Sangre Pura.

Yan_skyblue/sesshome.

Capítulo final.

El verdadero soldado no lucha porque odia lo que tiene delante, sino porque ama lo que tiene detrás.

-G. K. Chesterton.


Transilvania Valaquia

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Las aves de rapiña vuelan en el cielo expectantes, los lycans salen de sus madrigueras siendo llamados por el olor de la destrucción.

El ejército de vampiros comenzó su marcha masacrando, quemando y llevándose a los mejores humanos para futura comida del Señor de la noche, dejando destrucción, dejando muerte hasta en la vegetación marchita por su paso. Naraku imponente cabalga su caballo a la vanguardia de su ejército de muerte deleitándose en el sufrimiento, el llanto y en la sangre inocente derramada, Kikyo se mantiene atrás callada llevando la cabeza de su amor muerto en la alforja de su caballo. Ellos se acercan cada noche más y más hacia la ciudad capital para reclamar al fin el reino, con él, ágil los humanos.

Las llamas de la calamidad se aproximan con un olor nauseabundo.

Irasue siente el poder en el viento acercarse, mira a su hijo y a Kagome que aún no saben que absolutamente todo estaba a punto de caerse a pedazos.

El rey tras las murallas de su castillo, recibe las noticias de que se acerca un inclemente ejército a paso acelerado hacia la ciudad, en su zozobra, el hombre abandona el castillo esa noche con su familia rumbo a las fronteras, de allí, buscaría asilo en cualquier reino, este acto cobarde conmociona a los generales del rey. Sin nadie que gobierne, el pueblo entró en crisis, hasta que llegaron a sus oídos los rumores que el cazador de vampiros estaba entre ellos.

Sesshomaru y Kagome llegaron al castillo que estaba sumido en la locura. Kagome, que sabía debía mostrarse fuerte, contra cualquier protesta asesinó a los ministros en su contra para coronarse reina, mandó a llamar a los mejores generales del ejército humano dándoles de su veneno para que pelearán a su lado, sólo tres sobrevivieron al brutal cambio. Sesshomaru mientras tanto fragua junto a los sabios del castillo una manera de llevar a los civiles fuera del fuego cruzado y atrincherar la estructura armando a sus arqueros y por supuesto tener la oportunidad que el tiempo sea el suficiente para separar al líder Naraku de su ejército y poder matarlo.

Irasue al lado de Miroku tratan de encontrar la forma de unir sus energías, así podrían crear una barrera temporal lo suficientemente grande para atrapar a los vampiros y darles tiempo a los demás en cortar la cabeza de la araña.

—Si Naraku y Kikyo mueren… su ejército será vulnerable. — dice la dama reunida en la sala del consejo junto a los demás. —No habrá nadie de mayor rango que Kagome. —

Los generales, los sabios, Miroku y Sesshomaru miraron a su dama que se erguía poderosa a la cabeza de la mesa, ella levantó la barbilla aparentando una fuerza que debía encontrar y una decisión que no podía flaquear, era momento de hacer algo con su vida, algo para el mundo. Asintió ya sabiendo lo que eso significaba.

La reunión continuó con ella en completo silencio, sus generales y Taisho la notaron más sería que de costumbre, Koga le pidió con gestos a Taisho, quien era su líder y el más cercano a su señora, que averiguara lo que le sucedía, igual los otros dos. Al finalizar la reunión todos se retiraron dejando a Sesshomaru con ella, con la mujer que ahora construía una fortaleza a su alrededor para aparentar ser inclemente, pero él sabía lo que esos ojos tristes callaban.

—¿Estás preocupada?. — pregunta sentado en la mesa mientras ella camina hasta la ventana.

—Lo estoy, en efecto, creí que con la muerte de Naraku los que fueron transformados tendrían mejor destino que ser mis subordinados. — vio a los soldados en el patio afilar sus espadas, cargando las ballestas con flechas impregnadas de brea para ser prendidas en el momento y las enormes rocas que servirían para las catapultas. —Además temo no poder vencer a Naraku. — apretó los ojos soltando lágrimas. —¿Qué será de todos ustedes?. —

Sintió las manos de Taisho en sus hombros, como la acariciaban y de pronto un pequeño golpecito del colmillo del hombre en su cuello.

—Yo estaré contigo. — lamio. —Ganaremos my lady. — le besó.

Después del primer encuentro carnal su relación solo se afianzó y se hizo más apasionada, más cercana. Todavía le estremecía que alguien como Sesshomaru la reconociera como su señora, pero eso solo significaba que él creía en su fuerza.

Se volteó, él la cargó hasta sentarla en la mesa y le abrió las piernas, ella se dejó ser sintiéndose viva, convencida que a su lado todo estaría bien.


Era un 3 de diciembre, a las seis de la noche, la oscuridad cernía sobre todo Bucarest cuando los cascos de los caballos y el sonido chirriante de las armaduras rompieron el silencio eterno de las penumbras sin luna. Naraku observó el castillo que permanecía en un extraño mutismo e intrigado, dio la orden a su ejército de comenzar a diezmar la ciudad mientras él y su esposa cabalga a galope directo al castillo.

Cuándo la barrera espiritual lo aisló, supieron qué les esperaban desde antes, cayeron en una trampa pero no les serviría de nada, al menos eso pensaron.

Los ojos de Kikyo volvieron a ver a su desaparecida hermana, pero está vez algo era diferente, algo en el porte de Kagome era extraño, más en esa espada que cargaba como si alguna vez hubiera sido alguna guerrera, pero sus pensamientos fueron interrumpidos porque la mujer se lanzó desde una de las torres del castillo para convertirse en aire y volar directamente hacia su esposo que no esperaba un ataque tan directo. Solo logró percibir el puño de su hermana contra el rostro de Naraku, poco le quedó para analizar lo que acababa de ocurrir porque de repente ella sintió el filo de una espada cerca de su cuello salvada sólo por el relincho de su caballo quien al asustarse la hizo caer. El animal escapó al mismo tiempo que el níveo cuello de la inmaculada reina sangra.

Kikyo jadeo asustada por segunda vez en su vida, el vampiro que la veía con odio ahora no era igual a cualquiera que hubiera visto jamás, este traía fuego ardiente en sus pupilas. Se arrastró por el suelo lodoso por las nevadas apenas esquivando el filo de la espada que emitía una energía aterradora igual a la barrera que cubría el castillo entero. De repente escuchó el bramido de su ejército.

Bolas de fuego eran lanzadas a diestra y siniestra contra cualquier vampiro desde puntos que no eran fijos protegidos por la cantidad de edificios por toda la ciudad.

—¡¡¡Maldita perra, maldita perra!!!. — gritó a todo pulmón frenética, cada músculo de su cuerpo se estremeció.

Mientras la reina vampira lucha por no ser decapitada, Naraku mide sus fuerzas contra la que una vez consideró la peor de las escorias, una minúscula viruta de polvo que merecía la muerte pero que ahora daba zarpazos certeros dispuesta a asesinarlo.

Ella merecía una pelea de iguales. Sacó su espada y se preparó para dar la vida en esta batalla, al fin sentía algo, al fin sentía hervir su sangre podrida, al fin, ¡al fin sus infiernos ardían de emoción! Maldita sea, que el cielo le cayera encima porque Kagome lo estaba haciendo desear matar o ser asesinado, ¿era esto acaso lo que llenaría su existencia?.

Ella se preparó, flexionó sus piernas, esas que antes se aprisionaban entre sus caderas mientras la follaba, tomó impulso, se preparó con la espada obviamente con sangre sagrada y atacó. Pudo repeler el primer golpe, las espadas chillan una contra la otra, Kagome pone sus fuerzas para empujar, dar una vuelta y apunta al cuello de su enemigo que repele el golpe nuevamente pero no es consciente que ella lleva su pierna hacia su cabeza dándole un buen golpe, el se distrae y ella lo aprisiona en sus piernas, se impulsa logrando someterlo pero Naraku se transforma en aire a tiempo para evitar esa maldita pudiera arrancarle la cabeza.

Ella no da tregua, ataca con un golpe tras otro usando su espada y su cuerpo como armas, ¿cuándo Kagome se volvió tan buena?.

Logra golpearla mandándole contra la pared de piedra de la primera muralla del castillo, ella se seca el hilo de sangre y continúa.

—¿No te apetecería mejor ser mi nueva reina querida?. — pregunta sonriendo entre el fervor de la batalla.

Kagome contestó saltando y golpeando la espada de Spider, ambas armas chispean.

Fuera de la barrera, el fuego con que alguna vez esas criaturas del averno asesinaron ahora los acorrala, dos de los tres generales al servicio de su reina comandan el ejército humano y comienzan a decapitar.

Kikyo toma la cabeza de Inuyasha para evitar que ese maldito hombre la mate, él se detiene al notar la podrida cabeza, aún se logra ver quién era, al menos él lo notó, supo quién era.

Sesshomaru clavó su espada en el suelo, las llamas del fuego alrededor iluminaban la noche, su búsqueda al fin había encontrado paz.

—Tú, tú asesinaste a mi hermano, a mi esposa, a mi pueblo. — rugió. Los músculos del hombre se tensaron, sus venas resaltaron, él apretó los dientes sintiendo la lava en su interior, la venganza ardiente como el fuego mismo. —Te encontré. —

Kikyo negó petrificada, todo cuanto había hecho, todo el poder que deseaba, todo lo que sacrificó, todo, todo ahora era ceniza, todo valía nada ante ese demonio que reclamaba su muerte. Kikyo lloró aterrada.

—¡No!. — gritó espantada.

Él la tomó por el cuello, aunque esa mujer corrupta hasta el tuétano que deseaba dominar el mundo y fue capaz de asesinar y engañar se retuerce tratando de soltarse, el cazador que busca venganza con sus propias manos le rompe el cuello, la sangre le salpica el rostro, toma la parte de abajo del cuerpo que se mueve en espasmos mientras los ojos enrojecidos de la vampiro súplican por una piedad que ella no conocía, es partida en dos separando su cabeza del cuerpo. Sesshomaru conoció al fin la liberación de su venganza, Kikyo la liberación de una vida miserable.

Irasue cierra sus ojos mientras trata de seguir manteniendo la barrera que pronto caería, su hijo era libre ahora. Miroku por su parte sonrió contrariado, era una escena atroz pero por lo que veía, sólo el asesino de la familia de su amigo merecía tal castigo.

Los lycans daban mordaz batalla, mientras la barrera se debilitaba.

Kagome recibió una patada en su estómago tan potente que sin su fortaleza o su armadura fueran más débiles habría sido herida gravemente, rodó por el suelo algo aturdida pero no vencida, tomó su espada y la usó para ponerse en pie de nuevo, escupió sangre pero sus ojos estaban fijos en su objetivo. Escucha el aullido de los lobos de fuego mientras la barrera cae poco a poco, el ahora reducido ejército de vampiros logra acercarse con Los lycans a la vanguardia.

—¡Se te acabó la suerte perra!.— grita el rey vampiro.

Hasta las aves de rapiña se alejaron de esta masacre, ahora sólo la noche y las nubes grises eran testigos mudos de esta batalla.

Ella sonríe, estaba dispuesta a dar hasta su alma con tal de llevarse a Naraku al otro mundo consigo, lastimosamente prometió sobrevivir. Tres lobos que vienen a toda velocidad se lanzan contra ella pero Taisho llega a tiempo para embestirlos de costado con su propio cuerpo, los cuatro caen lejos.

—Menuda aberración que tienes allí. — disfraza su impresión con sarcasmo.

—Es lo que la sangre pura puede hacer en un humano excepcional. — aprieta el mango de su espada. Sabía que si ya no había barrera Irasue y Miroku habían alcanzado el límite de su fuerzas, eso le decía que la sacerdotisa estaba concentrada en seguir manteniendo la pureza en la sangre de las espadas.

—¿Te atreviste a romper el tabú Kagome?. — Los ojos escarlata de Naraku ven al salvaje medirse contra tres lobos, era un maldito monstruo. —Eres una perra muy lista — admitió divertido. —, pero yo soy más poderoso. —

Los vampiros se acercaban a pie listos para asesinarla, Kagome levantó su mano y la bajó dando la señal, luego el cielo sin luna se llenó de flechas en llamas. Las puertas del castillo se abrieron y un nuevo grupo de soldados salió dirigidos por Koga y un lobo ardiente. Kagome los miró y asintió. Ellos gritaron al filo de la batalla y entraron al campo listos para defender a su reina.

Naraku, colérico, arremetió contra ella con todas sus fuerzas irritado, ninguna puta le ganaría, no, él era casi una deidad y no caería contra una una ramera que hacía poco se arrodillaba a sus pies pidiendo migajas de afecto.

Higurashi repele lo mejor que puede, sabía que Naraku era más fuerte que ella así que debía ser inteligente y rápida. El silbido de la espada cerca de su oreja derecha para luego el dolor agudo del filo clavado en su hombro, él jala la hoja y ella grita de dolor.

Kagome recibe una patada en el rostro que la tumba al suelo, escupe sangre de nuevo agotada pero aún decidida a terminar con esta guerra, debía ser inteligente, debía ser inteligente…

Él clava la espada a su costado, se posa sobre ella riendo.

—¿Cómo quieres que te mate, bonita?. — le hiere el cuello con la uña.

—Oh no, yo no moriré hoy. — sonríe.

El rey vampírico sintió la hoja de una daga en su estómago, abrió los ojos y se retiró al sentir el ardor en la herida.

—¡Sangre sagrada! — exclama furioso.

Ella solo grita frenética y se abalanza a acuchillarlo donde puede en repetidas ocasiones sin fijarse siquiera dónde, sólo arremetia con todas sus fuerzas; con las fuerzas que le daban miles de muertos tras ella, esos muertos que pedían sangre, la que salpica la armadura y el rostro de la mujer hasta que Naraku recuperó el control de sí mismo, logró asestarle una bofetada para quitársela de encima.

Ahora el imponente rey vampiro estaba siendo quemado por la sangre sagrada, su rostro ahora eran cuchilladas y carne quemada mientras las fuerzas de las que estaba orgulloso se esfumaban .

—¡¿CÓMO TE ATREVES?!. —

Siguen su pelea ahora cuerpo a cuerpo mientras alrededor los generales, el lobo Higurashi y Sesshomaru repelen a los contrarios aún siendo superados en número.

Comienza a llover a cántaros, la sangre se mezcla con el agua pura del cielo que trata de limpiar la masacre que se libra, el mundo estaba en silencio esperando la resolución.

Spider se quita su chaqueta de cuero y la camisa, la lluvia le arde en las quemaduras, siente el hervor en su interior, las heridas que la inútil de Kagome le propinó eran graves sin duda, ¿dónde esa mujer encontró sangre sagrada?, ¿cómo volvió a ser vampiro?, ¿cuando se volvió tan fuerte?.

—Debo darte las gracias. — sonrió.

Ella se prepara, este sería el último golpe porque sus fuerzas se escapaban, no estaba acostumbrada a combates largos.

—Hasta ahora estaba en busca de un propósito, algo que llenara mi vacío y lo he encontrado… — lame sus deformes y chamuscados labios. — llevarte conmigo al infierno. —

—Antes lo habría aceptado con gusto — respira pausado, debía calmarse, fija su aguda mirada al objetivo. —, pero ahora no Naraku, no más, voy a vivir esta vida en nombre de aquellos que murieron. Voy a vivir esta vida, en nombre de mi amor. — mueve sus pies tratando de anclarse bien.

—¡YO TAMBIÉN AMÉ Y NO ME SIRVIÓ DE NADA!. — gritó lanzando saliba y sangre.

—Si, pero mi amor es más fuerte.

Corre, corre con las fuerzas que le quedan, por ese amor que merece la pena ser vivido, por esa vida que merece la pena ser amada y por el hombre que le susurró en una sala de consejo que la amaba mientras la hacía suya, por ellos, por aquellos, por todos, ganaría.

Sus manos se encuentran en un golpe de titanes que rompe el aire a su alrededor, ambos empujan con ahínco, Naraku y Kagome midiendo el poder de sus anhelos, el límite de sus cuerpos, de sus vidas, la balanza diría quién merecía vivir.

Él empuja, ella igual; hasta que Naraku sintió tras él como el sonido de lo inevitable se acercaba silbando canción de muerte, suelta a Kagome y se agacha a tiempo para esquivar la espada del cazador pero Kagome sabe que ha encontrado su oportunidad, junta sus manos para propinarle un golpe en la nuca a su enemigo, él cae incado, levanta la mirada furico listo para atacar, se vuelve humo, vuela por los aires y se precipita sobre los dos incautos que no se mueven hasta que está tan cerca que no puede esquivar la llamarada del lobo Higurashi quien salta sobre el hombro de su ama para dar en el blanco, Naraku se distrae por las llamas, tiempo que Sesshomaru aprovecha para someterlo con su descomunal fuerza y mientras Spider ve su desgraciada vida pasar por sus ojos siente el frío, siente cómo esa maldita lo decapita, siente la muerte y siente que todo se ha acabado.

Con su último aliento grita asustado de al fin ver la muerte, al final no era más que un cobarde y sus últimos momentos fueron un grito desgarrador y una lágrima.

La cabeza rueda por el lodo.

Kagome tomó aquella cabeza decapitada, vuela hasta la primera muralla casi en ruinas del castillo, que resistió gracias a sus dos murallas de contención.

Los cielos braman imponentes mientras ella lanza su grito de victoria y muestra la cabeza del líder decapitado, todos le miran. Con su líder muerto, la araña es inútil.

Kagome ve como uno a uno se inclinan ante ella, la muñeca que no valía más que para ser un adorno y ahora se corona a como suprema líder de su raza y humana en Transilvania. Su pecho se hinchó, lo había logrado, lo había logrado…

Lloró orgullosa.

Ahora, el amanecer se acercaba y el ejército de muertos vivientes se retira antes de ser calcinados por el sol, los tres generales entran en el castillo buscando refugio, Sesshomaru le sonríe a su reina antes de entrar a las sombras y ella recibe el amanecer bañada no en lluvia, si no en gloria, en su Sangre Pura. Irasue, Miroku y los soldados humanos sobrevivientes muestran sus respetos a la nueva señora.

Era el comienzo de una nueva era.

Fin

Aquí el final de esta batalla chicas, espero que les gustara.

Esperen el epílogo pronto