Disclaimer: Ni Evangelion ni sus personajes me pertenecen.

Luna de mediodía

Resplandeciendo como miles de antorchas adornando el firmamento, las estrellas, construyendo una infinidad de constelaciones en el cielo nocturno, eran las encargadas de darle la bienvenida a Asuka cada vez que se materializaba en aquel sitio. La Luna, coronando ese paisaje idílico, era la reina sin discusión alguna, a la cual, besando la costa, el oleaje le rendía pleitesía con reiterativas alabanzas al ir y venir.

Dejándose llevar, sabiendo claramente que el escenario que la rodeaba no era más que un recuerdo repitiéndose en un sueño, Asuka, no teniendo ningún control; no tuvo otra opción que permitirle a la invisible corriente de sus pensamientos que continuase arrastrándola. Por ende, sabiéndose de memoria lo que estaba a punto de suceder, Shikinami ladeó su cabeza a la derecha para mirarlo a él otra vez.

Ahí, como en todas las ocasiones anteriores en las que revivió aquel momento, Shinji, sonriéndole con suavidad, la miraba al encontrarse sentado en la playa, mientras ella, yaciendo tumbada en la arena, se preparaba para verlo con vida por última vez. Por más que supiese lo que ocurrirá, Shikinami, viviendo ese adiós como uno nuevo en cada repetición, siempre se esforzaba en vano por alterar la historia.

– "Estoy muy feliz por volverte a ver, Asuka".

Aquella frase, tan simple y corta, era el comienzo del fin: era el ocaso para Shinji, pero era también el alba para todos los demás.

– "Antes de irme, quiero decirte algo".

Atada por sus remembranzas, condenada a no poder modificar los hechos por más que quisiese, la pelirroja luchó con todas sus fuerzas por decirle algo que lo hiciera cambiar de parecer; sin embargo, recordando que con su partida el mundo se salvará, Asuka sintió como toda su rabia y enojo hacia él se disipaban al ser totalmente inútiles, en tanto Shinji, sin perder su sonrisa, seguía despidiéndose de ella.

Cuando aquel suceso ocurrió en la realidad, si es que podía llamarse "realidad" al psicodélico e incomprensible universo dentro de la Instrumentalización, Asuka, demasiado conmocionada por ser obligada a confrontar su pasado y sus peores temores, no poseyó capacidad de reacción cuando se encontró de frente con Shinji, el cual, recitándole sus palabras finales, le habló con dulzura.

No fue hasta mucho después, cuando se vio de vuelta en la Villa-3, que Asuka, examinándose a ella misma, pudo verificar que su cuerpo ahora se equiparaba exactamente con su edad mental. Verse como una mujer mayor la impactó en sobremanera, fue como haber nacido nuevamente, y por más difícil de creer que le fuese, así fue. Ya no era una niña, ni tampoco un clon: era un ser humano real y adulto.

– "Gracias por decirme que yo te gustaba, tú también me gustabas a mí".

Shinji, robándose su atención con otra breve pero poderosa declaración, destrozó con facilidad aquella armadura de indiferencia que por tanto tiempo usó para ocultar sus más profundos sentires. Cada capa de su coraza, unidas entre sí usando el rencor como amalgama, acabó por romperse dejando expuesto y libre aquel sentimiento, que Shinji, sin ser consciente de ello, sembró en ella al enamorarse Asuka de él.

Sentimiento que, manifestándose en la tez de su rostro con un visible sonrojo, la hizo sentirse como una chiquilla; pese a lucir como una dama madura. Para su desdicha, recreándose aquella despedida con fiel realismo, Asuka, no controlando sus movimientos, se giró a la izquierda dándole la espalda a Shinji al hallarse abrumada por la vergüenza y timidez, al saber, por fin, que su amor por él era correspondido.

Por casi quince años fantaseó con la posibilidad de escuchar algo así; jugó con aquel deseo en lo más recóndito de su alma, donde sabía, que ni Kensuke ni Mari, lograrían descubrirla. Shinji Ikari, tanto para bien como para mal, será hasta su último aliento el autor los episodios más significativos e inolvidables en su existencia, los cuales, de un modo u otro, la han definido y moldeado como persona.

– "Adiós, Asuka. Saluda a Kensuke de mi parte".

Y una vez más, como en las veces anteriores en las que soñó con aquella separación, las palabras de Shinji dejaron en ella un inmenso vacío al entender que nunca más lo volverá a ver con vida. Enseguida, sin darle ni un segundo más para pensar, el paisaje circundante comenzó a desintegrarse hasta que no quedase nada. La Luna, arriba de ella, brillando impoluta, fue la encargada de hacerla regresar.

– Otra vez he fallado…

Abriendo los ojos, hallándose de nuevo en el mundo real, Asuka se mantuvo quieta dejando que su corazón, al latir como una bestia salvaje deseosa por liberarse de su jaula, recuperase la compostura. Así pues, sintiendo el delgado manto de sudor que humedecía su piel, la germana fue moviéndose lentamente en su cama sin querer causar el más ínfimo ruido que alertase de su despertar.

Por ello, manteniendo el silencio, no sintiéndose con ánimos para hablar con nadie, Asuka se aferró a las cobijas que la arropaban al darse cuenta de la quietud que reinaba en la casa de Kensuke en aquel instante. Desconocía por completo qué hora era; no obstante, al ver como la luz del sol se filtraba entre las cortinas de las ventanas, para la otrora piloto de la Unidad 02 aquello era más que suficiente.

Shikinami, ya ni siquiera sabiendo la fecha, solamente podía recordar que había transcurrido poco más de una semana desde que regresó a la aldea. Al completar el largo viaje de retorno desde el epicentro del Impacto Final, Asuka, utilizando la cápsula del Eva 13 como un bote salvavidas, aterrizó con una precisión quirúrgica ante el hogar de Kensuke, quien, al oír el choque, no se tardó en salir.

Kensuke, notoriamente impresionado por su nueva apariencia, la ayudó a caminar hacia su morada al darse cuenta de lo desorientada, mareada y confundida que lucía. Dejando las preguntas para otro momento, importándole más que ella estuviese a salvo, Kensuke la escoltó hacia la habitación que Shikinami solía ocupar cuando aparecía en su puerta para otra más de sus visitas inesperadas.

Ahí, sin decir ni una sílaba, Asuka cayó rendida ante el cansancio que arrastraba, durmiendo, finalmente, luego de tres lustros sin poder hacerlo. Así fue como comenzó un ciclo que se ha mantenido desde entonces: Asuka despertaba, comía algo al morirse de hambre, tomaba una ducha rápida y se acostaba nuevamente en su litera para dormir. Día tras día, hasta hoy, su rutina diaria no cambió en lo absoluto.

Gradualmente, gracias a ese proceso repetitivo de sanación, Asuka fue recuperando el vigor físico superando su agotamiento acumulado, a raíz, por desgracia, de la maldición que la acompañó desde el incidente con la Unidad 03. Asimismo, saciando su apetito al alimentarse con naturalidad, Asuka recobró su sentido del gusto saboreando desde cosas muy amargas y ácidas hasta las más dulces y sabrosas.

Sin embargo, cada vez que se ponía cómoda para descansar, recaía en aquella fugaz charla que Shinji tuvo con ella antes de partir. Pronto, después de haberlo meditado con ella misma en la privacidad de su modesta recámara en la vivienda de Kensuke, Shikinami entendió que no saldría de esa burbuja onírica a menos le hiciese frente a Shinji con honestidad y humildad, renunciando a su habitual rudeza y soberbia.

Por ende, intentándolo una y otra vez cuando se reencontraba con él en sus visiones, Asuka optó por diferentes métodos: primero pensó en extender una mano para retenerlo y evitar así que se fuese, pero ni siquiera pudiendo moverse con libertad, aquella idea no pasó de ser una fútil bagatela. Entonces, si le era imposible detenerlo, Asuka decidió que le dirá todo aquello que nunca se atrevió a confesarle.

Lamentablemente para Asuka, fallando de nuevo, su plan de hablarle se vio truncado al estar imposibilitada de hacer algo tan básico como abrir la boca. Le tomó más tiempo y razonamiento discernir la causa de todo eso: aquel sueño era una recreación exacta de lo que ocurrió realmente, cada minúsculo detalle se copiaba con rigor en su imaginación, tanto en ambientación como en eventos.

Ya que ella, por el asombro que experimentó en ese instante, no le dijo nada a Shinji, en sus sueños, por consiguiente, tampoco podrá decirle nada. Igualmente, cuando estuvo con él en esa playa, su único movimiento fue ladearse a un costado para ocultarse de Shinji, por esa razón le era imposible efectuar algo distinto como sujetarlo para impedirle que se fuera. Inevitablemente, su inacción le prohibía actuar.

La historia, le gustase o no, ya estaba escrita en piedra; no existía forma alguna en que la pudiese cambiar.

– Será mejor echar un vistazo y ver si sigue dormida, no hay duda que Shikinami desea estar allí con todos nosotros.

Interrumpiendo sus meditaciones, la voz de Kensuke, tomándola por sorpresa, por poco la hizo saltar en su colchón haciéndola apretar los dientes, para contener, por instinto, el grito que casi se escapó de su garganta. Segundos más tarde, apoyando a la afirmación de Kensuke, una segunda voz, ahora femenina, resonó en los oídos de Asuka confirmándole que ya no se encontraba sola en la residencia Aida.

– Iré a revisar; aunque tengo el presentimiento que la princesa sigue durmiendo.

En el acto, escuchando como una serie de pasos se aproximaba a sus aposentos, Shikinami, como si fuese una niña a punto de ser reprendida por una travesura, cerró los ojos y se colocó de tal manera que diese la impresión de no estar despierta. Justo al comenzar con su actuación, deslizándose levemente al abrirse, la puerta de su habitación permitió que un delgado rayo de sol la iluminara al ser observada.

Manteniendo la calma, respirando hondo y despacio, Asuka cruzó los dedos debajo de las mantas esperando que su ardid fuese lo suficientemente convincente como para no ser descubierta. De repente, casi matándola del susto, Shikinami sintió como una mano le acariciaba suavemente el cabello, antes de arroparla, aún más, con las gruesas frazadas que la mantenían caliente y abrigada.

Después de esa imprevista visita a su alcoba, volviéndose a cerrar la puerta, Asuka escuchó la madera del piso crujir al ser pisada, constatando, sin duda, que la persona que la vigiló y arropó se alejaba de ella para volver con Kensuke. La teutona no lo sabía ni lo imaginaba, pero Kensuke, preparando dos tazas de café, se giró hacia su acompañante quien se dispuso a decirle el resultado de su inspección.

– Tal y como lo sospeché, la princesa sigue dormida.

– En ese caso la dejaremos dormir un poco más; pero en una hora tendremos que despertarla para que se prepare para el funeral.

– Todavía sigo sin creer que esto realmente esté sucediendo, cuando me despedí del cachorro estaba convencida que podría rescatarlo a tiempo…

– Yo no estuve ahí cuando eso pasó, pero estoy seguro que hiciste todo lo que pudiste.

Aquella plática, reverberando en el ambiente, prosiguió su rumbo, Asuka, por su parte, se giró sobre sí misma buscando otra postura más cómoda en tanto oía a Mari lamentarse por la muerte de Shinji. Con anterioridad, cuando convivió con ella en el Wunder por tantos años, para Shikinami era un fastidio escucharla diciendo boberías o haciendo insinuaciones indiscretas; aunque ciertas, sobre ella y Shinji.

Empero, oírla con aquel tono tan melancólico y dolido que no era propio de ella, tal cosa condujo a Asuka a cuestionarse si en verdad se trataba de la misma Mari que conocía; aún así, por más difícil que le resultase de creer, en definitiva era ella. La chispa y energía que la definían brillaban por su ausencia, y si bien sabía que se repondrá, Asuka intuía que nunca más volverá a ser la misma que alguna vez fue.

¿Pero por qué a Mari, quien nunca conoció a Shinji como ella sí lo hizo, le dolía tanto su fallecimiento?

A Shikinami todavía no le quedaba del todo claro qué sucedió luego de fallar en su misión de destruir al Eva 13, por ello, llena de preguntas, se llevó una gran sorpresa cuando supo que Mari estaba en Villa-3. Para cuando Asuka despertó de otra de sus largas jornadas de descanso, la voz chillona e inconfundible de Makinami, estando allí físicamente, ya era parte de la rara familia que Kensuke y ella conformaban.

Te agradezco muchísimo por hospedarme en tu casa junto a ustedes dos. Te prometo que tan pronto como pueda encontrar otro sitio donde alojarme, me iré.

Es un placer, y no digas eso, no eres ninguna molestia para mí. Puedes quedarte con nosotros todo el tiempo que quieras; además eres una gran amiga de Shikinami. Con lo que ha sucedido recientemente, ella necesita todo el apoyo que podamos darle.

Oyendo a los Mari y Kensuke de unos cuantos días atrás, Asuka, dejando de lado a los del presente, se vio rodeada por sus recuerdos al retroceder al pasado. En esa ocasión, despertándose de otro sus largos períodos de sueño, Asuka se extrañó al oír a una visitante no esperada hablando con Kensuke, pero reconociendo de inmediato a Makinami, la germana, levantándose de la cama, se prestó a ir con ellos.

La princesa no acostumbra a hablar demasiado de sí misma, por eso no me sorprende que no me haya comentado nada sobre ti; es increíble que no mencionara tu nombre ni una sola vez–tomando asiento en un sofá contiguo, Mari, quien para asombro de Asuka, hablaba con una inusual seriedad que nunca antes le había escuchado, le afirmó a un pensativo Kensuke que la miraba atentamente.

Esa es la forma de ser de Shikinami, desde que la conozco es así. Te confieso que tampoco me ha hablado mucho de ti, ella en verdad es una persona muy reservada–con rapidez, encendiendo la estufa, Kensuke se prestó a prepararle a Mari una taza caliente de café–al menos; pese a todo lo malo que sucedió, Shikinami ha recuperado su salud. Ahora confío que, poco a poco, se anime a convivir con los demás habitantes de la aldea y deje de esconderse aquí como lo ha hecho por tantos años.

Lo hará, Kensuke. Sé que ella saldrá de ese caparazón donde siempre se esconde y vivirá su vida, tengo toda mi fe puesta en ello–esbozando la primera sonrisa que ha tenido en los últimos días, Mari, curioseando los alrededores con la mirada, veía la morada donde su amiga acostumbraba escaparse de ella–la princesa es muy testaruda, nunca había conocido a una chica tan cabeza dura como ella, pero no pierdo de la esperanza de verla feliz.

Y yo veo que sigues siendo la misma entrometida de siempre que no deja de hablar de mí a mis espaldas…

Vistiéndose con las pocas prendas de vestir que poseía, Asuka, todavía portando aquella larguísima cabellera rojiza que obtuvo al envejecer, dejó sin habla tanto a Mari como a Kensuke con su aparición. Shikinami, soltando un bostezo, evidenciando que necesitaba dormir mucho más, caminó descalza hacia ellos, al hallar, con desazón, que el par de sandalias que solía usar ya era demasiado pequeño para ella.

Así pues, sintiendo su estómago gruñir de hambre, como no lo hacía desde hace casi quince años, la teutona tomó asiento en un sillón cercano a Mari, la cual, completamente boquiabierta, no le quitaba los ojos de encima al verla como una mujer adulta. Asuka, de modo recíproco, también la observaba en silencio dándose cuenta que Mari había envejecido hasta tener una edad equivalente a la suya.

Kensuke, quien no estaba habituado a los mordaces intercambios verbales entre Asuka y Mari, no pudo hacer más que permanecer callado, viendo, incómodo, como ambas mujeres se estudiaban la una a la otra. Aquello hubiese seguido así de no ser por otro sonoro gruñido hambriento de la pelirroja, quien, ruborizándose avergonzada, se limitó a agachar la cabeza arrepintiéndose de haber salido de su alcoba.

Supongo que las dos deben tener hambre, así que les prepararé el desayuno; creo que todavía quedan algunos huevos frescos en la despensa–siendo el primero en decir algo, Kensuke, buscando los implementos requeridos para freír algunos huevos, les dio espacio a sus dos acompañantes para que charlaran entre sí, al darse cuenta, con facilidad, que era algo necesario.

Mari, agradeciéndole a Kensuke por su suspicacia, le regaló una expresión sonriente al verlo alejarse de ellas. Asuka, guardando silencio, ni siquiera se movió de su posición.

Sabía que habías crecido, Kensuke me lo comentó cuando llegué, pero verte como toda una mujer es muy impresionante–volteándose de vuelta hacia Asuka, para Mari fue imposible no hablarle a su camarada del abrupto cambio físico que la hacía resaltar–sé que puedo llegar a ser insoportable a veces, pero te soy muy honesta cuando te digo que luces preciosa, princesa. Eres una mujer muy hermosa.

Gracias…–aún sin acostumbrarse a ser adulta, Asuka, con palpable incomodidad, le agradeció a Mari por sus halagos–también te ves muy bien, Cuatro ojos, es raro verte con una cara más madura y menos estúpida que la usual.

¿Lo ves? –Riéndose con suavidad, Mari le obsequió una sonrisa a la alemana–poco a poco estás volviendo a ser quién eres en realidad, sólo necesitas algo de tiempo y espacio para que te repongas.

Ya que lo mencionas, necesito que me hagas un favor–sabiendo que no ganaba nada con ser hostil y agresiva, Asuka, familiarizándose con su nuevo cuerpo al tomar uno de los varios mechones que cubrían su rostro, le habló a Mari del modo más gentil que le fue posible–siento como si hubieran pasado mil años desde que nos vimos por última vez, y aprovechando que estás aquí, quisiera pedirte que me cortes el cabello de nuevo.

¡Claro que sí, princesa! –Levantándose de su asiento, sentándose justo al lado de Asuka, Mari no se contuvo y la capturó con un fuerte abrazo que le robó el aliento a la pelirroja–no sabes cuánto me alegra verte otra vez, princesa. Cuando vi que la Unidad 02 era destruida, pensé lo peor; pero una parte de mí siempre supo que seguías con vida, por eso no dudé en pedirle al cachorro que te rescatara.

Como si un camión la atropellara, la mera mención de Shinji tocó todas las fibras sensibles en Asuka, provocando, como consecuencia, que ladease la cara para que Mari no la viese. Makinami, por otro lado, siendo muy consciente que tal vez fue una pésima idea haber mencionado a Shinji tan pronto, decidió correr el riesgo, al saber, con total seguridad, que no podían seguir eludiendo más el tema.

Asuka, al ser esa la primera vez que escuchaba el nombre de Shinji desde lo acontecido en la Operación Yamato, sin dejar de preocuparse por él, se armó de valor para encarar dicha cuestión con el mismo coraje que empleaba al pilotear. Mari, quien no se separó de ella por ningún motivo, seguía abrazándola con fuerza, haciéndole ver, al no estar sola, que contaba con su compañía y ayuda para lo que fuese.

¿Sabes qué pasó con él? –Sin verla, sosteniendo su mirada en la pared frente a ella, Shikinami reanudó la conversación planteándole algunas preguntas– ¿cuándo fue la última vez que lo viste?

Después que la Unidad 02 fue desintegrada y que tú desapareciste, me vi en la obligación de retirarme. Ya que era imposible que yo sola pudiese vencer a la Unidad 13, regresé con Misato para pensar en otro plan–con voz baja, abriendo la herida lo más despacio que pudo, Mari le relató resumidamente lo que sabía de aquella batalla–cuando me reuní con todos, el cachorro ya estaba fuera de su celda.

¿Misato lo liberó de su celda?

Eso no lo sé, lo que importa es que Misato depositó su fe en el cachorro para que le hiciera frente a su padre y lo detuviera–si bien aquellos sucesos ocurrieron muy pocos días atrás, para Mari, cada segundo que trascurría desde entonces, los hacían sentir mucho más antiguos–cuando el cachorro estuvo listo para pelear, yo misma lo llevé dentro de mi Eva para que pilotease la Unidad 01. Le deseé buena suerte y le prometí que lo rescataría cuando todo terminara, también le pedí que te salvara. Nos separamos luego de eso, esa fue la última vez que lo vi.

Así que eso pasó, eso explica muchas cosas…–haciendo memoria, pensando otra vez en su reencuentro con él en esa playa, para Asuka ahora tenía sentido que Shinji se presentase ante ella vistiendo su viejo traje de piloto.

Es culpa mía, la culpa es toda mía…–quebrándose su voz, siendo su turno para necesitar consuelo, Mari luchó por no romper en llanto–Misato me pidió que lo trajera de vuelva; que lo trajera a salvo con todos nosotros, y no lo hice. Le fallé a Misato y al cachorro.

Asuka, muy sorprendida por aquella muestra de dolor en Makinami, se giró hacia ella haciendo algo que jamás creyó hacer: abrazarla. Mari, desde que se conocieron, siempre se mostraba feliz y confiada en todo momento. Sin importar el grado de peligro o presión que atravesasen, ella, con firmeza, nunca perdía su sonrisa, atreviéndose, inclusive, a bromear al estar en presencia de la mismísima muerte.

No obstante, en esta ocasión, destrozando aquella reputación que labró por más de una década, Mari Makinami se olvidó de los chistes y comentarios indecorosos, comportándose, como un ser humano, que atravesaba una pérdida dolorosa. Aquello, instantáneamente, empezó a sembrar una cuantiosa cantidad de dudas en la germana; dudas que la llevarán a conocer, realmente, a la chica junto a ella.

Mentiría si dijera que no me sorprende verte así, no es normal que actúes de este modo.

Hay muchas cosas sobre mí que no sabes, princesa. Te prometo que te contaré quién soy en realidad, ya es tiempo que sea yo misma de nuevo–suspirando, manteniendo sus emociones en orden, Mari se apegó aún más a Asuka comenzando a juguetear con aquel extenso cabello rojizo que la adornaba–pero antes de eso, me encargaré de cortarte el cabello. Realmente necesitas un corte con urgencia, podría tejerte un suéter con todo este cabello.

Viendo como Mari, regresando a ser la Mari que conocía, decía otra de sus tonterías infantiles, Asuka no dijo nada al solamente soltar una corta risa. Así pues, buscando a Kensuke quien seguía preparándoles el desayuno, Mari le solicitó prestadas unas tijeras con las cuales cortarle el cabello a Asuka, quien, manteniéndose callada al mirarse a sí misma en un espejo, siguió pensando en el "estúpido Shinji".

Teniendo una pizca más de información, aclarándose algunas de sus inquietudes, Asuka fue comprendiendo el papel que Shinji interpretó en su ausencia. Mientras ella se vio obligada a confrontar su infancia como un conejillo de indias en un laboratorio, Shinji, al mejor estilo de un héroe de ficción, fue la última esperanza del mundo, para detener, y revertir, los malignos planes de Gendo Ikari.

En otra época, dándole más importancia a su desempeño y prestigio como piloto, Asuka se hubiese enfurecido al ver que ella fracasó en ponerle un alto a Gendo, pero Shinji, una vez más, sin tener ni la mitad de su entrenamiento y experiencia, sí lo consiguió. Empero, viéndose libre del peso de haber sido la designada para pilotear a la Unidad 02, Asuka no sintió enojo ni enfado alguno al respecto.

Aún no comprendía exactamente cómo, pero intuyéndolo, sintiéndolo en sus adentros, Asuka sabía que Shinji fue el encargado de liberarla de esa faceta que, por las circunstancias en las que fue creada, se suponía que la definiría de por vida. Ya no importándole si fue derrotada en batalla, mirando a Mari y a Kensuke junto a ella, Asuka, sintiéndose parte de un hogar, murmuró un sincero "gracias" para Shinji.

Unos cuantos cortes más y estarás lista, princesa.

Uno tras otro, acumulándose en el suelo alrededor de ella, Asuka vio como aquellos enormes mechones que colgaban de su cabeza eran eliminados por las habilidosas manos de Mari, la cual, enfocada en su tarea, ocasionó que el sonido las cuchillas de acero llenaran la habitación. Fue allí, al percatarse como el cansancio regresaba para reclamarla, que Asuka se dispuso a cuestionarle a Mari cómo llegó a la aldea.

Luego de haberme separado del cachorro, quedé atrapada dentro del Anti-Universo por unos minutos. Y no me pidas que te explique cómo es ese lugar, es una dimensión tan extraña que no sé cómo describirla–dándole los toques finales al nuevo peinado de Asuka, pensando en ese universo fuera de su comprensión, Mari le contestó observando de soslayo cómo Kensuke preparaba la mesa para los tres–lo que sucedió después no lo recuerdo con claridad. Lo último que sí puedo recordar es que desperté en un bosque repleto de árboles, sin que viese, en las cercanías, ningún rastro de mi Unidad 08 o de cualquier otra Unidad.

Empleando sus propias manos como peines, Mari, orgullosa del resultado final, dejó las tijeras a un lado en tanto continuó explicándole cómo logró hallarla.

Tan pronto como me di cuenta que no estaba en mi Eva, noté que mi aspecto era distinto. Seguía siendo yo, pero diferente a la vez–mirándose la una a la otra por medio del espejo delante de ambas, Mari, dando por acabada su labor, le comentó–busqué al cachorro en el sitio donde desperté, pero no lo encontré. Vagué desorientada sin saber a dónde ir, hasta que me topé de casualidad con la Doctora Akagi y los demás miembros de la tripulación del Wunder.

¿Qué ocurrió con el Wunder? –pensando en sus escasas posesiones personales como su muñeca y videojuego, Asuka, girándose para ver a Mari directamente, le formuló aquel cuestionamiento.

Fue destruido en la batalla, Misato ordenó que la tripulación abandonara la nave–Mari, teniendo un pensamiento similar, lamentó que su amada colección de libros terminara destruyéndose–supongo que tendré que volver a empezar a coleccionar libros, toda mi colección desapareció.

Al menos la tripulación pudo salvarse–sintiéndose mucho mejor sin aquella exagerada aglomeración de cabello encima de ella, Asuka, levantándose de la silla donde se encontraba, se volteó totalmente para mirar a Makinami–imagino que Misato también está aquí en la aldea. Ahora que todo acabó, podrá estar con su hijo.

Kensuke, quien casualmente había acabado de colocar tres tazas calientes de café para complementar el resto de la comida, ladeándose hacia ella, la observó con una expresión que le fue difícil de describir a Asuka. Mari, uniéndose a su silencio, sabiendo muy bien lo que debía estar pensando Kensuke, regresó su atención a Shikinami, la cual, con prontitud, comenzaba a preguntarse qué demonios les ocurría.

Princesa, Misato no sobrevivió–dándole la mala noticia, Mari no se anduvo con rodeos–ella se negó a abandonar el Wunder, utilizó la nave para ayudarle al cachorro a detener el Impacto.

A pesar que su relación con Misato se dañó muchísimo durante los años que combatieron a Nerv, recordando los buenos tiempos cuando vivió con ella en Tokio-3, Asuka empezaba a comprender que era la única sobreviviente de la familia que Penpen, Misato, Shinji y ella conformaron alguna vez cuando vivieron juntos. Le dolía que su primera familia ya no existiese, pero aún le quedaba otra en el mundo.

Fue allí cuando Asuka se dio cuenta que su vida, a partir de ese instante, será otra completamente; la Asuka Langley Shikinami que existió hasta su despedida con Shinji, ya no era más que un recuerdo. La Asuka de hoy, la que se encontraba al lado de Mari y Kensuke, era una mujer libre con un mar de infinitas posibilidades extendiéndose a sus pies. Dicho futuro, sea cuál sea, sólo dependerá de ella.

Sin embargo, antes de tan siquiera comenzar a forjar ese futuro, Asuka, teniendo que afrontar el presente primero, apartó las mantas que la cubrían para levantarse de la cama. Previo a salir, tomando una toalla y algunas ropas nuevas que Mari trajo para ella para asistir al sepelio, Asuka soltó un largo suspiro sabiendo que tendrá que enfrentarse a él, por última vez, cuando estuviese frente a su tumba.

– ¡Princesa, ya despertaste!

– Buenos días, Shikinami.

Habiendo abierto la puerta de su dormitorio, robándose de inmediato las miradas de Mari y Kensuke que yacían en la cocina charlando, Asuka no debió esperar demasiado para que ambos le hablasen. Ahí, al verlos con atención, la pelirroja contempló que tanto Mari como Kensuke vestían atuendos negros propios del acto fúnebre que acontecerá muy pronto.

– Buenos días, iré a ducharme y me arreglaré. No me tardaré mucho.

– ¿Quieres algo de desayunar, Shikinami? –Kensuke, observándola al otro lado de la habitación, le preguntó– ¿tienes hambre?

– No Kenken, gracias. No tengo apetito por ahora.

– Ve a prepararte, princesa. Estaremos aquí esperándote, no nos iremos sin ti.

Sin decir mucho más, no queriendo demorarse, Asuka comenzó a caminar hacia el cuarto de baño para ducharse; empero, antes de entrar allí, volteándose hacia Kensuke, la germana recordó que aún tenía algo pendiente que decirle por parte de Shinji. Kensuke, arqueando una ceja, se ajustó los lentes al percatarse de la seriedad de Asuka, pero sin que pudiese preguntarle qué sucedía, ella se le adelantó.

– Kenken, la última vez que vi a Shinji con vida, él me pidió que te saludara de su parte.

– Gracias, Shikinami. Aprecio mucho que me lo digas.

– No hay de qué…

Guardándose sus palabras para más adelante, cerrando la cerradura a sus espaldas, Asuka se desvistió con prisa entrando en la ducha improvisada y construida con materiales reciclados, que Kensuke, como con el resto de los pobladores de la Villa-3, había elaborado por sí mismo para dotar de comodidad a su vivienda. Así pues, sintiendo el agua helada cayendo sobre ella, Asuka levantó la vista viendo el techo.

Hasta hace tres días, dando por sentado que nunca más verían a Shinji Ikari, Asuka y todos los demás habitantes de la aldea fueron adaptándose al mundo renacido y restaurado que los acogía. Cualquiera que no haya visto ni vivido el infierno rojo que se manifestó en todas direcciones durante años, al ver el bellísimo paisaje verde que los rodeaba, jamás creería que aquel averno tan siquiera existió alguna vez.

La civilización humana se hallaba muy lejos de recuperar la cúspide tecnológica que presumió décadas atrás, pero si seguían trabajando tan duro como lo han hecho en tan poco tiempo, algún día, elevándose hacia las nubes como en mejores épocas, las grandes ciudades repletas de rascacielos se extenderán por doquier, haciendo, en consecuencia, que el horror desatado por los Evas no fuese más que una leyenda.

Mientras tanto, iniciando desde abajo, la gente se enfocó en plantar semillas en los sembradíos a su vez que construían pequeñas cabañas donde vivir. Asuka, quien aún entonces continuaba recuperándose, alcanzó a escuchar entre las paredes de la casa, como Mari y Kensuke, animadamente, charlaban de la enorme cantidad de personas que, a diario, llegaban esperanzadas al pueblo para volver a comenzar.

En una de esas conversaciones, luego de otro de sus reencuentros mentales con Shinji, Shikinami se sorprendió cuando oyó risas que provenían de ellos. No es que le molestara que Mari y Kensuke mostraran su alegría al reír; sino que no recordaba haberlo escuchado a él reírse tan entusiasmado como en esa oportunidad. Por ende, también queriendo comer algo, Asuka se dirigió hacia ellos.

¿La Torre Eiffel? –Sin que notaran que estaba a sus espaldas, Asuka vio como Kensuke le lanzaba unas cuantas preguntas a Mari– ¿estás hablando de la misma Torre Eiffel que está en París, Francia?

¡Exactamente! –Muy sonriente, como si fuese una niña, Mari le exclamó al hacer un elocuente ademán con las manos–fue muy doloroso tener que destruir la torre en medio de la batalla, pero estaba rodeada de miles de enemigos y la princesa no estaba allí para ayudarme. No tuve más remedio que usar la torre como arma.

¡No lo puedo creer! –pasmado, frotándose la barba que sobresalía en su mentón, Kensuke le aseveró–si yo hubiera podido estar allí, lo hubiese grabado todo con mi cámara de video. Cuando era niño adoraba los Evas; siempre quise pilotear uno. Nunca olvidaré aquella vez cuando Shinji y Ayanami pelearon juntos contra uno de los ángeles que atacó la ciudad, toda la electricidad del país se usó para alimentar un rifle de positrones experimental.

Sé de qué hablas, leí el informe de esa batalla hace años. El cachorro venció al sexto ángel con su segundo disparo, sino lo hubiese derrotado, el Tercer Impacto habría sucedido mucho antes…

Siempre me ha dolido que la mayoría sólo recuerde lo malo cada vez que hablan de Shinji. Sé que él estuvo relacionado con todo lo que pasó en el Casi Tercer Impacto, pero Shinji también nos salvó la vida muchas veces–todavía sin percatarse de la presencia de la germana, Kensuke, mirando fijamente a Mari, se vio invadido por la nostalgia–si mi antigua colección de videocintas no se hubiese perdido hace tantos años, les mostraría a todos las viejas peleas de Shinji, así se darían cuenta que él fue un héroe. Jamás voy a olvidar cuando nos dejó a Toji y a mí entrar en su Eva en una ocasión, gracias a Shinji estoy vivo hoy.

¿Lo querías?

Por supuesto, él era mi amigo. Ojalá estuviese aquí con nosotros.

El cachorro sigue con nosotros, nunca nos olvidaremos de él–apagándose la alegría que habían construido hacía unos minutos, Mari, reclinándose en la mesa ante ella, pretendió revivirla una vez más– ¿te gusta grabar cosas con tu cámara, no es así?

Documentar siempre ha sido mi pasatiempo favorito, en especial cualquier cosa relacionada con los Evangelion–volviendo a sonreír, Kensuke le replicó–si hubiese podido estar en el Wunder aunque fuese sólo una vez, hubiera grabado las peleas de Shikinami y las tuyas para documentarlas.

Lo más probable es que Misato no te hubiera permitido hacerlo. En todo caso, puedo contarte sobre ellas.

¿En serio? –Interesado, Kensuke sonrió aún más–Shikinami nunca habló mucho de sus misiones en Wille, así que me encantaría escuchar algunas de tus historias.

Tengo muchas para contarte, podríamos hablar de ellas durante horas. Y aunque no lo creas, le salvé el trasero a la princesa en más veces de las ella misma admitiría.

Me alegra ver que ustedes dos se llevan muy bien. De haberlo sabido, los hubiera presentado hace años…

Muriéndose de hambre, no teniendo más opción que interrumpir la plática que presenciaba, Asuka se hizo notar al acercarse a la despensa, para buscar, en sus cajones, algún bocadillo que saciase su apetito. Kensuke y Mari, siendo su turno para asustarse, se estremecieron con levedad al oír la voz de la teutona detrás de ellos. Como resultado, al unísono, tanto ella como él, se voltearon hacia la chica pelirroja.

Kenken, déjame darte un consejo: no creas ninguna de las estupideces que ella te diga, lo digo por experiencia–tomando una de las tantas barras de proteína que, cuando Shinji estuvo allí, ella misma lo obligó a comer, Shikinami le dio un gran mordisco sin importarle que su sabor no fuese de su agrado–además, siempre era yo la que terminaba salvándote el trasero, Cuatro ojos. Sin mí, estarías muerta desde hace años.

¡Y por eso te adoro, princesa!

¿Kensuke, estás ahí? –Rompiendo la calma que se vivía dentro de aquel hogar, la voz inconfundible de Toji Suzuhara, quien golpeaba la puerta con insistencia, se robó por completo la atención de todos– ¡abre la puerta, es una emergencia!

Ni Mari ni Kensuke lo imaginaban, mucho menos Asuka, pero estaban a punto de recibir el primer gran desafío que este mundo renacido tenía reservado para ellos. Entre tanto, preocupado por la urgencia de los llamados de Toji, Kensuke no se demoró en acercarse a la puerta principal de su casa para abrirla, y al hacerlo, apresurándose en entrar, el Doctor Suzuhara luchó por recuperar el aliento.

¿Qué sucede, Toji? –Kensuke, intrigado, lo escuchó balbucear antes que pudiese hablar con claridad– ¿cuál es la emergencia?

Varias personas en la aldea avistaron un objeto extraño cayendo desde el cielo, algunas decían que podría ser un antiguo satélite o chatarra espacial, pero esa cosa está descendiendo en paracaídas–con rapidez, yendo directo al grano, Toji les expuso la situación dejándolos a los tres intrigados y confundidos–yo salí de la clínica para ver de qué hablaban, y pude verlo, es un objeto idéntico al cilindro en el que llegó Shikinami hace una semana.

¡Qué! –Vociferando sonoramente, tirando al suelo la barra de proteína que se estaba comiendo, Asuka caminó como un animal salvaje hacia Toji para interrogarlo más sobre el tema– ¿estás diciendo que viste otra cápsula como la que yo usé?

Sí, eso estoy diciendo. Ustedes saben que yo no sé mucho sobre estas cosas, pero estoy seguro que se trata de una de esas cápsulas–respondiéndole, Toji no se dejó intimidar por la agresividad que Asuka le mostró–será mejor que vengan conmigo y la vean con sus propios ojos, les juro por mi hija que no les estoy mintiendo.

¡Eso no es posible! –Shikinami, girándose hacia Mari, trató de hallar respuestas en su compañera de armas–se supone que los Evas dejaron de existir; sea lo que sea que haya hecho el estúpido Shinji para detener a su padre, también provocó que los Evas desaparecieran para siempre.

No encontraremos respuestas quedándonos aquí hablando, tenemos que salir y buscar esa cosa para ver de qué se trata–no diciendo ninguna mentira, Mari se levantó de la mesa donde había estado charlando con Kensuke y exhortó a los demás a ir a investigar– ¡no perdamos más el tiempo, vámonos!

¿Hacia dónde se dirigía esa cosa cuando la viste? –Kensuke, hablándole con más calma a su amigo de la infancia, trató de mantener el orden.

Se dirigía hacia el suroeste, en dirección a las montañas que están en los límites de la aldea.

Escéptica en un principio, pero comenzando a sentir un creciente augurio en sus adentros, Shikinami corrió hacia la salida de la cabaña, sintiéndose, cada vez más nerviosa, por lo que podrían descubrir. Antes de cruzar el umbral de la puerta, tomando un par de binoculares que colgaban en la pared colmada de herramientas que poseía Kensuke, Asuka salió al exterior mirando el cielo con premura.

Frente a ella, a unos pocos metros de distancia, todavía se encontraba la cápsula de la Unidad 13 que empleó Shinji para enviarla de regreso a la aldea. Al ser una máquina muy pesada y difícil de mover, Kensuke ni siquiera había hecho el intento de retirarla del sitio donde aterrizó; no obstante, convirtiéndose en un tesoro personal para Asuka, ella aún se estremecía cuando la veía ahí tirada.

¿Has visto algo, princesa? –uniéndose a ella, colocándose a su lado, Mari le cuestionó mientras examinaba el firmamento por su cuenta.

Nada, no he visto nada…–escudriñando el cielo lo mejor podía, topándose con mucha nubosidad que bloqueaba la vista, Asuka trataba de convencerse a ella misma de que todo esto no podía ser real–no puede ser posible que se trate de la cápsula de un Eva, han pasado días desde que Nerv fue vencido, tiene que haber otra explicación.

¡Ahí está, está descendiendo!

No dándole tiempo a Mari para responder al comentario de Asuka, Toji, gritando al apuntar con un dedo, congeló la sangre de los demás cuando demostró que no mentía. La germana, soltando un insulto en su lengua natal, reorientó su búsqueda en la misma dirección en la que Toji señalaba, confirmando, gracias a la ayuda de los prismáticos, que un artefacto cilíndrico efectivamente caía en paracaídas.

Makinami, quien esforzó su vista al máximo al entrecerrar los ojos, también pudo divisarlo en la lejanía, quedándose, sin palabras, al ver aquel aparato bajando a tierra al ser empujado por el viento. Shikinami, quien podía examinarlo mejor que sus acompañantes, pensó que tal vez pudiese tratarse de uno de los contenedores con semillas que Wille, como plan de respaldo, lanzó al espacio en caso que Nerv ganara.

Aquella teoría, sonando razonable y coherente, prometía tranquilizar el galopante palpitar del corazón de Asuka al seguir observando aquel cilindro; empero, destrozando aquella falsa tranquilidad, los nervios de la teutona se agitaron al mirar la numeración "01" en uno de los costados de aquel objeto. Fue allí que Shikinami, sin poder decirse más mentiras ni engaños, se vio forzada a admitir la realidad.

Shinji, volviste…

Mari, quien no se separó de Asuka por ningún motivo, consiguió escuchar aquel susurro que liberaron los labios de la pelirroja. Ladeándose hacia ella, viendo como Asuka la imitaba para conectar sus miradas, ambas veteranas de guerra tuvieron el mismo pensamiento en sus cabezas. Sin que fuese necesario hablar, reaccionando más rápido que los hombres, Mari y Asuka corrieron al auto de Kensuke.

Precisamente Kensuke, quien las vio entrar en su camioneta con rapidez, entendió lo que sucedía algunos segundos después, apresurándose, luego, a ir tras ellas. Toji, siendo el último en moverse, fue detrás de ellos sentándose junto a Kensuke en el asiento trasero del automotor. Así pues, con Asuka vigilando la cápsula que no detenía su descenso, Mari encendió el motor pisando el acelerador a fondo.

Ya que el área a donde se precipitaba aquella cápsula se hallaba muy apartada de la aldea, no existiendo caminos ni carreteras disponibles, el cuarteto no tuvo más alternativa que salirse de la calzada para internarse en el bosque, lo cual, obligándolos a justarse sus cinturones de seguridad, los hizo saltar debido a lo irregular y escabrosa de la ruta que estaban utilizando para alcanzar su objetivo.

Por más difícil que era el trayecto, sacándole provecho al todoterreno de Kensuke, Mari, quien puso en acción su destreza y habilidad como conductora, maniobró el vehículo sin problemas al seguir las indicaciones de Asuka, quien, empezando a tener dificultades para observar aquel artefacto volador por culpa de las copas de los árboles, temía perderle la pista por completo; cosa que acabó por suceder.

¡Maldita sea, ya no puedo verlo! –Exclamando con rabia, Asuka puso en evidencia su infortunio al retirar los binoculares de su rostro– ¡ahora no sabremos si cambió de rumbo!

¿Su rumbo se mantenía constante mientras descendía? –abriéndose paso entre los arbustos y matorrales, Makinami, sin quitar sus ojos del camino que ella misma iba construyendo, le preguntó a la pelirroja.

Sí, hasta el último momento que pude verlo no había alterado su trayectoria.

La mejor opción que tenemos es continuar hacia adelante sin desviarnos, es posible que ya haya caído–Kensuke, hablándoles a ambas desde el asiento de atrás, dijo en voz alta lo que las antiguas pilotos pensaron por su cuenta.

¿Entonces esa cosa sí está relacionada con los Evas? –Suzuhara, quien no había dicho ni una sílaba hasta ahora, era el único que no conjeturaba nada relacionado con la Unidad 01.

Asuka; a pesar que nunca se llevaron bien cuando fueron compañeros de escuela hacía tantos años, tomándose un instante para apaciguar sus ánimos exaltados, miró al Doctor Suzuhara por medio del espejo retrovisor, para aclararle, con la mayor gentiliza que le fue posible, sus dudas e inquietudes.

Esa cosa tiene grabado en un costado la numeración de la Unidad 01, así que se trata de la cápsula de la Unidad que Shinji piloteaba–con brevedad, Shikinami le explicó la naturaleza de las circunstancias.

¿La Unidad 01? –Pasmado, no creyendo lo que escuchaba, Toji se volteó hacia Kensuke esperando encontrar en él alguna explicación racional para lo que pasaba– ¿no estarán pensando que Shinji está dentro de esa cosa, o sí?

Pasaron algunos segundos sin que nadie dijese nada, permitiéndole, al ruido del automóvil al recorrer aquel accidentado trecho, que llenase la cabina al musicalizar el silencio entre los ocupantes. Por consiguiente, no necesitando de más tiempo para sacar sus propias conclusiones, Toji terminó de unir los puntos, expresando, sin tapujos, lo que los otros sospechaban.

¡Por Dios Santo! ¿Será acaso posible que él…?

Necesitamos encontrar esa cápsula pronto. Si el cachorro está en su interior, es probable que necesite asistencia médica–Mari, sin olvidarse de la promesa que le hizo a Misato, era la más determinada en encontrar a Shinji y traerlo de regreso a la aldea–no pude rescatarlo cuando peleó contra su padre, esta vez no volveré a fallar.

Incrementando la velocidad, sin desviarse de la ruta que venían recorriendo, Mari se salió de aquella zona densamente boscosa hallándose ante un riachuelo poco profundo que, desde la cima de las montañas, alimentando con su valioso líquido a toda la villa, traía agua fresca que desemboca en el lago. Por ello, aferrándose a la esperanza de volver a verlo con vida, Mari nunca dudó ni vaciló en continuar.

Shikinami, por otra parte, experimentaba sentimientos similares a los de Mari; aunque con una connotación más desalentadora. Recordando la última conversación que tuvo con Shinji en aquella playa, la cual, repitiéndose en sus sueños una y otra vez al dormir, Asuka tenía total seguridad que aquel encuentro fue una despedida definitiva entre ambos, antes que él, con su partida, detuviese el Impacto.

Lo dicho por Shinji fue como una carta de suicidio, por más que le doliera, era obvio que él no volverá.

No negaba que deseaba estar errada, para ella sería una inmensa alegría saber que él se encontraba a salvo dentro de esa cápsula; sin embargo, sintiendo sus manos temblar al humedecerse de sudor, Shikinami no se atrevía a decir algo que destrozara las esperanzas de los demás por hallar vivo a Shinji. Asuka, soltando un suspiro, lamentó no haber sido más honesta con él cuando estuvieron cara a cara.

Aquella reflexión, apoderándose de ella, la hizo internarse en sus meditaciones a tal grado que ignoró lo que acontecía a su alrededor, tal cosa, en consecuencia, la tomó con la guardia baja cuando Mari detuvo el auto sin aviso previo. Aquel abrupto y violento frenado, casi haciéndolos volcar, propició que Toji le reclamara a Mari por sus acciones, pero ella, ignorándolo, sólo se limitó a bajarse del coche con prisa.

Asuka, recuperando la compostura, levantó la mirada descubriendo el motivo de la conducta de Mari. A unos quince metros adelante, tirada en el suelo entre la maleza y con sus paracaídas enredados en los árboles que adornaban las proximidades, la cápsula de la Unidad 01 yacía inmóvil y en silencio. La otrora piloto del Eva 02, al igual que Makinami, no necesitó pensar y abandonó el auto para correr hacia ella.

Kensuke y Toji, no queriendo quedarse atrás, se apresuraron en seguir al par de mujeres, casi tropezando, en algunas ocasiones, con las rocas y troncos que se veían por montones en el piso. Así pues, luego de un examen visual rápido, al ver lo dañado que lucía el fuselaje de aquel aparato, Asuka y Mari, de inmediato, se dirigieron a la escotilla para intentar abrirla; pero pronto vieron que no sería fácil.

¡El mecanismo de expulsión de la escotilla no funciona! –Mari, quien intentaba en repetidas oportunidades abrir aquella compuerta, se volteó hacia Asuka que se situó a su derecha.

Debió haberse dañado al chocar, tendremos que usar la palanca de abertura manual…

Sin más retrasos, sujetando aquella palanca con ambas manos, Asuka trató de hacerla girar del mismo modo que Shinji, hacía ya muchos años, rescató a Ayanami después de haber derrotado al sexto ángel. Uniéndose a ella, apretando los dientes al llegar a sus límites físicos, Makinami empujó tan fuerte como pudo para abrir aquella maldita puerta; no obstante, al estar demasiado atorada, no les fue posible.

¡A un lado, chicas! –Toji, apareciendo junto a ellas, se ganó su atención al pedirles que se movieran– ¡ayúdame con esto, Kensuke!

Ni Toji ni Kensuke eran unos hombres fornidos ni corpulentos, pero aprovechando al máximo la fuerza bruta combinada de los dos, al cabo de varios minutos de duro trabajo, fueron moviendo levemente aquella barra de acero haciendo que el mecanismo interno fuese abriéndose. Enseguida, al abrirse milímetro a milímetro, varios chorros de LCL empezaron a aparecer al derramarse desde el interior.

A medida que fueron abriendo más aquella abertura, más y más litros de LCL se vertieron sobre Toji y Kensuke hasta formar un gran charco en las cercanías. Para Mari y Asuka, quienes conocían mejor que nadie las propiedades y características del LCL, ver el color marrón oscuro que impregnaba a aquella sustancia, les hizo mirarse, la una a la otra, con palpable preocupación y desconcierto.

Pese a eso, interesándose más por verificar si Shinji se hallaba adentro, para Asuka y Mari aquella coloración anómala quedó olvidada, cuando Kensuke y Toji, al fin, consiguieron retirar completamente el obstáculo que les impedía entrar y echar un vistazo. Cuando el restante LCL salió de aquel aparato, Toji, al ser médico, tuvo la prioridad al ser el primero de los cuatro en adentrarse en la cápsula.

Esperen aquí, iré a ayudarle a Toji…

Dejándolas solas, al preguntarse por qué Toji continuaba sin decir nada luego de unos minutos, Kensuke decidió ingresar también, sin imaginarse, ni remotamente, lo que estaba a punto de observar. Por su parte, una de las varias cosas que unía a Mari y Asuka era que odiaban esperar, así pues, no deseando aguardar más, ellas no dudaron en colarse allí dentro, para ver, por sí mismas, qué ocurría.

Entre las tinieblas que reinaban en aquel estrecho e incómodo recinto, iluminándose con una tenue linterna que llevó consigo en sus ropas, un impactado y mudo Toji Suzuhara se mantenía estático al no poder creer lo que veía frente a él. Kensuke, igual de conmocionado que su viejo amigo, tan pronto como se le unió para averiguar qué sucedía, se vio abrumado con rapidez por el mismo descubrimiento.

Asuka, quien iba justo detrás de Mari, igualmente se quedó sin habla por lo que vio allí; empero, ya teniendo la sensación que encontrarían algo así, pudo mantenerse lo suficientemente estable como para razonar y procesar lo que hallaron. Allí, iluminado por la luz de la lámpara que sostenía un tembloroso Toji, tumbado en el asiento con el que se piloteaba a la Unidad 01, yacía el cadáver de Shinji.

A diferencia de la última vez que cada uno de ellos lo vieron, el Shinji que se observaba ahí tendido poseía la apariencia de un hombre adulto con una edad similar a la de Toji y Kensuke. Su traje de piloto, tal y como lo recordaba Asuka de aquella charla en esa playa, era la única vestimenta que traía puesta el hijo de Gendo Ikari, pero, evidenciando su crecimiento acelerado, aquel traje poesía cortes y rasgaduras.

Sin embargo, sobresaliendo por encima de todo aquello, manteniendo el cuerpo de Shinji clavado y empotrado en su sitio, los allí presentes miraron una larga y afilada lanza que se enterraba en el pecho de Shinji. Asuka no lo sabía, pero Mari, reconociendo aquella lanza como la misma que Misato elaboró en sus momentos finales, no pudo contenerse más y rompió en llanto al comenzar a gritar sin parar.

En sus casi de quince años de conocerla, Asuka, verdaderamente impresionada, nunca antes la había escuchado vociferar con aquel nivel de espanto y horror.

– ¿Acaso no hubo otra manera de terminar con todo? –todavía escuchando los gritos de Mari en su memoria, habiendo pasado apenas tres días desde el hallazgo del cuerpo de Shinji, Asuka se debatió con ella misma al cerrar la llave de la ducha– ¿acaso no existió otro modo de arreglar las cosas?

Comenzando a secarse, retirando cada una de las gotas de agua que se escurrían por su piel, Asuka supo que la respuesta a sus preguntas era la misma: un rotundo no. Por mucho tiempo, antes de que Shinji regresara de su casi interminable hibernación, la germana fantaseó con la posibilidad de morir en batalla, siendo ese, para Asuka, el único escape de la maldición que el propio Shinji hizo recaer en ella.

Inclusive, al verse frente a frente contra la temible Unidad 13, por más que supiese que su amado Eva 02 no era rival para ésta, Asuka no titubeó en dar su vida por la causa cuando se dejó poseer por el ángel parásito que residía en sus entrañas. Por ello, poniéndose en los zapatos de Shinji, escuchando de nuevo en su mente su despedida para ella, le fue imposible juzgarlo por haber tomado una decisión como esa.

– Perdón por la demora, ya estoy lista para irnos.

De negro, a acorde con el sepelio que comenzará pronto, Asuka salió del cuarto de baño luciendo el atuendo que Mari le había entregado para asistir al funeral. La muerte y sus diversas implicaciones siempre estuvieron rondando en sus pensamientos; no obstante, todavía conservando un ápice de escepticismo, para la alemana aún era difícil de aceptar que Shinji realmente estuviese muerto.

Muchas veces antes, durante la guerra contra Nerv, ella se repitió a sí misma que Shinji ya no existía más. Se decía, en un intento por aplacar sus persistentes sentimientos por él, que era improbable que continuase viviendo después de haber provocado el Casi Tercer Impacto; además, considerando las opiniones de la Doctora Akagi, las probabilidades de verlo de regreso eran inferiores a cero.

Sin embargo, destruyendo aquellos pronósticos, reafirmando lo impredecible que era Shinji Ikari, el piloto de la Unidad 01 volvió del mundo de los muertos moviendo el suelo bajo sus pies. Asuka, por más que luchara por negarlo, no podía esconder que su corazón se detuvo por un santiamén, cuando Shinji, en la órbita terrestre, respondió a su desesperado llamado de auxilio al verse indefensa y acorralada.

El mismo Shinji Ikari que no la salvó de la Unidad 03, fue quien vino a su rescate en el espacio exterior.

– Kensuke tuvo que irse antes para ayudar con los preparativos finales del funeral, pero le dije que nos reuniremos con él cuando estuvieses lista.

Mari, levantándose de la silla donde reposaba, con ropa oscura como la suya, caminó hacia ella mostrando una expresión tranquila a pesar de su innegable tristeza.

– Entonces vámonos ya, no lo hagamos esperar más.

No sabiendo si lo hizo para darle su apoyo, o si buscaba el suyo, Mari se enganchó a uno de los brazos de Asuka comenzando a caminar juntas hacia la puerta. Una vez que salieron de la cabaña de Kensuke, sin separarse, ambas amigas y expilotos fueron bajando por la colina de grava que unía la casa de Kensuke con el centro de la Villa-3. Al bajar, desviándose a la izquierda, tomaron rumbo al cementerio.

En su mayoría no era un cementerio como tal, muy pocas personas yacían sepultadas allí, pero aún así, aquel lugar era donde se colocaban lápidas y ofrendas para rememorar a todos aquellos que ya no vivían. En el caso de Shinji, a raíz de la mala fama que arrastraba la familia Ikari, no muchos pensaban en él con cariño o aprecio, salvo aquellos que sí lo conocieron de cerca y sabían la clase de chico que fue.

– Cuando nos reencontramos hace unos días, me prometiste que me dirías quién eras en verdad–aprovechando que se hallaban solas al transitar por aquel camino, Asuka, antes que se reuniesen con los demás, quería obtener algunas cuantas respuestas a sus varias dudas–siéndote sincera, no comprendo por qué te dolió tanto saber de la muerte de Shinji. Hasta donde tengo entendido, ustedes dos apenas si se conocieron; él ni siquiera sabía cuál era tu nombre cuando lo visitamos en su celda en el Wunder.

– Tienes razón, princesa. Yo te prometí eso, es hora de cumplir mi promesa–calmada, sin esa vivacidad que la caracterizaba, Mari le contestó sin evasivas ni excusas–lo primero que debes saber es que soy mucho más vieja de lo que aparento, yo era amiga y compañera de universidad de los padres del cachorro años antes que sucediera el Segundo Impacto.

– ¡Qué! –haciendo una parada no planeada, Asuka se giró para mirarla con una cara de total sorpresa.

– Tal y como lo escuchaste, técnicamente tengo casi sesenta años de edad–esbozando una ligera sonrisa, no siendo el momento más oportuno para hacer bromas, Mari no presumió su juventud prolongada como sí lo hubiera hecho en otras circunstancias–Yui, la madre de Shinji, era mi mejor amiga en la universidad; aunque reconozco que al conocerla tuve mucha envidia de ella porque superaba mis calificaciones con facilidad.

Asuka, por un instante, tuvo problemas para creer la historia de Mari, pero al recordar que ella era el resultado de un programa militar de clonación, Shikinami no objetó el relato de Makinami.

– También era amiga de Gendo, el padre de Shinji. Cada vez que pienso en ellos dos, me sorprende lo parecidos que eran, tanto en apariencia física como en personalidad; aunque el cachorro nunca se atrevió a ir a los extremos a los que fue Gendo–reanudando su caminata, no queriendo llegar tarde a las honras fúnebres de Shinji, Mari haló suavemente de la teutona–Gendo era, en resumen, un chico muy retraído que siempre se alejaba de todos. Varias veces intenté sacarlo de esa burbuja, incluso traté de persuadirlo para que saliera conmigo, pero nada de eso funcionó. Después entendí que sólo una persona podría ayudarlo, únicamente era necesario que yo tirara de algunos hilos para que ambos se conocieran.

– ¿Hablas de la madre de Shinji, no es así?

– Exacto, fue Yui quien lo rescató de ese abismo de soledad donde vivía. Nunca antes había visto a Gendo ser tan feliz, sonreía tanto al estar junto a Yui que daba un poco de miedo verlo sonreír.

En la distancia, avanzando en la misma dirección que ellas, un pequeño grupo se dirigía hacia el cementerio de la aldea. En esa discreta multitud, Asuka reconoció sin dificultad a Hikari quien era acompañada por su padre, el cual, cargando a su nieta en brazos, conversaba con su hija. Sakura Suzuhara, también estando allí con ellos, limpiaba sus lágrimas con un pañuelo al llorar.

– Las cosas fueron mejorando para Gendo. Él y Yui se volvieron inseparables, por eso no me sorprendió nada cuando supe que pensaban casarse–evocando el pasado, a Mari le dolía cómo terminaron por acabar los eventos para todos ellos–luego de casarse, que por cierto, fue una boda preciosa, Yui dio a luz a Shinji. Yo estuve acompañándola en el hospital cuando Shinji nació, fue allí cuando lo conocí.

– Ya veo, eso significa que lo conocías desde muchísimo antes que todos nosotros.

– Así es. Todavía puedo recordar claramente cuando abrió los ojos por primera vez, era un bebé tan bonito, fue ahí cuando se me ocurrió apodarlo como el "cachorro"–sonriendo un poco, pensando más en lo bueno de la vida de Shinji que en lo malo, Makinami no detuvo su confesión–fui su niñera en un par de ocasiones, le di de comer con un biberón y también le cambié los pañales. Los primeros años de vida de Shinji fueron normales y felices, las cosas se arruinaron cuando sucedió el Segundo Impacto y se comenzó con el desarrollo de las primeras Unidades Evangelion.

Imaginar a Mari, con un pequeño Shinji junto a ella, fue para Asuka una visión tan surrealista que la hubiese descartado como una mera mentira, si no fuese, en gran medida, por la enorme cantidad de cosas inauditas que ha vivido y presenciado. Asimismo, al tratarse de alguien que nunca tuvo una madre y un padre que la cuidase de niña, a Asuka le dolía pensar en todo aquello que ella jamás disfrutó.

Aún así, no siendo el momento adecuado para lamentarse por eso, al ver que se hallaban muy cerca de llegar al cementerio de la aldea, Shikinami se apresuró a preguntarle a Mari cómo logró mantenerse con un aspecto tan joven desde épocas tan lejanas. Mari, sin mentirle, le explicó con brevedad que ella fue la piloto de pruebas para los prototipos de los Evas, y que, aunado a eso, trabajó en el desarrollo del LCL.

– Supongo que eso explica por qué el LCL siempre fue tu olor favorito.

– Hay muchas cosas más que deseo contarte en el futuro, se siente muy liberador poder hablar de todo esto que he escondido por años–todavía enganchada a la pelirroja, Mari se reclinó sobre ella sintiéndose agradecida por contar con su compañía–ahora espero que entiendas el dolor que siento al ver que el cachorro no está con nosotros. No sólo le fallé a Misato por no lograr rescatarlo; también le fallé a Yui por no haberlo protegido. Shinji estaría aquí con vida si hubiese llegado a tiempo, pero no…

– ¡No fue tu culpa, Cuatro ojos! –Interrumpiéndola, Asuka hizo otro alto en el camino–ninguna de las dos estuvimos ahí cuando Shinji se enterró esa lanza, no sabemos qué ocurrió exactamente en ese momento; no puedes culparte por algo que estuvo fuera de tu control. Tal vez nunca sepamos a ciencia cierta cómo fueron los últimos instantes de su vida, pero estoy segura que hiciste todo lo pudiste por ayudarlo.

Makinami, aún con ojos llorosos, le sonrió a la germana no encontrando la forma de agradecerle por tan simples pero reconfortantes palabras. No era normal escuchar a Asuka ser amable y empática con alguien, usualmente hubiese lanzado un gruñido y evadiría el tema al juguetear con su videojuego; no obstante, más allá de su crecimiento físico, Mari notó también una gran maduración emocional en ella.

– Antes que el sepelio comience, me estoy muriendo de curiosidad por algo.

– ¿De qué se trata? –sospechándolo, Asuka vio venir otra de las clásicas preguntas indecorosas de Mari.

– ¿Por qué nunca antes me habías hablado de tu amigo Kensuke? –Soltando la bomba, Mari la interrogó al respecto al reiniciar su marcha–sabía que en ocasiones venías a este lugar a esconderte de mí, pero jamás mencionaste nada sobre él.

– La respuesta a eso es muy obvia: hubieses empezado a hacer conjeturas sin sentido y a decir estupideces sin fundamento–sabiendo que algún día tendría que hablarle sobre él a Mari, Shikinami no hizo más que tomar al toro por los cuernos y lidiar con ello–además, no hubieras podido entender que él llegó a convertirse en el hermano mayor que nunca tuve, es la única familia que me queda en el mundo. Suena raro, lo sé. Cuando lo conocí jamás pensé que lo vería de tal modo, pero así acabó por suceder.

– Kensuke es un chico lindo y muy simpático, me hubiera gustado conocerlo antes–Mari, dando los primeros pasos en aquel rústico cementerio, alcanzó a ver, no muy lejos, como las demás personas allí reunidas se colocaban alrededor de un mismo punto–ahora que me quedaré a vivir en la villa, ya no siendo necesario que pilotee nunca más, es hora que trate de tener una vida normal.

– Entiendo lo que quieres decir, sólo te pido que seas gentil con él. Está obsesionado con esa maldita videocámara que lleva con él a todas partes y le encanta coleccionar artículos militares, más allá de eso, es buena persona–sintiéndose ya en el papel de cuñada, sin que hubiese todavía nada entre esos dos, Asuka dejó en claro las reglas del juego para Mari–te conozco y sé lo desvergonzada que puedes llegar a ser en ocasiones, así que prométeme que no te aprovecharás de él.

– Tienes mi palabra, princesa.

Olvidándose de aquellas cuestiones, teniendo ahora asuntos mucho más importantes a los cuales prestarles atención, Asuka se ladeó a su derecha justo a tiempo para observar como empezaba el último viaje de Shinji Ikari. Construido con madera, adornado con arreglos florales encima de él, el féretro se aproximó lentamente hacia la que será la morada final del trágico piloto de la Unidad 01.

Toji y Kensuke, habiendo sido los amigos más cercanos de Shinji en su vida, cada uno en la parte delantera del ataúd, encabezaban el recorrido al ser asistidos por Makoto Hyuga y Shigeru Aoba, quienes, en las esquinas traseras, brindaban su ayuda al llevar en sus hombros los restos corpóreos de Shinji Ikari. Los espectadores, guardando un solemne y respetuoso silencio, se limitaron a verlos desfilar.

Ante ellos, previamente preparado, yacía un agujero en el suelo en el cual fueron descendiendo a Shinji, hasta que, gradualmente, ya no era del todo visible. Levantando la vista, mirando a los otros presentes en el sepelio, Asuka vio a algunos integrantes de la tripulación del Wunder que, mirándola a ella con asombro, parecían murmurar al ver su nueva apariencia adulta que desconocían e ignoraban.

De todos modos, ya que no era alguien afín a ellos, a Asuka no le importaron sus miradas y susurros volteándose hacia otro sector, donde, parados uno al lado del otro, contempló a la antigua Vicecomandante de Wille que acompañaba al hijo de Misato y Kaji. Shikinami no lo sabía con certeza, pero no tuvo problemas para especular que Ritsuko se hará cargo de Ryoji al ya no vivir sus padres.

– Disculpen que no sea bueno para dar discursos, anoche intenté escribir algunas palabras, pero no pude hacerlo; así que tendré que improvisar–Toji Suzuhara, quien normalmente se vestía siempre de blanco, ahora resaltaba por lo oscuro de su ropa negra–no es fácil hablar de Shinji. Sucedieron tantas cosas terribles en los últimos años que es más sencillo enfocarse en lo malo, pero yo prefiero recordar al chico callado que llegó a mi viejo salón de clases hace mucho tiempo.

Hikari y Kensuke, quienes estuvieron allí en esa época, cada uno en sus adentros, recordó aquel día cuando Shinji arribó a la escuela.

– Me avergüenza mucho recordarlo y decirlo, pero mi primer recuerdo de Shinji no es nada grato. Mi hermana menor, quien era muy pequeña en ese entonces, se rompió una pierna cuando nuestra casa se vino abajo por culpa de la primera pelea de Shinji contra un ángel–Toji, buscando a Sakura con la vista, intercambió miradas con ella por un segundo–mi hermana y mi padre eran lo más valioso para mí, no me importó si el mundo se destruía por culpa de ese monstruo que atacó la ciudad aquella noche, lo único que me importaba era darle una golpiza al idiota que piloteó ese robot que casi mata a mi hermana. Así que cuando supe que Shinji era el piloto, le rompí la cara con un par de puñetazos.

Si bien ella todavía no estaba en Tokio-3 en ese momento, gracias a unos cuantos comentarios de Kensuke varios años atrás, Shikinami sabía de aquella historia que relataba Toji. Mari, por el contrario, no imaginaba que algo así había sucedido.

– Shinji no me agradaba, lo detestaba por completo. Me duele pensar que incluso llegué a odiarlo por lo que pasó, pero también me alegra decir que después de eso, él se convirtió en uno de mis mejores amigos–tomando una pizca de aire, sintiendo sus ojos humedecerse, Toji mantuvo la calma–con el paso de las semanas pude entender el peso que él llevaba consigo en la espalda; entendí que él detestaba ser piloto y lo mucho que se lastimaba cada vez que tenía que hacerlo. Es muy sencillo decir que Shinji era un cobarde, pero Shinji siempre fue muy valiente por seguir haciendo algo que odiaba. Shinji nos salvó la vida muchas veces, sin él no estaría vivo en este momento; sin él no me hubiera casado ni sería el padre de una niña.

Hikari, sonriéndole a su marido, le envió ánimos y fuerzas con su sonrisa.

– Shinji cometió muchos errores en su vida, como todos nosotros, nadie es perfecto. Por mi parte, no pienso juzgarlo nunca más por sus fallas. A partir de hoy, lo recordaré por los buenos momentos que viví junto a él y por la amistad que me brindó a pesar de haberlo golpeado el día en que nos conocimos–con entereza, muy seguro de sus palabras, Toji Suzuhara le dio una mirada más al féretro ante él–cuando Shinji volvió después de tantos años sin verlo, no pude contener la alegría. Ahora que sé que ya no estará con nosotros en cuerpo; sé que siempre lo estará en espíritu. Descansa en paz, amigo mío. Te lo has ganado, sé que nos volveremos a ver algún día.

Con suavidad, brindándole un breve aplauso al doctor de la aldea, Asuka y compañía reconocieron su esfuerzo por dedicarle unas palabras a Shinji.

– Yo también quisiera decir algo sobre Shinji–Kensuke, ajustándose las gafas, dio un paso al frente con el deseo de despedirse de Shinji–quienes me conocen desde la escuela secundaria, saben que siempre adoré todo lo relacionado a la temática militar. Más allá de pilotar un avión de combate o conducir un tanque de guerra, mi sueño era controlar, con mis propias manos, uno de esos robots gigantes que Nerv guardaba en la ciudad. Aquello no era más que la fantasía de un niño, pero esa fantasía se volvió muy real para mí cuando descubrí que Shinji, el chico nuevo en el salón, era un piloto de verdad.

Conociendo esa alegría infantil que Kensuke transmitía cada vez que hablaba de los Evas, para Asuka no era nada nuevo escucharlo hablar con ese entusiasmo sobre ellos.

– Nunca se lo dije, pero en el fondo lo envidiaba. Me moría de envidia cada vez que veía a la Unidad 01 peleando porque sabía que Shinji era el que estaba allí dentro. Yo también quería ser piloto; quería ser como él, lo deseaba con todas mis fuerzas–apretando los puños, Kensuke fue gráfico al respecto–desde entonces, empecé a grabar con mi videocámara todas y cada una de sus batallas. No me importaba correr riesgos o poner mi vida en peligro, solamente me interesaba grabarlo todo en una videocinta para verla una y otra vez. Más adelante, la realidad misma me dio una gran bofetada y me hizo entrar en razón.

Toji, quien lo escuchaba atentamente, sospechó lo que dirá a continuación.

– En una ocasión, para otra de las peleas de Shinji, ordenaron que todos los civiles debíamos dirigirnos a los refugios. Obviamente no quería perderme la acción, así que persuadí a Toji para que viniera conmigo–viéndose brevemente, ambos amigos sonrieron al recordar aquella estupidez que hicieron–nos escapamos del refugio y vimos a lo lejos al Eva 01 luchando contra uno de esos malditos monstruos, recuerdo que ese engendro tenía tentáculos de energía que lo cortaban todo a su paso. En un momento de la lucha, la Unidad 01 salió volando y cayó muy cerca de nosotros, por poco nos mata al aplastarnos.

Shikinami, quien no conocía nada de eso con detalle, se sorprendió a ella misma recreando tales eventos en su imaginación.

– Pensé que íbamos a morir, pero Shinji nos dejó entrar dentro de su Eva para rescatarnos. Eso ha sido lo más cercano que he estado en mi vida a ser piloto, y ese día comprendí, que las cosas no eran tan geniales como yo las imaginaba–al igual que Toji, Kensuke también se vio forzado a detenerse por un instante para respirar–como Toji lo dijo hace un minuto, es muy fácil recordar a Shinji por las cosas terribles que sucedieron hace casi quince años, pero les ruego, por favor, que no olviden las muchas veces en las que Shinji nos salvó a todos. Yo nunca hubiera tenido la valentía que tuvo Shinji para librar las batallas que enfrentó, y por más que aquello lo lastimaba y asustaba, Shinji siguió luchando. Shinji fue un héroe y siempre lo será para mí, pero mucho más importante que eso, siempre será mi amigo. Descansa en paz, Shinji. Jamás te vamos a olvidar.

De nuevo, aplaudiendo con brevedad, los asistentes al sepelio le mostraron su apoyo a Kensuke al acabar su corto discurso. Enseguida, no habiendo más palabras por decir, se dio inicio con la última tarea por realizar. Una tras otra, cayendo sobre el féretro ya colocado en posición, varias paladas de tierra fueron arrojadas en el agujero, hasta cubrirlo, en su totalidad, dándole sepultura a Shinji.

Mari, sin poder contenerse, se vio abrumada por sus emociones al llorar a cántaros junto a una Asuka que, también manifestando la explosiva mezcla de sentimientos en su interior, no se reprimió al dejar correr varias lágrimas por sus mejillas. Sakura, al lado de su cuñada Hikari, se unieron a ellas al sollozar por Shinji. Los demás, en silencio, lidiaron a su manera con la ambivalente imagen que tenían de él.

Para algunos, como lo dijeron Toji y Kensuke, Shinji fue el héroe que los salvó en las numerosas ocasiones en que los ángeles se hicieron presentes en Tokio-3. Para otros, quienes no olvidaban el infierno desatado en el Tercer Impacto, Shinji fue el villano que le abrió las puertas a los momentos más desgarradores de sus vidas. Pese a eso, todos estaban de acuerdo en que no se olvidarán de él jamás.

Empero, sin importar lo que pensasen o sintiesen sobre Shinji, la historia, para bien y para mal, ya tenía un sitio reservado para él. Así pues, al término de una silenciosa plegaria, poco a poco, todos fueron retirándose dispuestos a aprovechar esta segunda oportunidad de vivir que les fue dada.

– ¿Lo dices en serio? –Mari, quien ya se veía más tranquila, conversaba con Toji y Hikari.

– Por supuesto que sí. Sé que todavía es demasiado pronto para pensar en un segundo hijo, primero debemos enfocarnos en Tsubame, pero si alguna vez tenemos un niño, nos encantaría que se llamara "Shinji"–Toji, abrazando a su esposa, no ocultó aquel deseo por honrar a su amigo ausente.

– ¿Y qué hay de ti? –Hikari, quien comenzaba a socializar con Mari, le preguntó a la antigua piloto de la Unidad 08– ¿ya has encontrado un sitio donde establecerte aquí en la villa?

– Por el momento soy huésped en la casa de Kensuke, pero tengo pensado buscar una casa propia cerca de la suya para seguir visitando a la princesa–Mari, respondiéndole, le regaló una sonrisa a Tsubame quien miraba con curiosidad sus lentes.

– Habíamos acordado que puedes seguir viviendo con nosotros todo el tiempo que quieras, es agradable tener más compañía en casa–Kensuke, quien escuchó la charla, se aproximó a ellos uniéndose a la conversación– ¿no es así, Shikinami?

– Te arrepentirás de esto, Kenken. Aún no sabes de lo que ella es capaz, en unos días te volverá loco–Asuka, sorprendiendo a propios y a extraños, platicó con ellos sin recurrir a su tradicional malhumor.

– Deberían venir alguna vez a cenar con nosotros, hace mucho que no tenemos visitas–Hikari, con amabilidad, les comentó.

Entretanto todos ellos siguieron conversando, Asuka, mirando de soslayo hacia la tumba de Shinji, observó como una modesta lápida de madera, con el nombre de Shinji escrito con tinta, era situada justo en la cabeza de la sepultura. A su derecha, haciéndole compañía a Shinji, otras dos lápidas más conmemoraban a Ryoji Kaji y Misato Katsuragi; pese a no estar sus cuerpos allí enterrados.

– Si no les molesta, me gustaría quedarme unos minutos más yo sola. Cuando haya terminado, me iré a casa.

Dándose cuenta que el cementerio estaba vaciándose, habiéndose retirado la familia Suzuhara y los demás, Asuka les habló a Kensuke y Mari, quienes, acercándose a ella, tenían pensado marcharse también de vuelta a casa. Ellos, imaginando que Asuka quería tener un espacio privado para sí misma, no se atrevieron a negarle su petición. Asimismo, conociéndola, entendieron lo que ella deseaba hacer.

– Estaremos esperándote, Shikinami. No he olvidado que no has comido nada desde que te levantaste, te prometo que tendré algo de comer preparado para ti–Kensuke, afirmándole con un semblante comprensivo, le dio una mirada fugaz a Mari quien se encontraba junto a él.

– Sé que quieres hablar con el cachorro, princesa. No dudes en abrir tu corazón, sé sincera con él y contigo misma.

La germana, asintiendo al agradecerles, no dijo nada más al verlos partir. Girándose, alzando la vista al cielo, Shikinami se halló de frente con la Luna, la cual, al encontrarse muchísimo más cerca del planeta, podía verse con total claridad a plena luz del día. Gracias a su cercanía, con simplemente prestar atención, Asuka vio las varias marcas rojas que dibujaban una cuadrícula en su grisácea superficie.

Desde antes que Shinji volviese, durante los años que peleó contra Nerv al formar parte de las filas de Wille, para Asuka la Luna siempre fue un símbolo de Shinji. No sabía con exactitud porqué la eligió a ella para representarlo, tal vez lo había hecho debido a que Shinji, al permanecer dormido en la órbita terrestre, se situaba fuera de su alcance, siendo la Luna, como un puente entre ambos, su celestina.

Fue precisamente ella, al brillar preciosa en el firmamento, la que pareció unirlos por última vez cuando se vieron en aquella playa imaginaria. Y ahora, nuevamente, era la Luna quien le ofrecía su consuelo al estar de pie ante la morada final de Shinji. Fue allí, al sentir el frío viento agitando sus cabellos, que la voz de Shinji, susurrándole al oído, se manifestó para ella al recitarle una vez más su despedida.

– "Estoy muy feliz por volverte a ver, Asuka".

– A mí también me alegra verte de nuevo; aunque no es la forma que yo preferiría.

– "Antes de irme, quiero decirte algo".

– No eres el único que desea decir algo, hay tantas cosas que he guardado por muchos años que no sé por dónde comenzar–si bien era la única ahí presente, escuchando la voz de Shinji tan claramente en su cabeza, para Asuka era como si él se encontrase allí con ella.

– "Gracias por decirme que yo te gustaba, tú también me gustabas a mí".

– Hubiera sido muy reconfortante haberlo sabido desde hace mucho, no tienes ni idea de cuántas veces me dije a mí misma que era una estupidez seguir pensando en ti del mismo modo–respondiéndole, la que normalmente fuese una chica que se ocultaba tras una rígida cortina de acero, ahora se atrevía a bajar sus defensas para ser honesta–cuando desperté en cuarentena, luego del incidente de la Unidad 03 y supe lo que habías hecho, el único pensamiento que tenía en la mente era sacarte del Eva 01 para matarte con mis propias manos. Estaba tan enfadada contigo, me sentí traicionada por ti.

Sin manifestarse, como si le estuviese dando el tiempo necesario para que se desahogara, la voz de Shinji no la interrumpió.

– Me siento como una estúpida por volver a decirte esto, no es sencillo para mí hacerlo, pero lo diré: en aquel entonces, cuando vivíamos con Misato, llegaste a gustarme muchísimo–avergonzada, con un tenue sonrojo en su faz, Shikinami respiraba aliviada al saber que Mari no estaba allí para escucharla–eres el chico más idiota que he conocido en mi vida, pero acabé enamorándome de ti. Aquella noche, cuando dormimos juntos, fue como si algo en mi interior se despertara. No soy capaz de describirlo con palabras, pero no volví a ser la misma que era antes de esa noche.

Tomándose un respiro, comprobando que no había nadie en los alrededores espiándola, Asuka posó otra vez sus ojos en la tumba frente a ella.

– Por tu culpa sentí y pensé en cosas que nunca creí posibles. No soportaba ver que estuvieses más cerca de esa muñeca que de mí. Incluso cuando volviste después de tantos años, volví a sentirme igual cuando te miraba estar más cómodo con aquella clon de la Serie Ayanami–quitándose varios elefantes de encima, Asuka tomó confianza para decir mucho más–jamás te lo dije; me arrepiento de no haberlo hecho, pero una vez intenté cocinar para ti. En esa época, pensaba que de esa forma te acercarías más a mí; pensaba que poco a poco empezarías a verme como yo te veía.

Echándole otro vistazo a la Luna sobre ella, como si ésta le sonriera al darle ánimos, Asuka reanudó su confesión.

– Sé que fui muy dura contigo cuando regresaste, no tuve la paciencia necesaria para entender cómo te sentías. Quizás, de haber sido más paciente, hubiéramos podido entendernos mejor. Para mí tampoco fue fácil, mi vida se arruinó desde el día en que no hiciste nada por ayudarme: dejé de crecer; de comer y de dormir. Fui hartándome de vivir, muchas veces salía a una misión con el deseo de morir en batalla para que la pesadilla se terminara–recordando las miles de luchas que libró en aquellos años, reviviendo la frustración que experimentaba por continuar viviendo, Asuka soltó un largo y sonoro suspiro–cada vez que alguien me hablaba de ti, te insultaba. Decía las peores cosas del mundo para convencerme a mí misma que debía odiarte, pero nunca pude hacerlo. Jamás pude odiarte por más que lo intenté, la Asuka que alguna vez fui y que se enamoró de ti, no me lo permitía.

La brisa, moviendo los arbustos en las proximidades, dio la impresión de brindarle un abrazo al rodearla.

– Ahora soy libre; ahora puedo vivir mi vida en paz. Sé que es gracias a ti, nunca nadie podrá convencerme de lo contrario. Te prometo que dejaré de esconderme como lo hice por años, saldré y seré alguien diferente. No volveré a huir de mí misma–con lentitud, comenzando a arrodillarse, Asuka extendió una mano para posarla sobre la tierra que cubría la sepultura de Shinji–tengo una familia a mi lado, es extraña y fuera de lo común, pero estoy agradecida por tenerla. Ya no me siento sola, sé que mientras tenga a Mari y a Kenken apoyándome, seré muy feliz. Y algún día, cuando sea mi turno de morir, sé que nos volveremos a ver y tendremos la oportunidad que no tuvimos en esta vida.

Con los ojos humedecidos, pero no de tristeza; sino de sincera alegría, Asuka los cerró por un instante para escuchar la última frase que Shinji tenía para ella.

– "Adiós, Asuka. Saluda a Kensuke de mi parte".

Pudo haberse despido de él de miles de maneras, todas ellas igual de válidas, pero ninguna conseguiría expresar lo que sentía en aquel momento: felicidad, paz, nostalgia y esperanza. Sin embargo, totalmente segura de su elección, Asuka Langley Shikinami logró encontrar el modo correcto de despedirse de él, sabiendo, sin temor a equivocarse, que Shinji Ikari la escuchará sin importar dónde estuviese.

– Adiós, mi amor…

Una corriente de aire chocó contra ella de frente, pero sin que fuese violenta o agresiva, tal ventisca le obsequió un inesperado cosquilleo en los labios. Así pues, con una sonrisa adornándola, con la Luna y el Sol escoltándola, Asuka se puso de pie dándose la vuelta para irse. Esta noche, al dormir, no soñará con Shinji; no obstante, sin olvidarlo, cada mañana al despertar, ella le agradecerá por haberla salvado.

Mari y Kensuke esperaban por ella. Shinji, mirándola desde otro plano existencial, lejos de su comprensión, también lo hacía.

Fin

Hola, les agradezco por haber leído esta historia. Sé que este tipo de fics son muy tristes, pero los romances trágicos tienen una clase de encanto que, al menos para mí, me hacen desear que los protagonistas vuelvan a encontrarse en la otra vida, básicamente como que sucede con Jack y Rose en Titanic. No obstante, sin querer a ser demasiado cursi, consideré mejor no incluir un final de ese estilo.

Mientras terminaba de preparar el fic Escrita en el agua, me fue imposible no preguntarme qué hubiera sucedido si Shinji efectivamente moría al salvar el mundo, y sus amigos, encontrando más tarde su cuerpo, se despedían de él al ofrecerle un funeral digno. Tan pronto como terminé de escribir esa otra historia, me puse manos a la obra para no perder las ideas que se estaban formando en mi cabeza.

Les confieso que antes del estreno de Evangelion 3.0+1.0: Thrice Upon a Time yo creía que Shinji moriría para arreglar todo el desastre que pasó en las películas anteriores, obviamente hubiera preferido que Shinji y Asuka quedaran juntos al final, pero la posibilidad de un sacrificio épico por parte de Shinji no me parecía mala idea. Curiosamente Shinji sí intentó sacrificarse; aunque su madre lo salvó.

Por último, ya para terminar por hoy, escribí la escena de Asuka hablando ante la tumba de Shinji escuchando un poco de música variada, pero una canción en especial fue la que más me ayudó a escribirla. Si desean buscarla en You Tube, háganlo con este nombre: Daft Punk - Something About Us. Sinceramente la letra de esta canción me pareció perfecta para una escena así, sin duda perfecta.

Muchas gracias por leer y hasta la próxima.