Un asalto mortal
Los personajes no me pertenecen, son de la gran Rumiko Takahashi esto es sin fines de lucro solo diversión por y para los fans.
Esta obra se reserva en su totalidad los derechos de autor, prohibida su copia o uso.
Una historia AU (universo alterno) solo tomo prestado los personajes, no necesariamente deben apegarse a sus personalidades.
Advertencia: está clasificada para mayores de edad, puede contener violencia física o emocional así como escenas eróticas y lenguaje soez.
—O—
Con mi pequeño bolso de mano caminé por horas hasta llegar a una zona de locomoción pública, la abogada me había entregado la libreta de ahorros de mi madre y esa sería la base de mi nuevo comienzo. Después de pasar por el banco pude alquilar una pequeña habitación cerca del puerto de Tokio, desde ese viejo edificio podía ver el movimiento portuario en todo su esplendor.
La primera semana fue difícil acostumbrarme a esa libertad que tanto ansiaba, el reloj interno de mi cuerpo hacía que abriera los ojos a las cinco en punto de la mañana, me quedaba recostado mirando la fotografía de mi madre, su hermosa sonrisa se veía empañada por el horrible recuerdo de esa tormentosa noche. Su trémulo cuerpo seguía tibio cuando la tomé entre mis brazos, completamente inerte.
Había perdido la inocencia y las ganas de vivir, las lágrimas ya no fluían… diez años después de su fatídica muerte, su único hijo ya no la podía llorar.
Tres meses después…
Observaba los cambios en algunas avenidas, nuevos locales comerciales en otras, la tecnología también había evolucionado en esos diez años en los que solo veía barrotes y los rostros fríos de crueles y despiadados asesinos.
Solo noventa días después de ser liberado regresé al que un día fue mi hogar, solo para verla por fuera… esa pequeña casa tenía los recuerdos más adorables de mi adolescencia, pero también el más doloroso. Al parecer vivía otra familia pues se notaba que estaba habitada. De pronto la puerta principal se abrió y me moví un poco para no ser tan obvio, una mujer de cabello largo en tono castaño salía con una pequeña de la mano, justo en ese momento un elegante coche se detuvo frente a la casa, se bajaron un par de gorilas con pinta de matones. Por un breve segundo pensé que le harían daño pero estaba equivocado, la mujer les sonrió y caminó hasta el carro con ellos detrás, subieron y se marcharon como si nada.
Era obvio que ella no vivía allí, pero sí alguien que conocía. En ese momento mi nuevo celular sonaba, lo tomé curioso pues nadie en esta ciudad tenía mi número.
—¿Diga? — contesté.
—Ranma, era verdad — decía la voz al otro lado del teléfono.
—¿Quién es?
—En serio ¿no me recuerdas? — ese tono en su voz peculiar me recordaba a una sola persona Yamamoto Kimura, él había estado preso junto conmigo.
Un año sí otro no, un total de tres el sujeto era un hombre maduro de unos cincuenta años de rasgos japoneses muy marcados, usaba la cabeza rapada pero llena de tatuajes, y en su rostro una notoria cicatriz que lo hacía inconfundible. Kimura era el dueño de un clan muy particular, su círculo era la mafia y tenía mucha gente a su disposición.
—¡Tanto tiempo! — exclamé.
—Mocoso ¿por qué no viniste conmigo? — preguntaba en un inconfundible tono de reclamo.
—Necesitaba estar solo— respondí con toda sinceridad.
—Pero si llevas solo diez putos años, no digas estupideces sabes bien que puedo darte trabajo necesito a un chico como tú— replicó.
—Kimura sabes mis planes, no quiero inmiscuir a nadie— respondí.
Él era un buen amigo que nunca se olvidó de mí aun cuando salió mucho antes de la cárcel. Yamamoto me había enseñado muchas cosas, pero también varias lecciones de vida. Lo respetaba mucho y eso él lo sabía.
—¡Ay Saotome! ¿Tú crees que te llamé solo porque quiero saber dónde mierda estás?
—¿Qué sucede? — pregunté curioso.
—Esto no puedo decírtelo por teléfono, debes venir a verme, a mi casa como corresponde.
—Está bien— contesté.
—Te enviaré la dirección y otra cosa… — tardó unos segundos aunque ya sabía lo que diría — no confíes en nadie ni en tu puta sombra ¿comprendes? — solo asentí y este colgó.
Me había dejado sumamente intrigado su llamada, pensaba en sus palabras mientras comenzaba a caminar hacia la parada de autobús cuando vi que este se acercaba, esperé unos segundos a que se detuviera y puse el primer pie sobre el peldaño, una voz cantarina gritaba — ¡espera! — sin embargo no creí que me llamaban y finalmente el transporte se puso en marcha.
Apenas me acomodé noté que una mujer hacía señas enérgicamente con sus manos, la miré confuso pero su rostro quedaría grabado en mi cabeza, ojos almendrados y espesas pestañas, una nariz pequeña y respingada, blanca como el invierno mismo en plena nevada y una boca de color melocotón. Su melena brillaba en un profundo negro azulado, su expresión era una mezcla de sorpresa y decepción, daba la impresión de que algo urgente quería decir, más nunca supe a quién se quería dirigir.
Ese mismo día por la tarde…
Con un torbellino de recuerdos encima me había armado de valor para finalmente ir a visitar los restos de mi madre. En una hermosa urna rodeada de flores secas se encontraba Nodoka Saotome, ese pequeño espacio pero tan significativo lo había conseguido hace años el mismísimo Kimura, quien luego del primer año de cárcel y después de saber mi historia prometió buscar los huesos de mi progenitora y darle un lugar digno para descansar. Cierto y desgarrador ya que no pude ni siquiera ofrecerle eso… la rabia y la indignación me embargaban.
Limpio con sumo cuidado su espacio y acomodo una copia de la única fotografía que tengo de ella, unas lindas margaritas frescas a su alrededor y solo entonces caigo de rodillas al suelo lleno de una amarga tristeza.
Por primera vez en años, brotan unos lagrimones de mis ojos… ¡mamá, la extraño tanto! Y lo que es peor, no logro entender por qué le hicieron eso. Nodoka era una madre ejemplar, abnegada por su familia, por su hogar. Preocupada del más mínimo detalle, siempre sonriendo y enfrentando con coraje cada obstáculo que se presentara.
Quisiera escuchar su voz, su sonrisa contagiosa, verla tararear una canción mientras cocinaba una deliciosa cena, observarla mientras disfrutaba una simple taza de té en su sillón favorito, llamarme hijo, deseo oírla reprocharme porque me la pasaba estudiando, porque no tenía novia y me sumergía entre libros… extraño sus cálidos abrazos y es entonces que golpeo mi pecho para poder tragarme toda la angustia que me ocasiona su ausencia, misma que a ratos no me deja respirar.
Porque no existe nada que llene este vacío, nadie podrá reemplazarte nunca madre. No obstante, prometo encontrar al o los involucrados en tu muerte y pagarán en vida por todo el daño que causaron.
—O—
Tres días después…
Tenía la dirección de la casa de Kimura, más cuando salí de la pensión en donde dormía un elegante Maserati en color acero brillante me esperaba. Los hombres de Yamamoto me invitaban a subir y en cuarenta minutos exactos llegamos a una lujosa residencia a las afueras de Tokio, era una casa preciosa y enorme, rústica pero elegante rodeada de jardines tan hermosos como los que cuidaba mi madre en esa diminuta casa que llamábamos hogar.
En cuanto llegué un sujeto de ojos muy rasgados y mirada desconfiada se encargó de revisarme, luego me escoltó hasta quedar frente a una gran puerta de mármol. Cuando esta se abrió pude ver que en el fondo en una gran poltrona se encontraba el amo y señor de todo el lugar, Kimura Yamamoto se levantó de su acolchado asiento para ir y envolverme en un abrazo muy cálido al cual respondí con agrado.
—¡Ranma, qué alegría! — exclamó.
—Gracias por invitarme a tu casa— respondí.
—Eres como un hijo para mí, en verdad me siento feliz de verte nuevamente. Pensé que esos desgraciados te dejarían allí una eternidad, sobre todo después de que rechazaste mi ayuda— replicó lleno de reproche.
—No te ofendas por favor, solo quería verles la cara cuando se dieran cuenta de que me incriminaron injustamente— contesté, este rodó los ojos y continuó.
—Ya fuiste a verla ¿cierto? — Asentí en silencio — fue difícil ubicarla pero ya sabes que nada es imposible para mí— dijo con una sonrisa en los labios — vamos, acompáñame tenemos que hablar— Taro, trae esa botella de vino que tengo guardada en la bodega— solicitó al muchacho que me revisó cuando llegué, este salió rápidamente y volvió casi enseguida.
—¿Vamos a beber? — pregunté curioso, pues sería la primera vez que lo haría con él.
—Hoy vamos a celebrar hijo— dijo mientras descorchaba la botella de sauvignon.
—No acostumbro a beber— respondí algo quisquilloso y es que apenas había probado un poco de cerveza hace diez años además del sake que mamá guardaba en la alacena para ocasiones especiales.
—Ranma, lo que te diré ahora es importante. Desde que me contaste tu tragedia he querido saber quién te desgració la vida, sé que me pediste que no hiciera nada y créeme que no lo he hecho por respeto a la memoria de tu madre— dijo con mucha parsimonia.
El caso es que Kimura conoció a Nodoka en su juventud, cuando le conté que era su hijo él se sorprendió muchísimo y por supuesto que corroboró cada cosa que dije en su momento, es por ello que también me acogió en la cárcel, literalmente fui apadrinado por un mafioso muy poderoso dueño del lado norte centro de todo Japón, nadie se me acercaba y hasta el último día que estuve en ese basurero nadie se atrevió a tocarme un solo pelo.
—Lo sé Kimura y no sabes lo agradecido que estoy contigo, sobre todo porque obtuviste un lugar digno para sus cenizas— dije con la cabeza baja mirando el suelo, mi madre estaba ubicada en un sector que solo era para la familia de Kimura.
—Has de saber que recientemente mis hombres dieron con el nombre del asesino de tu madre— dijo con voz sepulcral, mis sentidos se pusieron en alerta y nuestras miradas se profundizaron — ¡no pude contenerme y moví cielo, mar y tierra! Esa maldita escoria, vive muy tranquilo en el lado sur de Japón, mientras tú te hundías en la más horrible de las miserias— habló con tono molesto.
—¿Quién es? — pregunté con urgencia, fue entonces que hizo una seña y el mismo Taro le entregó un sobre de papel que entregó en mis manos sin soltar el extremo.
—Si no la vas a vengar, no lo mires— habló lleno de seriedad, las ansias y el corazón estaban a mil por hora esperando que soltara el maldito sobre que me diría por fin quién fue el monstruo que asesinó a mi madre— puedo hacerlo yo, mis manos están manchadas de sangre desde hace mucho tiempo, en cambio tú…
—¡Quiero venganza! — exclamé enfurecido con la mandíbula temblorosa.
—Bien— soltó de una buena vez y con urgencia abrí el sobre sacando de allí un montón de fotografías y un documento impreso, en las primeras tres fotografías veía a un hombre de cabello largo y negro siempre con un cigarro en su mano o boca, de mirada fría y calculadora. Mis orbes no daban cabida a tamaña sorpresa, era nada más y nada menos que Soun Tendo. El jefe de mi madre en aquellos años, el mismo infeliz que me causaba desconfianza cuando solo era un chiquillo.
—Ella confiaba en él… — dije más para mí, lleno de impotencia las manos me temblaban de rabia.
En las siguientes tres fotografías había una mujer que vi hace días, la misma que iba con una niña de la mano saliendo de mi casa… o más bien de la que un día lo fue. En la segunda foto otra mujer con mirada muy fría, igual al padre diría yo… una copa de licor llevaba en su mano. Y la última pero no menos importante, una tercera mujer que reconocí al instante. Su mirada llena de esperanza y esos labios de melocotón me recordaron a la chica que vi desde el autobús.
Según el documento impreso, todas eran sus hijas. Las hermanas Tendo, las niñas consentidas de papi, las mismas a las que mi madre mimaba con sus platillos favoritos, a las que cuidó cuando estuvieron con fiebre y apoyó incondicionalmente porque Nodoka quería mucho a esas niñatas malcriadas.
—¡Maldito mal nacido! — grité grave, poniéndome de pie.
—Tranquilízate hijo— dijo Kimura.
—No puedo, iré por él ahora mismo— me apresuré a decir.
—No, no, no Ranma. Nunca has oído que "la venganza es un plato que se sirve frío" — dijo sirviendo las dos copas de vino, se levantó y fue hasta mí — escúchame bien, ahora mismo podría dispararle justo a la cabeza pero ¿qué sentido tendría? — Preguntó — esto debe ser como una hermosa obra de teatro, serás ese protagonista atípico ¿comprendes?
—Asesinó a mi madre Kimura, ese infeliz la dejó desangrar hasta morir— dije con la mandíbula apretada y mis manos echas puño.
—¿Te gustaría verlo acabado? — preguntó casi en ironía.
—Quiero que sufra tanto que suplique por su vida— sentencié.
—Entonces, únete a mi familia — dijo abriendo sus brazos, luego bebió un poco de vino de su copa y extendió la otra hacia mí — Soun Tendo no solo es el asesino de tu madre, es mi principal enemigo— soltó sorprendiéndome aún más — ese desgraciado fue quien asesinó a mi esposa — dijo casi gutural, mis ojos se abrieron como plato.
También sabía su historia. La única mujer que amó estaba en dulce espera cuando fue asesinada en una embestida terrible al coche que la llevaba al aeropuerto, tanto su esposa como su hijo en gestación murieron al instante. Kimura no sabía la identidad del culpable cuando me lo contó hace años, pero al parecer ahora sí.
—¿Me estabas esperando para ir por él? — pregunté impresionado, él asintió en silencio.
—Conviértete en el hijo que no pude llegar a conocer Ranma, serás mi mano derecha y tendrás un poder que nunca creíste tener. Todo esto lo descubrí hace dos semanas atrás, el investigador privado que contraté hace veinte años fue comprado por ese mal nacido, tengo muchos contactos hijo, lo encontraron de vacaciones en Okinawa— estaba impactado— Juntos vengaremos a nuestros seres queridos, él y toda su familia será "diente por diente, ojo por ojo" sin arrepentimientos, sin rodeos y con plena frialdad puedo asegurarte que ese maldito infeliz verá caer su negocio, y a sus hijas una a una.
—Ellas… eran unas niñas cuando su padre cometió esos asesinatos— mencioné.
—¿No las quieres desaparecer? Está bien, no lo hagas… pero créeme que cada una de ellas debe saber muy bien de las fechorías de su padre — eso tenía mucho sentido— ¡Brindemos! — exclamó alzando su copa esperando una respuesta, volví a mirar las fotografías y me detuve en ella… "la menor" debe ser igual a su padre, pensé.
—¡Lo haré! Enséñame lo que falta, Tendo pagará y quiero verlo en la más absoluta miseria y solo entonces le daré el golpe final— contesté decido.
Brindamos y probé de ese exquisito vino que me supo tan dulce como la venganza que venía en camino.
—O—
Tres meses después…
Mi vida había dado un giro impresionante, un pobre chico que tuvo que pagar diez largos años por el asesinato de su madre lograba la libertad luego de demostrar que siempre fue inocente.
Kimura abrió las puertas de su casa y de sus negocios, las primeras semanas fueron algo difíciles, aunque la verdad era que Yamamoto era conformado por una enorme familia. Los hombres que trabajaban en la gran casona y alrededores, le eran leales hasta la muerte no solo a él, sino que a su recién adoptado hijo, por mis venas no corría su sangre, mucho menos llevaba su apellido sin embargo desde que puse un pie dentro de este lujoso lugar, noté la diferencia.
Una alcoba con todas las comodidades, trajes costosos desde Giorgio Armani hasta el mismísimo Rei Kawakubo estaba repleto esa pequeña habitación que se encontraba dentro de la misma, relojes, zapatos hechos con los mejores cueros y corbatas de seda.
El modesto celular que había adquirido lo guardé dentro del pequeño bolso con el que salí de la cárcel en un rincón de la alcoba.
La comida era una delicia, Kimura tenía una cocina con chef de cinco estrellas y cada día era una delicatesen diferente. La mesa de la familia Yamamoto era larga y siempre estaba llena de sus más cercanos, a su derecha iba yo y a su izquierda el chico Taro, quien llevaba un año trabajando para él.
Durante mi estadía en la cárcel había estudiado, tenía mi certificación como abogado. Solo que debía esperar la burocracia del sistema para que me sacaran esa gran mancha que pesaba sobre mis hombros, cuestión que con ayuda de mi nuevo padre fue mucho más rápido de lo que esperé. Comencé a ayudarlo con pequeños proyectos, no tan formales. Luego algunos contratos y para el tercer mes ya estaba enterado de cada detalle del negocio, de los movimientos bancarios, de la cantidad de gente que trabajaba para él e incluso de sus enemigos.
El principal motor del negocio era una flota aérea que Kimura adquirió hace mucho, con ella movía de todo, incluyendo suculentos paquetes que costaban una isla completa. Sin embargo conocer todo aquello no era suficiente, al mes y medio de estar allí me envió a un centro de tiro, Taro sería el encargado de darme instrucciones. Aún recuerdo sus palabras "Hijo, en este negocio se necesita de todo tipo de habilidades" y con ello en mente, aprendí a tomar y usar un arma de fuego. Lo fascinante fue, que pese a que prefería el combate cuerpo a cuerpo me gustó mucho aprender algo nuevo. El tiempo era oro, dominé muy rápido lo básico y con ello fui subiendo de nivel.
Fueron tres meses de arduo trabajo y hoy frente a este hermoso espejo con detalles de roble, veo el reflejo de una nueva persona. Termino de acomodar el fino y elegante saco, me siento muy empaquetado aunque ya comienzo a acostumbrarme a esta nueva faceta, a este nuevo yo. El color azul petróleo que escogí era perfecto, debajo una camisa con cuello ópera acompañado de una humita negra, la típica chaquetilla y por supuesto un delicado pañuelo en tono dorado sedoso en el bolsillo superior.
Era una noche importante y si todo salía bien terminaría con esta mierda de una buena vez.
El toque a mi puerta llamó mi atención, fuera se encontraba Taro esperándome tan elegante como yo. Me vio de pies a cabeza y habló…
—Llevas eso ¿cierto? — preguntó.
—No lo creo necesario— respondí.
—Esto no se trata de lo que creas, es por tu seguridad Ranma— replicó serio.
—Está bien— contesté.
Dos minutos después volvía a salir, esta vez me acompañaba una Glock automática de 9mm, regalo de Kimura para el flamante evento al cual asistiría. La fiesta se llevaría a cabo en The Prince Park Tower Tokio, ubicado en el parque de Shiba justo al lado de la Torre de Tokio.
-¡Espléndido! — habló fuerte Kimura en cuanto me vio, aplaudió contento sin dejar de verme de pies a cabeza— hijo, aunque por tus venas no corra mi sangre hoy te presentarás al mundo como el único heredero del clan Yamamoto, no me decepciones— agregó serio.
Y claro que lo sabía, mientras el chofer conducía la elegante limosina que Kimura escogió para la ocasión pensaba en el futuro encuentro, cara a cara con el asesino de mi madre. Todo debía salir perfecto, eran meses de planificación y estábamos seguros de que Tendo estaría en la fiesta, una especie de "tregua" que los jefes de cada clan de la mafia japonesa daba por unas horas, aunque ante el menor inconveniente la sala principal sería un colador por las balas que se repartirían en el lugar, este evento social se hacía unas dos veces al año y era una especia de escenario en donde se mostraba las caras nuevas de cada mando así como el poder económico que tenían sobre la ciudad.
Taro me había dicho que iba a ver de todo, incluso mujeres que con sus costosos vestidos y esas caras de inocentes en realidad eran unas verdaderas fieras si se lo proponían. También mencionó políticos "esos que sueles ver en los noticieros" todos en menor o mayor grado son la misma basura.
—¿Nervioso? — preguntó mi compañero.
—No— contesté.
—Entonces, deja ya la mover ese pie— replicó de forma escueta— recuerda que somos Yamamoto, verás el respeto que te ofrecerán en cuanto pises esa alfombra— dijo mirando por la ventanilla.
No había cabida para remordimientos y mucho menos para esos nervios absurdos que comenzaban a invadir mi corazón, Kimura confiaba en mí. Taro y toda la familia espera que cumpla con mi encargo, eran semanas de mucho trabajo, de memorizar nombres, de aprender el negocio, de usar un arma y mejorar mi tiro. Era momento de poner en práctica cada cosa que aprendí, por la memoria de mi madre, por la vida que me quitaron hace diez años.
De pronto la limosina se detuvo, llevábamos dos carros que nos escoltaban. Nuestros hombres eran los encargados de nuestra seguridad.
—Kimura no quiere errores Ranma, no lo olvides— dijo Taro justo antes de que pusiera un pie fuera sobre la acolchada alfombra.
Una mujer madura de sonrisa amable se acercó y nos indicó el camino hacia el evento, cuando llegamos el lugar estaba lleno, muchas miradas quedaron quietas observándome. Era de esperar, era la cara nueva del clan Yamamoto y todavía faltaba el anuncio…
—Sonríe— dijo Taro tomando dos copas de una burbujeante Champagne.
—Veo a su hija— arremetí — la del medio, rodeada de muchos hombres que le coquetean— dije serio.
—Concéntrate, hoy no será— refutó Taro tajante.
—Bien, divirtámonos— señalé moviéndome con soltura en medio de ese nido de víboras.
Varias personas se acercaron y fue muy poco lo que pude decir, pues Taro se encargaba de responder todas sus curiosidades.
De pronto la orquesta que tocaba su melodiosa música se detuvo, en el escenario se encontraba un hombre maduro vestido de etiqueta, acomodó el micrófono y se dispuso a hablar.
—Bienvenidos todos, esta noche disfruten de la buena comida y de la compañía— agregó con una sonrisa cínica en los labios, antes de invitarlos a tomar asiento queremos invitar al escenario a los nuevos que se han unido a cada familia— en ese momento Taro me codeó.
—¿Tan pronto? — dije casi en susurro.
Mientras caminaba en medio de esos lobos vestidos en piel de oveja, dos personas más avanzaban más allá. Cuando subí al escenario un chico con cara de tímido y la estrambótica Nabiki Tendo subía luciendo un sensual vestido, ella me dedicó una mirada coqueta y divertida, sin lugar a dudas ella era la más segura de los tres.
—Haru Yoshida— el único hijo legítimo del clan Yoshida, valga la redundancia.
El chico no pasaba de sus dieciocho años y sudaba frío de miedo cuando el anfitrión lo llamó a pararse al frente. Según Taro los Yoshida no tenían ni la mitad del poder que poseía Kimura en Japón pero tenía buenas relaciones con los Yamamoto.
Luego vino ella, quien se movió como una serpiente con cascabel y no dejaba de sonreír.
—Tendo Nabiki, hija del clan Tendo— dijo el sujeto con pinta de fanfarrón.
Ellos eran dueños del lado sur de Japón. Todo mundo la admiró y la vio con cierto recelo.
Taro mencionó que ella era una líder nata en los negocios de su padre, fría y calculadora había logrado triplicar la fortuna de su familia. Además la hija mayor había optado por tener familia y casarse, es por ello que Soun no la consideró como heredera… en cuanto a la menor, mencionó que no tenía interés en los negocios de su progenitor.
La mujer era una "DIVA" en toda la extensión de la palabra, se notaba que amaba llamar la atención, ostentaba un vestido costoso además de las joyas y el porte, porque eso sí debía darle a favor ya que Nabiki Tendo mostraba mucho manejo entre esos personajes llenos de codicia, no era tonta y aunque sonreía espléndidamente tenía muy en claro quiénes eran sus enemigos y ese lo tenía a su lado, o sea yo.
Cuando llegó mi turno muchos ojos miraban expectante la presentación, el anfitrión con voz socarrona dijo que era el nuevo representante de la familia Kimura…
—¡Con ustedes, Saotome Ranma! — exclamó, se oyeron aplausos y susurros. Hice una reverencia breve y sonreí, con toda seguridad como lo venía ensayando hace semanas, el violín que se oía de fondo sonaba algo aterrador.
—Así que tú eras la sorpresa que tenía Kimura— dijo Nabiki pegada a mi oído derecho, la miré con viveza y esta alzó su copa de champagne y bebió hasta el fondo— no olvides este rostro niño bonito, podría ser tu perdición— finalizó esbozando una gran carcajada.
—No cantes victoria antes de tiempo— repliqué tomándola por el mentón, unos hombres se acercaron en cuanto la toqué, ella alzó la mano para que se alejaran y entonces me fui.
Era suficiente de tanto espectáculo, estaba casi seguro de que su padre estaría en este magnánimo evento pero hasta ahora no le he visto ni la sombra al muy desgraciado.
Taro me esperaba con una sonrisa muy complaciente…
—Lo estás haciendo fabulosamente, solo aguanta una hora más— dijo muy cómodo en la mesa que nos habían preparado.
—Esa mujer no le teme a nada— dije sentándome a su lado, tomé una copa de vino y bebí.
—¿Nabiki? Claro que sí, quedar en la calle sería su perdición. Siempre ha vivido rodeada de comodidades, es por ello que en cuanto su padre le dio chance se encargó de triplicar su fortuna e invertir en negocios que no están relacionados con lo que se dedica.
—Y ese infeliz a ¿qué hora aparece? — pregunté más para mí, este me vio con reproche.
—No es el momento Ranma, sabes bien…
—Sí, lo sé— contesté escuetamente interrumpiéndolo, de pronto las luces bajaron poniéndose tenue y comenzaron a bailar algunos mientras los meseros iban y venían repartiendo comida entre las mesas.
Mi vista y mi corazón lo buscaban con ansias, fue entonces que vi la curvilínea figura de una menuda mujer, usando un vestido en tono rojo italiano y con un escote de espalda que acababa en el borde de su cola, su largo cuello llevaba un tatuaje que adornaba su piel hasta cerca de su omoplato izquierdo. La curiosidad pudo más y me puse de pie emprendiendo el camino hasta ella, algo balbuceó Taro pero no le presté atención. Cuando llegué a la salida por la cual la vi desaparecer no estaba, me sentí un tanto imprudente y avergonzado al notar que me había alejado bastante del evento principal, desilusionado ante mi búsqueda decidí regresar, sin embargo en ese momento la voz cantarina de una mujer, una que había oído en alguna parte llamaba mi atención.
Ella discutía con un hombre, su perfil se veía angustiado y podía ver un par de lágrimas correr por su mejilla izquierda. Toda mi atención iba dirigida a ella quien por alguna razón conmovía mi interior de una forma peculiar, los vi desaparecer al entrar a un elevador, quise seguirlo pero en ese momento personal del Hotel me detenía ofreciéndome volver al evento, me negué y fui tras ella.
Mientras miraba como subía el elevador hasta el piso seis mi mente divagaba en la escena antes vista, fue solo entonces que caí en cuenta, el hombre era Tendo solo que llevaba su larga melena atada hacia un lado. Eso quería decir que la mujer que reclamaba era la menor, la que vi en aquellas fotografías que Kimura mostró hace meses en su casa.
—¡Maldita sea! — exclamé cabreado conmigo mismo por perder semejante oportunidad, todo por dejarme encantar por la belleza de esa chica.
En cuanto llegó el elevador subí directo al piso seis, habían muchas puertas pero todas llevaban un cartel de "inhabilitadas" a excepción de dos, debía arriesgarme y ya que no había seguridad cerca me aventuré con la que quedaba a mano derecha, la infame chapa eléctrica no sería un obstáculo para mí, mucho menos después de estar seguro que ese mal nacido podía estar detrás de esa puerta, saqué mi arma y con el silenciador de una sola vez disparé provocando que se abriera al instante.
Lentamente di el primer paso dentro, estaba en completa oscuridad y tenté sin miramientos hasta llegar frente al gran ventanal, podía notar un bulto sobre la cama, de pronto el cielo tronaba fuertemente y las luces de la tormenta dejaban entre ver un par de ojos almendrados que me veían sin siquiera pestañear, la adrenalina del momento acompañada de las palpitaciones en mi pecho me jugaban una mala pasada, era claro que aquella persona no era la que yo buscaba con tanta urgencia.
—¿Quién eres? — preguntó llena de curiosidad una voz femenina.
—No necesitas saberlo— respondí con la intención de irme, pero ella dejó ver el arma que apuntaba en mi dirección.
—Yo pregunto y tú respondes, no estás en posición de hacerte el misterioso— recalcó seria.
—Óyeme bien, no tengo intenciones de charlar contigo— dije tajante.
—Tú entraste a mi habitación y podría estar segura de que estás armado, no pienses en moverte ni un milímetro, podría matarte— aseveró, esbocé una risa burlona ante su palabrería.
—Bien… hazlo— dije levantando mis manos evidenciando lo que ella sabía, mi arma estaba en la mano derecha y desde el ángulo en el cual me encontraba podía disparar fácilmente.
—¿Quién te envió? — cuestionó sin dejar de apuntarme el cuerpo.
—Un muerto— respondí.
—¡No mientas! — chilló ofuscada.
—No lo hago— repliqué.
—Si yo no era tu objetivo ¿entonces, quién? — sacaba conclusiones muy rápido.
—Si no disparas lo haré yo— dije en medio de la oscuridad, de nuevo el cielo tronaba y junto con eso las luces dejaron ver el rostro de mi acompañante, era ella, la hermosa mujer que me encandiló hace unos minutos atrás, era hermosa, se veía tan sensual con esa pistola en las manos que por breves segundos mis instintos más bajos y sucios volvían a despertar.
La tensión se apoderó del lugar, de nosotros. Ni siquiera pestañeábamos, ella se veía muy decidida hasta que se oyeron pasos correr fuera de la habitación, había dejado la puerta semi abierta. Intenté moverme y ella ni siquiera titubeó, jaló del gatillo apuntando directamente a mi pecho, no me dio tiempo de absolutamente nada. El impacto en mi pecho fue como si me clavaran un martillo sin contemplación, retrocedí dos pasos y choqué con la ventana a mi espalda, fui cayendo al suelo como una torre de bloques. Lo último que oí fue el disparo que me propinó, sí, directo al corazón.
Continuará…
Estimado lector, antes que nada quisiera agradecer a cada uno de ustedes por esperar este capítulo, que debido a mi salud no pude publicar la semana pasada. Las cargas cotidianas de la vida se hicieron presentes unos días atrás en mi cuerpo, estuve muy débil durante cuatro días, haciendo reposo me vi en la necesidad de desconectarme de todo para poder coger fuerzas. Ahora mismo que escribo esto no estoy del todo recuperada pero sí con mucho optimismo y ánimo, no imaginan la emoción que sentí al leer sus cálidos deseos, mi corazón se regocijó de saber lo comprensivos y buenos lectores que tengo.
Gracias infinitas a todos lo que me escribieron dejando reviews, o por mensajes privados extrañando mis lecturas pero al mismo tiempo deseando mi pronta recuperación. Estoy haciendo todo lo posible porque eso sea pronto.
Regresando a la lectura, me siento muy emocionada y súper contenta del recibimiento que tuvo esta nueva historia. Esta idea de un Ranma como ex convicto me fascinaba, sobre todo si lo unía a una venganza, el prefacio era muy impactante, es mi estilo, eso quería, eso pretendía. Que quisieran leer más… este primer capítulo abre el inicio de un camino lleno de odio, sangre y amor. Cada palabra escrita en un principio era la trama que debía armar para que comprendieran este final tan chocante, el cual es el título de mi historia.
Estaré feliz de leer sus comentarios, impresiones, etc… siéntanse libres de expresarse porque añoro leerlos.
Desde Chile y con cariño para ustedes, una fanática más de Ranma ½
Sweetsimphony._
