Inolvidable.
·-Chihiro¿a qué estás jugando, hija?- la cara de su padre estaba deformada por el enfado mientras agitaba un papel frente a la cara de Chihiro.
La niña miró a su cena, abatida, y revolvió un poco el arroz con sus palillos. Su madre se limpió la boca con una servilleta y miró a la pequeña con cara de "es hora de hablar serio". Ni siquiera durante las comidas podían ser una feliz familia unida.
·-Es el tercer examen que suspendes.- siguió el señor Ogino. La hoja de papel en cuestión era el temible examen en el que apenas había escrito medio nombre y un montón de rayones y letras en rotulador rojo- no prestas atención. No te relacionas. ¡Por favor, Chihiro! Antes eras mucho más aplicada¿no crees que estás llevando tu rabieta demasiado lejos?
La niña levantó un poco la cabeza, incrédula. No estaba enfadada, simplemente no entendía lo que le acababan de decir.
·-¿Mi rabieta?- preguntó, con la mayor inocencia del mundo.
Su madre decidió intervenir:
·-Chihiro, no nos creemos que entiendas tan poco las explicaciones de tu maestra como para sacar unas calificaciones tan malas.- dijo la mujer, intentando aparentar calma- ¿hay algo que no nos hayas contado?
Chihiro se mordió el labio y negó con la cabeza con tanta culpabilidad, que la palabra "mentirosa" apareció en su frente, tan claramente que hasta sus torpes progenitores pudieron leerla. Su padre dio un golpe en la mesa con la mano abierta.
·-¡Chihiro, quiero que nos digas la verdad!- exclamó, perdiendo finalmente la paciencia- ¿En qué andas metida?
Ante los gritos, la niña sorbió y se frotó las manos débilmente.
·-No creas que vas a arreglar nada poniéndote a llorar.
Chihiro tragó saliva y se levantó con torpeza, haciendo una leve inclinación de cabeza para despedirse y casi corrió a su habitación. Sus padres la llamaron de vuelta, enojados, pero ella no les hizo caso. Se encerró en su cuarto, puso el pestillo y se tumbó en la cama.
Su padre tenía razón, por mucho que le doliese.
Llorando no iba a hacer que volviera.
El solo pensar en él le hizo entristecerse más. Abrazó su cojín, se revolvió en la cama para mirar todos los objetos que la rodeaban: juguetes, fotos, libros… recipientes de recuerdos vacíos y banales. Por un momento se le ocurrió arrepentirse de haber escogido vivir en aquel mundo. Le hubiese gustado tanto poder volver atrás en el tiempo…
Se tapó la cara con el cojín y se acurrucó, abatida, hasta que lentamente se quedó dormida. Antes de ser definitivamente vencida por el sueño, creyó oír un par de truenos en la distancia, tan bajos como suaves rugidos.
Una débil pero repentina ráfaga de viento hizo que la puerta de su pequeño balcón temblase, despertando a Chihiro. No tuvo que moverse para poder leer las agujas del despertador de su mesita, ni para adivinar por la oscuridad reinante que ya se había echo totalmente de noche. También pudo oír el discreto rumor de la lluvia al otro lado de la ventana. Notaba la piel de las mejillas un poco tirante a causa de las lágrimas secas. Se revolvió vagamente con la intención de levantarse y asegurar el cierre del balcón, podría quebrarse si el viento aumentaba.
Sin embargo, su corazón estuvo a punto de estallar cuando consiguió ver a través del empañado cristal de la puerta del balcón.
Durante un momento, se negó a creerlo.
Después, se convenció de que se trataba de un sueño, o de una mala pasada de su torturada cabeza, y evitó pestañear o moverse por miedo a romper aquella visión.
Apenas podía verle, como si fuese un fantasma, medio desecho en las gotas de lluvia que se pegaban al cristal. Parecía un espectro, una ilusión, y sin embargo una diminuta pero creciente parte de ella le chillaba en silencio: "¡es real¡Acércate!"
Silenciosamente puso un pie desnudo fuera de la cama, sin perderle de vista. De verdad sentía pánico de hacer algo que perturbase la imagen. Como vio que nada cambiaba, que seguía allí, Chihiro se aventuró a caminar lentamente hacia la ventana del balcón, cuidando cada paso, procurando no hacer ningún sonido, por si acaso fuese un sueño del que la menor vibración sonora pudiese despertarla.
Tocó el cristal con los dedos.
No desapareció.
Sonrieron al unísono, del mismo modo tembloroso y tímido, incrédulo. Eran dos niños contemplando la mayor maravilla que concebían sus corazones.
No había desaparecido.
·-Te lo había prometido.- los movimientos de sus labios vinieron acompañados de aquella voz deliciosamente tierna, aunque conservaba aquel deje de fría amabilidad que tanto le caracterizaba.
El primer impulso de Chihiro fue abrir la puerta y abrazarle, pero según llevó la mano al pomo, la mirada de él se inundó de tristeza.
·-No abras la puerta.- susurró, una advertencia tan dulce como triste- si lo haces, el conjuro se romperá y yo desapareceré.
El labio de la niña tembló un poco y dejó caer los hombros. Su mano cayó muerta contra su cuerpo. Entendía lo que le quería decir, y la verdad cayó con el estrépito de una losa al partirse.
·-No te vas a quedar conmigo.- la voz le salió ronca y quebrada. No era una pregunta.
·-Chihiro, he estado contigo todo este tiempo… a pesar de que no me hayas visto.- tenía una forma de explicar las cosas tan dulce y sencilla, a pesar de ser cosas que dolieran- ya lo sabías¿verdad?
Ella asintió con la cabeza y esbozó una sonrisa llena de tristeza. Pegó la cabeza contra el cristal, allí donde se reflejaba su pecho
·-¿Por qué no puedes volver de otra forma?
Él permaneció en silencio un par de segundos. Sus manos se movieron, como si rodeasen los hombros de la niña, aunque en realidad no se estaban tocando.
·-Chihiro, yo ya no pertenezco a este mundo.- explicó finalmente, con la mayor delicadeza- me arrebataron mi hogar hace tiempo, por eso no tengo ningún lugar al que volver.
·-¡Recupéralo!
Tardó unos segundos en responder, como si se preparase para dar una larga explicación, compleja, dolorosa.
·-Eso pretendí durante mucho tiempo pero… ¿sabes por qué me hice aprendiz de la bruja Yubaba? Para vengarme de los humanos. Quería reunir el poder y los conocimientos suficientes para recuperar lo que me habían quitado…- suspiró- ahora sé que ésa no es la solución… que los humanos ya no necesitan mi existencia. Ya no hay lugar para mí en sus corazones.
Al oír eso, un escalofrío recorrió la espalda de Chihiro. Levantó la cabeza, sin ocultar sus lágrimas, y le miró directamente a los ojos.
·-¡En el mío sí lo hay!- replicó, la voz se le quebraba a cada sílaba.- yo te necesito porque…- sorbió- estoy sola…
Él volvió a sonreír. Sonreía pocas veces, por eso cada vez que lo hacía, sus labios tenían un significado preciso.
·-Chihiro, yo estaré siempre a tu lado…
Cuando te sientas triste y sola, vendré junto a ti, aunque quizás no puedas verme. Pero tienes que prometerme que seguirás adelante. Tú tienes tu propio mundo, con toda la gente que te quiere y te rodea, pese a que a veces no te des cuenta o no sepan demostrarlo. Es ésta la vida por la que tanto luchaste, Chihiro. Encontrarás a alguien, a más personas que te querrán y que serán especiales para ti. No quiero que te rindas. No quiero hacer que te sientas arrepentida.
Haku había desaparecido, pero ella ya no sintió más ganas de llorar.
-----FIN-----
Comentarios: (Mydri se frota las manos) Ya está, terminé! Son las 2:19 A.M., eso debería daros una pequeña pista del poco tiempo que he tenido para ponerme a escribir estas últimas semanas óò. Esta vez, lo que me duele es la cabeza y la garganta, soy un desastre! Acabo de hacer un final no "happy-ending" y eso para mí es una traición a mis principios… qué desastre! Muchas gracias a todas las reviews, siento muchísimo haberos impacientado...
