado de Dikalion.
- Has elegido mal pequeña…
Con esas palabras Obscurium desapareció. Todos ellos tenían una mala sensación en el estomago. Sabían que no sería la última vez que se cruzarían con él.
- Maldito mal nacido. ¿Llevas meses profanando a mi hija y ha tenido que ser Obscurium quien te diera el suficiente valor para reclamarla?
Mirkali le lanzó un rayo divino que Dikalion esquivó por unos pocos centímetros. Estaba completamente extrañado de la actitud de su reina.
- Mirkali, yo…
El viento helado despeinó sus cabellos. Mirkali podría parecer frágil pero era una perra sanguinaria cuando se enojaba y en ese momento estaba haciendo relucir su lado menos amable.
- vamos, no seas cobarde. Tu… rata de alcantarilla. Sé que pretendes irte. ¿A caso crees que no conozco a mi hija cuando se encuentra triste? ¿Ibas a marcharte y dejarla con el corazón roto? ¿Debo hacerte sufrir por solo intentarlo?
- ¿Qué quieres que haga? no tengo más territorio que el plano donde vivo, Mirkali. No tengo más adoradores para tu hija que yo mismo. No tengo más soldados que mis propios puños. No tengo riquezas, no tengo súbditos. ¿Qué puedo darle a tu hija?
- Dale amor, estúpido.
- De eso tengo en abundancia.
- Entonces es todo lo que necesitas. Dikalion, te di a mi hija al momento de nacer. La puse en tus brazos para que la protegieses. Obscurium no tiene buenas intenciones, se que él volverá. No me importa lo que tengas que hacer, protege a mi hija y no hagas que sus ojos derramen mas lagrimas que las de felicidad.
Dikalion observó la alegría de Herythania. Él sin pensarlo la había reclamado ante Obscurium y con eso la había hecho feliz. Si hubiese sabido que su alegría lo envolvería de aquella forma, hubiera hecho caso a sus palabras y la hubiese reclamado el mismo día que la vio por primera vez en el huerto y ella se rió de él.
Astraleon le lanzó una gran descarga divina que lo dejo aplastado y dolorido contra la pared más cercana.
- ¡papá!, ¿por qué has hecho eso?, ¿Dikalion estás bien?
El rey caminó hacia el dios del inframundo y le tendió la mano para que se pudiese levantar.
- Eso fue por haber tocado a mi niña sin permiso. Y esto – lo abrazó como a un hermano. - es por hacerla inmensamente feliz a pesar de lo que nosotros pensemos.
Herythania no podía creerlo. Hacia un momento estaba segura de que debería separarse para siempre de Dikalion y ahora sus padres estaban aceptando su relación. El corazón no le cabía en su pecho, latía desbocado.
Antiphone hizo traer comida, bebida e invocó música en el gran salón. Ella jamás perdería una oportunidad como aquella para festejar un acontecimiento feliz. El compromiso de la princesa tenía que ser por todo lo alto o no lo seria.
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Por primera vez Herythania dormía en los brazos de Dikalion. Por primera vez bajo ellos había una cómoda cama y sobre sus cabezas había un techo. Esta vez no tendrían que correr si oían un ruido y podrían descansar sin necesidad de esconderse. Su relación al fin era pública. Todos la aceptaban.
Dikalion no podía dormir. Había sido cierto lo que dijo a Mirkali cuando Obscurium se fue. Él solo se tenía a sí mismo como ofrenda a Herythania. No tenía un sitio seguro para ella o sus hijos, si alguna vez los tenían. No tenia súbditos que atendiesen sus deseos y aunque él se considerase su devoto esclavo, jamás sería suficiente para una princesa.
- Pss. Pssss. Dikalion…
- ¿Zimphora?
Él se cubrió con las mantas. No quería que la chica lo viese desnudo. Zimphora era una hermana a sus ojos y eso lo llenaba de pudor. Debió haber usado sus poderes para bloquear la puerta.
- por supuesto que soy yo. Ven, Dikalion, ven.
Suavemente se deshizo de los brazos de Herythania. Ella protestó entre sueños pero aun así no despertó. Invocó la armadura negra para cubrirse y salió al vestíbulo donde Zimphora lo esperaba. El palacio estaba completamente en silencio.
- ¿Qué quieres niña?
- tengo la solución a tu problema… - antes de seguir hablando miró despectivamente el atuendo de Dikalion. - ¿tu solo usas armadura?
Él decidió ignorar el comentario a cerca de su vestimenta. Era un soldado del caos, las finas sedas y comodidades no eran algo a lo que estuviera acostumbrado realmente.
- ¿de qué hablas?
Ella imitó su voz a la perfección y si él hubiese sido tenido un mejor sentido del humor, hubiese reído a carcajadas.
-"no tengo más territorio que el plano donde vivo. No tengo más adoradores para tu hija que yo mismo. No tengo más soldados que mis propios puños. No tengo riquezas, no tengo súbditos. ¿Qué puedo darle a tu hija, Mirkali?"
- muy graciosa. Ahora dime que solución tienes.
- Thirione, Krima y yo te ayudaremos a darle todo eso que quieres para Herythania.
- explícate.
- Thirione abrirá su océano para que levantes tu propio territorio cerca de la fuente, hemos encontrado un sitio que no tiene dueño aun. Luego harás súbditos y Krima me ayudará a hacerlos fecundos y prósperos.
La pequeña diosa era simplemente una genio. De un plumazo había resuelto todos sus problemas. Él podría crear un hogar para su mujer y darle los adoradores que ella necesitaría para que la protegiesen. De ellos podrían obtener ejércitos y hacer que Obscurium jamás intentase acercarse nuevamente.
- Bien. Que tengo que hacer.
- Debes traer una parte tuya o de Herythania. Necesitas devolverle a la fuente algo para que te permita crear a tus súbditos.
Él jamás usaría algo suyo para crearlos. La maldad solo engendra maldad y eso había hecho Obscurium. Con barro y su propia sangre él había creado demonios insaciables. Usaría la naturaleza de Herythania.
Luego de confirmar que serviría, entró a la habitación. Su mujer seguía durmiendo y sus rizos se desplegaban en abanico sobre la superficie de la cama. Cortó uno y olió su aroma, eso tendría que servir.
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Astraleon aun dormía. Su parte del territorio, surgido luego de la primera explosión, aun estaba a oscuras. Luego de surgir, todos los dioses de la luz habían acordado dividir el territorio e iluminarlo alternadamente para cualquiera que caminase cerca de la fuente. Algunos dioses de la oscuridad habían acordado lo mismo y al igual que Mirkali, ponían pequeñas luces para que la oscuridad no fuese completa mientras los dioses de la luz dormían.
Thirione agitó las aguas primordiales y Dikalion elevó las rocas del fondo. Una gran isla con la forma del rostro de Herythania surgió del fondo del océano. Dos amplias cordilleras gemelas tenían un valle en el medio y tomaban la forma de los labios de su mujer. Una solitaria meseta tenía el aspecto de la nariz y dos lagos oscuros y profundos representaban sus ojos, al norte de la isla.
- Árido, bonito, pero bastante estéril. Confió en que mi hermana haga que esto se vea mejor.
Zimphora tenía razón. Él solo había elevado un gran territorio sin vegetación. Las cosas hermosas como la flora y fauna eran algo que solo Herythania podría hacer.
- ¿Ahora que sigue?
- ahora grandulón, jugarás un poco con barro. Construye la forma de tus súbditos. Danos la esencia que quieres impregnarles, sus nombres y que deseas que la fuente les otorgue.
Así lo hizo. Comenzó a moldear el barro pensando solamente en lo feliz que Thania sería al verlos. No creía estarle haciendo justicia, pero moldeó a la mujer a imagen de su esposa. Bruja la llamaría, inteligente, en el antiguo idioma. Mirkali llamaba así a su hija cuando era pequeña y a él le gustaba ese nombre para las súbditas femeninas.
Luego moldeó al hombre. No puso tanto esmero como en la bruja. No le interesaba que él se viese bien, sino que fuera fuerte. Mago lo llamaría. Usó la palabra que significaba soldado en el primer idioma, eso serian para él.
- muy bonitos, Dikalion. Tú tienes más talento para esto que Obscurium. Los de él son horrendos. Cuando se mezclen darán descendencia fuerte. He dicho y así será.
- Gracias, Krima.
- ¿Y ahora que sigue Zimphora?
- Ahora me dices que quieres que ellos puedan hacer y luego vas a buscar a Herythania. Krima y yo tendremos sus regalos listos para cuando lleguen.
Zimphora hizo copias de las estatuas que Dikalion había hecho. Veintiocho parejas originales y les confirió pequeñas diferencias para que no fueran completamente iguales. Zimphora cambio los colores de sus pieles, ojos, cabellos y les dio diferentes alturas. Cuando estuvieran animados serian capaces de comenzar a reproducirse por sí mismos.
- Quiero que puedan hacer lo que Herythania.
- ¿Les quieres dar poder sobre la naturaleza, la vida y la muerte? No deberían ser tan parecidos a los dioses.
- No quiero que sean dioses. Quiero que, como su reina, puedan manipular ciertos aspectos de sus entornos. Quiero que puedan defenderse y defender a quienes aman.
- Bien. Pero definitivamente me sentiré más segura si ellos no pueden dar vida con sus poderes. ¿Estás de acuerdo? Dejaremos que sean capaces de tomar vidas para defenderse y a sus ideales, pero no devolverla. Eso debería ser suficiente para que ellos no tomen vidas ajenas a la ligera, no podrán traer a nadie de nuevo.
- Has tu voluntad, pequeña Zimphora.
- Me gusta que me dejes hacer lo que quiera, Dikalion. Ahora vete. Vete y trae a tu mujer.
Cuando Herythania vio su regalo comenzó a llorar. Sobre la meseta, que luego supo representaba a su nariz, Dikalion había hecho un gran palacio igual al de sus padres y en el valle bajo él, había dejado los nuevos seres que había creado para que la sirvieran.
- Esto es hermoso, Dikalion.
- No tanto como tú.
Él la tomó de la cintura y le dio un beso arrebatador mientras Herythania hacia florecer el valle. Su alegría y amor por Dikalion había traído por primera vez la primavera a su nuevo reino. Lemuria había surgido de las aguas y esperaban que fuese eterna como el amor que los unía.
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N.a: hola. Lo sé, hoy no hubo nada de dramione. Pero prometo que a partir de ahora comenzamos a movernos mucho más en la "actualidad". La historia de Lemuria simplemente tenía que aparecer. Como siempre me quedaré esperando sus opiniones, las adoro. Sin más, HASTA LA PROXIMA!
