Sangre Pura.

Yan_skyblue/sesshome.

Historia dedicada a todas ustedes que me apoyaron desde el principio en esta historia tan diferente a lo que había escrito hasta ahora.

Epílogo.

Y solo cuando hayas alcanzado la cima de la montaña comenzarás a escalar.

-Kahlil Gibran.


Transilvania Valaquia, después de la guerra Santa.

La sangre, la sangre que nos une y nos conecta unos con otros, aquella que une personas con su pasado y hasta su futuro.

Noche de luna resplandeciente que ilumina el cuenco estelar regalandole a todos los seres humanos o sobrenaturales su resplandor por igual, Luna que presagiaba desde siempre buenas nuevas al mundo, luna testigo de amores, victorias y encuentros, luna amorosa llena de brillo calmo iluminando corazones cansados.

Los humanos en su dolor y fragilidad capaces de dar hasta su vida tan efímera en pro de su amor, de esos amores ardientes, de esos amores rodeados de pureza. Los humanos, con su débil corazón, con sus sentimientos grises, con sus lágrimas, con la felicidad y la tristeza conjuntas en un ser; los humanos dueños de sus almas ahora celebraron su victoria.

Kagome sentada en el borde de la Torre observando las estrellas aún perdida en lo que acaba de acontecer apenas ayer sonríe genuinamente soltando el primer suspiro de alivio en muchos años, sus ojos azules lloraron por última vez en nombre de sus muertos y de sus vivos que le enseñaron de vida, le mostraron el camino que solo los humanos conocen, esa fortaleza dentro de la debilidad.

Sesshomaru se acercó a ella, tomó asiento a su lado tocando su mano buscando darle su apoyo al tiempo que robaba de ella su cercanía. Kagome repentinamente le abrazó.

—Jamás en mi vida había entendido lo que significaba la fuerza… — hundió su delicado rostro en el pecho de esa persona especial la cual le brindó más que su compañía. — hasta que conocí a los humanos y sus vidas, sus luchas, sus penurias y felicidades. Hasta que me tocó ser fuerte para seguir la corriente y luego ser fuerte en busca de mi propósito y mi verdadera naturaleza. —

—¿Sabes quién eres?. — la acarició.

—Soy Kagome, una mujer libre, que ha encontrado lo que le hace feliz y no lo dejará ir. —

—¿Soy yo acaso?. — sonrió, debía comprobar algo antes de decir lo que su corazón moría por gritar.

—Eres parte de lo que me hace feliz pero aunque te amo mi felicidad completa no depende sólo de ti, si no de mí. — cerró los ojos finalmente segura de sí misma y orgullosa de quien era.

—Esa respuesta me agrada. — suspiró. —Te amo mujer. — soltó al fin.

Ella levantó la vista, miró los ojos otoñales de Sesshomaru, en ellos encontró la verdad del mundo en ella misma, en ese reflejo cristalino que le regalaba el atardecer en oro. Sonrió feliz.

Se acercó para besarlo, un pequeño beso casto, tierno y lleno de sentimientos tiernos contenidos, esos que ahora volaban directo a sus corazones que renacian para amar por primera vez un amor real, auténtico.

—Comencemos a construir nuestro futuro.

Se pusieron de pie para emprender la marcha hasta Nightshadow, aquel castillo vampírico que necesitaba una segunda oportunidad.


Días después.

Rin Taisho, la pequeña niña que por un error aquella noche fatídica no murió pero fue transformada en vampiro. Los ojos avellana de Rin conocían la sangre, la muerte y la desgracia pero ahora se abrían porque desde lo lejos llegaba una caravana que no se parecía en nada a la que salió del castillo hacía unos días. Sus años de silencio estallaron por la emoción de vislumbrar el rostro del pasado y sus pocos días alegres.

—¡Hermano!. — gritó dejando caer el balde de agua, corrió hacia la caravana sintiendo que el mundo se desvanecía, que solo su hermano y ella existían en ese momento que esperó por años sin perder la fé en que finalmente pasaría. —¡HERMANO!. — lloró de emoción.

Sesshomaru desmontó su caballo, corrió hacia la niña envuelta en llanto que abría sus brazos y gritaba por él, corrió hasta ella para abrazarla por primera vez en tantos años que ahora no importaban porque valieron la pena sola para vivir este preciso momento el cual curaba cualquier dolor y secaba cualquier lágrima.

—Rin.. — le abrazó.

Kagome se acercó, él alzó la vista y en silencio le dijo todo, ella se agachó para unirse al abrazo más emotivo que pudo presenciar en su larga vida. Sin duda alguna los humanos podían ser tan fuertes que hasta desafiaba los instintos vampíricos a veces prefiriendo el amor y la compasión, preferían la bondad.

Hakudoshi observó a la mujer con una corona de oro y muchas piedras preciosas, se acercaba de la mano de Rin y un hombre seguidos de una caravana para nada pequeña.

Desde ése día, el mundo cambió.

Los vampiros que quedaron tenían prohibido morder a cualquier humano y los humanos se relacionaban con aquellas criaturas que alguna vez representaban sólo dolor. Con la nueva reina vampira, la vida era buena.

Miroku se coronó como nuevo rey humano en Bucarest, en la ceremonia el monarca encontró a la joven que una vez le salvó la vida. Sango con el tiempo se convertiría en reina y sería la compañera del hombre que le robaría el corazón a punta de amor.

Irasue, se quedó al lado de su hijo, nunca imaginó que viviría en el castillo que antes era de sus enemigos y ahora resplandecía bajo la dirección de su hijo y su nuera, debía admitir que le agradaba estar allí, sobretodo para ver a su hijo fruncir el ceño porque su pequeña Rin estaba aparentemente enamorada de un niño llamado Hakudoshi el cual contra todo pronóstico se enfrentó al hombre por el derecho a permanecer cerca de la niña.

Ese día todos contuvieron el aliento, era increíble la fortaleza de ese pequeño vampiro, pero al final la reina y el rey aceptaron dejar que el niño permaneciera cerca de la princesa, solo porque la niña dijo él la había cuidado desde que se conocieron la noche en que el niño llegó al castillo como sirviente y porque su valentía dejó a Sesshomaru sin excusas para desacreditarlo.

—Fue una noche de tormenta— dijo Irasue sentada a la luz y calor de la chimenea. Todos reunidos le prestaban atención. —, Toga y yo regresábamos de una misión difícil, estaba embarazada de ocho meses así que no esperábamos que en la diligencia comenzara a tener dolores de parto. —

Sesshomaru sintió el apretón de Kagome en su mano y en su brazo por su hermana.

Tu padre bajó del caballo para ayudarme mientras el cochero se iba en el caballo a buscar ayuda. Fue un parto difícil pero logré parirte. Eras un niño tan bonito…

Luego vislumbramos luces a la lejanía, eran un grupo de hombres bien armados, aparentemente renegados. Nos atacaron y aunque tu padre nos defendió lo mejor que pudo, no pudo contra tantos hombres… en esos días no era tan diestro como cuando te conoció - sonrió pesado- a mí me ataron y no recuerdo la cantidad de golpes que recibí por tratar de defenderte, pero se fueron con lo que llevábamos y contigo. Después de eso tu padre y yo nos separamos. Creo que él no dejó de buscarte, la pista que recibió hace mucho tiempo lo llevó a un asentamiento pero cuando llegó el pueblo había sido quemado, solo encontró cuerpos calcinados sin cabeza por montones, creímos que habías muerto allí, eso terminó de quebrar nuestro matrimonio.

Sesshomaru bajó la mirada pensativo hasta que sintió que su mujer se ponía de pie como resorte, estaba extraña.

—¿Un asentamiento de extranjeros cerca de la frontera?, ¿todos estaban decapitados, encontró las aldeas aledañas igual?. —

La dama alzó una ceja intrigada, asintió segura de recordar bien lo que su esposo le había dicho en su carta. La reina miró a su pareja.

—Sesshomaru, ¿recuerdas al bebé que no dejé asesinaran durante el asedio de mi hermana?. — sonrió, el mundo era extraño realmente. —el niño de ojos dorados… —

Se miraron por unos segundos, el destino les decía que su vida estaba ligada en más de una forma, parece que Sesshomaru pagó su deuda a aquella persona que le salvó la vida dándole una nueva vida.

Sonrieron. El amor era inmensurable, el destino inevitable.Afuera la luna roja brilla sonriendo a la noche mientras un lobo aulla, la luna sabía que ahora todo estaba en paz.

Fin.

Espero les haya gustado.