"Toda guerra se basa en el engaño"-Sun Tzu.


Los rumores de una guerra por parte del reino Húngaro se esparcian por todo Transilvania como los ataques de los vampiros, el pueblo caía cada vez más en la desesperación, necesitaban un milagro.

Los frágiles seres humanos temblaban ante el poderío y las amenazas, los vientos traían aires putridos llenos con el olor a la sangre y la mortandad de cientos de cadáveres silenciosos víctimas de una expansión desmesurada y una ambición sin límites, Naraku no necesitaba de los Húngaros para ganar su guerra de sangre, pero él sabía de los instintos humanos, sabía de sus ambiciones y podría manipulables de hacer el trabajo sucio, sin un gobierno o una estructura sólida todo reino sucumbe, en éste caso el enemigo de su enemigo sería su amigo hasta que ya no le sirviera más, luego se desharía de ellos como la escoria que eran.

Para el líder vampírico los humanos somos peores que ratas asquerosas, pero hay algo que ni él mismo puede preveer, el incesante deseo humano de sobrevivir, nada es más peligroso que perderlo todo.

El pueblo era muy pequeño, rodeado de un bosque denso y montañas al sur, apenas unas cuantas casas aquí y alla; la iglesia sobre la colina, muy cerca de donde ellos venían, apenas unas horas a caballo. Decidieron pasar por la posada, pero se encontraron con las casas y negocios cerrados, nada además del inusual silencio y los pocos cuervos sobre la copa de los árboles, se desconcertaron un poco, rodearon el pueblo buscando señales de vida, nada. El viento soplaba fuerte, Kagome olió algo, era un aroma repugnante, en lo recóndito de su memoria recordaba haber sentido ése olor antes, mucho antes, pero no podía recordar lo que era. Sus pensamientos fueron interrumpidos por la mano de Sesshomaru en su hombro, veía en todas direcciones con el ceño fruncido, supo algo andaba mal.

La puerta de la taberna al lado se abrió lentamente, un hombre salió, regordete y bajito con ya muchos años encima, se acercó cauteloso.

-¿Vienen por la bestia?- preguntó. Sus ojos demostraban un terror desmesurado que no se molestaba en ocultar.

-Así es- contestó Taisho.

Kagome y Miroku le miraron, sabían lo que significaba.

Se enfrentarían a alguna bestia.

Kagome se recostó contra la ventana de la habitación, al menos consiguieron donde pasar la noche; observó a Sesshomaru ser interrogados por varios pobladores que poco a poco dejaban la seguridad de sus casas, sonrió, jamás tendría como pagarle su generosidad, ni a él ni al monje Miroku, ambos eran sumamente amables, considerando conocían parte de su pasado, el que menos vergüenza le causaba, haber pertenecido al círculo más privilegiado de la sociedad vampírica le causaba más remordimientos que el haber dado su cuerpo como pago o el haber recibido dinero por sus servicios. Cerró los ojos abrazándose a si misma, el frío que recorría su cuerpo al solo recordar ese día en que llegó a la posada junto a Kaede, le hacía temblar.

Su único familiar con vida necesitaba urgente descansar y algo de comer, para alguien de su edad era necesario cuidarse, su salud era muy delicada.

Llovía a cántaros, parecía que los cielos se habían roto y un mar se desbordaba sobre sus cabezas, no podía dejar de temblar, el frío le calaba hasta los huesos.

Costel le recibió en su tabernoa/posada a cambio de ofrecerle su cuerpo, no fue problema, ya nada le dolía, o al menos así pensó hasta perder a Kaede.

Abrió los ojos para bajar a la taberna de la posada, todos se reunirían para relatar el aspecto de la bestia.

Se quedó cerca de una de las columnas, escuchó, entre más avanzaba el relato más sentía una especie de déjà vu en su cerebro.

La noche comenzaba a caer, la llama de la velas se mueve por las ráfagas de viento que se cuelan, el anciano está al frente formando sombras en la pared tras él, su voz rasposa inunda la taberna llena de curiosos que fueron más por ver al famoso cazador que por escuchar el relato, la lo sabían, lo han vivido por semanas. Kagome le observa.

El hombre habla de la ferocidad del extraño animal que ha estado matando a los lugareños, de sus garras, su velocidad y sus ojos rojos, sus llamas infernales que parecían provenir del averno...

Kagome tembló en ese momento, sabía lo que era, ahora lo recordaba, eran las bestias que los vampiros usaban para cazar. Miró en dirección a sus compañeros, ambos estaban perdidos en el relato, tendría que esperar, pero cada segundo el sudor frío le impregnaba la piel, ellos estaban en peligro.

Subió las escaleras tras sus compañeros luego que la noche cubría la inmensidad con su manto negro y la luna sonreía alto en la bóveda celeste, debía advertirles.

-¡Escuchen!- gritó cerrando la puerta tras ella.

-Señorita Kagome- Miroku iba a tratar de tranquilizarla, notó su desasosiego desde que llegaron.

-¡Esa cosa es un vampiro!- confesó.

Ambos se le quedaron viendo.

-Habla- ordenó Taisho tomando asiento en la cama y Miroku permanecía estático cerca de ella.

-La sangre de un vampiro puro es... especial- dijo Kagome mirando la madera algo podrida del suelo, sabía que revelar esa información sería peligroso para sí misma y el paradero de su verdadero origen, pero deseaba ayudar -Un animal que ha bebido Sangre Pura Vampírica puede "corromperse"- apretó los labios esperando las preguntas, pero no llegaron.

Simplemente escuchó el crujido de la cama, Sesshomaru se puso de pie, meditó por unos momentos mientras Miroku armaba las piezas en su cabeza, Kagome era una mujer bastante intrigante y alguien que guardaba secretos interesantes, verdaderamente interesantes, a pesar de eso, prefirió no decir nada, ella comenzaba a confiar en ellos como para arruinarlo acorralandole en un rincón sin salida, prefería verdades a cuenta gotas, por ahora.

-Eso solo significa que debemos ser más precavidos- terminó el cazador buscando su espada y un par de cuchillos.

Miroku sabía el tipo no se iba a amedrentar, ha matado a muchos vampiros a lo largo de su carrera como cazador, aunque era la primera vez escuchaba sobre esos efectos de los de esa raza sobre los animales salvajes. No lo podía dejar solo, también se preparó para la batalla.

-¿Van a ir?- preguntó la mujer temerosa por la seguridad de ambos.

-Quiero saber qué tan fuerte es un animal que ha bebido sangre vampírica- sonrió.

Kagome supo no habría poder humano que le detuviera, era algo que le gustaba pero le preocupaba a la vez.

Ambos salieron del cuarto pidiéndole quedarse a resguardo.

No tuvieron tiempo para ningún plan, así que nada más se lanzarían esperando lo mejor, ella rogó por ellos.

La noche estaba silenciosa, totalmente calma ante la anticipación del encuentro. Sesshomaru y Miroku permanecían en sus posiciones, esperando, Kagome veía desde la ventana tratando de regularizar los latidos de su corazón, tenía mucho miedo la bestia pudiera dañarlos, era muy peligroso para ellos, siendo unos simples humanos enfrentarse a una bestia que ha bebido sangre de un vampiro puro, la transmutación pudo haber sido bastante peligrosa; tragó saliba, no apartaba los ojos, si ellos necesitaban ayuda no dudaría en lanzarse aunque fuera solo como distracción, mordió su labio inferior, maldita fuera, en momentos así deseaba ser vampiro de nuevo, podría ayudar y no estar relegada a esconderse y esperar lo mejor o lo peor.

El viento soplo en ráfagas intermitentes llevando el olor de norte a sur. La criatura se acercaba lentamente, olfateo el ambiente, sabía perfectamente lo que le esperaba, el pelaje de su espalda se erizo, caminó calmo hasta la entrada sur del pueblo olfateando, sentía olor a sangre humana fuerte. Aullo.

Sesshomaru se asomó, vio al lobo negro acercarse amenazante paso a paso con sus ojos rojos brillantes, era totalmente intimidante, mucho más grande que un lobo salvaje promedio, más fornido, definitivamente más peligroso.

El animal estaba a unos pasos de ellos, aullo de nuevo, fue lo más increíble, desde su interior se prendió en llamas. Ambos temblaron, jamás, ni en sus sueños más desquiciados imaginaron algo semejante.

Continuará...

Chicas perdón por tanto retraso con esta historia

No puedo simplemente escribir cualquier cosa y publicarlo, ustedes saben me gusta darles lo mejor de mi y eso implica tener la historia en mi cabeza, armarla y pensar cada parte de ella, necesito tiempo para éso.

Bueno, espero les gustara y trataré de no tardar tanto para el próximo episodio.

Gracias por el apoyo, saben que las amo con todo mi kokoro